Roberto Caferra - rosario3.com - 04/05/2023
¿Cuántos minutos se le puede interrumpir a quien avanza decidido hacia una puerta de salida? El evento explota de gente. La Feria del Libro de Buenos Aires es en la tarde del miércoles un éxito total. Allí, entre peatones, curiosos, lectores ávidos de un nuevo texto, aparece una figura intentando disimular su andar. Arturo Pérez-Reverte, tal vez uno de los escritores de habla hispana más importantes del momento, caminaba presuroso después de asomar su inquietud entre los "stands" de las editoriales argentinas. ¿Dos? ¿Tres minutos? ¿Más? ¿Cuánto es lo correcto? El escritor claramente buscaba la puerta de salida de la feria. Ya merodeando la meta lo intercepto para con presunta amabilidad detener su marcha. "¿Le puedo hacer unas preguntas?", le digo al escritor, que el sábado 6 de mayo a las 19 presenta 'Revolución', su último texto, junto a Jorge Fernández Diaz. Impecable Reverte, susurra con amabilidad que no tiene ningún problema. Su compañera de marcha sigue varios pasos y se desentiende de la situación. Nunca miró a otro lado que no sea la puerta de salida.
Llama la atención que en el corazón de la Feria del Libro Pérez-Reverte camine tranquilo, sin que nadie lo detenga y le pida alguna firma, un registro, o solo para decirle “gracias” por haber entregado una obra tan generosa. Tal vez si algún miembro del "reality" 'Gran Hermano' hubiera transitado allí, los niños hubieran aportado eso de las consecuencias de la fama para los seres de la superficie.
“Bueno, hacía cinco años que no venía, por la pandemia, y bueno, he vuelto, y es como siempre, impresionante. O sea, me da envidia este despliegue de entusiasmo. Envidia. Envidia como español, como madrileño que soy ahora, me da envidia el despliegue de gente, los chicos jóvenes, y todo esto pagando, pagando la entrada”, dice el escritor, sorprendido por la convocatoria de la Feria.
—¿Lo sorprende que haya tanta gente?
—Por supuesto que sí. Además, no es una feria de libreros, como en Madrid, es una feria de editoriales importantes, artesanales, pequeñas, muy variadas. Entonces, la cantidad de gente, de gente joven que hay, es espectacular. Siempre, insisto, me da una gran alegría como escritor y como lector y me da una gran tristeza como español, porque no conseguimos en España jamás conseguir nada del nivel que tiene esto.
—Sin embargo, en la Argentina se lee poco. Según las estadísticas de Cultura se lee un libro y medio por habitante por año. ¿Cómo se modifica eso? ¿Cómo se ayuda a construir nuevos lectores?
—No lo sé. Yo solo soy un tipo de cuenta historias. No soy un sociólogo en absoluto para responder eso. Solo sé que escribo novelas intentando que sean lo más eficaces posible, pero de todas formas le digo una cosa: no sé si en Argentina se lee poco, pero las librerías siguen estando abiertas, y esta feria está hasta arriba de gente, y veo gente con libros, o sea que tan mal no estamos en Argentina. Insisto, no sé si España puede presumir de tener más lectores que Argentina, lo dudo mucho.
—Arturo, en un momento usted se dedicó a escribir historias en pequeños capítulos por Twitter. Los domingos a la mañana leíamos que se sentaba en un bar y había una historia siempre para contar alrededor de esa costumbre. Las nuevas plataformas, la tecnología ¿es un auxilio, es una nueva forma? ¿Cómo se adecua usted a eso?
—Si uno las utiliza de una manera racional, si uno no vive en ellas, si no las utiliza como herramientas, son muy útiles. Para mí son muy eficaces como mecanismo de comunicación y difusión rápida, son imprescindibles. Lo que pasa es que hay quien se deja secuestrar por ellas y vive inmerso en ellas, y ya no puede hacer nada sin ellas. Esa es la parte perniciosa o perjudicial del asunto. Pero las nuevas tecnologías, las redes sociales, Twitter, Facebook, Instagram, todo este tipo de cosas, hay que utilizarlas de una manera inteligente: son unas herramientas muy potentes y muy útiles.
—¿Cómo encuentra a la Argentina en medio de esta gran batalla que tiene con su economía, la pobreza, la post pandemia?
—Bueno, aún no me ha dado tiempo de mirar, estaría unos días de dar una vuelta, pero vamos, me di un paseo por el centro, que aún no es lo mismo, según los barrios, lo mismo Palermo que la zona de Corrientes, no es lo mismo. Y ver, eso sí que me ha dado, me ha entristecido ver tantos chicos jóvenes tumbados en el suelo durmiendo con mantas allí en los portales de la zona de Corrientes en la esquina con Florida y eso me entristeció mucho. No sé, porque no he visto lo suficiente, pero eso me dio muy mala impresión.
—¿Cuál es su palabra favorita?
—"Ultramarinos". Porque tiene de todo. Tiene latín, tiene América, tiene mar, tiene España. Tiene de todo. Es una palabra preciosa que adoro desde que era niño.
El hombre, de 70 años, protagonista de una obra hermosa de la literatura iberoamericana, termina la entrevista con la palabra "niño". Y el mar que para el escritor siempre será ultramar. Ese navegante de las palabras de los barcos que el Capitán Alatriste supo comandar. Fueron cuatro minutos y medio los que se detuvo el escritor. Fugaz eternidad, un obsequio generoso de Arturo Pérez-Reverte.
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