31 octubre 2024

Arturo Pérez-Reverte y una mujer vengativa


Entrevista de Juan Cruz - Clarín - 01/11/2024

Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) ha escrito una de sus más hermosas novelas, en las que el mar y el amor se dan la mano en medio de una guerra, la Guerra Civil Española, que convoca a los personajes, de uno y otro bando, a batirse no sólo en medio del aire de las batallas sino en la singladura propia de contiendas como aquella. Con el espíritu literario que es capaz de darle también a las batallas, y como ha hecho en libros tan importantes como 'El tango de la Guardia Vieja' o 'La Reina del Sur', aquí el académico español, que también fue periodista de guerra, entre otros cometidos, administra los elementos que son propios de su novela, la acción, la pasión, y ofrece la muestra de un talento que lo ha hecho triunfar entre las literaturas del mundo. La entrevista fue en el hotel Palace de Madrid, donde suele parar cuando publica o se encuentra con amigos o con la prensa.

Has escrito una novela bellísima.

He hecho lo que he podido. Mi trabajo es hacer novelas lo más bellas posible. Unas salen mejor y otras peor.

¿Hasta qué punto te inspira el mar?

El mar no me inspira, es un complemento, como tantas otras cosas. Me inspiran la vida, los recuerdos, lo que leo, lo que miro, las ideas que tengo, los libros leídos, la biografía... El mar es un elemento más de los que me influyen, y esta vez decidí que el mar sería parte del escenario de esta novela.

Es el Mediterráneo, no es cualquier mar, un mar en guerra.

Es mi mar, mi patria. O sea, soy español, europeo, pero sobre todo mediterráneo. Nací en Cartagena y estoy más a gusto en un café de Estambul, de Palermo, de Valencia o en un zoco de Túnez que en Londres o Rotterdam. Es más, en Nueva York o en Oslo puedes estar solo, y me he sentido muchas veces solo. Sin embargo, en los puertos mediterráneos no me he sentido solo jamás, ni cuando he estado solo de verdad. Basta con volverte, pagar un café o una copa y ya tienes un amigo en el Mediterráneo.

Y no solo es el mar, no solo es el Mediterráneo, es también la guerra, pero la guerra española. ¿Qué secuelas tiene todavía para nosotros?

Eso no me interesa como novelista. Nuestra percepción actual de la Guerra Civil no me importa nada, lo que me importa es el elemento narrativo que manejo. La novela es una historia de amor, de derrota, un triángulo amoroso que tiene varios telones de fondo, y el más lejano es la Guerra Civil. No analizo, no estudio, no detallo la Guerra Civil, la pongo ahí como fondo del escenario.

En este caso yo soy el lector que ve una historia de amor, en la que un personaje y los que le rodean están tratando de ganar o de no perder una guerra, guerra que ocurre en la historia de tu propio país.

Para esta novela es como si yo hubiera sido sueco, me da lo mismo. El planteamiento y mi aproximación a la Guerra Civil, cuando lo hago como escritor, es absolutamente ecuánime, la utilizo como un elemento narrativo más, da igual que yo fuera inglés, italiano, albanés o colombiano, habría escrito la misma novela. Que en esa guerra civil hayan luchado mi padre, mi abuelo y mi tío no me da ningún tipo de proximidad narrativa, lo que me importa es contar una historia. Más que amor es la historia de una mujer derrotada, de su marido y de un marino.

Esa mujer derrotada tiene una fuerza enorme desde que aparece en la novela, aunque no haya dicho ni una sola palabra. ¿Cómo has logrado esa tensión en una novela que hasta entonces parece como una guerra entre hombres?

Porque ella es el mejor protagonista de la novela. Hasta que ella llega me limito a establecer el marco, y después ella aparece en ese decorado. En todas mis novelas hay mujeres fuertes, prácticamente en ocho o nueve de cada diez hay mujeres fuertes, mujeres que luchan en un mundo de hombres con reglas de hombres. En muchas de ellas está la historia de una mujer que pelea una batalla en la cual sabe que no tiene retaguardia, pero en este caso es peor, es mi primera mujer derrotada, sabe que ha sido derrotada, ya no lucha, y ahora lo que hace es que se venga. Es un problema absolutamente moderno, no tiene nada que ver con la historia ni con la Guerra Civil. Es un caso paradigmático: se venga. Una venganza en la que el sexo se convierte en la herramienta intelectual, algo que también ha sido muy interesante y muy difícil para mí, un desafío. Ella utiliza el sexo como herramienta individual para hacer daño, para apuñalar, para destruir a su marido.

Te he visto empezar un libro en un avión, 'El Capitán Alatriste'. ¿Cómo nació este libro? ¿Qué hubo detrás de la ficción?

Mi infancia, como en muchas otras obras. De pequeño vivo junto al Mediterráneo, voy al cine, leo y veo películas —la tele la conocí a los 12 años, veo historias de piratas, 'El Corsario Negro', 'La isla del tesoro', 'El pirata negro', 'El capitán Blood' me marcan y juego a ser pirata de niño, como todo niño de nuestra generación. Ahí lo tengo, como tantas otras cosas que se mueven conmigo por la vida desde hace 30 años. Un día, estando en una isla del mar Egeo, de pronto pienso: “Por aquí venían los barcos de la República cuando la Guerra Civil, y lo vi, vi la historia de corsarios que me ha acompañado toda mi vida, eso tomó forma. Podía haberla hecho en la Guerra Mundial, en el océano Índico, en Somalia, pero no, fue ahí donde surgió, vi la novela y me dije: "A ver si puedo". Me puse a trabajar durante unos meses, como hago siempre en la preparación de la novela: fui hasta allí, compré cartas náuticas, miré los cabos, estudié la corriente, los puertos, las distancias. Volví otra vez a ver aromas, olores, Estambul, Beirut, Atenas, a recordar mis recuerdos unidos al desarrollo presente, busqué en internet y me dije: "Pues tengo una historia". La operación la planifiqué como un militar, y ahí surgió la novela que ha ido conmigo toda la vida.

Es una novela en la que pueden verse rastros de 'Línea de fuego', 'El italiano' o 'Falcó'. En algún momento de la lectura sentí también los ecos de 'El tango de la Guardia Vieja'.

Ahí empieza una nueva etapa de mi vida. Fue muy importante, primero porque me lo pasé muy bien con ella, pero sobre todo porque me hizo moverme entre los anos 20 y lo años 60. Esa etapa me interesaba por muchas razones. He nacido en 1951, llego todavía a conocer a la gente que vivió esa época, me la han contado en mi casa, donde había fotografías, recuerdos, música, discos. Es una época muy interesante para mí porque se parece un poco a ésta, en el sentido de que es el final de una época: un mundo se cae, otro mundo va a aparecer que aún no ha aparecido, hay ismos, no como ahora, pero entonces había comunismo, fascismo, socialismo, nazismos, que estaban cambiando el mundo, para bien y para mal, y descubro que es una época en la que estoy muy cómodo contando, porque no es lo mismo contar una historia como esa que contar una historia con teléfonos móviles, con ordenadores, con "hackers"… Para eso subo al autobús, pongo la oreja y ya me entero, ya lo tengo. Mi vecina me cuenta su vida, y esa novela no quiero escribirla, ya está ahí. Pero tratando temas de ahora, problemas como el triángulo amoroso o la derrota, me sitúo en una época que es muy potente narrativamente, me da un escenario muy apropiado en lo bueno y lo malo, y me hace sentirme bien. No es lo mismo estar viviendo año y medio con gente de esa época que estar viviendo año y medio con gente de ésta, y la verdad es que prefiero aquella en cuanto a compañía. Desde entonces, no todas, pero buena parte de mis novelas tienen que ver de una otra forma con esa época. Digamos que mi escenario ideal termina en los años 50 o 60 del siglo pasado.

Tanto en 'El tango de la Guardia Vieja' como en esta novela hay una cadencia que va permitiendo que llegue a su nivel más alto, o por lo menos más perceptible, una fuerza erótica que quizá no está en las palabras, pero sí en lo que va viniendo. ¿Cómo lo vas calibrando?

El sexo entra en esta novela no como sexo, no como adorno para que digan que hay “un poquito de sexo”… No, yo no hago eso. Entra porque me di cuenta de que hablando de una mujer derrotada, el sexo como venganza intelectual es extraordinaria. El titular sería: “El sexo puede ser una venganza intelectual”. Y es lo que hago, desarrollo algo que le da una dimensión nueva a la mujer que está en mis novelas hasta ahora. Y eso me lleva a otra cosa, que es la ambigüedad. En el mundo de ahora, en este mundo de mierda, todo el mundo quiere trazar líneas, te obligan a pronunciarte entre blanco o negro. La estupidez de estos tiempos no te permite moverte en la gama real, que es la gama de grises, la ambigüedad del mundo real. Esa ambigüedad, esos grises, esas contradicciones son las que enriquecen un relato, y son las que utilizo en mi novela. Detesto las novelas en que el autor decide cuál es el bien o el mal, porque cuando era jovencito pensaba que el bien y el mal estaban muy claros, pero con la edad tengo cada vez menos certezas. Cada vez estoy menos seguro de las cosas, y me encanta. Los que tienen certezas son los fanáticos, que son peligrosos, y los tontos, que son todavía más peligrosos que los fanáticos. Nace de muchas cosas, pero sobre todo de la certeza de que la mujer es menos afortunada que el hombre cuando llegue el momento de la derrota. El hombre tiene un montón de mecanismos, durante tres mil años se ha fabricado un montón de mecanismos de consuelos, de refugios, de coartadas, de deberes. Como ella dice: “Siempre tienes un deber”. La soledad de una mujer derrotada es terrible e irreparable, y de esas certezas que he adquirido con mi vida nace el personaje de Lena.

Has escrito mucho sobre mujeres. ¿Has ido aprendiendo de tu propia escritura, o de la vida con ellas?

De las dos cosas. La escritura me ayuda a reflexionar sobre la vida. Cuando me siento a escribir, a trabajar, a documentar un personaje, a desarrollarlo, estoy reflexionando sobre la mujer que he conocido en la vida real, todas están ahí. No hay ninguna mujer en mis novelas que sea auténtica, todas son de una u otra forma ficción, pero todas están basadas en una mirada personal, sin duda.

https://www.clarin.com/revista-n/arturo-perez-reverte-mujer-vengativa_0_rsUVe9cyWB.html

Pérez-Reverte y una pasión homérica

Iñaki Ezkerra - El Comercio - 01/11/2024

Los escenarios de un lujo decadente en tiempos de guerra poseen un encanto especial que ha dado mucho juego en la literatura y en el cine. Los pintorescos personajes que los pueblan (aristócratas, buscavidas, vividores profesionales…) suelen tener ese punto amoral y aideológico que otorga...

https://www.elcomercio.es/culturas/libros/perezreverte-pasion-homerica-20241101150818-nt.html#


El homenaje del Café Varela con la XIV edición de su premio a Arturo Pérez-Reverte

Silvia Lorenzo - El Mundo - 01/11/2024

"San Agustín ha visto que se trabaja por lo incierto en el mar y en las batallas y todo lo demás, pero no ha visto las reglas del juego" (Blaise Pascal, Pensamientos 234). Quien sin duda tiene escrito un tratado sobre "las reglas del juego" es Arturo Pérez-Reverte. Por escritor, por periodista, por navegante, y ahora, desde este jueves, también por ganador de la XIV edición del premio que el pujante Café Varela entrega cada año.

"Es un honor y un premio de prestigio, que me emociona por muchas razones. No nos engañemos, ya me tocaba", ha bromeado el novelista. En el salón ha brotado una carcajada después de cada frase. "El desfile de amigos me ha hecho pensar una cosa", ha expresado Pérez-Reverte después de que varios habituales del Varela, ese esquinazo convertido en un núcleo de las letras castellanas, pronunciaran palabras sobre él: "a un ser humano se le valora por los amigos que tiene. Me quieren, como yo a ellos, y hace que uno se sienta muy bien".

Lo cierto es que el galardonado ha recibido no un tributo, ni homenaje; sí el premio conocido como el Nobel gallego el otro no, porque vende demasiado (Raúl del Pozo dixit), pero el premio, me van a permitir los que frecuentan el Varela, no ha sido lo más emocionante. Porque lo cierto es que Arturo Pérez-Reverte ha dado, mucho antes de la gala celebrada esta noche, con una de las claves del éxito en la vida: la lealtad recíproca.

Porque Reverte, como dice Juanma Lamet "el enviado especial de los lectores rasos", es el que mejor defiende "los códigos de la amistad" y "la religión de la lealtad", ha rematado Jorge Fernández Díez. Sobre él han vertido loas Manuel Jabois y Antonio Lucas, que también le dedicó un poema que navegó el momento hasta los oídos de los asistentes en una velada que nadie ha querido perderse.

Por el salón que Melquíades, el dueño, había dispuesto pasearon el director de 'El Mundo', Joaquín Manso, el fiscal Javier Zaragoza, el juez Pablo Llarena, el presidente del Tribunal Constitucional Cándido Conde-Pumpido, Paco Leiro, Loquillo, David Trueba, Luz Casal... Si esto fuese una columna, estaría colmada de negritas. Negritas o destellos, quién sabe. En todo caso, todas orientadas hacia un "faro de costa": Arturo Pérez-Reverte, el que vive como abriendo una estafeta literaria antaño periodística conserva destellos aún por la que todo reportero desea correr. Y los que así lo hacen son sus amigos del Varela, ¡qué fortuna! 

¿Se puede poner palabras a una lealtad que desborda el sentimiento? Ellos lo han intentado. Contaba Melquíades que esta era la decimocuarta edición; acaso valga por dos. El galardón vino acompañado de un baño de cariño, de respeto y admiración. Ellos aprenderán, como muchos a través de sus páginas, "las reglas del juego" junto al que más sabe de él.

https://www.elmundo.es/cultura/literatura/2024/11/01/6724172fe9cf4aa5318b456d.html

28 octubre 2024

La isla de la mujer muerta

José María Pozuelo Yvancos - Zenda - 28/10/2024

No hay error en el título de este artículo dedicado a 'La isla de la Mujer Dormida', de Arturo Pérez-Reverte. El cambio de muerta por dormida queda explicado por lo que se ve motivado dos veces, una por condición física y otra emocional, dentro de la propia novela. La geología y relieve alargado de la isla imaginaria de las Cícladas, cercana a Syros, donde decide Perez-Reverte ambientar la obra, permite esa imagen, pero lo importante es el sentimiento de la protagonista femenina de la novela, Helena Katelios, una rusa casada con el dueño de la isla, el barón griego Pantelis Katelios, de quien toma apellido, cuando había nacido Nikolaievna. Muerta proclama Helena, la dueña de la isla, que debería llamarse ésta, acorde con su sentimiento vital de fracaso y desencanto, sentimiento que termina siendo el motor más poderoso, en el terreno no bélico, de la trama urdida por Arturo Pérez-Reverte.

No es la primera vez que en sus novelas aparece un personaje femenino potente. Hace años, el 2 de febrero de 2018, en la Universidad de Génova, con motivo de un Congreso dedicado a este escritor, pronuncié una ponencia, cuya publicación desarrollaré en breve, en el que recorría otros casos previos de personajes femeninos que se convierten en centrales en distintas novelas suyas, algo que han confirmado alguna de las siguientes a tal ponencia, como, por ejemplo, la anterior a ésta, titulada 'El problema final' en homenaje a Conan Doyle.

Con todo, Helena Katelios es un personaje diferente al de las novelas anteriores por varios motivos que aquí solamente esbozaré y espero desarrollar en otro momento. Es quizá la vez primera en la obra de Pérez-Reverte que ese personaje de mujer entrada en años, pero siempre poderosa por belleza y carácter, está tocado por el desánimo y sobre todo por una sensación de fracaso, como si se viese vencida en su lucha por la vida, o podría decirse en su batalla de amor. De hecho, esta vez el juego erótico, duro sin dejar de ser sutil, que emprende con el capitán de navío Miguel Jordán Kyriazis, se asemeja bastante al de un náufrago queriendo asirse a la tabla de una salvación que ella siente necesaria al saberse agónica. No revelaré al lector si lo consigue. Llevo años en el oficio crítico y conozco la ley de no desvelar al posible lector el final de una trama, aunque adelanto que lo mantendrá en suspenso hasta las últimas páginas, como debe ser.

Sí comentaré la otra novedad de esta novela que me ha  parecido genial. Se trata de la creación de un personaje dúo, el que forman Helena y Pantelis Katelios, y que es dúo diferente de otros anteriores de Perez-Reverte, como fueron Adela de Otero / Jaime Astarloa en 'El maestro de esgrima' o Max Costa / Mercedes Inzunza de 'El tango de la Guardia Vieja', por convocar dos duetos de excelentes novelas de distintas épocas de su larga trayectoria. Pero allí eran duetos de partituras diferenciadas. El que forman Helena y Pantelis no es un dueto sino un personaje dual, bifronte, especular el uno para con el otro, de tal manera que ambos se miran en el espejo de su desamor, y esa mirada, recíproca y cruel, tiene razones que tampoco debo desvelar aquí al lector que no la haya leído, pero que en su pautado desarrollo, no de minué sino de sonata de violín y piano, podría asemejarse en contrapunto a las de Schubert o Brahms y proporciona una de las novedades más interesantes que he encontrado en la literatura contemporánea reciente. Ya los acordes de esta sonata, que podría haber dado una "nouvelle" ella misma, sobresalen como ingrediente estilístico y moral de un gran momento en vida de matrimonios envejecidos y tantas vidas rotas en ellos. No le faltan a esta novela, de calidad que advertí maestra en otro lugar, momentos de precisa batalla marina, de acometidas bélicas, de atmósferas del estrecho de Mármara, de espías en su condición más cabal, que es la doblez moral, pero querría que el lector retuviera los diálogos de Helena y el barón Katelios, superiores con mucho a los que uno está habituado a leer sobre parejas y novedad ella misma de su estilo.

27 octubre 2024

Arturo Pérez- Reverte presenta su nueva novela 'La isla de la Mujer Dormida'


Entrevista de Pepa Fernández - RNE - 27/10/2024

Arturo Pérez-Reverte llega al programa para presentar su nueva novela, 'La isla de la Mujer Dormida'. En esta conversación, el autor explora los temas y la ambientación de su obra, que entrelaza historia y ficción. Pérez-Reverte también reflexiona sobre su carrera literaria, compartiendo anécdotas y su proceso creativo, así como la influencia de sus propias experiencias en la narrativa de la novela. Con su estilo característico, invita a los oyentes a sumergirse en una historia llena de intriga y emoción.

Audio completo:

https://www.rtve.es/play/audios/no-es-un-dia-cualquiera/no-dia-cualquiera-arturo-perez-reverte-presenta-su-nueva-novela-isla-mujer-dormida/16303161/

26 octubre 2024

“En mis novelas siempre han aparecido mujeres que luchan”

Entrevista de Jorge Fernández Díaz - Radio Mitre - 26/10/2024

La novela número uno en ventas en España y Argentina es 'La isla de la Mujer Dormida', y Jorge Fernández Díaz entrevistó a Arturo Pérez-Reverte en su programa 'Pensándolo bien', por Radio Mitre.

Al respecto, el escritor sintetizó: “Es una novela de corsarios moderno, para un público de ahora”. En ese sentido, explicó que la obra abarca “tres planos de trabajo: el espionaje, el naval y el sentimental/emocional de la isla. Mi intención es si conseguía contar una venganza en la cual el sexo fuese una herramienta intelectual”. A su vez, el autor comentó que su nueva obra “es un conflicto interno que cualquiera conoce en persona” donde “una mujer deja su vida, su trabajo por un hombre”. “Se enamora y proyecta en él”, relató, y señaló que la protagonista “convierte a ese hombre, que a lo mejor es un tipo vulgar, en un héroe, en alguien especial. Lo sigue en lo bueno y en lo malo. Pero ningún héroe resiste la proximidad durante mucho tiempo, y al cabo de un periodo determinado termina siempre desquebrajándose”. Más allá de la protagonista de 'La isla de la Mujer Dormida', el escritor aseguró: “En mis novelas siempre han aparecido mujeres que luchan”. En este caso, abordó la historia de “la mujer derrotada, la que sabe que no tiene ya ninguna vía de escape, la que tiene que permanecer junto al hombre porque por las razones que sean”.

Por su parte, Jorge Fernández Díaz le preguntó Pérez-Reverte sobre el costado “cinematográfico” de sus historias y su influencia del cine clásico en sus obras, a lo que el entrevistado contestó: “Yo nací en 1951 cuando aún no había televisión. La conocí con 12 años. Mi generación es del cine y de los libros”, indicó, y opinó que “en los niños es extraordinaria esa influencia”.

Audio completo:

https://www.youtube.com/watch?v=E7qg19-AHwc

24 octubre 2024

Presentación de 'La isla de la Mujer Dormida' ante medios internacionales


Audio:


Vídeo:

https://www.youtube.com/watch?v=KlaxA0dxsRU

"El mundo se está tornando un lugar muy peligroso donde no nos atrevemos a decir lo que pensamos por miedo a Twitter"

Hernán Dobry - El Observador - 24/10/2024

El gran escritor español mantuvo un diálogo en Madrid con corresponsales extranjeros del que participo 'El Observador' España. Y cuenta cómo concibió y escribió su nueva novela, 'La isla de la Mujer Dormida', en simultáneo en toda Hispanoamérica, saga con la que se sumerge en una historia de corsarios modernos ambientada en la Guerra Civil Española.

“De pequeño jugaba al mundo de los piratas, y lo mantuve en mi vida, como lector y como recuerdo de infancia. Con la edad vas acumulando historias que van contigo, evolucionan con los años, se van transformando, se convierten en novelas, y un día, estando en una isla del Egeo vi una historia de corsarios contemporáneos”, explica Pérez-Reverte.

Como es su costumbre, se trasladó hasta Grecia para recabar información del que sería el escenario de este nuevo relato, que cuenta, además, con dos de sus grandes pasiones: las aventuras y la navegación marítima. Así, irá desentrañando una historia en la que la armada franquista busca atacar el tráfico de armas soviético que atraviesa el mar Egeo rumbo a la República. Para eso envía a un mercenario, un marino mercante de la zona, para que cree una base secreta para interceptar a estos barcos. Allí se tejerá un triángulo “amoroso” entre el marino, el barón, dueño de la isla donde se instalará, y su esposa, a lo que se le suma la presencia de espías de ambos bandos en Estambul que, más allá de su trabajo, son amigos.

Con su pasión y su detallista habitual, Pérez-Reverte respondió a las preguntas de los periodistas que lo escuchaban.

Sus libros se mueven en una zona de grises. ¿Cómo matiza esto en este libro?

Como en todas mis novelas, esta transcurre en un territorio ideológicamente ambiguo. Es un tema en el que hay una especie de exigencia social de que uno debe pronunciarse, blanco o negro, respecto a una línea imaginaria que nadie ha trazado de una manera definida. Mis libros son justamente lo contrario. Hasta los que tienen personajes muy malvados transcurren en territorios ambiguos en donde el bien y el mal se confunden. Eso lo he aprendido a lo largo de mi vida. He vivido 21 años en un territorio difícil, conflictivo, y vi a la gente moverse. Con ese descubrimiento juvenil llego a mis 73 años con una orgullosa incertidumbre. A medida que me hago mayor tengo menos certezas de las cosas que cuando era joven. Mi mundo es más ambiguo y estoy orgulloso de eso en tiempos como estos en los que te exigen tanta definición.

¿Cómo hace para evadirse de esas exigencias?

Mi mundo es muy complejo, como el de cualquier persona medianamente lúcida y culta. No puedes pedirme que simplifique mi biblioteca y que me defina ideológicamente en un tuit a favor o en contra. La sociedad actual te exige eso. Tengo algunas ventajas: una edad, una obra hecha y lectores en más de cuarenta países. Puedo permitirme esas ambigüedades. Cuando me enfado doy puñetazos en la mesa. Otros periodistas o novelistas no pueden permitirse eso porque la sociedad los sancionaría, los perseguiría y los cancelaría. Asisto a la tragedia de mis amigos jóvenes, brillantes, talentosos, inteligentes, que se autocensuran, que no se atreven, que se ven coartados porque están bajo la espada de Damocles de la sanción pública. Eso es terrible. Les exigen que se definan y tienen que hacerlo, porque si no, son sospechosos. Tengo un enorme alivio de tener esta edad y mi obra. Tengo amigos y enemigos, gente que me ama y me detesta, y esto no va a cambiar en mi mundo por una opinión. En ese sentido, los periodistas debemos tener mucho más cuidado que antes a la hora de escribir. Lo veo con la calma de quien está “fuera de peligro”, pero también con la tristeza de que el mundo se está tornando un lugar muy peligroso, oscuro y triste donde no nos atrevemos a decir lo que pensamos por miedo a lo que mañana digan en Twitter.

Una de las variantes que trae este libro es Lena Katelios. ¿A qué se debió esta decisión?

En mis novelas anteriores las mujeres siempre eran personajes fuertes que pelean en un mundo de hombres bajo un cielo sin dioses, como soldados perdidos en territorio enemigo. En esta, por primera vez, hablo de una que ya está derrotada, que no tiene retaguardia, que ha dejado su trabajo, su vida, se enamora de un hombre, lo sigue, tiene hijos, ajusta su vida a la de él, y un día descubre que esa persona es tan basura como cualquiera. Se cae el mito, el amor, se resquebraja el sueño, y entonces se da cuenta de que ha entregado su vida a un fraude, a una mentira, a una quimera. Entonces se escapa, busca cambiar de vida, pero llega un momento determinado en que ya no puede huir y se ve atrapada en esa isla. Sólo le queda un camino: vengarse. Utiliza al marino para esto. Hasta el sexo lo convierte en una herramienta intelectual de venganza.

Muchos escritores dicen que sus personajes van cobrando vida e independencia a medida que trabajan en el libro. ¿Cómo es su proceso?

A los míos los tengo acojonados, ninguno de ellos se salta. Soy un novelista muy minucioso, no un artista que lo inspiran las musas. Soy como un artesano, al igual que fui un periodista de trinchera, de ocho horas diarias, días y meses. Antes de una novela hago una planificación exhaustiva, un plan de trabajo de los personajes y de todos los puntos de vista, y lo desarrollo en un esquema. Mientras viajo me documento, hago fotos, leo libros, consulto en Internet. Cuando tengo ya hecho el esquema de la novela me pongo a escribirla. Pero existe un peligro: los personajes secundarios. Aquí hay algunos que son potentes, dos espías muy interesantes, que tendrían un libro para ellos solos. Está la tentación de darles más espacio, pero se pueden comer la historia principal. Hay una cosa que se llama economía narrativa y disciplina. Sé que si me engolfo y me dejo llevar por las cosas que van surgiendo pierdo de vista el eje central que he trazado. Consciente de ese peligro, sacrifico posibilidades a cambio de conseguir la seguridad de lo que quiero escribir. Esa es mi manera de entender la escritura. Entonces, no se me van, porque cuando lo hacen los agarro y los tengo marcando el paso. En ese sentido soy muy cuidadoso y autoritario con mi propio trabajo. Cuando se me escapan yo mismo paro. Intento mantener la disciplina interna en el mundo que creo.

¿Qué hace cuando aparecen matices en sus personalidades que no había tenido en cuenta?

La mujer de esta novela no cambia, pero aparecen cosas nuevas. Iba a hacerla completamente dura, sin corazón, que solo quiere vengarse. De pronto, está con el marino en el mar por la noche y me di cuenta de que era vulnerable y que eso encajaba con el momento. Entonces hice una escena en la cual ella se ha bañado de noche, se abraza a él y tiembla. Eso no estaba previsto. Lo descubrí trabajando. Eso ocurre con mucha frecuencia, pero siempre en un marco de libertad razonable, nunca más allá del espacio que intentó atribuirles.

¿Qué lo motiva para seguir escribiendo?

Me lo paso muy bien. Soy un escritor feliz. Hay algunos que sufren. Tengo amigos muertos por el miedo a la página en blanco, por la agonía creativa, por la lucha con el adverbio. En mi caso disfruto muchísimo escribiendo. He tenido una vida muy divertida y ya no puedo hacer por la edad lo que hacía cuando tenía cuarenta años. Con las novelas puedo torturar, amar, ser millonario, conquistar a chicas guapas otra vez, matar enemigos o hacer lo que se me venga a la mente. Es multiplicar mi vida por un montón de cosas que ya son imposibles: volver a ser joven, a pelearme en un bar, a hacer la guerra, a ser feliz o desgraciado... No pretendo otra cosa con ellas, no busco hacer mejor el mundo. No soy un intelectual sino un reportero que ahora cuenta historias, un novelista más. Hay autores como José Saramago, que era amigo mío, que querían cambiar el mundo. No es mi caso. Mis libros no son lecciones morales ni orientación intelectual, son historias, nada más.

¿Qué siente cuando termina una novela?

Cuando termino una empiezo otra. Es como cuando se te muere un perro: hay que tener otro perro enseguida. El vacío está bien, pero tengo miedo a no darme cuenta de la decadencia, a un día escribir malas novelas o que no interese o volverme un viejo estúpido o pedante o autista y que la gente que me quiere me diga: “Arturo, se ha terminado, déjalo ya”. No hay nada más triste que un escritor que está muerto y no lo sabe. Todos conocemos a muchos, y algunos son amigos míos o lo han sido. He tenido una vida muy muy interesante. Es como con la bicicleta: si te paras te caes. ¿Ahora voy a ponerme a leer a Montaigne y a ver televisión? Con esto sigo vivo. Una novela me obliga a salir de casa, a coger un avión, a irme a las islas griegas, o donde sea, a buscar libros, a mirar, a comprar, a preguntar, a mirar a la gente, a fijarme en cosas que no me había fijado, a revisitar lugares y libros que conocí con la mirada que me ha dejado la vida a la edad que tengo... Es un bullir continuo de sensaciones, de vida, de novedad. Uno puede ser el más chulo del mundo, pero trabajando tiene que ser muy humilde profesionalmente. Esto me devuelve la humildad, me obliga a preguntar a quien sabe. Yo sólo sé lo que no sé.

https://www.elobservador.com.uy/espana/cine-series-y-musica/perez-reverte-el-mundo-se-esta-tornando-un-lugar-muy-peligroso-donde-no-nos-atrevemos-decir-lo-que-pensamos-miedo-twitter-n5966903

La Prensa - 27/10/2024

Otra vez la guerra civil española da el marco a una trama de amor, aventura, espionaje y amistad. El escenario es el mar Egeo en abril de 1937. Con su nueva obra Pérez-Reverte vuelve a reivindicar el valor de la cultura del Mediterráneo.

Arturo Pérez-Reverte no se considera un “intelectual” sino apenas un “periodista que cuenta historias”. Pero eso no le impide lamentar la “demolición general” de la cultura de Occidente, donde a su juicio ya no quedan pensadores ni estadistas europeos de la talla de Churchill, De Gaulle o Berlinguer. "El siglo XX, con todos sus horrores, para bien o para mal tuvo intelectuales lúcidos, prestigiosos, capaces de contar y de construir una Europa brillante. Pero ese siglo se acabó”, protestó en un reciente diálogo con la prensa extranjera.

La excusa era la presentación de su última novela, 'La isla de la Mujer Dormida' (Alfaguara, 416 páginas) en la que por tercera vez regresa a la época de la guerra civil española. "La gente piensa que la guerra civil española se libró solamente en España, pero no es verdad -aclaró el novelista traducido a 50 idiomas y con 27 millones de ejemplares vendidos en todo el planeta-. También se luchó en el Atlántico, en el canal de Sicilia o en el mar Egeo".

Pérez-Reverte ya ha explorado la contienda bélica disputada entre 1936 y 1939 en otras novelas como 'Línea de fuego' (2020) o 'El italiano' (2021), que acaba de publicar en Francia la editorial Gallimard. En 'La isla de la Mujer Dormida' la guerra es el telón de fondo de una novela de aventuras que habla de amistad entre rivales y de un triángulo amoroso, y que desvela una mirada desencantada a un mundo en el que "la línea entre el bien y el mal nunca está clara. Es un territorio ideológicamente ambiguo, llevado al extremo, que reivindico en un mundo como el actual, donde se impone la necesidad de posicionarse en un bando o en otro, todo es blanco o negro. Mis novelas son todo lo contrario. El mes que viene cumplo 73 años con una orgullosa incertidumbre, que ha ido creciendo a medida que he ido madurando. Me enorgullece moverme en los pliegues grises del ser humano".

Para un literato que se formó entre tres bibliotecas, "con un territorio literario que va de Somerset Maugham a Stevenson, pasando por Hemingway, Conrad, Irving Wallace y Stefan Zweig, es imposible definirse". Después de los libros, el enfrentamiento bélico constituyó para Reverte "un maestro de vida. Eso te da una libertad de conciencia, no estás sometido a ideologías". Lo contrario de lo que, en su opinión, ocurre en la actualidad con la evocación de aquella sangrienta pugna entre españoles. Así ha encontrado "gente que ni la vivió, ni la conoció, ni se la han contado sus testigos, (y que) están utilizando la guerra civil como herramienta de oposición y de enfrentamiento".

La historia de la novela transcurre en una isla imaginaria de las Cícladas donde un marino mercante medio español medio griego, Miguel Jordán Kyriazis, es enviado por el bando nacional a torpedear de forma clandestina el tráfico naval con el que la URSS envía ayuda militar a los republicanos. Pérez-Reverte encuentra en ese mar, cuna de la cultura occidental, de la democracia y la guerra, de los dioses y la poesía, el perfecto reflejo de la condición humana, "con toda la sangre y toda la gloria, la luz y la sombra" y la mejor "escuela de vida y de memoria histórica. Tendemos a pensar que todo tiene solución, que la guerra tiene solución, que lo de Gaza tiene solución, que un matrimonio desgraciado tiene solución, pero a veces la vida te pone en callejones sin salida. Nos han hecho creer que vivimos en un mundo confortable y protegido y no estamos preparados para cuando viene el dolor, pero el dolor y el horror vienen siempre", agregó el autor de la popular saga del capitán Alatriste. Por eso, alertó, "cada vez somos menos cultos" y "estamos más indefensos". Sugirió "educar a los niños en el dolor, en el horror" y dejar que vean "el mal", porque "si le tapas la boca al malo, no sabes quién es y cuando te trinca por el pescuezo no sabes cómo defenderte".

En su novela la mirada crepuscular de Pérez Reverte, quien fue corresponsal de guerra durante 21 años (1973-1994), se extiende al triángulo amoroso entre el protagonista y los dueños de la isla, un barón que simpatiza con los fascistas y su esposa, Lena, a la que define como "una mujer derrotada. En mi novela siempre hay una mujer que lucha en un mundo de hombres, con reglas de hombres, y que lucha de una manera heroica", observó, pero esta vez quería "una mujer derrotada, que ya no tiene una segunda oportunidad". En su opinión, "el héroe masculino no existe si no hay una mujer que lo mire"; "es ella quien lo convierte en héroe con su mirada", y cuando ese proceso "se resquebraja" es cuando llega "el rencor, el ajuste de cuentas".

El tercer eje de la historia es la amistad que mantienen dos espías de bandos opuestos, el nacional y el republicano, establecidos en Estambul. Estos hombres tienen aficiones comunes y forjan un pacto de no agresión mutua e incluso de cierta colaboración, alejados de la primera línea del frente. Es en esa amistad entre varones donde radica la parte más luminosa del libro que, por lo demás, refleja un mundo que se desmorona y en el que Pérez-Reverte ve paralelismos con el actual, donde "hay más tontos que malvados", algo que juzga problemático porque "con el malvado, si es inteligente, puedes negociar, pero con el tonto es imposible". 

En cuanto a la crisis política en España, Pérez-Reverte denuncia lo mismo que aflige al resto de Europa: "es un problema de educación, de cultura. Estamos demoliendo todo lo que nos da certidumbre, solidaridad, historia común -se lamentó-. Estamos asesinando a Voltaire, a Montagne, a Rousseau, a Cervantes, a Galdós, los estamos exterminando. Estamos formando generaciones de jóvenes, carentes del espíritu crítico necesario para defenderse de la mentira y la canallada”.

https://www.laprensa.com.ar/Una-pasion-crepuscular-entre-las-atrocidades-del-siglo-XX-551918.note.aspx

“La isla de la mujer dormida es la historia de una mujer derrotada que se venga en un mundo de hombres”

Gatropolis - 27/10/2024

Estas son algunas de las impresiones de Arturo Pérez-Reverte en la presentación que ha realizado recientemente sobre 'La isla de la mujer dormida' (Alfaguara). A sus 38 años como escritor, el cartagenero ha demostrado que sigue en forma. Su última obra así lo certifica, con una historia ambientada en las islas Cícladas, en el centro del mar Egeo. Es un relato de espionaje, de corsarios, bélica, pero con un tema central, la relación sentimental que viven sus tres personajes principales, el marino mercante Miguel Jordán, la singular Lena y Pantelis Katelios, esposo de ésta, un millonario griego propietario de esa isla a la que llegan los tripulantes de La Loba. Sucede la trama en abril de 1937, con la Guerra Civil Española de telón de fondo. 

¿Qué es 'La isla de la mujer dormida'?

La isla de la mujer dormida es una historia de amor, de aventuras, del mar, el Mediterráneo, el Egeo… Siempre he dicho que nací allí, en esa orilla; es mi patria, realmente. Más que español o europeo, me siento mediterráneo. Conforme me hago mayor, este mar aparece con más frecuencia en mis novelas.

¿Por qué una historia de corsarios en plena Guerra Civil Española?

La Guerra Civil no es más que un decorado de fondo. La he usado como podría haber sido otra. Me pregunté cuál era el lugar adecuado. Y me decidí por ésta. Desde pequeño, el cine y las novelas son lo que me han nutrido. Y las películas de piratas, de corsarios. Yo jugaba a eso. Y tenía en la cabeza escribir una historia sobre eso. Durante unos meses trabajé en la localización de una isla, en el plan, en la estructura. Así que he querido escribir una novela de piratas desde niño, pero unos piratas modernos, como los que aparecen aquí.

El perfil del marino Miguel Jordán.

Miguel Jordán no es un apasionado del mar. Él es un profesional, un tipo que es marino mercante, al que la guerra lo lleva a vivir otra experiencia, en la que ha de tomar partido. Es un tipo sin imaginación, normal, gris; ni siquiera es culto ni simpático. El mar es su lugar de trabajo. Para él matar no es algo extraño, pero se horroriza cuando ve que tiene que matar a marinos como él, a hermanos del mar, a compañeros de trabajo. Su tormento, pues, no es matar, sino matar a su propia gente.

¿Quién es Lena?

Lena es la esposa de un millonario, dueño de la isla, llamado Pantelis Katelios. Ella es la que lo convierte en alguien singular. Y esa es la historia que hay de fondo en la novela, la que me ha llevado a desarrollar la parte central. Ella forma parte de algo muy habitual en mis novelas. Es la mujer que ha dejado su vida, su trabajo, por seguir a un hombre, del que se enamora porque proyecta en él sus sueños y sus ilusiones. Y lo sigue. Es un tipo que no es nada pero que ella se ha inventado. Pero un día, ese hombre, por la edad, por la vida, se resquebraja. Y cae. Se encuentra con tres posibilidades: se va y lo deja, pero no es algo que se plantee después de haber sacrificado su vida por él; se va pero antes se venga, le pasa la factura por los años perdidos y malgastados por él; o, cuando ya tiene perdida su vida, sin posibilidad de rehacerla, está derrotada, mantiene una relación con Miguel Jordán. Ella es una mujer peleando en un mundo de hombres, sin la esperanza de recuperar su vida. Su deseo es vengarse del hombre con el que convive. 'La isla de la mujer dormida' es la historia de una mujer derrotada que se venga en un mundo de hombres.

Pantelis Katelios, un miembro de la vieja aristocracia europea

El barón Katelios es un miembro de la vieja aristocracia europea, griego. Es el dueño de la isla a la que van Jordán y su tripulación. Es testigo de la destrucción de un mundo que existió en el siglo XIX. Hablamos del año 1937. Lena se ha casado con él seducida por el misterio de ese personaje. Pero él no la quiere. La usa como un trofeo. Es guapa, elegante. Todavía hoy en día hay muchos hombres que buscan ese tipo de mujer. Ella sí lo ama. A medida que conviven, él empieza a amarla, pero ella ya no lo ama. Están descoordinados. Los tiempos de ambos son distintos. Y Lena sabe que esa isla es su cementerio. Y al aparecer el marino Miguel Jordán, se convierte en una víctima para esa venganza de ella sobre Pantelis”. 

Cuando yo era joven tenía certezas. Y con el tiempo he ido descubriendo que no hay una línea que separe el bien del mal. El mundo es un lugar ambiguo, en el cual las cosas pueden ser de muchas maneras. Una misma persona puede ser estupenda por la mañana y una miserable por la tarde o por la noche. Con los años tengo menos certezas y más incertidumbres. Me encuentro en una zona gris. En ese territorio en el que los amigos, los enemigos, los buenos, los malos son todos difusos. Y me gustan mis incertidumbres. Me siento orgulloso de ellas. Lo único malo son los tontos. Mi certeza son los tontos. Un malo puede ser negociable, sobornable. Pero con un idiota no hay manera. Mi única certeza absoluta es que lo peor en el mundo son los tontos; hay más tontos que malos. 

Hacerte mayor sin fe, sin palabras como Dios, Patria, Religión, bueno, malo te da un distanciamiento moral. Sufres menos. No te sientes tan desgarrado como si tuvieras fe, una fe traicionada, violentada o vulnerada. Esto te da una ecuanimidad, una equidistancia, no un distanciamiento. Puedes ver que incluso en tu adversario hay cosas de interés. Lo malo de España y del mundo, en general, es que nunca se acepta una virtud en el enemigo ni un defecto en lo tuyo.

https://gatropolis.com/literatura/arturo-perez-reverte-mujer-dormida-historia-derrotada-mundo-hombres/

Carta a Virgilio

María José Solano - ABC - 24/10/2024

Jamás se me hubiera ocurrido escribir una carta de agradecimiento a Arturo Pérez-Reverte como sí he hecho, a mi manera, con otros escritores a los que admiro. Pero la ocasión se brindó a medias en otro lugar y no veo razones para no terminarla... Querido Arturo: quiero darte las gracias por tus novelas, pues en ellas estaban encerradas, aunque yo no pudiera saberlo entonces, todas mis aventuras de después.

https://www.abc.es/cultura/cultural/maria-jose-solano-carta-virgilio-20241024235850-nt.html

23 octubre 2024

Presentación de 'La isla de la Mujer Dormida' en Sevilla


«El mar te da una saludable incertidumbre y te obliga a hacer esfuerzos para mantenerte vivo»

Andrés González-Barba - ABC - 24/10/2024

Fiel a la cita anual que mantiene con los medios de comunicación sevillanos, Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) ha presentado en la capital hispalense 'La isla mujer de la Mujer Dormida' (Alfaguara), última de las treinta y cuatro novelas que ha publicado este escritor a lo largo de treinta y ocho años de una larga carrera trufada de éxitos editoriales como 'La piel del tambor', 'El maestro de esgrima', 'La carta esférica' o la saga del Capitán Alatriste. En esta ocasión la trama se ambienta entre una isla griega ficticia y Estambul en el año 1937, cuando un marino mercante, Miguel Jordán Kyriazis, es enviado en plena Guerra Civil por el bando sublevado para atacar de modo clandestino el tráfico naval que desde la Unión Soviética transporta ayuda militar para la República. A partir de ahí se desarrollará una historia de amor y de venganza protagonizada por un triángulo de personajes.

Asegura el escritor murciano que quería escribir una novela de piratas al estilo de viejas películas que le marcaron en su infancia como 'El capitán Blood' o novelas como 'La isla del tesoro' de Stevenson. «Quería contar una historia de amor pegada al mar. Con la edad me he ido acercando más al mar Egeo. Nací en el Mediterráneo y el mar aparece cada vez con más frecuencia en mis novelas. Siempre tenía en la cabeza hacer una historia de corsarios modernos». El escritor estuvo viviendo una temporada en la isla de Siros, que le sirvió de inspiración. A partir de ahí se fue documentando para armar la ambientación. «Me interesaba ambientar la historia en una isla que fuera como un sitio desértico. Ese archipiélago no existe, pero encontré una isla y la reconvertí en la de mi historia. Por eso quería un sitio desolado e inhóspito», comenta.

En cuanto a Miguel Jordán, este personaje es un marino mercante que se ve obligado a actuar de una forma inesperada por las circunstancias que marcan la Guerra Civil española. «Es un tipo gris y normal. El mar es su lugar de trabajo. Es un marino, y para él matar y morir formaba parte de las reglas de la vida. Lo que le horroriza es que mata a su propia gente, a los hombres de mar». Cuando conoce a Lena, una mujer misteriosa que vive en la isla junto a su marido, el barón Katelios, todo cambia para este marino. «Es la mirada de Lena lo que convierte a Miguel en alguien singular», dice el autor de 'El problema final'.

Respecto a la protagonista femenina de la novela, Lena es una mujer que había trabajado como modelo pero que dejó todo «para seguir a un hombre». «Ese hombre que ella fabricó se destruye y entonces tenía dos opciones: o me voy, o me voy pero antes me vengo. Una tercera posibilidad era la de luchar». A partir de ahí este escritor fabrica a un personaje típicamente «revertiano», ya que «las mujeres que aparecen en mis novelas son siempre luchadoras, desde 'El maestro de esgrima'. En otras ocasiones, esas mujeres tienen posibilidad de lograr la victoria o de buscar la esperanza, pero Lena no la tiene, y por eso me interesaba plasmar la venganza de una mujer derrotada».

Haciendo un paralelismo entre el mar y el proceso de escritura, Pérez-Reverte dice que «el mar te da una saludable incertidumbre y te obliga a hacer esfuerzos para mantenerte vivo. Esa sana incertidumbre también me asalta a la hora de escribir cada novela, porque mis lectores no son los mismos que cuando comencé hace casi cuarenta años, de ahí que cada novela sea un desafío». En ese sentido, se siente afortunado porque los lectores le siguen desde la primera novela. «No hay nada peor que un escritor que está muerto y no lo sabe», sentencia.

Por otra parte, el escritor murciano confiesa que pertenece a una época que ya no existe. «Conocí primero Oriente a través del cine y la literatura y luego lo viví viajando a esos lugares como reportero. Nadie me ha contado cómo era Siria o Damasco. Ese mundo ya no existe porque ha sido destruido por cretinos como George W. Bush. Llegué a un mundo que ya se estaba acabando». Asimismo asegura que «yo he vivido la violencia, no la he aprendido, y eso te da un conocimiento enorme».

https://www.abc.es/sevilla/cultura/arturo-perezreverte-dasdad-20241024211642-nts.html

“Con la edad estoy orgulloso de mis incertidumbres”

Braulio Ortiz - Diario de Sevilla - 24/10/2024

Es el año 1937 y a Miguel Jordán, un marino español hijo de madre griega, le encargan una misión: organizar, junto a una tripulación variopinta, una base en el mar Egeo para atacar los barcos que trasladan material militar soviético para el bando republicano. Así arranca La isla de la mujer dormida (Alfaguara), la ficción con la que el veterano Arturo Pérez-Reverte cumple al fin su sueño infantil de embarcarse en una historia de piratas. “Yo conocí la televisión con 12 años, y hasta entonces fueron el cine y las novelas los que me nutrieron como lector y espectador. El capitán Blood, el Corsario Negro... Yo jugaba a ser esos personajes con mis amigos”, recuerda el autor, que despliega un relato de “aventuras y amor” en su novela número 34.  

Lejos de la épica, Pérez-Reverte elige a un protagonista “imperturbable, casi abúlico”, un “tipo sin imaginación, normal, ni siquiera culto” que sólo encuentra su sitio en el mar, y que “se queda horrorizado cuando hunde barcos. Él sabe que matar, morir, forman parte del juego de la vida, pero a él le impresiona estar matando a marinos como él, a compañeros de trabajo, a sus hermanos”. Conocer a Lena, la esposa del barón propietario de la isla donde se instalan, provocará un seísmo en sus días. “Es la mirada de ella la que convierte a Jordán en alguien singular”, señala el creador, que visitó ayer Sevilla para promocionar su libro. 

Lena representa, expone Pérez-Reverte, “a esas mujeres que han dejado su entorno y su trabajo por seguir a un hombre. Ella se enamora del barón y lo sigue, y un día se resquebraja el héroe, ve las grietas en el personaje. Tiene tres opciones: una de ellas es decir "me voy y dejo a este hombre, que no es nada y que yo he inventado", otra decirse "me voy pero antes me vengo, voy a pasar factura por mi juventud malgastada", y la tercera es cuando ya esa mujer no tiene posibilidades de rehacer su vida, y ese es el personaje de este libro”, argumenta el académico. En todas sus obras, sostiene Pérez-Reverte, hay “mujeres que pelean en territorio enemigo. Todas, desde la Adela de Otero de 'El maestro de esgrima', luchan solas con las reglas de los hombres. Esas mujeres podían marcarse una victoria, conocían la esperanza, pero Lena no. Ese es el núcleo de la novela: la venganza de una mujer derrotada”.

'La isla de la Mujer Dormida' remite, añade el narrador, “al mundo clásico, a otra manera de entender la vida, las relaciones humanas, a una época en la que había aún una elegancia que ya ha desaparecido. Yo nací en el 51, pero conocí a gente que había vivido aquello. Mi padre, mi abuelo”, dice el inventor del Capitán Alatriste, que identifica en los años 30 “un periodo muy interesante: ha acabado un tiempo y va a empezar otro, y todavía palabras como fascismo, nazismo, comunismo no tienen las connotaciones negativas de ahora. Había mucha gente honrada que desconocía lo que había detrás de esos movimientos, y los creía una solución a los problemas”.

Pérez-Reverte amplía la acción de su libro más allá de la inventada isla de Gynaíka Koimisméni y su vecina Syros a otras localizaciones como Estambul o Beirut, escenarios de la memoria sentimental de un escritor que, antes de triunfar en la literatura, recorrió mundo como periodista. “Yo tuve mucha suerte porque conocí ese Oriente en los libros y en las películas, y después en persona. Yo viví ese Estambul, ese Líbano y ese Damasco; todo eso se destruyó, pero yo estuve ahí antes. Llegué a una fiesta que se acababa, cuando aún sonaba la orquesta. El haber vivido y viajado tanto me ha beneficiado como narrador. Yo he sabido lo que es la soledad, el dolor, la enfermedad: eso me dio un material de primera mano, y el lector siente que en mis páginas hay una verdad. No escribo de mi vida, pero vuelco ciertas gotitas de mi biografía en lo que escribo, para darle cierto realismo”. 

Pese a haber vendido más de 27 millones de libros, la edad ha avivado en Pérez-Reverte una inesperada humildad. “Cuando era joven estaba lleno de certezas, y he ido descubriendo que eso de una línea que separa el bien y el mal, el blanco y el negro, no existe; que la vida es una gama de grises”, confiesa alguien convencido de que “la misma persona puede ser por la mañana un héroe y por la tarde un miserable. Con los años me muevo en ese territorio donde lo bueno y lo malo, los amigos y los enemigos, son más difusos, pero en vez de angustiarme esa sensación me gusta mucho: estoy muy orgulloso de mis incertidumbres”. El autor se declara aliviado porque “sería terrible llegar a los 73 años, que cumplo el mes que viene, cargando con certezas absolutas. Hacerte mayor sin palabras como Dios, patria, religión te da una especie de ecuanimidad, que no de equidistancia, con la que puedes ver las virtudes de los adversarios. ¡Te libera tanto! ¿Tú sabes lo que se sufre siendo español creyendo en esto? Mi única certeza es que lo peor del mundo son los tontos, y que con un idiota no hay nada que hacer”.

Pérez-Reverte también elude la solemnidad cuando reflexiona acerca de su obra. “Lo hice lo mejor que pude. Ya me dirán si el trabajo y los viajes del último año y medio valieron la pena”, dijo a sus lectores en la cuenta de X cuando anunció el lanzamiento de 'La isla de la Mujer Dormida'. Sus casi cuatro décadas consagrado a la literatura no frenan cierta vacilación cuando empieza una novela. “Tengo un barco propio con el que navego, y el mar te brinda una saludable incertidumbre. Es como la guerra: te obliga a estar alerta y tienes que hacer esfuerzos por mantenerte vivo, porque además la tripulación depende de ti. Y en la escritura ocurre exactamente igual. Te asaltan las dudas. ¿Seré capaz? ¿Dónde puedo equivocarme?”, se pregunta el creador, antes de enumerar los motivos de esos temores: “Yo publico en cuarenta y tantos países. Mi lector colombiano, mi lector israelí, mi lector croata ¿van a entender los conceptos que manejo? Si yo digo algo, ¿lo comprenderá mi traductor al ruso? Y hay que tener en cuenta que el público ha cambiado mucho desde mis comienzos”. 

El autor admite que saberse septuagenario también influye en sus decisiones: “A la edad que tengo debo elegir. Ya no puedo escribir cualquier cosa, no puedo equivocarme. ¿Cuántos años me quedan en activo? ¿Cuántas novelas? ¿Dos? ¿Tres? ¿Cinco? Lo digo sin dramatismos”, concluye, “simplemente son las reglas y hay que aceptarlas”.

https://www.diariodecadiz.es/ocio/perez-reverte-edad-orgulloso-incertidumbres_0_2002633233.html

"Siempre quise escribir una novela de corsarios modernos"


Entrevista de Jesús Vigorra - Canal Sur - 23/10/2024

En 'La mañana de Andalucía' de Canal Sur Radio, Jesús Vigorra entrevista al escritor Arturo Pérez-Reverte, que nos habla de su nuevo libro, 'La isla de la Mujer Dormida', una novela de mar, amor y aventuras en el Egeo durante los años de la Guerra Civil Española, donde el escritor reflexiona sobre la necesidad de que los niños sean educados sin esconderles "el dolor y el horror". El escritor de Cartagena confiesa que "siempre quise escribir una novela de corsarios modernos".

Audio: https://www.canalsur.es/noticias/perez-reverte-siempre-quise-escribir-una-novela-de-corsarios-modernos/2091392.html

https://www.ivoox.com/en/jesus-vigorra-entrevista-a-arturo-perez-reverte-en-audios-mp3_rf_135141110_1.html

22 octubre 2024

“Si no hubiera libros en mi vida habría terminado borracho en un burdel de Bangkok o fumando media África”


Miguel Manso - Cuatro - 22/10/2024

Ambientada en las Cícladas occidentales griegas, ‘La isla de la Mujer Dormida’ (Alfaguara) es un duro relato de mar, de espionaje y de guerra, pero también la historia de tres personas que persiguen superar las heridas que arrastran del pasado. Una narración donde salen a la luz asuntos esenciales, como la amistad, la camaradería, el amor, el peligro, la lealtad, la vida y la muerte. “Ese optimismo pesimista u optimismo pesimista es muy mediterráneo explica Arturo Pérez-Reverte. Yo nunca estoy solo en el Mediterráneo, y ese mar nuestro está muy presente en esta última novela”.

En ‘La isla de la Mujer Dormida’, el escritor de Cartagena ha querido rendir homenaje a sus lecturas de niñez y adolescencia y al mar Mediterráneo. Los libros, al fin y al cabo, han sido su tabla de salvación: “Si no hubiera libros en mi vida habría terminado borracho en un burdel de Bangkok o fumando media África. Los libros me devolvían siempre a la serenidad y la cordura”.

Pérez-Reverte sitúa la acción en abril de 1937. Mientras en España transcurre la Guerra Civil, el marino mercante Miguel Jordán Kyriazis es enviado por el bando sublevado para atacar de modo clandestino el tráfico naval que desde la Unión Soviética transporta ayuda militar para la República. En la base de operaciones, una pequeña isla del mar Egeo, la vida del corsario español se cruzará en turbio triángulo con la de los propietarios, el barón Katelios y su esposa: una seductora mujer madura que busca, con fría desesperación, el modo de escapar a su destino.

Pérez-Reverte aprovecha la entrevista para hacer algunas reflexiones sobre nuestro país. “Cuando estás en España te enfrentas a lo de siempre: los odios, las rencillas y la mediocridad de los políticos. Da una desolación enorme. Por eso de vez en cuando hay que salir de España y mirarla desde lejos para mantenerte como un español devoto”. Por eso confiesa que escribir esta obra le aseguraba un año y medio de placer y de viajes. El Egeo y la historia de los barcos que ayudaban a la República le brindaban la oportunidad de ser feliz con esta novela.

Vídeo:

https://www.cuatro.com/noticias/cultura/20241022/arturo-perez-reverte-entrevista_18_013753627.html

«Occidente descubre ahora que el mundo es un lugar peligroso»

Entrevista de Ángel Peña - The Objective - 22/10/2024

«Los buenos barcos deberían acabar sus días hundidos en el mar… ¿No cree?». Un lobo de mar como mandan los cánones conversa melancólicamente con su capitán, que le responde: «Cierto, piloto. Y también algunos de los hombres que los tripulan». Asiente Eleonas: «Eso es una gran verdad. Nada hay más triste que acabar varado en tierra y que lo desguacen a uno».

Arturo Pérez-Reverte cumple 73 años el mes que viene. Navega una de las mastodónticas promociones que le diseñan cada vez que publica. Esta vez toca 'La isla de la Mujer Dormida' (Alfaguara), una novela en su línea más habitual después del peculiar divertimento de 'El problema final'. Volvemos a la aventura, la acción, la guerra, los héroes y los villanos. De nuevo, funciona: ritmo impecable, notable intuición para mostrar los detalles más sugerentes, personajes atractivos. 

Pérez-Reverte es un profesional. No se considera un artista. Lo reconoce sin el menor pudor. Y está muy lejos de ese desguace al que se refieren los personajes de su último libro. Aunque va matizando el derrotero: «En los últimos tiempos hay un regreso emocional y profesional al Mediterráneo. Para mí es la patria. Soy un tipo de Cartagena y estoy más a gusto en un café en Estambul, Marsella o Cádiz que en Londres o París. Con la edad, en este momento de mirar atrás, de ordenar los cajones antes de irte, el Mediterráneo me da esa paz, esa serenidad, esa especie de final de siglo que el ser humano debe tender a buscarse los últimos años para enfrentarse al crepúsculo con elegancia».

El mar ancestral se complementa con la otra gran pasión de Pérez-Reverte. «Yo estudié griego y latín en el colegio, crecí traduciendo a Jenofonte, Homero, Cicerón, César… La 'Odisea' y la 'Eneida' fueron mis libros de cabecera desde niño, mezclados con Julio Verne, los tebeos… Y luego, cuando salí al mundo, esas lecturas me ayudaron a comprender. En mi primera guerra de verdad, en el Chipre de 1974, iba por la calle y veía cómo los turcos atacaban porque, decían, los griegos se estaban tirando a sus mujeres: ahí estaban Troya, Andrómaca… Si no hubiera tenido esas lecturas previas, a lo mejor me habría arrastrado la vida y habría terminado borracho en un burdel o metiéndome cocaína».

El protagonista de 'La isla de la Mujer Dormida' es un marino mercante en el comienzo de su carrera que, arrastrado por la Guerra Civil, se ve obligado a ejercer de corsario para el bando franquista en las islas del Mar Egeo. «Yo también estuve en un mercante, conozco bien la profesión. Y es el tipo marino que más me gusta: sencillo, no se complica la vida, Su trabajo es llevar un paquete desde ese punto hasta ese otro punto con eficacia». Jordán no es un tipo cultivado, y «eso lo pone a salvo de muchas cosas. El problema de la lectura es que te lleva a la lucidez, que no siempre es buena, a veces es muy dolorosa. Descubres la parte turbia, dura, sucia, amarga, hostil del mundo. A veces envidio al que no tiene lecturas suficientes, al espíritu sencillo que no se plantea problemas intelectuales. Por eso quería un hombre de mar, un mercante, para el que la vida fuese un ejercicio sencillo guiado por la eficacia y en el que cumplir con tu deber es suficiente».

La lectura, matiza Pérez-Reverte, no es el problema, pero sí un peligro, que en la novela encarna el barón Pantelis Katelios, un refinado y decadente aristócrata que asiste como amargo espectador al fin de su época. «La lectura te agudiza los sentimientos, la sensibilidad, te abre los ojos, te enseña, te permite interpretar. También te puede dar consuelo al final del ciclo porque asumes las reglas —el mundo es un lugar hostil e imperfecto y no se puede cambiar—, pero esa es una segunda fase, en la que el lector lúcido sobrevive a su propia mirada y alcanza la serenidad».

A Katelios lo ha fulminado su propia mirada y arrastra en su caída a Lena, su mujer. Dos personajes malditos muy atractivos que le proporcionan densidad a la novela. «Él es un hombre que ve cómo se desmorona su mundo. El año 37 es el final de ese mundo del siglo XIX en el que ha sido educado y el comienzo de los ismos: fascismo, comunismo, nazismo, socialismo, anarquismo… Y él se atrinchera en su biblioteca. En realidad, ya está muerto». Lena es distinta. «En mis novelas anteriores siempre hay mujeres que luchan en un mundo de hombres, son como soldados perdidos en territorio enemigo. Aquí hablo por primera vez de una mujer ya derrotada: entregó su ilusión a un hombre que la decepciona. Y su venganza es Miguel Jordán. Lo pone ante los ojos de su marido como un espejo y le dice mírate».

Jordán es, pues, algo así como una piedra de toque. Aunque no sea ningún santo. «Como marino, acepta que el mundo es un lugar en el cual se mata, se muere, se vive, se ama, se viaja, lo que sea. Son las reglas. No tiene problema en torpedear barcos. Su drama moral consiste en matar camaradas, hermanos del mar». En las batallas queda claro que ni él ni sus antagonistas en el bando republicano luchan por conceptos como la patria o la ideología. «Yo he visto combatir a mucha gente y no he visto a nadie morir diciendo "viva Eritrea", "viva el Líbano". Se muere porque van tus compañeros, por honor, por rabia, por cabreo, por sobrevivir, por miedo. O sea, por razones mucho más elementales y personales. La palabra patria, cuando estás a punto de morir, no tiene el menor sentido, te lo aseguro».

La guerra es una constante en la narrativa de Pérez-Reverte. Cualquier guerra. «Aquí elijo la Guerra Civil como decorado de fondo: me iba bien por el momento histórico y las circunstancias. Mi mundo narrativo no tiene que ver con el mundo actual. Los problemas del ser humano son los mismos desde el teatro griego hasta ahora, no han cambiado, pero no estoy a gusto con un escenario con teléfonos móviles, internet… No me gusta. Yo prefiero esa época en la que se ve tan claro el final de un mundo, y me proporciona un escenario mucho más grato, mucho más eficaz para contar una historia que, en el fondo, es actual».

La actualidad, efectivamente, se cuela por las rendijas de las historias. Aunque la de 'La isla de la Mujer Dormida' se desarrolla fundamentalmente en las islas griegas, con una entrañable subtrama de espionaje en Estambul, comienza con una breve escena en Beirut. Pérez-Reverte conoce bien la zona, por su época de corresponsal de guerra. Y se sorprende de que la gente se sorprenda de lo que está pasando: «Yo miro para atrás, y desde Troya hasta Gaza solo cambia la técnica para arrasar una ciudad. Siempre ha estado ahí, en el ser humano, la violencia como herramienta, la muerte, la guerra. Y cuando acabe esta habrá otra. No sé, en Mongolia o en Nigeria o en Ecuador o en donde sea. O en España. Es una constante».

Y aquí Pérez-Reverte se calienta. «Hay un error social, político, de percepción. Pensamos que habíamos alcanzado un grado de estabilidad y que ahora se está destruyendo. No es verdad. Nunca lo ha habido. Lo que pasa es que Europa vivía aislada. Los reporteros íbamos a Nigeria, Angola, Nicaragua o el Líbano para contarle a esa gente confortablemente instalada en la comodidad y el progreso lo que estaba pasando, y nos llamaban agoreros, pesimistas… Pero ahora todo es mucho más global, incluso la violencia, y Europa ya no está ni intelectual ni físicamente a salvo. Ya nos salpica, nos afecta directamente, pero siempre ha estado ahí. El mundo real es aquel. No eduquemos a los niños para un mundo de lobos buenos y una vida en Disneylandia. Eduquémoslos para cuando llegue el hachazo, porque llegará: lleva siglos llegando, millones de años, desde que existe el ser humano». 

Se calienta mucho Pérez-Reverte. También a los 72 años: «Habíamos vuelto la espalda a la realidad. Ahora Occidente descubre con estupor que el mundo es un lugar peligroso. El estado perfecto sin guerras ni armas del que hablan los tontos del culo de ese humanismo idiota nada tiene que ver con la realidad. La humanidad no va hacia un lugar mejor. Esa ocasión se perdió en el siglo XXVIII, con la Ilustración. En el siglo XX también hubo ideas que podían haber cambiado el mundo, pero se falló porque son los seres humanos los que las aplican, y el ser humano tiene en su propia naturaleza la destrucción y el desastre».

En esa lucidez navega Pérez-Reverte. Novela a novela. Ya está pensando en la siguiente. «A mí me mantienen vivo dos cosas. El mar me obliga a ponerme a prueba, como cuando era joven, me devuelve una manera de vivir que he perdido, en la hostilidad del mundo de una manera personal y solitaria. La otra es la escritura: la novela me obliga a viajar, a leer, a conocer, a averiguar cosas que no sabía, a ser humilde profesionalmente».

Le recuerdo aquella frase de la novela sobre que los buenos barcos deberían acabar sus días hundidos en el mar. «Eso me lo dijo una vez un marino muy veterano con el que yo iba a navegar de pequeño. Era ese amigo que todo niño quiere tener. Y yo lo tenía», recuerda con una sonrisa nostálgica, apacible otra vez, después de la tormenta.

https://theobjective.com/cultura/literatura/2024-10-22/arturo-perez-reverte-occidente-descubre-mundo-peligroso/

21 octubre 2024

"La promiscuidad en la guerra es muy frecuente entre periodistas"

Entrevista de Ana Trasobares - Esquire - 21/10/2024

Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) vuelve a abrir el baúl de los disfraces para jugar otra vez a piratas y corsarios. No son los que navegaban en galeras por el siglo XVII en 'Corsarios de Levante' (2006), una de las entregas de su famosa serie del Capitán Alatriste. En esta ocasión, la aventura se vive junto a los bucaneros modernos que surcaron las aguas del mar Egeo como parte de la contienda de la Guerra Civil española. Mientras unos intentaban interceptar las ayudas que enviaba la URSS a la República, los otros se las ingeniaban para que llegaran a puerto. Otra vez la diversión se alía con la Historia, porque así es como se lo pasa bien el escritor. También porque de niño se bebía las aventuras de Stevenson, Salgari, Dafoe, Julio Verne, Cervantes o Mark Twain y dice que uno es, en el fondo, las lecturas de su juventud.

Prolífico y concienzudo va por la novela número 34 y hace solo un año presentó la anterior, 'El problema final', hoy vuelvo a encender mis notas de voz para grabar las palabras de un hombre que siempre tiene cosas que añadir. Ya le entrevisté por 'Revolución' (2022), una novela sobre el México del primer tercio del siglo XX cuando Pancho Villa y Zapata le dieron la vuelta a la historia de su país. Entonces me pareció un tipo que sabía exprimir la vida. No ha cambiado. Si para aquel libro regresó a su México lindo, esta vez se ha pegado unos cuantos viajes a las Cícladas occidentales griegas donde se desarrolla su nueva novela, 'La isla de la Mujer Dormida' (Ed. Alfaguara). Conoce bien la zona porque como reportero de guerra la transitó, pero como el trabajo de campo es una de sus principales herramientas eso nos dice, tampoco ha prescindido de volver esta vez. La isla que aparece en el libro es imaginaria, también el trío protagónico y los espías que por ahí deambulan. El resto es fruto de la documentación, la experiencia, la imaginación y el talento de conjugar todo ello. Y de su pasión marinera, que se me olvidaba, y que en este libro te cala hasta los huesos. Damos paso a un académico de la Lengua al que intentamos sonsacar su verdadera naturaleza, aunque solo a veces se despista.

—'La isla de la Mujer Dormida' es una novela de mar, de guerra, de espías, de amor, de venganza y de aventuras. La última vez que le entrevisté dijo usted que las novelas que escribe son el fruto de las historias que le acompañan desde hace más o menos tiempo. ¿Desde cuándo guarda esta? ¿Cómo se encontró con ella?

No me trates de usted, por favor. Es cierto que hay historias que te acompañan toda la vida, pero evolucionan y se transforman en otras. Esta en concreto arranca en mi infancia. Cuando era niño no había televisión. La conocí con 12 años, así que mi entretenimiento principal era leer libros y ver cine. Mis favoritos eran los libros y las películas de piratas y corsarios: 'El capitán Blood', 'La isla del tesoro', 'El Corsario Negro'. De hecho, yo jugaba a eso. Entonces, cuando empecé a escribir libros, siempre tuve en la cabeza la idea de hacer una historia de piratas fuera de la ley con el mar de fondo, pero se cruzaban otras historias. Y un día, estando en una isla del mar Egeo, vi claramente la novela. “Este es el sitio”, pensé. Ya había escrito 'Corsarios de Levante', pero aquello nada tenía que ver con la modernidad. Y entonces, en ese lugar del Egeo, de pronto vi la isla, vi los barcos, vi el escenario. Pensé en todas las guerras que allí se habían librado y, al final, me decanté por la Guerra Civil Española como telón de fondo. La historia parte de un hecho real: el tráfico de mercancías y ayuda militar desde la URSS a la España de la República. Aquella ruta pasaba por el Egeo y era atacada por barcos italianos y también por españoles del bando nacional. Resumiendo: con 'La isla de la Mujer Dormida' he cumplido a los 73 años un sueño infantil. He ajustado cuentas con la infancia.

¡Qué presente tienes al niño que fuiste!

Sí, de hecho nunca he dejado de jugar a ser pirata, aventurero, espadachín. Lo que pasa es que ahora lo hago de una manera diferente, o sea, escribiendo novelas. Las novelas para mí, además de ser una gran diversión, son una especie de ajuste de cuentas, de ordenar cajones, de cerrar episodios de mi vida, de recordar, de homenajear y de dejar zanjados asuntos que tengo pendientes desde el niño lector que fui. Leer una novela es seguir jugando. Así es como yo me sigo disfrazando.

A grandes rasgos, esta es la historia de una operación secreta contra la República. ¿Por qué nunca te posicionas ni entras en conflictos ideológicos, a pesar de que tus novelas se desarrollan en periodos trascendentales de la Historia?

Hay dos líneas de respuesta a esta pregunta. Una es que mis novelas hablan del hombre actual, pero a mí la actualidad como elemento narrativo no me gusta. El mundo actual es demasiado vulgar, incluido yo, por supuesto: teléfonos móviles, "hackers"… Es lo que se oye cuando vas en el autobús. Y yo lo que hago es que me llevo los temas que me interesan a otras épocas. Hablo del hombre actual, pero me resulta más atractivo, narrativamente hablando, trabajar en el siglo XX, en los años 20, 30 o 40, que en 2024, con lo que esto significa. Por otro lado, el mundo actual tiende a exigir líneas entre el bien y el mal. Parece que hay que estar a favor o en contra de todo: Israel o Palestina, feminista o machista, de derechas o de izquierdas. Esto me parece un error, es tóxico, porque impide ver que el mundo es una amalgama de grises. La vida que llevé como reportero de guerra así me lo enseñó. Yo he hecho la guerra de Oriente Medio con palestinos, con Hezbolá, con Hamás, con los sirios, con los libaneses, con los israelíes, y he visto que cada uno tiene sus motivos para hacer lo que hace. Otras cosas es que, a nivel de grandes ideas, tengas claro que Putin es malo y Ucrania es buena, que la República era buena y Franco era malo. Por ejemplo, mi padre, mi tío y mi abuelo, que eran chicos de buena familia, de clase media aburguesada, lucharon por la República cuando lo esperado hubiese sido que lo hicieran en el otro bando. Quiero decir con esto que cuando te acercas a los seres humanos es cuando descubres los matices. Todos los tenemos. La tendencia que hay ahora de que todo tiene que ser blanco o negro, y si no es así es inadmisible, es falsa y peligrosa.

O sea, que prefieres moverte en esa zona de grises de la que hablas porque, a fin de cuentas, así es el mundo, ¿no?

Exacto, a mí me gusta trabajar en mis novelas las zonas de grises. El mundo es un lugar ambiguo, lleno de contradicciones. Hoy puedo ser un héroe y mañana un villano, o al revés. O pensar por el día una cosa y por la tarde otra. Todo es muy complejo, muy confuso. Ni siquiera somos los mismos cuando tenemos 20 años que cuando cumplimos 70. Por eso mis novelas tienen una deliberada ambigüedad ideológica, política, vital y humana. El mundo es así. Esa es mi libertad frente a la exigencia de posicionarnos.

¿Serías el mismo escritor si hoy tuvieras 30 años?

Cuando uno es joven tiene el problema de que la sociedad le exige un posicionamiento. Si no lo muestra, lo cancela. Pero con mi edad y con 34 novelas detrás, ya me da igual. Yo ya no tengo por edad las cortapisas ni las presiones sociales que el mundo actual impone a un escritor. Si yo ahora mismo tuviera 30 años tendría mucho cuidado, porque enseguida te etiquetan: “Este es un fascista, un machista, un izquierdista, un anarquista…”. Y ya te han fastidiado.

Y tú, ¿quién eres?

Pues depende del día y de quién me pise, y eso es lo que la sociedad actual no suele admitir. Pero este es el lujo que la edad, la obra, el tiempo que llevo en el oficio y los lectores que tengo me permiten.

Háblanos de 'La isla de la Mujer Dormida'. ¿Nos describes brevemente quién es el trío protagonista y la relación que mantienen?

Está el marino mercante, Miguel Jordán Kyriazis, un marino como los que han formado parte de mi vida desde que soy niño. Luego está el barón Katelios, un hombre culto cuyo mundo se está desmoronando. Este es un fenómeno muy actual, eso ahora mismo también está ocurriendo, solo que él lo vive en el año 37. Ese mundo del ayer está presionado por fascismos, comunismos, socialismos, nazismos, anarquismos. Él, desde su mundo aristocrático, estable, elegante y elitista, se repliega en su biblioteca y está como muerto en vida. El problema es cuando aparece el otro personaje, ella, su esposa, Lena, la verdadera protagonista de esta historia. Ella responde a un fenómeno para mí muy interesante que es intemporal. La figura del héroe, del hombre admirable construido porque la mujer lo admira. Al principio, como en cualquier relación, ella solo ve en él virtudes. Pasado el tiempo, se pregunta por qué ha dejado su vida en un segundo plano y es entonces cuando ese héroe se resquebraja porque ya no es admirado. Te despiertas una mañana, miras al tío dormido que hay en tu cama y te dices: “¿Por este gilipollas he dejado mi vida y me he atado a él para siempre?”

Y es entonces cuando Lena se alza como protagonista absoluta. No es la primera vez que una mujer protagoniza una de tus novelas. De hecho, en tus libros, hay muchas mujeres valientes, audaces, con carácter, mujeres que pelean por sobrevivir en un mundo de hombres, pero Lena es diferente. ¿Por qué?

Porque ella es una mujer derrotada que sabe que ya no hay victoria posible, sus naves están quemadas. ¿Qué le queda? La venganza. Y en la venganza de una mujer inteligente hasta el sexo tiene que tener un factor intelectual. Ella ajusta cuentas con ese hombre de una manera calculada, utilizando paradójicamente el sexo y el desprecio, pero, como digo, como elementos intelectuales. El conflicto surge cuando aparece Jordán, el marino, y ella se enamora. La venganza entonces resulta perfecta. Esta novela es la historia de la venganza de una mujer. Es mi primera novela protagonizada por una mujer derrotada que prefiere morir matando, nada que ver con la protagonista de 'El italiano' (2021). Aquí la desesperanza, la soledad, el fracaso, la tristeza, la nostalgia de esta mujer es mucho más intensa porque sabe que no va a cesar nunca. También porque sabe que el hombre que aparece en su vida, el marino, tampoco es la solución. Es más bien una especie de analgésico, de pausa en el camino hacia ese final que ya está recorriendo. En esta historia de amor desesperado ninguno dice “te amo” porque los dos saben que un día reanudarán su camino por separado.

En esta historia de amor también hay sexo, imagino que necesario para ver cómo es esta mujer en todas sus facetas.

Sí, quería que fuera evidente que es ella quien genera esos encuentros. Ella es la que maneja la situación, mientras él se deja llevar. Ella le conduce a la casa, ella le hace sentarse, ella es la que actúa. Y él asiste a todo ello casi con estupor. Lena lo controla todo, también el sexo. Pero no solo es material narrativo. También quería con ello romper el estereotipo y la idea de que en el sexo y no hablo solo de temas de cama, sino en general es el hombre el que actúa y da el primer paso. Eso no es siempre verdad, a menudo es la mujer la que toma esas decisiones. Atribuir a la mujer un papel pasivo en el sexo y en la vida es un error, porque normalmente no es así.

Bueno, eso ocurría sobre todo en el pasado por los convencionalismos y las reglas sociales, ¿no crees?

Claramente, y aún así ellas siempre han tomado sus decisiones con los medios que la sociedad les permitía tener a su alcance. Y a las que se saltaban las normas y rompían tabúes había que matarlas y quemarlas en la hoguera o llamarlas zorras. Afortunadamente, ahora las mujeres pisan mucho más fuerte en ese y otros muchos terrenos. Hay que reconocer que cuando una mujer es segura de sí misma, es sólida, toma la iniciativa, da miedo.

Hace unos días hablamos con Pedro Almodóvar de sexo, con motivo del estreno de 'La habitación de al lado'. Dos de sus personajes, casualmente corresponsales de guerra como lo fuiste tú, piensan que en medio de una matanza atroz el sexo se convierte en la necesidad de demostrarse a uno mismo que sigue vivo y que el sexo es el mejor escudo para luchar contra la atrocidad de la guerra. El cineasta confesó que él también piensa así. ¿Estás de acuerdo?

La guerra es un caos, y el sexo en la guerra, para quien lo practica recalco, para quien lo practica puede ser una vía de escape, un desahogo, un analgésico, una forma de olvidar, una forma de compensar horrores, dolores, angustias y otras muchas cosas más. La promiscuidad en la guerra es muy frecuente entre periodistas; no todos, pero algunos de ellos sí. Es lo más que te puedo decir, que es cierto, que no es inexacta esa apreciación. Pero es todo mucho más complejo, habría que dedicarle una larga conversación.

Y hemos venido a hablar de tu libro, así que continuemos, por ejemplo, con los capítulos marítimos por el mar Egeo, llenos de acción y aventura, que resultan tan reales como literarios y cinematográficos. ¿Es resultado de un trabajo profundo de documentación o como eres marino, tu gran pasión, ya te lo sabes todo?

Sí, por un lado es un mundo que conozco bien, pero también he tenido que estudiar los torpederos de la época y los barcos de entonces. Tengo muchos libros, fotos, memorias y documentos que me han permitido ambientar técnicamente la novela, en la que aparece la lancha Lykaina, Loba, una lancha torpedera alemana con la que el protagonista hace arriesgadas incursiones en el mar, o la letal Schnellboot S-7. Pero para recrear los paisajes, la luz, el color, la oscuridad, el frío, los machetazos de la lancha, el cielo y la lluvia, no me ha hecho falta documentarme. Todo eso lo he vivido. Llevo navegando desde que era niño y tengo barco propio desde hace 30 años ya. Mi experiencia como marino me ha ayudado mucho a crear ese ambiente para que el lector no sea un espectador. Yo quiero que el lector esté conmigo, se suba a la lancha, oiga los disparos, se moje, tenga frío. Para conseguirlo, recurro a mi memoria personal. Yo sé lo que es llevar una toalla al cuello para que la humedad, el relente, no te cale hasta los huesos. Introducir esos pequeños toques de realidad, de experiencia, pero sin abusar, la hacen más creíble y el lector lo aprecia.

En todas tus novelas realizas un trabajo de campo previo. ¿Cómo te ha ido esta vez? ¿Es la parte del proceso que más disfrutas?

Primero planifiqué toda la operación poniéndome en la piel de un militar, de un hombre de mar, estudiando las cartas de navegación de la zona. Luego viajé al mar Egeo para buscar la isla adecuada, barcos de la época, los faros que daban luz en el año 1937… Esta parte del trabajo lógicamente es la más divertida, la que más disfruto. Han sido seis meses muy intensos.

Imagino que conoces bien la zona por tu pasado como corresponsal de guerra. ¿Te trajo algún recuerdo de entonces?

Sí, todo aquello me es muy conocido porque cubrí la guerra de Chipre en Chipre, que está muy cerca. Y con la guerra del Líbano, como no funcionaban los aeropuertos en Beirut y fui mucho desde el 76 al 82, primero volaba a Atenas, de allí a El Pireo, luego cogía un barco a Chipre y de Chipre hasta allí. Eran barcos que rompían el bloqueo israelí y llegaban con armas y combustible. Eran de traficantes, estaban oxidados, y yo pagaba y me sentada en la cubierta. Conozco bien la zona, navegué mucho por las islas del Egeo, sé cómo es la luz, las corrientes, el viento, lo que se tarda en llegar de un sitio a otro, cómo es la gente: mucho sinvergüenza de los que venden hasta a su madre. Toda esa experiencia personal la vuelco en la novela y los tripulantes de las naves se benefician de ello.

Es cierto que tus secundarios resultan muy jugosos. ¿No crees que podrían protagonizar sus propias novelas?

Sí, pero hago un ejercicio de contención para que no crezcan de más. Los personajes secundarios son muy importantes en una novela y también en el cine, no hay más que ver las películas de John Ford. Pero también son un problema para la disciplina narrativa. Yo soy un escritor profesional y sé cómo tengo que hacer mis novelas. Es cierto que surgen problemas cuando los secundarios resultan muy atractivos, pero hay que saber dedicarles el tiempo justo por la línea argumental.

Como Pepe Ordovás y Salvador Loncar, dos tipos peculiares que se mueven por Estambul y que a ratos juegan al ajedrez. Con ellos la ración de novela de espías también está servida.

Las líneas entre el bien y el mal son muy frágiles, ya lo decía antes. Y estos hombres son dos espías que se conocen de antes, se llevan bien, pero son enemigos porque cada uno trabaja para un bando. Esto es muy español: juegan al ajedrez, se hacen trampas, se hablan con ese cariño donde el insulto es casi un piropo. “Te estás quedando calvo, hijo puta”, se dicen, pero en el fondo se quieren. Esta relación ambigua en una zona gris me interesaba mucho. Ideológicamente no son fanáticos. Ese perfil no es interesante. Me interesa más la gente que se busca la vida. Creo que son unos personajes muy revertianos, porque tienen muy claro que el bien y el mal son conceptos relativos. Cada uno hace su trabajo, pero ninguno pierde la humanidad.

De eso quiero que nos hables, de los valores con los que se mueven por la vida tus personajes. Serán más o menos canallas, pero la mayoría aprecia la amistad, la lealtad, la camaradería, el honor aunque sea solo consigo mismos. ¿Son el reflejo de tu personalidad?

No, no son míos, son los valores que yo admiro. No los profeso ni los practico. No los tengo, pero sí son los que me interesan. A mí las personas con valores convencionales como patria, religión y bandera me dan repelús. Prefiero a las personas que no tienen tan claros sus valores. Mis personajes, en general, es gente para quien las grandes palabras no significan nada o han dejado de significar. Cuando esa gente se encuentra sin las ideologías que el ser humano necesita para vivir, esas reglar necesarias para moverse por el mundo y respetarse a sí mismos, se crean sus propios códigos y generan su propia moral. Palabras como dignidad, lealtad, amistad o amor son las que funcionan en mis novelas. Mis personajes no son patriotas ni fanáticos, solo son personas que profesan el culto a ciertas palabras menores que se convierten en mayores a través de las relaciones humanas.

Dices que no son tus valores, pero se te intuyen algunos de ellos. ¿Qué clase de niño fuiste? ¿En qué valores te educaron?

Yo fui un niño bien educado en un mundo de caballeros: los curas eran buenos, los guardias eran honrados, los políticos eran intelectuales de altura. Pero cuando la vida me llevó a la realidad, vi que no era así, que era un joven caballero en un mundo de canallas. ¿Qué me pasó? Que todas esas ideas se me fueron al diablo. Y pensé: “¿Qué me queda?”. Pues los valores con los que no te equivocas: la lealtad, la palabra dada, los amigos, la dignidad, el amor, la compañía, el respeto, la decencia, la solidaridad… Con estos principios no te equivocas nunca, con la religión y las ideologías sí.

Cerremos esta entrevista hablando del amor que has narrado con tanto dolor y emoción en 'La isla de la Mujer Dormida'. ¿Es porque en el fondo eres un romántico o te fuerzas para vestir esa piel?

Yo también tengo emociones y para escribirlas basta con utilizar el sentido común. Además, tengo 73 años, canas en la barba y he vivido, he leído, he observado, me han pasado cosas. Tengo bastante información al respecto, aunque yo nunca hable de mí en mis novelas.

En algunas ['Territorio comanche' (1994), 'El italiano' (2021), 'Revolución' (2022)] un poco sí, ¿no?

Mas bien aflora lo que uno es, nadie escribe de lo que no tiene. Pero mis novelas son artefactos narrativos en los que utilizo mi vida, mi mirada. Da igual que yo crea o no crea. Yo escribo con mi forma de ver el mundo. Yo no quiero hacer mejor el mundo. Yo no escribo para que el mundo sea mejor, la gente se quiera más y se acaben las guerras. De hecho, eso sería imposible. Yo escribo porque me encanta escribir historias y me gusta que haya gente que las comparta conmigo. “Ven a vivir esta aventura conmigo”, digo. Y lo hago de la forma más honrada y eficaz posible. El amor forma parte de la vida, pero yo no hablo de mis historias de amor. Hablo de lo que la mirada me ha dejado sobre el amor, sobre las relaciones y sobre todas esas cosas. Escribo con mi mirada.

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