15 diciembre 2022

Presentación de 'Revolución' en Murcia

"En España se tiende a caer en el fanatismo y la polarización"

elindependiente.com - 15/12/2022

El escritor Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) ha manifestado este jueves en Murcia que «la violencia puede ser muy educativa porque permite comprender mejor a los seres humanos», y observándola «se aprende a no amar ni odiar», en referencia a su experiencia como reportero de guerra durante 21 años. 

En la presentación de su última novela, 'Revolución', publicada en octubre con la editorial Alfaguara, el autor cartagenero ha señalado que en España se tiende a caer en «el fanatismo y la polarización», por lo que la observación de la violencia ofrece un contraste de valores que supone «una gran enseñanza». «En las redes sociales no existe violencia», ya que solo son «un lugar donde la gente vuelca sus frustraciones, sus odios o sus inquietudes», algo que «no tiene nada que ver con las torturas, violaciones o asesinatos» que, a su juicio, sí lo son. Así, reconoce que la violencia ha sido para él «un máster de lucidez» que ha influenciado su nueva obra, 'Revolución', ambientada en el México de 1911 y que narra la historia de un joven que alcanza su madurez en medio del caos que supone un conflicto bélico. Situación que guarda cierta similitud con la vida del autor cartagenero, que se enfrentó a su primera guerra como reportero en Beirut, en 1974, cuando tenía 22 años. Pérez-Reverte ha afirmado que esta novela toma sus orígenes en las historias que un amigo de su bisabuelo, ingeniero de minas que trabajó en México en plena revolución, le contó cuando era pequeño, y que ese recuerdo le ha aproximado a su propia relación con la aventura y le ha llevado a escribir su «propia biografía de juventud». 

El académico de la RAE se encuentra sumido en la que será su nueva novela, de la que apenas ha dado datos, pero que asegura que le «mantiene vivo» porque la escritura le obliga a «a aprender constantemente», siempre y cuando la temática sea diferente porque le aburre escribir siempre de lo mismo.

https://www.elindependiente.com/tendencias/2022/12/15/perez-reverte-la-observacion-de-la-violencia-ofrece-un-contraste-de-valores-que-supone-una-gran-ensenanza/

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"La violencia proporciona una amarga lucidez"

Cristina Fernández - murciaplaza.com - 15/12/2022 

Dice el escritor cartagenero Arturo Pérez-Reverte que él no deja de ser "un escritor profesional que cuenta historias". Y que 'Revolución', su última novela, "es una más". Eso sí, diferente al resto de las que ha escrito durante los últimos 35 años, porque "yo no soy como otros escritores que siempre escriben la misma novela, que es muy respetable. Pero, me aburriría; necesito desafíos". Y con esta historia ambientada en el México de Emiliano Zapata y Pancho Villa eran muchos los que se le planteaban. Así lo ha contado este jueves en el Centro Cultural Las Claras de Cajamurcia durante un acto para presentar el libro, previo al encuentro de la Cátedra de la UMU que lleva su nombre. Es por eso que le acompañaba como anfitrión Pascual Martínez (director de la Fundación Cajamurcia) y Alexis Grohmann, director de la citada cátedra y catedrático de Literatura Española Contemporánea en la Universidad de Edimburgo.

Esos desafíos eran diversos, desde la documentación y ambientación -se trata de la primera novela del cartagenero que transcurre completamente fuera de Europa, como le hizo observar Grohmann-, el recibimiento por parte de los lectores mexicanos -ante la osadía de que un "pinche" español escribiera sobre su historia- y sobre todo el lenguaje. Porque sus personajes tenían que hablar mexicano, del que se practicaba en el primer tercio del siglo XX, distinguiendo las expresiones que podía utilizar un terrateniente de las que eran propias de un campesino analfabeto. Pero ahí entra, ha explicado, la tarea de "un escritor vivo", que no deja de "observar, aprender y emprender cada novela como una aventura nueva". "Si no fuera así, si no hiciera cosas diferentes, terminaría muriendo como escritor".

Lo que no puede, o no quiere, evitar Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) es esa "amarga lucidez" con la que mira al mundo, fruto del "máster de violencia" que realizó como periodista en un sinfín de conflictos bélicos. Por eso, la mirada de su protagonista, un joven ingeniero de minas que se ve envuelto en una revolución que no es la suya, es también la mirada del autor. Porque como le pasó a él -que tenía 22 años cuando se enfrentó a su primera guerra como reportero en Beirut en 1974-, "la violencia se presenta como un aprendizaje clave de la vida y el chico del principio de la historia no es el hombre que la termina". Y es que "la violencia, aunque tiene muy mala prensa y es algo horrible, puede ser muy educativa. Permite comprender mejor a los seres humanos, a no amar ni despreciar a los hombres, solo a intentar entenderlos". Ante todo lo que él ha vivido en primera persona -se pierde unos segundos en sus recuerdos-, Pérez-Reverte se ríe de lo que pueda pasar en Twitter. "La violencia de verdad salpica, lo de Twitter solo puede llegar a irritar. Lo que pasa es que hemos pervertido el lenguaje". A él, además, le divierte y le parece interesante sociológicamente la red social en la que es muy activo. "Yo tiro la piedra y se crea una onda que se va haciendo más grande mientras me limito a observar", explica el académico de la RAE.

Pérez Reverte ha contado que 'Revolución' guarda sus orígenes en las historias que le contaba un amigo de su bisabuelo, ingeniero de minas que trabajó en México en aquella época. Y como tantas historias que ha ido atesorando a lo largo de su vida, encontró el momento de sacarla a la luz. El escritor considera que tiene sentimientos encontrados sobre las revoluciones, porque entendiendo que hay que hacerlas, sabe por experiencia que suelen perderlas quienes las empiezan. "Quien sale a la calle, quien da la cara, quien pelea, vierte la sangre, se la juega y se destroza la vida por cambiar el mundo… cuando termina todo, entonces llega el otro, el que estaba detrás o el que no estaba y dice, apártate que ya me encargo yo de gestionar esto". "Tengo esa melancolía de que las revoluciones terminan siempre con un Daniel Ortega en su finca". Así que "esa película no me la cuenten, que ya sé el final", apunta, aunque insiste en que "no por ello hay que dejar que pelear".

https://murciaplaza.com/perez-reverte-presenta-revolucion-en-murcia

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https://twitter.com/i/status/1603361265606434817

Audio:

https://www.orm.es/informativos/noticias-2022/perez-reverte-la-violencia-nos-permite-tener-una-lucidez-sobre-el-ser-humano/

10 diciembre 2022

"Quise contar el amor, la lealtad, el sacrificio"

Entrevista de José Luis Martínez - milenio.com - 10/12/2022 

Arturo Pérez-Reverte presentó en la FIL de Guadalajara su novela 'Revolución' (Alfaguara, 2022), protagonizada por un ingeniero de minas español, Martín Garret, quien de pronto se ve inmerso en un mundo desconocido y violento, el de la guerra civil en México. Dejándose llevar por las circunstancias, se involucra en la División del Norte de Pancho Villa y observa, siempre con distancia y aparente frialdad, los hechos, los personajes, las contradicciones de un movimiento en el que la violencia y la sevicia no proscriben la ternura ni la amistad. De acuerdo con sus editores, 'Revolución' “es un relato de iniciación y madurez a través del caos, la lucidez y la violencia: el asombroso descubrimiento de las reglas ocultas que determinan el amor, la lealtad, la muerte y la vida”. En esta entrevista realizada en Guadalajara, Pérez-Reverte habla de esta novela, en la que reconoce que hay mucho de él, de su visión de la guerra y los afectos. 

—¿Cuál fue tu principal reto al escribir esta novela? 

—No podía venir aquí como un gachupín que llega de turista y monta una novela desde fuera; no podía hacer eso. 'Revolución' es una novela seria, hecha desde dentro. Tengo la ventaja de que conozco muy bien México, desde hace muchos años; conozco bien el país, la gente, las hablas distintas, pero tenía que conseguir que los personajes hablasen como se hablaba entonces, no como ahora. No podían decir “pinche güey”. Lo que hice fue estudiar, leer muy bien las novelas de la época, que las hay excelentes: 'Los de abajo', 'Vámonos con Pancho Villa', 'Cartucho', 'Se llevaron el cañón para Bachimba'... Las leí todas. Leí los periódicos de aquel tiempo. Fui sacando palabras, expresiones, giros —la jerga popular de la época era muy divertida, muy interesante, muy ingeniosa—, para conseguir que al lector mexicano no le resultara ajena la novela. Para mí, lo peor hubiera sido que me dijeran: “Oye, tus personajes no hablan como mexicanos, no reconozco a México en esta novela”. Por eso investigué mucho y, con los medios que pude conseguir, traté que el mexicano diera por buena la historia. Con esta novela, mi principal tragedia hubiera sido que las expresiones, que el lenguaje no correspondiera a esa época. Si no hubiera sido capaz de controlar eso, no la habría escrito. 

—¿Por qué volver a la Revolución Mexicana, un suceso del que, como tú mismo has dicho, se ha escrito una gran cantidad de novelas? 

—Porque, entre otros, la revolución mexicana es un factor de aprendizaje para el protagonista, Martín Garret, un ingeniero de minas español. Yo quería que aprendiese de la revolución, de la gente que hace una revolución; él no es un revolucionario, es un tipo que mira y, al mirar, aprende y madura. Quería que aprendiese todo esto durante el tiempo terrible y espléndido de la revolución mexicana. Hay otro factor, más importante todavía: la revolución mexicana ha sido mitificada en el propio México. México ha vendido al exterior una imagen de su revolución no siempre exacta, con mucho folclor, muchas adelitas, mucho heroísmo, pero también hubo traiciones, suciedad, crueldad, barbarie; hubo mucha sangre y mucha muerte. Entonces, yo quise hacer una novela ecuánime que presentara a la revolución mexicana con luces y sombras, con crueldad y con tragedia, con basura y con gloria. Para conseguir esto, me documenté lo más que pude para dar una imagen que tal vez a un mexicano le resultaría más difícil porque está mediatizado por su propia historia, por las lecturas que se han hecho de la revolución mexicana —la veas como la veas—, pero yo venía de fuera con la limpieza del ecuánime. Yo no tengo ninguna vinculación con Villa, ni con Zapata, ni con Madero, ni con Carranza, ni con nadie. Soy un tipo que mira. Así que esa mirada ecuánime, digamos más fría, quizá podría ser útil para que los mexicanos vean cómo ve su revolución alguien que no es mexicano, que no está condicionado y la ve desde fuera. La novela responde a ese intento de contarles a mis amigos mexicanos cómo veo su revolución.

—Novelas como 'Los de abajo', de Mariano Azuela, plantean claroscuros y desmienten algunos mitos en torno a la revolución. 

—Para hacer mi novela, te repito, leí todas las que existen. 'Vámonos con Pancho Villa', por ejemplo, de Rafael F. Muñoz, es durísima, es la decepción de unos amigos que se involucran en ella y poco a poco van siendo destruidos por la misma revolución. Esa visión fue muy importante para mí, porque necesitaba ver cómo se había contado la revolución y elegir, de aquello que se contó, lo más conveniente para mi proyecto. Por otra parte, quería huir de la concepción romántica que hay en España y México de la revolución: tiros al aire, adelitas, ¡viva Zapata! No, quería hacer algo mucho más complejo, sucio, turbio, traicionado, amargo, sangriento, impreciso y trágicamente fracasado de lo que lo vemos ahora. Con la humildad de quien viene de fuera a mirar y con la ecuanimidad de quien no está implicado, yo quería contar esa historia. 

—Martín Garret, el protagonista, se deja llevar por las circunstancias; parece simple y sin embargo es un personaje bastante complejo. ¿Cómo lo imaginaste? 

—No quería hacer una novela en la que un hombre se vuelve revolucionario, no quería hacer una novela de un militante, necesitaba la frialdad del observador, necesitaba la frialdad técnica de un ingeniero, de alguien que ve las cosas como un fenómeno casi antropológico; necesitaba esa frialdad. Un revolucionario me habría estropeado el personaje porque hubiera tomado partido, hubiera sido alguien arrastrado, digamos, sentimental, ideológicamente por la revolución. Y aunque Martín actúa de una manera muy directa en ella y al final termina combatiendo como uno más, o mucho más que otros combatientes y pagando el precio, siempre se mantiene sereno, con ese distanciamiento que le permite observar. Yo he visto muchas revoluciones y muchas guerras, y sé que quien está dentro solo ve lo suyo: ve al enemigo al que odia y al amigo al que ama, excluye la virtud del enemigo y el error en el amigo. Yo quería que mi personaje lo viese todo, por eso construí a Martín Garret, y estoy muy contento de haberlo mantenido fuera de la contaminación, entre comillas, ideológica. En ningún momento él se siente un revolucionario, se siente alguien que quiere, que ama, que es leal, que tiene vínculos afectivos con revolucionarios, pero él no es un revolucionario; él no cree en la revolución, no está ahí para cambiar sino para comprender el mundo. Creo que esa es la clave de la novela: el personaje no está para cambiar el mundo, sino para comprenderlo; lo que a él le importa es la gente que lucha: Genovevo Garza y su mujer Maclovia Ángeles, el mismo Pancho Villa. Sus lecciones de vida no son una revolución que triunfa o fracasa, sino los hombres y las mujeres que la hacen. 

—En la novela, además de Garret, aparecen otros dos extranjeros, el mercenario Tom Logan y la periodista Diana Palmer, ambos norteamericanos. 

—Ella es una testigo viajera, es una periodista de la época inspirada en Nellie Bly; el otro es simplemente un aventurero, pero Martín es un observador, un científico. A Martín Garret lo llevo a una cosa personal. Pasé veinte años en países en guerra, y los primeros tres o cuatro fueron de fascinación, no por la guerra que es horrible, sino por los hombres y mujeres que hacen la guerra. Me di cuenta de que la gente se comporta de manera diferente en la guerra que en la paz y que en la guerra afloran cosas que nada tienen que ver con la vida normal, o con la que nosotros llamamos normal. Ese hecho me dejó fascinado y enganchado y, entonces, a Martín Garret le presté esa fascinación, insisto, no por la guerra sino por los hombres y las mujeres que hacen la guerra, en este caso, una revolución. Martín está en proceso de aprendizaje y los afectos que entabla no son con el hecho sino con quienes participan del hecho. Por eso llora cuando muere su “compadre” Genovevo Garza y Maclovia le dice: “Él hubiera llorado por ti”. En ese sentido, narrativamente hablando, me importa un carajo la revolución mexicana; es el escenario, pero lo que yo quiero contar son las cosas que ocurren dentro de ella, cómo es posible descubrir la lealtad, el amor, el sacrificio, la admiración. Descubrir a gente como Genovevo Garza, quien se viste con ropa charra para la que va a ser la última carga de su vida, y al final le dice a Martín: “Ya me torcieron, compadre”. Ahí se resume todo. Son lecciones de dignidad, de hombría, de coraje, de lealtad, por eso el Martín que llega al término de la novela es tan distinto del que la comienza. Es muy complicado, hay mucha carga personal en esta novela, una novela muy sentimentalmente mía. 

—Uno de los personajes más poderosos de la novela es la soldadera Maclovia. 

—Que habla con silencios, y de esta forma habla hasta por los codos. Maclovia me gustó mucho. Y hago un paréntesis. Yo quería huir de María Félix en 'Enamorada' y quería irme a Silvia Pinal en 'La soldadera'. Ahí está la diferencia entre la terrible vida de la soldadera de Silvia Pinal que nada tiene que ver con la romántica película de telefolletín de 'Enamorada'. Estoy muy contento porque Maclovia es de verdad, no es una ficción que me he inventado; por lo que he leído y estudiado, así eran las soldaderas de verdad. Ese silencio que guarda, ese sacrificio de conseguir y cargar con la comida y todas las cosas, esa dignidad del personaje, que no es en ningún momento sumisa ni humillada, me gusta mucho. De las tres mujeres de la novela —Diana Palmer, la aristócrata Yunuen Laredo y Maclovia Ángeles—, de la que estoy más orgulloso es de Maclovia. 

—¿Cómo consigues que Martín Garret mire ese mundo fragmentado en que se va convirtiendo la revolución sin perder la brújula, sin extraviarse en las diferentes facciones y caudillos? 

—¡Con trabajo! Pero hay una cosa evidente. Eso sucede porque Martín no es revolucionario; si lo hubiese sido en alguna parte hubiera quedado fragmentado. Él cae con Pancho Villa porque Genovevo Garza está con él, porque le simpatiza la gente que colabora con él, ese es el vínculo. Pero podría haber caído con Pascual Orozco o con Venustiano Carranza, o con quien sea, da igual, solo que cae en un lugar donde crea lazos afectivos. Él mantiene la lealtad porque da igual que Villa cuelgue, ejecute, asesine; da igual que Genovevo Garza mate un prisionero, da igual porque son los suyos y lo que él está mirando es el comportamiento de esos hombres, no está juzgando ideológicamente su comportamiento, los está mirando y eso es lo que lo mantiene vinculado a ellos. A mí me gusta imaginar a ese español caído por casualidad en la revolución mexicana cabalgando en Celaya, con las cargas suicidas de Villa. ¿Pero por qué va? No porque crea que una de esas cargas salvará a México. México a él le importa un carajo, no es México lo que le interesa, le interesan los hombres que conoce en México y él carga porque cargan los suyos. Hay mucho sentimiento en Martín Garret, pero es un sentimiento humano, no revolucionario. Él no cree que el mundo pueda cambiar, no cree en la revolución, comprende enseguida que no va a ninguna parte. Pero cree en la amistad. Por eso, cuando llegan a la Ciudad de México se lleva a Genovevo Garza y a Maclovia Ángeles a desayunar al Sanborns y en el Hotel Regis, cuando no quieren admitirlos, le dice al gerente: “O les dan una habitación o le pego fuego a este pinche hotel”. Eso es lo que lo hace sentirse bien, de eso se trata. 

—¿Estás satisfecho de haber escrito esta novela? 

—Sí, en esta novela afloro yo, hay mucho de mí en esta novela. No es que el personaje tenga mucho de mí, sino que he puesto en ella mucho sentimiento, amor, afecto, simpatía, lealtad. Con esta novela soy leal a México, al que le debo mucho y donde he aprendido muchísimo. Es una novela hecha con toda la nobleza posible. Era una deuda personal que tenía con México y estoy muy orgulloso de haberla escrito.

https://www.milenio.com/cultura/laberinto/arturo-perez-reverte-revolucion-deuda-personal-mexico

La revolución mexicana al estilo de Pérez-Reverte

Fernando Larenas - primicias.ec - 10/12/2022

Narrar una guerra o una revolución es quizá la mayor fascinación del escritor Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, España, 1951), ex corresponsal y reportero de varias batallas, investigador de la historia y académico de la lengua española. ‘Revolución, una novela’ (Penguin Random House, 2022) es el libro más reciente del autor español, que ha escrito más de 30 obras en las que sobresalen episodios históricos reales, investigados y narrados con el lenguaje propio del territorio de los personajes. 

Durante los días previos y posteriores a la presentación del libro, el escritor reconoció el rico aporte mexicano a las letras y a los neologismos en un país tan enorme y diverso culturalmente. Son las primeras décadas del convulsionado Siglo XX, los personajes fueron los líderes de una revolución que ilusionaba, que triunfó y no duró mucho, pero dejó lecciones dolorosas. El personaje es un español (gachupín), Martín Garret, ingeniero de minas de 24 años de edad, que por causa de la revolución vio cómo se paralizaba la minería y de repente, sin proponérselo, se involucró con los revolucionarios del norte, comandados por el famoso y temible Francisco 'Pancho' Villa. Desde su hotel escuchaba explosiones, ametralladoras, disparos de fusil y salió a curiosear; los mexicanos lo miraban con recelo, pero muy pronto se dieron cuenta cuán útil sería la especialidad del ingeniero: dinamitero. Las primeras acciones con explosivos fueron en un banco de Ciudad Juárez, luego vino el derribo de puentes, destrucción de vías férreas. En total fueron 11 acciones realizadas por el ingeniero entre Zacatecas y Ciudad Juárez. 

En las explicaciones acerca del libro, Pérez-Reverte decía que “las revoluciones las pierden quienes las hacen”. Que precisamente es lo que ocurrió en México con apellidos tan famosos como Madero, Villa, Zapata o el mismo Venustiano Carranza. La revolución comenzó con Francisco I. Madero, quien sucedió en el poder al dictador Porfirio Díaz, que había gobernado México durante treinta años. Pero Madero, se lamentaba Villa, era un blandengue que seguía confiando en los funcionarios del derrocado dictador Díaz. El caudillo decía que “los puercos de antes no pierden el olor, son los puercos de siempre”. Por el sur, Emiliano Zapata y, por el norte, Villa trataban de consolidar una revolución que a Madero en la capital se le hacía cuesta arriba por causa de las traiciones, conspiraciones y escaso liderazgo político. Al contrario de ‘Línea de fuego’, en la que narra la Batalla del Ebro, ‘Revolución’, aclara el autor, no es una novela histórica, es su particular mirada a una historia que comenzó a pensarla hace 20 años. 

Martín Garret no fue un revolucionario ni simpatizaba con la revolución, simplemente se encontró con ella y trabajó para que se consolide. Tampoco pudo escapar a las tentaciones sentimentales; fueron tres las mujeres que se le cruzaron durante la cruenta campaña. Garret no la tuvo fácil, pudo ser fusilado, pero tenía claro un pensamiento mexicano: “Cuando te toca (la muerte) ni aunque te quites; y cuando no te toca ni aunque te pongas”. Los personajes son reales, por ejemplo, Victoriano Huerta, que según la historia desplazó al general Pascual Orozco, que había sido uno de los protagonistas del derrocamiento de Porfirio Díaz y que luego se levantaría en armas contra Madero. Huerta consideraba inútil confiar a 13 millones de indios analfabetos una elección presidencial y creía que “la revolución consiste en que muchos que no saben leer ni escribir se adueñan de las propiedades de los pocos que sí saben leer y escribir”. 

El lenguaje de la guerra, el autor lo pone en práctica en la descripción de los episodios: "Las granadas estallaban sobre Zacatecas en forma de nubecillas de color azafrán, escupiendo granizadas de reluciente metralla sobre los federales encogidos en barricadas y trincheras". "Tras invadir hoteles y cantinas, bandas de revolucionarios celebraban la victoria destruyendo, saqueando, entrando en las casas a sangre y fuego mientras resonaban descargas de piquetes de fusilamiento". Se calcula en 5.000 el número de fusilamientos ordenados por Villa. ¿Qué pasará con él? Se preguntaban: “Terminará refugiado en Estados Unidos o negociando, quizá le den un rancho, dinero… la revolución no sabe qué hacer con él, se mantendrá al margen o lo acabarán matando”, que fue lo que finalmente ocurrió.

https://www.primicias.ec/noticias/firmas/revolucion-mexicana-estilo-perez-reverte/

28 noviembre 2022

Rueda de prensa en la FIL de Guadalajara para presentar 'Revolución'

Arturo Pérez Reverte armó su propia Revolución

Vicente Gutiérrez - milenio.com - 28/11/2022

“En estos tiempos, no volvería a escribir 'La reina del Sur'”, reveló el escritor Arturo Pérez-Reverte en la presentación de su nueva novela, 'Revolución' (Alfaguara), en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. “El narco que yo conocí era diferente. Tampoco es que fuera bueno, pero estaban los viejos que tenían sus reglas: mujeres y niños no se tocan, había respeto... Por eso pude estar con ellos y me contaban cosas, porque yo quería saber más que comprender. Pero ahora sería imposible, hay mucha violencia y crueldad”, agregó el escritor.

Arturo Pérez-Reverte es muy querido en la FIL de Guadalajara, El salón está lleno de público y le festejan todo, hasta algunas groserías muy chilangas. Habló de su pasión por la Revolución Mexicana, sus personajes y la cultura. “Yo cuento historias y lo hago de la mejor manera que puedo. Trabajo ocho horas todos los días, la revolución es un tema que siempre me ha apasionado, y por fin pude contar una historia de aprendizaje y de crecimiento”.

Su novela, 'Revolución', es la historia de un joven que descubre las claves de la vida y la muerte en un lugar peligroso, en medio de la Revolución Mexicana. “México me daba mucho juego y una profundidad humana muy especial. Es una mezcla entre violencia y ternura; son contrastes muy mexicanos”, explicó. En la charla, el escritor reveló su profundo amor por México, un país que le da una narrativa potente para contar una gran historia. “He aprendido que aquí, hay gente generosa, fascinante, amenazadora… y a lo mejor tengo una idea romántica del mexicano, pero es que son únicos con su lengua y su cultura”.

Durante su encuentro con el público, Arturo Pérez-Reverte habló de Los Tigres del Norte, de su experiencia en el norte del país y dijo ser un artesano muy curioso, como un cazador. “Una novela te obliga a estar alerta, a estar vivo… Tengo más de 70 años y sigo aprendiendo y trabajo todos los días para contar historias”, finalizó.

https://www.milenio.com/cultura/fil/arturo-perez-reverte-armo-su-propia-revolucion

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Llega la ‘Revolución’ de Arturo Pérez-Reverte a la FIL de Guadalajara

Mauricio Ortega - vanguardia.com.mx - 28/12/2022

El escritor español Arturo Pérez-Reverte aseguró en la FIL de Guadalajara que cualquier revolución es necesaria, pues la naturaleza de los seres humanos es rebelarse contra lo que consideran injusto. “Incluso aunque fracasen hay que hacerlas, es necesario. El ser humano debe pelear cuando la injusticia, la humillación y la sumisión lo ponen contra la pared. Debe levantarse y pelear. Si no, es despreciable”, acentuó el escritor español en entrevista con la Agencia Efe. En este sentido, Pérez-Reverte aseveró que cualquier lucha contra lo injusto vale la pena, ya que hacerlo “dignifica” a quien se levanta y busca ese cambio.

El escritor presentó su último libro, 'Revolución', novela en la que se adentró en la Revolución Mexicana, en la FIL de Guadalajara. En la novela se narra la historia de Martín Garret, un ingeniero de minas que pone sus conocimientos al servicio de la Revolución, como una forma de comprender los motivos de los combatientes y también de aprender en su vida personal.

En opinión de Pérez-Reverte la ciencia siempre ha estado al servicio de la violencia, por lo tanto las guerras son espacio natural para generar nuevos conocimientos científicos. “Las guerras hacen progresar a la humanidad en lo científico. Es una paradoja asombrosa, pero es cierta: sin guerras quizás iríamos más despacito. La guerra estimula la necesidad científica. Es un horror pero es así: el científico es al mismo tiempo el que hace progresar a la humanidad y el que ayuda a destruirla”, explicó el escritor.

La fascinación que el autor de 'La Reina del Sur' (2002) tuvo por la Revolución Mexicana emergió durante su infancia y adquirió fuerza cuando leyó acerca de Francisco Villa, Emiliano Zapata o Francisco Madero, considerados héroes de la historia mexicana. El también periodista considera que es tal vez la singularidad de estos personajes la que hace que esta etapa en México sea tan para historiadores, biógrafos y escritores que, como él, han intentado profundizar en ellos. “Pocos momentos en la historia de la humanidad han dado tantos personajes apasionantes e interesantes como la Revolución Mexicana. Hubo mucho y notable: la concentración de talento, de valor, de coraje, de crueldad, brillantez, de originalidad, de pasión, ambición, de lujuria, de violencia, de todo aquello que hace al ser humano lo dio la revolución mexicana... y es fascinante”, explicó Pérez-Reverte.

La experiencia de Pérez-Reverte como corresponsal de guerra durante poco más de 21 años le sirvió para conseguir que Garret fuera un “testigo que mira y que aprende mirando” y que aprende de la gente que lo rodea. Para realizar esta novela, el escritor se documentó con cientos de fuentes de diferentes tipos. Sin embargo lo más importante fue la mirada extranjera, “menos visceral y más fría” de un tema que a los mexicanos les apasiona y que celebran cada año. Comentó que esto le permitió abordar la novela de la manera más “ecuánime” y “sin prejuicios”. “He intentado que no sea una novela de un turista, de un gachupín que viene aquí a contarles a los mexicanos su historia, sino al contrario: lo que hice es un homenaje al México que amo, que respeto y que me interesa. Para eso hubo una documentación seria en la que intento plantear cómo junto al horror, el dolor y la sangre hubo cosas hermosas, generosas y admirables”, concluyó.

https://vanguardia.com.mx/show/artes/llega-la-revolucion-de-arturo-perez-reverte-a-la-fil-de-guadalajara-KL5386693

Vídeo: https://www.eldebate.com/cultura/libros/20221128/advertencia-arturo-perez-reverte-sobre-cualquier-revolucion_75890.html

Arturo Pérez-Reverte llega a los 71 años: esto es lo que piensan sus lectores

infobae.com - 28/11/2022

El escritor español es una de las voces más leídas de la literatura española en los últimos años, con seguidores en todas partes de Hispanoamérica. A propósito de su cumpleaños, en Infobae hemos reunido algunas de las opiniones de quienes lo han leído con mayor entusiasmo.

La de Arturo Pérez-Reverte es una de las obras más leídas de la literatura en castellano durante las últimas décadas. Sus novelas se han abierto paso entre los lectores dejándolos con la sensación de querer más. Si la obra del español fuera una droga, varios se declararían adictos a ella. Su carrera literaria inició en 1986, con la publicación de su novela 'El húsar', y se ha mantenido desde entonces, explorando varios géneros y registros. Pérez-Reverte ha escrito desde guiones para cine y televisión, hasta cómics y artículos periodísticos.

Mucho antes de ejercer como novelista, fue periodista de guerra durante 21 años, entre 1973 y 1994. Estuvo en Chipre, Líbano, Eritrea, Libia, Chad, Sudán, Mozambique, Angola, el Sáhara, las Malvinas, El Salvador, Nicaragua, el golfo Pérsico, Croacia y Bosnia, entre otros sitios. Esas experiencias lo marcaron profundamente y, por ende, en casi todas sus obras hay referencias a estos años. Ha escrito más de treinta libros; entre los que más recuerdan los lectores son 'El club Dumas' (1993), 'La Reina del Sur' (2002), 'El pintor de batallas' (2006), 'Hombres buenos' (2015) y la serie de 'Las aventuras del capitán Alatriste', siete novelas publicadas entre 1996 y 2011. Sus dos títulos más recientes son 'El italiano' (2021) y 'Revolución' (2022), con los que completó cinco años consecutivos publicando nuevos libros, después de haber presentado, además, 'Los perros duros no bailan', 'Sidi' y 'Línea de fuego', y los dos más recientes ya mencionados, en 2018, 2019 y 2020.

El pasado 25 de noviembre, a tan solo unos días de presentarse en la FIL de Guadalajara, el autor español cumplió 71 años. La suya ha sido una carrera admirable y no solo sus lectores lo reconocen, también sus pares, periodistas y escritores. En Infobae quisimos recopilar voces de lectores; algunos de ellos hablaron directamente con nosotros, mientras que otras opiniones fueron rastreadas en foros de lectura, medios y redes sociales:

“Hablar de Pérez-Reverte es hablar de un personaje sincero y que políticamente piensa y dice diferente. Puede crear amores y odios fácilmente, pero nadie desconoce su poder para crear y narrar. En sus novelas vemos a un Arturo fresco, documentado y audaz” - Anthony Pulgarín, librero e influencer literario.

“Lo que más engancha de sus novelas es que los personajes se desenvuelven de tal manera que no queda nada por decir después. La descripción física y emocional que hace de los mismos es todo” - Rebecca Londoño, lectora entusiasta. Trabaja en Branding.

“Siempre que ando dudosa y quiero leer algo que me vaya a gustar seguro voy a por Reverte. Su manera de escribir me hace caer rendida y enfrascarme en la historia que cuenta, de esos personajes a la vez tan anónimos y tan especiales, y de demostrar que en el tema de las guerras nunca hay ganadores” - Rachel Std, en Goodreads.

“Algo que me disfruto muchísimo de los libros de Pérez-Reverte es su prosa fluída y a veces tan rebuscada que te hace leer sus obras con un diccionario al lado” - Alexis Vélez, en Goodreads.

“(Pérez-Reverte) se documenta bastante, sabe atrapar al lector y es entretenido (...). Lo que me gusta de él es que tiene huevos del tamaño de pelotas de baloncesto. No duda en cargar contra lo políticamente correcto o la corrupción política. Y tiene el pellejo blindado contra los idiotas” - Gino Rospigliosi, en Quora.

“Al lector común (...) le debe de parecer Arturo Pérez-Reverte un escritor en extremo disperso. Alguien que salta de las guerras napoleónicas en 'El húsar' (...) al Siglo de Oro con las andanzas de un espadachín; que lo mismo recrea los narcocorridos mexicanos que el viaje de unos académicos ilustrados españoles a Francia para traer la Enciclopedia; que da vida tanto a un grafitero como a un espía franquista (...). Tal impresión a primera vista es errónea, y Pérez-Reverte resulta ese autor por completo coherente y hasta unitario (...). Podría decirse que toda la obra del escritor conforma una narrativa de valores -los hay en los libros aludidos con intensidad y hasta vehemencia- incorporados sin impertinentes moralizaciones ni didactismos al vértigo de sucesos y anécdotas de una prosa de acción y aventuras” - Santos Sanz Villanueva, 'El Cultural'.

https://www.infobae.com/leamos/2022/11/28/arturo-perez-reverte-llega-a-los-setenta-y-un-anos-esto-es-lo-que-piensan-sus-lectores/

25 noviembre 2022

'Revolución': El hombre que mira

Rogorn Moradan - zendalibros.com - 25/11/2022

«A veces los de abajo me caen mejor que los de arriba», dice el joven ingeniero español Martín Garret a Pancho Villa un día de 1911 en Ciudad Juárez. «¿Solo a veces?», le responde el histórico líder revolucionario. «A menudo», corrige Martín. «Ahí lo dijo derecho, amiguito», aprueba Villa, complacido.

Durante toda su carrera como reportero de guerra, Arturo Pérez-Reverte siempre encontró más tiempo para reflejar en sus artículos las palabras de soldados u oficiales de menor graduación que las de grandes mandatarios, y no porque acceder a estos fuera más difícil (de hecho, a menudo, sus ganas de salir en los papeles lo habría puesto fácil), sino porque son los que cuentan la verdad de lo que pasa sobre el terreno. Y por ahí precisamente es por donde Garret («¿qué hago yo aquí, si soy de Linares?», llegará a preguntarse alguna vez) se ve atrapado en la Revolución Mexicana de principios del siglo XX. Desocupado porque los alborotos han cerrado las minas donde trabaja, empieza a oír tiros, se asoma a ver qué pasa (con la curiosidad y la ignorante osadía de sus 24 años de edad) y cuando un espabilado mayor de brigada se da cuenta de que sus conocimientos sobre explosivos pueden resultar útiles a los rebeldes, ya no queda marcha atrás. Se confesará «horrorizado y excitado» al mismo tiempo, sí, pero a la vez impelido sin remedio a seguir adelante. Además, dicen los pinches güeros de la Unión Americana que en las catástrofes hay dos tipos de personas: las que corren de ellas y las que corren hacia ellas. Martín, atraído hacia lo segundo, empieza a averiguar tantas cosas sobre sí mismo, cuanto más se ve sumergido en ellas, que precisamente por eso mismo la fascinación aumenta. El propio Pérez-Reverte dice siempre que las guerras (que por otra parte odia, en contra de las caricaturas que a veces lo pintan al revés) es donde se ve cómo es cada uno, y que son algo que aumenta y saca a la superficie lo que cada uno lleva dentro: generosidad, cobardía, valentía, egoísmo, afán de medro… Como la vida «normal», pero multiplicado. «La balacera lo pone caliente», le llegará a decir Villa.

En su recorrido por México durante los años siguientes, Martín pasará por su «viaje del héroe», o su camino de Bildungsroman, o cualquier otra forma literaria que se prefiera usar para calificarlo, intensificando ese nuevo conocimiento de sí mismo con el de varios hombres y mujeres. Entre los primeros hay más revolucionarios, algunos más de fiar que otros, y varios personajes de más alcurnia, a los que tiene acceso debido a sus conexiones como ingeniero, la mayoría de ellos buscando ver cómo pueden sacarle partido a sus relaciones con este peculiar protagonista, fiable en lo profesional y a la vez con las agallas para pasearse por el lado más peligroso de la vida sin tener por qué. Porque por mucho que Martín responda a las preguntas sobre qué pinta allí con un lacónico «no tengo otro sitio donde ir», se le recuerda en varias ocasiones que cuando quiera puede comprar un billete de tren para salir del país, y el mismo Villa incluso le llega a decir que «hay toda una España para recibirlo, si quiere». Quienes realmente no tienen otro sitio donde ir son los mexicanos que llevan generaciones sufriendo hambre, penurias, violencia y maltrato, incluso siglos después de que ya no los gobernaran ni mayas ni aztecas ni españoles.

Y entre las segundas, tres mujeres en concreto. Una es Maclovia Ángeles, la soldadera que sigue fiel a su marido revolucionario de batalla en batalla. Indígena pura, taciturna, hacendosa, seria, cargada como una mula y siempre lista con unas tortillas de maíz con carne y trocitos de papa, es objeto de fascinación para Martín, principalmente por poder conocer a través de ella una parte de la experiencia humana que nunca se habría imaginado. Otra es Yunuen Laredo, lo opuesto en la escala social: una hermosa joven de ascendencia mixta, de rasgos indios pero ojos azul cuarzo, posiblemente resultado de algo como lo que ocurrió en otro relato de Pérez-Reverte, ambientado durante la época de Hernán Cortés y titulado, precisamente, Ojos azules. Aparte de encarnar, en opinión de Martín, al propio México, Yunuen también representa el mundo por el que Martín debería estar moviéndose de no ser por la revolución (recogiendo lo que dijimos al principio, Martín lo matiza más tarde diciendo que él pertenece «a los del medio, pero viniendo de abajo», en concreto viniendo de familia de mineros silicosos en La Unión, entre otros sitios). Las experiencias por las que pasa el joven le dan un aire de peligro excitante que atrae cierta atención entre la gente de alto copete, tanto masculina como femenina, que lo hacen descollar entre los demás gallos del corral, aunque si eso llevará a considerarlo o no un buen partido, eso ya es otra conversación. Y por último está Diana Palmer, una periodista estadounidense, con el nombre de la novia del Hombre Enmascarado (el primer «amor de cómic» de Pérez-Reverte), con el aspecto de toque masculino ya habitual en las novelas del cartagenero, y con el tono de arrestos de pioneras clásicas de aquella época como Nellie Bly. Esta será la más difícil de aquilatar por parte de Martín, ya que a veces sus encuentros son más bien desencuentros, pero todas ellas contribuyen, desde el punto de vista de él, a darle una visión de las cosas desde miradas diferentes. Y se vuelve así a confirmar la gran importancia que Pérez-Reverte da a sus personajes femeninos.

Famosos son también en las novelas de Pérez-Reverte sus «héroes cansados», con mucha experiencia vivida y muchas ideas de juventud ya descartadas o reformadas. Garret representa, en este caso, el principio del viaje, el joven que se es antes de cansarse. El propio autor ha dicho que sí le ha prestado varios detalles de su propia biografía o, más bien, el tono de cómo se pasa de saber poca cosa a saber que poco se sigue sabiendo todavía (pero al menos más que antes). Sin embargo, no ha de confundirse esto con una autobiografía camuflada, y mucho menos una «autoficción». Estos toques pueden ir desde un detalle extraordinariamente específico, como pensar en que tu frente se va a chocar contra la pared si te colocan cara a ella para dispararte (Nicaragua, 1978), pasando por la revelación de ver a aguerridos guerreros, salvadores de tu vida, convertirse en violadores y asesinos en el mismo día unas pocas horas más tarde (Eritrea, 1977), hasta llegar a grandes ideas universales como la pasar por «un aprendizaje valioso para quien de un modo u otro, sin engañarse a sí mismo y dispuesto a pagar el precio, fuese capaz de advertir las líneas y curvas, ángulos y azares sujetos a reglas implacables bajo la bóveda fría de un cielo sin dioses». Para más detalles, véase El pintor de batallas.

Pérez-Reverte ya había usado México como lugar de inicio de una novela anterior, La Reina del Sur (cuya tercera temporada «oficial» en versión de telenovela, con Kate del Castillo aún al frente, se ha estrenado, por cierto, este mismo mes), y siempre ha dicho que si fuera mexicano nunca se le acabarían las ideas para novelas. También ha mostrado siempre un gran interés por el habla de la calle, desde la germanía del siglo XVII para la saga Alatriste (a la que incluso dedicó su discurso de entrada en la RAE) hasta lo más cheli del Madrid de los 90, que llevaba a la radio en el premiado programa La ley de la calle, pasando por la increíble creatividad del lenguaje mexicano. Y por mucho que se disfrute que la trama esté bien trabada, con batallas y misterios expertamente repartidos por las casi 500 páginas de Revolución, va a ser difícil, creo yo, que la parte favorita del libro, para casi todos los lectores, no sean las frases hechas, los refranes y las impagables réplicas de muchos de los personajes locales, entre ellos principalmente el simpar Genovevo Garza, a quien, lisa y llanamente, se echa de menos siempre que no está en escena. Garza tiene el grado de mayor en una brigada de revolucionarios, cuya viva imagen representa: valiente, bigotudo, canana doble cruzada al pecho, con su soldadera, Maclovia, siempre detrás de él con un plato listo de tacos de cecina y frijoles. «Los que quieran juntársenos pa pelear contra quienes exploten y humillan al pueblo, vengan a este lado». Y si disparar sus armas no se le da mal, sus balas verbales no le van a la zaga, con un arsenal inagotable de «dijendas», como las llamaría Ramón J. Sender. La favorita de Pérez-Reverte parece ser «aquí van a faltar sombreros», cuando se alude a una más que posible serie de muertes cercanas, pero también sobresalen muchas más. Su apellido es homenaje a Alejo Garza, otro mexicano, de cien años más tarde, cuya historia de hombre de hígados merece leerse entera sin necesidad de resúmenes.

Decir que el lugar donde ocurre una historia es un personaje más de ella es uno de los grandes topicazos al comentarlas, pero aquí sí que se llega hasta el punto de incluir el tema de qué es México y cómo definirlo en muchas conversaciones. Es un sitio donde Garza dice que «sólo mama el que tiene chiche, y los dueños son sanguijuelas». Diana Palmer, cuyo oficio es precisamente contar las cosas claras, llama a todo el país «bárbaro» y «tierra criminal y disparatada», ve «demasiada injusticia y hambre acumulada, demasiada desesperación», y por seguro que le parece un lugar que «no es un juego». A pesar de todo, de su boca sale una reflexión que comparte el propio autor: «Aquel país está maldito, y buena parte de la culpa la tenemos los norteamericanos». «No me gusta lo que los estadounidenses hacemos con México». Una serpiente de moqueta como Emilio Ulúa acude a que «en México se mata fácil» para complementar sus amenazas de salón, y Jacinto Córdova lo llama «singular, violento y raro». Raúl Madero lo considera «desgraciado» y «siempre enfermo de sí mismo». La propia Yunuen, desde su atalaya protegida, y por eso a la vez no libre de ataques, dice que «en México acabas por acostumbrarte a la violencia. Por encontrarla natural, como si formara parte del paisaje». «¿A quién puede gustarle este disparate?». Y su madre, doña Eulalia, señala que «la resignación en una mujer no depende de su posición social. Por desgracia, las mujeres en México lo sabemos bien». Martín, por su parte, reflexiona que México es un «perpetuo sobresalto» donde «las campesinas envejecían con rapidez», donde «nada acaba del todo, siempre vuelve a empezar» y que «es una buena escuela para alguien que mira». Al final, tras cada vez que se menciona al país, no hay otra manera de resumirlo que simplemente: «Esto es México».

«Claro que valió la pena», será el resumen final de Martín, hecho a la misma edad a la que Arturo Pérez-Reverte dejó de ser reportero de guerras y se puso a escribir novelas con lo que le habían dejado en la mochila y en la mirada.

https://www.zendalibros.com/revolucion-el-hombre-que-mira/

24 noviembre 2022

"El mundo occidental está perdiendo las bases culturales de las cuales proviene"

Entrevista de Laura Ventura - lanacion.com.ar - 24/11/2022

“Siento curiosidad, nunca he visto una revolución”, dice Martín Garret Ortiz en 1911 en México, y se lanza a esta experiencia transformadora. Pólvora y polvo, cartuchos, sombreros charros, huaraches yaquis –una forma de tortura que consiste en rebanar las plantas de los pies al enemigo– y cigarros recorren la última aventura de Arturo Pérez-Reverte (España, 1951). 'Revolución' (Alfaguara) es una novela de formación, la historia de un joven un ingeniero de minas español que se suma al estado mayor de Pancho Villa. “La guerra, había aprendido, se componía de partes iguales de espera e ignorancia. Ibas de acá para allá privado de una visión de conjunto, obedeciendo órdenes sin saber realmente qué ocurría, hasta que tocaba entrar en fuego; y aun entonces solo era posible percibir lo que estaba a la vista”, dice el narrador de 'Revolución', próximo a las experiencias que el propio Pérez-Reverte vivió en carne y hueso, curtido corresponsal de guerra en una treintena de conflictos bélicos.

Existe un fiel y vibrante romance entre el mundo audiovisual y las narraciones de Pérez-Reverte. 'El italiano', su novela anterior, se convertirá en serie de TV y se estrenó en España la adaptación de 'La piel del tambor', convertida en película. Además, la saga del capitán Alatriste (llevada al cine y a la TV), 'La novena puerta', con Johnny Depp, 'La tabla de Flandes', 'El maestro de esgrima' y 'La Reina del Sur' son también algunas de las adaptaciones audiovisuales de historias de Pérez-Reverte, quien no teme pensar ni decir –la cultura de la ultracorrección lo ha tenido siempre sin cuidado–que el futuro de la narración se encuentra en los videojuegos y en la TV.

–Martín Garret, un extranjero, se suma a un proyecto, que es la Revolución Mexicana. Lo hace por curiosidad, mientras es testigo de la lucha de este sector, pero también de su crueldad. ¿Cuándo decidió crear este personaje desde esta perspectiva?

–Esta historia me acompaña desde niño por razones familiares, pero nunca había escrito sobre ella. Un día lo tuve más claro: vi una historia de aprendizaje sobre un hombre joven, un técnico, no un romántico, por eso elegí que fuera ingeniero, un hombre frío, un testigo ecuánime que descubre que la violencia, la guerra y la revolución tienen lecciones de vida muy importantes. Es un hombre que mira. Le traspasé cierta forma mía de mirar el mundo cuando tenía esa edad. La novela es un artefacto narrativo y en este caso presiento que sí le di algunas dosis de memoria personal.

–¿Cuál es su vínculo familiar con la Revolución Mexicana?

–Uno de mis bisabuelos era ingeniero de minas. Su mejor amigo fue a México a trabajar en la época de la Revolución y le mandaba cartas a mi bisabuelo donde le contaba de Pancho Villa, de Zapata. Esas referencias fueron continuas y me quedó un interés durante mi vida que fui engrosando con libros.

–“Pocos revolucionarios siguen siéndolo cundo alcanzan el poder”, dice un personaje. Si la revolución se prolonga en el tiempo, una vez que ha conquistado el poder, ¿piensa que sigue siendo revolución o pierde su esencia?

–No es que lo piense, es que tengo la autoridad del testigo. He visto varias revoluciones en las que participé como testigo de primera fila, soy lector de historia y he visto que todas terminan igual. Pueden pasar dos cosas: cuando termina la revolución, el que no la ha hecho dice: “Vale, bien, de acuerdo, ahora apártate para que pueda yo gestionarlo”, esto es lo más frecuente; o también sucede que el que consigue llegar arriba se olvide de los que están abajo. La guerra en Nicaragua fue una revolución muy dura, conocí a los sandinistas, vi morir y luchar a muchos chicos, vi el horror… para que ahora Daniel Ortega mantenga su poder en Nicaragua. Otro ejemplo es el de Cuba. Me quedó un cierto saludable escepticismo respecto a las revoluciones o a su final, pero eso no significa que no piense que las revoluciones son necesarias, que el hombre debe luchar aunque sepa que va a fracasar.

–En la novela aparece la figura del cacique o del caudillo. Cambian sus rostros, pero este rol persiste en distintas partes y sociedades. ¿Por qué?

–En todos los lugares y momentos del mundo hay líderes, personalidades que la vida o ellos mismos se ponen ellos a la cabeza de movimientos determinados porque no todos tienen el mismo nivel de imaginación, ni creatividad, ni el mismo coraje, ni inteligencia o la misma suerte. He visto a gente con este carisma lograr que otros hicieran cosas inauditas porque se los admiraba o se los respetaba. Una novela mía, 'Sidi' [inspirada en el Cid Campeador], intenta explicar cómo un hombre logra que otros lo sigan en el destierro, en la guerra y en la muerte. Esa novela se utiliza en las escuelas de negocios porque dicen que es una lección sobre liderazgo. Había dos personalidades atrayentes para mí, narrativamente, en esta novela: Pancho Villa y Emiliano Zapata. Quería que uno de ellos fuese amigo de mi personaje. La disyuntiva era que Zapata era el indio del sur, triste, sombrío, desconfiado y culto. Era muy raro y poco creíble que Martín Garret se hiciese amigo de él, pero Pancho Villa, era el norteño violento, fanfarrón, mujeriego, generoso, pasional. He tenido amigos como él. Lo elegí, pero no oculto su parte oscura.

–Aparece en 'Revolución' un personaje poco mencionado –es cierto que Elena Poniatowska escribió 'Las soldaderas'– de la historia de la Revolución mexicana: las mujeres de los soldados que se encargaban tanto de cocinar como de combatir. ¿Cuán importante fue la labor de estas mujeres?

–Sí, he leído el libro de Poniatowska. La figura de la soldadera ha sido romantizada por las canciones y el folklore. Hay dos películas muy interesantes con visiones opuestas: una es 'Enamorada', protagonizada por María Félix, en la cual una joven de buena familia, por amor, acompaña a su hombre a la guerra. La película, bellísima, es una verdadera gilipollez, porque no tiene nada que ver con la realidad. La otra se llama 'La soldadera', con Silvia Pinal, que sí muestra lo oscuro, triste y sombrío. Las mujeres fueron víctimas: eran mulas de carga que iban siguiendo a los hombres con los niños, con la comida, maltratadas y cuando al hombre lo mataban quedaban indefensas. Fue una verdadera pesadilla.

–Hay en la novela una corresponsal de guerra, Diana Palmer, que enfrenta todas las complicaciones de esta labor a principios del siglo XX. ¿Ha seguido alguna cobertura o labor periodística en la guerra en Ucrania? ¿En qué ha cambiado esta tarea desde su época como corresponsal?

–Cubría guerras de otra manera, y eso no significa que fuera ni mejor ni peor, sin el despliegue tecnológico que hoy permite ver las imágenes de una guerra casi en directo. El conflicto de Ucrania actual no se parece a los que yo cubrí en cuanto a cobertura; sí se parece en cuanto a reglas generales: el ser humano es siempre el mismo animal peligroso, desde Troya hasta Kiev.

–'Revolución' es una novela cinematográfica, y no lo digo solo por la acción y el viaje que emprendemos junto a Martín Garret, sino también por la cantidad de diálogos con la que construye la trama, casi un guion.

–El diálogo era importante por muchas razones. No soy un creador exquisito, soy un tipo que cuenta historias con la mayor eficacia que puede. Mi misión es que el lector vea la novela desde dentro y no desde fuera. He decidido con el tiempo describir cada vez menos el estado de ánimo y hacer que el lector lo recoja en el diálogo porque agiliza a la novela, le da más vida y en este caso quería que el lector oyese hablar en mexicano porque es muy español muy potente.

–Imanol Arias, quien protagonizó 'Territorio comanche', donde interpreta a su propio alter ego durante la cobertura de la guerra en Bosnia, es la voz del audiolibro 'Revolución'. ¿Qué opinión le merece este formato? ¿Suma –no sé si llamarlos así– lectores?

–Sí, son lectores. Como escritor, para mí lo ideal es el libro en papel, pero también es verdad que comprendo que los formatos cambian. Hay situaciones en las cuales el libro no llega o no es posible manejarlo y entonces el audiolibro o incluso el cine o la televisión son maneras de llegar a públicos a los que el libro no llegaría. Lo que importa es la historia; el formato es secundario.

–Las series o las plataformas de "streaming" han ingresado en nuestras vidas. No tiene prurito en decir que es un gran espectador de series. ¿Reemplazaron las series al antiguo folletín?

–Sí, las series de televisión hoy son los folletines del siglo XXI. No es bueno ese concepto elitista de la narración que debe ser únicamente para gente culta y exquisita. Le pongo un ejemplo: si doña María que tiene cuatro hijos y por la mañana tiene que llevar los hijos al colegio, trabajar, hacer la comida, limpiar la casa porque su marido es un hijo de puta que pasa completamente de las labores domésticas… ¿Qué va a hacer doña María a la noche? ¿Leer a Proust? Eso es una gilipollez. ¡Bendito sea Dios que existe una teleserie que se llama 'Amor en verano' o 'Luz del amanecer' donde ella se puede imaginar, soñar o vivir vidas que no vivirá! Si yo fuera un joven escritor, me dedicaría más a escribir para la televisión o para videojuegos que para novelas. Allí está el futuro.

–¿Cuál es entonces el futuro de la novela?

–El mundo occidental, desde Chile hasta el Mediterráneo oriental, está perdiendo las bases culturales de las cuales provienen. Cada vez es más difícil que un joven interprete un comentario de Dante o un guiño de Cervantes porque les estamos privando a las jóvenes generaciones de la gran cultura. Esta gran educación siempre ha sido el arma moral, social y humanista de Occidente. El problema está en que no estamos educando a los que escribirán en el futuro para que mantengan el vínculo con Homero, Dante, Platón, Aristóteles, Cervantes, Montesquieu o Voltaire. Les estamos privando de argumentos. Los narradores del futuro lo harán sin el bagaje intelectual que sus antepasados tenían. Mi miedo es que el empobrecimiento de la educación actual genere narraciones más pobres y que el público tampoco sea capaz de reconocerlas. En este sentido sí soy un poco apocalíptico.

–Tiene una presencia destacada en Twitter y sus comentarios suelen generar polémica. ¿Cómo se lleva con esa repercusión?

–¡Qué divertido! Las redes son una herramienta muy interesante. Me la paso muy bien. Yo meto un tuit y me quedo mirando. No debato ni discuto con la gente. A veces voy provocando, es verdad, y aprendo mucho viendo cómo la gente reacciona. Es una herramienta muy potente muy interesante por el ritmo de difusión y porque permite para observar la condición humana. Pero ni mi vida, ni mis sentimientos, ni mi tranquilidad dependen de Twitter.

–Pareciera no temer a la cancelación. Hay un caso reciente de dos escritoras [Mariana Enríquez y Carolina Sanin] que fueron insultadas y canceladas en Twitter.

–Muchos amigos se han ido de Twitter por este motivo, pero yo digo, “¿Qué más te da?”. Que un analfabeto o analfabeta que firma “Nick Pérez” o “Morgana de Noche” te quite el sueño o vida, no te lo tomes como cosa personal. Lo que le importa a un autor son sus lectores, que se lo conozca por sus libros o artículos. ¿Usted piensa que a mis 71 años me va quitar el sueño lo que escriban en Twitter? Mis lectores me conocen de sobra y eso me da una tranquilidad, una libertad, una independencia que a lo mejor otros con menos suerte no tienen. Entiendo que a un joven escritor le afecte porque pueden hacerle políticas de acoso que sí le perjudicarían.

–¿Cómo analiza este momento de la llamada era la ultracorrección potenciada por las redes sociales?

–El problema no es Twitter, sino la gente que actúa en Twitter. El estúpido puritanismo anglosajón norteamericano que hemos importado en todo el mundo sin cuestionar, esa maniquea forma de mirar el mundo, estúpida y simplona como son ellos, hace que hayamos sustituido en la sociedad occidental, antaño culta e inteligente, la palabra humanismo por humanitarismo. Ahora no tenemos razones; tenemos sentimientos. Nos realizamos sintiendo: “Siento que los animales son buenos”, “Siento que a las focas hay que salvarlas”, “Siento que la mujer tal”… Lo que usted siente me importa un carajo. Lo que me importa es que usted me lo razone, que usted se apoye en Aristóteles, en Platón, en Dante, en Homero y lo razone. Ahora, basta con un clic para sentirme que ya he cumplido con la humanidad, que formo parte de la gran nación de la gente buena. Eso es muy peligroso porque excluye la razón y los sentimientos no valen para estas cosas. Twitter es una exposición de sentimientos, no de razones.

–Quisiera preguntarle por su amigo Javier Marías, recientemente fallecido. ¿Debería existir el Nobel póstumo?

–El Premio Nobel se ha convertido más en un ritual snob que en un premio real. Ya no se premia el mérito, sino el efecto social internacional. Pero es cierto que Javier Marías sí tendría que haber tenido el Premio Nobel, cuando aún era un premio prestigioso. Que Javier Marías haya muerto sin el Nobel es una vergüenza para el Nobel. Como amigo que soy, porque yo lo quería mucho y él a mí, pienso que es una vergüenza. Tampoco lo tuvo Borges.

–¿Cómo le gustaría que se la literatura recordara a Javier Marías?

–No se lo recordará y tampoco me recordarán a mí. El mundo corre demasiado de prisa. Le pongo un ejemplo: Osvaldo Soriano. Yo entendí la Argentina a través de Soriano. Nunca lo conocí en persona, hablábamos por teléfono. Recuerdo su tristeza porque lo ninguneaban, los que no eran los nombres más destacados por los suplementos literarios, esos que no vendían un puto libro, lo despreciaban. No era reconocido por la élite literaria cultural argentina. Se ha hundido en la bruma del olvido. Cosa graciosa, algunos que lo despreciaban, después prologaron su obra completa. Cuando un autor muere, sus libros van poco a poco desapareciendo de las librerías. Ojalá no sea así con Javier, el último de los grandes clásicos. Soy muy escéptico de los recuerdos póstumos y ojalá me equivoque.

23 noviembre 2022

¿Arturo Pérez-Reverte “spoileó” a Banksy? Las curiosas coincidencias entre sus libros y el último mensaje del grafitero más famoso

Alejo Santander - infobae.com - 23/11/2022

En los últimos días las redes de Banksy, el grafitero más famoso del mundo, volvieron a activarse. Lo hacen intermitentemente y se convirtieron en la forma de confirmar que en algún rincón del mundo el artista volvió a dejar una obra. Este noviembre Banksy compartió un video en el que se lo ve trabajar en piezas que instaló entre los escombros de la ciudad de Horenka, en Ucrania, en plena guerra con Rusia. Pero a poco de esa publicación, otra sorprendió a sus casi 12 millones de seguidores. Banksy publicó la foto de un local de ropa de la marca Guess sobre la calle Regent, en Londres, donde una vidriera exhibe modelos de camperas y remeras con sus diseños. Al post, el artista sumó este mensaje: “Atención a todos los ladrones de tiendas. Por favor, vayan a Guess en la calle Regent. Se ayudaron a ellos mismos usando muchas de mis obras sin preguntar. ¿Cómo puede estar mal que ustedes hagan lo mismo con su ropa?”.

Es la primera vez que el inglés insta a una acción a sus "followers". Pero no es la primera vez que “el grafitero más famoso del mundo” envía un mensaje a través de Internet, sugiriendo una “misión” para que sus seguidores salgan a la calle. Arturo Pérez-Reverte ya lo había imaginado y escrito en 'El francotirador paciente' (Alfaguara), en 2013. En la novela, el personaje Sniper, según el propio Pérez-Reverte “el artista más famoso y más buscado del arte urbano, a medio camino entre Banksy y Salman Rushdie”, pone retos a sus seguidores, con mensajes que va dejando en el mundo virtual. Así, los saca a la calle a cumplir con distintos objetivos:

“Una forma de resumirlo, concluí. Acontecimientos en toda regla que trascendían los límites del simple grafiti y y lanzaban a la calle, de forma automática, a una legión de chicos jóvenes y otros que no lo eran tanto, con aerosoles y rotuladores en las mochilas, dispuestos a quemar a toda costa el objetivo u objetivos, por difíciles que fuesen. Era precisamente el grado extremo de dificultad, o de riesgo, lo que convertía cada idea lanzada -Internet, pintadas callejeras, mensajes de móviles y boca a boca- en un acontecimiento que movilizaba a la comunidad internacional de escritores de paredes y ponía en estado de alerta a las autoridades”, escribe el español en su novela de 2013.

Durante una de esas pruebas lanzadas por el grafitero, un joven español, Daniel, muere al intentar escribir “Holden”, su "tag" (pseudónimo con el que firman los grafiteros), en lo alto de un edificio. A partir de eso, la periodista Alejandra Varela, una de las protagonistas de la historia, es contratada para buscar a Sniper, en un viaje que la llevará tras su rastro de pintura a lo largo de distintos países y que asoma en esta conversación, parte de 'El francotirador paciente':

—(…) De pronto se corría la voz: “Sniper propone la curva del kilómetro tal de la R-4, o el túnel de El Pardo, o la Torre Picasso”… Y allá íbamos como soldados. Los que se atrevían, claro. A merodear e intentarlo, por o menos. A comprobar quién le echaba huevos. Solían ser sitios peligrosos, por lo general. Cualquiera podría haberlo hecho, si no. Eso nos picaba, claro. A Dani, a mí. A todos.

—¿Y él?… ¿No aparecía por allí?

—Nunca. No tenía nada que demostrar, ¿comprendes?…. Lo había hecho todo, ya. O casi. Lo máximo. Ahora actúa muy de tarde en tarde. Sólo cosas especiales, que hacen flipar. A veces anda jodiendo en museos y sitios así. El resto del tiempo está callado, a lo suyo. Sin comerte la oreja. Y de pronto suelta ideas.

Aunque todo indica que Pérez-Reverte se inspiró en Banksy para crear a Sniper, el autor español hace que el artista británico de carne y hueso y el que él inventó en la ficción sean contemporáneos y hasta menciona al inglés en algunos pasajes. Son los dos parte de un multiverso literario. Comparten sin embargo la filosofía, el estilo, el anonimato y hasta sus primeras obras datan de las mismas fechas (mediados de los 70′s y 80′s). No es difícil descubrir que el Sniper del libro es el Banksy del mundo real. Todo lo que genera Sniper en la historia, en los otros grafiteros, esa mezcla de admiración, fascinación y en muchos casos justificación, recuerda a debates que se volvieron muy comunes en los últimos años alrededor del oriundo de Bristol (de los pocos datos que se conocen de Banksy); la superestrella indiscutida del arte urbano. Uno de esos ejemplos es esta charla entre la periodista Varela y un grafitero, SO4, tras la muerte de Daniel (Holden) y de otros grafiteros, mientras intentaban cumplir con las “misiones” de Sniper:

—Nadie puede cargarle a Sniper la responsabilidad—dijo SO4—él sólo da ideas. Y cada quien es cada cual.

—¿Y qué opinas de él?… Al fin y al cabo murió tu compañero. Tu amigo.

—Lo de Dani no fue culpa de Sniper. Acusarlo es no entender el tema.

—Es triste, ¿no te parece?… Que se matara en una intervención sobre el edificio de la fundación que preside su padre.

—Es que ése era el punto, precisamente. Su motivo para hacerlo. Por eso no me dejó ir con él.

—¿Y qué se cuenta entre los escritores? ¿Dónde crees que Sniper se esconde ahora?

—Ni idea— de nuevo me observaba receloso—. Nunca da pistas sobre eso.

—Aún así, sigue siendo un superlíder.

—Él no quiere liderar una mierda. Sólo actúa.

Tras decir eso permaneció un momento callado, muy serio, contemplando sus zapatillas salpicadas de pintura. Al cabo movió la cabeza.

—Esté donde esté, escondido o no, sigue siendo un crack. Pocos le han visto la cara, nunca lo pillaron con una lata en la mano… Venían de fuera, los guiris, a fotografiar sus cosas antes de que las tacharan o quitaran de allí. Llegó un momento en que casi dejó de actuar en paredes, pero lo poco suyo que quedaba no lo tocaba ni Dios. Nadie se atrevía. Hasta que el ayuntamiento decidió, por presiones de críticos de arte, galeristas y esa gente que se embolsa los cheques, declararlas de interés cultural, o algo parecido.

Es por eso que el mensaje en la última publicación del inglés, hablándoles a sus seguidores, recuerda al Sniper de Pérez Reverte. Pero Banksy es humano. Algunas publicaciones aseguran que la marca de ropa Guess reforzó las medidas de seguridad en la tienda de Regent Street. Otros lo creen una estrategia de marketing de la que el artista es parte.

Desde hace tiempo distintas franquicias buscan hacerse de Banksy o, en su defecto, de su poder creativo. Pero es verdad que hacerlo deliberada y explícitamente traería una catarata de críticas contra él. Es que en parte es justamente reconocido por sus trabajos contra la sociedad de consumo, la propia industria del arte y el dinero que se invierte desmesuradamente en eso. En el año 2012 el grafitero estadounidense Kidult pintó con letras rojas la palabra “ART” (arte) en el frente de la tienda que el diseñador Marc Jacobs tiene ubicada en el exclusivo barrio del SoHo neoyorquino. La respuesta de la marca fue una edición limitada de remeras con la imagen del local intervenido por el artista y la leyenda “Art by Art Jacobs”. Se vendieron a 686 dólares cada una y hay fuentes aseguran que fue ese el costo de volver a pintar la fachada. La historia siguió, pero lo que importa es que después de la ¿crítica? de Kidult, la marca estuvo en boca de todos.

Un año después el propio Banksy fue protagonista de una sucesión de hechos, al menos, llamativos. En febrero de 2013 parte de una pared en la que había una obra del artista que se llamó "Slave Labour" desapareció en plena calle. En una ciudad vigilada y monitoreada como Londres, alguien logró picar el muro sobre la avenida Whymark, al norte de la capital inglesa, y fugarse con la pieza. La obra había sido pintada por el artista apenas un año atrás para el “Queen's Jubilee”, y mostraba una crítica al trabajo esclavo infantil en la que se veía a un niño coser banderas británicas en un cordel, una referencia a las típicas guirnaldas que para esa fecha decoran las calles londinenses. Su extraña desaparición no fue menos extraña que su aparición unos meses más tarde, en Miami, Estados Unidos, siendo subastada en Ebay. Tras conocerse la noticia activistas ingleses reclamaron que la pared volviera a su país y llegaron a manifestarse con pancartas y mensajes en los que se leía “Devuelvan nuestro Banksy”. Lograron su objetivo, pero el final de la historia no fue del todo feliz. El muro no regresó a la pared en avenida Whymark, sino que fue subastado con una base de 900.000 libras en Inglaterra. Si alguien como Banksy quisiera poner precio a una de sus obras sin dañar su imagen, podría pensarse que fue una estrategia conveniente. Pero como muchas cosas sobre él, estas son especulaciones.

En este punto el llamado a la acción luego de que la tienda Guess le dedicara una vidriera entera (¿sin su permiso?) vuelve a llenarse de interrogantes y recuerda a los mensajes de Sniper en la novela de Pérez-Reverte. A ese pedido desde las sombras, a esa misión coordinada desde el anonimato por el grafitero más buscado. En todo caso, que el arte se vende no es novedad. Un cartel se repite a lo largo de museos y galerías alrededor del mundo, una misma leyenda que el propio Banksy eligió para dar nombre a su primer documental en 2010: “La salida es por la tienda de regalos”.

https://www.infobae.com/leamos/2022/11/23/arturo-perez-reverte-spoileo-a-banksy-las-curiosas-coincidencias-entre-sus-libros-y-el-ultimo-mensaje-del-grafitero-mas-famoso/

18 noviembre 2022

“Para mí fue fascinante el descubrimiento de las personas en la guerra”

Entrevista de Pablo Retamal - latercera.com - 18/11/2022

El escritor y periodista español presenta su nueva novela, 'Revolución', ambientada en los agitados días de la Revolución Mexicana. En ella narra los hechos a través de un joven ingeniero de minas hispano. Acá se explaya sobre la novela, su propia experiencia cubriendo guerras y cuánto de eso lo llevó a la ficción.

Al estilo del viejo oeste, un grupo de revolucionarios maderistas logra destrozar con dinamita la bóveda del banco de Ciudad Juárez, en 1911. Con ello esperaban obtener financiamiento para proseguir las actividades revolucionarias en un México agitado. Eran los días en que las fuerzas de Francisco Madero bregaban por derrocar al régimen del general Porfirio Díaz que ya contaba 35 años. Para volar la bóveda, los revolucionarios cuentan con la ayuda de un joven ingeniero en minas español, Martín Garret. Así comienza la trama de 'Revolución', publicada por Alfaguara, una novela histórica ambientada en los años de la Revolución Mexicana. 

Su autor es el periodista y escritor español Arturo Pérez-Reverte. Antiguo corresponsal de guerra, y usuario activo de Twitter, Pérez-Reverte fue testigo de 18 conflictos armados en diferentes lugares del mundo: Chipre, Líbano, Eritrea, el Sáhara, las Malvinas, El Salvador, Nicaragua, Chad, Libia, Sudán, Mozambique, Angola, el golfo Pérsico, Croacia, Bosnia... Esa pulsión la ha llevado a sus novelas de aventuras y de acción, deudoras de la narrativa del XIX, como si fuera un Joseph Conrad o un Emilio Salgari de nuestros tiempos. De hecho, 'Revolución' sucede a 'El italiano' (2021), inspirada en los buzos de combate italianos que lucharon durante la Segunda Guerra Mundial. Pérez-Reverte confiesa que la historia le llevaba mucho tiempo rondando en su cabeza. “Yo soy un escritor profesional, soy un tío que cuenta historias. Y esta es una historia más de las que uno pretende contar. Yo soy feliz escribiendo, imaginando. Esta llevaba conmigo mucho tiempo y le ha tocado ya salir”, comenta al teléfono con 'Culto' desde España.

—¿Qué le gusta de la Revolución Mexicana?

—Fue la primera gran revolución del siglo XX, que fue un siglo de revoluciones y de grandes cambios políticos y sociales. Como acontecimiento histórico es fascinante. Es una revolución con mucha violencia, con muchos personajes absolutamente interesantes, y creí que era un buen escenario para contar mi historia. Una novela es un artefacto en donde uno busca las herramientas para contar al personaje, el punto de vista, la situación, el lugar. Y bueno, creo que ese era un buen marco para la historia que yo quería contar, que es una historia de aprendizaje y de iniciación. Un joven que descubre la vida a través de la revolución y la guerra.

—¿Por qué el personaje central es un ingeniero de minas español y no un soldado mexicano?

—Yo soy español. Me resultaba más fácil ver la novela como español que como mexicano, porque quería un testigo exterior, no quería a alguien implicado directamente en el conflicto. Alguien que mira con la ecuanimidad y con la frialdad técnica del observador. Garret es un ingeniero, un hombre profesionalmente frío, que descubre que a través de las personas que hacen la revolución va a aprender cosas importantes de la vida y sobre sí mismo. Es una especie de máster acelerado y violento de lo que es la vida

—En Twitter contó una anécdota sobre el robo de un banco en Etiopía en 1977, al que usted acompañó a los asaltantes, y que le sirvió para la escena de robo del banco de Ciudad Juárez. ¿Cómo fue ese robo?

—El 4 de abril de 1977, estando con la guerrilla en Eritrea, en el norte de Etiopía, asaltamos un banco. Yo iba como periodista, no asalté nada, era testigo. Asaltamos el Banco Comercial de Etiopía. Mataron a todo el mundo, volaron la caja y se llevaron el dinero. Yo fotografié el asalto, hice un reportaje del combate y todo aquello. Se publicó en el año 77 en el diario 'Pueblo', que era mi periódico por aquel entonces.

—¿Cuánto de sus vivencias le prestó a Martín Garret?

—Algunos recuerdos personales, sobre todo una forma de mirar. Yo fui a la guerra muy joven, con 22, 23 años. Para mí fue fascinante el descubrimiento no de la guerra, porque es horrible, sino de las personas en la guerra. Entonces descubrí que allí había mucho por aprender. Durante 20 años estuve observando. Yo era un hombre que miraba, contaba como reportero lo que veía, pero al mismo tiempo aprendía de eso. Eso me dio una manera de ver el mundo, una mirada, que es con la que ahora escribo novelas y las llevo a mis personajes.

—¿Y cuál fue ese primer conflicto que cubrió?

—La primera guerra de verdad con muertos y combates grandes en la calle fue la guerra de Chipre, en 1974. Yo había estado en el sur del Líbano, bajo bombardeos israelíes pero no había estado en combates callejeros.

—Entre los personajes aparece Pancho Villa. ¿Qué le llamó la atención de él?

—Yo tenía una doble opción. Podía elegir a Emiliano Zapata, que era el guerrillero del Sur, o bien a Pancho Villa, el guerrillero del Norte. Pero el sur me planteaba una serie de problemas narrativos. Zapata era un indio del sur triste, serio, un hombre culto, con lecturas, un hombre trágico. Era más triste como personaje, más sombrío, más dramático. Mientras que Villa era lo contrario: exultante, cruel, violento, hablador, fanfarrón, mujeriego. Como personalidad, era mucho más atractivo narrativamente. Por eso me fui al norte, con las canciones, con la frontera, con el río Bravo.

15 noviembre 2022

Exitazo de Pérez Reverte y Vigorra. Letras en Sevilla: Don Juan, ¿mito eterno?

María Fidalgo Casares - mundiario.com - 15/11/2022

Cuando se tiene el listón tan alto es difícil mantener el nivel, y debe reconocerse que, sin excepción, las siete convocatorias de Letras en Sevilla han dejado páginas de oro para la historia cultural de la ciudad.

Pérez Reverte y Jesús Vigorra, con la colaboración de la Fundación Cajasol, han vuelto a demostrar la eficacia de un formato que el público parece adorar: aforo competo, sillas suplementarias para cubrir parte de la demanda y decenas de interesados sin poder acceder al recinto. Incomprensiblemente, brillaban por su ausencia políticos o personalidades destacadas del mundo de la cultura andaluza. El quid: temas atractivos y variados, con memorables intervenciones de invitados VIP, aportaciones de conocidos y desconocidos, polémica, controversia y consenso, políticos, actores, eruditos... y una firme apuesta por la reivindicación de la buena literatura. Y sobre todo, una magnífica recepción por parte de la ciudadanía, que espera con ansia este evento. Para cada edición anual se elige un tema que es debatido desde distintos puntos de vista durante varias jornadas. Pero para "abrir boca" entre ediciones, Cajasol ofrece un interesante aperitivo cultural-literario para que la espera sea más llevadera. 

El mito de Don Juan fue el tema elegido para esta convocatoria. Lo que parecía un asunto especialmente polémico, ya que gravitaba sobre él este feminismo que nos inunda radicalizado in extremis, así como lo desfasado del estereotipo y lo políticamente correcto, se abordó de una forma serena. Quizás a excepción de algunas frases de Espido Freire y Fiorella Faltoyano, todo discurrió sin sobresaltos. 

Dos mujeres potentes y atractivas abrían las jornadas: Espido Freire, dulce pero siempre firme y contundente, atacó sin piedad al personaje de Don Juan, y la exitosa novelista Carmen Posadas matizó muy atinadamente entre otras consideraciones las diferencias entre Don Juan y Casanova. La parte más académica correspondió al erudito Luis Alberto de Cuenca, un escritor bastante más cercano tanto del mito como del amor de lo que pudiera esperarse, ya que es el autor de las frases paradigmáticas del depredador amoroso de la movida, “hola mi amor soy yo tu lobo”, frase inolvidable en la cultura de la Movida de los 80... Y en un ámbito más íntimo, no todos saben que uno de sus poemas, "El desayuno", es la poesía más leída en las bodas civiles españolas. De Cuenca, tras una disertación en la que los referentes literarios sobrevolaban en cada frase, rompía moldes en su comparecencia anunciando para el gran público algo que se debatía en el mundo académico y que ya es una realidad: el Don Juan de Tirso de Molina no es de Tirso. 'El burlador de Sevilla' se atribuye hoy a Andrés de Claramonte.

Por la tarde, la jornada fue mucho más lúdica y distendida, sobre todo por lo variopinto de los invitados, que “empataron” de una manera genial. Una Maribel Quiñones "Martirio" con sus gafas identitarias y que se marcó un "speech" inicial glorioso en la mejor línea del club de la comedia, salpicó de humor toda su intervención. Un Máximo Valverde que deslumbró por su apostura rozando los 80, demostrando que quien tuvo retuvo, y que con gracia y estilo siguió forjando la leyenda viva de un veterano Don Juan enamorando a muchas de las presentes, y una Fiorella Faltoyano guapa de pacto con el diablo y que acaba de terminar un libro de relatos, y que estuvo muy comedida hasta que soltó, como quien no quiere la cosa, ¡que los dos grandes donjuanes actuales eran Don Juan Carlos y Pablo Iglesias! Una afirmación final que descolocó a presentadores y asistentes y que dio uno de esos puntos habituales de las jornadas que siempre se comentan... 

Tres piezas de teatro de altura abrieron, cerraron y se intercalaron con la charla distendida y de las que el público disfrutó especialmente. La combinación de dramaturgia con tertulia fue todo un éxito, y unos sobresalientes actores José Manuel Seda, Irina Bravo y Emilio Buale -habitual de las ediciones-  emocionaron hasta el límite, demostrando este último una gran versatilidad. De la rendición del amor a la fanfarronería y la desesperación se asistió al disfrute de un artista de la escena de primer nivel.

Quizás se echó algo de menos una mayor intervención de Pérez-Reverte, el gran tirón de las jornadas y que siempre despierta expectación. Pero eso se espera para las jornadas del inicio de la primavera, en concreto para marzo, que cunden mucho más, ya que durarán varios días. Esta vez ni Vigorra ni Pérez-Reverte  avanzaron el tema que se va a desarrollar y no pusieron como en otras ocasiones “el caramelito en la boca”, con lo cual la espera es mas intrigante.

Visto el éxito, ¿sería posible exportar el formato a otra ciudad? Complicado, porque confluyen un conjunto de factores únicos: un patrocinador volcado, la Fundación Cajasol, un espacio con solera, gran aforo y empaque, el edificio de la Plaza de San Francisco, céntrico hasta la médula, el tirón de Pérez-Reverte, que no se prodiga en exceso en actos públicos, la coordinación suave y fluida de Vigorra, con esa voz cálida y envolvente que anima al disfrute, la participación habitual de invitados de Sevilla y su particular sentido del humor, y un público que se vuelca con esa pasión que los sevillanos exhiben como nadie en las cosas que les gustan. Pérez-Reverte, Vigorra y Cajasol han diseñado para Letras en Sevilla un formato de éxito, atractivo y con un tirón popular pocas veces visto en estas lides. Esperemos que cumplan la décima, la undécima y la vigésima edición de un producto único en su especie. ¿Cuál será el tema siguiente? Hagan apuestas, pero lo que estamos seguros es que no dejará a nadie indiferente.

https://www.mundiario.com/articulo/cultura/exitazo-perez-reverte-vigorra-letras-sevilla-don-juan-mito-eterno/20221115222438256455.html

14 noviembre 2022

Libros para vivir mejor

Eduardo Martínez Rico - eldiadigital.es - 14/11/2022

Estoy leyendo la nueva novela de Pérez-Reverte, 'Revolución' (Alfaguara), y trato de reflexionar sobre ella y, de algún modo también, sobre el resto de sus libros. ¿Cómo es 'Revolución'? Hasta donde he leído la encuentro divertida, cuidada hasta el detalle, de muy buena factura, como son siempre sus novelas. Pérez-Reverte dice que él no hace novelas históricas, pero cuando leo 'Revolución' a menudo pienso que me encuentro  ante una novela histórica.

¿Qué tiene de novedad respecto a otros libros suyos? Añade a las habituales aportaciones de las novelas de Pérez-Reverte, sobre todo narrativas y de documentación, el trabajo, el gran trabajo, con la lengua mexicana, aunque ya había mucho mexicano en 'La Reina del Sur'. Los mexicanos de esta 'Revolución' hablan efectivamente como mexicanos, hablan mexicano. Pérez-Reverte tiene un gran oído para la lengua y sin duda, por el contacto que ha tenido con mexicanos y por libros que ha leído, sabe plasmar perfectamente la lengua. Éste es uno de los grandes aciertos del libro, pero hay otros. 

Por otra parte, 'Revolución' me ha llevado a 'Gringo viejo', de Carlos Fuentes, película y novela, maravillosas ambas. Recuerdo que tardé en entender esta película, y he tardado también en entender, entrar en el libro. Pero ha merecido la pena el tiempo y el esfuerzo. Esta pequeña circunstancia también se la tengo que agradecer a Pérez-Reverte y su 'Revolución', así como el recuerdo de 'Los de abajo', de Mariano de Azuela, que leí en la carrera y me gustó mucho. También acudiré estos días a ella. Este libro, 'Gringo viejo', me suscita una reflexión que me gustaría que tuviera cierta profundidad, aunque luego se reflejara en mi artículo de forma más ligera. 

Sería una reflexión sobre las películas y las novelas basadas en la novela. ¿Qué da el libro a la película, y qué da la película al libro? Además, Pérez-Reverte es muy cinematográfico, como escritor y como gran aficionado al cine. Son tantas las películas basadas en libros, y tantas las buenas películas basadas en libros, que no podemos hacer sino una relación muy fuerte entre unas y otras. ¿Por qué esta “dependencia” entre la literatura y el cine? Nos encontramos ante historias, narraciones, distintas formas de contar pero con la misma sustancia. La película traslada a su lenguaje la historia de los libros, de las novelas. El cine necesita mucho a la literatura, y el cine se ha convertido a su vez en una de las grandes influencias de la literatura. Este tema del cine y de la literatura siempre, que yo recuerde, ha sido muy importante. Recuerdo bien un ciclo de mesas redondas sobre cine y literatura cuando estaba empezando la carrera de Filología Hispánica. Ese tema ya era entonces tan jugoso como el de periodismo y literatura, tema sobre el que por cierto había otro curso, que también hice.

La película de 'Gringo viejo' es un filme para ver una y otra vez a lo largo de la vida. Por lo que he visto hasta ahora en la novela la película es fiel al libro, siendo el libro muy literario. Yo diría que la película también es muy literaria, siendo también muy cinematográfica. Leer el libro hace que disfrutemos más la película. Ver la película hace que disfrutemos mucho más la novela. Yo creo que tardé muchos años en entender y disfrutar plenamente 'Gringo viejo', la película. Creo que la vi un viernes en el día de su estreno en Madrid, cine Palafox, si no recuerdo mal, maravilloso cine con compañeros y amigos del colegio. Y para entenderla, disfrutarla de este modo, creo que me ha ayudado la lectura de esta 'Revolución' revertiana. Gracias a Pérez-Reverte he vuelto a aquella época, a aquella revolución, pero con muchos más años de los que contaba entonces, con una madurez, quiero pensar, humana y literaria, y es posible que también cinematográfica, sin ser un crítico o un director, que ya me gustaría. Una madurez que no tenía entonces. 'Gringo viejo' es una novela muy bien escrita. Tiene algo de experimental, pero resulta muy legible. 

Me acuerdo de que Umbral hablaba del placer del texto… Pues bien, en 'Gringo viejo' encontramos el placer del texto. También, aunque de diferente manera, en 'Revolución', por cierto. Es posible que Umbral, que apreciaba en literatura la forma por encima del fondo, se refiriera más al placer del texto como algo formal, pero en Pérez-Reverte disfrutamos de este placer del texto tanto en su forma como en su contenido, tan rico. La prosa de Pérez-Reverte, en su desnudez, en su funcionalidad, eminentemente práctica, parece el único vehículo posible para hacer realidad en nuestras mentes, en nuestras imaginaciones, las historias que genera. Es una prosa que nunca hace la competencia a la historia que cuenta, sino que más bien la está apoyando y potenciando siempre.

Pérez-Reverte no sólo sabe contar una historia, sino que consigue que esa historia se convierta en nuestra compañera insustituible mientras dura la lectura. Por eso pienso que sus novelas son ideales para los malos momentos de la vida, porque tornan lo negativo en positivo: el disfrute que da la novela actúa como de conjuro y vuelve lo malo en bueno. En este sentido sí que podemos hablar de estos libros como de “novelas de evasión”, en un sentido muy alto. De esto ya dio inmejorables muestras Arturo Pérez-Reverte con 'El club Dumas' o 'Alatriste', en mi opinión, y más en lo personal con 'La piel del tambor', pero esto es señal de los grandes libros, de la gran literatura, de las mejores aventuras, ya sean novelas, cómics, películas o series. De las grandes historias. O de los grandes libros, de cualquier género, si somos generosos y ampliamos la vista, como sin duda muchos libros merecen.

Me acuerdo que mi primo el gran traductor Miguel Martínez-Lage -traductor del inglés al español- me decía que Stevenson era capaz de curar una depresión. Yo creo que Pérez-Reverte también es capaz de hacerlo; si no curarla, atenuarla al menos, acompañarla hasta el punto de neutralizarla bastante (quizá paliar sea la palabra exacta, quizá no, y el efecto sea más potente que lo paliativo). El disfrute del libro, de su historia, de sus personajes, etc., ha sido más fuerte que la propia enfermedad. Los libros de Arturo Pérez-Reverte son nuestros mejores amigos, en los buenos y en los malos momentos.

Quizá esto explique, en parte, que el escritor haya vendido millones de ejemplares en todo el mundo, y que tenga un sinnúmero de admiradores dentro y fuera de España. Los libros que amamos hacen que nos sintamos inexplicablemente cerca de sus autores, nuestros amigos. Es una forma de amistad muy peculiar, muy especial, que nace de una relación y un conocimiento muy especial, muy peculiar. Sin duda eso nos ocurre con Don Arturo, como se refieren a él normalmente en Twitter.

PÉREZ-REVERTE, LIBROS PARA VIVIR MEJOR (Eduardo Martínez Rico) | eldiadigital.es Periódico de Castilla-La Mancha

11 noviembre 2022

Borges, Reverte y las máscaras

Mikel Lejarza - europasur.es - 11/11/2022

Jorge Luis Borges es uno de los mejores escritores de la historia. Hay un consenso universal en que este intelectual de cultura enciclopédica, que murió ciego y sin que el Nobel se acordara de él, fue el creador de un estilo propio a la altura de muy pocos otros autores. Pero a su genio, siempre unió un personaje que él interpretaba en exclusiva, arrogante, faltón, elitista, que disfrutaba provocando. No vivía en las calles, en los bares, ni frente al televisor o en algún campo de fútbol. Su vida transcurrió entre libros de ediciones antiguas, leyendas fantásticas y reflexiones sobre lo que somos, soñamos y dejamos de hacer, mientras el tiempo nos devora. Su Paraíso tenía forma de Biblioteca. Por todo ello, muchos lo idolatraron; bastantes, pero nunca suficientes, lo leyeron y llenaron su vida de sorpresas e imaginación; y algunos, los más torpes, le criticaron por alguna de las impertinencias que su personaje dijo. De todos los protagonistas que su imaginación creó, ninguno tan divertido como aquel al que puso su propio nombre.

En nuestra literatura hay otro genial autor que, con un estilo diferente, una vocación narrativa distinta, y hablando desde el hoy, repite este truco borgiano. A ambos la máscara de su personaje, de tanto llevarla puesta, se confunde con su auténtico rostro, cuando todo forma parte de su permanente juego entre realidad y ficción. Arturo Pérez-Reverte, polemista bravo donde los haya, y al que le gustan los charcos más que a los niños, es simplemente el mejor escritor de novelas de aventuras de la actualidad. Trabajador concienzudo e incansable, hombre libre, de mentalidad abierta y progresista, profundamente humano; al igual que los protagonistas de sus novelas, es un alma noble que defendiendo hacer lo que hay que hacer, se enfrenta a lo mediocre, las falsedades y los postureos, independientemente de que sea lo que toque o conlleve. Reverte sabe, como Borges, como John Ford o Dashiell Hammett, que vivimos en un mundo en el que la mitad de las mentiras son verdad y que los auténticos héroes no son los que vencen, sino los que resisten luchando hasta el final. Leerle nunca aburre. Escuchándole se aprende incluso desde la discrepancia. Porque gracias a personas como él, en la vida siempre hay espacio para la emoción.

https://www.europasur.es/opinion/articulos/Borges-Reverte-mascaras_0_1737726255.html

10 noviembre 2022

La Revolución Mexicana, de John Reed a Arturo Pérez-Reverte

Luis Vinker - clarin.com -  10/11/2022

Testigo –como corresponsal de guerra- en varios de los conflictos de las últimas décadas, académico de prestigio y avezado historiador, que nos trasladó por los más diversos tiempos y geografías con sus novelas, Arturo Pérez-Reverte retorna ahora a un escenario que ya conoce. Se trata de México, que había abordado con otro tipo de casos como el narcotráfico en 'La Reina del Sur'.

'Revolución', la flamante novela del escritor español, está ambientada en los sucesos de un siglo atrás, que tuvieron repercusión mundial hasta que otra revolución más influyente, en Rusia, atenuó su repercusión. “La Revolución Mexicana –recordó Reverte al presentar su libro– fue muy importante: por primera vez el pueblo se levanta y se sienta en la mesa de los poderosos”. Una escena de su novela lo grafica: las tropas de Pancho Villa llegan victoriosas al DF y el ingeniero Martín Garret, protagonista de la obra, lleva a uno de los oficiales y su familia a alojarse en el hotel exclusivo, que sólo conocían como un sueño inaccesible, imposible, ante la mirada asombrosa de los clientes habituales.

'Revolución' describe aquella época, que transformó a México. No hay una visión romántica de los revolucionarios, sino que conviven, a lo largo del libro, la crueldad y la ternura. Pérez-Reverte hace hincapié en eso. Se basa entonces en el protagonista: “Un joven sin ideología que, de pronto, ve una revolución. Mira y aprende sobre el mundo”. El bisabuelo del escritor fue ingeniero, al igual que Garret, y uno de sus amigos, residente en México, le contaba la revolución a través de sus cartas. “Esta es la historia de un hombre, una revolución y un tesoro”, define Pérez-Reverte. En cuanto al “hombre”, puede ser el propio Garret –testigo y protagonista– o Pancho Villa, jefe de un sector de los revolucionarios. El tesoro es el que Villa y sus hombres saquearon de un banco de Ciudad Juárez con la ayuda de Garret en el manejo de explosivos. Lo perdieron por una traición y lo recuperaron mucho después. 

México era un país de 15 millones de habitantes, las víctimas de la revolución llegaron al millón. Y otros dos millones emigraron a Estados Unidos. La revolución terminó con el régimen de Porfirio Díaz, quien había llegado al poder en 1876 con propuestas liberales, pero se convirtió enseguida en un dictador, asentado en sus fuerzas armadas: los federales (el Ejército) y los siniestros “rurales” (la policía del campo). Fue un régimen que favoreció a los hacendados e inversores, que llegaban para explotar minas, pozos petroleros o plantaciones. Frente a ellos se alzaba la inmensa mayoría de campesinos, mineros y hasta indígenas, muchos de ellos trabajando en condiciones semi feudales. La revuelta que creció desde 1910 tuvo como referente político a Francisco Madero, un hombre de familia acomodada pero con un programa “popular”. Y los líderes eran nombres que se transformaron en leyenda: Emiliano Zapata, en el sur, y Pancho Villa con su famosa División del Norte. Zapata, más radicalizado y con mayores exigencias políticas, como la reforma agraria y la nacionalización de los recursos. Villa, pura intuición militar. El tiempo y una abundante bibliografía –que llega hasta nuestros días, las obras de Friedrich Katz o Paco Taibo entre las más actuales– convirtió a Villa en un héroe de novela, presuntamente un bandido estilo Robin Hood en sus primeros tiempos y luego en un líder revolucionario.

El libro de Pérez-Reverte ilumina a Pancho Villa desde el mismo ángulo: la audacia y la virtud militar, sólo hasta el final cuando sufre la derrota de Celaya. Intuitivo, psicólogo, desconfiado, líder. Según describió el escritor en una entrevista reciente con 'Esquire', “cuando yo fui a la guerra por primera vez, junto al horror y la barbarie, descubrí que también era una extraordinaria escuela de lucidez sobre la vida y el ser humano. La guerra me descubrió las reglas geométricas e implacables que rigen el universo y a los seres humanos, reglas crueles, sin sentimientos, que te dan esa lucidez al ver al ser humano hacer lo extremo, lo hermoso, lo siniestro. Eso es lo que mi personaje descubre a través de lo que yo he vivido. Mi biografía es una biografía compleja. No solo la llené con libros y películas. Viajé muy joven, estuve en lugares de mucha violencia y mi mirada se educó entre lo leído y lo vivido. Yo vi la guerra como Martín Garret vio la revolución”.

La revolución mexicana liquidó a Porfirio Díaz, pero Madero, apenas asumió, no pudo hacer demasiado y sus prometidas reformas se demoraban. El golpe de Estado del general Victoriano Huerta terminó con su gobierno y con Madero asesinado. Zapata en el sur y Villa en el Norte volvieron a las andadas y Garret, el protagonista de la novela, acompaña esa gesta. Ahora el nuevo líder es otro general, Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, y una vez que las fuerzas revolucionarias triunfan nuevamente, Carranza se ocupará de marginarlas. Será el final de Zapata (asesinado en 1915), Villa (más adelante) y, en la novela, del propio Garret, ya de retorno en un Madrid más apacible de la década posterior.

Reed fue un cronista de raza y así quedaron sus obras. Lo de Pérez-Reverte viene por otro género, el de la novela. Y enfatizó: “Revolución no es una novela histórica. Utilizo la historia, como otras veces, como pretexto para una novela de aventuras”. Si en los últimos tiempos nos llevó por la España medieval del Cid (en 'Sidi') o por las costas de Gibraltar en la Segunda Guerra Mundial (con 'El italiano'), por citar sus obras más recientes, esta vez nos lleva al México revolucionario. Más de un siglo atrás.

https://www.clarin.com/cultura/revolucion-mexicana-john-reed-perez-reverte_0_nivqagapsA.html

México es un perpetuo sobresalto

Élmer Mendoza - eluniversal.com.mx - 10/11/2022

México es un perpetuo sobresalto, señala Arturo Pérez-Reverte en su novela más reciente, 'Revolución', publicada por Alfaguara, del grupo Penguin Random House, en octubre de 2022, en España, México y otros países latinoamericanos. Como seguramente están suponiendo, el tema es la Revolución Mexicana y dentro de los personajes importantes están nada menos que Pancho Villa, Genovevo Garza, Francisco I. Madero, uno de sus hermanos, Maclovia Ángeles, Yunuen Laredo, Jacinto Córdova y el joven ingeniero en minas Martín Garret Ortiz, que se ve involucrado debido a sus conocimientos en explosivos, posteriormente por curiosidad y al final ustedes verán por qué. “Hay cosas que los hombres que se visten por los pies deben resolver como es debido”, le subrayan en algún momento, y ya verán cómo se las gasta este español que le gustaba México.

La novela empieza en Ciudad Juárez, cuando se convierte en el centro de la lucha entre la gente de Madero y la del gobierno. Garret, que trabaja en una de las minas de la región, sale de su hotel al escuchar la balacera. Se refugia en una cantina donde conoce a Genovevo Garza, que al saber su profesión, se lo lleva para un trabajito con dinamita. Con el espíritu narrativo que lo caracteriza, es decir, una escritura cuidada en extremo, Arturo Pérez-Reverte, nacido en Cartagena España en 1951, desarrolla capítulos de acción intensa con momentos de calma donde los líderes intentan tomar decisiones políticas que los que están en el frente no entienden muy bien. En esta parte aparece el apache Sarmiento, que mira a Martin Garret con desconfianza y que hará crecer una enemistad entre ellos que ni Villa podrá evitar. El triunfo de la Revolución lleva a Martín a la Ciudad de México, donde topa con la gente fina de la ciudad, que se reúnen en Sanborns o en el Jockey Club; allí conoce al socio mexicano de la mina donde trabaja, a Jacinto Córdova y a Yunuen Laredo, que le sacudirá el corazón y dos o tres sentimientos de los hacen que la humanidad mezcle su genética y como saben, “quien tiene cola de zacate no debe jugar con lumbre”.

El estilo con que el novelista nos cuenta la historia es abrasador, emocionante, comprometedor. Pérez-Reverte es un maestro en la creación de atmósferas de tensión narrativa; por eso sus novelas se leen rápido y son una auténtica fiesta para cualquier espíritu que ame la innovación. Pueden decir "Arturo es una fiesta" y conseguirán que Hemingway sonría y se eche un trago a su salud. No quiero dejar fuera la capacidad que el autor ha desarrollado en el uso del lenguaje mexicano. Encontrarán expresiones como, “ya se hizo el chilorio”, “como dijo un marinero, más vale que zozobre a que zofalte”, “las balas tienen ideas propias”, “cada gallo picotea su mais”, “lo vas a dejar más cadáver que el gusanito del mezcal”, “ese día van a sobrar sombreros”; y como siempre, no me gusta tocar su privilegio de descubrir este universo lingüístico que resulta realmente muy atractivo y no queda otra que reconocer la capacidad del autor de aproximarse, de esta manera tan íntima, a nuestra manera de ser mexicanos, esa que se apoya en nuestra identidad lingüística.

Entonces, aparte de que podrán disfrutar una excelente novela sobre la Revolución Mexicana y algunos de los nombres que nos quedaron de ese movimiento, podrán seguir una historia llena de acción, olor a pólvora, y en algunas páginas aroma a perfume fino y un rostro muy especial que provoca que el protagonista se enrede en su propia sombra. Ya me contarán. 

https://www.eluniversal.com.mx/opinion/elmer-mendoza/mexico-es-un-perpetuo-sobresalto