09 mayo 2023

Arturo Pérez-Reverte: un cazador de aventuras

Entrevista de Máximo Soto - ambito.com - 09/05/2023

En su novela treinta y cuatro, Arturo Pérez-Reverte vuelve al México de 'La Reina del Sur' para contar las aventuras de un español, ingeniero especialista en el empleo de dinamita, junto a Pancho Villa en 'Revolución' (Alfaguara), fusionando historia, combates, pasiones y un tesoro desaparecido, logrado tras volar un banco. Dialogamos con el escritor español, miembro de la Real Academia de la Lengua, que también adelanta su próxima novela, esta vez, de enigma.

¿Qué lo llevó a la Revolución Mexicana?

Necesitaba un escenario, un marco para una novela de aventuras, de iniciación, de aprendizaje. Me decidí por una revolución del pasado porque en aquel tiempo las revoluciones todavía eran revoluciones de esperanza. El siglo XX fue un siglo de esperanza. Se esperaba un mundo mejor y uno podía enamorarse de las revoluciones de una manera inocente, mientras que ahora las revoluciones son revoluciones del rencor. Así fue que decidí que la Revolución Mexicana era el escenario. El protagonista, el joven ingeniero español Martín Garret Ortiz, va a México por un contrato profesional y por curiosidad se acerca a la gente de Pancho Villa en Ciudad Juárez, y así vive una aventura que conlleva un proceso de educación desde la violencia. No cree en la revolución, cree en los hombres que hacen la revolución.

¿Se deja arrastrar por la adrenalina de la violencia?

Siente que esa experiencia le da lucidez. Se da cuenta que aprende cosas que en la vida normal no se aprenden. Comprende qué en la violencia, siguiendo a ese tipo de gente, entiende cosas del mundo y de sí mismo que en España le sería imposible entender. Se queda enganchado al aprendizaje que esa vida hace posible. Colabora con Villa, pero finalmente se da cuenta que la revolución termina beneficiando a los de siempre, y deja abajo a los de siempre. Esa lucidez lo lleva al escepticismo. Martín no pretende cambiar el mundo, pretende comprender el mundo.

Dice: “Mi vocación es vivir suspendido en la aventura de un prolongado presente”. Eso lleva a pensar en usted como reportero de guerra.

Martín no soy yo, pero se beneficia de mi biografía. Le presto una manera de mirar el mundo. Uno frente a la violencia puede hacer tres cosas: dejarse arrastrar por ella, convertirse en parte de uno de los bandos o ser un testigo de la violencia. Martín hace lo que hice yo, mirar. Yo nunca fui un revolucionario, un combatiente, ni nada de eso. Miraba, y a medida que miraba, aprendía. Martín descubre qué mirando aprende. A través de esas mujeres y hombres entiende la vida, el dolor, la crueldad, el fracaso, la amargura, la victoria, la muerte, la vida, todo. La violencia como escuela de lucidez. No cree en ninguna causa, cree que esa aventura lo hace a él más lúcido, más inteligente.

En su admiración por Pancho Villa, usted enfrenta la leyenda negra, lo muestra feroz, violento pero respetable.

No excluyo el horror y lo malo que hace, pero no lo niego como figura. El mundo actual tiende a dividir en blanco y negro, y es mucho más complejo que eso. Yo quiero mostrar un Pancho Villa, tan contradictoriamente debatido en México, de una manera honrada. Un tipo simpático, que es lo que era, humano, valiente, y un hijo de puta. Huyo del cliché maniqueo. Intento demostrar que era un ser humano. El Villa que Martín aprecia es ese.

¿Sabía que este año se celebra el centenario de la muerte de Pancho Villa?

No, ha sido casualidad, no es deliberado. Tenía que elegir entre Zapata y Villa. Zapata era indio, triste, culto, sombrío, trágico. Villa era el norte, fuerte, violento, mujeriego. No había otra elección posible.

¿Cómo logró que su novela estuviera escrita en lenguaje mexicano?

Como todo en la vida, estudiando. Me di cuenta que esta novela debía escribirla así. Y el lenguaje mexicano actual no vale, entonces me fui a las fuentes. La ventaja es que la Revolución Mexicana tuvo entre 1910 y 1940 novelistas muy buenos que contaron historias de esa revolución: Azuela, Vasconcelos, Guzmán. Me los leí a todos. Subrayando, tomando notas de palabras, frases, expresiones. Luego las fui salpicando para que el lector oyese hablar mexicano. No podía poner a Villa hablando como un abogado de México DF. Más que un desafío narrativo tuve el desafío lingüístico de hacer que el lector esté oyendo hablar mexicano y se lo crea.

En 'Revolución' da un fuerte protagonismo a tres mujeres.

El hombre comprende la vida mejor a través de las mujeres. El que no tiene mujeres en su vida no está completo, le falta comprensión del mundo. Yo necesitaba mujeres para que el proceso intelectual de Martín fuese completo. Por eso pongo tres: la analfabeta soldada del pueblo, la niña bien de la buena sociedad, con los egoísmos y las astucias propias de su condición femenina y social, y la periodista lúcida, viajada, escéptica y liberal, las uso como herramientas para describir la profundización de Martín en aspectos de la vida, que solo con hombres no hubiera podido hacer.

¿La reportera estadounidense se inspira en John Reed, el periodista que cubrió la Revolución Mexicana y la Revolución Rusa?

Tiene mucho, y tiene mucho de Nellie Bly. Reed en cuanto a la Revolución mexicana y Bly en cuanto a mujer viajera. Reed creía en la revolución, era un militante activo, es el personaje de 'Rojos' y de 'México insurgente'. Mi periodista se mantiene fuera, no se implica. Martín tiene un recorrido parecido al de Reed: al comienzo tiene dudas y finalmente se involucra. Pero nadie lúcido puede dejar de dudar. De lejos es fácil tener fe. Cuando te acercas la duda tiene que surgir, es inevitable.

¿En qué está ahora?

En una novela que saldrá en el otoño europeo. Tiene que ver con las antiguas novelas problema. No policial, ni novela negra. Novelas enigma en las que hay un desafío intelectual para resolver un problema.

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