Gonzalo Cabello de los Cobos Narváez - eldebate.com - 03/07/2022
Si hay algo que no soporto en esta vida es la tibieza. Prefiero mil veces que alguien me diga lo que piensa, por mucho que lo deteste, a quedarme con la sensación de que esa persona no se ha atrevido a decirme la verdad por miedo a lo que yo u otros puedan opinar o a las consecuencias que sus palabras puedan tener. No hay nada más egoísta ni pusilánime.
Por supuesto, yo no soy el primero en pensar sobre la tibieza. Hace tiempo que ya lo hizo alguien mucho más importante que el que escribe, concretamente Dios. Y se quedó muy a gusto con su opinión al respecto. Si se animan a echar un vistazo a la Biblia podrán comprobar que en el Apocalipsis 3: 15-16 Él dice: «Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca».
Se trata de una afirmación bastante fuerte si la piensan con detenimiento. Dios les dice a los tibios que su cobardía solo merece que los vomite de su boca como si fueran la mayor excrecencia que pudiera existir. Repugnante, ¿no?
El tibio calla o no actúa a sabiendas y sin importarle el perjuicio que pueda acarrear su silencio o inacción. Solo piensa en su propio interés y en lo que puede perder si habla. Calla honrando únicamente a su lamentable comodidad.
Por eso, no comprendo el linchamiento público al que ha sido sometido Arturo Pérez-Reverte estos días como consecuencia de un tuit que escribió el pasado domingo. El texto decía: «El aborto es un derecho de las mujeres, sobre el que deben decidir las mujeres. Esa es mi opinión. Si fuésemos los hombres quienes nos quedásemos preñados, estoy seguro de que poco se discutiría». Y la que le ha caído…
Por un lado, estaban los que siempre han considerado al escritor de Cartagena como el Alto Representante del Machirulismo Heteropatriarcal y Casposo (A.R.M.H.C.) Estos se sorprendían a sí mismos retuiteando un texto de Pérez-Reverte: «Primera vez que doy me gusta a un tuit tuyo», decía alegremente una tal Fátima. Y, por otro lado, estaban los que se quejaban amargamente porque su Alatriste favorito, su héroe contemporáneo sin capa, les había fallado estrepitosamente: «Qué pena, don Arturo, que haya caído tan bajo», «no me esperaba esto de usted» o «ha perdido usted un seguidor» fueron algunas de las respuestas más habituales.
Pero esta opinión solo ha cogido de nuevas a todos aquellos que han creído que por escribir «hi de puta» en sus novelas, Pérez-Reverte es una especie de reencarnación de Blas de Lezo con barba, mala leche y pelo al rape. Esos, sin duda, han leído poco del autor. El que haya metido el hocico en profundidad entre sus muchos libros y artículos sabrá perfectamente, porque además él mismo se encarga de recordarlo constantemente, que el escritor solo se casa con su criterio. Un juicio, por otro lado, construido a base de horas y horas de estudio y lectura. En su biografía de Twitter lo deja claro: «No tengo ideología, lo que tengo es biblioteca».
Por eso, es raro que muchos se lleven las manos a la cabeza cuando Pérez-Reverte da su opinión sobre el aborto. El escritor no se guía por becerros de oro como algunos de sus dolidos exseguidores; se guía por el estudio y la comprensión de la información. Los mantras diseñados para alimentar a las mentes chiquititas no entran en su librería.
¿Creen ustedes que Pérez-Reverte escribió ese tuit a la ligera? De ninguna manera. Sabía perfectamente las consecuencias que iba a tener su texto y aun así lo hizo. Fue un acto de valentía, rozando la heroicidad, que demuestra un compromiso evidente con su discernimiento y con la necesidad de pronunciarse cuando la situación así lo requiere.
¡Ah, por cierto! Yo, por mi parte, estoy totalmente en contra de lo que dijo.
https://www.eldebate.com/opinion/en-primera-linea/20220703/te-vomitare-mi-boca.html
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