01 octubre 1975

Total serenidad y vida normal


Pueblo, 1 de octubre de 1975

[El Aaiún, por teléfono, de nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte]

Esencialmente, la situación interior no ha cambiado mucho en el territorio. Se observa, eso sí, mayor tráfico de vehículos militares, nuevos rostros procedentes de los últimos reemplazos, mayor frecuencia en las patrullas aéreas, pero el clima de serenidad es total y la población civil prosigue su ritmo normal de vida en espera unos y otros de que los organismos internacionales se pronuncien sobre el futuro del Sahara.

Pero hay temas que, quizá por primera vez en mucho tiempo, han desviado la atención de los españoles que viven en el territorio, atención que hasta hace poco se contaba principalmente en los problemas locales. Ayer, cuando el acostumbrado piquete de soldados rindió honores en el acto diario de arriar bandera, el público asistente se dispersó con rapidez para ir a sentarse frente a los televisores  esperando con marcado interés las anunciadas palabras del presidente del Gobierno español. 

Los recientes ataques que, a escala internacional, se han venido produciendo en los últimos días contra el Régimen español, así como los violentos incidentes que tuvieron por escenario diversas capitales europeas, han causado honda repercusión entre los españoles del Sahara.

Los periódicos se devoran aquí literalmente en busca de noticias, y a todos los niveles se percibe un claro sentimiento de repulsa hacia la violencia irracional de que en días pasados han hecho gala en Europa exaltados grupos radicales. El diario local, 'La Realidad', publicaba ayer en primera página la convocatoria para la manifestación en la plaza de Oriente, titulando: "Serena y firme reacción del Gobierno y pueblo español ante el intervencionismo extranjero".

Existe, también, cierta preocupación entre los españoles que permanecen en el territorio, sobre la posible repercusión que la actual actitud internacional hacia España pueda tener en el resultado final de los debates sobre el Sahara en las Naciones Unidas. Pero el hecho de que los países del Tercer Mundo, cuyo peso va a ser decisivo, no muestren síntomas de contagio de la fobia internacional tranquiliza bastante en tal sentido. De todas formas, ayer, a la hora de redactar esta crónica, era elevado el interés por el previsto discurso del ministro Cortina en las Naciones Unidas, especulándose sobre si el jefe de la diplomacia española penetraría o no a fondo en el tema del Sahara. Horas después la incógnita quedaba despejada.

Respecto al soldado-médico José Sastre Pаpiol, secuestrado el pasado día 16 en la zona de Tius y prematuramente cautivo en Argelia, informaciones procedentes del Gobierno General del Sahara aluden a una etapa de esperanza, con una posible próxima liberación. Efectivamente, parece confirmarse que el secuestro no fue organizado por los dirigentes del Frente Polisario, perfectamente conscientes de que un incidente de este tipo podría alterar gravemente los contactos con las autoridades españolas, así como alejar las posibilidades futuras de negociaciones concretas. La operación, al parecer, fue organizada por un grupo de simpatizantes del Frente, que actuaron por libre y para apuntarse un tanto, sin querer pasarse a Argelia con las manos vacías. 

Tras su liberación, el sanitario y un conductor de la patrulla del doctor Sastre, ambos sarahauis, han proporcionado su versión del secuestro, que según las declaraciones tuvo lugar durante la visita a una jaima, cuando tres hombres armados se apoderaron del equipo médico y los vehículos civiles, trasladándose hasta un campamento del Polisario situado al otro lado de la frontera, donde uno de los sarahauis liberados asegura haber encontrado al industrial canario Antonio Martín, varios meses prisionero del Frente. El señor Martín, al parecer, dijo al nativo que se encontraba en buen estado de salud y que comunicase a su familia que confiaba en ser puesto pronto en libertad.

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