20 mayo 1993

Presentación de 'El Club Dumas'

El universo de Dumas centra la última novela de Pérez-Reverte

NP - ABC - 20/05/1993

Incunables, primeras ediciones, ejemplares únicos, libros prohibidos... Todos ellos protagonizan 'El Club Dumas', última novela del escritor y periodista Arturo Pérez-Reverte, publicada por Alfaguara. Junto a ellos, el personaje central, Lucas Corso, un mercenario de la bibliografía, a quien pretende que acompañe el lector a lo largo de toda la historia.

Tras 'El maestro de esgrima' y 'La tabla de Flandes', Arturo Pérez-Reverte recupera esos ecos, recuerdos e imágenes de su infancia y redescubre a un Dumas descubierto en la biblioteca de su abuelo. "Desde que leí 'Los tres mosqueteros' cuando tenía nueve años comenta, Dumas ha estado siempre presente en mi vida. Tras releer en un tren este libro, me pareció divertido trasladarlo a nuestros días". Trampas, trucos, claves, damas misteriosas, coleccionistas, falsificadores, nos conducen por un mundo propio de la novela policiaca.

'El Club Dumas' constituye una historia compleja en la que el autor confiesa haber empleado un gran soporte documental y tres años de su vida. Buena prueba de ello es la cantidad de dibujos, gráficos y escritos se reconstruye, incluso, un libro que nunca existió, todos ellos ideados por Pérez-Reverte, quien confiesa que "sigo aún sin verme como novelista".

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Pérez-Reverte presentó ‘El Club Dumas’, una novela rica en aventura y misterios

Julián Pérez Olmos - La Verdad - 20/05/1993

El reportero y escritor cartagenero Arturo Pérez-Reverte presentó ayer en el Hotel Palace de Madrid y ante afamados escritores, críticos y editores su última novela, ‘El Club Dumas’, que define como un juego con todos los ingredientes de aventura y de misterio. En breve realizará una presentación en Murcia. Pérez-Reverte, a pesar de su éxito como novelista, descarta por el momento dejar su profesión de reportero, aunque señala que “este libro es un cimiento más para mi futura jubilación”.

Confiesa el escritor que “le costó mucho ser aceptado aquí como novelista, porque al principio los críticos decían que era otro de televisión que escribe novelas”, de tal forma que “han sido las ventas, sin insistencia, las que me han llevado hacia arriba, cuando nadie daba un duro por mí”. Este cartagenero, al igual que en sus anteriores obras, nos vuelve a sorprender con un voluminoso ejemplar de casi 400 páginas. “Soy un devorador de libros”, dice, y “a una novela no se le saca provecho hasta la página cien; es entonces cuando en otras obras se termina la historia”. Además, añade, “no sabes lo que te ayudan estas obras a despejarte. Te olvidas de la mierda que encuentras alrededor y de los cañonazos que silban cerca de ti”.

‘El Club Dumas’, según Pérez-Reverte, es un libro más personal, “donde chupo de aquel mundo literario en el que me nutrí, de la concepción de la vida y de la literatura que tengo más arraigadas”. Sus amigos aplican el término de “Revertelandia” a sus novelas, porque en ellas siempre hay enigmas, tesoros y aventuras. “Por eso he querido atrapar todo eso en esta narración llamada ‘El Club Dumas’”. Siente la literatura como una prolongación de la vida, y su pasión es tal que es capaz de ponerse un sábado en vacaciones a las seis de la mañana a escribir. “Procuro hacer compatible mi vida profesional con la escritura, algo que es demasiado frecuente. Ya sabes que a los enviados especiales nos llaman los hombres de las tres des: desequilibrados, dipsómanos y divorciados, lo que no es mi caso”.

Aunque no descarta volver al frente para continuar con sus labores de reportero de guerra, en estos momentos prefiere dedicarle todo el tiempo al programa de sucesos ‘Código 1’, que se emite los lunes por Televisión Española, además de su espacio radiofónico de los viernes, ‘La ley de la calle’, en Radio Nacional también, sobre el mundo de la delincuencia y la prostitución. Reverte se muestra sorprendido por la audiencia de casi cinco millones y medio de telespectadores de ‘Código 1’, porque “no sé cómo a la gente le interesan este tipo de programas. Yo sólo lo hago porque me lo pagan”. Pero a través de ‘Código 1’, Pérez-Reverte ha pasado de un segundo plano, donde lo que le interesaba eran sus historias, a un primer plano, donde lo que interesa es su propio personaje.

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Pérez-Reverte revisita los tres mosqueteros en ‘El club Dumas’

Entrevista de Ignacio Vidal-Folch - La Vanguardia - 21/05/1993

Arturo Pérez-Reverte es un periodista de televisión especializado en informar sobre conflictos bélicos, y su rostro anguloso es bien conocido por los telespectadores españoles. En la pequeña pantalla siempre se le ve destacándose, saludable y deportivo, pero preocupado, sobre un fondo de devastaciones o batallas. "De niño leí las aventuras de Tintín, que me despertaron la vocación de periodista".

También resulta ser uno de los novelistas más populares de su generación (nació en Cartagena en 1951). "En Sarajevo, para desengrasarme de la presión y el horror, releía a Stendhal o a Galdós". Sus tres novelas ‘El húsar’ (1986), ‘El maestro de esgrima’ (1988) y ‘La tabla de Flandes’ (1990) han ido haciéndose populares, hasta convertirse en fenómenos de ventas. En ellas, el autor se revela como erudito en materias a la vez peregrinas y populares: las partidas de ajedrez, el tiro con florete... Sin apenas el apoyo de la crítica, la tercera ha vendido 80.000 ejemplares en España y ha sido traducida a 12 idiomas, una ha sido llevada al cine, y otra está lista para empezar el rodaje. Acaba de aparecer ‘El club Dumas’ (Alfaguara), y el autor vino ayer a Barcelona para promover su difusión.

La literatura juvenil, desde Kipling a Dumas, de Stevenson a Salgari, de P. C. Wren a Conan Doyle, son la fuente y el punto de referencia de Reverte: autores a los que llama "la patria de todos nosotros". En el título de ‘El club Dumas’ nombra directamente a su preferido: "He leído ocho o diez veces 'Los tres mosqueteros' y sus secuelas 'Veinte años después' y 'El vizconde de Bragelonne', y esos libros me traen el aroma de la infancia, de las novelas y películas que nos gustaron. Esa serie de novelas forma un mundo, habla de la amistad, del egoísmo y la ambición, de la aventura desaforada, y finalmente, de la decadencia y la muerte. De todo con profundidad y con amenidad insuperable. ¿Por qué habrían de ser incompatibles? Todo eso lo he tenido en cuenta, porque me gustaría que mi novela gustase a mucha gente.”

Para asegurar el tiro ("en la primera novela quería sólo darme el lujo y el placer de escribirla. La segunda deseaba verla publicada. La tercera quise que gustara; ésta quisiera que gustara mucho"), el periodista y novelista ha contado con un apoyo empresarial insólito en los editores mediterráneos: la figura del "editor", un consultor que va leyendo el manuscrito, aconseja sobre resolución de escenas, colabora en recursos gráficos, documentales y económicos. "Como la inocencia de aquellas novelas de Dumas o Kipling es irrecuperable, y el personaje de Beau Geste resultaría hoy demasiado blanco, el héroe de mi novela es un "héroe cansado". Yo empleo a conciencia trucos del oficio nobles y también trucos sucios, y la novela puede ser definida como novela perversa para lectores perversos, pero también está pensada para que la disfruten los ingenuos, los niños."

Su especialidad periodística conlleva que le hayan ofrecido muchas veces escribir libros sobre los frentes de batalla a los que ha viajado, a lo que se niega: "¿Para qué escribir sobre lo que ya has vivido? Yo hago libros para meterme en otras pieles". Ahora dirige en televisión un "reality show": "Tratamos de hacerlo lo más digno posible, y dentro de unos meses adiós muy buenas". Piensa sus novelas durante meses, las escribe durante años, y planifica el futuro pensando que "uno no puede ser corresponsal de guerra durante toda la vida. Me tomo en serio la vida de mis libros: por ejemplo, no dejaré que lleven 'El club Dumas' al cine antes de dos años, para que la película no mate antes de hora la venta de la novela”.

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Intrigas y bibliofilia

Emilio Manzano – La Vanguardia – 28/05/1993

‘El Club Dumas’. Editorial Alfaguara. Ilustraciones de Francisco Solé. 493 páginas. 2400 pesetas. Madrid, mayo de 1993

La venda que cubre los ojos del Cupido libresco, el querubín que ensarta los corazones de los lectores voraces y los bibliófilos, es tan tupida como la que luce el atolondrado Machín que organiza los amores terrenos. Por amor a los libros, un ser humano en sus cabales puede llegar a comportarse como un majadero, a alterar inconscientemente la realidad o a cometer las más infames tropelías. También el amor por los libros puede llevar a escribir un largo, denso y entretenido volumen como ‘El club Dumas’. Porque esto es lo que rezuma, por todos sus poros, la tercera novela de Pérez-Reverte: una desaforada pasión por las ficciones clásicas de misterio y aventuras, pasión que abrasa en la misma pira a autor y personajes.

Valiéndose de determinadas convenciones del género policiaco, del folletín decimonónico y de una bien llevada prosa, Pérez-Reverte ofrece con liberalidad buenas dosis de intriga y entretenimiento en ‘El club Dumas’. Su protagonista, un híbrido de Sam Spade y Corto Maltés, solterón, cínico y desarraigado, desastrado fumador de caporal e impenitente trasegador de ginebrazos, presenta las características físicas y morales de todo buen detective de novela.

Lo que diferencia a Corso del detective arquetípico, y lo que le confiere un aire francamente original y sugestivo a la novela, es la especialidad investigadora del sabueso: el libro antiguo. Lucas Corso es un especialista en la caza por encargo de todo tipo de joyas bibliográficas: incunables, ediciones príncipe, intonsos, pergaminos, autógrafos de celebridades literarias... Un manuscrito de Alejandro Dumas, padre, y un misterioso libro demonológico del siglo XVII lo pondrán sobre la pista que sigue la novela.

‘El club Dumas’ está construida sobre un sistema de guiños y referencias literarios. Más allá del gran guiño argumental que constituye ‘Los tres mosqueteros’ de Alejandro Dumas padre, centellean ‘Moby Dick’, ‘Scaramouche’, ‘El rojo y el negro’, Sherlock Holmes, Edgar Allan Poe, Umberto Eco, Martín del Río, Collin de Plancy, Jacques Cazotte, el ‘Memorial de Santa Elena’... Un guiño en el momento oportuno puede quitar hierro a una situación enrarecida, establecer una corriente de simpatía o convertirse en un inapreciable instrumento de seducción, pero desgraciadamente, a lo que más se parece un exceso de guiños es a un tic nervioso. "El verdadero culpable es su exceso de intertextualidad, de conexión entre demasiadas referencias literarias", indica Boris Balkan, el personaje que asume la condición de narrador de la novela, a Lucas Corso. Exceso, seguramente, extensible al novelista. Pero no crean que este alarde de gimnasia ocular de Pérez-Reverte afea a su criatura. En todo caso, nada grave al lado de las pedantes disquisiciones literarias a las que se entrega Balkan en cuanto tiene ocasión de largar por su cuenta, aturdiendo al lector con un discursillo profesoral en el que campean los más resobados lugares comunes de la crítica universitaria.

Encomiable mención aparte merecen el resto de personajes, como el bibliópata Víctor Fargas, la demonóloga Frida Ungern, la misteriosa Irene Adler, la ruda Makarova o el librero Replinger.

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'El Club Dumas'

Rafael Conte - ABC - 04/06/1993

Arturo Pérez-Reverte, 1993, 494 páginas, 2400 pesetas.

La dialéctica entre la "alta" y la "baja" literatura, entre lo culto y lo popular y todas estas denominaciones son tan inexactas como belicistas, pues lo popular tiene que ser culto en buena medida para cumplir su función, y lo culto lo será mucho más cuanto más popular se haga es tan antigua como la literatura misma, desde el mester de clerecía al de juglaría, de la novela pastoril a la de caballerías, de la bizantina a la picaresca, del surrealismo a la novela policial. No son los géneros ni los subgéneros los que marcan las diferencias sino la envergadura concreta de cada libro concreto dentro de su género concreto, y lo único que al final existe es la buena y la mala literatura, que bien poco tiene que ver con que pueda ser clasificada como popular o culta, como elitista y experimental o como tradicional y hasta vulgar. La más culta puede disolverse en el piélago de la pedantería o el formalismo más gratuito lo que quiere decir que no era tan culta como aparentaba serlo, esto es, que hacía trampa, y la más popular despeñarse por los terrenos del mercantilismo, lo convencional o el consumismo más deleznable.

La literatura, como la vida, es una y múltiple, y todas las variedades de la lectura se cumplen en su interior mezclándose, interpenetrándose, fecundándose en resumidas cuentas. Lo único que importa entonces es que lo que la obra sea, lo sea de verdad porque su propia naturaleza así lo requiere, y no por doblegarse a bastardos intereses exteriores; esto es, que una cosa es la literatura popular y otra la "light", "kleenex", "basura" o de consumo que el mercado tiende a proporcionarnos cada vez con mayor inexorabilidad, pues al fin y al cabo, y sin control alguno, todo capitalismo tiende por su propia naturaleza a convertirse en salvaje.

Esta breve introducción viene a cuento para hablar de una de las obras más simpáticas, limpias, seductoras y verdaderamente auténticas que, inscribiéndose deliberadamente en lo "popular", nos está proporcionando un los últimos años un joven periodista de cuarentaypico años, Arturo Pérez-Reverte, corresponsal televisivo de casi todas las últimas guerras y actual presentador de uno de los programas de sucesos de mayor audiencia, pero que, en las cuatro novelas que tiene ya publicadas, se ha revelado como un enamorado de la literatura, de contar historias apasionantes, nutrido de extraños saberes, de incontables lecturas, de los libros viejos, de los folletines decimonónicos, de los mitos infantiles más tradicionales de Robinson a Sherlock Holmes, de Gulliver al conde de Montecristo, de los Tres Mosqueteros a Hércules Poirot. En su primera y ya cuidadosa primera novela, 'El húsar' (1986), nos contaba la historia de un oficial de caballería del ejército napoleónico que descubría el horror de la guerra y de eso que se llama "gloria" durante la de la Independencia Española, mostrando un conocimiento y documentación sobre el tema verdaderamente excepcionales. La historia sólo pecaba de ingenua, quizá, era excesivamente lineal y sencilla, pero el minucioso cuidado en su elaboración la salvaba ampliamente.

Con 'El maestro de esgrima' (1988), que hasta ha dado lugar a una película adjunta, inferior al original como suele suceder, Pérez-Reverte daba un salto ya cualitativo en su incipiente carrera, elaborando una historia de pasión, amor, nostalgias, intrigas políticas y personales en la isabelina España de 1868, montada sobre un cañamazo histórico y cultural de absoluta originalidad, en torno a la vida de un profesor de esgrima, en la que cada capítulo respondía a una suerte de este noble arte ya desaparecido, o casi, reconvertido en deporte olímpico. Pero el verdadero "tour de force" vendría dos años después, con 'La tabla de Flandes', una trepidante historia policial que sucede en medio de anticuarios y ajedrecistas en la época actual, reconstruyendo un misterioso crimen inexplicado cometido cinco siglos antes, para lo que es preciso reconstruir "hacia atrás" una partida de ajedrez reflejada en un cuadro flamenco de aquellos tiempos.

La cantidad de documentación, conocimiento, estudios y trabajos preparatorios que el autor mostraba en estas dos novelas resulta algo verdaderamente inédito en nuestro país, donde la escritura, sobre todo de los jóvenes, suele ser mucho más alegre y confiada, menos "profesional" en resumidas cuentas, dejando muchos flecos al aire y temas o perfiles sin cerrar, un poco a la buena de Dios y a la mala de la literatura, claro está. Para poner un ejemplo claro, quizá en la actualidad sólo dos escritores, Eduardo Mendoza y Arturo Pérez-Reverte, muestran un mínimo de cuidado y profesionalidad entre nosotros que pueda equivaler a los de la novela anglosajona, modelo tradicional en estas cuestiones.

Con 'El Club Dumas', largo relato recién salido del horno, Pérez-Reverte parece haberse entregado a su trabajo con una pasión, alegría y entrega verdaderamente envidiables, profundizando en su labor de estilización de los folletines decimonónicos aquí el modelo, como su propio nombre indica, es Alejandro Dumas y 'Los tres mosqueteros', desde luego a pleno pulmón, combinando saberes, lecturas, datos históricamente verdaderos y otros absolutamente inventados, en otro contexto bastante original, el mundo de la bibliofilia y los libreros de viejo, que la cultura del escritor, verdadero especialista en estos temas, revive con perfecciones de miniaturista y organizador de intrigas verdaderamente ejemplares, resultado tanto de una memoria envidiable de sus lecturas infantiles y juveniles como de una larga preparación de varios años trabajando en este texto.

En realidad, en este libro se cuentan dos historias, insertas en la aventura de un corredor de libros viejos, que recibe por una parte el encargo de autentificar el manuscrito de un capítulo de 'Los tres mosqueteros', tras el suicidio de su poseedor, un bibliófilo que lo había puesto en venta poco antes de morir; y por otra la extraña tarea de recuperar los tres únicos ejemplares existentes de un libro esotérico veneciano del siglo XVII, cuya edición fue quemada por la Inquisición junto con la persona del propio editor, historia complicada, ya que según todos los testimonios históricos sólo un ejemplar se había salvado de la quema. A partir de aquí, una serie de posibles crímenes, persecuciones inesperadas, amores falsos y verdaderos, viajes incesantes, consultas a misteriosos personajes bibliófilos, un crítico experto, unos falsificadores se encabalgan en ritmo trepidante de principio a fin, en una intriga en la que además se hace participar al lector en sucesivas averiguaciones dentro de documentos, grabados de época y esquemas históricos y esotéricos planteados con maestría poco común. Mucha aventura y mucho diálogo también los folletines desbordaban de diálogos incesantes, no se olvide, mucha intriga y una sucesión de sorpresas sin cuento, donde hasta hay cambios de voz narradora, las historias se entrecruzan de manera sorprendente y abundan los guiños de toda naturaleza, a Dumas, desde luego, pero también a Conan Doyle, Michel Zévaco oh, 'Los Pardaillan', lectura que fascinaba a Sartre en su niñez, Eugenio Sue, Ponson du Terrail, Fantomas, Arsenio Lupin, pero también Stevenson y Agatha Christie, una de cuyas novelas 'El asesinato de Rogelio Ackroyd' puede proporcionar una pista decisiva para lectores advertidos.

¿Literatura de segundo grado? Quizá el propio Dumas también lo fuera en su tiempo, y sin embargo todavía hoy algunos de sus libros están en todas las manos, adquiriendo además una pátina, una magia otorgada por el correr de los años y los siglos, de la que carecen muchas otras obras excelsas de su época, por muy perfectas que fueran. Un placer para quien ame a la vez la evasión y la cultura, esto es, la aventura y el orden.