11 julio 2025

Arturo Pérez-Reverte no es de los tuyos (ni de los nuestros)

Gonzalo Cabello de los Cobos - eldebate.com - 11/07/2025

Hace poco estuve en un concierto y me encontré con un amigo al que hacía tiempo que no veía. Tras los saludos de rigor, no tardó en lanzarme la batería habitual de preguntas. Es curioso cómo algunas personas creen que, por escribir en un medio, tu opinión tiene más peso que la de los demás. Tal vez antes fuera así, pero hoy, cuando hasta el más tonto tiene algo que decir y un altavoz donde hacerlo, la cosa ha cambiado bastante. La conversación derivó, como era de esperar, en los inevitables: «Qué desfase lo del PSOE, ¿no? ¿Qué crees que va a hacer Pedro Sánchez? ¿Va a haber elecciones? Es imposible que esto siga así, ¿no?». La verdad, no supe muy bien qué decirle. Y, en el fondo, me alegro.

Hasta hace no tanto, siempre tenía una opinión para todo. Recopilaba datos, los analizaba y me esforzaba por construir un juicio sobre cualquier asunto que considerase relevante. Pero cada vez me descubro más ajeno a esa actitud. Prefiero simplemente callar. En un tiempo donde el análisis crítico no le importa a prácticamente nadie, todo empieza a darme bastante igual. Y con cada nueva noticia, más escabrosa, más grotesca, crece en mí el impulso de alejarme, casi con desesperación, de la podredumbre moral que nos envuelve.

Por eso, cada vez me siento más identificado con esa actitud vital que Arturo Pérez-Reverte profesa desde hace años y que logró condensar magistralmente en una célebre (al menos para mí) frase: «No tengo ideología, tengo biblioteca». Pérez-Reverte cabrea a muchos porque dice lo que piensa, sin importarle las consecuencias. Está por encima de la estupidez de los partidos y los bandos. A mí, personalmente, me divierten mucho las reacciones de sus dolidos fans cuando no sigue la pauta que ellos mismos se han inventado. Cuando unos creen que está de su lado, abre la boca y se sienten traicionados; cuando otros lo imaginan en el bando contrario, vuelve a hablar y se desesperan porque, en su pequeñez, no entienden nada. Compungidos, exclaman: «¿Cómo alguien a quien he seguido durante treinta años puede decir esto o aquello sobre algo que creía que compartíamos profundamente?». Pues muy sencillo, señor o señora: porque don Arturo solo se casa con el criterio de Pérez-Reverte.

Y eso, en el fondo, es lo que debería alegrarles. Pero parece que hoy en día lo que de verdad desconcierta, y molesta, es que alguien piense por su cuenta. «Es que no es monárquico y entonces es republicano», «es que se ha metido con Abascal o Feijóo, y eso es inadmisible en un patriota como él», «es que ha dicho no sé qué bueno de Giorgia Meloni, entonces es un facha». Y claro, uno entiende que, al escuchar semejantes sandeces repetidas una y otra vez, el escritor piense: «Pues miren, ¿saben qué? Váyanse a la mierda». Lógico.

Por eso no me sorprendió en absoluto la reacción de Pérez-Reverte ante un periodista hace pocos días, en una escena que se pudo ver en redes sociales y que retrata a la perfección el circo en que se ha convertido el debate público. El periodista, presumiblemente conservador o algo parecido, lo abordó en plena calle, micrófono en mano, para preguntarle por la imputación del fiscal general del Estado: «¿Cree que debería dimitir?». Reverte, visiblemente incómodo, le soltó un sequísimo «no me interesa». Al insistir el entrevistador, el escritor intentó zafarse, cubrió el micrófono con la chaqueta y remató: «¡He dicho que no, que no!».

Tras el incidente, Pérez-Reverte lo despachó con un tuit: «Ya no me acordaba de este imbécil», y el periodista, que en el fondo solo buscaba su complicidad desde el primer momento, respondió con una salida burda, más propia de un niño de cuatro años con una rabieta que de un supuesto profesional: «Iba borracho y con una jovencita, es lo único que se me había olvidado mencionar».

Más que una anécdota, el episodio retrata con bastante precisión el estado actual del diálogo público en España y, en este caso concreto, la calidad moral del «periodista». Aquí no importa la pregunta ni la respuesta, sino el teatrillo posterior: la bilis, la indignación prefabricada, la necesidad de hacer ruido, aunque no haya nada que decir.

Frente a toda esta basura, qué quieren que les diga, uno solo puede agradecer que aún quede alguien dispuesto a mandar a paseo a cualquier cantamañanas que se le cruce por delante. Sea quien sea.

Por eso, hoy lo más sensato es callar ante la necedad y no alimentar el hambre insaciable de contenido vacío. No se dejen arrastrar por esta maquinaria de bandos y odios prefabricados, diseñada para distraerles de lo verdaderamente importante. Solo hay una forma de resistir la manipulación masiva: guardar silencio frente a la idiocia y pensar por uno mismo. El criterio, el suyo, sigue siendo la única forma auténtica de libertad.

https://www.eldebate.com/opinion/en-primera-linea/20250711/arturo-perezreverte-no-tuyos-nuestros_315988.html

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