21 mayo 1982

Es la hora de los cañones

Pueblo, 21 de mayo de 1982

Si el ataque británico no se había iniciado todavía a la hora de redactar esta crónica, es posible que el retraso se deba al fuerte temporal que está batiendo el Atlántico sur en torno a las Malvinas, con olas de cinco metros y vientos de hasta 40 nudos. Esas terribles condiciones climáticas pueden ser la causa de que la flota británica se mantuviese todavía en la tarde de ayer capeando una tormenta que hacía muy peligroso el despegue de aviones y helicópteros y mucho más operaciones de desembarco y acciones bélicas contra objetivos concretos. 

Porque de lo que ya no hay duda aquí es de que los ingleses vienen. Nadie se hace ilusiones en Argentina sobre las intenciones del gabinete Thatcher, y todo el mundo es consciente en este país de que, rota la negociación, ya no queda otro camino que pelear. “Argentina -señalaba ayer un portavoz oficial- no puede hacer más concesiones ni ser más flexible de lo que ha sido en sus intentos por hallar una solución pacífica al conflicto. Hacer más concesiones supondrá ya volver a la situación anterior restableciendo la administración británica sobre las islas. Y no es para eso para lo que han muerto centenares de argentinos y estamos dispuestos a morir cuarenta mil más”.

Como se ve, las cosas están claras por esta tierra. Las tropas argentinas atrincheradas en las Malvinas y en la costa patagónica siguen con las armas a punto en estado de máxima alerta, esperando la acometida. Todos están de acuerdo en que Gran Bretaña va a encontrar en las Malvinas un hueso duro de roer, y se confía especialmente en la aviación -que tan importante papel ha desempañado hasta ahora, recayendo sobre ella el peso de las operaciones- como punta de lanza frente al intento de desembarco británico. Ayer, un alto oficial de la Armada, aseguraba a este enviado especial que "desembarcar, van a intentarlo. Quizá si echan toda la carne al asador a lo mejor pueden llegar a quedarse en las islas, eso ya lo veremos. Pero le aseguro que van a pagar un precio tremendo, endiabladamente atroz, por cada palmo de terreno que logren arrancarnos". 

En otro orden de cosas el Gobierno argentino ha decretado la "congelación" de todos los bienes británicos en el territorio nacional o en lugares sometidos a su jurisdicción, aunque esa disposición no afecta a los súbitos británicos residentes permanentes en Argentina, "siempre que no incurran en actividades que pongan en peligro la economía nacional o la capacidad productiva del país". Esta medida, según el ministro de Economía, es "simétrica a la adoptada por Gran Bretaña, pero más amplia".

http://www.icorso.com/hemeroteca/PUEBLO/PDF/EL%20LA%20HORA%20DE%20LOS%20CANONES.pdf

No hay comentarios:

Publicar un comentario