Luis Miguel Pérez Adán - La Verdad - 06/09/2025
Esta semana, tras catorce años de silencio, el cartagenero Arturo Pérez-Reverte vuelve a poner en marcha a su célebre capitán Diego Alatriste con una nueva entrega titulada 'Misión en París'. La noticia no es menor: hablamos de la octava novela de una saga que se inició en 1996 y que convirtió al soldado de los Tercios en icono literario de la España del Siglo de Oro. El regreso del personaje brinda la ocasión perfecta para revisar un aspecto apenas explorado: la relación entre Alatriste y Cartagena, la ciudad natal del propio Pérez-Reverte, que aparece en la saga tanto en forma de guiños literarios, en el ficticio Tercio Viejo de Cartagena, como en referencias reales al puerto de nuestra ciudad. Esa conexión, más sentimental que documental, merece ser destacada justo ahora que el capitán vuelve a cabalgar en la imaginación de todos sus lectores.
Hablar del capitán Diego Alatriste y Tenorio es hablar de uno de los personajes más sólidos y reconocibles de la narrativa española contemporánea. La saga ha trascendido las fronteras de la literatura para instalarse en el imaginario popular como símbolo de una España de acero y penuria, de valentía y derrota.
Pérez-Reverte no deja al azar la geografía de su personaje. Cartagena aparece en sus páginas de forma velada, indirecta, pero firme, a través de dos vías: la invención del Tercio Viejo de Cartagena, que otorga a la ciudad un lugar en la epopeya de Flandes, y la mención explícita de la ciudad mediterránea en 'Corsarios de Levante'. Este doble recurso no es casualidad: es un guiño consciente del autor a su ciudad natal, un homenaje literario que inserta a Cartagena en la gran narrativa de los Tercios.
El lector atento descubre pronto que Alatriste sirvió en un tercio bautizado como «de Cartagena». En 'El capitán Alatriste' se menciona que «el Tercio de Cartagena llegó a Nieuport al anochecer», situando a la unidad ficticia en el corazón de la guerra de Flandes. En 'El sol de Breda', en plena narración de Íñigo Balboa, resuena la orden: «¡Tercio de Cartagena!... ¡Alto!», integrando al cuerpo en la batalla que inmortalizaría Velázquez en su famoso lienzo de 'Las lanzas'.
Más tarde, en 'El oro del rey', los veteranos recuerdan «el motín del tercio viejo de Cartagena frente a Breda» y se habla de un tercio «temporalmente reformado». Y en 'El caballero del jubón amarillo' se consigna en la hoja de servicios del propio Íñigo: «Mochilero en el tercio viejo de Cartagena...». Así, a lo largo de cuatro novelas, Cartagena adquiere protagonismo bajo la forma de un tercio inventado, pero presentado con el mismo realismo y detalle que los históricos.
El propio Pérez-Reverte ha confesado que este tercio es una creación novelesca, inexistente en la documentación de época. Sin embargo, su inclusión responde a un propósito claro: Cartagena, ciudad con tradición militar y naval, merecía figurar en el elenco. El artificio literario convierte a nuestra ciudad en bandera de una de esas unidades que forjaron la leyenda de los Tercios de España.
La presencia cartagenera se refuerza en 'Corsarios de Levante'. Allí, al narrar una de las campañas navales en galeras, se menciona que navegaban «tres galeras españolas entre Cartagena y Orán». Esta vez, la referencia no es ficticia: Cartagena aparece como puerto real del Mediterráneo, estratégico en las comunicaciones con el norte de África.
Además, entre las naves que cita el narrador figuran la Cruz de Rodas, la Mulata y la Caridad Negra. Este último nombre no es casual: Pérez-Reverte confirmó que se trata de un guiño directo a Caridad la Negra, la mítica prostituta del barrio del Molinete en Cartagena. Una broma culta y cómplice que el autor desliza en la saga como homenaje íntimo a la mitología popular de su ciudad.
La presencia de Cartagena no se limita a Alatriste. En su producción narrativa y periodística, la ciudad aparece de forma recurrente. En 'La carta esférica' (2000), Cartagena es punto de referencia en la historia naval mediterránea y puerto de paso en la trama de marinos y tesoros sumergidos. En 'El asedio' (2010), aunque la acción principal se desarrolla en Cádiz, Cartagena es evocada como ciudad de astilleros y base militar. En artículos de 'Patente de corso' y en entrevistas, Pérez-Reverte ha insistido en su memoria personal de la ciudad portuaria, en la dureza de sus barrios, en la impronta de sus arsenales y en la fuerza de su identidad marinera.
Incluso en 'La piel del tambor' (1995), centrada en Sevilla, o en 'Hombres buenos' (2015), ambientada en el viaje a París de dos ilustrados, aparecen referencias tangenciales a la tradición mediterránea y naval de Cartagena. Y en su monumental Historia de España contada a través de sus mapas (2021), Pérez-Reverte vuelve a situar a Cartagena en el mapa estratégico de las grandes rutas marítimas y por no alargarnos más lo dejamos aquí.
¿Por qué este empeño en dar a Cartagena un lugar en su literatura? La respuesta es clara: porque Pérez-Reverte no olvida sus raíces. Nacido en Cartagena, el escritor sabe que su ciudad es un cruce de culturas, una plaza fuerte, un puerto militar de primera magnitud desde tiempos de Aníbal. Incorporar a Cartagena a la saga de Alatriste significa colocarla en la primera línea de la historia épica de España.
El Tercio Viejo de Cartagena puede no haber existido en los archivos, pero existe en la memoria de millones de lectores en todo el mundo. Y Cartagena, puerto real y tangible, se cuela en las páginas de las galeras de 'Corsarios de Levante'. En definitiva, Alatriste también es cartagenero, porque su creador así lo quiso. Y en cada guiño, desde el ficticio tercio hasta la traviesa Caridad Negra se adivina la mano de un escritor que no renuncia a rendir tributo a la ciudad que lo vio nacer.
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