21 noviembre 2025

Reseña de 'Misión en París' de Arturo Pérez-Reverte

Noé Muñoz Barallobre - revistatarantula.com - 21/11/2025

El regreso de Diego Alatriste y Tenorio a las librerías no es un simple evento editorial; es la recuperación de una deuda histórica que Arturo Pérez-Reverte mantenía con sus lectores. Tras catorce años de silencio desde la publicación de 'El puente de los Asesinos' (2011), la octava entrega de la saga, titulada 'Misión en París', llega como un golpe de realidad sobre la mesa, recordándonos por qué esta serie redefinió la novela histórica en el ámbito hispano.

Si las anteriores entregas nos mostraron el barro de Flandes, el brillo engañoso de Sevilla o las galeras del Mediterráneo, esta novela nos traslada al corazón de la potencia emergente que amenaza con eclipsar al Imperio Español: la Francia del cardenal Richelieu. La trama sitúa al capitán Alatriste y a un Íñigo Balboa ya veinteañero en un París hostil y fascinante. Corre el año 1627, y mientras los tambores de guerra suenan en La Rochela, nuestros protagonistas se ven envueltos en una trama de espionaje que involucra a la corona española, al inefable Francisco de Quevedo y a las más altas esferas del poder francés. Pérez-Reverte despoja a París de su romanticismo decimonónico para devolverle su crudeza del siglo XVII: una ciudad de callejuelas oscuras, duelos al amanecer y traiciones políticas.

Uno de los puntos más exquisitos de la novela para el lector avezado es el tratamiento técnico de los duelos. Pérez-Reverte no narra simples peleas, sino el enfrentamiento de dos concepciones filosóficas de la guerra representadas por la esgrima. Por un lado, tenemos la Verdadera Destreza española, encarnada en Alatriste. El autor describe con precisión casi matemática los movimientos circulares, el uso de los compases y la búsqueda del ángulo recto. Es una esgrima cerebral, basada en la geometría y la paciencia, donde se camina alrededor del oponente esperando el error ajeno. Alatriste utiliza la espada de cazoleta y, fundamentalmente, la vizcaína (daga de mano izquierda), convirtiendo su defensa en una trampa cerrada. Frente a ellos, la novela presenta la escuela francesa, más lineal, ágil y agresiva. Los adversarios galos confían en la velocidad, el fondo (la estocada larga estirando el cuerpo) y una mayor ligereza en el desplazamiento. El contraste es fascinante: la sobriedad letal y estática del español, que mata por necesidad y economía de movimientos, frente a la espectacularidad atlética y el orgullo del tirador francés. En estas secuencias, la prosa alcanza una tensión vibrante, demostrando que para un soldado de los tercios, la estética es irrelevante cuando el objetivo es sobrevivir.

Si Diego Alatriste es el ancla inamovible de la saga, Íñigo de Balboa es el barco que ha navegado a través de la tormenta, y en 'Misión en París' observamos los daños estructurales de esa travesía. El perfil psicológico de Íñigo en esta entrega es el elemento más sofisticado de la novela. El lector asiste a la culminación de su pérdida de inocencia. Íñigo ya no es el pupilo que busca aprobación; es un hombre joven forjado en la violencia, cuya lealtad hacia Alatriste ha mutado de la admiración ciega a un amor filial complejo, teñido de compasión y fatalismo. Observamos en él una adultez prematura, característica de quienes han matado para sobrevivir antes de aprender a vivir. Psicológicamente, Íñigo se muestra escindido. Por un lado, posee la vitalidad y el ardor de la juventud, que se manifiesta en su curiosidad por el mundo parisino y sus pulsiones amorosas. Por otro, arrastra el cinismo heredado de su mentor. Su voz narrativa se funde con la del joven protagonista para mostrarnos a un personaje que ya intuye que el honor es una trampa y que el Imperio al que sirve es un gigante con pies de barro. Además, la sombra de Angélica de Alquézar sigue proyectándose sobre su psique, condicionando su relación con las mujeres y endureciendo su corazón ante el afecto.

El aspecto más comentado de la obra es el diálogo metaliterario que establece el autor. Pérez-Reverte cumple la vieja promesa de cruzar los caminos de sus personajes con el arquetipo de los mosqueteros franceses. Lejos de caer en el pastiche, el encuentro es un choque de filosofías: el pragmatismo estoico y amargo de la vieja infantería española frente a la gallardía, a veces teatral, de los franceses. Es un duelo entre el realismo sucio español y la aventura romántica de Dumas.

Esta experiencia en primera línea de fuego es el sustrato fundamental de la saga Alatriste. Pérez-Reverte no escribe sobre la violencia desde la teoría académica, sino desde la memoria visual de quien ha conocido el caos, la crueldad y la extraña solidaridad que surge en las trincheras. Su estilo combina una rigurosa documentación histórica con un ritmo narrativo ágil, heredero tanto del folletín clásico como de la novela negra moderna. Con obras como 'El club Dumas', 'La tabla de Flandes' o la trilogía de Falcó, ha consolidado un universo literario donde la moral es gris y los héroes suelen ser supervivientes cansados. 

'Misión en París' no es una lectura complaciente. Es una obra crepuscular, impregnada de la melancolía de quien sabe que el Siglo de Oro español brilla más fuerte justo antes de apagarse para siempre. La prosa de Pérez-Reverte es más precisa y afilada que nunca, y la construcción psicológica de Íñigo de Balboa confirma que esta saga es, en realidad, la historia de su educación sentimental y marcial. Estamos ante una novela imprescindible que no solo satisface la nostalgia de los veteranos de los Tercios literarios, sino que eleva el listón de la narrativa histórica actual. Es, en definitiva, una despedida a la francesa, pero con alma española.

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