Pueblo, 19 de julio de 1974
Acabo de regresar del sur, tras recorrer durante varios días la costa y los campos palestinos de Nabatie, Tiro y Sidón. A pocos kilómetros de los fedayines, uniforme de camuflaje y fusil AK en bandolera, detuvieron mi coche y me interrogaron durante una hora bajo un sol de justicia. Me habían tomado por un espía judío.
La psicosis de espionaje en el sur del Líbano va en aumento desde las últimas incursiones israelíes contra los puertos pesqueros. El problema de la seguridad de los campos sigue poniendo de relieve las disensiones que a pesar de las declaraciones optimistas de los últimos días oponen a la resistencia y a las clases dirigentes libanesas.
Takieddine Solh se esfuerza por calmar la efervescencia que reina en el seno de la guerrilla, especialmente en lo que a cohetes antiaéreos respecta. Para ello quiere convencer a los jefes palestinos de que acepten la constitución de un sistema defensivo libanés que cubriría el conjunto del territorio. Los palestinos objetan que esa sombrilla antiaérea solo sería eficaz en un plazo de diez años e Israel tiene demasiada prisa en liquidarlos para andarse con demoras; en segundo término, al ser parte integrante de un hipotético sistema de defensa libanés, la protección de los campos estaría en manos del Gobierno de Beirut y éste, según me decía un dirigente palestino, no se mostró demasiado combativo cuando los aviones judíos machacaban los campos de refugiados.
Por su parte, el gobierno libanés está resuelto a impedir que con la fortificación de sus campos de refugiados los palestinos lleguen a la creación de un estado dentro de otro estado, y el Líbano no es Jordania. Aquí la resistencia es fuerte, está bien organizada y la constitución del sistema defensivo palestino convertiría los campos en fortines inexpugnables incluso para el Ejército libanés.
Aunque aquí se descarta un peligro inminente de nuevos ataques aéreos, todos piensan que estos podrían reanudarse en cualquier momento. Esa es la razón por la que los dirigentes palestinos están desplegando todos sus esfuerzos para conseguir del Gobierno libanés luz verde que les permita emprender por cuenta propia la fortificación de los campos.
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