27 abril 2024

Alfonso Escuadra presenta 'Sufficit animus' en Madrid con Arturo Pérez-Reverte entre el público

europasur.es - 27/04/2024

El historiador linense Alfonso Escuadra, colaborador de 'Europa Sur', acaba de presentar en Madrid su último libro, 'Sufficit animus', sobre las misiones de la Decima Flottiglia MAS, un puñado de jóvenes italianos valerosos y decididos que lucharon contra la marina inglesa hasta el mismo interior de sus bases. Entre los asistentes se encontraba el escritor, periodista y académico español Arturo Pérez-Reverte.

En su intervención, Escuadra reconoció que 'Sufficit animus' posiblemente nunca habría visto la luz sin el antecedente de 'El italiano' (2021), una de las últimas novelas del escritor cartagenero. "Siempre he pensado que para dar a conocer lo ocurrido en la bahía de Algeciras y el puerto de Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial hacían falta una buena novela y una buena película. En este sentido, no se puede dudar que Pérez-Reverte ha facilitado ambas cosas". Y añadió: "Por ello, sólo queda confiar en que algunos de sus lectores se sientan empujados a saber algo más de la realidad que sustentaba su exitosa ficción de amor y guerra y de los que fueron sus verdaderos protagonistas". 

La obra de Escuadra, que fue publicada en entregas semanales por este diario entre julio de 2022 y julio de 2023, ha sido el eje de un interesante acto este viernes en el Centro Cultural de los Ejércitos, también conocido como el Casino Militar, situado en la Gran Vía de la capital, con la ayuda de la Fundación Don Rodrigo para el estudio de la Historia. Otro colaborador habitual de 'Europa Sur', Alberto Pérez de Vargas, moderó la presentación.

"Durante la Segunda Guerra Mundial, el control del Mediterráneo constituyó un objetivo estratégico de primera importancia. En la batalla que enfrentó a italianos y británicos por el dominio de sus aguas, la Regia Marina intentó compensar su relativa debilidad frente a la Royal Navy recurriendo al empleo de unos innovadores medios de combate naval. Eran los llamados medios de asalto submarino, entre los cuales se contaban unos incipientes buceadores de combate y los llamados torpedos de marcha lenta o maiali. En realidad, más que un torpedo, se trataba de una especie de submarino en miniatura, a lomos del cual dos aurigas intentaban penetrar en los puertos enemigos, aproximarse en inmersión a los buques de guerra y fijar una potente carga explosiva bajo su casco".

Así comienza Alfonso Escuadra 'Sufficit animus', donde tras una investigación de años cuenta en boca de los protagonistas, con los que se entrevistó en varias ocasiones, las acciones de una flotilla que tuvo como escenario las aguas de la bahía de Algeciras y el puerto de Gibraltar; "una base naval que pasaba por ser una de las mejor defendidas y sobre la que, junto a Malta y Alejandría, se sostenían las rutas de suministro que a través del Mediterráneo unían Gran Bretaña con su Imperio. Era además el fortificado hogar de la Fuerza H, la potente escuadra que permitía a los británicos ejercer su dominio sobre el Mediterráneo Occidental".

https://www.europasur.es/campo-de-gibraltar/Alfonso-Escuadra-Sufficit-animus-Arturo-Perez-Reverte_0_1897610908.html

25 abril 2024

Sobre hombres y barcos

ABC Cultural - 25/04/2024

«El huracán que enloquece las olas, que hace naufragar los barcos y arranca árboles, que derriba murallas y arroja a las aves contra el suelo, había encontrado en su camino a este hombre taciturno y no había podido arrancarle más que algunas palabras».

De las trece novelas, veintiocho relatos y dos libros de memorias de Joseph Conrad, nada refleja mejor su punto de vista sobre el mar y los marinos que estas líneas de 'Tifón' dedicadas al capitán MacWhirr: «El resultado de veinte años de vida, de mi propia vida». Se condensan ahí dos décadas de mar, de aprendizaje, de trato con barcos y con la gente dura y valerosa que los tripuló. De homenaje a «los configuradores de mi carácter, a los barcos que ya no existen y a los hombres sencillos cuyo tiempo ya ha pasado», como escribió en 'El espejo del mar'. Hombres a los que el propio Conrad, marino profesional entre los dieciséis y los treinta y seis años, dedicó infinitas veces su agradecimiento y admiración: «Dignos para siempre de mi respeto», señaló en 'La línea de sombra', manifestando así su reconocimiento por haberse visto acogido entre ellos; por haberle enseñado, en la manera dura y callada con que tales hombres elementales solían mostrar las cosas, cómo comportarse, cómo luchar, cómo sobrevivir, e incluso cómo morir. Cómo administrar esa saludable sensación de inseguridad propia del marino, tan útil a bordo de un barco como en tierra firme. Cómo trepar a las vergas entre el viento y la lluvia cuando las olas barrían la cubierta en mitad de un temporal asesino, o se corría la carga con la mar de través, o cuando la nave abatía sin remedio hacia los horrores próximos de una costa a sotavento: «Aquella recia tripulación tenía lo que hay que tener. Es algo que proporciona el mar: la inmensidad, la soledad en torno a las almas oscuras e impasibles de los marinos».

Hay un parentesco cervantino que no he visto señalar en ninguna parte, aunque me parece evidente. Del mismo modo que el autor del 'Quijote', incluso en el éxito tardío de su novela inmortal, sigue manifestando por encima de éste su orgullo por haber sido soldado en Lepanto, el íntimo orgullo del Conrad novelista, lejos ya del mar y autor de éxito y prestigio, sigue residiendo en la memoria, la experiencia, el recuerdo del marino que en otro tiempo fue: «Ya entonces me gustó más el soldado que el filósofo, una preferencia que la vida no ha hecho más que confirmar», escribe en 'Juventud'; y esa misma idea la tiñe de resignada nostalgia en 'Karain', cuando rememora con melancolía «los días inciertos en que nos bastaba con conservar nuestras vidas». Fue Henry James, otro gran novelista en lengua inglesa, inmensamente popular, quien se lo subrayó, respetuoso y lúcido, en una carta: «Nadie ha sabido las cosas que usted sabe, y usted tiene, como artista capaz de utilizar toda esa experiencia, una autoridad en la que nadie lo iguala».

Y por supuesto, los barcos, sobre todo los antiguos veleros en los que navegó Conrad, que en sus tiempos eran —y todavía son— lo que de ellos hacen los hombres que los tripulan. Lo subraya cuando afirma: «Un barco no consentirá que un impostor lo gobierne». Quizá por eso insiste a menudo en el vínculo estrecho del marino con el barco en que navega, sea cual sea éste; ninguno hablará mal del que tiene bajo los pies, aunque sea un viejo cascarón o una ruina flotante. No hay navegante que no sienta orgullo por su barco, que no alabe sus virtudes y disculpe sus defectos: «Hay barcos que tienen mala reputación, pero nunca conocí uno donde sus tripulantes dejaran de salir airadamente en su defensa ante cualquier crítica».

Para Conrad —como para cualquier verdadero marino de antes y de hoy— los barcos son seres vivos: sienten, hablan y pueden ser escuchados en sus incomodidades y alegrías. Algunos, como quienes van a bordo, tienen «el aplomo físico de las criaturas valientes», con una importante apreciación: «De todos los seres vivos de la tierra y el mar, son los barcos los únicos a los que no se puede engañar». Y en la adversidad desafiada por un pequeño grupo de hombres entre la soledad infinita y hostil del mar —siempre injusto, siempre indiferente al valor, la lealtad y la solidaridad—, cuando los marinos están de verdad a la altura de su barco «éste se mantendrá de su parte, fiel en la lucha contra fuerzas de las que no avergüenza acabar derrotado». E incluso en la derrota, en el desastre, Conrad aún encuentra las palabras justas para honrar la memoria de un buen barco vencido: «Ningún otro podía haberse portado tan bien. Estaba completamente agotado, eso es todo. Resistió días y días bajo nuestros pies, pero no podía resistir eternamente. Nunca se ha dejado hundir en el mar un barco mejor en un día como éste».

Hombres y barcos, en fin. Barcos y hombres. En muchas de sus novelas, sin duda las mejores, Joseph Conrad rinde un emocionado tributo a las sombras que de unos y otros vagan por su memoria: «Al mar imperecedero, a los navíos que ya no existen y a los hombres sencillos cuyos días ya han concluido». Y en 'El negro del Narcissus' lo resume con este extraordinario epitafio: «¡Adiós, hermanos! Erais buenos marineros. Nunca mejores hombres embridaron con gritos salvajes la ondulante lona de un pesado trinquete, ni balanceados en la arboladura, perdidos en la noche, respondieron con más coraje, grito por grito, a la furia de un temporal del Oeste».

15 abril 2024

"El miedo es el peor enemigo del periodismo"

Entrevista de Jorge Fontevecchia - perfil.com - 15/04/2024

El autor de 'Las aventuras del Capitán Alatriste', Arturo Pérez-Reverte, se refirió a la creciente tensión en Medio Oriente: "Los roles de víctimas y verdugos cambian constantemente". Además, ponderó la educación y la cultura como herramientas fundamentales para evitar manipulaciones políticas. "1000 tontos en manos de un malvado se convierten en 1001 malvados", definió en 'Modo Fontevecchia', por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).

Este fin de semana cruzó a Javier Milei por sus críticas a su amigo Jorge Fernández Díaz y advirtió que, textualmente, “los populismos de derecha son tan nefastos e imbéciles como los de izquierda”. ¿Puede compartir con nosotros la defensa que realiza de su colega?

No puedo hablar del presidente argentino porque no voto ni soy de ese país, pero sí puedo hablar de mi amigo Jorge, a quien conozco hace más de 30 años. He vivido su trayectoria, soy su seguidor y amigo íntimo, y por ende mi opinión está calificada para poder defenderlo. Hay que aclarar algo importante: un periodista tiene derecho a salir a criticar, a dar su versión de las cosas, porque es su trabajo. Pero un presidente no puede utilizar el aparato de un Estado para atacar a un periodista o escritor. En todo caso puede decirle de ir a un debate, o incluso tomar un café.

Pareciera ser que no es sólo un tema de Milei, sino que hay una tendencia mundial de tomar a los periodistas, escritores y a todos a los que integran el aparato de producción de bienes culturales como sus adversarios. Sucede con Trump, por ejemplo. ¿Usted percibe esta tendencia de buscar algo así como un enemigo ideal por parte de las nuevas derechas?

Este fenómeno de lanzar la ira y la cólera del pueblo contra el adversario político no es nuevo, tiene raíces históricas profundas. Desde los nazis hasta la antigua Grecia de Pericles se ha utilizado para incitar a la población y generar cancelaciones y ataques públicos. Hoy en día, con el poder de las redes sociales e internet, es aún más fácil calentar los ánimos, especialmente entre aquellos que quizás ni siquiera conocen bien el tema del que hablan. La gente se suma alegremente, deseando fervientemente que las acusaciones sean ciertas, para así poder crucificar al acusado en el escenario público. Este fenómeno no se limita a España, es global, y se puede observar en todos lados, incluyendo países como Venezuela. Personalmente, he experimentado esto cuando el presidente de México, López Obrador, dedicó un programa entero a hablar de mí y criticarme por expresar mi opinión sobre un tema relacionado con España y México. Es una realidad lamentable que refleja la naturaleza de la política y la sociedad en muchas partes del mundo. Volviendo a este caso concreto, durante la época del kirchnerismo Jorge Fernández Díaz enfrentó los desafíos con integridad y valentía al expresar sus opiniones. Uno puede no estar a favor ni en contra de alguien específico, como Kirchner, pero siempre he defendido la importancia de escuchar, incluso a aquellos con quienes no estoy de acuerdo. Escuchar el argumento contrario puede llevar a soluciones y a una comprensión más completa del panorama. Sin embargo, la tendencia de silenciar a quienes discrepan es preocupante. En los últimos tiempos, tanto los populistas de derecha como de izquierda han utilizado esta táctica para movilizar a sus seguidores contra aquellos que se oponen a ellos. Incluso, a veces, se lanza contra los intelectuales una cólera analfabeta.

Hablando de Occidente, usted fue corresponsal en varios conflictos armados. ¿Cuál es su opinión acerca de lo que está sucediendo en Israel en este momento?

Es un conflicto complejo y no tengo una opinión definitiva al respecto. Si alguien afirma entender completamente el problema y quiénes son los buenos y los malos, entonces no ha comprendido la complejidad del asunto. Este conflicto implica muchos ángulos, y los roles de víctimas y verdugos cambian constantemente, lo que dificulta tomar una postura radical. Es peligroso caer en el maximalismo y en alineaciones dogmáticas sin un análisis profundo. Es crucial reconocer que aquel que discrepa puede no estar equivocado y que incluso en el lado opuesto puede haber personas inteligentes con argumentos válidos que contribuyan a encontrar una solución. Este es solo uno de los muchos problemas que enfrentamos y que han sido constantes en la historia de la humanidad: guerra, tensión, crisis y caos. Durante años, en Occidente hemos disfrutado de una relativa bonanza, pero la realidad es que estas amenazas siempre están presentes y pueden surgir en cualquier momento.  Lo vemos en conflictos como Gaza y Ucrania, y podría ocurrir en otros lugares, incluso en Argentina o España. Ojalá podamos evitarlo, pero debemos estar preparados para enfrentar los desafíos que nos presenta la vida.

Jorge Fernández Díaz tiene una frase que me gusta mucho: “Para ser un buen periodista hay que ser más que periodista, por ejemplo escritor”. ¿Qué fortalezas le da a un periodista ser escritor? 

En la sociedad actual la cultura juega un papel crucial, especialmente en un mundo donde la información se difunde tan rápidamente. Ahora más que nunca es vital tener un bagaje cultural sólido que incluya referencias clásicas del periodismo, la literatura y la historia.  En un entorno donde cualquier persona puede volverse viral con un simple tuit y propagar bulos o noticias falsas, los periodistas y escritores se convierten en una especie de salvaguarda frente al poder y la desinformación. Son la única garantía frente al poder, y por eso el miedo es el peor enemigo del periodismo. Son quienes deben poseer la autoridad y el conocimiento para discernir la verdad y rectificar en caso de error. Todos podemos cometer errores, pero cuando alguien con un bagaje cultural sólido los comete, su equivocación puede ser analizada y corregida de manera constructiva.  Lamentablemente, en España, Argentina, México y en general en Occidente, la falta de cultura, conocimiento y educación es un problema que debilita nuestra capacidad para discernir la verdad y protegernos de la manipulación.

Usted habló de maximalismo. ¿Puede ser que los populismos, sean de derecha o de izquierda, tengan esa característica invariable, es decir, un exceso en la certidumbre? 

Lo más preocupante es la falta de espíritu crítico en la masa. El populismo juega con la ignorancia, la falta de educación y el desconocimiento, aprovechando los aspectos más oscuros y torpes de la naturaleza humana. Se apropia de nuestras debilidades y las utiliza como arma contra nosotros mismos. Por eso la única defensa real es la educación y la cultura. Un público educado, sea en las redes sociales, la televisión, la prensa o la literatura, tiene la capacidad de discernir y detectar la manipulación. Sin embargo, mi optimismo se ve afectado por el declive cultural que está afectando a España, Europa, Argentina y el resto del mundo occidental. La falta de una educación que fomente ciudadanos críticos y libres deja el terreno fértil para los oportunistas y manipuladores. Mi preocupación, aunque ya soy mayor, es el futuro de mi hija y de las generaciones venideras. Un público cada vez menos educado y menos preparado será presa fácil para aquellos sin escrúpulos que buscan su beneficio personal a costa de la sociedad. Lamentablemente, veo pocas soluciones a este problema, lo que augura tiempos difíciles por delante.

Usted habla críticamente del declive cultural que está padeciendo Europa en general, pero España no tiene aún suficientes anticuerpos, por lo que no es tan factible que surja un Milei o un Trump allí.

Denos un poco de tiempo. Los desafíos son enormes. Recuerdo el concepto del "movimiento uniformemente acelerado": una pieza que avanza lentamente al principio, pero la pendiente la impulsa hasta que termina moviéndose muy rápido. Creo que esto es lo que nos depara el futuro. Si fuera un político sin escrúpulos, me concentraría en preparar populismos para un futuro donde será fácil manipular a las masas. Cualquier tuit, cualquier mentira, cualquier noticia falsa puede difundirse rápidamente y ser aceptada como verdad. En ese sentido, es un momento muy vulnerable para la humanidad en general. La única solución que veo es la educación. Un público preparado y crítico que pueda identificar a los manipuladores, mentirosos y embusteros. Sin embargo, si descuidamos la educación, si permitimos que la ignorancia se extienda, estaremos entregando a las generaciones futuras en manos de aquellos que buscan su propio beneficio. Acuérdense que mil tontos en manos de un malvado se convierten en mil y un malvados. Es un proceso complejo y difícil de abordar, pero como ciudadano y escritor con experiencia puedo ver los peligros que acechan. Me sorprende ver cómo aquellos con el poder de cambiar esto a menudo sucumben a las tendencias y entregan el futuro de las generaciones jóvenes a los lobos implacables del futuro.

Vídeo: https://www.perfil.com/noticias/modo-fontevecchia/arturo-perez-reverte-el-miedo-es-el-peor-enemigo-del-periodismo-modof.phtml