Francisco Correal - Diario de Sevilla - 06/09/2025
Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) trabajó durante más de veinte años como corresponsal de guerra. Hace cincuenta años, en plena agonía del general Franco, al reportero se le pierde la pista cuando informaba desde el desierto del Sáhara en pleno desarrollo de la Marcha Verde. Su capitán Alatriste lo ha superado con creces. El veterano soldado de los tercios de Flandes ha aparecido casi treinta años después de su primera presencia en las librerías.
El bautismo de imprenta fue con unas palabras que muchos de sus lectores todavía recuerdan casi de memoria: “No era el hombre más honesto ni más piadoso, pero era un hombre valiente”. Ese primer libro tiene la particularidad de que lo escribió con su hija Carlota, que tenía trece años, estudiaba octavo de EGB, “lectora voraz, aficionada a la arqueología, las aventuras de capa y espada, Sherlock Holmes y los viejos folletines de misterio”. Esta niña, que ya ha cumplido los cuarenta, es la que hizo la investigación histórica y reconstruyó los escenarios del Madrid de los Austrias. Era según su padre la que aportaba el punto de vista de Íñigo Balboa, el joven paje del capitán Alatriste.
Este capitán, que llegó al cine encarnado por Viggo Mortensen, con la dirección de Agustín Díaz Yanes, se inscribió en los Tercios del Tiempo para pasar del siglo XX al XXI; para viajar desde los tiempos de Aznar hasta los de Pedro Sánchez con esta octava entrega, 'Misión en París'. Los siete anteriores vieron la luz reinando en España Juan Carlos I, hoy en el destierro de Abu Dhabi. Este último hace un pasaje capicúa desde estas historias de los soldados fieles a Felipe IV hasta el reinado de Felipe VI.
María José, mi mujer, se los ha leído todos y ya le ha hecho hueco a 'Misión en París' junto a sus siete hermanos mayores, amén del estudio histórico y literario y lo que llama “Epopeya de un héroe cansado” publicado con las anotaciones de su amigo Alberto Montaner. Fueron apareciendo a la vez que la trilogía 'Tu rostro mañana', de su amigo Javier Marías (1951-2022), compañero de la Academia de la Lengua y nacido el mismo año que el creador literario del Capitán Alatriste, apellido del escritor, diplomático y promotor cultural mexicano Sealtiel Alatriste, al que le dedicaba una de las entregas.
Son casi tres mil páginas de aventuras en el Siglo de Oro. Cuando apareció el primero, mis hijas tenían Andrea cinco años y Carmen, la que nos ha hecho abuelos, dos añitos. Algunos de los libros están dedicados por el propio Arturo. En el quinto, 'El caballero del jubón amarillo', escribió “a María José, que lo lee, y a Andrea y Carmen, que lo leerán (espero)”. Ese libro lo llevaba mi amigo Javier Castro, camarero de El Rinconcillo, atravesando el Jueves por la calle Feria el mismo día que vi a Arturo Pérez-Reverte mirando los puestos del mercadillo que se colocan en la calle Conde de Torrejón.
El sexto, 'Corsarios de Levante', se lo dedica a los dos mosqueteros de su particular Club Dumas: “a Juan Eslava Galán y Fito Cózar, por el Nápoles que no conocimos y los bajeles que no saqueamos”. El primero ya no vive en Sevilla, donde era profesor de Inglés en un instituto del Polígono de San Pablo cuando le dieron en Planeta en 1987 por 'En busca del unicornio'. Dejó la casa de Alameda donde rodaron una película y de la que contaba cuando presentó 'Señorita' que la había visitado Queipo como prostíbulo; se fue a Barcelona con sus hijas y ahora vive en Madrid, conde-duque de Arjona. Rafael de Cózar nació en 1951, el mismo año que Marías y Pérez-Reverte. Su Howard Carter cada vez que venía a Sevilla. Murió intentando salvar los libros de su biblioteca de Bormujos.
Si uno se fija bien, ve a Alatriste entre los soldados del cuadro de Velázquez 'La rendición de Breda'. En 2011, meses antes de que Mariano Rajoy llegara a la Moncloa, el capitán soltó el brazalete en términos futbolísticos. Pero su autor lo ha rescatado, dice que por venganza de sus lectores. La penúltima entrega se titula 'El puente de los Asesinos'. Parece una novela de Dashiell Hammett. En el capítulo titulado "El arsenal de Venecia" uno de los personajes dice: “Necesitamos un sitio público y discreto a la vez”. “El puente de los Asesinos”, le responden, “con la taberna y sus dos entradas, es perfecto”. Aguardé la cola del teatro Lope de Vega al final del encuentro de los tres amigos en el escenario con una botella de manzanilla. Después compartí con ellos una cerveza en La Raza, no cabe mejor nombre para un viejo soldado del tercio de Flandes que ese bar del 29 inspirado en versos de Rubén Darío: “Ínclitas razas ubérrimas / sangre de Hispania fecunda”. Ese libro, la penúltima entrega, está dedicado a mi mujer por los tres: Cózar, Eslava y Pérez-Reverte.
Alatriste se encuentra con Quevedo en Orleans para viajar hasta París, donde les espera una misión secreta ideada por el conde-duque de Olivares. Don Gaspar y Quevedo acompañaron a Felipe IV en el viaje de varios meses que la primavera de 1624 hizo por Andalucía. Un viaje en el que no les acompañó Velázquez, que acababa de incorporarse a la corte de dicho monarca. Tres siglos después, París acogió los Juegos Olímpicos. Yo hice tres viajes literarios a la capital francesa ese año: con Chaves Nogales ('La agonía de Francia'), con Buero Vallejo ('El concierto de san Ovidio') y con el libro de Antonio Cascales 'Los puentes de Europa'. Cada uno de ellos (París, Londres, Florencia) encerraba un enjambre de novelas.
Ocho novelas y la Epopeya de un héroe cansado. Una acción que se iniciaba en la Taberna del Turco, el mismo nombre de la calle en la que tuvo lugar el atentado contra el general Prim una semana después de la muerte de Bécquer, en vísperas de la llegada a Sevilla de Amadeo de Saboya. Diego Alatriste y Tenorio ya tiene más quinquenios como corresponsal de guerra que Arturo Pérez-Reverte.
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