11 mayo 1982

Combate naval

Pueblo, 11 de mayo de 1982

Buenos Aires (de nuestro enviado especial, Arturo Pérez-Reverte)

Llegan noticias aquí de que el Ministerio de Defensa británico ha informado que durante la noche pasada un buque de superficie argentino se enfrentó con fuego de artillería con uno de los navíos ingleses cercanos a las islas Malvinas dentro de la zona de bloqueo. El Ministerio añade que, tras el encuentro, se informó de una gran explosión en las proximidades del objetivo.

En efecto, noticias de Buenos Aires señalan también que una potente explosión en el mar fue escuchada desde varios puntos de la zona del conflicto, creyéndose que sea debida al estallido de un barco que pudiera haber sido alcanzado por un torpedo. Ayer, mientras en Nueva York proseguían los contactos diplomáticos secretos encaminados a buscar solución al conflicto de las Malvinas, los cañones volvieron a tronar en el Atlántico Sur. Buques de guerra británicos se acercaron otra vez a la costa en las cercanías de Puerto Argentino, realizando ataques contra las posiciones defensivas y contra el aeropuerto por segundo día consecutivo.

En Buenos Aires, el Estado Mayor conjunto ha facilitado sólo unos minutos antes de redactar esta crónica el primer parte militar sobre los combates registrados ayer en las Malvinas. Según el texto oficial, los ataques británicos fueros dos, uno a las 2:07 horas de la madrugada, prolongado hasta las 3:00 y otro iniciado a las 10:00 horas, de quince minutos de duración. El comunicado, con el recio laconismo militar que caracteriza a todos los partes oficiales argentinos, y que es causa de desesperación casi continua para los enviados especiales que cubrimos la guerra, concluye señalando que “fuerzas propias repelieron a las agresoras”, fórmula también habitual, pero sin especificar de qué tipo eran aquéllas ni si se registraron bajas propias en la acción. Fuentes militares oficiosas consultadas por este enviado especial señalan, sin embargo, que aunque no hay constancia de pérdidas humanas, las instalaciones del aeródromo militar de Puerto Argentino, vitales para la defensa del archipiélago, pueden estar sufriendo “considerable daño”.

Quien sí ha facilitado hace unas horas la relación completa de sus bajas desde el comienzo de las hostilidades ha sido la Fuerza Aérea argentina. En un comunicado que acaba de llegar a mis manos –aquí el puesto de combate más avanzado al que podemos acceder los periodistas es la fotocopiadora de la sala de Prensa– se especifica que un capitán, siete cabos y dos soldados muertos, cuatro tenientes desaparecidos –presumiblemente aviadores derribados sobre el mar– y dieciocho heridos. Por otra parte, la Marina confirma que los últimos supervivientes del naufragio del 'Belgrano' han sido rescatados, totalizando más de setecientos hombres la lista de los salvados. Al resto, exactamente 273, se los ha tragado el mar.

En el teatro de operaciones en torno a las Malvinas, la situación se considera en las últimas horas como extraordinariamente tensa. Y esta tensión se ha visto agravada por la nueva medida de presión británica, al declarar Londres una nueva zona de exclusión aérea de cien millas alrededor de la isla atlántica de Ascensión, convertida en gigantesca base logística de cara al asalto de las Malvinas.

Precisamente se ha sabido en Buenos Aires que el transporte de tropas 'Canberra' con 2.500 soldados británicos más a bordo, ha llegado ya a la zona de guerra con cinco lanchas de desembarco, escoltado por las fragatas 'Argonaut' y 'Ardent'. Todo ello hace pensar que Gran Bretaña cuenta ya en el sector de operaciones con efectivos suficientes para lanzarse al asalto.

De hecho, es posible que las operaciones previas a ese desembarco hayan comenzado ya. A las acciones de “ablandamiento” de la escuadra británica viene a sumarse el rumor –no confirmado ni aquí ni en Londres– de que comandos ingleses del “Special Boat Squadron” (SBS) de Royal Marines, que habrían desembarcado secretamente hace unos días en algunos lugares desiertos del archipiélago para misiones de reconocimiento, podrían haber recibido ya la orden de iniciar las incursiones contra depósitos de combustible, baterías antiaéreas y puntos clave del dispositivo enemigo. De ser así, el asalto a las playas podría tener lugar a lo largo de la semana, aunque no es descartable que el rumor haya sido propagado por los propios británicos para distraer tropas argentinas y crear inquietud en los defensores. Lo único cierto es que nadie sabe aquí qué es lo que está ocurriendo exactamente allí abajo.

La verdad es que, en el conflicto de las Malvinas, las diversas fases están transcurriendo hasta ahora con la monótona precisión de un reloj suizo, o quizá sería más exacto decir que con la precisión del Big Ben. Incursión aeronaval. Hundimiento de algo. Tregua tácita. Guerra de comunicados de Londres y Buenos Aires; todo ello, con el telón de fondo de los contactos para buscar la paz que se llevan a cabo en Nueva York. Después, nueva acción armada… y vuelve a repetirse otra vez todo el proceso. Así estamos desde hace diez días y podemos seguir estando bastantes más. Ello, naturalmente, a menos que Gran Bretaña decida de una vez por todas lanzar sus tropas al asalto y se disipen las dudas sobre el desenlace de esta historia.

Lo cierto es que, hasta el momento, la guerra de las Malvinas ha conocido más batallas psicológicas que reales. Salvo contadas excepciones la mayor parte de los sucesos fueron ataques e incursiones contra objetivos específicos. Pero en ningún momento –excepto cuando la aviación argentina respondió al hundimiento del 'Belgrano' con el ataque masivo contra la flota británica, que se saldó con la destrucción del 'Sheffield'– se han dado en el Atlántico sur acciones que podríamos llamar de guerra generalizada. Aquí y en Londres se está combatiendo más a través de los medios de difusión, y mientras, Argentina acusa al enemigo de piratería internacional y de ejecutar acciones alevosas y sostiene, de paso, que está rechazando contundentemente ataques e intentos ingleses. Gran Bretaña fomenta sus aires de superioridad anglosajona, asegura que los “argies” están jugando de farol, jura que sus Harrier no ametrallan más que objetivos militares y promete que, en cuanto lleguen los refuerzos, se va a comer las Malvinas sin pelarlas siquiera.

¿Quién miente? Seguramente, como en todo conflicto que se precie de tal, ambos bandos mientan un poco y den otro poco de verdad. Por ejemplo, Argentina ha dicho que la aviación británica ha usado bombas Beluga contra el aeródromo de Puerto Argentino, lo que es cierto. Pero ha añadido que este tipo de bombas se inscribe entre las armas prohibidas que violan el espíritu de la convención de Ginebra, lo cual es inexacto, ya que la Beluga –un contenedor que riega de pequeñas bombas una amplia zona– es artefacto altamente mortífero, pero del tipo “convencional”. Otro ejemplo: aunque el Estado Mayor conjunto se apresuró a comunicar a los periodistas el hundimiento del 'Narwal' por aviones británicos, dejó en el aire ciertos equívocos sobre el número de tripulantes muertos y vivos, así como si la misión de este pesquero era civil o militar. Y a pesar de haber emitido inmediatamente serias protestas internacionales por el ataque, no se ha molestado hasta ahora en confirmar o desmentir la afirmación británica de que sólo hubo un muerto y de que los tripulantes –“apresados” y no “rescatados”, según Londres– se encuentran a bordo de un buque inglés.

En esta guerra de intoxicación psicológica –que sin duda está ganando Buenos Aires, a causa de las frecuentes metidas de pata del Gabinete de Margaret Thatcher y, sobre todo, porque la opinión internacional sabe perfectamente a quién pertenecen las Malvinas–, tampoco Londres puede ir por la vida con la cabeza muy alta. Todos recordamos aún las afirmaciones británicas durante los primeros días de acciones armadas, en el sentido de que no se habían registrado bajas propias. Sin embargo, ayer, la televisión argentina emitió un interesante documental rodado durante los dos primeros días del conflicto, en el que no sólo se veían aviones Harrier con la escarapela británica en las alas sino también el entierro, con honores militares a cargo de las tropas argentinas, del piloto muerto. Y aunque aquí se tiene constancia del derribo de varios aviones de la Royal Navy, Londres no reconoce pérdidas más que varios días después, y eso con cuentagotas.

http://www.icorso.com/hemeroteca/PUEBLO/PDF/COMBATE%20NAVAL.pdf

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