10 junio 1982

Las Malvinas, un callejón sin salida

Pueblo, 10 de junio de 1982

El desembarco británico en Fitzroy y en Bluff Cove, unos 25 kilómetros al sur de Puerto Argentino, que respondía a un intento de aumentar la presión sobre la guarnición cercada mediante la puesta en tierra próxima de hombres y material de refuerzo, se saldó con uno de los mayores desastres navales que el Reino Unido ha sufrido en el curso de la guerra. Fuentes argentinas de alta solvencia confirmaban ayer que la fragata ‘Plymouth’ había sido tan gravemente dañada que ya no se encontraba a flote y que dos buques de desembarco fueron destruidos, quedando un tercero fuera de combate. Todo ello, con elevadas pérdidas humanas por parte británica, en lo que pilotos argentinos participantes en el ataque califican como “una carnicería”. 

El drama comenzó cuando unidades navales inglesas se aproximaron a la costa al sur de la capital malvinense, para desembarcar en el sector conocido como “Bahía agradable”, efectivos que reforzasen el dispositivo en torno a Puerto Argentino. Detectado el convoy, tres escuadrones de la Fuerza Aérea argentina iniciaron incursiones sobre los buques británicos, con la total precisión que hasta ahora ha caracterizado a estos pilotos. Fuentes del Estado Mayor conjunto aseguran que en primer lugar fue alcanzado por hombres el buque nodriza, identificado como del tipo Fearless, que se escoró y se alejó de la zona, rodeado por espesa humareda. La ‘Plymouth’, una fragata de la clase 12, de 2.800 toneladas y una tripulación de 235 hombres, recibió impactos que habrían llegado hasta la santabárbara, por lo que se sucedieron a bordo grandes explosiones, hundiéndose acto seguido. 

Mientras tanto, siempre según fuentes argentinas, los otros buques de desembarco llegaban a las playas, y los infantes de Marina ingleses se lanzaban a tierra bajo el intenso fuego de los aviones argentinos, que los atacaron con bombas y fuego de ametralladoras. “El ataque -señala gráficamente un portavoz argentino- continuó sobre los elementos depositados en tierra y los que trataban de defenderlos, provocando un caos de bajas, explosiones e incendios.” Otros dos buques de desembarco dañados y abandonados por su tripulación fueron el ‘Tristan’ y el ‘Sir Galahad’. 

El desarrollo de la batalla de Bahía Agradable pone de manifiesto por parte británica la carencia de una cobertura aérea adecuada, patente desde las averías sufridas por el ‘Hermes’ y el ‘Invincible’ y el hundimiento del ‘Atlantic Conveyor’, y las graves dificultades que el terreno y el clima de las Malvinas oponen al proyecto inglés de lanzar un ataque directo que salde definitivamente a su favor el conflicto. Una situación ésta que, de eternizarse sin resultados positivos para Gran Bretaña, puede colocar a las tropas ya desembarcadas y a los efectivos navales ingleses de la zona en un callejón sin salida, un dramático “impasse” que los argentinos están dispuestos a prolongar, en beneficio propio, durante todo el cruel invierno austral. 

La Alianza Atlántica respeta y comprende la posición de España favorable a la Argentina en el conflicto de las islas Malvinas, declaró ayer el secretario general, Joseph Lune. Lune indicó en rueda de prensa que cada país miembro de la Alianza es soberano y tiene, por tanto, derecho a mantener la política exterior que desee. Por eso se respeta la posición española favorable a los derechos argentinos respecto a las Malvinas, así como su actitud en relación con el actual conflicto libanés. El secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) destacó en sus declaraciones la categoría “histórica” de la cumbre de la OTAN que se celebra hoy, la primera en que interviene un primer ministro español y la primera también a nivel de jefes de Estado y Gobierno que convoca la OTAN desde 1978. “Un gran país occidental -dijo refiriéndose a España- se une a una Alianza que algunos creían agonizante y que demuestra así su validez y su futuro.” 

La imagen de Juan Pablo II ha sustituido, de la noche a la mañana, a los agresivos carteles bélico-patrióticos que durante dos meses han estado empapelando las calles de Buenos Aires. Los comercios y edificios oficiales, en los que ondea la bandera blanquiazul de la República Argentina, ostentan también, a partir de ahora, los colores blanco y amarillo del Estado Vaticano. Argentina, país mayoritariamente católico, mosaico de razas que vive una guerra en sus límites más australes, se prepara activamente para recibir al Papa con cariño y esperanza. 

Se calcula que dos millones de personas tributarán mañana viernes una clamorosa acogida al Pontífice cuando éste descienda del avión en el aeropuerto de Ezeiza a las ocho de la mañana. El programa papal, cuyos detalles están siendo ultimados en la capital porteña por el coordinador de viajes pontificios, monseñor Paul Marcinkus, se prolongará en suelo argentino durante treinta horas y media. Ya es seguro que Juan Pablo II mantendrá conversaciones a puerta cerrada con los miembros de la Junta Militar argentina, lo que, habida cuenta de las circunstancias bélicas por las que atraviesa el país, contribuye a aumentar el marcado carácter político de este viaje, aunque monseñor Marcinkus haya asegurado que se trata “exclusivamente de un viaje pastoral”. A pesar de que esa es la orientación que el Vaticano da al viaje, aquí se interpreta la visita papal con el telón de fondo de la guerra austral, como un respaldo espiritual de la máxima autoridad de la Iglesia católica a un país católico que lucha contra un país colonialista y anglicano. Y toda Argentina se va a volcar mañana en la acogida, a fin de mostrar al Papa la diferencia entre la recepción fría y a veces hostil que tuvo en Gran Bretaña y la que saben dispensarle estas tierras de sangre latina.

http://www.icorso.com/hemeroteca/PUEBLO/PDF/LAS%20MALVINAS%20UN%20CALLEJON%20SIN%20SALIDA.pdf

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