Yo solo soy yo cuando estoy solo
Fernando Sánchez Dragó - gaceta.es - 07/03/2023
En ese endecasílabo de Miguel Hernández hay un adverbio, marcado por su preceptiva tilde en la primera sílaba, y un adjetivo, sin tilde en ninguna de ellas. También hay una trampa… El poeta citado nunca escribió ese endecasílabo, que es de mi cosecha, sino uno, muy similar, al que el mío, mejorándolo, a mi juicio, parafrasea: «Yo nada más soy yo cuando estoy solo». Pertenece a un soneto de 'El rayo que no cesa', libro que memoricé, enterito, cuando tenía dieciocho años. Me he tomado esa libertad. Discúlpela el lector en gracia a lo que en esta columna quiero decir.
En este país –muletilla no por ociosa menos significativa–, tan dado a las guerras civiles, estalla ahora una, de índole meramente prosódica y por ello, gracias a Dios, incruenta, entre los partidarios de mantener la tilde en el adverbio "sólo", sinónimo de "solamente". El adjetivo "solo" nunca la llevó. Pocos éramos y parió nada menos que la Real Academia Española, dividida entre los tildistas y los antitildistas. Así han bautizado los espectadores a las fuerzas contendientes en esta nueva pugna fratricida, en cuyo forcejeo no correrá la sangre, sino la tinta. Algo es algo.
Arturo Pérez-Reverte, por cierto, que es tan espadachín, dicho sea a título de elogio, como su personaje Alatriste, capitanea el bando de los tildistas, al que yo, que estudié Románicas y empuño péñola, me sumo con lógico y filológico entusiasmo. A tus órdenes, Arturo. Duelistas somos y en el Miranda Podadera andamos.
¿Prosodia?, se preguntarán los lectores víctimas, por su edad, de los planes de estudios vigentes… Sí, chicos: «Parte de la gramática tradicional que estudia la pronunciación y la acentuación correctas». Ésa que no respetan, por ejemplo, los locutores de los partidos de fútbol, sobre todo cuando anuncian un gol. O, mejor dicho, un gooooooooool o un golgolgolgolgol, entre horrísonas exclamaciones. ¡Qué espanto! Si Gogol levantase la cabeza seguro que volvía escribir 'Las almas muertas'. ¡Y tan muertas!
La semilla de esta discordia se sembró, creo recordar, en 2015, quizá un año más tarde, que fue cuando los académicos, renunciando, como en tantas otras ocasiones, a su deber de limpiar, fijar y dar esplendor a nuestro idioma, sembraron entre sus usuarios el desconcierto al suprimir del adverbio la tilde en cuestión. Claro que peor aún habría sido el añadirla al adjetivo obligándonos a escribir, por ejemplo, "sóla, fané y descangallada" o a decir, en momentos difíciles, "no me dejes sólo, amor mío".
No sé si han visto ustedes ‒seguro que sí, porque lo repiten hasta la saciedad‒ el anuncio ése de la tele en el que Lola Flores, saliendo de su tumba por arte de Photoshop y cargando la suerte, nos explica con ronca voz de quejío tras una noche de colmado:
‒¿Saben por qué a mí se me conoció en todo el mundo? ¡Por el acento!
Pues eso, señores, señoras y señoros de la Expañola.
Posdata – Escribo esta columna en un bar. Se me acerca el camarero y me pregunta: «¿Un café solo o solo un café?». ¿Dónde carajo habrá puesto el acento? «Póngame sólo un café solo», le corrijo. Y lo nota.
https://gaceta.es/opinion/yo-solo-soy-yo-cuando-estoy-solo-20230307-0400/
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No sólo es una tilde
Juan Soto Ivars - epe.es - 07/03/2023
La RAE limpia, fija, da esplendor y está a punto de provocar una nueva guerra civil en España. La batalla, de hecho, “sólo” se ha reanudado. Arturo Pérez-Reverte, letra T mayúscula, celebraba la sorpresiva noticia publicada en la prensa, según la cual el adverbio “sólo” vuelve a llevar su tilde, como es de ley. Trece años han pasado desde la última batalla, que se saldó con una derrota de los denominados tildistas, entre los que me incluyo. Fue entonces cuando la RAE, como si se arrodillase ante los alumnos de tercero de la ESO con problemas para identificar los adverbios, nos arrebató nuestra querida tilde en “sólo” y en los pronombres demostrativos.
Humillados, rabiosos y quejumbrosos, los tildistas nos escondimos en turbias cervecerías de Múnich, corrimos hacia los bosques como el maquis o nos emparedamos cual Mambrú para tramar nuestro contraataque. Mientras tanto, perseverábamos en adornar con estas bellas y aclaratorias tildes los adverbios y pronombres, y éramos perseguidos por ello con suma crueldad. Yo mismo he visto cómo los correctores de este periódico, y los de las editoriales en las que publico mis libros, asesinaban por órdenes de la RAE (¡e incluso la Fundéu, de la que fui miembro!) a estas pobres tildes. Mis textos, escritos con tildes, aparecían sin ellas: purgados, y el agradecimiento que hubiera debido profesar a los correctores por encontrar mis erratas y ejecutarlas se tornaba en amargura al descubrir que habían aplicado la misma medicina a mis adverbios.
La soledad que siente un “sólo” o un “éste” sin su tilde es difícil de describir, pero en las noches oscuras los tildistas hemos animado a estas palabras heridas. Esperábamos, confiamos en los académicos como Pérez-Reverte y, al fin, cuando se nos dio la noticia, salimos a celebrarlo. Pero… ¡ah! El enemigo es tenaz, y la RAE está dividida. La sección de Español al día, dominada por malévolos sintildistas, aclaró en Twitter que la decisión de la Academia se mantiene inalterada y que sólo han hecho una pequeña apostilla a la norma de 2010.
Pérez-Reverte, furioso, respondió que vienen tiempos de hostias como panes. Y nosotros, los hablantes y escribientes tildistas, ya hemos puesto a todos los santos del Barroco español nuestras velas y oraciones para que el enemigo sea destruido. Pues no hablo sólo de una tilde, sino de nuestro honor. ¡Larga vida al capitán tildista!
https://www.epe.es/es/opinion/20230307/tilde-84174453
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Contildistas y sintildistas
Javier Vizcaíno - noticiasdealava.eus - 07/03/2023
La vida sería maravillosa si todas las polémicas fueran como esta de la que vengo a hablarles. ¿Se pueden creer que la crema y la nata de la intelectualidad, amén de un sinfín de juntaletras o simples aficionados a la gresca por lo que sea andan mentándose la madre a cuenta de si el adverbio solo debe o no debe llevar tilde? Es lo del sincebollismo y el concebollismo de las tortillas de patata llevado a la gramática. En realidad, la reyerta viene de 2010, que fue cuando la Academia de la Lengua Española decretó la obligatoriedad de prescindir del signo gráfico sobre la primera o de la palabra. Ardió Troya y surgió hasta una especie de selecta guerrilla de firmas que se negaron a acatar la norma, con Arturo Pérez-Reverte a la cabeza, y Mario Vargas Llosa o el difunto Javier Marías formando el núcleo duro.
La tontuna cuestión ha vuelto a la actualidad después de que se publicara que la Academia iba a dar marcha atrás para promover el libre albedrío en el uso de la dichosa tilde. Los insurgentes contildistas corrieron a celebrar lo que estimaban como triunfo de su resistencia. Pronto llegó Paco con la rebaja. La rancia institución desmintió lo publicado y lo dejó en simple recordatorio de la norma vigente. El arriba mentado Reverte, que, como saben, es académico, salió a Twitter con la espada fuera de la vaina. “El pleno del próximo jueves será tormentoso”, amenazó, mientras sus partidarios le jaleaban “¡Arturo, dales caña!”. Este humilde tecleador, que como tantas veces, se sitúa en la equidistancia, hace acopio de palomitas esperando el espectáculo. Y vuelvo al principio: ojalá todas las broncas fueran como esta.
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La tilde de Pérez-Reverte
Vicente Torres - periodistadigital.com - 07/03/2023
Se ha tomado como asunto personal lo de la tilde diacrítica, y hay que llevar cuidado, porque de tanto ver apretar el gatillo en las guerras en las que ha estado se le pegado la costumbre y tiene el disparo fácil. No tolera que le lleven la contraria, ni entiende más argumentos que los que salen de su mollera. El caso es que a mí me tiene bloqueado en Twitter desde hace tiempo porque ingenuamente le afeé el uso una tilde que no corresponde. La sigue usando.
Se trata de la que pone de forma indebida en "elite". Que un director de periódico, un columnista o un notario escriban esta palabra de forma incorrecta es aceptable, porque la propia RAE la dio por buena puesto que la mayoría de la gente la escribe así. Pero que un académico se pase por el forro de los cojones el esfuerzo de un antecesor reciente en la Academia está muy feo. Intentó con denuedo Fernando Lázaro Carreter evitar el uso de esa tilde, y ahí están sus artículos sobre la cuestión, recogidos luego en su ‘El dardo en la palabra’ para demostrarlo, explicando que es una palabra que proviene del francés, por lo que en ese idioma es aguda, ya que los franceses dicen "elit", y al pasar al español debe conservarse el acento en el mismo lugar en que está en su idioma original. Pero que si quieres arroz Catalina. Este señor ha estado en todas las guerras y cree que no le queda nada por saber y que su palabra va a misa.
Pues no. El respeto al prójimo y a sus argumentos puede estar en alguna guerra, pero no es costumbre que esté. Y los reporteros de guerra podían observar la condición humana, pero para sufrirla no es necesario estar en una.
Parece que ahora la Academia se ha partido en dos, lingüistas y escritores, lo que no hace ningún bien a los usuarios del idioma, a los que no interesan estas pugnas tan feas, sino que lo que desean es un trabajo silencioso en beneficio de todos. Los acuerdos de la Academia, aunque se resuelvan por un voto, son de la Academia, o sea, asumidos por todos. Y el matonismo y la chulería deben ser descalificantes.
https://www.periodistadigital.com/puntodevista/20230307/la-tilde-de-perez-reverte-689404883233/
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La tilde y el sentido común
Antonio Viudas Camarasa - diariodemerida.es - 07/03/2023
A Arturo Pérez-Reverte y los que razonamos como él nos acompaña el sentido común muchísimo mejor que a Salvador Gutiérrez Ordóñez y los otros académicos que después de “fazella no quieren enmendalla”. El abuelo Ángel Pérez Pérez, de Avilés, entiende y desea que su nieto adicto a las peras se coma más de dos y le es indiferente si se las come solo o acompañado. Si viviera Emilio Alarcos Llorach, mi maestro fonólogo, acompañado de Lapesa y Zamora Vicente, este desaguisado académico no hubiera tenido lugar, estoy seguro. Alarcos con su fonología y su tercera articulación e hijuelas, nunca hubiera redactado unas nuevas normas tan ambiguas como las que han aprobado sus sucesores hace diez años tónicos conviviendo con sílabas átonas.
No se trata de corrección versus claridad. Es cuestión de sentido común cuando los académicos aprueban una nueva norma sin ambigüedad manifiesta. Me encanta el microrrelato del abuelo Pérez de Avilés de la soledad y el sabor a peras del comer de su nieto. Comparto contigo el microrrelato: La tilde de solo. Me escribe mi nieto: “Hoy me he comido solo dos peras.” La verdad, no lo entiendo, porque nunca come solo y, si no está acompañado…, eso de que solo se come dos peras no se lo cree ni él. ¡Le gustan tanto! (Ángel Pérez Pérez Avilés”, en 'El País' de 06-03-2023).
Me acabo de enterar, gracias a Hey Google por la BBC que Mario Vargas Llosa, mi condiscípulo en Beni Alonso Zamora Vicente, también acompañó en voto a favor de la tilde a Arturo Pérez-Reverte. Habrá que ver el acta académica histórica y verificar si esas normas nuevas se aprobaron por dos tercios o por mayoría simple. Está claro que no fue por unanimidad. Este reality lingüístico coincide con el dicho que he oído hoy en boca de un hablante panhispánico sobre un cliente que pide un presupuesto para la compra de un cerdo:”Quiero un cochino, de muchas arrobas, que pese mucho y que cueste poco”. Parafraseando al comprador del guarro, como usuario solicito una norma que rezume calidad, brille en claridad y que no genere ambigüedad.
La Mecedora Habladora, que es muy guasona, se sonríe cuando se entera de que los tildistas y anti-tildistas andan a la greña y me casca: “Chacho, Antonio querido, no te enteras, los académicos tildean y antitildean escribiendo ad libitum como en las partituras musicales. Son libres y dejan libertad de tildear y antitildear. Además de libres, los académicos son liberales”.
https://www.diariodemerida.es/la-tilde-y-el-sentido-comun/
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Sólo si es sólo (y que me tilden de tildista)
Irene Lozano - eldiario.es - 09/03/2023
Sólo en esta ocasión voy a estar de acuerdo con Pérez-Reverte, que se ha convertido en el principal valedor de la tilde de "sólo" y ha vaticinado con sorna un pleno tormentoso en la Academia de la lengua este jueves. No sólo él tiene claro lo que está en juego. Somos muchos los que comparamos esta batalla a las que sólo libraríamos por las cosas importantes de la vida: que te quitaran un click en el patio del colegio y ese tipo de agravios. Peleabas con el cuchillo entre los dientes: sólo faltaría.
Hace unos días la RAE modificó la redacción de la norma relativa al uso de la tilde en "solo". Se introdujo un inciso que, según algunos académicos, cambia la norma y según otros sólo cambia la redacción. En anfibologías como esta radica el misterio de la lengua, pero tanta sutileza se nos ha ido de las manos, y los tildistas -que no habíamos desaparecido, sólo estábamos en modo células durmientes- nos hemos vuelto a agitar.
Mantener la tilde se trataba para mí, hasta ahora, tan sólo de una cuestión sentimental, lo admito sin ambages. Cuando la RAE reformó su Ortografía en 2010 y decretó la abolición de la tilde, aunque no sólo, intenté cumplir. La erradiqué de mis textos, pero sólo aguanté unos días. “Solo” es una palabra escasa, desvestida. Tiene algo lúgubre, y arrancarle la virgulilla que le daba un techo, me la presentaba aún más desvalida. De veras lo intenté y no pude: sólo quedaba indultar la tilde.
Con los años he perseverado en escribirla, y he encontrado más razones para atrincherarme en mi posición, casi todas poéticas. Ahora ya sólo sé que la tilde es imprescindible aunque no sé para qué. Por ejemplo para toparse con este verso de Juan Ramón Jiménez -“¡Yo solo vivo dentro / de la primavera!”- y saborearlo. Juega a los significados posibles, a despistarnos con una frase que no podría ser más sencilla. Y lo hace con la sintaxis y con la tilde. El adjetivo "solo" suele colocarse después del verbo (salvo en usos enfáticos o poéticos) y, Juan Ramón lo antepone, es decir, lo coloca en la posición más habitual del adverbio, pero le quita la tilde. Vaya usted a saber con qué intención lo hizo, pero es genial gracias a las reglas de ortografía vigentes sólo hasta 2010. Compone un verso sencillísimo que se ha de leer dos veces. Degustamos la ambigüedad, pero sólo como quien moja el pan en la salsa, una pizca. Nos lanza, pero nos rescata al momento. Hala, que vengan ahora los gramáticos -no todos, sólo los que en vez de corazón tienen un pisapapeles- y digan que en caso de ambigüedad, en vez de tilde se puede usar “solamente”. Sí, se puede, pero los adverbios acabados en -mente son como la peste bubónica: matan no sólo en verso, sino también en prosa. Yo evito que proliferen porque contagian.
A Juan Ramón no le gustaría verse convocado a este campo de batalla: él era naturalista en cuestiones ortográficas, y no estaba solo: también lo fue siglos antes Teresa de Jesús. Pero se ve que en esta guerra no se hacen prisioneros: al director de la Academia lo han tildado, nunca mejor dicho, de tildista, sin haberse pronunciado sobre la tilde de "sólo".
Decía que hasta ahora defendía la tilde sólo por sentimentalismo poético, pero cuando veo cómo se están creciendo en este lance los gramáticos, sólo puedo pensar que la batalla se ennoblece y se llena de matices. Los lingüistas se multiplican y yo me alegro: cuando estudié éramos sólo un puñado de gente, aunque eso sí, unida en torno al consenso tildista. Lo malo es que toda esta muchedumbre de filólogos se ve tan llena de razón que sólo puede perderla. Cuando nos explican en su argumentación incesante por qué la tilde diacrítica no tiene sentido en la palabra "solo", deslizan su irritación por los resistentes, los que sentimos sólo compasión, y mantenemos la tilde sin ánimo de ofender, sólo porque nos violenta erradicarla.
En esta apología de lexicógrafos, y no sólo, veo engordar una deriva neoliberal en el discurso. Sin rodeos, reivindican a los tecnócratas de la lengua. Y llegan a producirme auténtico estupor cuando esgrimen la ciencia como si estuvieran recomendando la vacuna, cuando este último revuelo se ha producido sólo porque los gramáticos han redactado un párrafo que no se entiende. Algún anti-tildista ha llegado a criticar la presencia de escritores en la RAE. Al parecer, les irrita que se pronuncien sobre la lengua con autoridad, como si supieran algo de las palabras, no siendo lexicógrafos. ¡A dónde vamos a llegar! Está claro que en cuestiones de lengua hay algo de ciencia y algo de estulticia, pero no sólo.
https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/si-tilden-tildista_129_10011896.html
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Tildetriste
Hughes - gaceta.es - 12/03/2023
La polémica con la tilde de "solo" quizás haya producido resultados desiguales y contradictorios. Se supone que ha sido una defensa de la tilde, un intento organizado por restablecerla y justificarla, pero por algunos se siente como una batalla perdida; ridícula primero, excesivamente puntillosa después y paradójica al final en sus resultados.
Perdone el lector aquí la bajada al yo: servidor era un moderado defensor de la tilde hasta esta misma semana en la que la desafección ha sido total. La defensa que de ese signo ortográfico ha hecho Pérez-Reverte me ha alejado de la tilde más que acercarme. En esto no hay pose de finura o desdén ante el "autor exitoso y popular" sino un convencimiento muy profundo de que, viendo a sus defensores, mi bando era el equivocado.
Para empezar, el triunfo es pírrico, en el sentido impreciso y equivocado que se le da en el fútbol: la RAE ha reconocido un uso posible para esa tilde en "sólo", pero para esa victoria la tilde ha perdido su prestigio, su verdad, su romanticismo y hasta su simpatía. Lo ha perdido casi todo. Esa tilde se ha convertido en la palanquita, la pestañita para accionar otras cosas.
Una, por ejemplo, es la apertura de una ventana al subjetivismo del que escribe. Es una regla que queda al sujeto y que introduce ambigüedad justo para evitarla. En el registro escrito, se puede evitar la ambigüedad de una forma más profunda y correcta: sintáctica, gramatical. Pero esa tilde va a quedar como recurso del estructuralmente ambiguo. Va a quedar como aliada enfática de la falsa precisión del lenguaje más chato y forense. ¡Pero es que eso le encanta a Pérez-Reverte! Obsérvese este párrafo suyo; cómo, precisamente, se mata toda ambigüedad, aire, misterio, posibilidad e imaginación repitiendo el Falcó revertiano lo que le pide la mujer:
«Falcó se arrodilló y le introdujo los dedos en el sexo. Ella sonreía.
-Dime puta.
-Puta.
Se intensificó la sonrisa obscena.
-Ahora dime puerca.
-Puerca.»
¿No hubiera sido mejor no saber del todo si decía o no decía la palabra? ¿No hubiera sido mejor un poco de indeterminación?
La tilde de solo se convierte en el signo de puntuación de los puntillosos. Había un grupo de música que se llamaba Solo Los Solo. ¿Era necesario ponerles la tilde para matar los sentidos posibles? Eso es esa tilde de repente, un signo cursi, antiliterario, una nota que recarga la partitura, un dirigismo excesivo (Dime puta. «Puta»).
Pero es que la pobre tilde a la que han matado de cariño ha sido también la excusa para la trifulca docta de la RAE y, más concretamente, para que Pérez-Reverte abandere la posición preeminente de los escritores frente a los lingüistas. El resultado también es muy paradójico. El escritor no influye así en la lengua con su obra, como pensaría cualquiera, sino desde la academia. Es como académico que el escritor, mandando en la institución, puede influir. Pero entonces no es un escritor sino un académico-escritor y ¿cómo se hace uno académico? Pérez-Reverte cita a Cela o Vargas Llosa, pero ¿su dominio del lenguaje es el de Cela? ¿De dónde saca Pérez-Reverte su autoridad? Pese a la prensa rendida y ditirámbica, hay un consenso en que es el éxito de ventas de Pérez-Reverte lo que explica su posición.
Por tanto, un escritor popular, del vulgo, vulgar, que no influye en el lenguaje se hace o le hacen académico y es así, ya como académico, como lo consigue. No influye como autor popular, sino que como autor popular se hace "escritor consagrado" y entonces, cual Cela, quiere dictar la regla. Pero esto es un falso populismo. Es el populismo siempre parcial, invertido y equivocado de este autor, cuyos personajes son de un gran casticismo puesto al servicio de un juicio de inspiración políticamente correcta y afrancesada («España se equivocó de Dios en Trento»). ¡Un agobiante españolismo luego no español del todo!
¿No es eso lo que vivimos constantemente? ¿Qué culpa tiene la pobre tilde para hacerla signo de eso?
Pérez pide la autoridad de Cela pero la pide en tanto académico-popular, ¡qué cosa tan rara y a la vez tan estupenda! El populismo academicista y, por tanto, elitista de Pérez-Reverte es la gran desviación del sano y recto populismo y la tilde, otra vez la pobre tilde, se ha convertido en pestañita, teclita, púa del laúd más contradictorio…
La tilde de solo defendida bravamente por Pérez-Reverte, al que se le reconoce el esfuerzo, ha perdido, con ello, algo de su vieja integridad ortográfica y su prestigio normativo. De ser algo clásico y obedecible ha pasado a convertirse, con esa falsa victoria, en una modernidad subjetivista, una regla que no es regla y, de repente, en un signo quisquilloso y un poco quitamisterios… Con ese darle la decisión al que escribe, ¿no se convierte la tilde en una especie de emoticono picajoso y ultracorrecto?
Ahí está lo que ha sido esto para la tilde: una rebelión ultracorrecta.
Juan Ramón tenía su ‘j’ personalísima, y la tilde se ha convertido en ala del sombrero de Alatriste, una causa personal del escritor-académico-popular que pide ¡ahí es nada! la triple autoridad de la academia, el creador y el exito comercial… ¿cómo amar ya esa tilde que parece puñalito de personaje de sus novelas?
Mejor causa nos parece, siguiendo la recomendación de Ruiz-Quintano, que la encontró en una de sus novelas, generalizar la equis de Cebrián, el académico prisaico que escribió «clítorix» en lugar de clítoris. ¿Acaso no es mejor? ¿No convertía la equis en clítoris gráfico, puro botón, letra puntito y poesía visual? Las eses se nos caen de pobreza. Hay ya mucha desgana en ellas. ¿Por qué seguir diciendo ‘especial’ cuando podemos decir ‘eres muy expecial’? Muy lejos ya la jota alfanje de Juan Ramón Jiménez, y abandonada, ay, la tilde revertesca como causa, ¡viva la equis cebrianita!
Hughes | Tildetriste (gaceta.es)
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Una tilde: Dos Españas
Rosa Rodríguez - lasprovincias.es - 14/03/2023
https://www.lasprovincias.es/opinion/rosa-rodriguez-tilde-dos-espanas-20230315234359-nt.html
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Arturo Pérez-Reverte, un hombre sólo
Matías Vallés - epe.es - 16/03/2023
Se agradece disertar sobre Arturo Pérez-Reverte (APR), porque todos los presentes lo han leído sin demasiado esfuerzo, y el matiz de la facilidad que rima con felicidad es sustancial en su éxito. Sólo tienes que leerlo, sin más. Ha vendido millones de libros que, en consonancia con su ímpetu, ha colocado uno a uno y a mano.
Es competitivo en lo profesional como un lobo de Wall Street: "Yo no necesito el Planeta porque vendo, a diferencia de mi amigo...". Es competitivo en lo personal: "Te han salido muchas canas". APR es un hombre sólo, que concibe su vida como un campo de batalla donde se desenvuelve con la lealtad corajuda de un samurái y la soltura de un espadachín. Ninguna insolencia debe quedar sin castigo: "Leo que un tal Baltasar Porcel se burla de mis novelas, que llama tebeos. No tengo ni idea de quién es Porcel. Es igual, una ejecución".
Nada menos que todo un hombre, escribía Unamuno pensando en APR, que a la fuerza debía desembocar en Pancho Villa y su Revolución paternalista. El autor esencialmente masculino ha aprendido a delinear en 'El italiano' los personajes femeninos con los que tropezaba, aunque se opondrán la excelente 'La Reina del Sur' y sobre todo, la iniciática y sensacional 'El maestro de esgrima', que será para siempre Assumpta Serna: "Los novelistas decían mira a este periodista, qué se habrá creído".
Aquel desdén inaugural, de la tribu literaria que no vende libros, cimenta la ambición de APR. A diferencia de sus colegas de mesa camilla y brasero digital, que temblarían si tuvieran que pisar Ucrania, ha conocido el fragor del combate aunque suene algo pelmazo rescatando heroicidades con medio siglo de antigüedad. Es un escritor sólo: "Yo no soy un artista". Y el académico cita a continuación a los mosqueteros de Dumas, para precisar su genealogía novelística.
La mención al gabacho conduce a la complicada relación de APR con el cine. Su asociación más reciente es 'La piel del tambor', tal vez la primera película española que solo tiene una escena que vale la pena, y la cortaron en la sala de montaje. Y el problema de Johnny Depp en 'La novena puerta' / 'El club Dumas' de Polanski es que el actor no sabe cómo agarrar un libro, un pequeño hándicap en una película de bibliófilos. O tal vez el error consiste en devorar sin discernimiento todos los productos con sabor a APR: "¡Te has leído hasta la recopilación de mis artículos, no fastidies!".
Todos lo saben todo de APR, vive aquí porque ha vuelto a empuñar la lanza sin adarga, una vez que la Academia claudicante con cualquier jerga rapera se pone exquisita sólo en una tilde. El escritor milita en la RAE porque se apunta a todas las empresas que acaben en Española, el adjetivo que mejor sintetiza la libertad caótica de sus personajes, la gallardía. Tal vez el escritor que desprecia la autoficción, la literatura del yo y la narración pormenorizada de bodas, partos y entierros, nos ha hablado siempre en primera persona: "Me negué a escribir en 'El País' porque ya publicaba con ellos en Alfaguara, quería mantener mi libertad".
APR escribe en serie, definiendo al capitán Alatriste como su alter ego imprescindible, salvo en la infame película donde Viggo Mortensen se empeña en demostrar que no habla castellano. El oficial de los Tercios sólo será superado por el franquista Falcó, a la altura del Sadorski pro Vichy de Slocombe que se ha convertido en el último fetiche de la novela policial. Un "patriota de sí mismo", como su autor. El escritor no quiere amos: "Me invitan a un restaurante estos millonarios, ya sabes cómo son, y pago la cuenta de todos porque no quiero que se crean que les debo algo".
APR se ha escorado con su país hacia visiones milenaristas. Critica la formación de los jóvenes, una reflexión interesante hasta que se advierte que la pronuncia frente a Pablo Motos. Suplanta la cosmovisión con una cosmivisión. Su 'Una historia de España' tiene más de España que de historia, pero era inevitable que se involucrara en el eterno debate sobre si la nación es insuficientemente española o demasiado española.
https://www.epe.es/es/cultura/20230316/arturo-perez-reverte-hombre-solo-84689980
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