08 septiembre 2024

Reverte a muerte

Miguel Soto - lanuevacronica.com - 08/09/2024

Hoy acaba el Festival Palabra, esa filigrana de sofisticada literatura con cartel de carmesí florido y colofón en la entrega del Premio Leteo a la palestina Adanía Shibli. Y es el momento de proceder a un desahogo. Si es que no se me está volteando el gusto hacia la literatura popular, sí confieso por lo menos que me he abalanzado sobre la obra de Arturo Pérez-Reverte a muerte. 

Mientras los del festival anduvieron por la provincia con poetas y novelistas renovadores yo me dediqué a gozármela leyendo ‘El italiano’, del amigo Arturo con guión. Y no me avergüenza, pero me castigo por indolente, por zamparme los atajos de literatura popular que coloca canteándose como quiere y yo ni pío. Como ese rollo conquistador de sus narradores o protagonistas. Y porque siempre me sentí un poco a disgusto con sus libros, desde que fui de chaval a casa de un medio amigo y al ver un ‘Alatriste’ en su estantería y decir que aquel lo había leído yo, me respondió «bueno» el gilipollas, con el que a los años crucé puño y patada, con un desdén que me irrita todavía tres décadas después más que el puño. Luego escuché un juicio adulto pero desacertado que calificaba lo del antiguo reportero de periodismo y no literatura y apuntaló mi distanciamiento de la obra del escritor cartagenero.

Que ‘Un día de cólera’ era una obra maestra lo dijo Marías mucho antes de que yo lo leyese, y lo suscribo, y recomiendo el libro siempre que puedo con furor. A Pérez-Reverte si no existiese habría que inventarlo, ese tío que en la setentena se planta marcial en la Feria del Libro recibiendo a la gente de pie y que más que populista en sus declaraciones uno se lo teme franco. La mala digestión que demuestra cuando lo ve todo negro vamos -hoy- a achacársela a aquellas siete décadas de actualidad.

Le he visto recientemente en un homenaje a Joseph Conrad haciendo apología de los personajes que resisten las tempestades sin alzar la voz pero a la vez dando indicaciones superfluas a su presentadora en el acto. Cal y arena, lo tomas o lo dejas. Yo, después de haberlo recuperado con la serie ‘Falcó’ hace unos años, ahí sigo, ahora con ‘El pintor de batallas’ esperándome en la mochila. Pero sin haberme reconciliado del todo.

https://www.lanuevacronica.com/opinion/reverte-muerte_162151_102.html

Evocando el singular encuentro entre Vargas Llosa, Javier Marías y Pérez-Reverte

Rafael Andarias - alicanteplaza.es - 08/09/2024 

Recientemente, revisando papeles me topé con una revista que en su día conservé como oro en paño por el motivo que explico a continuación. En 2017, la editorial Alfaguara y la redacción de 'XL Semanal' organizaron un coloquio entre Mario Vargas Llosa, Javier Marías y Arturo Pérez-Reverte cuyo contenido se publicó en el semanario con ocasión de la Feria del Libro de Madrid. Su importancia estriba en que estos grandes de las letras intercambiaron de una forma abierta sus gustos literarios y sus hábitos de escritura, contraviniendo, como el mago que descubre sus trucos, la clásica sentencia "ars velat artem" (el verdadero arte oculta el artificio).

Al releer el reportaje supuse que debía de ser poco conocido. Quienes estamos interesados en la cultura nos resulta bien difícil estar al corriente de todo lo que se publica en los diarios del fin de semana, ya sea en los suplementos dominicales o encartado en las páginas centrales, y en los numerosos medios digitales. De hecho, tuve conocimiento del mismo de forma casual. Por ello, cuando lo redescubrí decidí escribir una colaboración sobre ese encuentro en la convicción de que podría gustar al lector que lo desconociera. Ahora bien, asumo que esta iniciativa es inusual, tanto por lo tardía, como porque lo común es hacer reseñas de libros, no de artículos literarios. Quiero señalar, asimismo, que como su extensión alcanza las ocho páginas, me he visto en la necesidad de seleccionar los pasajes que, a mi parecer, son más relevantes.

Pilar Reyes, editora de Alfaguara, moderó el coloquio que lo inició con una pregunta sobre sus hábitos y rutinas de escritura. Vargas Llosa tomó la palabra y dijo que duerme cinco horas y media como máximo y que es muy madrugador. Nada más levantarse va al gimnasio y ya luego empieza su jornada. Para sorpresa de todos, desveló que siempre escribe a mano, e incluso los artículos, y que por la tarde los pasa al ordenador. Terció Pérez-Reverte diciendo que su profesión se la toma como ir a la oficina y que cuando se levanta, tenga o no ganas, se sienta al ordenador. Escribe por la mañana, revisa lo escrito por la tarde y lo deja listo para el día siguiente. Marías (recordemos que nos dejó hace dos años) confesó que escribe a máquina y página a página hasta dejarla niquelada, aunque tenga que repetirla cinco veces. Un contertulio reparó en el detalle de que tendría una buena reserva de cintas a lo que le contestó que cerca de su casa había una papelería que se las traía en lotes de siete. Luego, manifestó que siempre se levantaba tarde; y, tras escuchar los comentarios críticos de sus colegas, se defendió aduciendo que no encontraba ningún mérito en madrugar, pues se sentía en forma durmiendo de cuatro de la madrugada a once de la mañana y que trabajaba por las tardes.

En eso Pérez-Reverte intervino con una revelación muy personal: que cuando se siente poco inspirado o con poco ánimo para escribir se vitamina con libros. Lee unas horas a Conrad y eso le da ganas de seguir siendo escritor. Acto seguido, añadió una reflexión que considero de gran interés: «Por eso releer es tan importante. Tu corazón y tu cabeza han cambiado y el libro es nuevo». Para Marías su recurso era Shakespeare, ya que abriendo cualquier libro al azar siempre uno encuentra frases enigmáticas. Por su parte, Vargas Llosa contó que cuando se encuentra desmoralizado, recurre a Flaubert, en concreto las líneas del suicidio de Madame Bovary que le parece una descripción genial.

Tras esta fase intimista, la conversación giró sobre la falta del hábito de leer en los niños. Vargas Llosa cree que la lectura es una experiencia privilegiada y se lamenta de que si el niño no lee se empobrece su fantasía, pues la relación con la imagen no es tan rica como la que surge en su imaginación mientras se sumerge en un libro. Sus compañeros convinieron en la misma apreciación.

Cambiando de tema, Reyes quiso saber si la novela será con el tiempo un género para unos pocos. Vargas Llosa cree que no va a desaparecer, aunque cada vez será más marginal. Pérez-Reverte añadió a su consideración: «Mario, ¡es que somos los últimos pistoleros!», exclamación que arrancó una carcajada general.

Surgió también la interesante cuestión de si el cine había influido en la forma de narrar en la novela contemporánea. Vargas Llosa reconoció que aprendió una cosa del cine: la velocidad. Explicó que en la novela clásica hay descripciones muy largas y que eso ha cambiado en la moderna por repercusión del lenguaje cinematográfico. Pérez-Reverte admitió que aprendió mucho de John Ford, como, por ejemplo, la importancia de un actor secundario porque garantiza un buen hilo narrativo. Marías, que también era un gran cinéfilo, manifestó que Hitchcock también le había enseñado, sobre todo en lo referente a su técnica narrativa que es extraordinaria.

Pérez Reverte sacó a colación el tema del narrador. Se quejaba de que muchos lectores confunden al narrador y al escritor. Refirió que tras publicar su novela Falcó, cuyo protagonista es un espía, asesino y torturador, una periodista le espetó: «Oiga, pero este personaje es que no respeta el no de la mujer». Al escritor le sorprendió que de un asesino y torturador sin escrúpulos, a ella le llamara más la atención que no respetase el no de una mujer y que encima se lo echara en cara. Marías intervino diciendo que, como en sus novelas el narrador es en primera persona, él lo tenía aún más crudo. Comentó que alguien le increpó en cierta ocasión «Es que usted dice… », y que le contestó «Oiga, que yo no digo nada, lo dice el narrador, que es tan personaje como los demás». Pero, ante tan contundente argumento, esa persona le replicó: «Ya, pero lo ha escrito usted…». Y Pérez-Reverte lo secundó diciendo que algunos lectores te hacen responsable de lo que piensan cada uno de sus personajes.

El coloquio cambió de rumbo y volvió al mundo de las intimidades con que arrancó, enlazando con el artificio de la mencionada sentencia. Pérez-Reverte observó que los escritores tienen oído como los músicos, y que la experiencia y el adiestramiento les generan un sentido del ritmo que no está en las reglas. Explicó que cuando él está escribiendo ese sentido le hace detectar que algo va mal en el texto. Vargas Llosa mostró su acuerdo con esta apreciación y agregó que si algo le chirría en una frase, trata de encontrar el modo correcto de escribirla, y que él corrige mucho. «Hay que ser implacable», remató. Marías abundó en la comparación con la música. Dijo que la cuestión del ritmo es esencial y que él percibía esa música. Señaló que era capaz de rehacer una página entera (y además a máquina) porque necesitaba una esdrújula o un adjetivo.     

La conversación concluyó de una forma divertida en sintonía con la inteligente complicidad y el sentido del humor con que se había desarrollado. Marías declaró que cuando hacía una interrupción de varios días en la escritura, porque tenía un viaje o lo que fuere, cuando la retomaba a menudo se preguntaba: «¿Y quiénes son estos? ¿Qué es lo que les está pasando? Si ya no me acuerdo de nada». En ese momento, Vargas Llosa lo tranquilizó: «Como la historia de Balzac, que escribía tres novelas a la vez y las historias se le confundían y los personajes se le cruzaban. Y, al final encontró esa maravillosa manera de hacer saltar a los personajes de las historias. ¡Pero es que le ocurría en la vida real! ¡Fantástico!».

https://alicanteplaza.es/evocando-singular-encuentro-vargas-llosa-javier-marias-perez-reverte

05 septiembre 2024

Homenaje «titánico» a Conrad en la Cuesta de Moyano: música, barcos y literatura

Karina Sainz Borgo - abc.es - 06/09/2024

La asociación ciudadana Soy de la Cuesta ha rendido junto a Zenda un acto en homenaje al centenario de la muerte del escritor Joseph Conrad (1857-1924). El evento, comisariado por la escritora y periodista María José Solano, mezcló música, literatura e historia en una tertulia entre el escritor Arturo Pérez-Reverte y el periodista Jesús García Calero. El centenario de Conrad coincide, además, con los preparativos del centenario de la Cuesta de Moyano, «inaugurada» en 1925. Por ese motivo, los organizadores han elegido la metáfora del Titanic como legado de Conrad y de la Cuesta: "Un barco que resiste sin hundirse desde hace casi 100 años. Su labor ha sido, como la de Conrad, titánica", aseguró María José Solano.

Cuando el 15 de abril de 1912 el Titanic se hundió en poco más de dos horas, el hombre de mar que fue Conrad no pudo permanecer ajeno al drama y reflejó su visión del asunto en dos textos que resumen y cuestionan lo ocurrido en ese naufragio. Sobre ese tema han conversado Pérez-Reverte y Jesús García Calero, director de 'ABC Cultural' y especialista en patrimonio subacuático. Conrad escribió un texto mayormente desconocido acerca del Titanic. Casi un siglo más tarde, Pérez-Reverte recogió su relación con la navegación y la literatura en otro texto sobre el naufragio, titulado 'No era un barco honrado'.

"Los textos de Conrad resuenan hoy en nuestros pasos. En esta cuesta que es hoy costa. Es la aventura moderna con el mar como gran juez y gran poder que reina en sus libros", aseguró Jesús García Calero. La mirada de Arturo Pérez-Reverte sobre el escritor polaco fue total: "Cuando Conrad habla de soledades, de tinieblas, de naufragios, lo ha vivido. Es biografía. Ese conocimiento durante 20 años de marino, de seres humanos en situaciones extremas, es auténtico".

El violinista Pablo Martos y el bandoneonista Claudio Constantini hicieron un guiño musical a la orquesta del Titanic que, según las investigaciones, tocó hasta el fin. Cuando se rescataron los restos del Titanic, apareció un violín de factura alemana que perteneció a Wallace Hartley, músico que viajaba con su banda en el momento del naufragio. Es por ello que el programa musical gira en torno a este instrumento. Martos y Constantini interpretaron una de las piezas que acompañaron a aquel hundimiento. Justo porque en el Titanic predominaban las músicas de salón, los intérpretes eligieron la pieza 'Salut d'amour', de Edward Elgar, que se convirtió en una de las piezas más populares de la época. Al igual que el violín de Harley fue un regalo de su amada, 'Salut d'amour' fue un regalo del compositor para Caroline Alice Roberts.

https://www.abc.es/cultura/homenaje-titanico-conrad-cuesta-moyano-musica-barcos-20240905194702-nt.html

03 septiembre 2024

Les confessions d'un romancier de guerre

Entrevista de Isabelle Lesniak - lesechos.fr - 04/09/2024

Lorsqu'on rencontre Arturo Pérez-Reverte à Paris en cette matinée ensoleillée de juin, dans le bureau d'apparat de Gallimard, on ne peut qu'être saisi par le contraste entre la sérénité affichée par le plus lu des écrivains espagnols contemporains et les tourments qui assaillent ses nombreux doubles littéraires. L'oeil rieur et le geste affable, celui qui a toujours reconnu ne pas aimer les interviews se prête à l'exercice avec un intérêt inattendu et une décontraction non feinte. Voilà trois bonnes décennies que l'homme né en 1951 à Carthagène -au sud-est de l'Espagne- s'épanouit dans le métier de romancier après "être allé à la guerre pendant vingt-deux ans" comme correspondant pour le quotidien 'Pueblo', puis la chaîne de télévision TVE. Entre 1973 et 1994, il a couvert une vingtaine de conflits: Chypre, l'Erythrée, le Liban, les Malouines, le Salvador, le Nicaragua, le Tchad, la première guerre du Golfe, la Croatie et la Bosnie. "Quand mes personnages tuent, torturent, trompent ou mentent, ce n'est pas de l'imagination mais mes souvenirs", glisse-t-il entre deux réflexions, plutôt pessimistes, sur la marche du monde. 

Premier opus publié par Gallimard, après trente ans de publications au Seuil, 'L'italien', "un livre d'amour, de mer et de guerre, de trahison et de fidélité", paru mi-août en français, repose une nouvelle fois sur une intrigue militaire. Il relate un épisode méconnu de la Seconde Guerre mondiale: les opérations de sabotage menées en 1942 et 1943 par des plongeurs italiens contre les navires alliés dans le port de Gibraltar et la baie d'Algésiras. Le narrateur n'est autre qu'un journaliste d'investigation espagnol qui, quarante ans plus tard, retrace le plus objectivement possible ces événements réels, mais totalement oubliés des annales. Quand l'un des témoins qu'il interviewe lui demande pourquoi en faire un roman et non un livre d'histoire, le personnage répond que "l'époque de sa fidélité à ce qui avait eu lieu était révolue" après plus de vingt ans comme reporter. "À présent, je récréais le monde à ma façon et j'offrais aux lecteurs des vies alternatives, possibles ou probables, avec la certitude que, paradoxalement, la fiction permettait de pénétrer plus profondément dans ce qui était arrivé que le simple récit des faits".

La littérature c'est plus forte que le reportage pour rendre compte des tribulations de la planète et alerter les opinions? "Le romancier, aussi honnête qu'il soit, ne pourra jamais remplacer l'historien", expose Perez-Reverte dans un français riche et imagé, appris en Afrique ou au Liban à force de côtoyer des militaires et des journalistes hexagonaux. "Mais il le complète en racontant les faits d'une manière plus accessible et attractive et en introduisant des facteurs humains qui améliorent la compréhension des choses".

Membre de l'Académie royale en Espagne et chevalier de l'Ordre des Arts et des Lettres en France, il confie en avoir plus appris sur notre pays "ma deuxième patrie" en lisant, enfant, 'Les trois mousquetaires' et 'Le comte de Monte Cristo' qu'en se plongeant dans les manuels. "Prenez Napoléon: les historiens le présentent comme un homme intelligent, courageux, ambitieux qui s'est façonné avec le pouvoir", explique le romancier, également auteur d'une 'Histoire de l'Espagne' iconoclaste et ludique compilée à partir de ses chroniques dans la presse dominicale. "Mais l'écrivain peut compléter le tableau en imaginant comment il réagirait dans certaines situations, comme Marguerite Yourcenar l'a si bien fait avec l'empereur Hadrien". La référence à Napoléon n'est pas choisie au hasard. Pour lui, le Premier Empire est "une affaire de famille". Le grand-père de son arrière-grand-père, Jean Gal, était français et a combattu à Waterloo avant de s'établir en Espagne. Dans le bureau où Perez-Reverte s'installe pour écrire à 8 heures pétantes chaque matin, après sa séance de natation, trônent un buste de Napoléon, un sabre de hussard et la médaille de Sainte-Hélène de son aïeul. La moitié des quelque 30.000 ouvrages de sa bibliothèque sont des manuels d'histoire. Ils stimulent son inspiration et lui fournissent les précisions qui enrichissent ses fictions historiques à la fois follement romanesques et minutieusement documentées, au registre de langage constamment renouvelé.

Pérez-Reverte organise ses récits de manière aussi disciplinée qu'il préparait, dans son ancienne vie, ses reportages sur la ligne de front, décortiquant au préalable les cartes routières et ingurgitant tout ce qu'il pouvait sur les parties prenantes pour affronter au mieux le danger. "Comme le narrateur de 'L'italien', je suis un écrivain professionnel, pas un artiste", explique-t-il. "Pour réussir à capter efficacement l'attention du lecteur sur 400 pages sans le décevoir et, je l'espère, en lui apprenant des choses, il me faut résoudre des problèmes techniques et recourir à des trucs narratifs. Cela ressemble aux combinaisons tactiques du jeu d'échecs". Exposé très jeune aux textes latins et grecs par son père, puis insatiable lecteur de la littérature espagnole du XVI au XVIII siècle et des grands classiques du XIX et XX, Pérez-Reverte se dit fermement convaincu du pouvoir de la littérature. À la fois comme "analgésique" et comme grille de décryptage du monde, capable d'expliquer la plupart des tragédies et de mieux "les faire digérer" à leurs protagonistes.

À l'instar de celui de sa série la plus connue, le capitaine Alatriste, qui sidère ses compagnons en sortant au milieu de l'enfer des assauts turcs un recueil de don Francisco de Quevedo qu'il transporte dans sa besace "pour supporter des jours comme celui-ci", lui se recroquevillait avec son exemplaire de Plutarque qu'il relisait à la lampe de poche dans le recoin de sa chambre d'hôtel le moins exposé aux bombardements lors de la guerre en ex-Yougoslavie. "Les philosophes classiques considéraient la guerre comme la mère de toutes les choses. Tous les livres que j'ai lus avant, pendant et après mes missions ont contribué à faire de ma vie un terrain moins tourmenté", expose celui qui, en guise de profil sur X, assure "n'avoir aucune idéologie mais posséder une bibliothèque". "Je plains ceux qui ne peuvent compter sur ce gilet de sauvetage comme mon cameraman Marquez, qui vivait un enfer sur le champ de bataille". Malgré son apparente quiétude, l'ex-reporter continue d'être périodiquement visité par des fantômes. "À Sarajevo, je me suis retrouvé à côté d'un petit garçon de l'âge de ma fille victime d'une bombe. Je l'ai emmené à l'hôpital à cinq kilomètres de là, appuyant sur ses blessures avec des Kleenex pour tenter d'empêcher son sang de s'écouler. Il est devenu froid, puis il est mort dans la voiture. J'avais la chemise toute rouge et, pendant plusieurs jours, je n'ai pas réussi à me débarrasser de son sang sous mes ongles. J'en ai encore rêvé il y a quelques jours".

C'est précisément dans les Balkans, à Mostar, qu'il décida de quitter le journalisme à Noël 1993, comme il le raconte à la fois dans un récit très autobiographique, 'Territoire Comanche' (publié en 2022 aux Belles Lettres, dans la Collection Mémoires de guerre) et dans l'une de ses plus profondes fictions, 'Le peintre de batailles', sorti en 2006 au Seuil. Andrés Faulques, son énigmatique double, a troqué la photographie de guerre pour le muralisme après avoir vécu un drame en ex-Yougoslavie. Il s'est retiré du monde pour accomplir la fresque définitive embrassant trente ans de conflits à partir des "souvenirs, situations et vieilles images qui constituent son cerveau et s'éteindront en lui et avec lui à l'heure de sa mort. Durant la première guerre du Golfe déjà, j'avais déjà pressenti que le reportage de guerre ne servait à rien. Quand je suis arrivé en Croatie, ce sentiment s'est confirmé. Mes sujets pouvaient passer après un match entre le PSG et le Real Madrid. Je devais me battre pour que mes images de terreur et de mort figurent au journal télévisé alors que ma direction les trouvait trop dures. Pourquoi aller sur le terrain si c'est pour en taire l'horreur?".

Juillet 1974: la Turquie envahit Chypre. Arturo Pérez-Reverte est correspond de guerre et couvre l'offensive militaire, son baptême du feu. Qu'il est loin, le jeune étudiant en sciences politiques débarqué au Liban peu après la guerre du Kippour d'octobre 1973 qui s'imaginait "pouvoir changer le monde" avec ses articles. Arturo n'avait que 22 ans lorsque, engagé dans de premiers combats de rue à Chypre au printemps 1974, il comprit que la guerre n'avait rien de romantique. "Si l'on m'avait tué au Salvador ou au Liban, j'aurais encore eu l'impression que ma mort avait servi à quelque chose. Quand j'ai compris à quel point c'était faux, je me suis dit que ce n'était pas la peine de sacrifier ma vie pour rien". Il n'aimerait pas être un jeune journaliste dans "notre monde d'informations jetables. Une image, une phrase, un tweet peut faire changer l'opinion. Et les gens ne font plus d'effort pour approfondir l'information qu'ils consomment comme une distraction sur leur canapé".

Plus que la guerre elle-même, ce sont les gens en guerre qui ont marqué le romancier et continuent inlassablement de l'inspirer. Lui qui a côtoyé les hommes dans des circonstances extrêmes décrit sans manichéisme des personnages "ni blancs ni noirs, ni rouges ni bleus". Tout comme Lorenzo Falcó, son James Bond au service des franquistes, Teseo, le plongeur de 'L'italien', a beau appartenir au clan des ennemis, il n'en fait pas moins preuve d'un sens de l'honneur remarquable en dépit du contexte. L'ex-reporter a souvent été le témoin de la transformation "de héros en salauds". "Au matin du 7 avril 1976, je suis entré dans la ville de Tesseney en Erythrée avec 600 ou 700 membres du Front de Libération. Les guérilleros m'avaient soigné d'une sévère dysenterie, ils se sont battus dans les rues avec un courage exemplaire. J'étais sur le point de les considérer comme des amis mais ils se sont, l'après-midi même, mis à torturer et violer". Ce qu'Arturo Pérez-Reverte a surtout retenu de la guerre, c'est qu'elle est "une formidable école de relativité". 

https://www.lesechos.fr/weekend/livres-expositions/litterature-arturo-perez-reverte-les-confessions-dun-romancier-de-guerre-2116801