20 diciembre 1975

Se arrió la bandera en El Aaiún


Pueblo, 20 de diciembre de 1975

[El Aaiún, crónica telefónica de nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte] 

Sólo diez civiles —nueve europeos y un saharaui— nos encontrábamos presentes ayer, a las 18,15 horas, cuando la bandera española fue arriada por última vez del cuartel general del Sahara, sin ningún tipo de ceremonia especial, sin apenas otros testigos que el pequeño grupo de periodistas y una docena de militares españoles. Un piquete de soldados presentó armas а la enseña que se deslizaba por el mástil. A pesar de la sencillez, el acto, al que no ha querido darse ningún relieve formal por parte de las autoridades españolas, a ninguno de los presentes se le escapaba la importancia del momento. Oficialmente, la presencia militar española en El Aaiún estaba terminando para sjempre. La historia de un siglo español en el Sahara Occidental entra, a partir de hoy, en su epílogo.

Ayer salieron de El Aaiún con destino al BIR de la playa, lugar de concentración de las tropas espanolas antes del embarque hacia Canarias o Villa Cisneros —punto este último todavía confuso—, lo que quedaba en la ciudad de Intendencia, Farmacia, Sanidad. Veterinaria y la Plana Mayor de Tropas Nómadas. Según las órdenes previstas para hoy, a las siete de la mañana debían salir hacia el BIR los restantes servicios, y a las once los efectivos del cuartel general del Sahara, Policía Militar y la VII Compañía del Tercio. A las tres de la tarde, el Grupo Ligero deberá emprender también el camino de la playa.

Con la retirada de estas tropas, el Ejército español abandona hoy definitivamente la ciudad de El Aaiún.

19 diciembre 1975

Encarnizados combates en La Güera


Pueblo, 19 de diciembre de 1975

El personal civil español que permanecía en La Güera, prestando servicios en el puerto y en la empresa de harinas de pescado de esta localidad, evacuada hаce casi dos meses por las tropas españolas, se ha visto obligado a abandonar la ciudad, ante la violencia de los combates que tienen lugar en ella. Desde hace una semana, según declaran los testigos presenciales llegados ayer a El Aaiún, el ejército mauritano se esfuerza por controlar la localidad costera saharaui, en cuyo interior ofrecen desesperada resistencia doscientos guerrilleros del Frente Polisario.

Desde el mar, donde intervienen cañoneras y “vedettes” de la Marina, y desde tierra con piezas de grueso calibre, los mauritanos están llevando a cabo en los últimos días un bombardeo sistemático de la ciudad, mientras unidades del ejército y tropas auxiliares han conseguido ocupar la totalidad del istmo que une La Güera con el continente, encerrando a los polisarios y a la población civil en una estrecha franja de terreno, con el mar a las espaldas. Los guerrilleros, armados con material ligero diverso, sin ningún tipo de armamento pesado y con escasas posibilidades de recibir refuerzos, ya que se encuentran cercados, defienden la ciudad casa por casa, en inferioridad total de medios humanos y materiales. Según la narración de los testigos españoles, el número de bajas por ambas partes está siendo muy elevado. 

No es cierto, como aseguraba la agencia de noticias marroquí MAP que Argelia haya desembarcado hombres y material en la zona. Por el contrario, a los polisarios les empieza a escasear la munición. “No están dispuestos a rendirse”, asegura uno de los españoles llegados de La Güera, “aunque, militarmente hablando, la eficacia de sus medios es mínima. Eso sí: redaños les sobran”. Según estos testimonios. los рolisarios no podrán mantenerse en esta situación durante mucho tiempo, y el ejército mauritano parece resuelto a arrasar la ciudad hasta conseguir acallar el último foco de resistencia.

Lo que está sucediendo en La Güera prueba, aparte de la decisión de los guerrilleros saharauis de pelear hasta el fin, la escasa potencia del ejército mauritano, que. según los informes recibidos, no supera los dos mil hombres. Desde hace una semana, un puñado de guerrilleros resueltos a vender cara su piel están dando trabajo a la mayor parte de los efectivos militares mauritanos, que sólo van a conseguir hacerse con la ciudad tras haberla reducido a escombros con los bombardeos, en el curso de una lucha cruenta que está diezmando las no muy nutridas filas de su ejército. Los observadores opinan que la misma situación se producirá cuando Mauritania pretenda conquistar Auserd, al nordeste de La Güera, donde también los guerrilleros se aprestan a la defensa. Por otra parte, los mauritanos han sufrido también un serio descalabro en la zona fronteriza de Inal, algunos kilómetros al sur de Tichia. 

“Sin embargo”, me decía ayer Bartolomé Peláez, un veterano del Sahara, “los polisarios no están llevando a cabo la lucha de forma adecuada. Persisten en defender las ciudades por aquello del valor simbólico, dejándose encerrar en ellas, donde los cazarán uno por uno tras rociarlos con la artillería. Lógicamente, deberían abandonar las ciudades y combatir desde el desierto, donde nadie puede atraparles. También es absurdo gastar munición en matar hombres. En un territorio como el Sahara, donde las distancias son muy grandes, y muy vulnerables por tanto, las líneas de comunicación, deberían dedicarse a atacar convoyes y destruir y capturar vehículos. Es la única zona en que, con sus medios, podrían mantener una guerra de guerrillas eficaz. Si continúan defendiendo ciudades será muy hermoso y heroico, pero los van a hacer papilla”.

La situación en La Güera hace pensar a los observadores que, en el caso teórico de que fuese Mauritania la que, según los acuerdos de Madrid, lograse tomar Villa Cisneros a mediados del mes próximo, las fuerzas ocupantes serían desembarcadas por mar. Porque si las fuerzas armadas mauritanas deben subir hacia el norte por tierra, у en todas partes van a invertir el mismo tiempo para destruir los focos de resistencia del Polisario, llegado el día 15 sólo habría dos opciones para las tropas españolas que se encuentran replegadas en Villa Cisneros: abandonar la ciudad a los saharianos —es decir, al Polisario— y esperar a los marroquíes, o aguardar, con mucha paciencia, la llegada del ejército mauritano.

18 diciembre 1975

Temores marroquíes


Pueblo, 18 de diciembre de 1975

[El Aaiún, de nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte]

En pleno centro de la ciudad, junto a la calle principal de El Aaiún, el coche celular marroquí se detuvo bajo la lluvia. Cuatro gendarmes, fusil en bandolera, penetraron en la vivienda mientras sus compañeros vigilaban los extremos de la calle. Dos periodistas españoles contemplábamos la escena que se desarrollaba en una zona que, teóricamente, todavía se encontraba bajo jurisdicción de las tropas españolas.

A los pocos minutos, los gendarmes reaparecieron conduciendo a un hombre, un saharaui que fue introducido en la trаsera del vehículo, con puertas y ventanas cubiertas de reja metálica. Ante la mirada de los escasos transeúntes que a esa hora circulaban por las calles, el coche arrancó, perdiéndose entre las calles vecinas. De esa forma, todavía discretamente, sin excesiva ostentación, las trоpas marroquíes efectúan diariamente detenciones de saharauis sospechosos de pertenecer al Frente Polisario. Los registros continúan en los barrios musulmanes de la ciudad. Hace unos días, la Policía marroquí se presentó durante la noche en la vivienda de una familia cuya hija se encuentra en el desierto con el Polisario. Según la versión de testigos presenciales, los marroquíes propinaron una paliza a una hermana de la guerrillera que, desgraciadamente, poseía un gran parecido físico con aquélla. Yo conocí a la muchacha, que se unió al Frente Polisario, e incluso ‘Pueblo’ publicó la fotografia que le hice hace menos de un mes en la guerrilla. Desearía creer que no fue mi fotografía la culpable de este incidente. 

Otra escena penosa tuvo lugar ayer. frente al parador nacional, sede de las delegaciones oficiales marroquí y mauritana. Un saharaui, que circulaba con un bulto de ropa bajo el brazo, fue inmediatamente detenido por la Policía de Seguridad marroquí y, tras recibir varios culatazos, fue conducido al interior, a pesar de que en el hatillo de ropa sólo llevaba un viejo “derrah”.

Los marroquíes, a pesar de haberse instalado en El Aaiún con elevado número de soldados, gendarmes y fuerzas auxiliares, a pesar de sus constantes declaraciones de que el pueblo saharaui es amigo y los ha recibido con los brazos abiertos, demuestran una auténtica preocupación ante la posibilidad de acciones terroristas del Frente Polisario, y el temor está justificado. Según fuentes españolas dignas de crédito, un convoy marroquí fue atacado el martes por los guerrilleros, entre Dahora y El Aaiún, con el balance de un oficial de las FAR muerto y varios heridos marroquíes. Por otra parte, a menudo se oyen durante la noche explosiones o algún disparo lejano, pero cоmo todo sucede en zonas totalmente controladas por Marruecos, resulta imposible obtener información al respecto. A partir de las dieciséis horas de ayer, las fuerzas de seguridad marroquíes se hicieron cargo de la custodia en la mayor parte de los edificios oficiales de El Aaiún. Ante el banco, Correos y Telégrafos, Teléfonos, la oficina de Iberia, la Casa de España, el cine local, las fuerzas auxiliares marrоquíes se fueron distribuyendo por las calles, fusil y metralleta al brazo.

La calle principal de El Aaiún se encontraba a media tarde ocupada por varios vehículos de la gendarmería. Durante un par de horas los marroquíes controlaron prácticamente la capital del Sahara... Pero digo durante un par de horas porque aquella maniobra, según informaría más tarde un portavoz oficioso del Estado Maуor del Sahara, se debió a una errónea interpretación de las órdenes recibidas. Sobre las seis de lа tarde, la situación volvía a la normalidad, dentro de lo que cabe. De todas formas, los marroquíes siguen controlando un amplio sector de la ciudad.

Y también Radio Sahara. Desde hace días, Marruecos emite boletines informativos de propaganda en hassanía y árabe a través de las antenas de la radio española e incluso, según medios autorizados, están efectuando gestiones ante las autoridades marroquíes para emitir también sus boletines de información en castellano.

Se acabó también la tolerancia para los fotógrafos de prensa y de televisión españoles. Desde ahora, para inmortalizar gráficamente a los soldados o gendarmes marroquíes hay que jugarse el bigote, de lo que puede dar fe el corresponsal de RTVE retenido tenido durante varios minutos por los marroquíes en la carrеtera de Smara.

Ayer se esperaba la llegada del ministro de Información marroquí, señor Benhima, pero en el último momento fue aplazada la visita por causas que se desconocen. Quien sí llegó fue el secretario general del Sahara, coronel Rodríguez de Viguri, quien durante diez días ha mantenido consultas sobre el futuro del Sahara en medios oficiales de la capital de España. Para las siete de la tarde de ayer, Rodríguez de Viguri tenía prevista una reunión de jefes de servicio para informarles de las instrucciones recibidas del gobierno español respecto a la situación de los funcionarios españoles que permanecerán en el Sahara tras la evacuación de las tropas españolas.

16 diciembre 1975

La capital del miedo


Pueblo, 16 de diciembre de 1975

[El Aaiún, de nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte]

La escena se repite desde hace días en cualquiera de los barrios musulmanes de la capital del Sahara. Al caer la noche, una familia saharaui amontona sus escasos enseres en la trasera de un Land-Rover detenido a la puerta de la casa. Procurando hacer el menor ruido posible, con los faros apagados, el conductor dirige su vehículo hacia las afueras de la ciudad, cruzando las calles desiertas, evitando cuidadosamente las zonas donde montan guardia los soldados marroquíes. A su lado, la esposa contempla en silencio el largo camino que se abre ante ellos, mientras sostiene la cabeza de los dos "gualletes" que, envueltos en una manta, duermen sobre su pecho. Una vez fuera de la ciudad, evitando las pistas frecuentadas, donde patrullan los marroquíes, se dirigirán hacia el este. Allí, en el desierto, se unirán a los casi veinte mil refugiados que huyeron a las zonas controladas por el Polisario, alejándose de las tropas marroquíes. 

De esta forma, buena parte de la población nativa de El Aaiún ha emprendido el éxodo en los últimos días. Desde la llegada de los marroquíes a El Aaiún. especialmente a partir de la entrada de dos columnas militares en la capital del Sahara y los registros y detenciones llevados a cabo entre los saharauis tras los ataques del Frente Polisario, centenares de nativos cogen apresuradamente sus bártulos, cierran la puerta de su casa y huyen. Tienen miedo de Marruecos.

El anuncio de la inminente retirada de las tropas españolas ha acelerado la marcha de estas gentes. Ayer, durante un recorrido por Casas de Piedra, quedé asombrado ante la cantidad de viviendas que han sido clausuradas definitivamente. El barrio musulmán, que posiblemente poseía mayor densidad de población, ofrece ahora al visitante un aspecto desolador. Muy pocas personas se ven por las calles. Buena parte de antiguos amigos y conocidos desaparecieron rumbo al este, y de vez en cuando alguien trae noticias de aquel Mohamed, Jaffa o Ahmed, que ahora está en Amgala, Mahbes o El Farsia, empuñando un fusil. El enorme barrio de jaimas de Hatarrambla, próximo al cuartel marroquí recientemente atacado por comandos del Polisario, ha desaparecido por completo. Sus habitantes desmontaron sus tiendas y barracas y se han internado en el desierto.

En diversas conversaciones mantenidas con saharauis, éstos me han expresado su intención de abandonar El Aaiún antes de que, con la marcha de las tropas españolas, las fuerzas de ocupación marroquíes puedan iniciar una campaña de represión contra el sector de la población civil, todavía extraordinariamente amplio, favorable al Frente Polisario. “Si ya están sucediendo cosas así, con los españoles todavía en El Aaiún”, me decía un militante del Frente, “imagínate lo que podría ocurrir cuando aquí se queden los marroquíes a solas con nosotros”.

Otro factor que viene a agravar el miedo de los saharauis, que es un miedo sin paliativos, atroz, es el temor de que los archivos que contienen datos sobre personas partidarias del Polisario puedan caer en manos de la Policía marroquí. A este clima de recelo e incertidumbre hay que añadir el hecho de que un buen número de saharauis pro-marroquíes, a los que, según se asegura, también se han unido no pocos oportunistas, colaboran con los nuevos dueños de El Aaiún, е incluso, se dice, proporcionan información y efectúan denuncias. A este respeсto, hace un par de días fue incendiada por personas no identificadas la casa de un saharaui presuntamente pro-marroquí.

La presencia de la Policía Secreta marrоquí, llegada en apreciable cantidad a El Aaiún, no contribuye a proporcionar oрtimismo a los saharauis disconformes con la solución al problema del Sahara. Naturalmente, no todos los saharauis de El Aaiún piensan en la huida. Se forman grandes colas ante el parador nacional o ante el edificio donde se ha instalado provisionalmente la administración marroquí del territorio para presentar respeto a los nuevos gobernantes o para manifestar adhesiones inquebrantables. Entre ellos he visto a antiguos miembros de la Policia Territorial, todavía vistiendo el uniforme, y a no pocos saharauis que todavía no hace un mes agitaban banderas del Frente de Liberación y pedían a gritos la independencia.

Ayer, al caer la noche, todo el mundo se encerró en sus casas. El Frente Polisario ha anunciado una oleada de terrorismo antimarroquí. EN las calles desiertas, centinelas de las FAR hacen guardia con el dedo en el gatillo. El Aaiún, para los saharauis, se ha convertido en la capital del miedo.

15 diciembre 1975

Disciplina y prudencia de los militares españoles


Pueblo, 15 de diciembre de 1975

[De nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte]

“No fotos, monsieur...”

El gendarme marroquí se acerca con rapidez, interponiéndose entre mi Pentax y el grupo de soldados de las FAR que me dispongo a fotografiar. Con extrema cortesía, mi interlocutor expone ampliamente su celo en el cumplimiento de las órdenes recibidas. Y cuando al volverse de espaldas escucha el inconfundible clic de la máquina al dispararse, se limita a dirigirme una mirada de reprobadora consternación.

Son serios los marroquíes. Serios y extremadamente corteses cuando se dirigen a los españoles. De guardia en las esquinas, patrullando sobre los jeeps blancos de la gendarmería real, los marroquíes en El Aaiún cumplen a rajatabla las instrucciones recibidas: evitar a toda costa incidentes con los españoles, que pueden alterar la ya muy delicada situación para nosotros. En general, todo son mieles y cumplidos. La enemistad pasó, Marruecos y España son amigos, esta era la única solución posible, a ver si una tarde de estas nos tomamos unas copitas... Y cuando al pasar junto a los gendarmes algún español malhumorado murmura “viva el Frente Polisario”, entre dientes, los marroquíes se hacen los sordos, en un alarde de diplomacia.

Sin embargo, esta difícil convivencia resultaría imposible sin la disciplina y la prudencia de que durante estos poco agradables días están haciendo gala los militares españoles. No es poca la tensión que reina en el ambiente a nivel de la calle. “Habría sido muy distinto”, me decía uno de nuestros oficiales, “que tras un relevo en la administración civil nosotros hubiésemos salido por un lado mientras los marroquíes penetraban por el otro”. Efectivamente. Es la superposición de zonas de influencia respectivas, la confusa delimitación de competencias, los encuentros en mitad de la calle o en la barra de un bar, lo que crea una sensación de malestar, que no siempre es alejada por el amistoso interés de los marroquíes ni por la fría disciplina de los españoles. La incomodidad flota en el aire. Hace dos días estuvo a punto de originarse un incidente en el cabaret Oasis, donde un oficial marroquí confesó haber participado en la instalación de las minas que entre Tah y Negritas costaron la vida a cinco militares españoles.

Otro incidente, que sí pudo tener consecuencias graves, sucedió cuando, tras escucharse dos disparos, un grupo de altos oficiales marroquíes, arma en mano, pretendió penetrar con sus tropas en una zona que todavía se encontraba bajo custodia española, con intención manifiesta de efectuar registros y detenciones entre los saharauis de Casas de Piedra. Un pequeño destacamento de la Policía Territorial, bajo el mando de algunos oficiales, les impidió el paso, y durante algunos minutos la situación atravesó por una fase que podríamos calificar de crítica. Los marroquíes, visiblemente excitados, querían pasar adelante a toda costa, y los españoles, remitiéndose al acuerdo sobre zonas de influencia, se declararon resueltos a impedirlo. Finalmente triunfó el buen sentido y los marroquíes se retiraron. Un día después, las FAR asumían el control absoluto de la zona.

La promiscuidad de tropas españolas y marroquíes en El Aaiún resulta, evidentemente, penosa para quienes desde hace años han defendido este territorio. Es difícil para nuestros últimos centuriones de África aceptar plenamente la idea de que durante tanto tiempo defendieron de Marruecos un Sahara que, en vista de los acontecimientos, está siendo proclamado marroquí. Pero su sentido del deber y la disciplina, eso resulta evidente, se ha impuesto en este caso a cualquier tipo de sentimientos personales, y todo se está llevando a cabo según las instrucciones que en su momento fueron impartidas por el Gobierno español. En el aspecto de la obediencia militar, como en tantos otros, el comportamiento de nuestros soldados del Sahara está resultando irreprochable. Como muy bien señalaba ayer un oficial español: “Los marroquíes están aquí, y se les respeta. Lo que nadie puede esperar, como es lógico, es que nos riamos de los mismos chistes y nos demos con ellos amistosas palmadas en la espalda”.

Ya queda poco tiempo, de todas formas. A sólo cinco días de la evacuación militar de El Aaiún, la presencia española se ve reducida al mínimo. Ya no controlamos sectores importantes del territorio, a excepción de Villa Cisneros y las instalaciones de Bucraa, cuya cinta transportadora quedó paralizada tras los ataques del Polisario, aunque ignoramos si a consecuencia de éstos. “No siento ninguna tristeza por abandonar el Sahara”, ha declarado el general Gómez de Salazar. “Pero sí una enorme satisfacción de haber estado aquí y, especialmente, del comportamiento de mis subordinados”.

Entre tanto, buena parte de los saharauis que habitan la capital del Sahara conocen ya la fecha en que ésta será abandonada polos españoles y hacen a toda prisa los preparativos para salir de aquí antes de que nuestras tropas se marchen y los marroquíes queden con las manos libres en la ciudad. Pero éste ya es tema para la próxima crónica.



13 diciembre 1975

No hubo combates en Smara


Pueblo, 13 de diciembre de 1975

[Smara, de nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte]

“Nuestros "fedayines" combaten duramente en Smara. La ciudad está cercada, y tres cuartas partes de ella se encuentran ya bajo control del Frente Polisario. Los marroquíes se defienden en el antiguo cuartel del Tercio, donde han sido rodeados por los nuestros...”.

Es Radio Sahara Independiente, la emisora del Frente Polisario, ubicada en algún lugar de Argelia, la que habla. La emisión, captada en EI Aaiún a las nueve y cuarto de la noche del jueves, la escuchamos con la natural sorpresa tres periodistas españoles, en nuestra tertulia diaria de la Pensión Magaz. El boletín informativo del Frente Polisario añadía otras noticias, como la emboscada a un convoy de cien vehículos marroquíes que circulaban de Echedería a El Farsia, una incursión de comandos en la ciudad marroquí de Zag y la muerte, cerca de Bu-Craa, de un teniente, tres cabos y un soldado de las Fuerzas Armadas Reales Marroquíes. Al día siguiente, ayer por la mañana, los tres periodistas nos fuimos a Smara en un helicóptero marroquí, aprovechando el viaje de varios miembros de la misión alauita de El Aaiún, entre los que se encontraban el coronel Dlimi Driss Basr, secretario de Estado del Interior, Musa Saadi, titular de Comercio, Minas y Marina Mercante, y Benmansur, historiador del Reino. Todos ellos acudían а orar en la ciudad santa del Sahara. Nuestra intención, por supuesto, no era la misma. Deseábamos comprobar la veracidad del informe difundido por Radio Sahara Independiente.

Resultó ser absolutamente falso. En Smara, ciudad, no hay la menor señal de combates. Las tropas marroquíes, desplegadas en torno, ocupan posiciones defensivas, atrincheradas en las alturas y depresiones del terreno. No hemos escuchado un tiro, ni encontramos signos de alarma o inquietud. La población civil saharaui, ni tanta como parece asegurar Marruecos ni tan poca como afirma el Frente Polisario, pasea tranquilamente por las calles y observa a los soldados marroquíes, sentada a las puertas de sus casas. Los soldados de las FAR ocupan los cuarteles del Tercio, Tropas Nómadas y Policía Territorial, con la bandera roja y estrella verde de cinco puntas ondeando en los mástiles. Retratos de Hassán II aparecen pegados con cinta adhesiva en algunos muros, y los “slogans” del Frente Polisario han sido tachados con pintura. Banderas marroquíes estaban colocadas a lo largo del recorrido previsto para la comisión oficial, y frente a la mezquita, donde se oró durante más de sesenta minutos, unos trescientos saharauis, con banderitas de papel y tres pancartas en hassania, escuchaban las palabras de Benmansur, quien les llevaba el saludo de las ciudades marroquies, y les prometía paz, progreso y prosperidad.

12 diciembre 1975

Ataques múltiples del Frente Polisario


Pueblo, 12 de diciembre de 1975

[De nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte]

Los ataques que durante la noche del miércoles llevó a cabo el Frente Polisario contra diversos objetivos calificados de enemigos han precipitado un tanto los acontecimientos en el Sahara. Ayer, un importante contingente militar marroquí, cuya llegada a El Aaiún no estaba prevista hasta el día 15 de diciembre, ocupó el abandonado cuartel del Tercio en Sidi-Bulla y rеforzó a las tropas auxiliares en el cuartel de Hatarrambla. Por la mаñапа у рor la tarde, de 6.000 а 8.000 soldados de las FAR con carros blindados, autoametralladoras, vehículos ligeros y camiones de tropas y apoyo logístico, se situaron en los dos puntos estratégicos de las afueras de El Aaiún, la carretera del Norte y la de Smara. Sólo una salida de la capital del Sahara no está todavía controlada por los marroquíes: la que conduce al aeropuerto y a la playa.

El Frente Polisario inició lo que se estima el preludio de una larga ofensiva contra Marruecos durante la noche del pasado miércoles, cuando un jeep marroquí recibió una ráfaga de ametralladora salida de la oscuridad, en el barrio de Casas de Piedra. Algo más avanzada la noche, las estaciones número uno y número cinco de la cinta transportadora de Fos-Bucraa sufrieron sendos ataques de los comandos del Frente Polisario. Sobre las diez de la noche, cinco granadas PO-2 fueron lanzadas contra lugares de propietarios presuntamente pro marroquíes, en uno de los cuales se estaba reuniendo en aquellos instantes un elevado número de personas, pero todo el mundo resultó ileso. Dos horas después, a las doce de la noche, comandos del Polisario atacaron desde cuatro puntos distintos el cuartel de Hatarrambla, donde se había instalado un destacamento de tropas auxiliares marroquíes. Los polisarios atacaron por sorpresa con ráfagas de ametralladorа, causando al menos dos heridos marroquíes, uno de ellos muy grave. El ataque duró aproximadamente quince minutos; cuando ya los atacantes se perdían en la noche acudió al lugar una compañía del Tercio, destacada a la zona del ataque, porque, según informaría más tarde una alta autoridad del territorio, la misión de garantizar la seguridad exterior de los cuarteles donde se han instalado los marroquíes, es todavia responsabilidad de las tropas españolas. Es quizá para delimitar claramente esas responsabilidades para lo que ayer por la tarde se reunió el gobernador general del Sahara con los miembros de la delegación marroquí. Posiblemente a partir de hoy quedarán bajo control exclusivamente marroquí las zonas de Colominas y Casas de Piedra, que, rodeadas de alambradas, se consideran el principal foco de subversión en la capital del Sahara.

A las tres de la madrugada sonó el teléfono del general gobernador, Gómez de Salazar. Los marroquíes deseaban saber si no habría inconveniente, a la vista de los aún calientes acontecimientos, para adelantar la llegada de tropas de las FAR, prevista para el día 15. Dichas tropas se encontraban ya preparadas en la zona de Daora, localidad próxima a El Aaiún. Obtenida la conformidad del general gobernador, los marroquíes se pusieron en camino.

A las diez de la mañana de ayer, la primera columna marroquí, compuesta por unos 4.000 hombres con vehículos blindados y apoyo logístico, atravesó la ciudad de El Aaiún y ocupó el cuartel de Hatarrambla, estableciendo controles en la carretera de Smara. El coronel Dlimi, jefe de las FAR del sector Sur, regresó a la capital del Sahara a la cabeza de estas tropas. “No hemos encontrado la menor resistencia en el camino, ni hubo problemas al atravesar la ciudad”, diría más tarde. Alrededor del cuartel de Hatarrambla, cuyas paredes se encuentran salpicadas de impactos de bala, con los vidrios de las ventanas rotos, las tropas marroquíes han instalado un amplio dispositivo de seguridad, con el despliegue de tropas y unidades blindadas. 

La segunda columna marroquí se encontraba, a las tres de la tarde de ayer, detenida a un par de kilómetros del cuartel de Sidi-Bulla, antigua sede del Tercer Tercio Sahariano Don Juan de Austria. En el interior, los últimos 150 legionarios, mandados personalmente por el teniente coronel Travesero, daban los últimos toques a la evacuación definitiva y total de su cuartel. En la explanada, desprovista ya de las insignias del monumento a los muertos y de su “Pepito” —la estatua en piedra de un legionario combatiendo—, los camiones cargados con los últimos colchones, sillas, mesas y material diverso mantenían los motores en marcha, dispuestos para salir. La bandera había sido arriada ya. A las 16,15 se dio la orden de partida, y los últimos militares españoles abandonaron el cuartel. Durante veinte minutos, cuatro periodistas españoles fuimos los únicos dueños de Sidi-Bulla, situado en aquellos momentos en tierra de nadie. En la explanada desierta sólo se movía un perro, olvidado durante la retirada. Victoria Marco de Linares, de ‘El Alcázar’, lloraba silenciosamente al pasear por las estancias del cuartel vacío.

A las 16,35, un grupo de gendarmes y periodistas marroquíes penetró en el cuartel. Quince minutos después lo hacía un grupo de reconocimiento militar. A las diecisiete horas, los blindados marroquíes franqueaban la puerta principal, mientras agrupaciones defensivas de las FAR tomaban posesión de las alturas colindantes, en el borde mismo de la Seguia El Hamra.

Al anochecer, en el horizonte rojo se recortaba la silueta de los carros marroquíes. Sobre El Aaiún flotaban nubes de humo negro. Desde hace días, los españoles queman todo cuanto no es evacuable de sus archivos militares.

11 diciembre 1975

La presencia española se extingue


Pueblo, 11 de diciembre de 1975

[De nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte]

Mucho es lo que El Aaiún ha cambiado en veinte días, al menos en la imagen externa que la capital del Sahara ofrece al recién llegado. En el aeropuerto, donde Valentín González, cuyas crónicas han dado durante quince días cumplida cuenta de la actualidad en el territorio, emprendió ayer viaje de regreso a la Península, el viajero comprende inmediatamente que el Sahara, recurriendo al tópico, ya no es lo que fue; que algo importante, la presencia de España en este desierto, se está desvaneciendo aceleradamente. Y resulta difícil para el cronista reprimir un pequeño sentimiento de nostalgia.

Pocos son ya los españoles en El Aaiún. Se ven algunos civiles, empleados de Fos Bucraa y del Gobierno, y en el plano militar se encuentran todavía aquí la Policía Territorial, un destacamento de tropas nómadas y una bandera del Tercio. Ayer salió hacia Villa Cisneros el último convoy militar, en viaje que durará dos días, compuesto por ochenta jeeps, treinta camiones, veinte autobuses, vehículos blindados y piezas antiaéreas.

En lo que respecta al material civil que espera aún ser evacuado, según los informes recogidos en una apresurada toma de contacto, con este día a día cambiante de actualidad del Sahara, aún quedan efectivos suficientes para cargar un barco. En tal sentido, aseguran medios informados de El Aaiún, se gestionan los servicios de un buque a bordo del cual será evacuado del Sahara el último cargamento de material civil. En lo que a evacuaciones respecta, para hoy estaba previsto el cierre de la única sucursal bancaria española existente en El Aaiún; en el futuro, su lugar será ocupado por un bancо marroquí que aceptará la conversión de pesetas y dirhams.

Royal Air Maroc y Air Mauritania continúan sus líneas regulares de vuelo con escalas en el aeropuerto de El Aaiún. Ayer, en el momento de la llegada, dos miembros de la delegación mauritana en el territorio se encargaban de controlar el embarque de un grupo de saharauis, hombres y mujeres, que emprendían viaje a Mauritania.

Quienes sí llegaron fueron tres secretarios de Estado marroquíes, con rango de ministros, que se han integrado en la misión presidida por el señor Bensuda, quien continúa en Rabat, siendo desempeñadas las funciones de gobernador adjunto marroquí por el secretario de Estado y de Interior, señor Driss Basri. Acompañaba a los recién llegados el señor Karim Lamrani, director general de fosfatos marroquíes. 

10 diciembre 1975

Disminuye la tensión


Pueblo, 10 de diciembre de 1975

[El Aaiún, crónica telefónica de nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte]

Con la orden de regreso a casa que Hassán II dio ayer a los voluntarios de la “marcha verde” la tensión se ha relajado considerablemente en el territorio. Pero, al mismo tiempo que este suspiro de alivio, una serie de interrogantes se abren aquí en torno al futuro próximo. Con la primera fase de la evacuación de personal civil casi finalizada, convertido el Sahara en un enorme cuartel con acusada sensación de provisionalidad, con las tropas españolas replegadas tácticamente hacia los sectores del litoral, El Aaiún y Villa Cisneros, la vida en el territorio parece quedar en suspenso, mientras se perfila la nueva situación.

Una pregunta está en boca de todos: ¿Qué va a pasar ahora? ¿Han dado resultados positivos los contactos Madrid-Rabat? Hay un aspecto de vital importancia en el nuevo planteamiento. La “marcha verde” se retira, es cierto. Pero Marruecos ha establecido junto a ésta una cabeza de puente de ocho kilómetros de profundidad, en la zona noroeste del territorio, en la que ha introducido efectivos militares. Según los observadores del ejército español que siguieron el avance de la marcha, autoametralladoras y tropas marroquíes penetraron junto a los voluntarios civiles, estableciéndose en la cuña de ocho kilómetros. Hasta el momento de redactar esta crónica, el Sahara español tiene ocho kilómetros menos en su zona noroeste. Y ahora viene la pregunta. ¿La orden de retirada impartida por Hassán II se hace también extensiva a las fuerzas militares que cruzaron la frontera por Tah? ¿Recuperará el ejército español esos ocho kilómetros abandonados por necesidades tácticas, o permanecerá en la “frontera militar” a trece kilómetros de la frontera real del Sahara con Mаrruecos? En lo que respecta a la zona nordeste del territorio, la situación es mucho más complicada. Hace ya un par de semanas que, también por necesidades tácticas, el ejército español dejó los puestos fronterizos de Hausa, Echdeiria y Mahbes, en las fronteras nordeste del Sahara. También se replegó de Tifariti en el este, de Guelta Zemmur en el este también, y de la ciudad de La Guera, en el sur del territorio. La zona abandonada por los españoles se encuentra, en mayor o menor medida, controlada por el Frente Polisario, que domina totalmente la ciudad de Ausesu, y cuyas filas se han visto engrosadas en los últimos días por la casi totalidad de los policías territoriales nativos licenciados por España en Smara y Villa Cisneros. 

Y ahora entramos en el tema de mayor interés: el de la frontera nordeste del Sahara. En Hausa, Echdeiria y Mahbes, que ya hemos dicho son zonas en las que hay una presencia militar del Frente Polisario, se ha estado registrando, paralelamente a la entrada de la “marcha verde” por el noroeste, una penetración marroquí, esta vez de unidades militares, con vehículos, blindados ligeros y tropas de las FAR. La “marcha verde”, nominalmente pacífica, ha estado sirviendo de cortina de humo a esta otra invasión militar, cuyo objetivo ha sido ocupar los puestos abandonados tácticamente por España. Al no haber presencia física de nuestro Ejército en el sector, el Frente Polisario —se dice que posiblemente reforzado por Argelia— ha estado combatiendo desde el comienzo del presente mes a los marroquíes, en unos enfrentamientos que los medios informados de El Aaiún califican de encarnizados.

Los combates se han registrado, según fuentes del Polisario, principalmente en torno a tres zonas claramente definidas: Echdeiria, El Farsia y Hausa. En Echdeiria comenzó la penetración marroquí el día 1 de este mes, con la entrada de 105 vehículos marroquíes que transportaban tropas bajo el mando del capitán Uld Lebeid, capitán de las FAR, que ahora, teóricamente, manda tropas del Frente de Liberación y la Unidad, supuesto ejército pro marroquí, pro liberación del Sahara, que en la práctica no es otra cosa que tropas marroquíes camufladas de saharauis. Tras ocupar el antiguo puesto español, los marroquíes fueron atacados al caer la noche por unidades guerrilleras del Polisario, durando los combates hasta el día 4. En esa fecha, 37 vehículos marroquíes se retiraron hacia el norte, trabando combate con otra unidad del Polisario, en el lugar llamado Legsaib, donde todavía se luchaba el pasado viernes.

En Hausa, donde según observadores aéreos españoles ondeaba la bandera marroquí el domingo día 9, penetró el 1 de noviembre una patrulla compuesta por siete vehículos militares marroquíes, mandada por otro capitán del FLU, Mohamed Jaer. Durante siete días. guerrilleros del Polisario se dedicaron a hostigar a los marroquíes en combates que fuentes próximas al Frente de Liberación describen como sin cuartel». El viernes por la tarde los enfrentamientos en la zona continuaban. En El Farsia, también el día 1 de noviembre, una tropa marroquí numerosa se empeñó en combates con guerrilleros del Frente Polisario, en los que, según informes recibidos, llegaron a intervenir unidades blindadas ligeras y helicópteros de las FAR. En el curso de los combates, el Polisario asegura haberse apoderado de dos blindados ligeros y algunos lanzagranadas del las FAR, con un número no determinado de bajas del Polisario. Según las últimas noticias recibidas, siguen los combates esporádicos en la zona de la frontera nordeste, en una profundidad de varias decenas de kilómetros, y las unidades militares marroquíes permanecen allí.

Llegamos a las preguntas: ¿cuál es el futuro de esta zona? ¿Permanecerán los marroquíes, continuando su penetración en este sector, abandonado tácticamente por las fuerzas españolas, donde el Polisario sólo podrá resistir militarmente con un apoyo intensivo de Argelia? ¿Concierne a las tropas que invaden el nordeste la orden de retirada de Hassán II? ¿Será recuperada esta zona por el Ejército español o puede abandonarse definitivamente?

02 diciembre 1975

Hoy, primera fase de la evacuación


Pueblo, 3 de diciembre de 1975

[El Aaiún, por teléfono, de nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte]

No sabemos cuándo terminará de hacerlo, pero España se va del Sahara. De eso ya no queda la menor duda. Hoy, lunes, dio comienzo la primera fase de la evacuación obligatoria de todo el personal civil cuya presencia no es imprescindible en el territorio. En los próximos veinte días, según está previsto, saldrá de aquí todo aquello que no es absolutamente necesario en lo que respecta a empresas, mercancías, stocks de productos, librerías, bazares y otros negocios propiedad de europeos, así como el 50 por 100 de los bares y restaurantes. Permanecerán, hasta nueva orden, una empresa de combustibles, otra concesionaria de vehículos todo terreno, la compañía de aviación Iberia y la sucursal del Banco Exterior de Espаñа. Fos Bucraa, según se nos informa, posee su propio plan de evacuación, cuyos detalles no han sido hechos públicos hasta el momento. 

En lo referente al aspecto militar, se ignora la fecha de evacuación definitiva por parte del Ejército, prevista en la última fase de la operación que hoy comienza. Nuestras tropas permanecen físicamente en las ciudades de El Aaiún, Villa Cisneros, Aargub, Smara, Dahora y Haunia, mientras en los puestos fronterizos las guarniciones han sido replegadas. Estas zonas, según afirman portavoces militares, nо se encuentran en situación de vacío absoluto, ya que son cubiertas con patrullas móviles y reconocimientos aéreos. El Ejército sigue garantizando la integridad territorial del Sahara y fuentes oficiales declaran que se han establecido unas medidas destinadas a hacer frente a la posible penetración de la marcha verde marroquí. El amplio dispositivo de seguridad que se mantenía en el interior ante el temor de incidentes por parte de los saharauis ha disminuido, a fin de que las tropas cubran otros sectores de mayor importancia estratégica. 

Entre tanto, fuentes próximas al Polisario aluden a un reciente choque armado entre una unidad del Frente de Liberación y tropas de las Fuerzas Armadas Reales marroquíes, que tuvo lugar en el sector entre Echediria y Mahbes, en la zona de El Farsia. Por ambas partes se produjo un número indeterminado de bajas. Las tropas marroquíes habían penetrado profundamente en el territorio por un zona de difícil control, dadas las características del terreno, y fueron interceptadas por fuerzas armadas del Polisario, a unos ochenta kilómetros al sur de la frontera.

Como informábamos en nuestra edición especial urgente de ayer domingo, a las once de la mañana -doce hora española- llegó al aeropuerto militar de El Aaiún el Jefe del Estado en funciones, don Juan Carlos de Borbón y Borbón. Acompañaban a Su Alteza Real el ministro del Ejército, teniente general Coloma Gallegos; el jefe del Alto Estado Mayor, teniente general Fernández Vallespín; el capitán general de Canarias, teniente general Cuadra Medina; el director de Promoción del Sahara, don Eduardo Blanco, y otras altas autoridades militares. En el aeropuerto recibieron a SAR el Príncipe el gobernador general del Sahara, don Federico Gómez de Salazar, autoridades territoriales y jefes y oficiales de la guarnición del territorio. Rindió honores en el aeropuerto una compañía de la Legión, con banda y bandera.

Desde el aeropuerto, el Jefe del Estado en funciones se trasladó al cuartel general del Sahara, donde celebró una reunión con los mandos militares del Estado Mayor. Después, entre el fervor popular de la muchedumbre concentrada ante el anuncio de la noticia, Su Alteza Real se dirigió al cuartel del Tercio Sahariano Don Juan de Austria, tercero de la Legión, donde impuso la medalla del Ejército al capitán don Rafael Cárdenas, a quien se le concediera por su participación en numerosas acciones militares en los últimos meses. Su Alteza Real presenció a continuación el aсto de honor a los muertos de la Legión, extensivo en esta ocasión a todos los caídos en acción. Tras colocar una corona de laurel ante el túmulo que se alza en el centro del раtio de armas del cuartel, el Jefe del Estado en funciones presidió el desfile de diversas fuerzas de la Legión y de la Policía Territorial.