Pueblo, 19 de junio de 1975
[El Aaiún, crónica telefónica de nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte]
Para quienes desde hace años están viviendo la realidad del Sahara, existe la impresión generalizada de que, por encima de este entramado de incidentes fronterizos, confusión y traiciones, se da una serie de factores cuya realidad resulta difícil de captar en su exacta dimensión. Según estos veteranos del Sahara, civiles o militares, alguien podría estar anudando hilos o tomando decisiones de las que los sucesos en este territorio vendrían a ser sólo un pálido reflejo, incluso detalles sin importancia, a pesar de los obsesivos ataques de Hassán II.
Las recientes declaraciones del secretario de estado USA, Henry Kissinger, en el sentido de que Estados Unidos vería con buenos ojos la existencia de un Sahara marroquí, han tenido aquí una clara repercusión, pues se opina que ponen al descubierto parte de esos entrebastidores a los que antes aludíamos. Lo que al respecto se opina en El Aaiún, en términos generales, puede resumirse en los siguientes puntos:
1 - Kissinger. La declaración de Kissinger aparece desde aquí como una notable contradicción con la postura oficial de España, en la que no existe ningún apriorismo sobre el futuro saharaui, excepto el deseo de, en palabras del ministro de Asuntos Exteriores español, "dar a la población saharaui la oportunidad de pronunciarse sobre su futuro, con tal de que esta determinación sea libre y auténtica... Declarar independiente el territorio para que sus habitantes decidiesen luego sobre su propio destino". Las palabras del señor Kissinger, por tanto, se ven aquí no sólo como de una parcialidad sospechosa, sino además como una intolerable injerencia en asuntos que, en teoría, son de la exclusiva competencia de los países directamente interesados en el problema.
Pero, a continuación, viene la pregunta: ¿qué motivos han llevado a Kissinger a hacer tal declaración? Los motivos estratégicos están a la vista. Con un norte de África abocado al socialismo, el Sahara podría caer bajo la influencia argelina, quedando Marruecos como un islote aislado en una zona que, tarde o temprano, acabaría por absorberlo.
Hay otros factores que, se opina aquí, pueden haber motivado la declaración de Kissinger, y podrían resumirse en preguntas. ¿Tienen los Estados Unidos motivos suficientes para esperar una marroquización del Sahara? ¿Existen contactos a nivel desconocido que permitan prever tal futuro para este territorio? ¿Poseen los Estados Unidos las bazas suficientes para que sus deseos se conviertan en realidades? ¿Dónde se están jugando esas cartas, en caso de que existan?
2 - Marruecos. Las declaraciones de Kissinger le vienen a Marruecos de perlas. Que las intenciones de Hassán coincidan con los deseos de la primera potencia occidental no deja de ser reconfortante para el Gobierno de Rabat, que puede sentirse envalentonado por el espaldarazo que le otorga el Departamento de Estado USA. A menos, se opina aquí, que Marruecos haya tenido garantías de Washington, a fin de poder seguir cumpliendo una misión de "avanzada de Occidente" frente al socialismo africano.
La ausencia de acciones directas concretas contra el Sahara, el desprecio marroquí hacia los saharauis integrados en las filas de las Fuerzas Armadas Reales y un sinnúmero de extrañas circunstancias llevan a pensar que Marruecos podría estar aspirando a obtener el Sahara por otra vía distinta al empleo de la fuerza. ¿Cómo es eso posible, si los saharauis prefieren ser cualquier cosa antes que marroquíes? ¿Se estará interfiriendo de alguna forma el proceso de autodeterminación?
3 - Argelia. "A Argelia le debe de haber sentado como un tiro lo de Kissinger", me comentaba ayer un militar español. Y es cierto. La tensión en la frontera argelino-marroquí puede aumentar de un momento a otro, aunque resulta poco probable un enfrentamiento físico en las actuales circunstancias. Es más probable que Argelia actúe en el Sahara a través del Frente Polisario, intensificando sus acciones contra los puestos del territorio. Cada golpe del Polisario contra el Sahara es, indirectamente, un "no" a la marroquización del Sahara, que hay quien interpreta como un "no" a Marruecos, pero dirigido a España. "Vamos a recordar a España que no queremos ser marroquíes", decía ayer un simpatizante del Frente Polisario. Le respondí que España lo sabe, pero se encogió de hombros. "Escucha las jabaras", dijo. La "jabara" es la noticia que corre por el desierto, y refleja el miedo —aunque sea injustificado— de los saharauis a que España pueda estar negociando un pacto con Marruecos.
4 - Hassán II. Consiga o no el Sahara, Hassán II tiene los días contados. Si fracasa en su empeño de anexión, la oposición marroquí contará con un arma lo suficientemente poderosa para derribar al soberano alauita, que ya se ha metido hasta el cuello en esta partida. A menos, naturalmente, que los Estados Unidos estén dispuestos a conservarlo en el trono a todo trance.
Si Hassán consigue el Sahara —y volvemos a preguntarnos cuál sería la postura de las Naciones Unidas si este hecho se consumase— Argelia no se cruzaría de brazos. También aquí hay que considerar los intereses de los Estados Unidos y la "baraka" —la suerte— que parece indispensablemente unida a Hassán. Pero la vida da muchas vueltas, y no debemos olvidar que ni USA es infalible ni la "baraka" es eterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario