Emilio Fuentes - La Opinión de Málaga - 22/11/2024
Para Arturo Pérez-Reverte, que está girando para promocionar su último libro, el hecho bélico es un mal consustancial al ser humano: “Siempre habrá guerras”, creo que dijo. O lo que es lo mismo, no tenemos remedio como especie, puesto que la guerra es la muerte y la muerte nos lleva al aniquilamiento. Es lógico que lo diga un tipo que ha visto cuerpos destrozados sin duelo. Infiernos en la Tierra y carnicerías como las de aquella Sarajevo de los 90 filmada en analógico.
De esta y otras narrativas, de guerra y paz, hablaba el escritor; en otro tiempo reportero, si es que este oficio puede colgarse como la bata de un médico al salir de la consulta. Su casa fue la trinchera y su mono de trabajo el chaleco de balas con los créditos de "PRESS" al otro lado del velcro. El proyectil, la bala en el pecho y el olor dulzón de la sangre no son gratos recuerdos, pero se han convertido en el "leit motiv" de muchas de sus obras. “Para escribir, primero hay que vivir”; en el sentido intenso de la palabra, supongo, decía Hemingway. En este sentido, yo debo de estar muerto. Aun así trato de hacerlo. Eso sí, de manera más amable y para niños. Desde luego, nunca me darán el Pulitzer ni aspiro a glorias mundanas por esto. Vivo en paz con la mente tranquila y un poco de café en el puchero.
En los libros de Pérez-Reverte no suele faltar la intriga, como tampoco el héroe o el mártir que se empeña en causas perdidas. Tampoco el antihéroe que camina a la inversa y que surca los folios más allá del tiempo y del espacio. Lo dicho; la guerra, el asesino, la víctima, el niño huérfano, la abuela sin hijos; el asco, la rabia, el odio… Quizás el mundo sea así. Un retrato de la miseria humana. Es posible que no exista remedio para la especie. Un hombre condenado a morir o a matar hasta la eternidad. Por los siglos de los siglos.
Esta tesis siempre estará ahí. Basta con poner los telediarios que les tengo prohibidos a mi hija. Tan sólo hay que abrir las páginas de Internacional de cualquier cabecera de aquí al fin del mundo. Se trata tan sólo de un retrato que no es la realidad completa. Hasta Pérez-Reverte se pone un fular cordobés y se pasea por las calles de la antigua ciudad califal con una sonrisa bajo el sombrero. Hoy estás aquí, mañana allí. El foco cambia y los sentidos engañan.
https://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2024/11/22/cuestion-fe-111918683.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario