24 mayo 1982

Objetivo argentino: atacar y contraatacar

Pueblo, 24 de mayo de 1982

Buenos Aires. De nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte

Los portavoces militares argentinos se muestran confiados, seguros y rotundos: las tropas británicas desembarcadas en San Carlos lograron su cabeza de playa sólo a costa de graves pérdidas, y su presencia en la isla Soledad "no es sólida". Esta, al menos, es la respuesta oficial argentina a los partes de guerra con los que Londres está bombardeando el mundo y que, según opinan en Buenos Aires, no están muy acordes con la cifra de bajas sufrida por la fuerza británica, que incluyen el hundimiento de la moderna fragata 'Ardent' -20 muertos y 30 heridos- y daños de consideración variable a un número de naves que oscila entre las cinco y las ocho, alguna de las cuales puede también haberse ido a pique a estas horas.

Ayer, el tema "estrella" de los enviados especiales de todo el mundo acreditados en Buenos Aires fue el supuesto ataque de aviones argentinos al transporte de tropas 'Canberra' -transatlántico requisado por la Royal Navy-, adaptado para transportar 2.500 soldados y paracaidistas. Fuentes militares argentinas, que se negaron a confirmar o desmentir la información, sí aseguraron, en cambio, que otro avión Sea Harrier británico fue derribado sobre Puerto Darwin con un misil Blow Pipe -paradójicamente, de fabricación inglesa-, arma que ya probó su eficacia el pasado sábado al abatir a otros dos aviones británicos.

Por su parte, el comandante en jefe de la fuerza aérea -la "vedette" de esta guerra, sobre ella ha recaído hasta ahora el mayor peso de las acciones bélicas-, brigadier Lami Dozo, elevó a la Junta Militar un informe detallando el gran ataque aéreo llevado a cabo el pasado viernes contra la flota británica. En las operaciones intervino un total de 80 aviones argentinos Pucará, Mirage, Dagger y Skyhawk -los Super Etendard parecen mantenerse en reserva- y las pérdidas enemigas comprobadas por aviones de reconocimiento serían de tres fragatas destruidas -una de ellas, la 'Ardent', hundida, ha sido reconocida por Londres-, cuatro averiadas, un destructor dañado, cuatro helicópteros y cuatro Harrier derribados, cuatro barcazas de desembarco hundidas y cuatro dañadas. Sobre las pérdidas propias, Argentina reconoce el derribo de seis aviones y tres helicópteros.

En lo que se refiere a los combates terrestres, fuentes militares argentinas señalaban el sábado que los británicos sólo había logrado poner en tierra a 400 hombres que estaban siendo "diezmados sistemáticamente". Sin embargo, ayer los comentarios fueron más prudentes. Un portavoz militar manifestó que "la neutralización de los efectivos enemigos desembarcados en San Carlos puede llevar algún tiempo" aunque insistió en todo momento en que las fuerzas argentinas "mantienen todavía el control de la situación". El Estado Mayor Conjunto niega que sean 5.000 los hombres que la flota británica ha podido llevar hasta la cabeza de playa de San Carlos, aunque reconoce que están haciendo todo lo posible, especialmente al amparo de la noche, para reforzar sus posiciones e "inyectar" más hombres y equipo en su "reducido sector". Lo escarpado del lugar y las adversas condiciones climatológicas están dando lugar, según informes de mando argentino en las islas, a que los combates que se están llevando a cabo tengan lugar en condiciones de extrema dureza.

Los informes que llegan del teatro de operaciones no descartan la posibilidad de nuevos intentos de desembarco británicos en otros sectores del archipiélago, pero siempre tendrían lugar éstos, se asegura, a cambio de graves pérdidas, como ocurrió con el asalto a la bahía de San Carlos. La superioridad aérea argentina sigue siendo manifiesta, señalan los observadores, y únicamente el mal tiempo reinante es el aliado con el que pueden contar los británicos para contrarrestar sus mortíferos efectos, ya que con cielo de nubes bajas y tormenta los aviones argentinos no pueden operar. Es posible que las tropas desembarcadas estén actualmente intentando construir en San Carlos una pista apropiada para los aviones Harrier que les permitiría gozar de apoyo aéreo en sus combates terrestres; pero aun así, esa pista seguiría siendo vulnerable a las incursiones aéreas enemigas. En definitiva, el árbitro de las acciones que tengan lugar en las próximas horas o días va a ser el factor meteorológico. Con buen tiempo, el dominio del aire seguirá estando en manos de los pilotos argentinos. Con mal tiempo, los británicos podrían intentar nuevos desembarcos e, incluso, un avance en dirección a Puerto Argentino. Eso, naturalmente, si logran superar las operaciones de contención y acoso que las fuerzas terrestres argentinas aseguran van a lanzar en las próximas horas.

http://www.icorso.com/hemeroteca/PUEBLO/PDF/ATACAR%20Y%20CONTRAATACAR.pdf

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