03 octubre 1975

No hay indicios de ataque inminente


Pueblo, 3 de octubre de 1975

[El Aaiún, crónica telefónica de nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte]

La situación militar del Sahara respecto a Mаrruecos se encuentra, probablemente, en su momento más crítico desde hace meses. En medios autorizados de EI Aaiún acaban de confirmarse los rumores que en las últimas horas circulaban por el territorio, referentes a los preparativos de las FAR, al otro lado de la frontera, cuyo objeto podría consistir en la invasión del territorio.

No hay, por decirlo así, indicios físicos de que un ataque sea inminente en la frontera. Pero las noticias que llegan de Marruecos aluden a movimientos desusados de tipo logístico a base de avituallamiento, combustible, piezas de artillería y otros elementos que reflejan una puesta a punto de la capacidad ofensiva de los veinticinco mil hombres que, desde hace casi un año, mantiene el Gobierno de Rabat al norte del paralelo 27'40. Sin embargo, ninguna de las informaciones recogidas sobre el terreno demuestran la proximidad de un ataque. Lo que preocupa realmente a los mandos militares es que todos estos preparativos se estén llevando a cabo, precisamente, en unos momentos que, a nivel internacional, parecen ser decisivos para el futuro del territorio.

En efecto, a nadie escара aquí el hecho de que el plazo fijado por Rabat para la liberación del Sahara se encuentra a punto de finalizar, ni han pasado desapercibidas las constantes presiones a que se ve sometido el monarca marroquí por parte de la oposición de su país, resuelta a empujarlo a la guerra. Las aspiraciones anexionistas de Marruecos parecen condenadas al fracaso en los organismos internacionales, donde fueron expuestas, y un gran número de países tercermundistas se encuentran dispuestos a respaldar a Argelia, cuyo interés en este caso coincide con el de España: autodeterminación para la independencia. Finalmente, en su reciente discurso ante la XXX Asamblea de las Naciones Unidas, el ministro de Asuntos Exteriores español ha abandonado cualquier fórmula de compromiso, para manifestar claramente que España seguirá aquí hasta que descolonice, respetando siempre la voluntad del pueblo saharaui y lamentando las interferencias al proceso que están presentando algunos países limítrofes.

Hassán II, como ya apuntábamos en la crónica de ayer, se encuentra en una situación muy difícil. Las soluciones diplomáticas le están haciendo agua por todas partes y la situación interior de su país puede acabar con él si no cumple lo tantas veces prometido. En tales circunstancias, Hassán II puede verse empujado —subrayemos esta palabra— a una aventura bélica que podría ser, al fin y al cabo, un remedio temporal a sus muchos problemas.

Los efectivos que, en hombres y material, mantiene en estos momentos Rabat entre el río Draa y la frontera con el Sahara son suficientes para una ruptura de hostilidades. Tras largos meses viviendo en condiciones extremadamente duras, las tropas marroquíes, poco acostumbradas, en principio, al desierto, han tenido tiempo sobrado para aclimatarse adecuadamente. Su armamento, como lo prueban las patrullas capturadas, es moderno. Y nadie subestima aquí la capacidad combativa del soldado marroquí. 

Respecto a cuál sería el tipo de ataque, en caso de producirse, corresponde responder más bien al alto mando de las FAR. Recordemos, sin embargo, que en las guerras modernas basta con aроderarse de varios puestos fronterizos o una franja de terreno para negociar después, sin necesidad de embarcarse en arriesgadas operaciones de largo alcance. Con una táctica similar Hassán podría cubrir el expediente y, aceрtando un alto el fuego de la ONU, negociar después, a salvo la palabra comprometida con su pueblo. Otra posibilidad, no descartable, podría consistir en un ataque en profundidad, con El Aaiún por objetivo, pero eso ya significaría para Marruecos echar toda la carne en el asador.

Sin embargo, aunque todo esto tenga su importancia, pertenece todavía al campo de lo posible. Por el momento, el hecho concreto es que el momento es difícil y el peligro, confirmado oficialmente, existe en forma de amenaza sobre la frontera norte del Sahara. A los españoles sólo resta esperar, adoptando las lógicas precauciones, sin perder por ello la calma y la confianza. Entre tanto, la aviación vuela cerca de la frontera, alerta para abortar cualquier ataque, y nuestros soldados refuerzan las posiciones y se internan en el desierto.

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