Pueblo, 13 de junio de 1982
Buenos Aires. De nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte
Se combate en las afueras de la capital de las Malvinas. Los soldados argentinos, en una furiosa serie de ataques y contraataques, al precio de centenares de bajas propias y enemigas, lograron ayer frenar momentáneamente la peligrosa penetración de las tropas británicas en el interior de su perímetro de defensa.
Fuentes militares bonaerenses hablan de la batalla de este fin de semana como la más sangrienta de todas las libradas hasta ahora en tierra desde que se inició el conflicto, con feroces ataques cuerpo a cuerpo, a la bayoneta peleando trinchera por trinchera y con masiva intervención de fuego de mortero y artillería de grueso calibre.
La tragedia se desencadenó a las 2,50 horas de la madrugada del sábado pasado, tras un intenso bombardeo naval que produjo bajas militares y civiles en Puerto Argentino. Coincidiendo con el cumpleaños de la reina de Inglaterra, las tropas británicas se lanzaron al asalto nocturno de las posiciones más avanzadas enemigas. Soldados ingleses avanzaron por la línea que se alarga hacia la capital malvinense, cayendo inesperadamente sobre las defensas exteriores argentinas en monte Dos Hermanas, monte Harriet y cerro Enriqueta. Comandos paracaidistas y “gurjas” desbordaron las posiciones, llegando algunas de las avanzadas hasta penetrar cuatro kilómetros dentro de la línea defensiva argentina.
La aviación argentina hizo acto de presencia con las primeras luces del alba, en ataques contra las unidades navales inglesas que continuaban castigando la capital malvinense con denso fuego de artillería y misiles. Como resultado de esas acciones, informa un comunicado oficial de Buenos Aires, una fragata británica no identificada fue seriamente alcanzada, “quedando fuera de combate y siendo abandonada por su tripulación”.
Mientras tanto, los efectivos de Infantería británicos proseguían su avance, respaldados por el empleo masivo de una alta potencia de fuego concentrado sobre los puntos de defensa enemigos. Los argentinos se replegaron, abandonando monte Dos Hermanas y monte Harriet, reagrupándose en la ladera este de esta colina y lanzando desde allí un contraataque desesperado que, según los informes de radio de los Cercados, logró frenar allí el avance inglés. Sin embargo, en otros puntos los británicos continuaban la progresión de los “gurjas” en cabeza efectuando misiones de limpieza de las posiciones argentinas. A la concentración de fuego inglés se unió la aparición de aviones Harrier en misiones de ataque a tierra, de los que, según fuentes de la defensa aérea argentina, uno fue derribado y otro se alejó averiado.
A mediodía del sábado, el fuego de artillería, las bombas de aviación y el estrépito de las armas de Infantería se escuchaban nítidamente en Puerto Argentino, pues los británicos habían logrado poner pie en cerro Enriqueta, a unos ocho kilómetros de la ciudad.
Según fuentes militares argentinas, tras diecisiete horas de despiadados combates, “con altísimas bajas por ambas partes”, las tropas defensoras lograron estabilizar nuevamente las líneas de frente, quedando los ingleses en posición de Dos Hermanas, Harriet y Enriqueta, con avanzadas a una distancia de ocho a cinco kilómetros de Puerto Argentino.
Las últimas horas de la visita de Juan Pablo II a la Argentina estuvieron, como el resto de su viaje, profundamente marcadas por la guerra. Mientras en el sur austral se desataba el más dramático episodio de esta guerra, en Buenos Aires, en torno a la figura del Pontífice, se vio la mayor multitud jamás concentrada, con la que, por cierto, el Papa tiene una especial relación, ya que su mediación evitó una guerra con Chile a causa del canal de Beagle, cuando las armas estaban a punto de sonar, y aquí se unía al Vicario de Cristo en su angustiada rogativa por la paz. No fue este viaje del Papa a Argentina una etapa de alegría desbordante, como lo ha sido en otros continentes, sino la dramática presencia del rebaño, sin esperanza de aportar solución alguna, sino tan sólo con el deseo de acompañar, en silencio y en oración, a un pueblo que vive un conflicto armado. Un pueblo que habló de derechos humanos y reparación social y política en recientes momentos decisivos para el país. Y el extraordinario poder de convocatoria, el amplio eco que su visita ha tenido en la Argentina, ha puesto una vez más de manifiesto que, especialmente en este difícil momento histórico, el Papa Juan Pablo II es para los argentinos la más alta autoridad de la tierra.
http://www.icorso.com/hemeroteca/PUEBLO/PDF/TODOS%20LOS%20EFECTIVOS%20EN%20COMBATE.pdf
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