Pueblo, 25 de octubre de 1975
La imagen externa del Sahara occidental durante estos días puede resumirse fácilmente en dos palabras: normalidad absoluta. Normalidad, se entiende, en lo que respecta a la vida cotidiana en las ciudades del territorio. La gente pasea por las calles, acude a los cines de El Aaiún y Villa Cisneros, comenta la actualidad nacional e internacional y espera con paciencia que una voz autorizada le diga lo que va a pasar aquí.
La evacuación voluntaria sigue su curso, especialmente por vía aérea. Prueba de que la situación no es apurada todavía es el hecho de que el buque correo Viera y Clavijo, que efectúa la linea Sahara-Canarias, está llevando a cabo sus viajes con una cantidad de pasaje a bordo que bajo ningún concepto puede calificarse de numeroso. La gente se marcha, es cierto, pero sin demasiadas prisas. Algunos comercios propiedad de europeos se encuentran en plena liquidación, y un buen número de militares están embalando sus efectos domésticos para trasladarlos fuera del territorio. En resumen, la evacuación civil se está llevando a cabo sin urgencias, sin dramatismos; más que obligada por las circunstancias, es una sabia medida de previsión ante un futuro incierto.
En lo que se refiere a la caravana de Hassán II y sus voluntarios, las noticias que nos llegan del otro lado de la frontera parecen indicar que la cosa puede ir para largo, aunque un contingente de cinco mil personas ha llegado ya a Tarfaya, a 30 kilómetros de la frontera: los informes recibidos en el Sahara hacen suponer que la etapa decisiva, de iniciarse, difícilmente podría comenzar antes de cinco o seis días. Los expertos aseguran que, aparte del retraso voluntario que Hassán pueda imponer a su invasión, las dificultades logísticas la están retrasando y retrasarán todavía más. Los 700 kilómetros de Agadir a Tarfaya deberán ser recorridos a través de la única carretera existente que posee tres metros de anchura. Este factor, unido a que el larguísimo convoy deberá atravesar asimismo una cadena montañosa, producirá sin duda embotellamientos y retrasos que entorpecerán la fluidez de la marcha.
Sobre si los marroquies llegarán o no a cruzar el paralelo 27'40 hay diversidad de opiniones. Un amplio sector local estima que los contactos que actualmente se llevan a cabo entre autoridades españolas y marroquíes podrían dar como resultado, como mínimo, la suspensión de la "marcha verde". En apoyo de esta tesis se esgrimen el discurso de Muley Abdellah, hermano del monarca marroquí, y la visita del ministro de Asuntos Exteriores, Ahmed Laraki, a la capital de España. Naturalmente, tales argumentos son, en principio, insuficientes para asegurar la existencia de un acuerdo Madrid-Rabat. España, se opina aquí, tiene el compromiso de defender internacionalmente al pueblo saharaui y mantener la integridad del territorio. El hecho de que se estén produciendo negociaciones con el Gobierno marroquí no supone forzosamente el cumplimiento de este compromiso.
Sin embargo, al conversar con individuos representativos del pueblo saharaui, se aprecia fácilmente un recelo que va en aumento a medida que transcurren los días. A ojos de un sector importante de la población nativa, los contactos que mantienen las autoridades españolas con el Gobierno marroquí podrían culminar con ciertas concesiones por parte de España en lo tocante al Sahara. Los rumores en tal sentido se propagan aquí con facilidad, espoleados, seguramente, por el silencio lógico que rodean los actuales contactos diplomáticos.
Lo que en realidad espera el pueblo saharaui en las actuales circunstancias es una reafirmación oficial de los principios de integridad territorial, autodeterminación y responsabilidad de España siguen inalterables. Ello, dicen, disiparía las dudas surgidas con los últimos acontecimientos. Pero, ¿es realmente necesario? España, lógicamente, no puede echar por la borda en pro de la autodeterminación de este pueblo ni disponer de su futuro. El porvenir del Sahara, según la doctrina defendida por el Gobierno español, y acorde con las resoluciones de las Naciones Unidas, corresponde decidirlo a los propios saharauis. Aunque lo deseara, España no podría entregar a nadie un territorio del que es, por propia definición, potencia administrativa.
Ayer cesó, como director de RTV del Sahara y del diario 'La Realidad', de El Aaiún, don Pablo Ignacio Dalmases. Para sustituirle al frente de la emisora del Sahara ha sido designado don Saturnino Valdueza Ayala. En lo que respecta al diario 'La Realidad', se ha suspendido su publicación en tanto se designa nuevo director.
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