Pueblo, 5 de julio de 1975
[El Aaiún, por teléfono, de nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte]
No todos los días tenemos los enviados especiales en el Sahara oportunidad de acompañar al general gobernador, Federico Gómez de Salazar, en sus vuelos de inspección a los puestos avanzados de la frontera con Marruecos. El general se desplaza con frecuencia, en avión o helicóptero, visitando las guarniciones tanto en viajes de rutina como en circunstancias excepcionales. Tuvimos ocasión de comprobarlo en Guelta Zemmur, donde hace tres semanas conversamos con él sobre el terreno, pocas horas después de que el puesto fuese atacado por un comando del Frente Polisario.
Ayer, el general Gómez de Salazar nos invitó a acompañarle a Hagunia, una guarnición española que se encuentra a 25 kilómetros de la frontera marroquí, en una zona a la que los últimos acontecimientos han conferido un carácter especial de zona de peligro. Sólo unos kilómetros al norte, se encuentran los lugares donde hace unos días fueron ametrallados dos aviones españoles, donde una patrulla entabló combate con tropas regulares marroquíes y donde una de nuestras unidades estuvo a punto de caer en una emboscada, viéndose obligada a replegarse bajo un fuego intenso de morteros y lanzagranadas. En Hagunia, Marruecos está cerca, y se nota. Las patrullas salen con frecuencia al desierto, a veces por un largo periodo, y nuestros soldados regresan cubiertos de arena, con una costra de sudor y polvo endurecido cubriendo completamente la piel, todavía crispados los rostros por la tensión y agotados tras recorrer pistas casi inexistentes, durmiendo enterrados en la arena, bebiendo agua salubre y siempre con el fusil a punto.
El teniente español de nómadas que nos acompaña por el puesto tiene veintitantos años y el pelo cortado a cepillo. Sus lentes y la barba cuidadosamente recortada no encajan del todo en este lugar, pero ya nos han informado de que se trata del teniente R..., quien, según hemos sabido en El Aaiún, ha dado ya más disgustos a los marroquíes que meses lleva en el Sahara. El teniente nos habla de la vida en el desierto, de cómo los soldados españoles recorren la frontera. Describe el siroco, que es la peor calamidad que puede recaer sobre una patrulla, porque la arena penetra en la comida, en los ojos, en la boca, cubriendo el desierto con una nube de polvo que impide ver nada a cinco pasos. Las patrullas, que salen con agua y provisiones pаra varios días, pernoctan repartidas en amplias extensiones, enterrados los hombres en fosas individuales de 40 centímetros de profundidad, difíciles de descubrir por la aviación, aunque vuelen los posibles aparatos enemigos a muy escasa altura. Se duerme al raso, porque montar tiendas de campaña resta movilidad y rapidez a las tropas nómadas, que el teniente describe como los señores del desierto. Siguiendo el sistema de los legionarios romanos, estos hombres hacen sus campamentos al anochecer, en un par de horas, dispersando y protegiendo el material, para abandonarlo con las primeras luces del alba, cuando en el cielo no se han apagado todavía las estrellas
—El secreto está en saber moverse. Y si uno se pierde, paciencia. La inclinación de los arbustos señala siempre al sur, los cauces secos llevan a pozos y a población civil, y además para comer podemos recurrir a cualquier animal que se mueva, incluidos lagartos y ratas. Las ratas aquí son muy limpias, porque en el desierto casi no hay basura.
Más tarde, mientras en el camino de regreso el helicóptero volaba a ras del suelo, entre las crestas amarillas de las dunas, he tomado el bloc y el bolígrafo para anotar unas palabras del general Gómez de Salazar: "Es tan dura la vida en estas guarniciones que si los oficiales no tuviesen tanta afición a su carrera, si los hombres a quienes mandamos no fuesen tan magníficos soldados, se habrían pegado un tiro en la cabeza a las pocas semanas de estar aquí".
La audiencia que las tesis marroquí y mauritana están obteniendo ante el Tribunal de Justicla Internacional de La Haya pudiera apresurar un entendimiento entre miembros del Partido de Unión Nacional Saharaui (PUNS) y los del Frente Popular de Liberación de Saguia El Hamra y Río de Oro (Frente Polisario), según han manifestado a Pyresa diversos notables saharauis. Sólo el entendimiento de las dos fuerzas autóctonas del territorio con entidad, que aspiran a la independencia. del Sahara, podría —aseguran— servir de contrapeso a la enorme presión que a todos los niveles están ejerciendo marroquíes y mauritanos en el concierto internacional.
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