17 septiembre 2025

“María Pita sería heroína de una de mis novelas pero tendría aspectos que no gustarían”


El Ideal Gallego - 17/09/2025

Regresa catorce años después con una ‘Misión en París’ uno de los personajes protagonistas más oscuros y poliédricos de la literatura española y con el cual su creador, confiesa, teme ser odiado por los estudiantes obligados a leer sus desventuras. Con ustedes: el capitán Alatriste. Perdón, Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951).

¿A qué responde el éxito de la saga Alatriste? 

Es un modo de mirar el mundo. El mundo ha cambiado, en unas cosas para bien, en otras para mal. Pero más para bien que para mal. Y Alatriste lo que pretende es que miremos el pasado pero con ojos de entonces. Que el lector mire esa época (siglo XVII), no desde aquí, sino asumiendo con naturalidad que era un mundo duro, que se mataba con facilidad. Un mundo que no se regía con los valores morales actuales, y eso era lo que yo quería resaltar. El hombre actual piensa que siempre ha sido igual que ahora: que robar estaba mal visto, que matar estaba mal visto, y no. Mira, lector, vamos a suspender tu modernidad intelectual, vamos a ser más primitivos, vamos a ver el mundo de un modo más cruel, más egoísta, así veremos lo que fuimos y entenderemos lo que somos.

Alatriste ya es un referente de la literatura. ¿Debe algo a otros como El Jabato o El Capitán Trueno? 

Hombre, mucho. Personifican el héroe pero, a diferencia de Alatriste, esos eran de corazón limpio. Evidentemente que me marcaron mucho durante mi infancia. Pero eran puros, compactos, de una sola pieza. Pero Alatriste tiene muchas zonas de sombra, muchas oscuridades, muchas crueldades. Es un hombre que ha matado, le cortó la cara a una mujer cuando estaba en Italia. Alatriste no es moralmente limpio. Eso precisamente lo hace más real. A los ocho años ‘Los tres mosqueteros’ es un libro que me impacta mucho. En él descubro la amistad, el valor, la lealtad al grupo. Esa visión épico-heroica de la amistad, del valor, según pasan los años se va modificando, las inocencias van desapareciendo y Alatriste es el resultado de ese pasar de la vida. Por eso Alatriste es un héroe más real, más auténtico, porque es más oscuro, más humano.

¿María Pita sería una heroína?

Es una heroína.

¿En alguna de sus novelas? 

¿Por qué no? Tendría aspectos que no gustarían, pero sí. ¿Quién no tiene matices? España está llena de personajes así.

¿Le serviría la Batalla de Elviña como escenario para una segunda parte de ‘La sombra del águila’? 

Perfectamente. ‘La Sombra del Águila’ es un libro muy español. ¿Cómo lo expreso? El andaluz, el castellano, el catalán, el gallego, el salmantino es muy entrañable. Es que siempre lo digo, el español es mejor en las desgracias que en las bonanzas. Las desgracias sacan lo mejor de nosotros, sacan nuestra generosidad, solidaridad, dignidad, valor y coraje. Con las bonanzas nos dormimos, dejamos que sean otros los que tomen la palabra, ponemos nuestra moral en manos de políticos y otros sinvergüenzas, nos dormimos y olvidamos lo que somos. ‘La sombra del águila’ es precisamente eso, españolitos puteados, machacados, que en medio de la desgracia sacan lo mejor de sí mismos. Cómo me enfada el español que deja la palabra a canallas y golfos. Me conmueve y me enternece cuando, como peones de un tablero, se pone a hacer cosas como apagar fuegos. Eso me enternece. No nos dejan ser buenos. Nuestra desgracia histórica es que nunca nos dejan ser buenos.

Alatriste ha llegado a los centros escolares. 

Lo cual me parece un error. A los chicos es malo imponerles las cosas. Habrá estudiantes que me odien porque les obligan a leer 'Alatriste'. Salvo que el chico sea un lector muy precoz, Alatriste no creo que sea un personaje aconsejable hasta los doce o trece años. La España que cuenta Alatriste es una España muy dura, que cuenta historias muy amargas. Se cuenta también la parte luminosa, pero para asumir la parte luminosa y la oscura es necesaria cierta formación. Cuando uno es joven cree en los buenos y malos, en las líneas que separan claramente pero Alatriste supone un "shock". Es un aluvión de material duro, y si no tienes cierta formación puede llegar a confundir.

Le acusan de fomentar la leyenda negra. 

Alatriste ha sido repudiado por la extrema derecha y por la extrema izquierda. Me acuerdo que en el Parlamento Pablo Iglesias dijo: "Más Galdós y menos Pérez-Reverte". Molesta a ambos extremos. ¿Por qué? Voy a explicar por qué. Alatriste lo escribo para mi hija cuando tenía doce años. Yo quería explicarle a Carlota lo que era España en el siglo XVII. Lo que no es ahora ni Estados Unidos. Era envidiada, temida, la moda era española, se hablaba español, el teatro español se representaba en todo el mundo, militarmente era la gran potencia. Pero, al mismo tiempo, era un país de Inquisición, de corrupción, de oscuridades, de turbiedades. Teníamos a Lope de Vega, a Calderón de la Barca, a Velázquez, a Murillo, pero también la expulsión de los moriscos y podredumbres que cuando uno lee a Quevedo se sobrecoge. Quería que Carlota asumiera la gloria y el desastre, por eso ni escamoteo sombras ni escamoteo luces. Y así a la extrema derecha le molesta que hable de la parte oscura y a la extrema izquierda le molesta que hable de España, de los Tercios y de la gloria. Ambos extremos critican a Alatriste, por lo cual he conseguido que sea lo que yo pretendía. Estamos en un mundo en el que se exige que se esté en un bando o en otro. "¿Usted dónde esta?". "Pues mire, depende". Cuando se critica algo de un bando, ese te acusa de ser del contrario. Pero cuando criticas a ambos, pues… Es lo que ha conseguido Alatriste, de lo cual me alegro mucho. Yo no tengo ideología, tengo biblioteca. No hay que ser equidistante, hay que ser ecuánime. El problema de España es que no asumimos ninguna virtud en el enemigo ni ningún defecto en el bando propio. El problema es psicológico, no político ni social. Jamás admitimos que la izquierda o la derecha tenga alguna virtud, nunca, nunca. Del otro lado, nada es bueno. Del nuestro, todo. Es un error histórico que nos ha hecho muchísimo daño. Alatriste se opone a eso, y por eso es criticado por los unos y por los otros. 

¿Son los políticos de ahora peores o mejores que los del Siglo de Oro?

Aquellos lo tenían más fácil. Estos al menos tienen contestación social. Hay gente con voz pública que los puede señalar con el dedo. Aquellos tenían más impunidad. Los de ahora de vez en cuando pagan, no todos y no a menudo, pero de vez en cuando pagan. Y esta bien que sea así. Yo prefiero esta España a aquella. La izquierda me ha llamado nostálgico. "Reverte quiere volver a los tercios". No han leído los libros. Yo no tengo nostalgia, no quiero volver al siglo XVII. Los valores de entonces, no valen ahora. En eso también se equivoca la extrema derecha que quiere volver al Imperio. El mundo ha cambiado. Eso sí, hay que mirar para ver y comprender los errores. España tiene una historia tan interesante que ya de por si sola educa. Pero lo malo es que la hemos quitado de los colegios. Sin Historia no puedes interpretar el presente. España es lo que es, porque fue lo que fue. El franquismo le puso la camisa azul a la historia, la contaminó y la hizo toda con glorias imperiales. Después, cuando llegó la democracia, en lugar de limpiar la Historia lo que hicimos fue arrinconarla. Como estaba contaminada, fuera, la escondemos. Ahora tenemos generaciones sin esa mirada y andan como pollos sin cabeza. Alatriste, precisamente, pretende responder a eso. De manera modesta quiere devolver lo que nos han escamoteado los unos y los otros.

https://www.diariodearousa.com/articulo/sociedad/arturo-perez-reverte-maria-pita-seria-heroina-novelas-pero-tendria-aspectos-no-gustarian-5436396

"No cansa Twitter, cansa España, el mundo"


José Manuel Gutiérrez - laopinioncoruna.es - 17/09/2025

‘Misión en París’, la octava entrega de la serie de aventuras del capitán Alatriste, trae a su autor, Arturo Pérez-Reverte, a A Coruña, para su presentación. Asegura que le ha supuesto un año de duro trabajo y que pretende saldar una deuda con los fieles seguidores de estas novelas

Dice que ha vuelto a Alatriste porque los lectores se lo pedían.

También me lo pedía el cuerpo, pero sobre todo han sido los lectores, que han apretado mucho últimamente.

¿No supone eso apostar por lo fácil ante el éxito de estas novelas?

Fácil no, era difícil, porque ha pasado mucho tiempo y Alatriste es un tono determinado, un lenguaje, una forma de contar. Es moverse por un mundo que no es el actual, en el cual hay un montón de detalles, anacronismos a evitar, registros a recuperar, por lo que no es fácil meterte en ese mundo con naturalidad. Y hacía 15 años que no lo hacía y había que recobrar una continuidad. Hay que tener en cuenta que el habla de Alatriste, por la que estoy en la Academia precisamente, es un lenguaje artificial que hice para que tuviese eficacia en el presente pero que tuviese el aroma de la lengua del XVII, y eso es trabajo. Pero hay lectores muy fieles a Alatriste, hay gente que lleva hasta tatuajes con sus frases y, además, prometí una serie de libros y no la había concluido. Al ver que habían pasado 30 años desde el primero pensé que era el momento adecuado y también hay una cosa muy importante para mí, que no sé lo que me queda porque tengo 74 años y no sé si me queda una novela o cinco.

Alatriste es una serie de novelas de aventuras, pero no es un personaje habitual en ellas.

Quería contar un momento fundamental de la historia de España en el que era la gran potencia del mundo. Pero también tenía su lado oscuro: la corrupción, la Inquisición, los moriscos... El franquismo contaminó nuestra historia y le marcó su sello porque todo eran glorias imperiales. No entiendes la España presente si no entiendes la anterior. Ese es el motivo por el que empiezo con Alatriste, para la generación de mi hija, que entonces tenía 12 años. Los héroes que yo había leído de pequeño eran héroes de corazón puro, no tenían oscuridades, eran perfectos. Pero he vivido una vida en la que conocí héroes de verdad y tienen lados oscuros. Tanto a la extrema derecha como a la extrema izquierda, les revienta Alatriste porque para unos recupero la parte luminosa de España y para otros hablo de la parte oscura que también hubo.

Entonces ha sido atacado por los dos extremos.

Lo cual me enorgullece mucho. Significa que Alatriste es lo que yo quería que fuera. Una cosa que aprendí en la vida se llama ecuanimidad, no equidistancia. Significa que aunque tú estés aquí, lo que hay allí te interesa. A veces te educa más el enemigo que el amigo, el villano que el bondadoso. En España nunca reconocemos virtudes en el adversario y defectos en nuestro bando. Todo eso quería romperlo, enfrentarme a eso con Alatriste. Es un héroe que al mismo tiempo mata por la espalda, es un mercenario, vive de la espada. Es un héroe de verdad, de carne y hueso. Regresar a ese personaje no ha sido fácil. Me ha llevado un año de trabajo muy duro.

Ha sido reportero de guerra, una situación en la que se ve lo peor del ser humano.

Y lo mejor también. Cualquiera que haya leído mis novelas se da cuenta que no hay buenos ni malos. Hay traficantes, asesinos, mercenarios, héroes, curas, todo. Un escritor es una mirada y primero la vida como lector y después la vida como reportero me ha enseñado a mirar. Yo tengo una mirada que no siempre es amable, no siempre es generosa, no siempre es alegre. Esa mirada la he dado en mis novelas. No están hechas con bibliografía, utilizo lo que la vida me dejó. Hay héroes que no puedo creerme. Hay amores, hay finales felices, cosas que no puedo creer porque he visto que no son. Soy incapaz de generar ese tipo de situaciones.

¿Hay personajes como Alatriste en la sociedad actual?

Alatriste como tal no, porque hoy no tiene sentido, estaría muerto o en la cárcel. Pero cuando veo los bomberos apagando un fuego sin medios y olvidados por los gobiernos, cuando veo en la pandemia a los médicos en los hospitales, al pescador que se va a Terranova para dar de comer a la familia… esos son Alatristes, son héroes. El héroe ahora es ese. Y Alatriste sirve para entender a estos héroes también. Cuando fui a la guerra la primera vez y vi muertos, me decía esto es Troya, la Ilíada, la Odisea, Jenofonte, la Anábasis. Mi intención era que Alatriste sirviera al lector moderno actual para reconocer los Alatristes en el mundo en el que vivimos.

Dice que aún tiene libros que escribir.

Claro, no sé lo que me queda porque tengo 74 años y las facultades van mermando. A mi edad hay que elegir y esa elección es difícil, complicada y dolorosa. No se trata de un género, se trata de historias determinadas que están conmigo. Tengo que elegir muy bien, puedo equivocarme y ya no tengo tiempo para rectificar. También es verdad que eso me mantiene muy despierto como escritor, pero el problema del escritor es cuando se duerme. No hay nada más triste que un escritor que está muerto y no lo sabe. Y hay muchos. Las novelas por escribir me permiten envejecer con más lentitud.

Seguro que sus lectores coruñeses y gallegos le han propuesto historias de aquí para sus novelas.

De María Pita, de la batalla de Elviña, localizaciones de la ría de Vigo, un montón de cosas, claro. Al final resulta que un lector es un amigo y yo llevo escribiendo novelas 35 años y he publicado muchas. Y hay gente que me es fiel desde el primer momento, por lo que te das cuenta de que es una responsabilidad, que es una parte con la que no contaba, un lector te crea un compromiso con él. Soy un tipo que me paso la vida intentando ser libre, pero es verdad que los lectores me atan. Lo único que me ata de verdad, que me obliga a mantener incluso cierta compostura, son los lectores. Cuando uno envejece, se descuida y si alguien te está mirando, intentas comportarte delante de ellos. Pues con los lectores ocurre lo mismo y eso te obliga a mantenerte erguido. Los lectores me obligan a envejecer con dignidad y eso está muy bien.

No quiere ataduras pero se implica continuamente en Twitter.

Es que es compatible. Descubrí hace tiempo que es una herramienta muy potente, que podía mandar mensajes masivos, polémicos o no, y llegar a gente a la que nunca llegaría de otra manera. Entonces decidí que iba a utilizarlo de una manera deliberada, no hago nada casual.

Da la impresión de que se quiere meter en todos los charcos. ¿Le han aconsejado que no lo haga?

Sí, pero me da igual porque es divertido. Sacar un tema sabiendo que se va a liar y ver cómo se lía es maravilloso porque ahí se manifiestan tanto la estupidez como la inteligencia. Ayer puse en Twitter "La Coruña" y después me senté a mirar, yo no debato en Twitter. Aprendes a despreciar al género humano y también a admirarlo. Twitter es un pulso muy bueno del estado de la humanidad. Es una herramienta muy potente pero no me siento en absoluto obligado a ella.

¿No se cansar de ver las respuestas?

No me cansa porque ya sé lo que hay. No cansa Twitter, cansa España, el mundo. Tengo dos millones y medio de seguidores. ¿Por qué renunciar a eso? ¿Puedo mandar un mensaje? Pues lo mando, para lo bueno y para lo malo. La estupidez humana es un espectáculo muy interesante. La estupidez humana la he descubierto con los años, no creía en ella. El ser humano cree que la estupidez es un factor lateral, pero es muy importante en las relaciones humanas y en la historia.

Pero corre el riesgo de que le llamen provocador.

¿Qué más me da? Quien me lleva leyendo 35 años y me ha visto antes como reportero en la guerra me conoce. Y el que no me conoce, pues que estudie. Tengo 74 años, tengo todo el pescado vendido, la casa pagada, la vida amortizada y el velero que quería tener. Ese es el gran privilegio de la edad que tengo.

https://www.laopinioncoruna.es/coruna/2025/09/17/arturo-perez-reverte-cansa-twitter-121676111.html

“La matanza de Gaza es infame, pero no me sorprende: el ser humano repite tragedias desde hace milenios”


Radio Coruña - cadenaser.com - 17/09/2025

La sede de Afundación acoge este miércoles a las 19:00 horas el arranque de los Encuentros con Escritores, un ciclo literario que alcanza ya su edición número 21. El encargado de abrir esta nueva temporada es Arturo Pérez-Reverte, que llega a A Coruña con su última novela, 'Misión en París', protagonizada por el capitán Alatriste. Las entradas se agotaron en apenas una hora, una muestra del enorme interés que sigue despertando el autor y su universo literario.

En esta nueva entrega, el capitán Diego Alatriste viaja con sus inseparables compañeros a la capital francesa para cumplir una misión secreta. Allí se cruzará con cuatro personajes inolvidables de la literatura universal: Athos, Porthos, Aramis y D’Artagnan, los mosqueteros creados por Alejandro Dumas. Aunque Pérez-Reverte aclara que no se trata de un pastiche, los lectores podrán disfrutar de algunos enfrentamientos y momentos de tensión entre ambos mundos narrativos. “Alatriste no busca los problemas, se gana la vida con la espada”, explicó el escritor. “Es un mercenario, un asesino a sueldo en realidad, que bebe demasiado y arrastra muchos fantasmas”.

La publicación de 'Misión en París' coincide con el 30º aniversario del Capitán Alatriste, un personaje que ha acompañado a varias generaciones de lectores. “En estas tres décadas, Alatriste se ha vuelto más oscuro. Yo mismo he cambiado en estos 15 años desde la última novela, y le he prestado parte de mi madurez, mis remordimientos y mi mirada sobre el mundo”, señaló Pérez-Reverte. El escritor reconoce que existía una deuda con sus seguidores: “Hay lectores que solo leen Alatriste, incluso me enseñan tatuajes con frases de las novelas. Con 74 años quería escribir al menos una más, era el momento perfecto”.

Durante la entrevista, el autor reflexionó sobre la transformación del mundo editorial: “El ser humano siempre necesitará historias, pero el soporte cambia. El móvil ha desplazado al libro como objeto cotidiano. Aun así, el libro sigue siendo la experiencia inmersiva más intensa que existe”. Pérez-Reverte advirtió que, aunque la lectura en papel resiste, cada vez es un hábito menos extendido: “Siempre habrá jóvenes lúcidos que descubran el valor de los libros, pero son minoría”.

El escritor también evocó su etapa como reportero de guerra: “La matanza de Gaza es infame, pero no me sorprende. El ser humano repite las tragedias desde hace milenios. He aprendido más de los malos que de los buenos, porque el mal te enseña cómo protegerte de él”. Esa visión impregna su narrativa, donde los villanos ocupan un papel fundamental: “Un buen villano es maravilloso, aporta intensidad a la historia. Nadie es bueno del todo, todos somos grises”.

A su llegada a la ciudad, Pérez-Reverte compartió en redes sociales una fotografía frente a la playa de Riazor. La publicación desató polémica al escribir “La Coruña”, algo que él mismo reconoció como una provocación consciente: “Regalaba un jamón al que se ofendiera. Twitter me divierte, es como lanzar una piedra al agua y ver cómo se expanden las ondas”.

“Después de 35 años escribiendo novelas, mis lectores ya son como amigos. No hay sorpresas: me siguen, me leen y acuden a los actos. Eso hace que uno se sienta muy bien”, concluyó.

https://cadenaser.com/galicia/2025/09/17/arturo-perez-reverte-la-matanza-de-gaza-es-infame-pero-no-me-sorprende-el-ser-humano-repite-tragedias-desde-hace-milenios-radio-coruna/

16 septiembre 2025

Alatriste es eterno

Javier Pastor - javipas.com - 16/09/2025

Quise aprovechar el verano para leer bastante, pero me salió fatal. Y me salió fatal por la sencilla razón de que elegí mal mis lecturas. Teóricamente parecían prometedoras, pero fracasé de principio a fin. Veamos:

‘La rebelión de Atlas’. Ya escribí mi particular crítica inmisericorde de este tostón infumable que debería tener quizás 200 páginas y tiene 1.200. Hay buenas ideas, pero demasiada paja y una prosa que a mí me pareció terrible. Lograr pasar de página era un triunfo, y eso siempre es mala señal. No pasé de la mitad.

‘Co-Intelligence’. Sigo a Ethan Mollick desde hace tiempo y creo que es un tipo muy válido y que tiene mucho criterio a la hora de hablar de la IA, así que este libro —uno de los teóricamente imprescindibles— me parecía perfecto para complementar un poco mi tarea diaria. Sin llegar a los extremos de la primera, me ha parecido que como en otros muchos casos el autor se enrolla y es repetitivo en bastantes ocasiones. No hay ideas especialmente llamativas, hay mucha especulación —la IA podría llegar a esto o a lo otro, pero no lo sabemos— aunque el enfoque y la idea final es razonable. Y si no os lo queréis leer, os la digo porque es el título del libro: considerar la IA como una co-inteligencia, un asistente que nos ayude, y aprovecharlo como tal. Sin más.

‘Moby Dick’. Llevo mucho tiempo con una lista de clásicos pendientes a la que quería hincarle el diente, y este de Herman Melville parecía impepinable. Dios mío, qué maldito infierno de novela. Descripciones interminables e insustanciales, lenguaje súper enrevesado, y un desarrollo lento como él solo. Fijaos cómo será de pesada que tras unos días leyendo e intentando avanzar solo llegué al punto en el que el protagonista por fin se embarca con su colega. El mítico capitán Ahab apenas sí había sido nombrado hasta ese momento, así que me quedé con la intriga. O no, porque la dejé para nunca volver. Con la peli me vale.

‘La asistenta’. Harto de leer tochos infumables o bastante rollos, me dije a mí mismo que quizás era el momento de darle una oportunidad al best seller de moda. La novela de Freida McFadden se ha convertido en un súperventas —y el principio de un gran filón para ella—, así que quise probar con ella. Uf. Terrible. Me pareció una telenovela barata de Telecinco de las cuatro de la tarde. Entiendo que a mucha gente le guste —por eso gustan las telenovelas— pero yo acabé leyendo en diagonal simplemente por saber qué pasaba al final. Dicho lo cual, la trama tiene ese giro de guión intermedio que tiene su aquel. Pero lo demás… uf, insisto.

Y así llegamos a hace unos días, cuando harto de leer castañas pilongas me enteré de que mi admirado Pérez-Reverte lanzaba la esperada nueva entrega de las aventuras del capitán Alatriste, titulada ‘Misión en París’. Me leí todas las anteriores cuando las publicó hace mil años, y como suele gustarme todo lo que escribe, dudé cero a la hora de entrar a la tienda de Kobo y pillarme el eBook en cuanto la puso a la venta. ¿Y sabéis qué?

Que me encantó.

Es lo que yo llamaría sin lugar a dudas una novela totalmente propia de mi sección de literatura de palomitas. Libros que te trasladan a otro sitio y otro tiempo y lo hacen sin que te enteres porque las páginas van pasando y cuando has terminado dices «¡¿¡¿Yaaa!?!?».

Y eso es ‘Misión en París’. Una novela que recorre todos los caminos ya conocidos del resto de la saga y que justamente por eso es maravillosa. Sobre todo, para los que disfrutamos las anteriores. Pérez-Reverte no inventa nada, y ni siquiera sorprende. El capitán sigue tan ParaChuloYo como siempre, y lo mismo ocurre con el resto de personajes, que son más mayores y están más curtidos y a los que les pasan otras cosas con el mismo estilo de las anteriores. Pero por el camino te das una vueltecita por la historia —o más bien, por la visión de Pérez-Reverte de la historia— y lo pasas bien, que es de lo que se trata con una novela de aventuras.

No le pido mucho más a Pérez-Reverte, cuya visión del mundo ya está clara para los que le hemos leído. Estoy de acuerdo con él en muchas cosas y no tanto en otras, pero lo que es seguro es que me encanta cómo escribe. Tiene novelas estupendas —por lo entretenidas— pero sobre todo tiene columnas prodigiosas que alguna vez he compartido en X/Twitter.

Pero claro, nunca llueve a gusto de todos, y hace unos días leía una crítica del libro en El País en la que el autor decía cosas importantes y probablemente ciertas. Como que los personajes están estereotipadas, «son arquetipos»: "Alatriste, con su laconismo, es el héroe trágico de siempre; Íñigo, el escudero fiel que no ha evolucionado desde su juventud. Los demás son figuras de cartón: el personaje cordobés habla como un cordobés de manual, el francés como un gabacho. Personajes planos".

Probablemente lo son, sí, y quizás aquí habría margen de mejora, pero qué queréis que os diga: quizás hacerlos menos planos hubiera obligado a don Arturo a irse por los peligrosos vericuetos que plantea Moby Dick. Que seguro que ahí los personajes no son planos y el autor muestra esa dicotomía del otro capitán, Ahab, y su particular obsesión con la ballena. No sé.

A mí, sinceramente, no me importa demasiado que Alatriste sea plano. Me encanta que sea así, de hecho, porque una cosa es segura: no te decepciona. Y sus aventuras menos.

Bien por el eterno capitán Alatriste. Y bien por Vd., Sr. Pérez-Reverte.

https://javipas.com/2025/09/16/alatriste-es-eterno/

Pérez-Reverte, la Fallaci y una charca

Manuel Segura Verdú - La Verdad - 16/09/2025

La aseveración por parte del escritor cartagenero Arturo Pérez-Reverte de que el Islam no es compatible con la democracia, realizada hace unos días en un programa de televisión, no ha pasado desapercibida, algo habitual en sus manifestaciones públicas. El autor de 'Misión en París', la última novela de la saga del capitán Alatriste, asegura que conoce bien ese mundo y que este alberga virtudes extraordinarias, como la compasión, la solidaridad o la familia, pero choca con la teocracia. Entiende Pérez-Reverte que Europa, en su día, tenía que haber impuesto sus reglas y que nada hemos aprendido de lo ocurrido en otros lugares.

La tesis de Pérez-Reverte no varía mucho de la expuesta por la periodista italiana Oriana Fallaci, fallecida en 2006. Tras los atentados de las Torres Gemelas en 2001, y ya enferma de cáncer, escribió una obra que la llevó a los tribunales: 'La rabia y el orgullo'. En ella advertía a Occidente del peligro del islamismo, sin distinguir este movimiento político del Islam en sí. La Fallaci nos hablaba de una cruzada al revés y alertaba de que nos enfrentamos a una guerra de religión que aspira a conquistar nuestras almas, haciendo desaparecer nuestra libertad, nuestra sociedad y nuestra civilización. Es decir, el aniquilamiento de una manera de vivir o morir, de rezar o de no hacerlo, de pensar o de no pensar. Concluía la reportera florentina que si no nos oponemos, nos defendemos y luchamos, la 'yihad' ganará la batalla.

A Oriana Fallaci le molestaba hablar de dos culturas y ponerlas en un mismo contexto. Se remitió a Homero, Platón o Sócrates; a la antigua Grecia o Roma; a Leonardo, Miguel Ángel o Rafael; a El Greco, Rembrandt o Goya; a Bach, Mozart o Beethoven; a Copérnico, Galileo, Newton, Darwin, Pasteur o Einstein, para preguntarse qué había detrás de esa otra cultura de los barbudos con la sotana y el turbante en Afganistán o Irán, pongamos por caso.

En otro orden, desde su agnosticismo, se cuestionaba qué explicación se podía dar a la poligamia en esa otra sociedad o por qué allí las mujeres de chador o burka contaban menos que un camello y no podían ir a la escuela y al médico. O que las adúlteras fueran lapidadas, mostrándose por contraste indulgentes con los adúlteros. En tan demoledor ensayo denunciaba la ocupación de nuestras ciudades, calles, casas y escuelas. Y advertía que la invasión tecnológica supondría otro tipo de ocupación, mediante Internet y los teléfonos móviles, preparando «las futuras oleadas».

Tiempo después, la periodista italiana publicó 'La fuerza de la razón', una continuación del anterior volumen. En esta obra se mostraba especialmente crítica con la ONU, a la que tachaba de filoislamista. Y la acusaba de pasar por el aro cuando redactó en 1977 de forma específica una Declaración de los Derechos Humanos en el Islam, supeditándola a la 'sharia'. La rabia y el orgullo de antaño, expresaba irritada, la condujeron hasta la indignación más absoluta. Y con ello, aseguraba, se fortalecía su razón. Además, denunciaba que Europa -Eurabia la denominó- se había convertido no ya en una provincia, sino en una colonia del Islam, así como que los musulmanes son el grupo étnico más prolífico del mundo, gracias a su poligamia, una cuestión convertida en tabú que nadie se atreve a desafiar.

Pero si para Oriana Fallaci había una enfermedad mortal, ese era el miedo. «Una enfermedad que alimentada de oportunismo, conformismo, chaqueteo y naturalmente bellaquería, causa más víctimas que el cáncer... He visto a líderes que iban de valentones y que, por miedo, han izado la bandera blanca. He visto a liberales, que se definían como paladines del laicismo y que, por miedo, han comenzado a cantar las alabanzas del Corán. He visto a amigos o a presuntos amigos que, aunque con suma cautela, compartían mis ideas, y que por miedo han dado marcha atrás y se han autocensurado», escribió arrebatada en 'La fuerza de la razón'.

Pérez-Reverte dijo la otra noche en la tele que no se puede imponer aquí aquello de lo que se viene huyendo, al tiempo que lamentó que en Occidente hayamos estado muchos años luchando para librarnos del velo, por ejemplo, para tolerar que otros ahora lo impongan. Para el escritor cartagenero, ya no podemos volver, como pretende la extrema derecha, al estado puro: «No los puedes expulsar; porque ¿qué haces con los que echas?», se interrogó.

Lejos de ejercer la islamofobia o un racismo execrable, siempre es mejor encender una luz que maldecir la oscuridad, como reza paradójicamente un proverbio árabe. Para la Fallaci, pensar que existía un Islam bueno y otro malo era no darse cuenta de que hay solo un Islam. Según la autora de 'Entrevista con la historia', este se asemeja a una charca que no deja correr el agua, por lo que concluyó que, a este paso, todos podríamos terminar ahogados en ella.

https://www.laverdad.es/opinion/manuel-segura-verdu-perezreverte-fallaci-charca-20250916001447-nt.html

15 septiembre 2025

"El rey, la Guardia Civil y Leo Harlem son los únicos en España que tienen cierta seriedad"


ondacero.es - 15/09/2025

Con el teatro Luis del Olmo como escenario, el lugar donde todos los miércoles se representa la Radioficción de 'Más de uno' y una visita guiada de Carlos Alsina, Arturo Pérez-Reverte ha presentado la última entrega de la saga Alatriste 'Misión en París'. Además, los actores y actrices de la obra han representado una parte de la primera parte de la saga, El capitán Alatriste.

En la entrevista, uno de los oyentes le ha preguntado si le recomienda al rey Felipe VI abdicar y dejar paso a su hija, la princesa Leonor, que ya está formada. Pérez-Reverte ha sido contundente: "Está muy bien donde está. El rey es el único en España, con la Guardia Civil y Leo Harlem, que tiene cierta seriedad. Ni se le ocurra contaminarse con esa basura. Leonor puede esperar".

Han pasado 15 años desde la primera entrega, y por eso Pérez- Reverte ha asegurado que "no fue fácil retomar el tono, han pasado muchas novelas de por medio". Se lo ha tomado como una forma de reencontrarse consigo mismo, "como jugar otra vez, vamos a jugar, vamos a disfrazarme como cuando era niño (...). He sido muy feliz jugando otra vez a espadachines". No obstante, ha reconocido que "mi forma de ver el mundo no es igual que hace 15 años, todo eso termina transmitiéndose de esa forma a los personajes".

Según sus propias palabras, "ha cambiado mi forma de mirar el mundo" y ha destacado que lo más importante de un escritor es su mirada. "Ha cambiado en algunas cosas para bien, en otras para mal". Es por ello que "ahora me queda mucha menos inocencia", ha reconocido. Aunque ahora las cosas no son como antes, "los políticos eran decentes, los curas eran santos, las mujeres eran perfectas... Esto ha sido como volver, una reparación o recuerdo a ese niño", ha comentado Reverte a la hora de recordar cómo fue la creación de Alatriste hace 15 años.

Preguntado por cuántas novelas de Alatriste le quedan por escribir, ha explicado que "teóricamente me queda solo una novela, como prometí, pero nunca se sabe". Aun así, si por un casual escribe alguna y se queda a medias, ha aseverado que "no se debe publicar una novela que esté a la mitad".

Sobre si ha cambiado su forma de escribir, Pérez-Reverte ha comentado que se ha ido "adaptando al tiempo en el que vivo y a los lectores". En relación con esto, el autor ha hablado sobre las reflexiones en las historias, que "debe haberlas y hay que tener la cautela para escribirlas", solo que "ahora el lector se asusta de ciertas cosas".

Audio y vídeo:

https://www.ondacero.es/programas/mas-de-uno/audios-podcast/entrevistas/carlos-alsina-entrevista-arturo-perez-reverte_2025091568c7d7210e72636c5e89f2b6.html

14 septiembre 2025

El escritor español Arturo Pérez Reverte estuvo en Buenos Aires para presentar su nueva novela

María Elena Ripetta - diariocronica.com.ar - 13/09/2025

“Estoy asistiendo a algo a lo que no esperaba asistir. Es un privilegio ver un mundo que se acaba. Lo había leído muchas veces en los libros, el final del Imperio Romano, del Imperio Persa, de Grecia, de Roma, de Constantinopla. Ahora estoy viendo el final de un mundo en el que fui criado, educado, en el que viví. Esa Europa se acabó, está muerta, es patética, se ha convertido en un parque temático para turistas. Veo el final de una manera de entender la vida, la cultura, la sociedad. Asisto con interés, es un privilegio poder asistir al final de un mundo y eso no es que me guste”, dice el escritor español Arturo Pérez Reverte café de por medio durante su visita a Buenos Aires, Argentina.

¿La inteligencia artificial, como escritor, te preocupa?

Tengo 74 años, tengo 30 novelas publicadas. ¿Crees que me debe preocupar a mi edad? La edad te pone a salvo de muchas cosas. Me permite ver las cosas con ecuanimidad, con serenidad. Mis novelas están ahí, ¿qué me va a preocupar? Y si el lector un día me sustituye por una inteligencia artificial, pues es que el lector no me merece.

¿Es verdad que juegas a los videojuegos?

Algunos, sí. El libro como objeto está sentenciado a muerte. De aquí a 20 años, el libro en papel habrá desaparecido prácticamente. Estoy convencido, pero no es nada dramático. Como antes han desaparecido tantas cosas. Si yo fuera ahora un joven que quisiera contar historias, yo no me pondría a escribir novelas, haría guiones para videojuegos, series de televisión. Intentaría adaptar mi creatividad, mi trabajo a los soportes del futuro. El ser humano ha necesitado siempre que le cuenten historias, desde que el ser humano existe. Lo que cambia es el soporte, el mecanismo con el cual te las cuentan. Fue el pergamino, el libro, la televisión, el cine. Van cambiando, evolucionando. Igual que ya nadie lee pergaminos, el libro también pasará y vendrán otros soportes que como yo no voy a estar aquí, ya me da igual los que sean. El libro será un objeto para aficionados, fanáticos o coleccionistas de arte, pues el libro será un objeto para un grupo selecto. Ya ocurre. Yo vine volando de Madrid y el único que iba leyendo un libro era yo. Estaban todos con los teléfonos. No es dramático, cambian las maneras, cambian las formas, eso es todo. Cuando era joven, iba a la guerra, veía el horror, el dolor, la muerte, los asesinados, lo veía con el estupor de un joven que descubre cosas que le asombran. Ahora lo veo todo con la experiencia del veterano que sabe que esas cosas forman parte del mundo y de la vida. Que el ser humano es así, que el mundo es así, que los mundos, las cosas terminan, la gente muere. No paro de enterrar amigos. Entonces pasan dos cosas: si eres una bestia analfabeta, dices que horror, si eres alguien con una cultura determinada comprendes que esas son las reglas. Lo bueno que tienen los libros es que te ayudan a entender, a asumir, a comprender, aceptas el mundo como es. La vida que llevé, libros que leí, me ayudaron a entender el mundo como es y a ver mi envejecimiento, el final del mundo que conozco, la muerte de los amigos, como parte de la de la vida.

¿Las guerras nunca se van a terminar?

¿Cómo van a terminar? La guerra forma parte de las redes humanas como el amor, como la sociedad, como la familia. Es una institución social más de la humanidad. Es una manera de resolver cosas que tiene el ser humano. ¿Cómo va a desaparecer? ¿Por qué? Siguió pasando, verdad. ¿Quién va a impedir que un hijo de puta, dictador, no dictador, un tipo que quiere ese territorio, aquel o las minas o el tesoro o el oro, o a esa población, si tiene medios, que lo haga? La guerra es una manera como otra cualquiera.

¿Cómo surgió esta novela?

Quería contar la historia de una mujer que se venga de su marido. Podría haber elegido muchos escenarios, pero quería que la novela tuviera interés, emoción, acción, violencia. También quería hacer una novela donde se juntaron dos cosas. Hacer una novela de una mujer y una novela de piratas de corsarios modernos. Entonces las dos confluyeron. Año 37, guerra civil española, vi que el escenario era adecuado. Pero la protagonista es la mujer. Una antigua modelo, bella, que se casó con un hombre, que no la ama, pero la quiere como trofeo social. Con el tiempo, la convivencia, él termina amándola, pero ella ha dejado de amarlo. Entonces de ese desfase nace el rencor de esta mujer y cuando en esa isla, por razones de la guerra, aparece un marino que va a estar ahí temporalmente, ella se acerca a él como consuelo. Y bueno, esa es más o menos el comienzo de la historia.

¿Meterte en los personajes femeninos es más difícil?

Depende. Tengo edad, he vivido cosas, he leído cosas y no soy tonto. Me fijo, sé mirar y conozco. Tengo una hija que he visto crecer también y me enseña mucho sobre las mujeres. Verla desarrollarse y afirmarse como mujer también es importante. Tengo una visión de la mujer. No hay nada más leal en el mundo que una mujer enamorada, ni animal más filoso que una mujer herida.

En un momento de la novela que la mujer suele transformar al hombre en héroe.

Sí, con la mirada. La mujer es muy generosa cuando se enamora. Vuelca en el hombre, en el objeto de su amor, toda su vida. Un ejemplo, un hombre casado, con una familia, conoce a una mujer de la que se enamora, va a intentar mantener las dos todo el tiempo. Una mujer que se enamora es capaz de dejar al marido de los hijos e irse con el hombre de la se enamora. Eso ya marca dos actitudes muy diferentes. El valor de la mujer, el coraje. Cuando la mujer se enamora de un hombre, entonces ese hombre se convierte en un mito para ella. No sigue a un hombre y deja todo, sino que está siguiendo a un héroe homérico. Es la mirada de la mujer la que lo convierte. Los hombres somos normales, mediocres, vulgares, cobardes, como seres humanos normales, somos egoístas, sexualmente promiscuos, somos un montón de cosas negativas... y también somos cosas buenas. Cuando la mujer descubre que no es héroe, entonces el héroe se cae en pedazos. Y cuando la mujer se quiere vengar, "yo me equivoqué, pero mi error lo vas a pagar, cabrón". A eso me refería.

¿Te sigue pareciendo lo más aburrido escribir?

Me gusta más imaginar. Escribir me aburre muchísimo y corregir más todavía. Me la paso muy bien pensándola. En esta novela me fui a Grecia, estuve en el Egeo buscando un lugar, hablando con la gente, comiendo, tomando fotos, tomando notas, leyendo, la fase maravillosa.

¿Eso es mucho del periodista?

El periodismo me dio una serie de mecanismos. Lo bueno que saco del periodismo es la manera de obtener información rápida, procesarla y utilizarla. Me dejó muchos vicios que todavía intento quitármelos. Porque el lenguaje periodístico no es el lenguaje de novela. Y cuando en una nueva novela se ve al periodista, es una mala novela, y cuando en un reportaje se ve atrás al escritor, es un mal reportaje. Son dos géneros que no hay que mezclar.

¿Qué te gustaría que se encuentre en el libro?

Me gustaría que se encuentre lo de siempre, pero diferente. Podría estar haciendo la misma novela siempre como hacen otros. Pero no, eso me aburriría. Lo que quiero es que encuentren los temas, mis temas, que reconozcan a Pérez-Reverte. La mujer, el héroe, el ambiente, la violencia, la derrota, la muerte, la vida. Que reconozcan los temas que me interesan, pero que al mismo tiempo vean una historia diferente, que no me repita. O sea original el tratamiento, aunque los temas sean los de siempre.

No escribís en tus novelas con escenarios en la actualidad

La actualidad me molesta mucho, los teléfonos móviles y esas cosas. Hoy todo es con teléfonos móviles, con ordenadores y tal. Es decir, si ves una película, no hay una que no aparezcas veinte veces hablando por teléfono o con ordenador. Eso me aburre muchísimo. Mi mundo, yo vi un mundo donde eso no era importante. Quiero seguir escribiendo sobre el mundo que conozco, que es el mío.

¿Estas con otra novela?

Es mi trabajo, soy escritor profesional. Hay novelistas que quieren cambiar la lectura de la literatura en cada página. Pero yo no soy ese tipo de escritor. Soy un escritor normal, cuento historias. No quiero cambiar el mundo, no tengo una misión. Yo no quiero que el lector, después de leer mi novela, quiera hacer el mundo mejor o que él sea más feliz. A mí eso me importa un carajo. Lo que quiero es que se lo pase bien con mi novela, que lo lea y que se le queden cosas en la cabeza.

https://www.diariocronica.com.ar/noticias/2025/09/13/124267-el-escritor-espanol-arturo-perez-reverte-estuvo-en-buenos-aires-para-presentar-su-nueva-novela

13 septiembre 2025

Amenábar y Pérez-Reverte

De Cervantes al Cid: Amenábar y Pérez-Reverte, llamados a encontrarse en la que podría ser la gran epopeya del cine español

Sergio Román - 20 Minutos / Cinemanía

El entusiasmo del creador de Alatriste por 'El cautivo', que llega a la cartelera el 12 de septiembre, pone sobre la mesa una afinidad que habíamos pasado por alto. El estreno de 'El cautivo' ha devuelto a Alejandro Amenábar a la actualidad tras una ausencia en la gran pantalla de seis años, confirmando su posición como uno de los grandes narradores de nuestro cine. Su nueva apuesta, que recrea el cautiverio de Miguel de Cervantes en Argel, está llamada a ser uno de los acontecimientos cinematográficos de la temporada. Entre las primeras reacciones que han circulado por redes, ha cobrado especial relevancia la de Arturo Pérez-Reverte, que no dudó en afirmar rotundo que la película le pareció "espléndida, amena y bien hecha".

La afinidad no es casual ni superficial. Tanto Amenábar como Pérez-Reverte comparten una obsesión por la historia de España, por sus claroscuros y contradicciones, y por personajes con numerosas aristas. El cineasta ha explorado ya figuras tan emblemáticas como Unamuno en 'Mientras dure la guerra'; por su parte, el escritor ha recorrido en sus novelas escenarios que van desde la Reconquista hasta el Siglo de Oro, pasando por la Guerra Civil. 

Pérez-Reverte y Díaz Llanes contaron con un presupuesto ciclópeo (24 millones de euros) y un reparto de lujo (con un Viggo Mortensen recién llegado de la Tierra Media a la cabeza) para adaptar la saga de novelas sobre el espadachín a sueldo más peligroso del Madrid de los Austrias. El filme no fue muy bien acogido, tal vez por su empeño en condensar en dos horas y media un serial literario que, a fecha de hoy, sigue inconcluso.

En este cruce de caminos surge inevitablemente un título: 'Sidi'. Publicada en 2019, la novela recrea con ritmo trepidante y el rigor histórico marca de la casa la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, figura clave de la tradición medieval española y, al mismo tiempo, un mito sometido a reinterpretaciones a lo largo de los siglos. En manos de Amenábar, ese héroe ambivalente, guerrero, mercenario, líder y leyenda, podría ser el blanco perfecto para las inquietudes del realizador. 

La apuesta no sería en absoluto descabellada. Amenábar ha demostrado  en varias ocasiones su capacidad para combinar espectáculo y reflexión, construyendo un cine histórico que resulta accesible al gran público sin renunciar a un discurso más denso. Sidi, con sus escenarios fronterizos, sus dilemas morales y sus batallas, encajaría con naturalidad en la sensibilidad del director de 'Ágora' y 'Mar adentro'. 

El contexto, además, es favorable. Si hay un candidato para capitanear una producción épica de gran formato, eses es Amenábar, capaz de competir en el mercado internacional con una historia que reúne todos los ingredientes para un gran éxito. Una hipotética alianza entre Amenábar y Pérez-Reverte podría situar al cine español en la misma liga de superproducciones históricas como 'Gladiator' o 'The Last Kingdom', aportando una voz propia y un imaginario diferente. 

Los antecedentes refuerzan aún más la expectativa. En 2006, Pérez-Reverte ya vio cómo su saga sobre el capitán Alatriste llegaba al cine con ambiciones similares, aunque el resultado no cumplió con las altas expectativas de crítica y público. Con Amenábar, surgiría la oportunidad de redimir aquella experiencia y de hacer justicia a la potencia narrativa de sus novelas.

https://www.20minutos.es/cinemania/noticias/cervantes-cid-amenabar-perez-reverte-gran-epopeya-cine-espanol_6294885_0.html

Amenábar y Pérez-Reverte: un encuentro soñado que podría originar la epopeya del cine español

Angélica Bernal - mundiario.com - 13/09/2025

Desde su estreno, 'El cautivo', de Alejandro Amenábar ha vuelto a colocarlo en el centro del debate cinematográfico en España, y la reacción favorable de Arturo Pérez-Reverte ha encendido las especulaciones en algunos otros medios de información: ¿podría Amenábar adaptar 'Sidi' y reunirse con Pérez-Reverte en lo que, para muchos, sería la gran epopeya histórica que el cine español espera?

¿Qué dicen las recientes críticas y reacciones? 'El cautivo' recrea los cinco años del cautiverio de Miguel de Cervantes en Argel, un episodio menos explorado del autor del Quijote. Amenábar lo aborda con un enfoque histórico cargado de tensión, oscuridad moral, y también dramatismo emocional. Una de las apuestas más comentadas es la insinuación de una relación especial entre Cervantes y su captor, Hasán Bajá, que Amenábar presenta como hipótesis, no como afirmación rotunda. El director ha defendido esta licencia creativa señalando que “muchos han creído que Cervantes era homosexual” y que el tema aparece en libros de historia.  

Desde la crítica española, las opiniones se han dividido. En 'El País', por ejemplo, la película se valora por su espléndida ambientación y su valentía narrativa, pero también se critica que en algunos momentos falla en emocionar plenamente. Pérez-Reverte, por su parte, elogió la película calificándola como “espléndida, amena y bien hecha”, reconociendo que incluye “minutos polémicos” pero que la visión de Amenábar le parece “libre y sincera”.

¿Por qué Amenábar + Pérez-Reverte podría ser algo grande? Se sabe que ambos comparten una fascinación por los personajes históricos llenos de contradicciones, los momentos de frontera entre lo real y lo mítico, y las historias que exploran la identidad nacional a través del conflicto, la literatura, y la memoria. Amenábar ha abordado ya episodios como 'Mientras dure la guerra'. Pérez-Reverte ha narrado desde novelas cómo 'Alatriste' o 'Sidi' que combinan acción, búsqueda moral y contexto histórico. 'Sidi', la novela de Pérez-Reverte publicada en 2019, recrea la figura de Rodrigo Díaz de Vivar (el Cid Campeador). En manos de Amenábar, podría convertirse en un filme épico de gran formato, capaz de situar al cine español en la liga de grandes producciones históricas, siempre que mantenga equilibrio entre espectáculo, fidelidad histórica y profundidad de personajes.

Lo que podría frenar esa alianza épica: las críticas que señalan ciertas licencias narrativas o anacronismos en 'El cautivo' son señal de que no todo el público acepta la mezcla de historia y ficción con los mismos criterios. Algunos medios la señalan como “una aventura aparentemente mesurada” pero con “ciertos baches narrativos”. Además, hay expectativas altas, y grandes inversiones previas como la de 'Alatriste', con presupuesto ambicioso (24 millones de euros) y reparto de lujo, dejaron un sabor agridulce porque condensaron demasiado texto literario en poco metraje. Esa lección está presente como advertencia.

Podemos decir que el panorama está servido: 'El cautivo' ya ha demostrado que Amenábar no teme revisitar mitos ni explorar zonas grises de la historia. Si finalmente se alía con Pérez-Reverte para llevar 'Sidi' al cine, no sería solo un proyecto de catálogo, sino una especie de punto de inflexión para el cine español histórico. Ese cruce podría ser la epopeya que muchos creen que merece este cine, siempre que se mantenga el rigor, la emoción y la valentía artística que Amenábar ha puesto de nuevo en juego.

https://www.mundiario.com/cineseries/articulo/cine-series/amenabar-perez-reverte-encuentro-sonado-que-podria-marcar-gran-epopeya-cine-espanol/20250913101616041502.html

12 septiembre 2025

«Los villanos son más interesantes que los buenos, se aprende más de ellos»

Entrevista de Carlos Portolés - La Voz de Galicia - 13/09/2025

Por el mundo hay desperdigados unos pocos héroes. Suelen portar una gruesa coraza, pero a través de las grietas se adivinan emociones y dolores que fueron. Adioses rajadores. Lágrimas que nunca llegaron a asomarse y se quedaron enquistadas en las profundidades de la entraña. Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951), que ha visto cosas y ha estado en sitios —como estará el próximo miércoles en el espacio Afundación de A Coruña presentando su novela 'Misión en París'—, no solo ha conocido en hueso y carne a algunos de estos héroes. También se los ha inventado de la nada pluma mediante.

—En 'La legión invencible' (John Ford, 1949), John Wayne se acerca a la tumba de su esposa a decir adiós de forma sobria. Sin lágrimas, pero con emociones que asoman. Sus héroes son un poco fordianos...

—Son hombres duros, sí. Lo que pasa es que son héroes humanos. Y, como todo héroe humano, por duro que sea, tiene siempre una retaguardia, unas emociones, unos seres queridos, algo que lo motiva y que lo condiciona. Pero yo a esto no lo llamaría fragilidad. Lo llamaría, simplemente, humanidad. Mis personajes, mis héroes, son casi todos así. Hombres o mujeres, incluso a veces más las mujeres que los hombres, que son gente dura. Pero tienen siempre esa trastienda, esa retaguardia emocional que les impide ser puras máquinas.

—Aún se adivina en usted a ese niño que veía películas de vaqueros.

—Sin duda. Para ese niño, aparte de los libros leídos, las películas de John Ford son como un lugar fundamental, clave. 'La legión invencible' desde luego. O 'Fort Apache'. Todas las películas de John Ford marcaron mi infancia y también crearon un territorio. Lo que he hecho después ha sido intentar reconstruir ese territorio o enterrarme en él a buscar a gente parecida a la que yo descubrí en el cine y en las novelas. Y hay una parte de todo esto que percibe cualquier lector de mis novelas. Yo sigo jugando a eso. Sigo igual que cuando era pequeño. Es una forma de ver, de disfrazarte, de seguir vinculado a ese territorio de la niñez. Creo que mis novelas se nutren mucho de mi infancia.

—¿Ya sentía entonces fascinación por ese arquetipo que luego recogerían Alatriste y tantos otros hijos suyos?

—Claro. Yo leo 'Los tres mosqueteros' con 8 o 9 años. Mis novelas se nutren mucho de esa infancia, de esa formación infantil y juvenil. Entre los 8 y los 15 años, el cine y las novelas que leí me marcaron profundamente. Quedo fascinado. No por las historias o por las aventuras —que también— sino por los personajes. Son mis amigos, yo soy uno de ellos. Yo soy el quinto del grupo. Cuando leo, me imagino a su costado. Después me lancé a buscar a todos los Porthos y D’Artagnanes. Y los fui encontrando. Tengo la suerte de haberlos encontrado a menudo. También a algunas Milady.

—Milady, precursora de esa "femme fatale noire" tan fascinante.

—Las mujeres de mis novelas están casi todas condicionadas por esa Milady. Esa mujer dura que se encuentra en un mundo con reglas de hombres, que lucha contra los hombres con reglas de hombres, que está siempre sola, sin retaguardia. Que pelea en un territorio hostil. Para que veas hasta qué punto un libro, en este caso 'Los tres mosqueteros', puede marcar toda una vida.

—Pueden ser hasta admirables los villanos.

—Es que los villanos, para mí, son más interesantes que los buenos. He aprendido casi más de ellos que de los buenos. El bueno te puede enseñar bondad, lo cual está muy bien, es una referencia moral. Pero el malvado te enseña un montón de ángulos, de sombras, de oscuridades, de trampas, de situaciones extremas, que además te ayudan a prevenirte de ellos mismos. Un buen malvado cerca es también un maestro de vida. Si se tiene, claro, el criterio suficiente para no ser arrastrado.

Reverte se mueve cómodo en los grises. Ese terreno entre trinchera y trinchera donde los malos son capaces de cinco segundos de honra y los buenos se dejan llevar momentáneamente por las debilidades del espíritu. Nadie es santo y nadie es demonio. O nadie lo es del todo. Desde esta colina, con las botas puestas y bien embetunadas, defiende el escritor sus visiones.

—Hay muchos tonos de gris en sus obras.

—Ningún héroe mío es un héroe limpio e impoluto. Todos mis héroes tienen ángulos. Alatriste, por ejemplo. Es un héroe. Es mi héroe. Un héroe cansado, pero un héroe. Tiene rincones oscuros, ángulos, remordimientos, sombras, crueldades propias que no escamoteo. Yo he conocido en la vida a héroes reales. A héroes de verdad en situaciones extremas. Y te aseguro que todos ellos tienen ángulos. Yo nunca he conocido a héroes limpios, impolutos. Eso es una cosa del cine que vi de pequeño, que me hizo creer que los héroes eran limpios. Pero con el tiempo, la vida personal me demostró que no, que los héroes tienen un montón de a recovecos. Justamente eso es lo que los hace interesantes.

—¿Todavía se puede ser idealista?

—Ser un idealista a secas es peligroso porque eso lleva a la estupidez. Se puede y se debe ser idealista, pero siempre teniendo las referencias de lucidez suficiente para no dejarse aturdir por las propias ideas o por las ideas bonitas o hermosas. Incluso porque las ideas hermosas o bonitas, como las banderas y muchas cosas, siempre han sido manipuladas y lo siguen siendo. De esa manipulación hay que ser consciente. Por eso la lucidez es importante. A más cultura, a más lucidez. A más raciocinio, a más inteligencia, a más especificación, a más sagacidad, menos vulnerables a la manipulación proveniente de las ideas.

—Entonces Alonso Quijano no tenía razón?

—No, no la tenía. Estaba equivocado. Era demasiado bueno. Una persona buena en un mundo de canallas.

Hasta en las cavernas más oscuras barrunta en el ambiente la posibilidad nunca muriente del rayo de luz. No toda almendra es amarga. También hay motivos para levantarse de nuevo mientras haya piernas.

—Un tuit suyo de cinco líneas puede desatar debates encarnizados. ¿Le divierte esto un poco?

—Me divierte muchísimo. Tengo 74 años, una biografía larga y bastante completa. A estas alturas es muy interesante ver cómo gente con poca inteligencia o con un exceso de mala fe enfoca las cosas. Me hace mucha gracia. Hay un momento en el cual pasas una línea. Cuando eres joven, los ataques, las críticas de uno u otro lado pueden estropear tu carrera, hundirte un libro o incluso deprimirte en lo personal. Pero cuando ya has pasado esa línea, cuando ya tienes una edad, una obra, los lectores te conocen. Hace 35 años que escribo. Me conocen en 40 países. Nada de esto me afecta. Estoy a salvo. Y cuando sabes que estás a salvo miras todo esto con una sonrisa divertida.

—¿Hay alguna fórmula para no volverse cínico con los años?

—No hay una fórmula. Yo sé que yo no soy un cínico, evidentemente. Al contrario, todavía creo en cosas. Quizás por la lectura. He tenido buenas lecturas, buenos maestros. También buena familia, que me ha criado bien. He visto mucha gente convertirse en cínica, sobre todo en el trabajo que yo hacía cuando estaba en la guerra. Pero yo nunca lo he sido ni lo soy. Supongo que si fuera un cínico no escribiría novelas.

—A usted la guerra no se la han contado. Usted la ha vivido, a veces desde todos los bandos. ¿Acaba uno siempre sintiéndose identificado con la persona que tiene al lado?

—Siempre te sientes cerca de aquel cuya sangre te salpica. Eso es evidente. O aquel que te da un cigarrillo, o aquel con quien compartes sobresaltos, bombardeos o malos ratos. Pero justamente la lucidez consiste en saber que en el otro bando ocurre exactamente lo mismo. Aunque haya causas con mayúscula más justas que otras, lo cual es una gran verdad, a la hora de acercarte a la gente de a pie, a la infantería, al hombre que sufre, al niño, a la mujer, al huérfano, a la viuda, al soldado, ahí no notas gran diferencia. La diferencia se encuentra cuando llevas la mirada hacia arriba, hacia las causas. Pero cuando miras desde abajo no ves más que seres humanos. Y ahí te es muy difícil diferenciar a unos de otros.

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/coruna/2025/09/12/arturo-perez-reverte-villanos-interesantes-buenos-aprende-/00031757700094815330193.htm

11 septiembre 2025

“A los españoles las desgracias nos hacen mejores”


El País / YouTube - 11/09/2025

Arturo Pérez-Reverte es el primer invitado en la nueva temporada de 'Qué estás leyendo', el 'podcast' de recomendaciones de libros de 'El País', un espacio que estrena su formato en vídeo. El creador de Alatriste conversa con Berna González Harbour sobre el regreso del espadachín en su nueva novela, 'Misión en París', y sobre los libros que le han inspirado. Devoto de Dumas y sus mosqueteros, presentes en esta nueva entrega, y de Quevedo, Pérez-Reverte traza el paralelismo entre aquella España y la actual. “Los españoles nos crecemos en la desgracia y este país que a veces nos cabrea también es capaz de emocionarnos”.

Pérez-Reverte dice que los libros son su analgésico, su consuelo, y los prefiere en papel. “Ser lector me ayuda a envejecer y espero que me ayude a morir también”, asegura el académico. Jacinto Antón analiza en este capítulo su literatura y Guillermo Altares nos trae las recomendaciones de 'Babelia'. Como siempre, el lema del podcast es: Los únicos algoritmos somos nosotros.

¿Qué libros recomienda Pérez-Reverte?

-Vida de este capitán, de Alonso de Contreras.

-De Pavía a Rocroi. Los tercios españoles, de Julio Albi.

-Poesía satírica, de Francisco de Quevedo.

-Novelas ejemplares, de Cervantes.

-Historia verdadera de la conquista de Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo.

https://www.youtube.com/watch?v=5OgJFNJxJ6M

10 septiembre 2025

Arturo Pérez-Reverte confiesa su único temor sobre la muerte: "Sé cómo me gustaría morir"


Cadena COPE - 10/09/2025

El escritor Arturo Pérez-Reverte ha visitado el programa 'Herrera en COPE' para conversar con Alberto Herrera sobre su nueva novela, 'Misión en París'. Sin embargo, al final de la entrevista, la conversación ha derivado hacia un tema mucho más profundo y personal: la muerte. El autor ha compartido una sincera reflexión sobre cómo afronta el final de su vida, revelando cuál es su único y verdadero temor al respecto.

Pérez-Reverte, que cumplirá 74 años en dos meses, ha afirmado con rotundidad que no le apetece morir mientras pueda "seguir vivo con dignidad". Fruto de su experiencia como reportero de guerra, el escritor ha explicado que ha visto "morir a mucha gente" de formas muy distintas. "Sé cómo se muere, sé cómo muere la gente y sé cómo me gustaría morir a mí", ha sentenciado. Para el académico, una mala muerte "te puede estropear muchas cosas", por lo que su verdadero temor es "perder las maneras" en ese instante final. Por ello, ha confesado cuál sería para él un final coherente con su trayectoria: "A mí me gustaría terminar en el mar, por ejemplo. Un día en el barco, un temporal y ahí se acabó Arturo. Una forma de acuerdo con tu vida. Morir como has vivido, yo he vivido así, ha sido mi vida".

El escritor también ha vinculado esta conciencia sobre la finitud con su oficio, que se convierte en un motor para seguir adelante. "Para mí escribir una novela es una manera de estar vivo, de estar lúcido y atento", ha explicado. Consciente del paso del tiempo, Pérez-Reverte asume su futuro con realismo y tiene la certeza de que su carrera literaria tendrá un final abrupto: "Escucha una cosa, Alberto, un día una novela mía quedará a la mitad sin terminar. Lo sé, tengo la certeza de eso".

Audio completo:

https://www.youtube.com/watch?v=LZ92vnbwygg

https://www.cope.es/programas/herrera-en-cope/un-cafe-con-alberto-herrera/audios/arturo-perez-reverte-confiesa-unico-temor-sobre-muerte-me-gustaria-morir-20250910_3211644.amp.html

'Misión en París', de Pérez-Reverte, alcanza su segunda edición en sólo una semana

Manuel López Sampalo - larazon.es - 10/09/2025

Con apenas una semana en librerías, Alfaguara pone en marcha la segunda edición de 'Misión en París', la nueva y esperada entrega de 'Las aventuras del capitán Alatriste', el mítico personaje creado por Arturo Pérez-Reverte en 1996. Esta nueva edición, de 50.000 ejemplares, se suma a la tirada inicial de 180.000 que llegó a las librerías de toda España el pasado 3 de septiembre.

'Misión en París', ilustrado igual que los últimos alatristes por Joan Mundet, se trata de la octava novela de la serie protagonizada por Diego Alatriste tras 'El capitán Alatriste, Limpieza de sangre', 'El sol de Breda', 'El oro del rey', 'El caballero del jubón amarillo', 'Corsarios de Levante' y 'El puente de los Asesinos'. Arturo Pérez-Reverte se adentra en esta saga en todos los aspectos del Siglo de Oro español, e incorpora en la trama a personajes reales como Francisco de Quevedo. Para el escritor y académico de la Real Academia Española, "borrar las fronteras entre realidad y fic­ción, y terminar no pudiendo diferenciar bien lo vivo de lo imaginado, resulta fuente de especial placer para cualquier autor. A fin de cuentas, para eso algunos escribimos novelas".

https://www.larazon.es/cultura/literatura/mision-paris-perezreverte-alcanza-segunda-edicion-solo-semana_2025091068c134bd02666d2324a3e659.html

09 septiembre 2025

“Todas mis mujeres valen más que los hombres”


María José Solano - zendalibros.com - 10/09/2025

La mañana empezó en uno de los salones del Hotel Palace de Madrid, escenario ya habitual del ritual. Media docena de cámaras apostadas como arcabuces discretos; una treintena larga de periodistas ocupando mesas redondas donde brillaban platos de fruta, bollería y café humeante. A desayuno por novela: así, desde hace años, marca el ritmo la liturgia Reverte: un banquete temprano antes de que empiece la esgrima de las preguntas. La presentación, como ya es costumbre, corrió a cargo de Pilar Reyes, directora editorial del grupo Penguin Random House y directora editorial del sello Alfaguara.

Treinta años después del disparo inicial y catorce tras dejar su espada apoyada en la pared de la memoria, Diego Alatriste y Tenorio volvió a una tarima, esta vez con 180.000 ejemplares de salida, octava entrega, una tropa de siete millones de lectores detrás y las huellas de cine, cómic y audiolibros aún frescas. Arturo Pérez-Reverte habló, y el murmullo de sala tuvo algo de cuartel y de taberna: expectación, guiños entre veteranos y la certeza íntima de que, cuando suena el tambor, uno sabe dónde ponerse.

El escritor no presentó solo una novela, presentó un espejo. 'Misión en París' recupera a Alatriste apenas un año después de 'El puente de los Asesinos', pero el tiempo, que nada sabe de cronologías de ficción, ha pasado por el autor y por su criatura como pasa por los rostros que se afeitan a oscuras: con cortes finos que solo se sienten más tarde. “He envejecido, y eso, inevitablemente, ha contaminado al personaje”, confesó Pérez-Reverte, reconociendo que a ambos los visitan los mismos fantasmas: remordimientos, decisiones discutibles… ese inventario de días que se acomodan en la conciencia a modo de piedras en el zurrón.

Con los años, el capitán ha dejado de pertenecer únicamente al territorio de la ficción. Alatriste ya no es solo un héroe literario: es un héroe social. Ha trascendido el papel. Lo creen conocer —y a menudo lo conocen de verdad— incluso quienes jamás han abierto una de sus novelas.

Hay lectores que llevan su rostro o su silueta tatuada en el brazo, a modo de santo patrón laico. En algunas ciudades han aparecido grafitis con su figura, convertida en emblema urbano de rebeldía y dignidad. En aeropuertos y taxis, el propio Reverte ha contado que la pregunta llega directa, sin circunloquios: “¿Qué tal Alatriste?”. Como si el capitán existiera realmente, como si fuera un conocido común, alguien al que se puede interrogar por su salud y su ánimo.

La criatura ha cruzado esa frontera donde un personaje deja de ser propiedad exclusiva de un autor para convertirse en parte del imaginario colectivo. Alatriste ya no se lee solamente: se recuerda, se cita, se invoca, se lleva en la piel. “Lo reconozco cuando me lo devuelven —dice Reverte—, sigue siendo él, incluso en boca de quien nunca lo leyó”. Ese tránsito, pocas veces alcanzado en la literatura, lo sienta en la misma mesa que Don Quijote, La Celestina, Romeo y Julieta o Sherlock Holmes: personajes que parecen haber vivido más allá de sus páginas.

El otro gran reto del autor al volver a enfrentarse a la escritura se centró en la recreación de los invitados ilustres de esta entrega: D’Artagnan, Athos, Porthos y Aramis. Pérez-Reverte reconoció que temía caer en el arquetipo o, peor aún, en el pastiche. El riesgo era evidente: ¿qué ocurre cuando los mosqueteros se cruzan con Alatriste? ¿Amigos, rivales, caricaturas? El novelista se impuso una disciplina: evitar el cartón piedra, huir de la cita fácil, impedir que aquellos héroes franceses quedaran convertidos en estampas sin vida.

En 'Misión en París', los mosqueteros circulan con naturalidad, como lo que eran: cuatro soldados más en una Europa desgarrada por asedios y ambiciones. No irrumpen como mitos, sino como hombres que cruzan fugazmente el camino de otros hombres. Su presencia, asegura Reverte, debía ser “veraz”: creíble en la trama y respetuosa con el espíritu de Dumas, pero sin concesiones al artificio. Los lectores encontrarán a Athos, Porthos, Aramis y D’Artagnan no como monumentos, sino como compañeros de armas, con sus espadas listas para la pelea, sin reclamar protagonismos indebidos.

En ese paisaje, hay un ejército secreto que Reverte no se cansa de subrayar: las mujeres alatristescas. Son soldados, pero no de los tercios; luchan en un territorio hostil como los mercenarios de Jenofonte en la Anábasis, obligadas a avanzar sin retaguardia ni amparo, inventando sobre la marcha los códigos que las mantendrán en pie. Si Alatriste y sus camaradas encuentran consuelo en la taberna, en el vino o en la camaradería del acero, ellas no disponen de esos refugios: caminan solas, con la lucidez amarga de saber que nadie vendrá en su auxilio. Y todas las mujeres alatristescas cumplen ese código de honor personal:

Caridad la Lebrijana, con su casa de mancebía convertida en bastión donde refugiar y sostener al capitán, es una comandante de retaguardia sin uniforme. María de Castro, la actriz, mezcla de fulgor y condena, sabe manejar los escenarios como trincheras donde el arma es la belleza y la supervivencia exige astucia. Angélica de Alquézar, la más “dumesca” de todas, despliega la fascinación y el peligro de la política cortesana como si blandiera un florete. Y sobre todas ellas, la sombra de Milady de Winter, primera mujer literaria de Reverte, la aparición adolescente que le enseñó que en las novelas de aventuras el verdadero misterio suele tener rostro femenino.

“Todas mis mujeres valen más que los hombres”, repite el autor con un orgullo que suena a declaración de principios. No son invenciones de laboratorio narrativo: son mujeres encontradas en la vida —y en las vidas— que el novelista ha vivido, y que ha ido trasladando a la ficción con la misma fidelidad con que se copia una cicatriz. Por eso insiste en que son personajes únicos, construidos con la carne y la mirada de mujeres reales, no con arquetipos de ocasión.

No hay héroe de corazón puro en esta entrega —ni en las anteriores—: hay un hombre que hace lo que tiene que hacer cuando la vida le empuja contra la pared. Mata por sueldo, desprecia a su rey, y sin embargo sostiene el estandarte del reino; ha perdido la fe pero no la dignidad; ha sido cruel y sabe ser magnánimo. La novela, como quien pasa lista en formación, enumera ese credo parco: lealtad, valor, decencia en tiempos turbios. Y añade un matiz nuevo: el remordimiento que regresa, las cicatrices que hablan; la memoria como enemigo que no se bate, sino que se soporta.

Al cerrar la presentación—apellidos apuntados, tazas vacías, cámaras esperando al autor en el photocall— quedó flotando una estampa posible: un futuro final en Rocroi, la infantería española sosteniendo la formación no para vencer sino para no caer desordenada, el ocaso de un mundo que fue gloria y fango a la vez. No hay promesa —el novelista que es Arturo Pérez-Reverte, como un soldado veterano, no promete campañas largas—, pero sí la intuición de que, mientras haya lectores que crucen fosos, Alatriste seguirá entrando por la puerta de París o de Madrid con el mismo andar cansado y orgulloso. Que vuelva, entonces, como vuelven las mareas: para recordar quiénes fuimos cuando nos tocó empuñar la espada… y quiénes somos cuando, sin espada, queda solo la palabra.

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El esperado regreso del capitán Alatriste de Pérez-Reverte: una novela magistral

Santos Sanz Villanueva - elespanol.com - 09/09/2025

Van a cumplirse tres decenios desde que Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) inició la saga narrativa 'Las aventuras del capitán Alatriste'. Desde entonces se han jalonado siete entregas, la última de las cuales, 'El puente de los Asesinos', apareció en 2011. Los catorce años transcurridos desde este episodio hacían temer que la hubiera abandonado, por no abusar del espectacular éxito comercial o por haber ido encarnando en otros asuntos muy diversos los valores e inquietudes que mueven la serie, los mismos que inspiran, por otra parte, toda su obra desde 1986, fecha de su ópera prima, la redonda novela breve 'El húsar'.

Por suerte, Pérez-Reverte logra con Alatriste un tipo de novela magistral en su género, y vuelve a la saga con 'Misión en París'. La nueva aventura ocurre al año siguiente de las peripecias en Venecia. Desde entonces, Íñigo Balboa, narrador en la vejez de las historias compartidas con su jefe, por así llamarlo, no ha vuelto a verlo. El joven sirve ahora en los correos reales, está en París para entregar unas misivas confidenciales y espera impaciente la llegada del capitán, que aparece acompañado de Quevedo y de otro conocido compinche del espadachín desde Flandes, Copons. 'Misión en París' añade una circunstancia relevante de la historia europea al panorama histórico que desarrolla la saga de Alatriste. Aborda la lucha de Francia, abanderada por el cardenal Richelieu, contra los protestantes de La Rochela a quienes apoyan los ingleses. En ese conflicto se involucra por alambicadas razones de Estado el conde-duque de Olivares, y Alatriste y su gente se ven implicados en un arriesgadísimo complot con extremo peligro de sus vidas.

Esta trama imaginaria, elaborada con verdadero virtuosismo conspiratorio, da lugar al anecdotario esperable: engaños, traiciones, duelos, heroicidades, lealtades, miserias materiales… Pero estos elementos previsibles de la literatura popular de acción no aparecen como hechos rutinarios, ya que Pérez-Reverte los dispone en una composición en la que vuelca la inspiración y la técnica de un soberbio narrador. No regatea recursos y trucos para que los sucesos sorprendentes se enhebren en una historia apasionante. El relato agarra desde su primera frase y el resto va cumpliendo las expectativas intuidas. A veces, se trata de acciones puntuales que sostienen viva la tensión de la intriga. Otras, de descripciones de lugares y ambientes de gran plasticidad. En ocasiones, el hecho mismo aporta sugestión novelesca. Ahí es nada encontrarnos con cuatro individuos que identificamos con los famosos mosqueteros de Dumas y asistir a un duelo entre Athos y Alatriste. No falta un flanco emocional, que cubren de sobra las mieles y espinas de la fogosa historia entre Íñigo y su amada Angélica de Alquézar. Angélica y otros personajes —de modo destacado el conquistador de Breda, el general Spínola— suponen un elemento primordial de 'Misión en París'. Convierten la ficción en una realidad imaginaria que apela a una experiencia casi familiar del lector, quien siente vivirla como si formara parte de su mundo real (también la invención se integra en la realidad). A este fin, la novela recuerda pasajes de títulos anteriores. Por eso se hace algún guiño privado (la mención del poeta Rafael de Cózar) y se cierra el libro con unos juguetones homenajes.

También se hallan en la novela reflexiones morales, elogio de la lealtad y la abnegación, crítica de la venalidad de los nobles, denuncia del "poderoso caballero" quevedesco, etc. Pero en este nuevo Alatriste, al igual que en los precedentes, la narración de amenas historias prima sobre esos y otros valores. El placer de narrar que espolea a Arturo Pérez-Reverte ocasiona un absorbente placer de leer.

https://www.elespanol.com/el-cultural/letras/novela/20250908/critica-mision-paris-esperado-regreso-capitan-alatriste-perez-reverte-novela-magistral/1003743915387_0.html

España y yo somos así: el nuevo Alatriste tiene las virtudes y los defectos de toda la saga

Justo Serna - elpais.com - 09/09/2025

Hay escritores cuya figura pública dificulta la recepción y la percepción serenas de sus libros. En el caso de Arturo Pérez-Reverte, el personaje mediático —peleador, siempre dispuesto a la última refriega verbal en las redes o en las páginas de opinión— proyecta una sombra que inevitablemente condiciona cualquier lectura. Su tono bronco, retador, omnipresente en columnas y entrevistas, divide a lectores y detractores con la misma intensidad. Sus seguidores forman una inmensa cofradía que lo adoran como maestro del relato aventurero. Pero hay también una legión de opositores que lo critican o lo detestan por sus opiniones contundentes, por su prepotencia discursiva.

En ese sentido, Arturo Pérez-Reverte es un fenómeno: su figura y sus decires polarizan. A menudo esas palabras eclipsan el valor de la propia obra o, por el contrario, le dan un protagonismo inusitado, pues sus declaraciones multiplican la repercusión de los escritos. Su voz de columnista, sus tuits afilados y su pose de espadachín en eterna refriega hacen que sus libros se lean bajo el peso de su persona y de su personaje. En esa circunstancia cuesta emitir un juicio sereno de sus novelas. Él mismo las publicita con arranques retadores y achulapados. Y con generalizaciones indebidas acerca de lo que es España, su pasado, su desgracia o su fatalidad.

Sin embargo, una obra debe ser juzgada por sí misma, por lo que propone, aquello que logra y aquello que deja inconcluso. Este es el caso de 'Misión en París', la octava entrega de las aventuras del capitán Alatriste, un libro que ejemplifica las luces y las sombras de su autor: un narrador de instinto, un incansable documentalista capaz de recrear el pasado, pero a menudo lastrado por su propia erudición y por la pesada carga de sus reflexiones sobre la decadencia de España. Pérez-Reverte es un narrador infatigable, sí, que ha hecho de la historia un escenario frecuente en el que localizar sus duelos y conspiraciones.

Con 'Misión en París' retoma ahora el hilo en donde lo dejó: en las tinieblas y en los conflictos religiosos de la Europa del siglo XVII, con un Imperio español que oscila entre grandeza y decadencia. El autor domina la mecánica de la aventura. Las primeras páginas de 'Misión en París' establecen de inmediato un clima de urgencia, la premura de la intriga, la precisión de los escenarios. París aparecerá recreada como una ciudad en ebullición, con callejas donde acechan espadachines y con salones donde se cruzan diplomacias y traiciones. La novela se deja leer con fluidez, herencia tanto del folletín como de la tradición del gran relato de capa y espada. En algunos pasajes el ritmo es trepidante, como quien avanza con avidez en una serie por entregas.

Aquí, Diego Alatriste y Tenorio, acompañado de sus fieles —entre otros, el poeta Francisco de Quevedo, el aragonés Sebastián Copons y el narrador Íñigo Balboa— se desplaza a París y a otro emplazamiento francés para emprender y completar una misión secreta urdida por el conde-duque de Olivares. El telón de fondo es el asedio a La Rochelle, lugar en donde los hugonotes (los calvinistas franceses), respaldados por los ingleses, resisten al cardenal Richelieu. Se trata de una circunstancia que podría alterar el curso de la historia. Pero… Nos hallamos ante un episodio con un cameo breve y un guiño, el de los mosqueteros de Dumas, que el autor incorpora como un homenaje personal.

En principio no se puede negar la agilidad del relato, esa virtud que Pérez-Reverte cultiva desde la primera entrega de la saga, allá por 1996. El ritmo es, en ciertos momentos, vertiginoso, los diálogos son breves, sin florituras discursivas, y las escenas de acción se suceden con precisión. Estamos ante el género de capa y espada en su esencia, un divertimento que arrastra al lector por tabernas oscuras de gentes de mal jaez, de vinazos y compadreos, por palacios de intrigas varias y por campos de batalla encenagados no solo por el barro, sino también por excrementos y sangre.

Alatriste, un veterano de Flandes, sigue siendo el arquetipo del soldado curtido, con mayor amargura y algo más hablador, menos hermético. Íñigo Balboa es quien narra. De hecho, lo que leemos forma parte de sus memorias de senectud: un lance ocurrido cuando frisa la veintena. Pero aquí radica una de las pegas del libro: esta agilidad, tan celebrada, no compensa la superficialidad que impregna a los personajes y, sobre todo, la concepción histórica que subyace en la obra. Pérez-Reverte nos presenta una España imperial que declina estéril e infecunda.

Alatriste encarna una vieja idea que procede del Cantar del Mío Cid y que suele ser leitmotiv de Pérez-Reverte: el buen vasallo que, “si oviesse buen señor”, brillaría en toda su eficacia. Es el leal servidor del rey católico, el mercenario que se queja de la corrupción de Olivares o de la ineptitud de los poderosos, pero que, al fin y al cabo, obedece y actúa en las crisis. ¿Acaso no es esto una concepción esencialista de la identidad nacional? Con Alatriste estamos ante un héroe “muy español” que perpetúa el cliché del individuo estoico ante el caos colectivo, que a la vez ignora las complejidades sociales, económicas y culturales que verdaderamente explican la decadencia del Imperio.

Como el relator es Íñigo Balboa tampoco podemos pedirle grandes lucubraciones. La narración tropieza en un aspecto crucial: la perspectiva de Íñigo Balboa, que observa a los personajes desde fuera, limita su profundidad. Íñigo, como narrador en primera persona, describe lo que ve y oye, pero no accede a los pensamientos íntimos de los demás, y menos aún a los de un Alatriste que habla poco y revela menos. El capitán es un enigma, ¿una esfinge con secreto? Al menos se nos presenta como una figura de silencios y gestos contenidos, que nunca se confiesa directamente al lector. Esta opacidad, aunque coherente con su carácter y con el narrador, deja efectivamente un vacío: no sabemos qué piensa allá en lo hondo, qué siente más allá de su código de honor. Los secundarios —el villano artero, el amigo leal, la dama esquiva— son igualmente superficiales. Íñigo los describe con detalle, pero solo en sus acciones: un francés gesticula con arrogancia, un español fanfarronea, una mujer suspira. Nadie se quiebra, nadie se revela.

Esta perspectiva externa refuerza la sensación de que los personajes son arquetipos. Alatriste, con su laconismo, es el héroe trágico de siempre; Íñigo, el escudero fiel que no ha evolucionado desde su juventud. Los demás son figuras de cartón: el personaje cordobés habla como un cordobés de manual, el francés como un gabacho. Personajes planos. No hay matices ni sorpresas, porque Íñigo no puede —o no sabe— mirar dentro de ellos. Tras tantas novelas, esta falta de vida interior pesa. A una saga longeva, algunos lectores le pedimos personajes que crezcan, que se quiebren, que se sorprendan y nos sorprendan. Sin embargo, en este relato todos están fijados en su molde inicial.

Los personajes, delineados con trazos gruesos propios del género, carecen de profundidad psicológica. Alatriste es el prototipo del aventurero cansado y cínico, Quevedo un ingenio literario que nos viene de la historia real y los antagonistas —Richelieu y los hugonotes— espectros que justifican la espada.

En suma, 'Misión en París' es un regreso competente a la saga, ilustrado con la habitual capacidad de Joan Mundet. Podrá satisfacer a los seguidores de Alatriste, ese mito literario estudiado en institutos y conocido incluso por los no lectores. Pero para quienes busquen en la novela una disección crítica del pasado, más allá de una evasión aventurera o de un lamento regeneracionista, esta entrega confirma las limitaciones de Pérez-Reverte: un narrador hábil, sí, pero atrapado en una visión de España que, como el propio Alatriste, se queja de sus señores sin rebelarse contra el sistema.

Y lo que lastra es su mayor logro. El gran acierto de la novela reside en su naturaleza de folletín trepidante. Pérez-Reverte maneja los hilos de la intriga con una destreza admirable, arrastrando al lector en un torbellino de duelos, intrigas cortesanas, espías y emboscadas. En sus mejores momentos, el libro recupera la tradición de la novela de aventuras, esa que se devora de un tirón, ansiosa por saber qué le ocurrirá al héroe en el siguiente capítulo. A esto se suma el domino lingüístico del autor, una recreación anacrónica. Pérez-Reverte no solo reinventa el lenguaje del siglo XVII, sino que lo hace con tal naturalidad que el lector se sumerge en él sin esfuerzo. El idioma de Alatriste, Quevedo o el conde-duque de Olivares suena auténtico, lleno de modismos y giros que dotan de una verosimilitud insuperable al mundo narrado. Con locuciones actuales bien insertadas en el castellano presuntamente viejo. Este es sin duda uno de los mayores logros de la novela y de las anteriores, que justificaría la atención de tantos lectores. Es un ejercicio de erudición…

Pero la erudición tiene en esta novela un efecto o defecto. Una paradoja. La narración se ve a menudo interrumpida por largas descripciones sin elipsis que, aunque informativas, detienen el ritmo. Por ejemplo, el relato se demora en minucias como la forma en que Íñigo Balboa sube a un caballo o la compleja configuración de una corte, lo que transforma un pasaje de acción potencial en un cansino didactismo.

Y si de didactismos hablamos hay otro aspecto. El peso de una tesis: cuando la aventura se vuelve pedagógica. El mayor escollo de 'Misión en París' reside en su carga ideológica. Como en otras obras de su autor, y en su periodismo, a la novela le “duele España”. Esta preocupación se cuela en la narrativa a través de pasajes en los que Alatriste o su pupilo, Íñigo, reflexionan sobre la decadencia del Imperio, la traición de sus élites y el carácter cainita del pueblo. Son intromisiones del autor. Estas digresiones, aunque no sean grandilocuentes, transforman la novela de aventuras en otra cosa: un vehículo para la tesis personal de Pérez-Reverte. Si bien un autor tiene derecho a introducir sus ideas en la obra, aquí el didactismo es demasiado evidente y, para muchos lectores, puede resultar un lastre.

En algunas páginas, la novela se debate entre ser una trepidante historia de capa y espada y un sermón sobre la condición de España. El folletín se carga de un peso que no le corresponde, perdiendo su ligereza y su espontaneidad, que es lo que ya pasaba desde la primera entrega de la saga.

En definitiva, 'Misión en París' es una obra que cumple su promesa de entretener, con un empleo habilidoso del lenguaje, con una trama bien hilada. Al mismo tiempo revela las debilidades recurrentes de su autor. Sus personajes estereotipados, su erudición abundosa y, a veces, ostentosa, y su afán didáctico son cargas que le impiden alcanzar una hondura mayor. Es una novela que, como su creador, se mueve entre la fascinación de sus seguidores y el recelo de sus detractores. Gustará a quien sepa disfrutar de su virtuosismo y didactismo sin exigirle más de lo que está dispuesta a dar. Es un folletín, sí, pero a veces se nos pone grave y severo sin que de verdad sepamos qué anida en el interior de Alatriste y sus compinches. A lo peor, el protagonista es una esfinge sin secreto.

https://elpais.com/babelia/2025-09-09/espana-y-yo-somos-asi-el-nuevo-alatriste-tiene-las-virtudes-y-los-defectos-de-toda-la-saga.html

08 septiembre 2025

"En este mundo, Alatriste terminaría en un callejón acuchillando gente por pura desesperación"

Miguel Galindo - Cadena SER - 08/09/2025

Hace casi tres décadas conocimos a un soldado veterano de los tercios de Flandes. Diego Alatriste y Tenorio, más conocido como el capitán Alatriste, malvivía en Madrid como espadachín a sueldo, ejecutando diversos encargos, en su mayoría relacionados con choques de espadas. A lo largo de estos años le hemos visto correr diversas aventuras, narradas por Íñigo de Balboa, compañero y paje del capitán, que ha alcanzado ya los 18 años. En esta nueva aventura, la octava de la saga, Alatriste y sus amigos se ven envueltos en una peligrosa misión secreta ideada por el conde-duque de Olivares. Un episodio que se relata en 'Misión en París', la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte, que ha visitado este lunes 'La ventana' de Carles Francino.

Asegura Pérez-Reverte que en la vuelta del capitán han tenido mucho que ver los lectores, pero también su propia pulsión. "Ha habido de todo. He tenido mucha presión de los lectores. También tenía prevista la historia, quería hacer otras antes. Dije: "Mira, 30 años se van a cumplir, e igual es el momento para cumplir mis viejos compromisos", admite sobre la publicación de esta nueva novela, publicada 14 años después de 'El puente de los Asesinos' (2011).

"De la novela anterior ha pasado un año, pero en mi vida catorce. Soy diferente del que dejó el último Alatriste. Retomar el personaje con la edad y mirada que tengo ahora, no dejar que se contamine por ella, es muy difícil", ha reflexionado el escritor en el programa de la SER, donde ha asegurado que su deseo es "contar historias de manera eficaz", sin necesidad de dar lecciones.

Vivimos en una época, en la que, según su creador, el capitán Alatriste no sobreviviría. "No es el mundo de Alatriste, no sobrevivía en esta época. Los códigos, las maneras que tiene que ver el mundo, la mirada. No se sostendría aquí ahora. Terminaría en un callejón acuchillando gente por pura desesperación. La época de Alatriste pasó. Es muy bueno mirarla y comprender por qué estamos aquí ahora", ha indicado Pérez-Reverte sobre el personaje.

El autor reconoce que al retomar las aventuras del personaje ha notado que su escritura se ha vuelto más amarga. "Es la edad. Miras para atrás y ves las cosas de manera diferente. Alatriste es un héroe más amargo y oscuro. Tiene remordimientos. Ahora recuerda las cosas que ha hecho y le vienen los fantasmas, que le pasan facturas. En esas noches de alcohol, vino y silencio vienen a acompañarle. Comprendo mejor a Alatriste que hace 15 años, cuando lo dejé", ha reflexionado en 'La ventana'.

El escritor ha contado cómo se le ocurrió la idea de crear su personaje más legendario. "Vi el libro de texto de mi hija y vi que todo el Siglo de Oro (siglos XVI y XVII), donde éramos la pera y teníamos una influencia enorme, estaba explicado en una página y media de manera muy superficial. Por eso le dije que escribiéramos un libro. Lo escribí para ella", ha contado, reconociendo que en ningún momento se esperaba el éxito que ha tenido la saga. Ni Pérez-Reverte ni su editor confiaban en que fueran a ir bien. "Mis novelas iban muy bien. Era un capricho que me di. Si no vendemos no pasa nada, venderemos con la siguiente. Ellos estaban muy dudosos con el éxito y el fracaso que tendría. Para su sorpresa, fue un éxito enorme. Vendió una barbaridad. No lo esperaba. Era un ejercicio para que los jóvenes que no sabían nada del Siglo de Oro lo conocieran", ha comentado el escritor.

El autor vio que faltaba en España una novela que reflejara, con sus luces y sombras, la época de apogeo cultural de nuestro país. "Nadie hablaba de historia porque el franquismo arrinconó toda esta parte hablando de los tercios, en la democracia quedó arrinconado. Quería recuperarlo con las luces y las sombras, por eso la novela no gustó ni a la extrema derecha ni a la extrema izquierda", ha indicado el escritor. Pérez-Reverte ha asegurado varias veces que Alatriste siempre ha sido criticado "tanto por la extrema derecha como por la extrema izquierda". Algo que él asume, ya que quería mostrar "el siglo XVII sin complejos". "Alatriste cuenta la luz y lo bueno de esa España. También lo malo, lo sucio y lo turbio. La inquisición y Lope de Vega, Velázquez y la opresión de los moriscos. Esa asunción de España con lo bueno y lo malo, en la España actual en la que tienes que estar en un bando o en otro porque te van a machacar, era normal que no le gustara a ninguno de ellos", ha comentado en 'La ventana'.

"Entre unos y otros nos miramos con complejos. Estamos acomplejados de todo. Si digo los tercios van a pensar que soy un fascista, si digo la inquisición van a pensar que soy un rojo masón. Eso nos retrae y nos ha tenido arrinconados desde hace mucho tiempo. Pero ha cambiado, hay una provisión de novelas que recuperan la historia desde distintos puntos de vista", ha sentenciado sobre los complejos de nuestro país el conocido periodista y escritor.

https://cadenaser.com/nacional/2025/09/08/carles-francino-entrevista-a-arturo-perez-reverte-en-la-ventana-cadena-ser/