30 abril 2023

Reseñas sobre 'Nido de piratas'

El diario 'Pueblo' y la fascinante historia de un periodismo que ya no existe

Karina Sainz Borgo - abc.es - 30/04/2023

Perros de caza, mercenarios con cámara colgada al cuello y libreta en el bolsillo, canallas y libertinos… o libertarios. Así son los periodistas que Jesús Úbeda retrata en 'Nido de piratas' (Debate), un libro coral que cuenta al lector la «fascinante historia» del diario 'Pueblo'. No hay hipérbole en el subtítulo del libro. Línea a línea, Úbeda ofrece la fotografía de un mundo poblado por seres casi mitológicos. Todo comienza en el año 1964, cuando el periódico de los sindicatos verticales se traslada al número 73 de la madrileña calle Huertas.

Dirigido por Emilio Romero, y con una tirada de más de doscientos mil ejemplares, 'Pueblo' se convirtió en la cantera, laboratorio, escuela y guarida de los pioneros de la información en una España rumbo hacia la democracia. En la redacción de 'Pueblo' todo era posible. Entre partidas de póker, botellas de whisky y una espesa nube de tabaco negro, coincidieron reporteros dispuestos a todo. Enganchados a la noticia, lo hicieron todo para publicarla primero. Rompieron todas las normas, hasta el descanso dominical de la prensa, con el viaje de Juan Carlos I al Sahara.

En las páginas de aquel periódico José María García entrevistaba a Bernabéu un día y a Raphael otro; Raúl del Pozo escribía desde Argentina en marzo del 71 y en diciembre se recorría La Mancha con Juan Pla para escribir un reportaje inspirado en el 'Quijote'; Raúl Cancio fotografiaba a Nixon; Rosa Villacastín recorría Marbella en minifalda tras los pasos de Audrey Hepburn y un jovencísimo Arturo Pérez-Reverte pasaba de cortar teletipos en Nacional a iniciar su carrera como corresponsal.

Contado con precisión, humor y un respeto reverencial, Jesús Úbeda escribe con las ganas de quien hubiese querido ser uno de aquellos piratas. Como ya lo hizo en 'No le des más whisky a la perrita', aquellas deliciosas memorias de Raúl del Pozo, aquí Úbeda va de personaje en personaje hasta construir una historia sabrosa, divertida, canalla la mayoría de las veces y definitivamente necesario. Úbeda cuenta un mundo que ya no existe, una España ya no existe, una profesión que ya no existe.

En la redacción del diario 'Pueblo' todo era aventura y abordaje. Ante el folio en blanco de sus máquinas Olivetti, para los reporteros de aquel diario el mundo era inédito. Úbeda recurre a sus recuerdos, anécdotas y palabras de sus plumillas, pero también de los testigos directos de aquella nave fascinante: abogados, curas, peluqueros, fotógrafos…

Sucesos era el territorio más salvaje, libérrimo y atrevido del diario 'Pueblo'. Los métodos heterodoxos de sus redactores, su ética laxa y su lógica mercenaria eran el ejemplo de su voracidad periodística. Julio Camarero, cuenta Úbeda, fichó por 'Pueblo' al poco de cumplir la mayoría de edad. Llegó a ser jefe y corresponsal en Uruguay, pero fue en la sección de sucesos donde consolidó su firma. Hizo de todo por una exclusiva: hacerse pasar por policía para robar las fotos del difunto y sus familiares, además de cortarle el paso a cualquier otro reportero que pudiera adelantársele. "No deje pasar a los periodistas, que lo dejan todo perdido", advertía a los familiares. Era especialista en hacer llorar a las viudas para publicarlas en la portada, también un experto en fotografiar cadáveres, trozos de vísceras. Cuanta más casquería, mejor.

Hicieron su agosto en el diario 'Pueblo', cuando Felipe Navarro, conocido como Yale, contó que el paciente del trasplante de corazón a cargo del yerno de Franco, Cristóbal Martínez-Bordiú, había muerto. Trabajaban día y noche. Su vida era el periódico. Lo primero que Vasco Cardoso Lourinho, por entonces redactor de Sucesos de la sección que comandaba Manuel Marlasca Cosme, le dijo a Rosa Villacastín cuando esta se incorporó: «Vas a aprender periodismo. Pero una cosa te digo: aquí no se puede poner malo nadie. Si quieres vacaciones, no las vas a tener Eso sí, si vas a follar, tendrás todos los días que quieras».

«Hacíamos una vida nocturna muy golfa, porque el periódico se prestaba», explica Arturo Pérez-Reverte. Cierres maratónicos, jornadas de trabajo que podían durar hasta las cuatro de la mañana y que acababan siempre en la peregrinación por bares, tablaos, whiskerías y otros sitios donde la juerga seguía. Bebían y escribían como si ni hubiese mañana. Aquel periodismo desaforado, libérrimo y canalla daba exclusivas, reventaba los quioscos.

Las noches de cobro, se organizaba en la sede de 'Pueblo' una timba. Cuenta Raúl Cancio a Úbeda cómo corría el dinero en aquellas jornadas de juego en las que disparaban el PIB de Escocia dándole al whisky. Manu Marlasca aprendió qué era una escalera de color en Huertas, 73. «Me enseñaron a jugar al póker ahí, en el laboratorio fotográfico. Raúl del Pozo tenía fama de ser un verdadero maestro de aquello. Recuerdo los puros, el olor a puro. Lo tengo en el puto cerebelo».

'Pueblo' se confeccionaba por la noche. Había dos redacciones, una que trabajaba a altísimas horas y otra que lo hacía por la mañana. También había dos turnos para los subdirectores: uno de ocho de la mañana a ocho de la tarde, el otro de ocho de la tarde a ocho de la mañana. El periódico se hacía con 24, 36 o 48 páginas, en pliegos grandes.

«Sobre la una o las dos de la madrugada, cuando él quería , venía don Emilio al periódico. Lo primero que hacía era despachar con el subdirector de turno. Con nadie más. A los famosos los veía después», cuenta Julio Merino sobre unos tiempos de cierre hoy impensables. En 'Pueblo' todo era posible, siempre que alguien estuviese dispuesto. Siendo apenas una aprendiz, Rosa Villacastín hizo Sucesos, Provincias, Laboral y Nacional

Este puede que sea uno de los capítulos más interesantes, entre otras cosas, por la diferencia de opiniones. «En aquel momento ningún periódico español, ni 'Informaciones' ni 'El País' cuando salió, tenía tantas mujeres como 'Pueblo', incluso antes de la democracia. Y sí, se decían cosas muy bestias, machistas en el sentido de la dialéctica y las maneras, pero las tías tenían el mismo nivel que los tíos, trabajaban y firmaban igual. Y eran tan duras como nosotros. Juana Biarnés, Carmen Rigalt, Julia Navarro, Queca o Rosa Villacastín no se achantaban, eran muy duras», dice Arturo Pérez Reverte.

Así como Cristina Buhigas, y Julio Merino aseguran que las mujeres tenían poder y estaban representadas en la redacción en condiciones similares a los hombres, Julia Navarro discrepa: «La redacción era bastante machista, como la sociedad de la época, pero tampoco quiero juzgar el pasado con ojos del presente. Sería absolutamente ridículo». Julia Navarro, hija de Yale, comenzó su carrera en 'Pueblo', comenzó haciendo información de corazón, pasó luego a trabajar fuentes más serias, como Educación y acabó en política. «Mi primera gran oportunidad llegó con la preparación de las primeras elecciones», explica a Úbeda en ocasión de la entrevista que hizo a Felipe González cuando este se encontraba aún en la clandestinidad. Contado por Úbeda, el diario 'Pueblo' parece una galaxia, un mundo extinto, deliciosamente incorrecto, delirante. La foto fija de un tiempo en el que todo estaba por construirse.

https://www.abc.es/cultura/diario-pueblo-fascinante-historia-periodismo-existe-20230430180158-nt.html

El novelesco diario ‘Pueblo’

Sergio Vila-Sanjuán - lavanguardia.com  - 06/05/2023

Los buenos libros de periodistas suelen aportar un saco de anécdotas. 'Los imperfeccionistas', de Tom Rachman o 'Historias de la canallesca', de Màrius Carol muestran hasta qué punto lo anecdótico puede sustentar una reflexión de calado sobre el oficio informativo. Lo mismo ocurre con la recién aparecida y muy novelesca obra de no-ficción 'Nido de piratas: La fascinante historia del diario Pueblo (1965-1984)', que publica en editorial Debate Jesús Fernández Ubeda, firma habitual en Zenda y Libertad Digital: tras un formidable acopio de pequeñas historias brinda un panorama de un medio y una época que divierte y sorprende, y da mucho que pensar.

'Pueblo' era el diario de la organización sindical española, y por tanto crecido y consolidado como uno de los rotativos oficiales del régimen franquista. Bajo la batuta de Emilio Romero, abre en los años 60 una línea de periodismo popular y combativo, muy abocado a los temas de interés humano y a las grandes exclusivas, sin abandonar un espacio para el columnismo político, atento a las esencias del franquismo pero también buscando sus límites.

Mi padre, que visitó algunas veces el edificio, siempre comentaba la peculiaridad de su ascensor, una caja de subida y bajada sin puertas que no se detenía nunca y de la que había que saltar en marcha al llegar al piso requerido. Descubro en 'Nido de piratas' que le llamaban “el paternóster”: al principio atemorizaba a los neófitos, como lo hizo con mi progenitor, pero al poco tiempo la gente se acostumbraba y saltaba como si tal cosa. Hubo alguna caída y finalmente tuvieron que retirarlo por motivos de seguridad.

El periodista de sucesos Julio Camarero viaja hasta Dallas para entrevistar, sin saber inglés, al condenado Ceryl Chessman en el corredor de la muerte. Tico Medina se camufla de médico para entrar en la clínica donde realiza su fallido trasplante de corazón el marqués de Villaverde; Medina también presta su hombro al papa Pablo VI para evitar que se caiga, y experimenta con LSD bajo control médico. Raúl del Pozo y el fotógrafo Raúl Cancio se “disfrazan” de hippies para cubrir el festival de Wight, a donde habían llegado con traje y corbata. José María García, descubridor de Urtain, el morrosko de Cestona, aparca temporalmente el periodismo deportivo que le ha llevado a las Olimpiadas de México para relatar desde primera fila la matanza de la plaza de las Tres Culturas; el cura Aradillas se la juega semana tras semana con su información postconciliar; los críticos taurinos Alfonso Navalón y Mariví Romero, hija del director, están permanentemente a la greña...

Jesús Fernández Úbeda, que nació cinco años después del cierre de 'Pueblo' en 1984, ha realizado un muy documentado trabajo, con decenas de entrevistas a los supervivientes. La empatía le lleva a alguna exageración: aunque en 1975 Pueblo vendiera 220.000 ejemplares no era “el diario mas influyente de España”. No podía serlo: lo eran entonces algunos diarios de propiedad privada de enfoque menos popular, que sin embargo tiraban más ejemplares y además no estaban tan sujetos, al menos no tan directamente, a las arbitrariedades del poder.

El personaje de Emilio Romero, el Director (hubo otros pero él es la figura decisiva) tiene luces y muchas sombras. Queda claro que fue un gran potenciador de talentos, protector de los suyos -incluidos los de izquierdas-  y favoreció un periodismo vibrante, sin tener que rendir cuentas económicas: supo navegar con mucha intuición y no pocas marrullerías por las turbulentas aguas del franquismo. No queda claro si su caída fue por sugerencia de Suárez o del aún príncipe Juan Carlos. En lo personal, su fórmula de intercambiar promoción periodística por sexo con folklóricas, según atestigua un subordinado, dibuja la siniestra figura de un depredador.

Aunque llegó a contar con 17 ediciones provinciales, en Catalunya este diario nunca arraigó. Baltasar Porcel, que fue conferenciante en el club Pueblo –creado por Romero para fomentar el debate bajo su tutela y atraer gente importante a su órbita- cargaba poco después de su charla contra el director por "centralista", en uno de sus artículos.

Aquella era una redacción, como apuntábamos, novelesca, sin duda con mucha pasión por el oficio. Con episodios broncos y trifulcas pistola en mano o tijeras en el aire, atemperadas por el conserje Paco el Pata. Con mucha noche -era un vespertino-, timbas y juergas. A medio camino entre la 'Primera plana' de Billy Wilder y una película picaresca de Pedro Lazaga. De 'Pueblo' surge una cantera de conocidos informadores que revalidarían en otros medios su trayectoria: Yale, Antonio D. Olano, Felipe Mellizo, José Luis Balbín, José Maria Carrascal, Jesús Hermida, Rosa Villacastín, Carmen Rigalt…; fotógrafos como César Lucas, Juana Biarnés o Queca Campillo. Una célebre novelista, Julia Navarro; un reputado escritor de viajes, Javier Reverte. 

Y la figura mayor de Arturo Pérez-Reverte, prologuista, fuente clave y sospecho que uno de los inspiradores de este libro. “Yo quería mucho a ese periódico”, manifiesta a Úbeda. Al impulsivo veinteañero que esquiva a Romero, su whiskería y su club social, que desaparece durante meses en el Sahara o Eritrea, volviendo con disentería e informaciones increíbles, 'Pueblo' le brinda el acceso inicial a una mochila de experiencias que, reelaboradas y trascendiendo la anécdota, contribuirían a hacer de él un gran escritor español.

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Jesús Úbeda prende fuego al golfo aquelarre

Diego Medrano - elimparcial - 10/05/2023

Jesús Fernández Úbeda (Ciudad Real, 1989), periodista de Zenda y Libertad Digital, precario y despeinado, consigue hazaña de muchos voltios tras pegar el olfato sabueso a la acera y seguir a los golfos de la vida por la letra hasta el mismo infierno: 'Nido de piratas: La fascinante historia del diario 'Pueblo'' (Debate Editorial). Redacciones con olor a coño y naipe viejo, redacciones con humo azul y teclas duras, redacciones al calor de timbas y botellas de whisky por los cajones, redacciones de ojeras que cantan y braguetas que no se están quietas. El veneno del oficio hecho ceniza y brasa.

Cuando Arturo Pérez-Reverte llega al célebre antro de la calle Huertas, Raúl Cancio le dice a Manolo Marlasca: "Manolo, ¿ya has conocido a tu padre?". "Sí, estaba en la cama con tu madre", responde Marlasca. Cuando Arturo Pérez-Reverte, flaco y educado, llega a 'Pueblo', el mismo Cancio se acerca al abogado Jesús Alfaro, y pronto pinta el lienzo: "Perdón, ¿es usted el nuevo letrado?". "Sí, sí, soy el nuevo letrado". "Tengo una consulta". "Por supuesto, dígame". Se agarra entonces los huevos y le pregunta: "¿Usted cree que con esto puedo ser monja?". Al mismo tiempo, un poco más lejos, Marlasca, mientras se saca la polla: "Marinero, tú que sabes de la mar, ¿es esto pulpo o calamar?".

Redacciones con whiskería, donde acude la pomada y las folclóricas, todas las putas de Emilio Romero, algunas empleadas, aquellas que en el libro de Amibilia lloraban porque llegaban flores, y otra vez flores, y yo no quiero flores, y por qué vienen flores, y otra vez flores, hasta que la incógnita se resolvía de un martillazo: "¡Cuando hay flores no hay joya!". Redacciones de donde el propio Reverte, prologuista, entró panoli y salió tiburón de redacción, entró limpio y salió sucio, entro novato y salió veterano. En otro rato Reverte llena la redacción de brasileñas, hasta que el director le cita al día siguiente tempranito: "Me han dicho que es usted propenso a la macumba". "Bueno, no sé, yo...". Tal. "Que sea la última vez que conviertes el periódico en una casa de putas". "No, director, no eran putas". "La última vez. Puerta".

Periodistas capaces de disfrazarse de médico para entrar en un hospital, bata blanca y estetoscopio, periodistas capaces de vestirse de monja para acceder a un funeral, periodistas cojos y lisiados, periodistas capaces de vender televisiones que salían de dar el palo en grandes almacenes, periodistas hundidos en la tecla dura y el alba despejado, periodistas que cobraban en crudo, seis u ocho mil pelas, mil para mí y el resto para casa. La vida por la letra no conoce horarios, Emilio Romero coge un diario del Movimiento, de los Sindicatos Verticales, y lo llena de rojos y de golfos y de todo el apetito santo por el idioma, y de la vida auténtica cercana a las perores alcantarillas. A todos enseña la percha, lo primero el titular, y lo segundo que la noticia sea propia, exclusiva, no venga de agencia u otro lado. Que la realidad no te estropee ningún buen reportaje. No cojas el teléfono, tronco, porque seguro es una noticia. Mucho tapete, burle y hielo duro, los maestros transparentes por la ginebra, la noche igual al día, tecla y Olivetti, sudor y laburo, amor y humor.

Sigue Reverte, libro adentro: "En esa época, en ese Madrid, un periódico terminaba a las cuatro de la mañana. ¿Qué hacías a las cuatro de la mañana? No te ibas a tu casa a dormir. Te ibas a Long Play, a Oliver, a Las Brujas, a un tablao, a tomar una copa con toda la golfería y todo el puterío. Ese ambiente atraía a mucha, mucha gente. Luego estaban los bares de alrededor. Cervecería El Diario, Huertas 69, decorado con portadas mohosas de tiempos amarillos y esquinas rotas. Casa Salvador, calle de la Alameda, llamado por los de 'Pueblo' Gloria Bendita: Tengo unas judías, un filete, unos huevos fritos… que son gloria bendita”. El Rábano, almuerzo por ocho pesetas: “Una sopa con la que se lavaban los pies los camareros y por eso tenía ese color”. La Dolores, donde Juan Luis Cebrián comía de primero melón con jamón, y de segundo melón con jamón: “El melón estaba fresquito y el jamón no era malo”). El Guarro, frente al periódico: “Era un bar bastante sucio, de barrio, con una barra y ya está. Estabas allí bajando continuamente con unos y otros”. La Pachanga, calle Reina, donde la Brigada Política Social regalaba hostias frescas. “Era una vida cojonuda si sabías lo que tenías que hacer”. Dedos rápidos, mirada rápida, pasos humeantes.

Jesús Fernández Úbeda, quemado en hemerotecas y vidrios rotos, nos trae el oro líquido que fue plomo y linotipia, vida en llamas en el telón de boca, huracanas al oído, cosquilleo en el ombligo, picores donde el niqui pide bohemias. Raúl del Pozo, Rosa Villacastín, Carmen Rigalt, Hermida, José María García, Tico Medina, etc. Ellos inventaron el periodismo moderno sin tener ni maldita idea. Bucaneros que, desde galeras, insinúa Raúl del Pozo con su risa de conejo y amor por los compañeros, se mataban por salir en primera página. Honrados mercenarios, en el decir de Reverte: “Su adversario siempre fue la Autoridad, bajo cualquiera de sus formas, y con ella se echaban un pulso diario. La objetividad les daba mucha risa, y jamás la estricta realidad les estropeó un reportaje. En cuanto a la popularidad, les importaba un carajo salvo por el dinero que podía producir. Eran honrados mercenarios de la noticia, capaces de vender la virginidad de su hermana por una exclusiva pero leales hasta la muerte a sus amigos y al periódico, a la cabecera que les daba de comer”. Obreros de las palabras: dedos comidos por la tinta, sablazos, tragos, la vida bebida a chorros y quemada cada día en el plomo de las linotipias, golfos, puteros, tahúres, escépticos, resabiados, guerrilleros siempre de la noticia, porque se vive y muere por el periódico, que a su vez da y quita la vida toda. Amén. Así sea.

https://www.elimparcial.es/noticia/254075/opinion/jesus-ubeda-prende-fuego-al-golfo-aquelarre.html

26 abril 2023

Arturo Pérez-Reverte y José Carlos Llop: dos estilos diferentes y un mismo origen

Preslava Boneva - 26/04/2023

«La literatura tiene un don que se sale de toda la humanidad y es que nace en la infancia y prolonga esa infancia a lo largo de la vida de las personas que nos dedicamos a ello». Con estas palabras dio comienzo el poeta José Carlos Llop a un encuentro con su amigo el escritor Arturo Pérez-Reverte, la tarde de un miércoles demasiado caluroso para ser abril. De un mundo pretérito conversaron los dos autores, junto a Paula Quinteros, editora del periódico 'The Objective', y Alexis Grohmann, director de la Cátedra Arturo Pérez-Reverte en la Universidad de Murcia y catedrático de Literatura Española de la Universidad de Edimburgo.

Mucho humor y muchas carcajadas entre dos buenos amigos unidos por la diferencia. De hecho, la conversación estuvo marcada por su diferente visión del mundo y de la vida y en eso consistió el sentido de la charla: esclarecer los diferentes caminos de llegada a su presente que, al final de todo, están vinculados por un amor incondicional a la literatura.

Antoine de Saint-Exupéry decía que «todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan». El oficio del escritor muchas veces está ligado a recordar ese origen de partida. Ese niño que se asombra ante todo y crece educando la mirada. Llop comenzó el encuentro con el tema de la niñez. Reflexionó sobre el hecho de que en las obras de Pérez-Reverte se encuentran las distintas aventuras (desde Stevenson a Tintín) y todas esas cosas «que configuraron un imaginario en nuestra infancia». «En mi caso –dijo– creo que todo arranca de más atrás: dar una voz a alguien que no la tiene. Los escritores buscamos nuestra propia voz. Proyectamos nuestra propia voz sobre la vida, pero el origen de esa voz es algo que no siempre conocemos. A veces viene de otras literaturas, a veces por lo que hemos vivido y otras veces viene dada por un misterio. Creo que la voz es un misterio siempre. Un misterio que nos hace felices sin saber que estamos cumpliendo con una deuda honorable que nos va a perseguir el resto de nuestras vidas».

Entre carcajadas, Pérez-Reverte comparó la edad de los dos y afirmó que tienen un mismo eje de partida, y –dentro de las diferencias– esa es una de las semejanzas que más les une. «Tebeos y las películas. Crecimos ­–dijo Pérez-Reverte– en una misma franja de formación. Aunque después la vida nos haya llevado por caminos diferentes, porque cada uno desarrolla su mirada y su literatura, tenemos un territorio común, una base compartida. Aunque yo hable de mis guerras y él de su poesía, nos une el hablar de nosotros y eso viene de esa infancia de la que habla Llop. Para mí todo es un juego, la novela es un juego. José Carlos Llop es un dandi elegante –señala entre risas–. La palabra ‘juego’ él la toma con un sentido más estilístico, yo más visceral».

Afirman los dos que, culturalmente, son europeos y eso ha formado su identidad y su modo de ver los acontecimientos vividos. «Nos une una cierta conciencia del hecho de ser europeos. Una especie de fraternidad cada vez más deshecha y por eso justamente cada vez más importante», dijo Pérez-Reverte. Según Llop, los dos nacieron con un déficit de Europa. Ahora se definen como escritores europeos, pero en su infancia no tenían claro si realmente lo eran. «No ha sido España –contestó Llop– la que nos ha hecho creer qué deseábamos ser. Nos lo han enseñado los países cuando hemos salido fuera de España. Por ejemplo, Francia es un país que nos ha tratado bien a los dos. La memoria de Europa es la literatura». En definitiva, «somos mediterráneos: una raza superior», bromeó Pérez-Reverte, muy en su estilo.

El estilo es la gran diferencia entre el poeta y el periodista. Lo aceptan con humor. Uno sufre con el proceso final de la corrección del libro –después de que esté ya escrito–; el otro, escribe ya sufrido. «Tal vez la diferencia entre tú y yo es esta: a la literatura hay que llegar sufrido y llorado. Sin sufrimiento previo no hay literatura. Cierta sensibilidad e inteligencia deben llegar a ser productivas en la formación del carácter del individuo y, por supuesto, para su obra artística y literaria. Yo ya llego sufrido en la escritura, no sufro en el proceso. Al revés: obtengo dosis de placer y alegría. En cambio, tu proceso es como si fuese inverso. Hay un planteamiento en tu escritura muy feliz (ya hemos dicho antes, la novela como un juego), pero luego cuando el libro está narrado y al ajustar ese libro es donde entra tu sufrimiento. No te envidio», rio Llop.

Reverte confirmó que sufre cuando la novela está ya terminada, en el proceso final, cuando tiene que pulirla. «Una coma puede amargarte la vida», dijo entre carcajadas. «Llop vive del estilo. Para mí es una simple herramienta». Aunque lo expresen de diferente forma en su literatura, están de acuerdo que el dolor transformado en palabras, puede ser origen de belleza y superación.

Paula Quinteros mencionó el tema de la belleza como germen de la escritura. «Sea cual sea el estilo, hay una belleza detrás de los dos tipos de literatura. La belleza de Arturo es más radical, más luchadora y quizá más realista; y la de José Carlos Llop es belleza mediterránea, que es su sello, que lo ha llevado de forma única», dijo. El Mediterráneo como forma de inspiración, desarrollo de la humanidad, poseedor de belleza insustituible. Ya lo dijo Pérez-Reverte: los del mar Mediterráneo son una raza superior.

«Vivimos en tiempo de puritanismo y de moralistas y jueces», dijo Paula Quinteros. Llop contestó que para él se trata más bien de «un tiempo de ‘moralines’». Es decir, no existe la moral hoy en día. «Hay impostores impresionantes que imponen una suerte de moral en diversos aspectos de la vida común con el objetivo de obtener poder. Eso está causando mucho dolor y los medios han dado cabida a ello». «El puritanismo viene de las universidades de Estados Unidos, de lo políticamente correcto y aquí se ha cogido con entusiasmo», confirmó el académico.

En conclusión, el Titanic se hunde despacito según los dos intelectuales. Aseguran que este mundo ya no es el suyo. Aunque están encantados. Su mirada con sabor a pasado es la verdadera belleza de su literatura. «Creo que la cultura europea o lo que queda de ella, en distintas etapas, nos ha salvado de los males que ella misma ha generado. Sería bonito que también hiciera lo mismo en el futuro», comentó Llop. A lo que, riéndose, el que fue corresponsal de guerra, contestó: «Decir ‘sería bonito’ significa que eso te gustaría a ti que ocurriera así. «Pinta fatal y me molesta tener que darte la razón, Arturo», afirmó Llop, entre risas.

«Esto se va al carajo y el único analgésico son las palabras ‘cultura’, ‘música’, ‘libros’ y ‘biblioteca’», sentenció el académico. No hay mejor manera de terminar un encuentro tan ameno entre las paredes de lo que es la segunda casa de Pérez-Reverte. Lean libros porque nos hundimos como el Titanic.

https://theobjective.com/cultura/2023-04-26/perez-reverte-jose-carlos-llop-conversacion/

23 abril 2023

El mito de D'Artagnan impregna la Francia convulsa de Macron

 Marc Bassets - elpais.com - 23/04/2023

[...] El mito va más allá de Francia", dice Claude Schopp, biógrafo de Dumas. "Su universalidad es muy masculina: la imagen de la amistad viril, con una idea subyacente: si tenemos derecho de hacer justicia por nuestra cuenta, como en 'El conde de Montecristo'. Cuando se le pregunta a este especialista si Dumas tiene herederos en la literatura actual, no cita a ningún francés: "El verdadero descendiente de Alexandre Dumas es Arturo Pérez-Reverte".

21 abril 2023

Pérez-Reverte defiende "ser intolerante" con quienes contaminan la palabra

Efe - 21/04/2023

El académico de la lengua Arturo Pérez-Reverte ha defendido este viernes que el escritor tiene que “ser intolerante” con aquellos que contaminan las palabras con “giros, venenos y deformaciones” que las alejan de su objetivo de "ser eficaz, limpia y neutra". Pérez-Reverte también ha criticado a los que “toleran esa mansedumbre” en una conversación con el también escritor y periodista argentino Jorge Fernández Díaz, en la última jornada del congreso 'Valladolid de la lengua' que se ha celebrado este viernes en el Teatro Zorrilla de Valladolid.

El escritor no ha escondido su pesimismo: “Van a ganar los malos” en España y en Europa, pero ha insistido en que “lo que no se puede permitir es que ganen ya” y ha insistido en que la obligación de los usuarios de la lengua es hacerle frente “con gallardía” ante las críticas. “Hay que ser intolerantes con esto, e insisto: el silencio de los corderos solo beneficia a los lobos, y hay demasiados silencios en España y en Europa ahora”, ha aseverado, para tratar también que las palabras prohibidas o políticamente incorrectas “hay que utilizarlas aunque no te dejen”.

Por su parte, Fernández Díaz ha asegurado que “el lenguaje está en disputa” porque no hay poder político que no intente establecer “el perímetro de los discursos y que no trate de poner una palabra para lo que hace y para lo que está enfrente”. El autor argentino ha puesto como ejemplo el uso de las palabras en durante el peronismo, “donde solo había peronistas y gorilas”, para incidir en que “la batalla de las palabras es fundamental. Hasta tal punto la política generaba palabras que el periodismo se convierte en desenmascarador de falsedades”. En este sentido, Fernández Díaz ha reconocido que observa con “asombro cómo en España se ha instalado la palabra "progresista" en personas que no creen en el progreso" y ha lamentado que solo "hay progresistas o fachas y no hay nada entre medias”. "Pensamos que el feminismo y la cultura "woke" era para alcanzar la libertad y la igualdad, pero la verdad es que está siendo utilizada para decir a la gente lo que tiene que ser, lo que está produciendo una gran infantilización, y la izquierda está perdiendo las mayorías", ha asegurado, para citar casos como la victoria de Trump en Estados Unidos. Un paternalismo que ha criticado, ya que todos los manipuladores consideran que "todos somos estúpidos y debemos ser adoctrinados" y se ha referido a los textos de Gramsci en los que apostaba por alcanzar el poder a través de la cultura, que ha tenido como consecuencia la división de la sociedad: "la patria y la antipatria".

Una charla de algo más de una hora en la que los dos escritores han repasado el génesis de algunas de sus obras y el proceso creativo tan distinto de sus orígenes periodísticos -Reverte puede escribir un artículo de opinión en cualquier lugar, pero necesita el silencio y su biblioteca para crear sus novelas- o el papel de los autores clásicos. Fernández Díaz ha afirmado que "la biblioteca puede explicar la calle". "Leo un clásico y veo que nos sirve para describir a Zapatero o a Feijóo, porque todo ha ocurrido ya y es asombroso que no hayamos aprendido nada de los errores en estos 3.000 o 5.000 años", ha afirmado Arturo Pérez-Reverte.

https://www.lavanguardia.com/vida/20230421/8914020/perez-reverte-defiende-intolerante-quienes-contaminan-palabra.html

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Arturo Pérez-Reverte y Jorge Fernández Díaz: en defensa de la lengua y contra la estupidez

Karina Sainz Borgo - abc.es - 21/04/2023

Comparten amistad, idioma y oficio. El escritor y académico de la RAE Arturo Pérez-Reverte y el periodista y novelista argentino Jorge Fernández Díaz se conocen desde hace 30 años. Forjados en el reporterismo, Pérez-Reverte como corresponsal de guerra y Fernández-Díaz en el periodismo policial, tienen ambos una sólida obra literaria y un territorio común: la literatura. Sobre la cocina literaria y la caja de herramientas del escritor, han clausurado la primera edición del encuentro 'Valladolid en la lengua'. ¿El resultado? Un alegato contra la estupidez, en toda regla. Un mano a mano literario, con aforo completo.

Moderados por Jesús García Calero, director de 'ABC Cultural', los escritores reflexionaron sobre el lenguaje en un momento en el que las palabras pueden resultar «sospechosas» o «cancelables». «Hoy el lenguaje está en disputa. No hay poder político que no intente establecer el perímetro de las discusiones. Perón dividió Argentina entre los "peronistas" y "gorilas". El uso de las palabras no es ingenuo. Esto es lo que hace el poder. La batalla de las palabras es fundamental», zanjó Jorge Fernández Díaz.

En ese pulso político por la palabra, los escritores y periodistas deben, intervino Arturo Pérez-Reverte, ser «intolerantes» con quienes intentan manipular e infantilizar el lenguaje. «Las palabras se contaminan, por una razón muy simple: la lengua es una herramienta de trabajo y por eso tiene que ser eficaz, limpia y neutra. No podemos permitir que se contamine con giros, venenos y deformaciones. El silencio de los corderos sólo beneficia a los lobos, y en España y Europa hay mucha gente callada en este momento», sentenció el autor de 'El club Dumas'.

La reescritura de Agatha Christie o Roald Dahl es un signo de paternalismo, contestó Jorge Fernández Díaz a la pregunta sobre la cultura de la cancelación. «Es muy gramsciano: el verdadero centro es el ser cultural, por lo tanto, hay que adueñarse de las palabras, de las costumbres y eso acaba infantilizando la sociedad con un talante autoritario…». «Y con la pasividad de la izquierda lúcida, que, por no verse denostada, calla y deja paso a la izquierda analfabeta y populista», interrumpió Arturo Pérez-Reverte. «La injerencia de la política en el lenguaje hace que un escritor comience a preguntarse cómo puede ser interpretado lo que escribe. ¿Y por qué? ¿Por qué un escritor tiene que pararse a pensar en estas cosas?» «Igual a vos no te veo muy preocupado», interrumpió, entre risas, Jorge Fernández Díaz.

Del lenguaje en su esfera política, la conversación avanzó hasta la escritura como oficio, rito y juego e incluso confesiones de influencia mutua. En ocasión de su trilogía policiaca protagonizada por Remil, Jorge Fernández-Díaz se refirió a las posibilidades de la novela para contar las verdades que en el periodismo no se pueden contar. «Los periodistas sabemos mucho más de lo que publicamos, porque no podemos probarlo. Pero sí que con la ficción podía contar cosas reales».

El reporterismo como cantera y la documentación histórica como base de la ficción salieron a relucir en la conversación. Desde Remil hasta Falcó, una sabrosa charla sobre la cocina del escritor. En el caso de Arturo Pérez-Reverte, el gusto de la ambientación y la documentación histórica: «Ser novelista es seguir jugando a disfrazarnos de buzos italianos o pistoleros dándole elementos y pistas al lector para que te siga». En el de Jorge Fernández Díaz, la posibilidad de retratar a la Argentina actual a través de la ficción. Incluso la creación de un lenguaje surgió como tema, desde el castellano del capitán Alatriste hasta la elección de puntos de vista para que funcione una novela. Un mano a mano literario, un puente de palabras. Con aforo completo.

https://www.abc.es/cultura/arturo-perezreverte-jorge-fernandez-diaz-defensa-lengua-20230421205919-nt.html

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Valladolid en la lengua, en tres actos

Paula Torres Gorozarri - zendalibros.com - 24/04/2023

[...] Ahora contengan la respiración un momento, porque Jesús Calero sube de nuevo al escenario, para acompañar a Arturo Pérez-Reverte, periodista, escritor y académico de la RAE y a Jorge Fernández Díaz, escritor y periodista de La Nación. El silencio se corta con una pluma: los maestros nos van a desvelar los secretos de su taller de escritura, cómo limpian sus armas y afilan sus espadas para las batallas lingüísticas a las que se enfrentan cada vez que se sientan a escribir. Porque hay tantas injerencias políticas en la lengua que la han contaminado hasta convertirla a veces en un guirigay confuso. Pasando por los gorilas de Mogambo —John Ford nunca está de más—, llegamos a las palabras sospechosas de significar lo que significan. Usémoslas profusamente, recomienda Calero sin vacilar, porque, como apunta Reverte, “el silencio de los corderos sólo beneficia a los lobos”. Calero quiere saber cómo escriben, si como Balzac, Hemingway o Eduardo Mendoza, si de pie, tumbados, o... eso. Cómo plantean una novela. Jorge Fernández nos desvela que mientras Reverte es feliz con la planificación exhaustiva —tiene hasta una guía Michelin francesa de 1937, sus datos son exactos— él se deja llevar un poco más, aunque no tanto como Javier Marías, que improvisaba a diario el juego de escribir. Siempre la presencia de Marías. Fernández escribía en los tiempos muertos del periódico, y Reverte, si son artículos, en cualquier sitio. La novela es otra cosa. Plumas, tinta, pisapapeles, y por encima de todo los clásicos en la biblioteca. Novelas con algo más, como Un día de cólera de Reverte y Mamá, de Jorge. Novelas y maneras de escribir en las que se adapta el lenguaje al momento histórico, como hace Reverte. Artículos y novelas en los que a veces hay que saltarse las reglas. Pero para eso, señores, hay que conocerlas, y ellos las dominan. El público se arranca a aplaudir, emocionado. Qué locura, qué escritores, qué privilegio.

https://www.zendalibros.com/valladolid-en-la-lengua-en-tres-actos/

18 abril 2023

Treinta años después

(Prólogo para la edición del 30º aniversario de 'El Club Dumas')

Hace tres décadas que no piso el bar de Makarova. Es demasiado tiempo, pero siempre sostuve que debe evitarse volver a lugares donde se fue feliz. Después de todo, aquellos extraños días, o esas páginas entonces aún extrañas para mí, cambiaron mucho mi vida. Y, aunque en todo este tiempo apenas supe de sus protagonistas, principales o secundarios, cuando recibí la invitación sentí una punzada de melancolía. Y desde luego, mucha curiosidad:

«Tres cortes se dieron en la carne pagana, y el filo para la ballena blanca adquirió su temple.» Te esperamos donde siempre. 

Firmado: La Hermandad de Arponeros de Nantucket

El papel de la nota era de un —deliberado, es la palabra exacta— azul pálido con fina cuadrícula bajo las palabras escritas con tinta negra, en una caligrafía pequeña y picuda. En el ángulo superior izquierdo advertí la curiosa marca de agua, más que previsible, de los hermanos Ceniza, que en la vida real —suponiendo diferencia entre una y otra— se llamaron hermanos Raso, con taller de encuadernación en la calle Moratín de Madrid. Elemental, naturalmente. Al fin y al cabo me llamo Boris Balkan y una vez traduje 'La Cartuja de Parma'. También tuve la oportunidad de contar, a modo de esquivo Watson, la historia folletinesca de 'El club Dumas'. 

Aún tenía tiempo, así que decidí dar un paseo hasta el bar. Antes de cerrar la puerta y teclear el código de seguridad eché un último vistazo a la biblioteca en sombras. Todo parecía equívocamente normal. Los libros se alineaban en los estantes y Rafael Sabatini me observaba guasón desde la fotografía enmarcada de mi escritorio. «Nació con el don de la risa», recordé, y eso me llevó a la tarde lejana en que conocí a Lucas Corso, sentado ahí mismo con sus gafas torcidas, su gabán enorme, los zapatos sin lustrar y aquel aire de tipo desamparado, de ésos a quienes los hombres ofrecen tabaco, los camareros invitan a una copa extra y las mujeres sienten deseos de adoptar en el acto sin imaginar que, cuando obtenga lo que desea, apenas tendrás tiempo de verlo alejarse galopando en la distancia, con nuevas muescas en su navaja. 

Sonreí, recordando a Corso. Esa tarde que tantas cosas cambió, el cazador de libros venía con el manuscrito de Dumas bajo el brazo y una sonrisa novelesca; no la de Scaramouche, consciente de que el mundo estaba loco y tal era su único patrimonio, sino la de uno de esos detectives de Hammett o Chandler: una especie de lobo despiadado y flaco. Me pregunté qué habría sido de él en todos estos años. Tal vez, concluí, tuvo la suerte de encontrar por fin el Audubon o el Poliphilo que lo hicieran millonario, aunque incluso así me costaba imaginar a Corso envejeciendo en la rutina de cine en familia los sábados y barbacoa con amigos los domingos. Por desgracia el tiempo no siempre reconoce a los suyos, ahora casi nadie lee, los millonarios como Varo Borja no gastan su dinero en incunables, y las librerías elegantes de la rue Bonaparte de París hace tiempo que se transformaron en Starbucks con free wifi. El mundo de ahora no parece lugar apropiado para los bibliófilos mercenarios como Lucas Corso.

Crucé la calle hacia el Retiro. Muy cerca, en uno de los elegantes edificios de miradores emplomados con vistas al parque, solía vivir Liana Taillefer: aquella seductora Milady posmoderna que nos tuvo a todos en tensión durante nuestra tormentosa historia dumasiana. Alguien me dijo que ahora empleaba la herencia de su difunto esposo en autopublicarse novelas policiacas escritas sin talento, pero con mucho público y presentación mediática en festivales literarios organizados a golpe de cheque, bótox y minifalda sobre un cuerpo esculpido en clínicas de Marbella. 

Como si un pensamiento condujese a otro y éste al mundo real, o tal vez fuese al contrario, un automóvil Jaguar negro pasó despacio junto a la acera, deteniéndose unos metros más allá con los intermitentes encendidos. Moría la tarde, y la creciente oscuridad convertía en una silueta imprecisa a quien lo ocupara. De pronto se abrió la portezuela, bajó el conductor y cruzó delante de mí, sin mirarme, perdiéndose en el interior de uno de los edificios. Era moreno, con bigote, y una cicatriz pálida y familiar le surcaba una mejilla de arriba abajo. No puede ser, pensé sorprendido, que me esté siguiendo el mismísimo Rochefort. Me detuve para echar un rápido vistazo al interior del coche. En el asiento trasero, una anciana con aspecto de miss Marple esotérica charlaba con un caballero elegante, delgado, con aspecto de librero del Chiado lisboeta. Me miraron un momento y sonrieron, enigmáticos. No estaba en los sótanos de Meung en una noche lúgubre, pero sentí un escalofrío. Que me condene, pensé, si no son la baronesa Ungern y el bibliófilo Victor Fargas. Se complica la trama, pensé recordando el maldito 'Libro de las Nueve Puertas del Reino de las Sombras', al impresor Torchia, Venecia y las hogueras de la Inquisición. También, naturalmente, a ella: Irene Adler. La Mujer, querido Watson. El mismísimo diablo enamorado, que ahora tendría unos espléndidos cuarenta años largos y seguiría mirando a los hombres y a los héroes como sólo saben mirar los ángeles caídos.

A modo de advertencia, o estímulo, experimenté una sensación de cosquilleo idéntica a la que siento cada vez que visito la librería anticuaria de mi querido Luis Bardón. Miré el reloj y aceleré el paso con extraña alegría mientras recordaba las palabras del viejo Azorín: «Entre todas las alegrías, la absurda es la más alegre». Con eso en la cabeza y a punto de llegar al bar de Makarova, caí en la cuenta de que el otro miembro de la Hermandad de Arponeros de Nantucket tendría que acudir a la cita: Flavio La Ponte, el coqueto y pulcro amigo de Corso, siempre atento a las mujeres guapas y las frases breves en la conversación, con mucho punto y seguido. Tan inclinado, siempre, a seducir a la clientela femenina en la trastienda de su librería de la calle Mayor, donde guardaba los clásicos eróticos. Treinta años después, pensé, La Ponte estará calvo, felizmente casado y será padre de tres niños rubios y bajitos como él. Sic transit.

Ya a pocos pasos del bar de Makarova, me detuve presa de un temor súbito. ¿Y si todos han cambiado tanto que no los reconozco? ¿Y si ese mundo para mí felicísimo de 'El club Dumas' no ha resistido el paso del tiempo que todo lo destruye, y la vejez de los héroes se ha transformado en una cadena melancólica de anécdotas pasadas, hipotecas y matrimonios desgraciados húmedos de cerveza? 

¡Al diablo!, concluí —y nunca mejor dicho—. He recorrido un camino muy largo y no voy a renunciar a saber lo que somos treinta años después, y sobre todo a recordar lo que fuimos. Si es verdad que la vida nunca termina las historias con recursos de novela gótica, lo cierto es que en ese momento me daba exactamente igual el tiempo transcurrido y los estragos ocasionados. ¿Acaso por envejecer pierden las novelas su misterio, o los seres humanos su biografía?

*

Al filo de la madrugada, Makarova nos invitó a irnos de allí. Todavía nos demoramos un poco, como si temiéramos perdernos unos a otros de nuevo y para siempre. Al cabo, después de pagar yo las tres últimas rondas, nos despedimos hasta la próxima vez. Había valido la pena y prometimos repetir. Llegué a casa sin sueño y me pareció una ocasión perfecta para concluir con el viejo rito, así que bajé a la bodega para rescatar la botella que compré durante aquel lejano viaje por los castillos del Loira, cuando 'El club Dumas' aún estaba por contar, y que conservaba intacta desde hacía más de treinta años. Tal vez aún se pueda beber, me dije. Retiré el polvo acumulado, cogí una de las elegantes copas templadas en la fábrica de cristal Replinger de Bohemia, y vertí en ella el contenido agitándolo en suaves círculos, con mucho cuidado. El sabor del vino de Anjou, espeso, férreo y antiguo como el mar de Ulises, me arrancó una sonrisa feliz. Hay vinos, libros y mujeres misteriosas como el diablo enamorado, que están destinados a mejorar con el paso de los años.

https://penguineventos.com/static/media/promos/Prologo_AL75417_Tripas_EL_CLUB_DUMAS_ED_30_ANIV.pdf

16 abril 2023

Los siete magníficos

María José Solano - zendalibros.com - 16/04/2023

No era el Palacio de la Música, ni siquiera el Cine Azul; no se apagaron las luces ni se encendió la pantalla; no olía a palomitas ni rugía el león de la Metro, pero cuando hicieron su entrada los Siete Magníficos, la sala del edificio de Telefónica se levantó en un solo aplauso. Eran las doce del mediodía y allí estaban los Cowboys de Medianoche: Torres-Dulce, Luis Herrero, Luis Alberto de Cuenca y José Luis Garci, acompañados por el periodista deportivo Joseba Larrañaga, además de Chema Alonso y Arturo Pérez-Reverte, estos últimos ejerciendo de regidores de honor en un acto organizado entre amigos para celebrar tantas cosas: los 40 años de 'Volver a empezar', el cine, el primer Oscar a una película española… Pero, sobre todo, para homenajear a Garci, que comenzó a hablar y obró el milagro, como si por primera vez en su vida hubiese gritado: «¡Luces, Cámara, Acción!». Nunca lo hizo como director; prefería invitar al actor diciéndole algo así como: “Tómate la acción, estamos rodando ya”.

Aquella mañana José Luis Garci comenzaba a hablar frente al público como en un plató mientras afuera la Gran Vía se tornaba fabulosa: volvían a iluminarse los catorce cines de su infancia y un poco más abajo, en Callao, Spencer Tracy y Liz Taylor ocupaban el gran cartel del Capitol; brillaban a la luz de los recuerdos el cabaret Pasapoga, los billares, Zapatos Segarra y hasta el bostoniano hotel Florida.

Desde mi butaca miraba a aquellos Siete Magníficos, y a diferencia del director, que besó por primera vez a una chica en el Retiro echando de menos la banda sonora, yo podía escuchar perfectamente la música de Bernstein recortada sobre el fondo de Morelos. Y efectivamente, John Sturges nunca fue Kurosawa, pero con permiso de John Ford, Howard Hawks y Garci, ellos en el escenario eran siete y yo ya tenía mi metáfora.

Cada uno desarrolló (de pie o sentado) el tema asignado (literatura, deporte, medios de comunicación, cine) ante un Garci que sonreía, hacía alguna observación (“esa frase es buena”) y recibía el cariño y la admiración de sus compañeros como hace cuarenta años recibió el Oscar: con una humildad que sólo poseen los grandes. Por todo eso, esta crónica debe tener hoy una obligada forma de guion. Por orden de aparición:

Comienza Pérez-Reverte: “El cine que Garci nos ha ido contando es el cine que hemos sido”, afirmó rotundo. Y luego siguió con la fe: “El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en la religión de Garci y en la de muchos de nosotros es John Ford”. Para terminar con la cita de un clásico grecolatino, o tal vez se tratase de uno de los personajes de sus novelas. Sea como sea, era frase revertiana: “Para conocer a un hombre basta con observar a quienes lo quieren y lo respetan. Vamos a escuchar a Garci, y así sabremos por qué lo queremos tanto.”

El público aplaudió. Entre los presentes: el gran Cuartango, Cowboy legendario y hoy triste recordando a Sánchez Dragó; José Peláez, articulista duro de 'ABC' con su inconfundible camiseta de Los Ramones; Guillermo Garabito, unos de los mejores columnistas del panorama, que aún no sabemos cómo consiguió que le reservaran una butaca a su nombre; el viñetista Puebla, que acaba de publicar libro con prólogo de Garci en la bella editorial Reino de Cordelia; Jesús Calero tomando notas a mano, con la elegancia anacrónica de un periodista de raza; David Summers haciendo temblar a todas las chicas de la sala; Jabois, moreno de las playas del norte; Paula Torres, nuestra Enid Blyton rubia, y el mítico Enrique Herreros en silla de ruedas, del que Garci dijo, interrumpiendo un momento el curso del acto: “Él es mi amigo, mi hermano de cine y de llamadas y de viajes y de aventuras. Me siento como un impostor celebrando hoy este Oscar y esta película, porque ya no queda nadie. Solo mi querido Enrique Herreros y yo, y la luz gris de Asturias. Hablamos, aquella noche del Oscar, de muchas cosas, ¿te acuerdas, Enrique? Del cine, de tu padre, del mío. Nos bajamos y vimos a Pilar Miró vestida de amarillo (Dios mío). Tomamos una copa y nos fuimos al Pavillion. Echamos la meadilla del miedo y nos encontramos allí, en los baños, con Paul Newman y Jack Lemmon. Después fuimos al baile del Gobernador, ya con el Oscar, y allí me encontré con un jovencísimo Spielberg y le dije en inglés que era el mejor director del mundo y que en el futuro iba a tener muchas de esas en su chimenea. Enrique esa noche durmió con la figurilla. Cuando regresé a España me dijeron: “Prepárate, porque tú no eras el hombre indicado para ganar esto”.

La azafata le acercó el micrófono a un conmovido Herreros que, en un hilo de voz, sólo alcanzó a decir unas pocas frases, las más hermosas de la mañana: «No puedo hablar. Estoy emocionado. Adiós». Todos pudimos ver por primera vez a Garci con los ojos húmedos. Se parecía mucho a John Wayne en 'La legión invencible', calándose las gafas (¡el centauro del desierto con vista cansada!) para leer la dedicatoria que sus hombres le habían grabado en el reloj de oro de su despedida.

Es el turno de Chema Alonso, que cuenta cómo se conocieron: “En 2017 'El Mundo' nos juntó para hablar de tecnología. Y efectivamente, con el tiempo comprobé que Garci ama la tecnología a su manera; es un gran podcaster y lo demuestra en la radio cada día y además ha reinventado el wasap: en un tarjetón de Nickleodeon escribe lo que me quiere decir, se lo da a Josito para que le haga una foto y luego éste me lo envía a mí por wasap.

Luis Alberto de Cuenca habla de la literatura en Garci: “Es un buen escritor de guiones”, dice mientras echa una mirada al reloj y se excusa: “Sé que no me puedo pasar de 10 minutos porque si no, Arturo Pérez-Reverte me echa de aquí”. Y sigue con Garci: “Aficionado a las tetralogías, 'Beber de cine', con prólogo de Manuel Alcántara, es de mis favoritos. Lo devoré como devoraba los tebeos y los cómics (ambos venimos de los tebeos y el cine de barrio; somos niños de posguerra). Y en otro de sus libros, 'Morir de cine', la dedicatoria a sus padres nos dice mucho más de José Luis que muchas de las biografías que le han hecho. Autorizadas o no». Continúa enumerando: “A Garci le encantan las listas; algo que nos ha contagiado a los Cowboys y que son como confesiones caóticas (como diríamos los retóricos). Los títulos de las películas, los libros o los artículos de Garci son sorprendentes y sorpresivos. Y no solo para él; los va regalando también a sus amigos. Y qué decir de su memoria, ¡Dios mío! Es milagrosa”.

Garci contesta: «A estas alturas no sé si tengo buena memoria o la maldición de no olvidar, como decía un personaje de 'El Crack Cero'. Yo aprendí el cine de Hollywood viendo cine de Hollywood. Y no me complicaba poniendo la cámara en el suelo con el punto de vista de perro, porque en la escena no había perro. Creo que he sido nominado cuatro veces a los Oscar porque hablo el lenguaje cinematográfico norteamericano. O me acerco mucho a él».

Luis Herrero se pone de pie para evitar las consecuencias de un asiento electrificado por Arturo, “quien nos ha persuadido de esta manera para que nos ajustemos a los diez minutos de rigor”. Y comienza: “Tengo que hablar de Garci y los medios de comunicación. Y bueno. Uno puede pisar un Cavia, un González-Ruano o un Oscar en el jardín de Garci, por lo que hay que andar con cuidado, como Reverte en sus guerras, porque es un campo minado de premios. Hablar de Garci y de los medios de comunicación es, sencillamente, hablar de Garci». Cuenta Herrero aquella anécdota de la radio en un lejano año de 1982, cuando trataban de decidir un horario adecuado del programa que se ajustara a la audiencia, acostumbrada a que éstos comenzaran a una hora fija. Sin embargo, Garci se mostró inflexible: “El programa de radio empezará cuando acabe la película del sábado”. “Garci es Garci en cualquier medio; es bueno en todos, porque es el mejor narrador oral que conozco. De todo, destaco su independencia, como la del recientemente desaparecido Sánchez Dragó. Rindo un homenaje aquí también a Arturo, cortado por el mismo patrón de libertad e independencia que tienen los grandes. Y finalizaré señalando algunas de las aficiones de Garci que son bisílabas, como su apellido: no-che, li-bros, mu-jer, char-la, cóc-tel, pú-gil, Os-car…VI-DA». Garci sonríe a su amigo y confiesa que el medio que más le gusta es la radio, “porque es mi infancia recuperada” y porque la radio “nos afilaba cada día la imaginación”.

A continuación, el periodista deportivo Joseba Larrañaga tiene que hablar del homenajeado y de su tríada deportiva: boxeo, fútbol y atletismo. Le pide al director que cuente la anécdota de la pista de atletismo y Garci no se hace esperar, narrando como siempre, como si estuviese localizando exteriores: “Pista de ceniza de 300 metros de la Ciudad Universitaria. El encargado de las duchas era Teodoro (solo una vez bajé de 5 minutos en 1.500 metros; yo era un desastre), y una tarde después de entrenar estaba duchándome y el tal Teodoro me miró y me dijo una frase que entonces se decía mucho: Chaval, dedícate al cine”. El público ríe, divertido y Joseba aprovecha para poner el dedo en la llaga: “¿Por qué es usted del Atleti?”. Garci reconoce que para él el Atleti es un misterio, algo difícil de clasificar, aunque finalmente confiesa: «La época de posguerra era tan gris que el Atleti nos daba el color que nos faltaba (todos los demás equipos importantes iban vestidos de blanco)». El periodista deportivo cierra, con el boxeo, la trilogía deportiva de Garci: “¿Hay belleza en un cuadrilátero?”. Garci suspira: “El boxeo es una lucha; una pelea. Nadie juega a boxear. A nivel filosófico, mi amigo Cuartango podría sacarle mucho jugo: el tiempo, la vida, la medida de las fuerzas… Cine y literatura se nutren igualmente del boxeo. Garci cierra los ojos y sonríe: “Y además, vinculado a mis recuerdos del boxeo está el ambigú del Bibi, del madrileño Campo del Gas. En esas noches de verano solo había dos baldes de hielo y las bebidas se calentaban. Sin embargo, te acercabas con Alfredo Landa al ambigú y eso era un seguro de vida, porque con él siempre te ponían un hielo de más”.

Ahora el turno es para Torres-Dulce, que habla, finalmente, de cine: “Como soy de la tropa del Capitán Alatriste y John Ford, voy a hablar de pie (Howard Hawks siempre lo hacía sentado), y así dejo claro, por si había alguna duda, de que mi fordianismo sigue intacto”. Y sentencia: “El cine es una vida de repuesto, y esa frase que siempre me ha parecido magnífica, quizás valga para el resto de nosotros; no así para Garci, que ha demostrado que para él cine y vida se confunden. Incluso aún diría más, y tratándose de Garci es mucho: el cine es para él un cóctel perfecto donde todo se mezcla con resultados sorprendentes: sueños, ideales, directores, amor, belleza, libros, amigos, música, infancia”. Para terminar, cumpliendo con los revertianos diez minutos, Torres-Dulce recuerda aquella noche de Hollywood en la que “había muchos fantasmas vivos a la manera de Henry James”, donde un chico de Narváez que amaba el cine y creció en una sala oscura, aquella noche de los Oscar fue de nuevo (o también) ese niño asombrado en la inmensa sala vacía del Palacio de la Música mientras sus padres buscaban el bolso perdido. Y concluye, conmovido: “Por eso nunca nunca necesitó mirar a la cámara; porque ya miraba a la vida”.

El acto, como una buena película, nos condujo al The End sin que nos diéramos cuenta, mientras los espectadores mirábamos a aquellos Siete Magníficos sabiendo que sí, que tenían razón, que el cine de Garci perdura porque está hecho del material de las historias universales, y yo no podía dejar de observar a aquel hombre octogenario de treinta años, cuatro veces nominado a los Oscar, miembro de la Academia de Hollywood, productor, crítico, presentador de televisión, autor literario, guionista, que sonreía emocionado entre los Siete teniendo la certeza de que las mejores amistades son las de los westerns: algunas pocas palabras, mucho whisky y la seguridad de que te cubrirán la espalda con el  último cartucho del rifle.

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15 abril 2023

'El club Dumas', de Pérez-Reverte, cumple 30 años

'El club Dumas', de Arturo Pérez-Reverte, cumple 30 años

zendalibros.com - 15/04/2023

'El club Dumas', la novela de Arturo Pérez-Reverte que a mediados de los noventa fue pionera en el género de las intrigas librescas, cumple 30 años. Con excepcional talento narrativo, el autor construye pieza a pieza una trama excitante, minuciosa y compleja, donde se dan cita los ingredientes de la novela clásica por entregas, los relatos policiacos, las técnicas deductivas en la revelación de misterios y la literatura de aventuras. 'El club Dumas', la cuarta novela de Pérez-Reverte, publicada en 1993, consiguió un gran éxito nacional e internacional al convertir un misterioso libro en el protagonista absoluto de la trama, utilizando como pistas sus páginas, el papel, los grabados y las marcas de impresión, en un apasionante recorrido de tres siglos.

Adaptada en 1999 por el director franco-polaco Roman Polanski con el título de 'La novena puerta' y con Johnny Depp, el actor internacional más famoso del momento, como protagonista, 'El club Dumas' consiguió desde el momento de su publicación cambiar para siempre las reglas del thriller y abrió el camino a un gran número de éxitos nacionales e internacionales que vendrían después. Para celebrar este 30º aniversario, Alfaguara reedita la novela en una edición especial numerada y firmada por Arturo Pérez-Reverte, que además cuenta con un prólogo escrito por el autor para la ocasión y nuevas ilustraciones.

'El club Dumas' sigue las aventuras de Lucas Corso, mercenario de la bibliofilia, cazador de libros por cuenta ajena, que recibe de repente un doble encargo misterioso de sus clientes: autentificar un manuscrito de Los tres mosqueteros y descifrar el enigma de un extraño libro, quemado en 1667 con el hombre que lo imprimió. La indagación arrastra a Corso —y con él, irremediablemente, al lector— a una peligrosa búsqueda que lo llevará de los archivos del Santo Oficio a los libros condenados, de las polvorientas librerías de viejo a las más selectas bibliotecas de los coleccionistas internacionales por Madrid, Toledo, Portugal o París en compañía de una misteriosa joven, que parece saber mucho más de lo que quiere contar.

Uno de los grandes aciertos narrativos de 'El club Dumas' fue, hace treinta años, convertir al lector en la mano derecha del mercenario e investigador Lucas Corso para intentar descifrar el gran enigma que se esconde en un libro ficticio, 'Las Nueve Puertas del Reino de las Sombras', y en los grabados que contiene. Pero también lo es el juego que estableció Arturo Pérez-Reverte con los continuos guiños y pistas veladas a todas aquellas novelas que le marcaron en su juventud y que impulsa al lector a saltar de novela en novela. Aunque el gran homenaje, tanto en el título como en los capítulos de la novela y numerosos epígrafes es a Alejandro Dumas, a 'Los tres mosqueteros' y a sus protagonistas, también hay referencias a autores tan emblemáticos como Arthur Conan Doyle, Agatha Christie o Edgar Allan Poe.

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12 abril 2023

La curiosa coincidencia con Pérez-Reverte que ha obligado al ganador del premio Ateneo a cambiar el título de su novel

Ángel Pisano - elespanol.com - 12/04/2023

Este miércoles, 12 de abril, se ha dado a conocer al ganador del Premio de Novela Ateno - Ciudad de Valladolid, con 70 años de historia y dotado con 20.000 euros, además de la publicación de la obra con la editorial Menoscuarto. El galardonado ha sido José Antonio Abella, un burgalés afincado en Segovia pero también con relación en Valladolid, donde conoció a su mujer cuando estudiaba Medicina, gracias a su obra 'La Cueva del Cíclope'. Es precisamente el título lo que ha traído la anécdota del día. Ya que Abella, que se ha enterado vía telefónica del galardón por parte del alcalde de Valladolid, Óscar Puente, ha explicado que, entre la convocatoria del concurso y el fallo, Arturo Pérez-Reverte había publicado otra obra bajo el mismo nombre. Es esta curiosa coincidencia la que ha llevado al escritor José Antonio Abella a cambiar el título de su obra a 'El Corazón del Cíclope'. "Al final yo creo que el significado es el mismo", ha recalcado el autor.

https://www.elespanol.com/castilla-y-leon/region/valladolid/20230412/curiosa-coincidencia-perez-reverte-obligado-ganador-ateneo-cambiar/755674574_0.html

04 abril 2023

Un español en La Bola

Eduardo Mejía - elindependiente.mx - 04/04/2023

En términos generales, la Revolución Mexicana abarca desde el levantamiento prematuro e inocente de Aquiles Serdán y familia, el 20 (¿o fue el 19?) de noviembre de 1910, y termina o culmina con el asesinato del presidente reelecto Álvaro Obregón en 1928, cuando comienza el maximato de Plutarco Elías Calles y sus presidentes aliados Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo Rodríguez, donde termina el minimato y se establecen los sexenios de Lázaro Cárdenas y sucesores. Sin embargo, hay fechas simbólicas: el llamado de Francisco I. Madero, el cuartelazo de Victoriano Huerta, el ascenso del Primer Jefe Venustiano Carranza, los simulacros de Eulalio Gutiérrez, Roque González Garza, Francisco Lagos Cházaro, y el triunfo de los sonorenses que consolidan con la presidencia de Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y el Jefe Máximo Calles; todos ellos, en mayor o menor medida, hombres de la Revolución, y casi todos al mando de tropas de uno u otro ejército. Pero la lucha por el poder no siempre fue el eje ni la ambición de los revolucionarios; entre todos sobresalieron algunos militares, rudos y torpes o más o menos ilustrados, casi todos con algún ideal, real o simulado; entre quienes no llegaron al poder destacan Pascual Orozco, Pancho Villa, Emiliano Zapata, y otras figuras menores, como los que enumera Carlos Fuentes en el capítulo final de La región más transparente, muchos con halo trágico; otros, dueños de leyendas que perviven, y otros que merecen ser mejor estudiados, como Maytorena, Maycote, Eufemio Zapata, Francisco Serrano, Benjamín Hill, Otilio Montaño, Manuel Mondragón y muchos más, que al final fueron derrotados por los intelectuales José María Lozano, Querido Moheno, Toribio Esquivel, Nemesio García Naranjo, entre los conservadores, y Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos, Luis Cabrera, Francisco L. Urquizo, Francisco J. Mújica, Felipe Carrillo Puerto… 

¿Pos creerán ustedes que ninguno es mencionado por el por lo regular muy bien documentado Arturo Pérez-Reverte en su muy reciente novela 'Revolución', donde los principales son Villa y, muy de lejos, Obregón, que protagonizaron uno de los encuentros decisivos de la Revolución, primero muy cuates y luego enemigos a morir, y cuyas luchas definitorias tuvieron lugar en 1914, concretamente en la(s) batalla(s) de Celaya, decisivas para el triunfo de Carranza y la derrota de Villa? Asegún…

La novela de Reverte tiene como personaje principal a un español que, contratado por una empresa española, se ve metido en la toma de Ciudad Juárez, donde es obligado a dinamitar un banco, gracias a su oficio de ingeniero de minas (como si no hubiera habido excelentes cañoneros en todos los bandos revolucionarios, incidente éste gracias en el cual la División del Norte gana una de las batallas decisivas de la primera etapa de la Revolución armada); por azares del destino se ve inmiscuido en otro episodio grave, la asonada de Huerta contra Madero (al que en la novela se le pinta como timorato y torpe), y en ese trance pierde novia, los pocos ahorros, la seguridad, pero tiene un encuentro erótico con una periodista estadounidense, menos romántica pero más sensual (hasta donde sabemos) que Alma Reed, y se salva porque se encuentra a un soldado menor aunque luego es hasta sosteniente (parodia de "subteniente" en el rango militar), después otra vez como ingeniero de minas se topa de nuevo con Pancho Villa quien lo obliga a que entre a su ejército, ya no como cañonero porque seguramente ya tiene a Felipe Ángeles (lo suponemos, porque tampoco es mencionado), y allí es uno de los que caen en ese episodio que dio el triunfo a Carranza gracias al genio militar de Obregón (podemos leer mejor ese episodio en 'Los 80,000 kilómetros en campaña', espléndido libro del propio Obregón, editado por el Fondo de Cultura Económica), y que causó la derrota de Villa. Asegún, porque aunque las armas de Obregón se impusieron a las de Villa, un cañonero de éste hirió a Obregón, lo que causó la pérdida de su mano derecha; y asegún, porque Villa aunque derrotado siguió dando lata, ridiculizó al militar estadounidense Pershing (luego héroe de la Primera Guerra Mundial) y se mantuvo en el "hit parade" de la vida militar y política mexicana hasta su muerte por meterse donde no lo llamaban (en 'Cuando ¡Viva Villa! es la muerte', de Ismael Rodríguez, el periodista chismoso que le sacó una declaración inoportuna fue Mauricio Garcés; en la vida real fue otro espléndido escritor, José C. Valadés, pluma imprescindible para entender esa etapa) (Y es importante darle seguimiento a la pluma extraordinaria de Martín Luis Guzmán y a la de Nellie Campobello).

Hubiera sido bueno, para la ficción, que el cañonazo (de más de 50 mil pesos) se lo hubiera dado el protagonista español, pero ¿pasan ustedes a creer que Pérez-Reverte perdió esa oportunidad? Hasta allí, las andanzas de Martín Garret Ortiz, un español en la Revolución; bueno, el ligue con una aristócrata mexicana, un encuentro sexual con la periodista gringa sin consecuencias ni para la trama ni para la vida de ellos (ni que fueran los años finales del siglo XX). Pérez-Reverte toma algunos episodios de manera superficial, a otros les da más importancia, y ya, pero las consecuencias son graves. El por lo regular muy bien documentado Pérez-Reverte comete algunos errores que hacen que el lector se detenga, y diga: "Psss, no fue todo así". Veamos algunos ejemplos:

En algún momento un personaje le da un golpe a otro con la culata de una pistola; el escritor, periodista y académico bien pudo haber ojeado el Larousse Visual para enterarse que los revólveres tienen cachas y los rifles culatas (o bien pudo ojear el Corominas), habla de una ametralladora Winchester (¿para qué querían ametralladora si tenían rifles de repetición, gracias a lo cual los blancos ganaron el Oeste?), detalla algunas acciones bélicas cuya precisión no sólo es dudosa sino innecesaria, y además se salta los tiempos reales, que bien pudo haber pulido sólo con documentarse bien.

El encuentro erótico tiene lugar en plena Decena Trágica (diez días del golpe de Estado de Huerta), cuando la gente no podía moverse por el ahora Centro Histórico y en aquellos momentos la Ciudad de México (pasaje relatado con precisión y belleza literaria por Katz, Gilly, Dulles, Brading, Knight, Blanco Moheno, Silva Herzog, Krauze, Fernando Benítez, Pacheco), y no por impreciso lo hace más emotivo ni excitante; el protagonista tiene encuentros comerciales, románticos, estratégicos en un Sanborns que por aquel entonces era fuente de sodas y no restaurante (para hablar de restaurantes hubiera sido mejor el Sylvain, favorito de don Porfirio, y que tuvo descendencia en la actual colonia Roma, como Silvaincito y después en Polanco, donde se exterminó por la pandemia); sirven café y chocolate, pero en ese tiempo en México no se tomaba café americano, que fue el que le dio fama al Sanborns (léanse las crónicas de Salvador Novo de los años cuarenta y cincuenta), tiene una cita de trabajo en un restaurante de Chapultepec, cuyo único local de ese tipo se estrenó hasta los años sesenta, el muy caro y lujoso Restaurante del Lago, y fuera de ése no ha habido ni hay otro, aunque en las cercanías hay dos tres, casi todos también afectados por el COVID-19; más despuesito hace un recorrido por bares, centros nocturnos, cabarets, restaurantes y cantinas como el Negresco, el Cyro's, el Ritz, pero que no eran de los años veinte (en uno de ellos le dan la noticia de la muerte de Villa), sino de los cincuenta. Tales anacronismos no son comunes en las por lo regular bien documentadas novelas de Pérez-Reverte.

Otras objeciones: las señoritas de 1914 no andaban solas, si pertenecían a la clase adinerada, ni por la calle como si nada; las periodistas estadounidenses tampoco podían andar como chivas locas sin la vigilancia de la embajada gringa, y menos si ésta tuvo mucha culpa en la asonada contra Madero; y la conducta sexual de esa periodista tampoco era tan disoluta, aunque una de sus entregas fuera para salvar la vida y el escaso dinero del ingeniero de minas que pretendía huir de la balacera en la ciudad de México, y más que balacera, los cañonazos desde la actualidad estación Balderas del Metro hasta atrasito de Palacio Nacional, el encuentro sexual de la periodista con un mecapalero todo grasiento, que acomete sin culpa ni huella ni sentimiento de asco o de rechazo; ni el propio ingeniero podría haber andado tranquilamente sin el azoro de las embajadas española y cubana, que pretendían cuidar a Madero y a sus seguidores. Tampoco el lenguaje era el de esos años, ni el punto de vista: todos parecen estar conscientes de la trascendencia de lo que estaba sucediendo, cuando todos los relatos, literarios, históricos o simples testimonios hablan de azoro, incredulidad y miedo ante la muerte del presidente Madero, según Pérez-Reverte sólo consecuencia de la rivalidad entre caudillos, y no por el malestar que mucha gente sentía por la timidez del mandatario y la influencia de su familia en el gobierno y en la vida social y económica de la nación; hay que recordar que una de las cosas que más molestaba a la gente entonces era lo que consideraban debilidad de Madero, incapaz de ver las ambiciones de los militares y de la gente común. Otro anacronismo asombroso: viste a los revolucionarios con pantalones Levi's and Strauss, que, aunque ya existían en esa época, quienes los usaban eran los mineros de California.

Más azora que en toda la novela no se habla del cañonazo que dejó manco a Obregón, del triunfo de éste, ni de otros jefes militares del villismo, y lo maniqueo, algo inevitable cuando se habla de guerra, externa o interna; por allí se menciona unas cuantas veces a Luis Aguirre Benavides limitado a Aguirre, de la misma manera criminal en que Ismael Rodríguez lo minimiza en sus cintas como afeminado y sumiso (“Luisito”, le dice, como tratando de insinuar manumisión), cuando en realidad se le puso al brinco a Villa varias veces.

En fin, Pérez-Reverte, por lo regular muy eficaz narrador, quedó muy por debajo de su fuerza narrativa; lo único que hay que celebrarle es que siendo Miembro de Número de la Real Academia de la Lengua se abstenga de las nuevas normas que eliminan acentos imprescindibles y de otras barbaridades que afean el español actual. Da gusto esa rebeldía.

La última objeción: cuando algunos personajes dicen que andan en la Revolución, la define como “la bola”; todavía en los años cincuenta y sesenta los veteranos de la Revolución y los diarios y libros hablan de “la Bola”, cuantimás los personajes de esta novela que sucede entre 1911 y 1923, faltaba más. No le hubiera hecho daño leer a Francisco L. Urquizo y a Mariano Azuela, ambos grandes escritores pertenecientes a ejércitos de la Bola.

https://elindependiente.mx/cultura/2023/04/04/un-espanol-en-la-bola/

Otro guantazo a mano abierta de Pérez Reverte

Santiago Aparicio - diario16.com - 04/04/2023

Pese a que Arturo Pérez-Reverte lleva casi dos décadas escribiendo la misma novela de aventuras, en distintas situaciones y entornos (eso sí), todavía mantiene cierto donaire en las diversas confrontaciones en defensa del Español. En mayúscula por referirse al idioma. Ese que otros catalogan de Castellano con desprecio. Se imagina uno a Pérez-Reverte dispuesto a sacar un guante con el que sacudir en la cara del ofensor, mientras reclama un duelo con elección de padrinos. Su última batalla por el “sólo” tuvo en vilo a unos cuantos españoles, ahora cruza el charco para batirse en duelo con Martín Caparrós.

Caparrós es tan buen escritor como engreído. Un tipo realmente insoportable. No es el único insoportable entre los escritores, los hay muy famosos que lo son, como también se dan ciertos aires algunos que se han autopublicado en Amazon. El que es gilipollas no deja de serlo por escribir con mayor o menor gusto o calidad, por ser laico o clérigo. Lo es sin más. ¿Quiere esto decir que Pérez-Reverte ha calificado a Caparrós de gilipollas? No. Bueno, no directamente, pues ha guardado cierta elegancia en la defensa del honor.

Como habrán podido leer en 'El País', y si no lo han hecho ahora lo conocerán, Caparrós ha solicitado cambiar el nombre del idioma. Del Castellano a Ñamericano. ¿Por qué? ¿Porque al señor Caparrós le ha salido de los…? No. Porque encaja perfectamente con el título de un libro suyo (que no se va a citar para evitar la publicidad gratuita que igual busca). Allende los mares el wokismo está mucho más avanzado en cuanto a idiotez que en España. Aunque numerosos grupos y políticos que están dando pasos de gigante para acercarse. Todo lo que huela a español es malo, horrible, imperialista… Llevan así desde la independencia. De igual forma que llevan sometidos y gobernados por las familias de los ricos que impulsaron la independencia. Pero esto no se lo digan que les peta la cabeza.

Pérez-Reverte, reuniendo toda la fuerza sarcástica que ha podido –se cuenta que ha llegado a elevarse como si fuese un jedi–, le ha aconsejado cambiarlo mejor por Gilipañol. Un término que no hace referencia a libro alguno del escritor cartagenero pero que sí hace referencia a un tipo de persona. Según la segunda acepción del término: “Lengua artificial, pero en notable expansión, que hermana a los hispanohablantes gilipollas de España, gran parte de América, Filipina, Guinea Ecuatorial y otros lugares del mundo”. Después de esto más vale callar.

https://diario16.com/otro-guantazo-a-mano-abierta-de-perez-reverte/