21 junio 2025

Los Tigres del Norte: la polémica detrás de 'La Reina del Sur'. ¿Fueron amenazados de muerte?

Jovanni Paniagua - posta.com.mx - 21/06/2025

En octubre de 2002, Los Tigres del Norte lanzaron 'La Reina del Sur', un álbum que se convirtió en su tercer número uno en la lista Billboard Top Latin Albums, con 14 canciones que mezclan corridos, rancheras y baladas. El sencillo principal, 'La Reina del Sur', basado en la novela de Arturo Pérez-Reverte y escrito por Teodoro Bello, narra la historia de Teresa Mendoza, una mujer sinaloense que asciende en el mundo del narcotráfico tras la muerte de su pareja, el Güero Dávila. El vídeo, filmado en Pamplona, España, desató controversia en México, donde las autoridades de Chihuahua acusaron a la banda de glorificar el narcotráfico, imponiéndoles multas y prohibiciones. En medio de la polémica, surgieron rumores sobre amenazas de muerte contra los integrantes, alimentados por la sensibilidad del tema y el contexto de violencia en México.

La canción, que retrata a Teresa Mendoza como una figura valiente, fue señalada por autoridades de Chihuahua, como la alcaldesa María Eugenia Campos, por supuestamente glorificar el narcotráfico, violando ordenanzas locales que prohíben los narcocorridos. En 2012, tras un concierto en Chihuahua, la banda fue multada con al menos 20,000 pesos por interpretar el tema, y se les prohibió volver a tocar en la ciudad. Esta no fue la primera vez que Los Tigres enfrentaron problemas en Chihuahua; años antes, su canción 'Contrabando y traición' también generó críticas similares. La controversia se intensificó por el contexto de la guerra contra el narcotráfico en México, que en 2002 ya generaba tensiones sociales y políticas.

La letra, escrita por Teodoro Bello, narra el ascenso de Teresa Mendoza, apodada “La Negra” o “La Mexicana”, desde la tragedia hasta el poder en el mundo del narcotráfico. Tras la muerte de su pareja, el Güero Dávila, un piloto del cartel de Juárez asesinado en una avioneta Cessna (“En la sierra lo mataron”), Teresa recibe una advertencia: “El güero le dijo a Tere: / "Te dejo mi celular. / Cuando lo escuches, prietita, / no trates de contestar”. Este momento marca su entrada al crimen organizado, no por elección, sino por supervivencia. Huyendo a Melilla, España, bajo la protección de Epifanio Vargas, Teresa se asocia con Santiago Fisterra, construyendo una red que trafica droga a Francia, Italia, África e incluso a los rusos, como señala el verso: “Le vende la droga a Francia, / África y también a Italia. / Hasta los rusos le compran”. La canción destaca su astucia y capacidad para adaptarse, aprendiendo el acento español y proyectando una imagen de poder con “bota de cocodrilo” y “cinto piteado”. La letra refleja cómo el crimen organizado ofrece poder, pero a un costo de inestabilidad y pérdida de identidad, especialmente para una mujer en un entorno dominado por hombres.

Aunque los rumores sobre amenazas de muerte circularon ampliamente, no hay evidencia concreta que confirme que Los Tigres del Norte recibieran amenazas directas por 'La Reina del Sur'. Los rumores surgieron debido a la naturaleza provocadora del corrido y el clima de violencia en México, donde los narcocorridos a menudo son vistos como un desafío tanto por autoridades como por grupos criminales. Jorge Hernández, líder de la banda, nunca confirmó públicamente tales amenazas, y en entrevistas posteriores minimizó conflictos relacionados con la serie de televisión inspirada en la novela, atribuyéndolos a problemas administrativos.

https://www.posta.com.mx/entretenimiento/los-tigres-del-norte-la-polemica-detras-de-la-reina-del-sur/vl2055459

19 junio 2025

Bond y Alatriste: la batalla como respeto

Aitor Pilán - El Español - 19/06/2025

Esta columna, permítaseme la libertad, no es un mero ejercicio de arqueología literaria, no es una divagación sin puerto. Es una celebración. El Capitán, que creíamos empadronado ya en el silencio, vuelve en septiembre. Vuelve el soldado, y su regreso nos obliga a preguntarnos por qué, en este presente tan saturado de ruido y huérfano de certezas y liderazgos, celebramos la vuelta de un hombre tan callado, eficaz, sereno, honrado y, pese a ello, roto.

Quizás lo esperamos porque su figura, como la de Bond, es un faro. No es un héroe impoluto, sino un hombre que camina con la dignidad de quien lo ha perdido todo menos el respeto por sí mismo. Cito a Tennyson, que en su vejez aún sentía que "no es demasiado tarde para buscar un mundo nuevo". Volver a desenvainar la espada, aun con el brazo cansado, es la forma más noble de no rendirse.

Y este mundo, relleno de pamplinas, merece que no nos rindamos.

Acaso celebramos su vuelta porque, en un mundo de lealtades líquidas, de lenguaje ambiguo y mentiras constantes, la integridad áspera y silenciosa del capitán o del agente se nos antoja como el más necesario de los tesoros. La prueba de que, aunque los imperios caigan y los reyes mueran, hay algo en el espíritu humano, un último bastión, que se niega a entregar la espada que nos es más necesaria que nunca.

Menos mal, Don Arturo, que lo trae de vuelta.

La literatura nos ha regalado dos figuras que parecen la misma, como digo separadas no solo por siglos, sino por escenarios y métodos diferentes de sus autores. Sin embargo, epítomes del poso de la manera.

Pensemos en uno, con el alma curtida por el sol de Flandes y la mirada entornada por el humo de las tabernas del Madrid de los Austrias, un hombre cuya espada es tan afilada como su silencio. Y en el otro, con el corazón enfriado por la niebla de la Guerra Fría, un agente secreto que se protege del vacío con trajes caros y una lealtad mecánica a una corona que ya no rige los mares. Diego Alatriste y el James Bond de las novelas de Fleming. ¿No son, acaso, el mismo hombre contemplando el mismo atardecer de su imperio?

Su existencia es una paradoja. Sirven, sí, pero sin creer ya en los señores, solo en el servicio. Y uno se pregunta, ¿cómo es posible tal cosa? ¿cómo se puede seguir obedeciendo en medio del naufragio? Su lealtad no es para los hombres que mueven los hilos desde sus despachos alfombrados, esos de manos limpias y conciencia flexible, sino a una idea, a un eco, al juramento hecho a una bandera que ya solo ondea con toda su gloria en la memoria.

Son la encarnación de esa estirpe de hombres de los que hablaba Tennyson en su 'Ulysses'. Condenados a vivir en tiempos menguantes que ya no están a la altura de su código. El viejo orden cambia, cediendo el paso a uno nuevo, y ellos permanecen. Reliquias, peligrosas y tristes, con un pie en cada mundo.

La semejanza se adentra en el árido territorio del afecto, en la manera en que ambos hombres se relacionan con el mundo íntimo. Ninguno de los dos es capaz de construir un hogar, pues su verdadera casa es la desconfianza.

El amor duradero exige una forma de paz y de entrega que les está vedada, porque el soldado que sobrevive es el que aprende a no echar raíces, a no dejar nada tras de sí que el enemigo pueda utilizar como arma. Su soledad, por tanto, no es un capricho de carácter, sino la armadura indispensable para poder seguir respirando al día siguiente. ¿No es esa actitud el modo perfecto de sus autores de mostrar la enorme debilidad del héroe?

Y se parecen, finalmente, en la mirada. Ambos poseen el ojo del profesional, esa capacidad para desmenuzar la realidad en un inventario de peligros y detalles. Alatriste no solo ve a un embozado, sino que calibra la calidad de su capa, la empuñadura de su espada, la intención que se esconde en su forma de pisar el barro de la calle. Bond no solo entra en una habitación, sino que registra las salidas, el peso de una cortina, la marca de un cigarrillo, las debilidades del hombre al que ha venido a matar.

Ese detallismo obsesivo, que tanto Fleming como Pérez-Reverte bordan en su prosa, no es un mero adorno literario. Es el reflejo del alma de sus criaturas: hombres para quienes la supervivencia depende de ver aquello que los demás no ven, de entender que el mundo es un texto escrito en una letra diminuta y a menudo mortal.

https://www.elespanol.com/valencia/opinion/20250619/bond-alatriste-batalla-respeto/1003743811131_13.html

14 junio 2025

Los Tercios de Olivares recorren las calles de Sevilla con un espectador sorpresa: Arturo Pérez-Reverte


Andrés González-Barba - ABC - 14/06/2025

Los Tercios de Olivares han vuelto a realizar este sábado su tradicional desfile por las calles de Sevilla. Pero lo que nadie contaba era con la sorpresa de un espectador muy especial: el escritor Arturo Pérez-Reverte. El famoso autor de 'El maestro de esgrima' ha estado presente en la Plaza del Salvador, un lugar por el que las tropas de los Tercios han pasado.

Hay que recordar que los Tercios de Olivares han celebrado este año el 426º aniversario del nacimiento del pintor Diego Velázquez, así como el cuarto centenario de la famosa rendición de Breda, cuadro que inmortalizara el maestro sevillano y que popularmente se conoce como 'Las lanzas'. Se da la circunstancia de que Pérez-Reverte anunció recientemente que va a publicar una nueva entrega de las aventuras del capitán Alatriste, personaje que está íntimamente relacionado con los Tercios españoles. De hecho, la tercera novela de esta saga se llamaba 'El sol de Breda' (1998). En dicho libro, el capitán Alatriste se encontraba en el Flandes bajo dominio español en el asedio a la ciudad de Breda en 1625 por los Tercios españoles.

https://www.abc.es/sevilla/ciudad/tercios-olivares-recorren-calles-sevilla-espectador-sorpresa-20250614225444-nts.html

Clases de literatura (avanzada) con Arturo Pérez-Reverte y Pierre Lemaitre


Zenda - 14/06/2025

Muera el cliché del escritor y sus musas: para Pierre Lemaitre y Arturo Pérez-Reverte, dos de los novelistas contemporáneos más populares, la escritura es, ante todo, un oficio. Con motivo de la charla #ElOficioDeSerEscritor, que ambos impartieron en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid el 11 de junio de 2025, rescatamos las aportaciones más reseñables de estos maestros de la intriga literaria.

REINVENTAR LOS CLÁSICOS

Pérez-Reverte: Cuando uno lee a los narradores teatrales grecolatinos clásicos o, por ejemplo, El conde de Montecristo, se da cuenta de que todo está ahí: la venganza, el tesoro, el amor, el odio, la traición… Todo está contado ya. Scott Fitzgerald decía que todo escritor tiene solo tres o cuatro temas, y que la cuestión era cómo los cuenta de una forma distinta cada vez. Lo que un novelista de talento debe hacer es adaptar a su tiempo y su público los grandes temas de la literatura.

Lemaitre: Nuestro trabajo como novelistas contemporáneos es hacer algo nuevo a partir de lo viejo. Pero ¿cómo contar una historia para que sea contemporánea? Si todo esta contado ya, ¿por qué los lectores siguen teniendo interés por las historias que ya conocen? Porque lo dispone un escritor nuevo, con su propia identidad, que va a darle su propia forma y que, siguiendo con el ejemplo de El conde de Montecristo, además de la venganza va a destilar otras cosas en la historia. Nuestra labor es narrar temas muy antiguos desde una perspectiva contemporánea. En tu Alatriste hay toda una mitología que ya estaba en la novela del siglo XIX, así que tú también cuentas historias que ya se han contado, pero tus libros son muy leídos porque lo cuentas a tu manera, que es contemporánea para tus lectores.

Pérez-Reverte: Yo creo que somos niños que siguen jugando a disfrazarse. Decimos al lector: “Ven a jugar con nosotros. Acompáñame en esta aventura”. Y para seducir al lector hay que darle elementos que tengan que ver con su propio mundo, el actual. No es posible que una novela del siglo XIX, pongamos de Balzac, funcione de forma rigurosamente actual, pero sí se puede transformar a Balzac en Pierre Lemaitre y dar así al lector la posibilidad de recuperar las historias de siempre.

Pérez-Reverte: Tú y yo nos criamos en el folletín: Dumas, Balzac, Zola, y en España, Galdós. Pero cuando empezamos a escribir, todos esos novelistas estaban sobrepasados: se hacía otro tipo de literatura y estaba mal visto contar historias. En esa literatura que triunfaba entonces importaban los personajes y, como mucho, la trama subyacente. Luego eso fue cambiando y los críticos que tenían esa actitud distante hacia la literatura que contaba cosas modificaron su actitud. ¿Crees que esa batalla está vencida, que el folletín sigue siendo el aprendizaje obligatorio para cualquier escritor?

Lemaitre: Estoy bastante de acuerdo sobre la genealogía de la literatura. Los franceses no estamos muy bien situados a ese respecto porque nuestra literatura atravesó un gran vacío durante los años 50 a 70 del siglo pasado. Lo llamaban le nouveau roman, la nueva novela, y sus autores pensaban que la trama no era algo demasiado interesante y que el personaje no era un elemento que hubiera que conservar. Y los escritores a quienes nos gustaban las historias y los personajes nos preguntábamos: si no hay ni lo uno ni lo otro, ¿cómo va a ser la novela? En realidad, le nouveau roman era algo muy antiguo. Sobre el cambio posterior, para mí un signo muy revelador fue la llegada de las series de televisión, que siguen la fórmula del folletín y desde hace unos veinte años se consideran un arte en toda regla. Una fórmula que inventaron los novelistas hace mucho tiempo. Hoy en día no hay nada tan moderno como esa forma tan antigua de escribir historias.

EL ESCRITOR ARTESANO

Pérez-Reverte: Un escritor que ha leído desde niño puede utilizar todo ese bagaje y jugar con él para aplicarlo al asunto que quiera tratar. Es la idea del escritor artesano. Lo he dicho muchas veces: tú y yo no somos artistas. No tenemos el síndrome agónico de la página en blanco ni de la creación dolorosa, ese no saber cómo llegar a donde queremos. No: somos artesanos que hacemos artefactos eficaces para que funcionen en un lector determinado. ¿Lo ves así?

Lemaitre: Muchas veces me considero un relojero. Es como si tuviera que hacer un objeto redondo: elijo la pieza, la corto, la cambio, la pulo… Mi objetivo es que mi objeto literario sea redondo como un reloj, y ese es un trabajo artesanal. Pero desde el Romanticismo se nos decía en la escuela que el escritor era un ser diferente, tocado por las musas, trascendente. Y eso hace que muchos lectores tengan una concepción sacralizada de la literatura. A mí me gusta enfatizar que antes que artistas somos artesanos y que el oficio de escribir, aunque requiera ingenio, es ante todo una técnica, un oficio. Quizá no sea un oficio como los demás, pero es que ningún oficio lo es.

EL ESCRITOR-EDITOR

Pérez-Reverte: Hay otra palabra muy sacralizada: la escritura. En realidad, tú escritura y la mía son un work in progress, en el sentido de que estamos continuamente trabajando, cincelando, puliendo y limando una forma expresiva que tarda mucho en ser la final. Volvemos sobre ella, retocamos, corregimos… Yo nunca pienso que lo he hecho bien en cuanto escribo algo, y solo dejo de editar cuando ya no puedo más.

Lemaitre: Yo escribo novelas bastante largas, de unas quinientas páginas, pero si mido el tiempo de escritura van bastante rápido: tardo aproximadamente un año y medio. En lo que tardo es en corregir, me lleva una eternidad. Lo peor son los planes, que los tengo para todo: uno para la estructura, otro para el libro, otro para los capítulos, otro para los párrafos, otro para los diálogos… La mayor parte del tiempo de trabajo se va en los planes y las correcciones, y es agotador. Por algo Colette les decía a los jóvenes que no se dedicaran a la literatura.

LAS LIMITACIONES DE LA LENGUA

Pérez-Reverte: Cuando trabajo me encuentro con un problema técnico: que no siempre la lengua en la que me expreso es lo bastante eficaz. Yo llegué al castellano con el respeto del lector por mi trayectoria como periodista, pero me di cuenta de que no siempre dispongo de los recursos adecuados: hay verbos que hay que repetir, palabras que riman que no puedo sustituir por otras… Y a veces hay que aceptar esas limitaciones. Me doy cuenta de que toda lengua es imperfecta.

Lemaitre: Con el francés pasa igual. Mis primeras frases son siempre un desastre, pero me digo que tengo que solucionarlo yo. Algunos colegas míos hacen un primer manuscrito excelente, así que en realidad no trabajan. Ellos confían en su talento y yo en mi trabajo. Yo no tengo más remedio que trabajar, porque mis primeras versiones son malísimas y, como dices, carezco de los recursos estéticos: me repito, no hilo bien unas frases con otras… Pero cuando escribo lo primero que quiero hacer es contar la historia, no que quede bonito. Una vez que ya está planteada y releo el texto es cuando me pongo a trabajar de verdad para corregirlo. Escribo rápido y edito despacio.

CALLEJÓN SIN SALIDA: AVE, MAESTRO

Pérez-Reverte: Más que con la página en blanco, yo me encuentro con callejones sin salida: no doy con la clave, el tono o la situación adecuada para seguir adelante. Para solucionarlo, voy a la biblioteca buscando libros en los que los autores hayan tratado espléndidamente aquello sobre lo que quiero escribir. Por ejemplo: si quiero escribir sobre el mar, leo a Melville. Releer a los maestros es mi solución, es lo que hago todos los días.

Lemaitre: Yo hago lo mismo, pero con menos sigilo: soy un niño revoltoso y me mato a trabajar. Solo cuando me ha resultado imposible encontrar una solución me planteo buscarla en otros libros, pero está claro que en la propia literatura existen soluciones. A veces me doy cuenta de que algunas cosas que escribo las he leído u oído en otra parte, muchas veces en libros muy conocidos: de Dumas, Victor Hugo… Me divierte pensar que los libros que escribimos son el resultado de algo que hemos estado asimilando durante mucho tiempo en nuestro interior y que resurge de repente bajo la pluma.

LA TRAMA Y LOS PERSONAJES

Pérez-Reverte: Tanto la trama como los personajes son importantes, pero en mi caso lo primero que viene es la trama. Los personajes son herramientas a su servicio: yo quiero contar una historia y me sirvo de ellos, especialmente de los secundarios, que van surgiendo con propósitos muy determinados.

Lemaitre: Yo soy incapaz de decir cómo he empezado cada uno de los veinte libros que he escrito. El de aquí lo hizo con una anécdota, el otro con un personaje… Una de mis novelas incluso empezó a partir de una figura geométrica. Pero una vez que las cosas se han puesto en marcha, la relación entre el personaje y la trama no cesa nunca. En el fondo, el lector no entiende una historia más que cuando se siente vinculado con el personaje, ya sea positiva o negativamente, lo ame o lo odie. Serán los personajes, y no la trama, quienes emocionen, indignen y escandalicen al lector. El personaje es una herramienta para la historia, pero su identidad pesa sobre ella y ambos se alimentan recíprocamente. Cuanto más complejo es un personaje, más vívida es la historia.

BUENOS Y MALOS: NI TANTO NI TAN CALVO

Lemaitre: Disfruto más con los personajes malos que con los buenos. Es un placer perverso, cínico. Uno de mis personajes es una auténtica hija de puta, una mala malísima, y me encanta hacerla así de mala. Y además, por darme el gustazo, además de mala la hice tonta. Me encantó ponerle todos los defectos del mundo. Como decía Hitchcock, “cuanto mejor es el malo, mejor es la película”. Bebo mucho de las grandes novelas simplificadoras del siglo XIX, donde el malo lo era con todas las letras, como en Los miserables, de Victor Hugo. Su genialidad fue convertir a sus personajes en arquetipos. Democratizó mucho la literatura, y para que la suya fuera popular tenía que hacer que los personajes fueran comprensibles e inmediatamente reconocibles para todo el mundo, hasta tal punto de que a medida que uno iba leyendo podía prever qué iba a hacer cada uno. A este respecto, Edward Morgan Forster, el gran novelista inglés, decía que había dos tipos de personajes: los previsibles y los que no lo son. En general, los míos son planos y bastante previsibles, especialmente los secundarios. Tienen menos matices que los tuyos, con los que el dilema moral ocupa todo el espacio y con quienes nunca sabemos hasta el final de la novela cómo van a resolver sus contradicciones.

Pérez-Reverte: Yo también prefiero a los malvados. Hace tiempo que dejé de hacer personajes buenos o malos del todo porque me di cuenta de que en la vida real eso no existía: he visto hacer a la misma persona cosas hermosas y otras horribles en el mismo día.

¿MORALEJA? NO, GRACIAS

Pérez-Reverte: Hay autores que dicen que la literatura tiene la obligación moral de mejorar el mundo y a sus lectores. Y yo no estoy de acuerdo: mi misión es contar mundos.

Lemaitre: Para mí tampoco existe una misión moral, en absoluto, pero la literatura sí que tiene ese efecto. Por ejemplo, estoy seguro de que Los miserables no cambió el mundo, pero sí que todos los que lo leyeron en su época entendieron que podían aspirar a una vida mejor. Y esa es la misión de la literatura: decodificar la realidad y permitir al lector interpretar su propia vida.

INICIOS Y PERSISTENCIA

Pérez-Reverte: Cuando yo empecé a escribir, la literatura aplaudida por los grandes mandarines de la cultura era la novela experimental. La trama era algo despreciable: todo eran elucubraciones interiores y angustias existenciales. Yo era periodista y narrador de historias, por lo que al principio fui muy rechazado, atacado y despreciado: no era uno de los suyos. Pero tuve mucha suerte, porque La tabla de Flandes funcionó muy bien en todo el mundo y ahí ya obtuve reconocimiento. A posteriori, he comprobado que de todos los nombres que se barajaban como las grandes promesas de la literatura, tanto en Francia como en España y en Italia, casi ninguno ha pasado a la historia. Pero los artesanos, los del cincel, seguimos.

Lemaitre: A diferencia de ti, cuando yo empecé a escribir novela nadie me conocía, así que no tenían otro yo con quien compararme: o gustaba o no.

LITERATURA POPULAR

Lemaitre: En Francia, la expresión “literatura popular” todavía genera mucho rechazo.

Pérez-Reverte: Pero tú has dignificado esa literatura popular. He leído mucha literatura francesa y mucho sobre literatura francesa, y así se habla de ti. Lemaitre, “le maître”, si lo traducimos al español, quiere decir “el puto amo”.

ORÍGENES Y “PRESENTISMO”

Pérez-Reverte: Para mí, el folletín es donde la literatura europea alcanza su momento estructural fundamental. Siempre digo que un escritor occidental debe conocer, lo primero, los clásicos grecolatinos, que son el origen del que venimos. Lo siguiente es el momento en el que se hace la lengua, el Siglo de Oro español, con Quevedo, Lope de Vega, Cervantes, Calderón de la Barca… Y el tercer pilar es la gran novela del siglo XIX y principios del XX, los grandes novelistas populares: Stefan Zweig, Thomas Mann, Scott Fitzgerald… Y creo que hay jóvenes escritores y escritoras con grandes voces narrativas y talento a los que se les nota que carecen de esa base literaria, que han leído poco y carecen de esas estrategias narrativas.

Lemaitre: En Francia hay una palabra para eso: el “presentismo”, la idea de que lo que cuenta es el presente y que la literatura del pasado no tiene ninguna importancia. Lo que les falta a algunos jóvenes autores no es la cultura literaria, sino que no han aprendido a aplicar las técnicas de escritura de esos grandes autores a los que han leído.

EUROPA

Pérez-Reverte: En mi opinión, en comparación con la actual, la Europa de los años 50 y 60 del siglo pasado era una Europa adolescente, feliz, con esperanza: creía en la revolución, en el amor, en el futuro, en el progreso, en una Europa unida en la que todo era posible. Ahora lo que tenemos es una Europa vieja y agonizante, triste y con poca esperanza, que ha renunciado a esos sueños juveniles.

Lemaitre: Referirse a esa Europa como adolescente es muy adecuado, porque en ella había una gran ingenuidad e inconsciencia. En España la historia se escribió de forma diferente por el franquismo, pero en Francia, los años 50 y 60 son casi la última página del siglo XIX, esa época en la que se creía que el progreso técnico iba a traer la felicidad y se tiene confianza en el futuro. Así siguió Francia, creyendo que los que vinieran después tendrían una vida mejor, hasta que llegó la gran crisis del petróleo de 1973. El fin del sueño fue brutal: de repente, la impresión general fue que el país se iba a pique con esa gran crisis del capitalismo. Y lo que Europa no entendió entonces es que eso que llamaban “crisis” no era algo pasajero, sino el nuevo estado del mundo, para el que no estaban preparados. Ahí se rompió la gran utopía europea del liberalismo. Son unos años frescos e inconscientes, pero también criminales: ya en 1974 hay científicos que avisan sobre el enorme deterioro del medio ambiente y que se refieren incluso a la escasez de agua. Europa no les hizo ni caso porque era una adolescente liberada: había llegado la píldora anticonceptiva, la libertad sexual… Cuando llegó la debacle y el progreso se fue al garete Europa vivió un shock del que todavía no se ha recuperado.

Pérez-Reverte: A veces, cuando te leo, me da la impresión de que eres un hombre encolerizado.

Lemaitre: Ah, claro. Y tú también. Sin la cólera no se va a ningún sitio. Pero no hay que dejarse cegar por ella, sino utilizar esa vehemencia para que las cosas lleguen. La cólera la inventamos los novelistas. Hoy en día es una virtud escasa, pero tenemos muchas razones para estar furiosos, y cuanto más tiempo lo estemos, mejor.

Pérez-Reverte: A veces cuando miro a Europa me siento como un romano mirando cómo llegan los bárbaros. Y me digo que era inevitable: Europa está pagando sus propios pecados. Lo que nos ha hecho envidia y referente moral de mundo desde la Ilustración está agonizando. Es el fin de un mundo, del nuestro, por sus propios errores e ignorancia.

Lemaitre: Europa ha cometido muchos pecados, sí. Y ha contribuido al gran malestar del mundo: de aquí partieron los colonos de América del Sur, los que exterminaron a los indígenas de América del Norte, los que colonizaron la India, África… Fueron los europeos los que llevaron la infelicidad a todos esos países. El mayor pecado de Europa fue colonizar el mundo basándose en una supuesta superioridad moral: así fabricamos el mundo tal y como es hoy. La América de Trump es un producto de Europa. Su actitud, de hecho, es muy europea: se lo enseñamos nosotros. Hoy en día miramos a Estados Unidos y pensamos que la gobiernan los bárbaros, pero la barbarie la inventamos nosotros.

Vídeo completo: https://www.youtube.com/watch?v=z6Bgno_Zkcc

11 junio 2025

¡De cónsul a cónsul ! ¡De Reverté a Reverte!


Enrique Reverté Llorca - Zenda - 11/05/2025

Era un 9 de agosto del 2016, en el que yo me encontraba detrás del mostrador de la tienda tintinesca de CANTONET, situada en la calle València 412 de Barcelona, cuando de pronto veo a un señor muy bien arreglado observando el pequeño escaparate que poseía el establecimiento. Aquello que escudriño un poco y observo que la persona citada en cuestión no es otra que don Arturo Pérez-Reverte.

Daba la casualidad de que yo, por aquellas fechas, intentaba digerir la lectura del único libro que he leído dos veces en mi vida. He definido “digerir”, ya que aunque me fascine la ley del mar y todos sus hábitos y costumbres, no es menos verdad que mi ignorancia supina en dicho tema es muy elevada. El libro del que hablo es 'Cabo Trafalgar'. Añadiré que, siendo bastante joven, aprendí que en el mar hay un lenguaje ciertamente desconocido por los que no acostumbramos a visitarlo, y una experiencia juvenil en dicho medio me impactó.

Me explicaré: cada año un grupo de cinco amigos hacíamos una salida marítima con la lancha de uno de ellos para practicar o intentar el esquí acuático. Digo “intentar” porque personalmente era lo que me podía consolar y alegrar. Un buen día una patrullera de la Guardia Civil se nos acercó y con altavoz en mano nos ordenó con voz de mando: “¡Abarlóense a estribor!”. Esa frase me impactó. No entendía qué nos quería decir. Por suerte el patrón de la barca sabía perfectamente a qué se refería dicha orden. Pidieron los documentos correspondientes, vieron toda una serie de pequeñas irregularidades para poder navegar y nos mandaron de vuelta al puerto, arruinando nuestra excursión marítima, pero me quedé impactado por la frase que surgió del altavoz. De ahí mi particular curiosidad por todo lo relacionado con el mar, su lenguaje, sus normas y la lectura repetida del libro mencionado.

La presencia de dicho escritor delante de nuestro escaparate me provocó un subidón considerable y una preparación de mi porte y acicalamiento a la altura de su visita, en caso de que tuviera a bien entrar en nuestro local. De pronto, habiendo evaluado el interés que le depositó lo que se le ofrecía detrás del vidrio, veo que abre la puerta, se apresura a entrar, y recibo como saludo un “buenas tardes” bastante genérico, al cual contesto: “Buenas tardes, don Arturo. Qué suerte tiene mi establecimiento de poder atender a su persona, dándose la coincidencia de que yo me llamo Reverté, como usted”. Se me quedó mirando con una sonrisa quieta, me preguntó sobre dicha casualidad y si sabía de dónde venía nuestro apellido, con todas sus pequeñas variantes ocasionadas por distintas vicisitudes de los siglos transcurridos.

Le contesto que, como mucho, dadas unas circunstancias muy concretas, sabía que mi abuelo y sus padres provenían de Sant Carles de la Ràpita, a lo que me contestó: «No, no. Muy anterior. Nuestro apellido proviene de las gentes que bajaban de las montañas de los Pirineos para alistarse en las tropas de la Corona de Aragón. Gente muy brava que bajaba serpenteando las montañas hasta los valles, “revertiendo el camino”». ¡Fantástico! Me pareció muy interesante su explicación.

Acto seguido, tuve el placer de poderle enseñar distintas publicaciones que le pudieran interesar, relacionadas con Tintín y la obra gráfica de Hergé. Entre ellas le enseñé el periódico 'Libération' del día de la muerte de Hergé, en el cual todas las noticias y artículos se encuentran ilustrados con dibujos e imágenes de Tintín. Y como las cosas son como son, explicaré que en las últimas hojas de dicho periódico, en el apartado de contactos, se muestra un dibujo ciertamente duro y desagradable para según qué ojos, que no es otro que el Profesor Tornasol haciéndole una felación al capitán Haddock, en cuyo pene lleva tatuada una ancla. Eso es así y así lo he explicado. De dicho periódico, don Arturo me comentó: “Conocía su existencia, pero no había visto nunca ninguno”.

De los libros que le propuse se interesó por uno dedicado a las fuentes de inspiración que utilizó Hergé para adaptar a sus dibujos, siendo dicha publicación un resumen de la exposición que se llevó a término en el Museo de Historia de Catalunya, situado en el edificio llamado Palau de Mar, junto al puerto de Barcelona, y con unas maravillosas vistas a Montjuic desde el restaurante que se encuentra en dicho edificio. Dicha exposición y libro se titularon: “Aquell jove repòrter belga que tenia un fox terrier blanc”. Exposición sublime llevada a cabo por la asociación tintinaire de Sabadell, llamada “Moulinsab”, en la que Cantonet participó, junto a otras personas, en la decoración de la misma mediante figuras y publicaciones originales de cada uno de los 24 álbumes de que se componían las distintas estancias de dicha exposición. Comprobará el lector que el uso de la palabra “Tintín” en el título quedó totalmente vetada por Moulinsart, dificultando la comprensión del nombre de la exposición —comportamiento por su parte de lo más irracional que ha parido madre, pero así los han engendrado—, y me consta que la decisión de prohibir el nombre de Tintín en el título fue innegociable. Sobran los comentarios. Dado el interés que sostuvo por dicho libro le informé: “Don Arturo, es en catalán”, a lo cual me contestó con gran dosis de autosuficiencia: “Da igual, me interesa. Me hago con uno”. Pensé: “Chapeau”.

Siguió merodeando por la tienda y de pronto se interesó por una lata de cangrejo, la cual tenía el inconveniente de que en vez de poner “CRABE EXTRA” ponía “CAN TONET” (regalo personalizado del señor que nos las suministraba) y le dije: “Don Arturo, ésta no se la puedo vender. Es mía, lleva nuestro nombre”. Constaté que se quedó un poco chascado, y todavía más cuando le informé de que no nos quedaban más en stock. Se llevó un par de cosas más sin gran relevancia, en plan souvenir, y se despidió con la promesa de que algún día volvería. Intenté ser muy profesional, hasta el punto que no le pedí ni fotos, ni firmas, ni dedicatorias, ni nada que pudiera suponer ser invasivo; hecho que mis amigos y conocidos me retrajeron sumamente. Es más, unos clientes mexicanos lo reconocieron y quisieron abordarlo en mi recinto, a lo cual me negué, y les pedí que, en todo caso, se esperaran fuera de la tienda y que si don Arturo les quería complacer en la calle, ya les atendería. Efectivamente, al salir de la tienda, don Arturo accedió a la petición de dichos señores y se fotografió con ellos. Dado el sinsabor que le produjo el no poder obtener en propiedad la susodicha lata de cangrejo, le sugerí a Mª Carmen que en el siguiente pedido de latas no nos olvidáramos de poner en custodia una de ellas, todo a la espera que don Arturo tuviera a bien repetir su visita a nuestra tienda.

Y así fue. Pasaron dos años, y en una fecha de agosto parecida a la de su anterior visita se volvió a presentar en la tienda. Aquel día era Mª Carmen la que estaba detrás del mostrador. Don Arturo entró en el local preguntando por mi persona, pero ante mi ausencia, mi mujer le dijo que tenía un recado de mi parte para él. Su extrañeza fue manifiesta. Supongo que se debió de plantear qué tipo de recado podía tener yo hacia él después de dos años sin pisar la tienda. Ante su reacción expectante, Mª Carmen abrió uno de los armarios, y sacando de él un objeto bien envuelto se lo ofreció y le dijo: “Tenga, don Arturo. Esto es para usted. Éste es el recado de mi marido”. Según me explicó mi mujer, la cara de don Arturo pasó de ser expectante a un punto de incredulidad delante de lo que tenía en sus ojos y sobre todo de haber estado dicha lata de cangrejo guardada sigilosamente durante dos largos años. Finalmente, el punto de satisfacción y agradecimiento fue tal que se hizo un pequeño reportaje fotográfico con la lata en nuestro establecimiento y al día siguiente dio publicidad de la adquisición vía Twitter. No sé si aquel día compró o dejó de comprar. Lo que sí sé es que le enseñó a Mª Carmen un trozo de papel con nuestra dirección, puesta a disposición del taxista que lo condujo hasta la puerta de nuestra tienda, como prueba de haber venido expresamente a vernos.

A los pocos días varias personas se presentaron en la tienda preguntando sobre su estancia en ella de don Arturo. Admiradores suyos que siguen sus pasos allí donde va. Una de estas personas era una señora de Reus cuya devoción por don Arturo me la dejó manifiesta, y a mi parecer ciertamente desmesurada. ¡¡¡Sorprendente!!! Con el tiempo he constatado que el recuerdo de la consecución de dicha lata don Arturo lo evoca con alegría y lo tiene muy latente.

Es muy satisfactorio ver cómo la ilusión y felicidad de los demás egoístamente se convierte en la tuya, por lo que reiteradamente concluyo pensando en que… ¡Por suerte siempre nos quedará Tintín!

https://www.zendalibros.com/de-consul-a-consul-de-reverte-a-reverte/

10 junio 2025

Asteroide es nombrado como el escritor Arturo Pérez-Reverte

andina.pe - 10/06/2025

La Unión Astronómica Internacional (IAU) anunció que dos asteroides han sido nombrados en homenaje a dos influyentes figuras españolas: el escritor Arturo Pérez-Reverte y el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente.

Hoy, los asteroides (37777) Pérez-Reverte  y (69556) Félixdelafuente fueron denominados de tal manera por el Grupo de Trabajo para la Nomenclatura de Cuerpos Menores (WGSBN), responsable de asignar denominaciones a estos cuerpos celestes. El asteroide (37777) Pérez-Reverte fue descubierto el 12 de abril de 1997 por los astrónomos Àngel López y Rafael Pacheco en el observatorio de Costitx, en España (código 620). La designación honra a Arturo Pérez-Reverte, célebre autor de novelas de aventuras e históricas, miembro de la Real Academia Española y exreportero de guerra. Su estilo directo y realista, marcado por sus experiencias en conflictos armados, ha cautivado a lectores en todo el mundo. Su influencia en la literatura contemporánea en español ha sido reconocida ampliamente, y su obra ha sido traducida a múltiples idiomas, destaca el informe.

También fue aprobado el nombre del asteroide (69556) Félixdelafuente, descubierto el 27 de septiembre de 1997 por los mismos astrónomos y en el mismo observatorio. Este planeta menor lleva el nombre de Félix Rodríguez de la Fuente (1928–1980), icónico naturalista, educador y documentalista español. Rodríguez de la Fuente alcanzó renombre internacional con su serie 'El hombre y la Tierra', que promovió activamente la conservación de la fauna ibérica, especialmente del lobo. Su legado inspiró a generaciones de científicos y defensores del medio ambiente, consolidando su figura como pionero en la divulgación ecológica. 

Los asteroides son cuerpos rocosos pequeños del Sistema Solar, en gran medida mucho menor en tamaño que los planetas. Hay una innumerable cantidad de ellos, aproximadamente en el espacio ubicado entre las órbitas de los planetas Marte y Júpiter, constituyendo un conjunto conocido bajo el nombre de Cinturón de Asteroides. Estos astros, al igual que los planetas, orbitan el Sol, y se considera que son los restos, lo que ha quedado luego de la formación de nuestro Sistema Solar, ocurrida hace unos 4600 millones de años. La UAI es la encargada de regular los nombres que se les pone a los astros descubiertos (asteroides, exo-planetas, etc). 

https://andina.pe/agencia/noticia-asteroide-es-nombrado-como-escritor-arturo-perezreverte-1032879.aspx

05 junio 2025

El artista catalán que cumple 25 años ilustrando las novelas de Alatriste: «Arturo dice que le sorprendo»


Guillermo Altarriba Vilanova - El Debate - 05/06/2025

«No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente». Así arrancaba la primera entrega de 'Las aventuras del capitán Alatriste', un universo que el ilustrador y guionista Joan Mundet conoce muy bien. Desde el año 2000, este dibujante de Castellar del Vallès (Barcelona) es el responsable de ilustrar los lances y refriegas del célebre personaje creado por Arturo Pérez-Reverte.

Mundet –que entró en el cuarto volumen de la saga, 'El oro del rey'– ya está trabajando en la próxima entrega, la esperada 'Misión en París', que Alfaguara publicará en septiembre y que enfrentará a Alatriste con los tres mosqueteros de Dumas. «Dibujo seis o siete horas al día. La inspiración ha de pillarte trabajando, como decía aquel», señala Mundet, en conversación con 'El Debate'.

Entre la portada y las ilustraciones interiores, Mundet aportará unas 50 piezas al nuevo Alatriste. «Hace 14 años desde 'El puente de los asesinos', y las primeras dos semanas me costó un poco entrar al personaje, pero ahora ya estoy dentro», explica. Sus días pasan ahora entre sombreros de ala ancha, callejones mal iluminados y toledanas con cazoleta: una iconografía inseparable del personaje de Pérez-Reverte que Mundet ha contribuido a fijar con sus ilustraciones. «Alguna vez Arturo me ha dicho que mis dibujos le sorprenden, porque no había imaginado así las escenas», explica el artista catalán. Entre el escritor y él se establece una suerte de ping pong –o más propiamente un toma y daca– entre bocetos y escenas escogidas hasta llegar a las ilustraciones finales. En la década de los 2000, Mundet estuvo muy activo en el mundo de Alatriste: además de ilustrar las nuevas novelas, se encargó de la adaptación al cómic de las dos primeras entregas y de redibujar las portadas de las ediciones de bolsillo. Desde 'El puente de los asesinos', publicada en 2011, no había vuelto al personaje… pero no ha estado ocioso, ni mucho menos.

En estos 14 años ha publicado 12 cómics, una producción apabullante entre la que destacan los siete volúmenes de 'Capablanca', una historia de bandoleros ambientada en la misma época que Alatriste, el siglo XVII español, que se basa en una leyenda local del Vallès, la comarca catalana donde vive Mundet. Están publicados por Amaníaco, en castellano y en catalán. «Había leído varias leyendas sobre Capablanca: que si asaltaba [los caminos] en los alrededores de La Mola, que si murió borracho… pero no encontraba un hilo argumental», recuerda, así que fue hilando referencias históricas dispersas –una masía cercana, una mujer quemada por bruja, una visita de Cervantes a Barcelona– para inventar el drama de la familia Muntada. Su motivación, en última instancia, vino de la sed por explicar historias de proximidad. «Siempre te explican las historias del capitán nosequé que estuvo en Flandes, o del otro que fue a Filipinas… pero tenemos historias al lado de casa, cuyos escenarios puedes recorrer, y que enganchan: 'Capablanca' me lo han publicado en Francia, Bélgica y Alemania».

Otra de las obsesiones recientes de Mundet es el western, tema clásico al que ha dedicado ya dos obras con un tratamiento singular. La primera fue 'Bajo el cielo de acero', que explora la relación inusual entre un anciano y una adolescente, y la segunda es 'Rita Candela: A orillas de la suerte', que bebe del "thriller". «El modelo es Hitchcock, algo que intuyes pero no acabas de ver». El autor vallesano estará la semana que viene en la Feria del Libro de Madrid firmando ejemplares de este 'Rita Candela', editado por Cartem. El tema de la obra, de nuevo, vuelve a ser la familia y las relaciones humanas: «En todas las familias, en cuanto rascas un poco, ves el "merder" («la podredumbre») que hay debajo".

Para Mundet, la aventura de bandoleros o de vaqueros es un vehículo para explorar este tipo de reflexiones: «Lo que permite el western es que, si un personaje me molesta, le pego tres tiros», bromea el autor. Otras de sus obras abordan estas cuestiones sin el armazón del género, como las autobiográficas 'Best seller' y 'Looking for Nobody' o la –aún no terminada– 'Bob & Janis', ambientada en la Formentera "hippie". Esta última la está publicando gratis, página a página, en sus cuentas de Facebook e Instagram. «Lo empecé a hacer en el confinamiento y pensé que, una de dos, o la gente ya no compraba el cómic cuando saliera en papel o bien lo comprarían porque ya les había gustado y querían tenerlo… De momento está siendo la segunda opción», celebra.

Mirando adelante, ya piensa en nuevas historias, como un viaje de Capablanca a las Américas. Mientras tanto, vuelve a la mesa de trabajo, a cazar a la inspiración. Allí le espera, espada en mano, el capitán Alatriste, su misión en París y, llegado el caso, seguramente también las siguientes.

https://www.eldebate.com/espana/cataluna/20250605/artista-catalan-cumple-25-anos-ilustrando-novelas-alatriste-arturo-dice-le-sorprendo_301292.html

04 junio 2025

El secreto del Unicornio

David Galán Galindo - ABC - 04/06/2025

No era el hombre más intimidante, ni el más famoso, pero era un hombre al que, sólo con verle entrar hoy en Planeta K, a Jorge Elías se le habían puesto de corbata. Se trataba de un miembro de la Real Academia Española, dónde ocupaba el sillón T (de "temible" por decir una palabra al azar), experto bloqueador de gente en redes sociales y novelista de muchísimo éxito. Un hombre al que dejaron de tutear a los doce años, seguro. O tal vez once.

Ah, y se me olvidaba: polemista. En una jungla donde cada palabra era un puñal, él era un experto lanzador de cuchillos. Seco. Cortante. Certero. Se estuviera de acuerdo con él o no, era difícil no admirar la lúcida mala hostia que se gastaba el tío. Aunque Jorge muchas veces hubiera deseado que sus tajos se dieran en otra dirección, maldita sea, qué arte tenía para sajar, despellejar y desollar.

Volviendo al tema: ¿qué hacía el ocupante de la T (de "terco" por decir una palabra al azar) en una tienda de cómics? Pues buscar tebeos de Tintín. Curioso, curiosísimo. Pero no hay que extrañarse, incluso el propio Vargas Llosa confesó en 'El pez en el agua' que lo que más le apasionaba de niño era la lectura de los Billikens, Penecas, y toda clase de historietas.

Mientras miraba al ocupante de la T (de "temperamento", por decir una palabra al azar) buscar en las cajoneras de su establecimiento el álbum 'El secreto del Unicornio', de Hergé, la mente del librero voló hacia algunos de los hilos invisibles que unían su vida a la obra de aquel hombre:

Jorge recordó sentirse como Lucas Corso, el protagonista de 'El Club Dumas' cuando investigaba con David Valentín los crímenes de Nóvaro, incluso yendo a librerías clandestinas como Antifaz.

Y recordó cuando fue al cine a ver la película que adaptaba esa novela: 'La Novena Puerta', de Polanski. Jorge no lo olvidará nunca porque le dio la ocasión de decir su frase favorita en el universo: «Los libros siempre son mejores».

Jorge también recordó cómo se enfurruñó él solito cuando se enteró que este hombre, tan alejado como pueda estarlo alguien de su edad y estatus del hip hop, había escrito una novela que se sumergía en el mundo del grafiti. 'El francotirador paciente' se llamaba; Jorge Elías la leyó con miedo y con todos los prejuicios imaginables. Normal, el librero tenía de vecino del barrio a Suso33, era colega de Pastron#7 y tenía como gran hazaña haber visto pintar a b-boys como Muelle, Glub o Remebe… No estaba dispuesto a tolerar que este señor hiciera… hiciera… lo que resultó ser una obra perfectamente documentada y con un respeto enorme por los escritores de muros. Como diría Peter Griffin: ¡Zas! en toda la boca.

Sonrió al recordar el cabreo que se pilló cuando supo que iban a adaptar TODOS los libros de 'El Capitán Alatriste'… en UNA SOLA película. En foros como Dreamers, Jorge escribió largas peroratas argumentando que «en ningún otro país permitirían este despropósito de apelotonar los siete libros a la vez». Incluso hoy, sigue con su cruzada y cuando algún listillo le pregunta ¿y qué hubieras hecho tú? ¿siete pelis? Jorge Elías contesta:

—Ocho. Si algo hemos aprendido de 'Harry Potter', 'Crepúsculo' y 'Los Juegos del Hambre' es que el último libro siempre hay que partirlo en dos partes.

Aunque si había una cosa que siempre encantó a Jorge de las aventuras del capitán Alatriste es que el primer libro lo escribiera este académico de la T (de "tormenta", por decir una palabra al azar) con su hija pequeña. Eso, en su día, hizo soñar a Jorgito con escribir un libro con su propia madre. Seguro que hubiera sido una novela ambientada en el antiguo Egipto, que era el género predilecto de su progenitora; aunque ya se hubiera encargado él de que alguien se pusiera un disfraz de superhéroe. No es que fuera difícil encontrar referentes, hay un porrón de personajes con "temática egipcia", desde Hawkman en DC al Caballero Luna en Marvel, pasando por Black Adam, Apocalipsis o Rama-Tut.

Mierda, ya estoy divagando, pensó Jorge Elías entonces. Y encima, el que ocupaba en la RAE el sillón T (de "tajante", por decir una palabra al azar), ya se dirigía al mostrador con el álbum de Tintín en ristre. Lo dejó al lado de la caja registradora y dijo como disculpándose:

—Ya lo tengo, por supuesto. Este es para regalar.

—Ya imagino —respondió el librero.

Este intercambio de frases banales hizo que la cabeza de Jorge Elías se pusiera a mil por hora: Dios, esta mierda está en el top de conversaciones más embarazosas que he tenido en mi vida. ¿Por qué me dice que ya lo tiene? ¿Quiere acaso que le de conversación? ¡Si yo odio al puto Tintín! Sólo amo a Milú, y porque su merchandising se vende como rosquillas. Da igual. Habla de otra cosa. Cualquiera. Venga, Jorge, di algo.

—Y… ¿Qué opina usted de Vértice?

¡Hala, venga! A las bravas. Sin un poquito de vaselina. Sin venir a cuento de nada. Jorge Elías, eres idiota, idiota, idiota. Así se torturaba para sus adentros el librero. Pero estaba siendo injusto consigo mismo; la verdad era que, tras lo que pasó en navidad con Vértice, ahora que todos en Madrid sabían que la ciudad tenía un superhéroe… preguntar qué se opinaba de él era una conversación totalmente normal, lícita y súper habitual en cualquier ascensor (epítome del silencio incómodo que hay que romper con lo que sea).

Pero claro, lo que estresaba a Jorge no era sólo la preguntita que había vomitado. Era quién la hacía. Jorge Elías temía la mirada inquisidora de ese ex reportero de guerra (ah, sí, se me había pasado mencionar eso) famoso por no andarse con hostias y por haberse codeado toda la vida con tipos duros hasta que se convirtió en uno. El librero se vio a través de los ojos del escritor y se vio blando, gordo, infantil y ridículo: un hombre adulto con una camiseta de Spider-Ham. Si al menos hubiera sido una de Punisher…

No había nada que hacer, estaba claro que se iba a llevar un bufido en respuesta. En una jungla donde cada palabra era un puñal, él iba a ser rajado a degüello por impertinente.

El escritor, ajeno a todas estas tribulaciones de Jorge Elías, sacó la tarjeta y con toda la normalidad del mundo y una media sonrisa socarrona, contestó:

—Opino que Vértice tiene un buen par de cojones.

Luego pagó. Se despidió con un leve gesto de su cabeza. Y se marchó sin más, como un personaje de un cómic de Frank Miller tras soltar una frase molona. Desde luego, no era el hombre más gentil ni el más dicharachero, pero era un hombre al que a Jorge Elías no le importaría volver a ver por su tienda.

https://www.abc.es/cultura/cultural/secreto-unicornio-20250604212324-nt.html