08 mayo 1982

Argentina exige el alto el fuego

Pueblo, 8 de mayo de 1982

Buenos Aires. De nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte

La ONU puede ser la última esperanza de paz en el conflicto armado entre Gran Bretaña y Argentina. Londres acepta la propuesta del secretario general de las Naciones Unidas, y el canciller argentino manifestaba ayer que “hay esperanzas de entendimiento con Gran Bretaña”, aunque sea después de infructuosas mediaciones privadas. Costa Méndez ha advertido que “toda negociación debe conducir inexorablemente a la soberanía argentina en las Islas Malvinas” y que la intervención de Pérez de Cuéllar ha sido el “único punto positivo hasta ahora” en las negociaciones diplomáticas.

Estamos viviendo este fin de semana horas decisivas para lograr una solución que pase por el camino de la diplomacia y eluda el de los cañonazos. Toda Argentina, y especialmente las innumerables personas que tienen familiares en las Fuerzas Armadas, está con los ojos puestos en Nueva York, siguiendo al minuto los cautelosos pasos del secretario general de la ONU en sus intentos por lograr una negociación en términos que sean aceptables por ambas partes. En honor a la verdad, hay que señalar que aquí nadie se hace demasiadas ilusiones. Hasta el momento de redactar esta crónica, todo lo que Buenos aires y Londres aceptan es la intervención de Pérez de Cuéllar.

Por su parte, Argentina exige como condición previa para sentarse a negociar un inmediato cese el fuego en la zona, seguido por un alejamiento de la flota británica. Sólo en esas circunstancias se podrá hablar de negociación, y a partir de ahí sería estudiado el tema de la desmilitarización del archipiélago.

¿Motivos de esas precauciones argentinas? En Buenos Aires se estiman obvios. Medios militares y diplomáticos oficiosos manifestaban ayer a este enviado especial que “no se fían” de Gran Bretaña. “Aceptar a priori nuestra retirada militar de las Malvinas -se indicaba- supondría correr el riesgo de que, en cuanto nos fuésemos, los británicos aprovechasen la situación para ocuparlas de nuevo. Si aceptamos retirar las tropas, lo que no indica discusión sobre nuestra irrenunciable soberanía, necesitamos garantías sólidas de que la señora Thatcher no nos hará la jugada en cuanto volvamos la espalda”.

Aquí se destaca el hecho de que, hasta ahora, el tema de la soberanía argentina sobre las Malvinas no ha sido expresado en ningún momento por el secretario general de la ONU en sus forzosamente prudentes manifestaciones sobre el curso de los contactos para un plan de paz. Y éste, para Buenos Aires, es un tema clave, ya que, hasta la fecha, Gran Bretaña sigue negándose en redondo a dejar un solo resquicio a la posibilidad de que la soberanía del archipiélago sea reconocida a Argentina. En este aspecto, el Gobierno de Buenos Aires, según ha podido saber este enviado especial, estaría incluso dispuesto a aceptar que Gran Bretaña cediera “su” soberanía a las Naciones Unidas. Esa se considera aquí una solución momentáneamente satisfactoria y honorable para ambas partes, con la ventaja, para Buenos Aires, de que al caer las Malvinas bajo el control de las Naciones Unidas, los “halcones” del gabinete Thatcher verían cerrado el paso a posteriores acciones militares, que ya no irían sólo dirigidas contra Argentina, sino contra el conjunto del alto organismo internacional. Claro que, precisamente por eso, las posibilidades de que Gran Bretaña decida optar por esta salida se consideran aquí escasas. Una soberanía sobre las Malvinas en manos de la ONU, con una Asamblea General en la que las posiciones anticoloniales argentinas encuentran respaldo mayoritario, significaría para Gran Bretaña la pérdida definitiva de sus aspiraciones sobre el territorio en litigio. Queda ahora por ver qué pesa más para Londres, si el deseo de borrar la humillación que Argentina le infligió al ocupar y defender las Malvinas, o el buen sentido de poner fin a un conflicto en el que, al menos tal y como se ve desde aquí, Gran Bretaña no está desempeñando un papel excesivamente airoso hasta el momento, ni en el plano militar ni en el plano diplomático internacional.

En lo que a las operaciones militares se refiere, parecía mantenerse ayer la tácita tregua en aguas del Atlántico sur, sin que, a la hora de cerrar esta información, hubiese constancia de nuevos enfrentamientos. Pero esta calma temporal, que no está garantizada por la existencia de ninguna negociación diplomática en curso, no tranquiliza en nada a Argentina, sino que, por el contrario, aumenta sus recelos sobre las intenciones británicas. Aquí se tiene la impresión de que Margaret Thatcher tiene interés en ganar tiempo entre mediaciones de la ONU y paralización de operaciones militares para que transcurra la semana que los refuerzos británicos en ruta necesitan para llegar hasta la zona de guerra.

Por último, hay que señalar que ayer reconocieron oficialmente las Fuerzas Armadas argentinas las bajas de 19 muertos y 37 heridos en los ataques británicos contra las Malvinas, que se suman a los muertos y desaparecidos que, en torno a dos centenares, parece ser la cifra definitiva del hundimiento del 'General Belgrano', y a los ocho muertos que tuvo el 'Sobral' durante el ataque realizado por helicópteros británicos.

http://www.icorso.com/hemeroteca/PUEBLO/PDF/ARGENTINA%20EXIGE%20EL%20ALTO%20EL%20FUEGO.pdf


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