José Manuel Freire - El Progreso - 13/12/2025
La habilidad del escritor y académico de la lengua Arturo Pérez-Reverte para la crítica es de sobra conocida. Son famosos sus encontronazos en X, sin ir más lejos este pasado verano con el polemista Antón Losada con el fenómeno "fodechinchos" como telón de fondo, gracias a su acerada pluma y su especial desparpajo. Lo que poca gente sabe es que ya en sus inicios como periodista, en el periódico 'Pueblo', el cartagenero pisaba charcos, por entonces con Viveiro y su alcalde como protagonistas.
Pérez-Reverte firmaba sus primeras piezas en el diario dirigido por Emilio Romero a mediados de los años 70, en la España que se sacudía a marchas forzadas la dictadura, formando parte de una generación de periodistas que actuó como uno de los ejes claves de la transición. Viveiro, como el resto de ayuntamientos del país, aún mantenía alcalde designado por el franquismo. Antonio Meirás Goás tomó el bastón de mando en 1969 y lo dejó en 1976 junto a sus ocho concejales en protesta por el reparto de los fondos del Plan Provincial de la Diputación. Pero eso es otra historia.
Al grano. ¿Qué tiene que ver Pérez-Reverte con Viveiro y con su alcalde franquista? Pues unas polémicas obras en el entorno de la iglesia de San Francisco, un tema que cayó en manos del joven periodista recién licenciado en la Complutense de Madrid que aprovechó la noticia llegada a la Redacción para hacer una noticia que acabó en "querella criminal". El 15 de febrero de 1975, la página de la sección de Provincia de 'El Progreso' se abría con este llamativo titular en caracteres rojos: "El Ayuntamiento de Viveiro entabla querella criminal contra el autor del un artículo publicado en 'Pueblo'". A la pieza se le dio lectura en el pleno municipal antes de que los concejales votasen por unanimidad presentar denuncia "ante los juzgados de Madrid contra el autor, el señor Pérez-Reverte, por la cantidad de mentiras e injurias con las que la Corporación se siente ofendida".
Meirás Goás, médico y político que fallecería dos años después, en 1977, parece que estaba verdaderamente molesto por dar en Madrid esa imagen de Viveiro, de ahí que tomase una medida casi inédita. El artículo en cuestión había salido publicado en 'Pueblo' un mes antes, el 22 de enero, bajo el titular "Atentado artístico, en Viveiro (Lugo)". "Si arquitectos y artistas muertos levantasen la cabeza viendo lo que sus chapuceros nietos hacemos con algunas de sus obras, las volvería a dejar caer inmediatamente, descorazonados, y con razón". Así arranca la voraz crítica del autor de 'El maestro de esgrima' y 'La sombra del águila'. El motivo de tal ataque habían sido las obras de un edificio de "cuatro plantas" que se acometían justo enfrente del templo, que el escritor describe detalladamente: "El delicioso ambiente histórico del conjunto está a un pelo de pasar a peor vida, gracias a la absoluta carencia de escrúpulos artísticos". Su fuente, un "comunicante vivariense", le habla de "turbios planes futuros" y de "Watergate local" en relación a esta construcción, para la que la Corporación había autorizado la colocación de una plataforma en el atrio. "La escalinata ha sido transformada en rampa de gravilla y arena para rodaje de vehículos y por ella circulan los tractores, cargados de material de construcción", escribe. Pérez-Reverte se pregunta finalmente si alguien va a hacer algo para evitar el "desafuero", que también incluía demoler "una de las antiguas murallas medievales para levantar en su lugar una pared de hormigón y ladrillo" y se contesta él mismo: "Hay quien apuesta un centollo a que no. De todas formas ahí queda el lío". "En resumen, al atrio, a la escalinata y al ambiente histórico del conjunto los han hecho polvo", añade el periodista cartagenero.
¿Y en qué quedó el asunto? Pues el rastro se pierde en la hemeroteca de la época, miles y miles de noticias para las que no hay motor de búsqueda ni Google que encuentre referencia alguna a golpe de clic. De hecho, este descubrimiento sale de la consulta diaria de los vetustos tomos de 'El Progreso' para elaborar la sección de Hemeroteca (y de la vista afilada de la compañera Kari Acebo). Así, el templo, el atrio y el edificio "de cuatro plantas" están en el mismo lugar 50 años después. La "querella" tampoco truncó, a la vista está, la carrera del afamado periodista, que tal vez ni siquiera llegó a tener noticia de que el alcalde de Viveiro lo había llamado a los juzgados, o tal vez se perdió en su memoria.
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