Pueblo, 31 de octubre de 1975
[Por teléfono, de nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte]
El Sahara ha entrado de lleno en la fase más odiosa para un periodista: el rumor. El Aaiún se ha convertido en una colmena donde por todas partes zumban noticias "de fuente informada", noticias "fetén", "puede ser", "quizá", "me han asegurado que...". Noticias contradictorias, "jabaras" que lo mismo hablan de un abandono parcial de puestos fronterizos, que del turrón que tomaremos en casa para Navidad, que del montón de meses que nos vamos a pasar aquí. En este folklore de información falsa, de informaciones a medias, de informaciones auténticas, el periodista termina haciéndose un lío increíble y, hasta que la cosa amaine, confiesa que sólo puede asegurar aquello que ve. De lo otro, palabra, aquí nadie sabe nada, pero todo el mundo parece enterado de todo.
La evacuación es un hecho. Los equipajes se amontonan en la terminal de carga del aeropuerto de El Aaiún, la demanda de billetes de avión continúa al máximo y los militares y civiles españoles están enviando fuera o han enviado ya a sus familias. También los hombres, los civiles, abandonan el Sahara seguros en su mayor parte de que no regresarán. La población civil española de Smara está casi evacuada en su totalidad. No se conoce todavía la fecha exacta de la evacuación general forzosa del territorio, pero ya sabemos que será dada a conocer en los próximos quince días. Los comercios cierran por docenas. El toque de queda acabó con la vida nocturna de El Aaiún. El cabaret Oasis cerró sus puertas el martes, ignorándose si las volverá a abrir. Quedan pocas señoritas o señoras de noche y tal. En los comercios de electrodométricos se están agotando los televisores en color, mucho más baratos que en la Península. Los periódicos suelen venderse de un día para otro, pues a veces llegan a la misma hora que comienza el toque de queda, las seis treinta de la tarde. A pesar de la ayuda prometida por el Gobierno territorial, algunos comerciantes que se disponen a marchar se muestran pesimistas sobre su futuro. El ambiente que se respira entre la población española es de serenidad. Hay también algunos síntomas de nerviosismo, pero éste responde mas bien a causas psicológicas que a hechos concretos.
La capital del Sahara continúa tomada militarmente por las tropas españolas durante las veinticuatro horas de cada día. En torno a la ciudad hay un anillo de seguridad que, aseguran medios competentes, controla el cien por cien de los accesos a El Aaiún. Los barrios musulmanes de Colominas y Casas de Piedra están cercados por alambradas, carros blindados, blindados ligeros, autoametralladoras y vehículos militares. Continúan los cacheos y las identificaciones entre los saharauis que circulan por las calles, extendiéndose también en algunos controles a la población civil española. Los soldados detienen los vehículos conducidos por nativos, registrando minuciosamente el interior. El paso a los barrios musulmanes está prohibido a los europeos, y los accesos se encuentran custodiados por legionarios en equipo de campaña. El barrio canario permanece bajo control del tercio. Está prohibida la circulación por determinadas calles. Grupos de soldados con equipo de combate patrullan constantemente el centro de la ciudad.
Se mantiene la prohibición de vender gasolina a los vehículos propiedad de saharauis si no es con un permiso especial. Ayer no encontré un solo taxi con conductor nativo en El Aaiún. Durante el toque de queda fui cacheado seis veces. Disminuye el número de saharauis que circulan por el centro de la ciudad. Trabajadores nativos de la playa de Fos-Bucraa no acudieron el miércoles a su empresa "en protesta por la actual situación" —no especificaron а este enviado especial cuál es la actual situación—. El puesto fronterizo de Tah, en la ruta prevista para la marcha verde de Hassán II, continúa abandonado. Ayer aparecieron en él banderas marroquíes de fabricación casera, que fueron retiradas por una patrulla española. Algunos militares manifiestan la tristeza que, personalmente, les ocasionaría una teórica entrega del territorio a Marruecos. Se habla —de momento sólo se se habla— de que quizá parte del territorio quedase temporalmente bajo control marroquí, argelino y mauritano hasta la resolución del espinoso problema del Sahara. Las tropas españolas, en tal caso, podrían quedar replegadas en las zonas próximas al litoral. El Estado Mayor del Sahara difundió a últimas horas de ayer la siguiente nota para la Prensa: "Por conveniencia del despliegue, las patrullas estacionadas en las zonas de Mahbes, Echdeiria y Hausa han ocupado otros puntos del territorio de mayor interés militar".
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