María Fidalgo Casares - mundiario.com - 21/03/2023
El Patio de la Fundación Cajasol acogió la primera sesión de la VIII edición de Letras en Sevilla, ciclo coordinado por Arturo Pérez-Reverte y Jesús Vigorra, que en esta entrega sacaban a la palestra un tema peliagudo: "España, frontera de Europa". La inauguración, con sentidas palabras, correspondió al presidente de la entidad, Antonio Pulido, que manifestó su satisfacción por la continuidad de unas jornadas únicas, el orgullo por la pluralidad que exhiben, el interés por apostar por un tema de candente actualidad y al que nadie debe dar la espalda. Agradeció la participación de todos los ponentes y asistentes de todas las ediciones. Continuaron los dos coordinadores, Pérez-Reverte y Jesús Vigorra, que avanzaron un programa que —seña de identidad de las jornadas— pondrá sobre la mesa visiones contrapuestas que con toda seguridad no dejarán a nadie indiferente porque “venimos a escucharnos todos”.
Tras ello, un plato fuerte: el escritor acometía la lectura de uno de sus artículos más conocidos, que precisamente fue el origen de esta jornada y que contextualiza lo que desarrollarán a lo largo de la edición: 'Los godos del emperador Valente'. Perteneciente a su serie 'Patente de corso', fue un artículo con mucha garra, desde el punto de vista europeo y que —a la luz de una década posterior— con una clarividencia estremecedora en la que se comparaba a la Vieja Europa y la presión migratoria con la sufrida por Roma y los godos. Inquietante. ¿Fueron unos insensatos los romanos al introducir el “enemigo en casa”? Muy desesperanzador con lo irrefutable de un proceso que está al llegar.
Continuó Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional. Leyó de forma serena y miró al público en todo momento. Denunció las tragedias del Tarajal y sobre todo las movilizaciones que conlleva el cambio climático y las zonas más vulnerables del planeta. Dijo además que sí que había soluciones al problema, porque el caso ucraniano había demostrado que el comportamiento de los países vecinos había sido modélico, al igual que en el caso de los afganos, o la regularización de los refugiados venezolanos. En el caso de la frontera con Marruecos, fue un discurso de denuncia y acusatorio que se centró, como era de esperar, en la vulneración de los derechos humanos (aunque España esté en uno de los "rankings" de valores democráticos y respeto a los derechos más altos del planeta). Habló de la demonización a los colectivos y que se toleran todo tipo de abusos, y cargó contra el rédito electoral a esta demonización. “Políticas crueles, inmorales y estúpidas”, “políticas exterminadoras”. En una línea ideológica marcada, fue una buena intervención del representante de una asociación que apostó por unas vías legales y seguras.
Tras él, el político Carlos Rojas, secretario del grupo parlamentario del PP, leyó muy bien, con la voz bien modulada, puesta en escena y frases muy bien articuladas. “Sobran maniqueísmos”, dijo. También expresó estas ideas: “Este tema es un ejemplo de lo peor y lo mejor de los seres humanos”, “hay que revisar la cooperación para aportar bienestar”, “el bienestar no es una cuota nominativa” y "el equilibrio es necesario". En la línea “centrista” del PP, se mostró muy tibio a la hora de afrontar los problemas que percibe la sociedad receptora, aun sabiendo que es un tema que decide el voto a su partido en algunas regiones, y su felicitación a Amnistía Internacional resultó algo ofensiva por la postura que ha mantenido esta asociación con las víctimas de ETA y haberse negado a calificar como terrorista a la banda. También "bandeó" las preguntas más directas: devolución de delincuentes, desprotección de los guardias civiles, falta de previsión. El discurso tenía contenido, pero lo cierto es que sonó muy “a político” y, la verdad, dejó algo frío al auditorio. No es la primera vez que pasa. Independientemente del personaje o sesgo político, parece que el formato de Letras en Sevilla, en el que los políticos se enfrentan a ciudadanos “normales” ávidos de saber y aprender, les hace adoptar una postura distante que no conecta.
La tarde se planteaba con menor tirón... pero nos equivocábamos. Al ser los ponentes menos conocidos del certamen, la elección de un empresario agrícola almeriense desconcertó, y sin embargo la presencia de José Manuel Escobar fue todo un acierto. Un discurso cargado de sinceridad y convicción, en el que de forma estructurada fue combinando un soberbio relato que comenzó con un gran texto literario de Goytisolo (guiño al sustrato literario de Letras en Sevilla), hizo un repaso histórico solvente y acometió el meollo de su intervención: la realidad económica y social del milagro almeriense. La agricultura más sostenible y redistributiva de Europa. Una región olvidada de la mano de Dios, despoblada y condenada a la emigración, que gracias al tesón y el trabajo de pequeños empresarios agrícolas hizo posible su realidad actual. Dio datos poco conocidos pero clarificadores: en Almería no había latifundios, sino pequeñas parcelas. Prácticamente sus subvenciones europeas son mínimas por parte de la PAC, frente al olivar o el sector lácteo, que algunos sueldos agrícolas son superiores por ejemplo a los de Italia u Holanda (países con un nivel económico más alto), el respeto a la legalidad de la inmensa mayoría de los empresarios y, sobre todo, lo que sorprendió a muchos, fue un canto a la acogida, a la multiculturalidad de los trabajadores que se instalan allí. Aunque era obvio que el empresario no estaba acostumbrado a los escenarios, la “verdad” que irradiaba y el amor a Almería ratificó el acierto de Pérez-Reverte y Vigorra en haberlo invitado.
Continuó Nico Castellanos, periodista activista de los derechos humanos, con un discurso muy ideologizado. Suelto y con buena dicción, fue hilvanando datos como que el 90% de las migraciones son de norte a norte, y eso parece no preocupar a la población, que la amenaza que se siente del sur se debe al racismo puro y duro, denunció las agresiones y muertes en la valla, la estigmatización de los menas, el trato de favor con los ucranianos, y en distintas ocasiones culpó a los medios y a la ultraderecha racista que predica el odio. Pese a que se le preguntó, en ningún momento —es más, negó— que existieran razones culturales o religiosas detrás del rechazo y que el racismo afectaba igual a todos los colectivos.
El final estuvo protagonizado por dos guineanos de nacimiento. Emilio Buale, un clásico de Letras en Sevilla. Pérez-Reverte y Vigorra cuentan siempre con él por su intensa presencia escénica, su capacidad actoral y sobre todo una voz única, que traspasa. Dos situaciones: Emilio Buale, ecuatoguineano que llegó de niño (tenía rango de provincia española) y Lama, de Guinea Conakry, ilegal que cruzó por Ceuta. Emilio —que se hubiera llevado de calle al auditorio— cedió todo protagonismo al joven Lama, un chico que evitó todo dramatismo a la hora de contar su relato, y que conmovió por su ternura, espontaneidad, la bonhomía que irradiaba y que se convirtió en el gran broche emocional de la jornada.
La sesión del martes se plantea con más tirón mediático. Platos fuertes y conferenciantes estrella. Por ahora, nadie ha puesto el cascabel al gato. ¿Por qué parte de la ciudadanía percibe como una amenaza ciertos colectivos migratorios? O, como apuntó Pérez-Reverte, ¿por qué hay un alto porcentaje de paro en España y hay trabajos que solo realizan inmigrantes? Lo leerán en @mundiario.
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