Pueblo, 8 de julio de 1975
[El Aaiún, de nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte]
Tras los graves incidentes del domingo, El Aaiún vivió ayer una jornada de tensión. La Yemaa —reunión de los notables saharauis— abrió sus puertas en los debates, que se prolongarán hasta mañana, mientras un fuerte dispositivo de seguridad controlaba los puntos claves y las carreteras de acceso a la capital.
La nota dominante fue el temor de que el Frente Polisario respondiese al acoso de que está siendo objeto con acciones dirigidas contra las tropas españolas o contra el Partido de Unión Nacional Saharaui, que se significó especialmente el pasado domingo, cuando sus elementos de choque recorrieron El Aaiún en un descontrol que culminó en terribles excesos.
Un cordón policial protegía el edificio donde se reúnen los miembros de la Yemaa: los helicópteros sobrevolaban las afueras de la ciudad para evitar infiltraciones, y ante la sede central del PUNS un centenar de militantes saharauis montaban guardia, armados de los garrotes que ya se están haciendo tristemente célebres en el Sahara.
Sin embargo, el Frente Polisario no hizo ayer acto de presencia. Los controles establecidos en las afueras de la ciudad impidieron la prevista llegada de simpatizantes del Frente Popular, y en El Aaiún reinó la calma más absoluta, sólo rota por la explosión de una bomba en un basurero de La Seguía.
Lo que a estas alturas resulta indudable, y fue indirectamente confirmado en la reunión de la Yemaa, durante la intervención del secretario general del Sahara, coronel Rodríguez de Viguri, es que las autoridades españolas han abandonado definitivamente la idea de un diálogo tripartito con tres fuerzas saharauis: el PUNS, la Yemaa y el Frente Polisario, para adoptar un nuevo enfoque, del que queda excluido este último.
El fracaso de los esfuerzos por atraerse al Frente Polisario parece aconsejar ahora la liquidación definitiva del Frente Popular; que se consiga o no es algo que tendremos ocasión de comprobar durante los próximos días aunque los observadores más realistas tienden a opinar que el Frente Polisario es una idea enraizada en un amplio sector del pueblo, idea que resultará muy difícil extirpar.
Entre tanto, la población europea se mantiene en calma, parcialmente tranquilizada ante el hecho de que los incidentes del domingo no le concerniesen, centrándose éstos en una lucha de carácter tribal y partidista, siempre físicamente saharaui. Ello, sin embargo, no extingue el temor de que esta guerra entre partidos recién estrenada en el Sahara pueda recrudecerse y altere para siempre el delicado equilibrio de este territorio.
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