19 octubre 2022

Entrevista con Pablo Motos en 'El hormiguero'

J. F. Borrell - marca.com - 19/10/2022

La música, tras la visita este lunes del cantautor Álvaro Soler, ha dejado paso este martes en 'El hormiguero' a la literatura con la presencia en el plató del espacio que conduce Pablo Motos del escritor Arturo Pérez-Reverte. El novelista, con más de veinte millones de lectores en todo el mundo, presentará su nueva novela, titulada 'Revolución', que salió a la venta el pasado 4 de octubre. El cartagenero traslada al lector en esta nueva aventura a la revolución mexicana que tuvo lugar a principios del siglo XX en la que se verá inmerso Martín Garret, un ingeniero de minas español. "Es una novela de aventuras, eminentemente de aventuras", ha afirmado Pérez-Reverte en primer lugar sobre 'Revolución'. 

El escritor de la Región de Murcia ha contado cómo surgió el argumento de la novela. "Las novelas van contigo. Las novelas se escriben en un año, pero te acompañan toda la vida. Se va gestando con la infancia, con la lectura, con lo que vives, con lo que imaginas, con lo que sueñas... Con todo. Y esta arrancó porque cuando era pequeño tenía un bisabuelo que era ingeniero de minas y su mejor amigo fue a trabajar a México y le pliló la revolución. Entonces le mandaba cartas a mi bisabuelo en las que le hablaba de Pancho Villa. Y yo de pequeño oí hablar de eso, se me quedó en la cabeza, y con el tiempo fui comprando libros, leyendo, cuando viajé a México pregunté y al final un día esa larga gestación terminó en una novela", ha subrayado. Pérez-Reverte ha confirmado que siempre va a la caza de historias para posteriormente escribir sus novelas. "Está el escritor cazador y está el escritor recolector, y yo soy cazador. Recolector es el que está en su casa, sentado, en su mundo interior, creando novelas, estupendas y respetables a menudo. Y cazador es el que sale fuera en busca de piezas para el zurrón: una sonrisa, una voz, una mirada, una música, una historia, una película, una puesta de sol, una persona... Lo que sea. Y lo va echando al zurrón, y un día todo eso toma forma en torno a una novela", ha apuntado el novelista.

A continuación, Pérez-Reverte ha contado que participó en el asalto de un banco en África. "Es absolutamente cierto. Ocurrió el 4 de abril de 1977, cuando yo tenía 25 años, en Tesenei, en Eritrea. Yo estaba con los guerrilleros eritreos, que tomaron la ciudad y después asaltaron el Banco Comercial de Etiopía. Volaron la caja fuerte, mataron a todo el mundo y sacaron el dinero", ha narrado el que fuera corresponsal de guerra durante más de dos décadas, entre 1973 y 1994. El relato ha impactado a Pablo Motos. "Bueno, es que en la guerra matan a la gente", ha resaltado el invitado, a quien el presentador de 'El hormiguero' ha preguntado a qué huele la guerra. "La guerra huele a plástico quemado y a carne que se pudre. Es un olor que se te queda, no se te va. Todavía ahora lo reconocería porque lo tengo en la cabeza", ha contestado.

En 'Resurreción' [sic], Pérez-Reverte describe el valor de la gente que va a morir, y Pablo Motos le ha interrogado si tendría ese coraje en esa situación. "Me pasó una vez en Nicaragua, en el mismo sitio donde habían matado dos días antes a Bill Stewart, un periodista estadounidense. Me pararon, me pusieron contra un muro y un somocista me apuntó a la cabeza con un fusil israelí. Y en ese momento pensé que qué pena terminar allí con veintipocos años con un tío que no sabía como se llamaba matándome y... bueno, mi trabajo era eso", ha respondido el también miembro de la Real Academia Española desde 2003, que ha confesado que tuvo pena, no miedo: "El miedo lo tienes antes y después, durante no. Durante es el momento de la confusión, y en ese momento no tienes un sentido del miedo", ha agregado.

El periodista ha dejado claro que ser corresponsal de guerra era su forma de ganarse la vida. "Era un trabajo. Ahora tengo 71 años y no sé cómo actuaría ahora, pero era un trabajo y éramos profesionales. Eso formaba parte de lo diario, estábamos adiestrados para eso. Hacíamos bien nuestro trabajo. Íbamos allí, teníamos buena forma física, aguantábamos... No sé, era una manera de... Pero eso te deja una forma de ver el mundo, claro, con la que escribo novelas", ha aseverado Pérez-Reverte.

Pablo Motos ha querido saber qué cosas ha descubierto Pérez-Reverte con 71 años de la vida. "Que el mundo es un lugar peligroso, en el que cuanto más precavido estás y más formado estás para hacer frente a lo peligroso, tienes más posibilidades de sobrevivir. Yo llegué a mi primera guerra con 22 años y vi que no era como en las películas. Vi que la gente se comportaba de una manera diferente a como se comportaba en la vida normal. Allí descubrí que la violencia, la crueldad, el asesinato, el desastre del ser humano enfrentado al ser humano da lecciones muy interesantes. Comprendes cómo es la vida, cómo es el mundo, comprendes que el dolor, la muerte, la soledad o el fracaso son cosas normales", ha relatado el de Cartagena. "Aquí vivía en una burbuja, en un mundo civilizado de gente educada en el que los guardias eran buenos y los curas eran santos. Y allí vi que no, que el ser humano era de verdad. Para mí la guerra fue aprendizaje, fue una escuela donde aprendí, y me enganché a esa escuela", ha continuado.

"La violencia es que cualquiera de nosotros sometidos a una situación determinada podemos ser tan violentos, tan crueles, tan salvajes y tan despiadados como cualquiera", ha asegurado Pérez-Reverte cuando Pablo Motos le ha interrogado sobre si había aprendido algo de la violencia. "El día que comprendí que el ser humano es al mismo tiempo bueno y malo, descubrí que el mundo era un sitio mucho más interesante que el que a mí me habían contado de pequeño", ha añadido. "Pensamos que la ética y los valores morales de Occidente son exportables a todas partes y no es así. Hay lugares en los que esos valores morales no es lo principal y se imponen otras cosas", ha proseguido el escritor.

El conductor del programa de entretenimiento de Atresmedia que se emite de lunes a jueves en Antena 3 ha preguntado al novelista si cubrir guerras genera adicción. "A mí no me pasó, pero hay gente a la que sí. Julio Fuentes, que lo mataron en Afganistán, era un yonqui de la guerra. O Miguel Gil Moreno, que murió en Sierra Leona. Ellos necesitaban estar en la guerra. Yo era distinto, yo era alguien que miraba. Ellos la vivían, les hacía latir el corazón, necesitaban esa incertidumbre para vivir. Yo no, yo necesitaba esa incertidumbre para aprender, yo era un testigo, yo era un alumno, pero hay gente que se engancha a la guerra. Yo me enganché al aprendizaje. Yo detestaba la guerra, pero me fascinaban los seres humanos en la guerra", ha precisado Pérez-Reverte.

Pérez-Reverte ha destacado que en la guerra también hay tiempo para la diversión. "A veces necesitas dar salida a la tensión. Yo he visto sentar un cadáver en una silla y ponerle un cigarro en la boca y hacerse fotos porque acababan de pasar por un infierno y necesitaban algo que les sacara de ese infierno, que les hiciera reír. Por eso no hay juzgar lo que el ser humano hace en la guerra. Puedes juzgar las ideas, pero cuando te acercas al ser humano, está sometido a un montón de tensiones, de problemas, de angustias y no se le puede juzgar desde un sillón", ha declarado. "Es como cuando dicen asesinaron a un periodista en la guerra. A un periodista lo matan en la guerra, lo matan trabajando, no lo asesinan. Decir que a Julio Fuentes o a Miguel Gil Moreno los asesinaron es rebajar su trabajo. Ellos sabían qué estaban haciendo allí", ha continuado. "El mundo es un lugar peligroso, y hemos olvidado que lo es, pero la gente que está en contacto con esa realidad asume el iceberg del Titanic con más serenidad y dignidad que nosotros que no estamos acostumbrados", ha sentenciado el cartagenero.

A continuación, Pérez-Reverte ha manifestado que los jóvenes de Occidente no están preparados para lo que puede ocurrir en el futuro. "Estamos criando generaciones de jóvenes, ahora, en este momento, que no están preparados para cuando venga el iceberg del Titanic. Los hemos criado hiperprotegidos pensando que el mundo se soluciona tocando la pantalla táctil del móvil o enchufando un teléfono a un enchufe. Entonces, es un error porque les hemos quitado los mecanismos defensivos. La violencia es mala menos cuando tienes que defenderte, que entonces es buena. Cuando vienen otros que sí ejercen la violencia, para quien es natural, para quien el dolor, la soledad, el fracaso o la muerte son diarias, cotidianas, estamos en inferioridad de condiciones, y nos van a ganar. Estamos criando chicos demasiado confortablemente instalados en un mundo irreal. Y ese alejamiento de la realidad que otros en África, en América del Sur o en Asia sí conocen como realidad cotidiana, nos hace muy vulnerables. Estamos dejando chiquillos indefensos para el día de mañana", ha opinado.

Pablo Motos ha hecho referencia a una entrevista que el invitado de este martes concedió la semana pasada a okdiario en la que dijo que estamos en un final de época y que este mundo, tal y como lo conocemos, se muere. "Todo termina. Estados Unidos ya está yendo hacia abajo y nosotros también. Ahora vienen otros imperios diferentes, el islámico y el chino. No lo veremos porque eso tarda, pero Occidente, Europa, está acabándose. Nuestro concepto de la ética, de la moral, de la humanidad o de la solidaridad están siendo desplazados por otros conceptos diferentes. Por un lado está la desesperación de los pueblos emergentes africanos que quieren formar parte de la fiesta que ven en la televisión y por otro lado está la muy fría potencia asiática de China. Ante esas dos fuerzas tenemos muy pocas posibilidades porque nos hemos dormido en el buenismo, en el confort, en el creer que nuestra bondadosa mirada hacia el mundo bastaba para cambiar el mundo. Y no es así, es el mundo el que nos va a cambiar a nosotros, el que ya nos está cambiando", ha reflexionado Pérez-Reverte.

Pérez-Reverte ha sido muy crítico con las políticas educativas de las últimas décadas. "Si hubiera un juicio de Núremberg cultural como el que hubo contra los nazis para castigar a los culpables de que la educación en España se ha desmantelado, faltarían sogas para colgar ministros. Y hablo de los últimos 40 o 50 años", ha declarado. "Los niños tienen que poder ser ellos, con sus errores, con sus aciertos. Si uno es mal estudiante, que suspenda. Yo repetí tres cursos en bachillerato, me echaron de un colegio y no fue ninguna tragedia. No somos todos iguales. Hay niños inteligentes y niños que no lo son, hay niños trabajadores y niños que no lo son. Entonces no puedes tratar igual al niño brillante que el día de mañana puede ser quien esté tirando para hacer mejor el mundo para nosotros y al niño que se niega a estudiar o al que no tiene el talento suficiente. Por supuesto que todos tienen que tener las mismas oportunidades, pero luego al brillante estimúlalo y al que no es brillante ayúdalo, pero no intentes rebajar al brillante a la altura del mediocre porque entonces te los cargas a todos", ha proseguido el autor de 'Revolución'.

El segundo invitado de la semana ha ensalzado la importancia de las mujeres a lo largo de la historia. "Los grandes pasos, los grandes avances de un hombre, de un varón, en cuanto a comprensión del mundo, pasan siempre por las mujeres. Ellas tienen una información, hasta las tontas la tienen sin saber que la tienen, que es muy útil", ha dicho Arturo Pérez-Reverte. "He aprendido cosas muy importantes de las mujeres. La mujer tiene una manera de mirar, unos silencios, que el hombre no tiene. Los hombres somos ruidosos y fanfarrones y las mujeres, por razones históricas, han estado mucho tiempo calladas, las hemos obligado a estar calladas. Y esto las ha hecho desarrollar herramientas muy interesantes y una de ellas es la observación, y la lucidez fruto de la observación. Entonces, una mujer callada puede enseñarte más que diez hombres hablando. Y el día que descubrí eso comprendí que a las mujeres hay que mirarlas. Y el conocimiento al que se llega a través de ellas me parece muy importante", ha declarado para concluir

https://www.marca.com/tiramillas/television/2022/10/18/634efc75268e3e05328b45dc.html

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Arturo Pérez-Reverte y su "peligroso" desquite

Esther Mucientes - elmundo.es - 19/10/2022

'Revolución' es el libro que anoche fue a presentar Arturo Pérez-Reverte. Y sí, claro que habló del libro, pero como ya ocurriera en su última visita a 'El hormiguero', un libro lleva a otro, y a otra cosa, y a otra historia, y a un... ¿desquite?

Impacta mucho cuando alguien está hablando del dolor, del sufrimiento, del peligro, de la muerte, de la guerra... y no pierde en ningún momento la sonrisa ni el humor. Anoche en 'El hormiguero', Arturo Pérez-Reverte fue a hablar de su libro -la frase no es mía-, y la historia de Martín Garret Ortiz, el protagonista de su nueva novela, 'Revolución', llevó no sólo a hablar de su libro, que también, sino a un necesario desquite, a unas más que necesarias lecciones sobre la vida, la muerte, el mundo, la guerra, las mujeres, la educación y el final.

Si en la anterior visita a 'El hormiguero' Arturo Pérez-Reverte convirtió la entrevista en un toma y daca de golpes a todo y a todos, en esta ocasión fue una increíble y constante disertación del futuro que estamos construyendo, de las generaciones que estamos dejando y de lo que para Arturo Pérez-Reverte, con su mirada de "cazador", de observador, debería ser la comprensión del mundo. No sólo la comprensión del mundo, sino cómo vivirlo. Y, de nuevo, Arturo Pérez-Reverte reventando las audiencias. Su entrevista convirtió anoche al programa de Pablo Motos en lo más visto del día, con casi 3 millones de espectadores. Ahí queda eso.

Como en casi todos sus libros, 'Revolución' es una novela que parte de un hecho real que Arturo Pérez-Reverte ha vivido o, como en el caso de ésta, que su bisabuelo vivió. Es la historia de un joven español que en 1911 se va a México y se ve envuelto en la Revolución Mexicana. "Las novelas van contigo. Se escriben en un año, pero te acompañan toda la vida. Ésta arrancó porque yo tenía un bisabuelo que era ingeniero de minas. Conoció a un compañero que se fue a México y vivió la revolución y siempre le escribía cartas contándole lo que estaba viviendo, que luego mi bisabuelo y mi abuelo me contaban a mí".

El "cazador". Lo dice él, Arturo Pérez-Reverte, orgulloso, o sin estarlo, de que sus libros nazcan de una búsqueda, de una "caza" siempre en su cabeza. "Soy el escritor cazador (...). Esa sonrisa, esa voz, esa puesta de sol lo vas echando al zurrón, y un día toma forma de novela", afirmó. Pues el zurrón de Arturo Pérez-Reverte debe de estar tan lleno que ya no cabe ni una hormiga. Es la imagen de aquellas carteras antiguas, desgastadas, de nuestros abuelos y bisabuelos, en las que llevaban el tabaco, el almuerzo, el chisquero, el pañuelo y, algunos, hojas o cartas con historias, sus historias, las que ahora transforma en novela Arturo Pérez-Reverte, pero que antes convirtió en sostén y antes en una lección "que hemos olvidado". "Hay que tener asumido que el mundo es muy peligroso y que hay mucho hijo de puta, o muchos que se pueden convertir en un hijo de puta. Nuestros abuelos eso lo sabían. El ser humano antes sabía que somos frágiles en un mundo peligroso, y eso lo hemos olvidado". La sabiduría de la vejez que en estos tiempos cada vez es más necesaria, pero que en boca de Arturo Pérez-Reverte se convierte en inapelable. Porque para Arturo Pérez-Reverte la vejez no es sólo un conocimiento que el ser humano parece haber perdido, es también "pereza".

En un momento de la entrevista, Pablo Motos le preguntó si el hacerse viejo es la "ingravidez". Arturo Pérez-Reverte fue tajante: "No, la vejez es la pereza. Los años hacen que te distancies de ciertas pasiones, de ciertos impulsos". Pidió entonces a Pablo Motos que le dijera el nombre de alguna actriz muy famosa del momento. Pablo Motos le dijo Ana de Armas, nuestra Marilyn, y Arturo Pérez-Reverte, como en casi toda la entrevista, como en sus libros, puso un ejemplo que inmediatamente creó una imagen nítida de esa pereza. "Imagina que estás en un bar, se acerca Ana de Armas y te dice: "Hola, Pablo, me alegro de verte. ¿Me puedo sentar contigo?". A esta edad pensarías: "Uf, cogerme un taxi a las cuatro de la mañana... Mejor me voy a casa". La invitarías a la copa y te irías a tu casa. Si tuvieras 20 años menos...". 

¡Ay, las mujeres! Tan sabias para Arturo Pérez-Reverte como nuestros abuelos o bisabuelos, porque "la mujer, hasta las tontas, tiene una manera de mirar, unos silencios que el hombre no tiene. A la mujer, por razones históricas, la hemos mantenido callada, y eso la ha llevado a desarrollar unas herramientas impresionantes, entre ellas a observar. El día que lo descubrí entendí que a las mujeres hay que mirarlas".

Más allá de la anécdota, de las ganas que Arturo Pérez-Reverte asegura se pierden según vas envejeciendo, la entrevista del escritor en 'El hormiguero' caminó siempre por el mismo sendero. Es verdad que, gracias al trabajo de documentación de 'El hormiguero', Pablo Motos consiguió que Arturo Pérez-Reverte se convirtiera un poco -o un mucho- en una especie de abuelo cebolleta, del abuelo que relata sus experiencias. La historia es que las experiencias de Arturo Pérez-Reverte son, son... -hablando en plata- la hostia. Arturo Pérez-Reverte reveló como estuvo en el robo de un banco junto a los atracadores. "Fue en 1977, tenía 25 años, estaba con los guerrilleros eritreos, entraron en el banco, mataron a todo el mundo y yo iba con ellos". El silencio se hizo en el plató con la única compañía de la sonrisa de Arturo Pérez-Reverte, que pese a todas las durezas que contó anoche, no la perdió en ningún instante. "Me has dicho "mataron a todos", y no salgo de ahí", rompió la pausa Pablo Motos. La primera de muchas. Porque la historia del robo del banco, de los muertos, de las imágenes que tomó el escritor de aquellos guerrilleros rodeados del dinero, le llevó a la guerra. Arturo Pérez-Reverte ha estado en muchas, pero fue en aquella en la que un día le entregaron un kalashnikov y le dijeron: "Arturo, búscate la vida". Y se la buscó, se unió a otro grupo y marchó a Sudán, donde fue apresado. La mirada del "cazador".

Y es entonces cuando llegó la guerra a 'El hormiguero', pero no la guerra en su concepto político, territorial o institucional, la guerra en su más pura esencia. "En la guerra se mata a gente. La guerra huele a plástico quemado y a carne podrida. Es un olor que nunca se va. Si lo oliera lo reconocería". El mundo es peligroso, palabra de Arturo Pérez-Reverte, que cargó con dureza a ese buenismo que se ha instalado en la sociedad y que nos convierte en seres durmientes sin escudo con el que protegernos. Porque lo que la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte hizo anoche es empujar al escritor a mostrar el lado más cruel, pero también "más maravilloso", de la vida. Un lado olvidado, una realidad que la sociedad ha intentado ocultar, tapar, relegar a una esquina del ring, como si no fuera el púgil más fuerte. "El mundo es un lugar peligroso en el que cuanto más precavido estás más posibilidades tienes de sobrevivir. (...) En las guerras comprendes cómo es la vida y el mundo. Comprendes que el fracaso forma parte de la vida. A mí me criaron en una burbuja, y allí, en la guerra, descubrí la verdad. La guerra fue una escuela donde aprendí", sentenció. "La violencia es que tú, yo o cualquiera, sometidos a una situación determinada, podemos ser tan salvajes y tan despiadados como necesitemos", continuó. Y, de nuevo, la imagen: "Enciérranos a todos en este plató, quítanos el agua, la comida... Seríamos el infierno. El día que entendí eso, que el ser humano es bueno y malo, descubrí que el mundo es mucho más interesante, pero hay que ser humilde y preguntar por qué ha matado a ese prisionero. Yo he visto a guerrilleros entrar en una casa y disparar sin más. Y cuando ha terminado de disparar y ha matado al hombre que estaba en esa casa, he preguntado por qué: "Porque no sé si lleva una granada que me pueda matar". Y eso es la guerra". 

No es difícil entender lo que Arturo Pérez-Reverte quería trasladar anoche en 'El hormiguero', pero ese olvido de lo cruel y lo peligroso que es el mundo lleva a que relatos como éste no sean aceptados. "He visto a tíos coger un cadáver, sentarlo, ponerle un cigarrillo en la boca y hacerse fotos. ¡Un horror! Pero hay que entender ese momento. Un ser humano sometido a muchas presiones, tensiones, la muerte... No puede juzgarse desde una silla (...). El mundo es un lugar peligroso y hemos olvidado que lo es. Estamos criando generaciones de jóvenes que no están preparados para cuando venga el iceberg del Titanic. Es un error porque les hemos quitado los mecanismos defensivos. Cuando vengan otros que ejercen la violencia, estaremos en inferioridad de condiciones. Estamos criando chicos confortablemente instalados en la comodidad". La burbuja, los padres helicóptero, la sobreprotección, ¿la educación?

Anoche Arturo Pérez-Reverte no venía a meterse en ningún charco. Ni venía para eso ni quería. En bastantes se mete cada vez que escribe algo en las redes sociales, concede una entrevista o escribe una columna. Una de las últimas polémicas fue por una columna en la que el escritor arremetía con dureza sobre la educación que se estaba ofreciendo a las nuevas generaciones. Hablaba de los juicios de Núremberg, de sogas, de ministros, de Educación... Recibió miles de críticas, también de miembros del PSOE. Pablo Motos se lo sacó a relucir con más emoción la del presentador que la de Arturo Pérez-Reverte que, sin perder la sonrisa, no estaba muy por la labor de volver a mojarse los pies. ¿La pereza? Pero es difícil esconder la esencia de uno mismo, es difícil obviar las ansias de desquite. "(...) Es que no quiero meterme en jardines, pero... un chiquillo o chiquilla tiene que poder ser él mismo. Con sus errores, con aciertos. Sí uno es mal estudiante, pues que suspenda. Yo repetí tres veces en bachillerato. Es que todos no somos inteligentes. No puedes tratar igual al niño inteligente, que en el futuro tirará del carro, que al que no lo es. Premia al brillante, y al que no lo es ayúdalo, pero no rebajes al brillante a la altura del otro, porque te lo vas a cargar". Y le caerán, otra vez, por todas partes, porque sí que entró en el jardín. Pero Arturo Pérez-Reverte lo dejó bien claro: no es porque ahora gobierne el PSOE. Lo suyo con la educación es con todos. "En esto le tengo manía a todos". Por si acaso.

Y la sonrisa, esa sonrisa que le acompaña siempre, anoche también, pese a que lo que contó se la quitara de un plumazo a muchos. Puede sonar agorero, trágico, pero eso no es lo que quería Arturo Pérez-Reverte, quería que se viese una realidad, tal cual es la realidad, sin que lo políticamente correcto, sin la burbuja, sin la protección. Había que pincharla. "Echo de menos mirar el mundo con más inocencia y más esperanza. Sé que cada Titanic tiene su iceberg. Sé que cada avance técnico lleva un desastre incorporado. Sé que el desastre forma parte de la vida. No voy amargado, pero voy sabiendo que hay desastres. Y lo asumo. Mi único apostolado es que los que conozco y quiero asuman las reglas del juego, que son duras, pero que pasan. Qué es un mundo peligroso pero que es maravilloso". Continuará...

https://www.elmundo.es/television/momentvs/2022/10/19/634f9b69e4d4d859168b4580.html

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Análisis de Hemato sobre el análisis de Pérez-Reverte sobre el sistema educativo

El Hematocrítico - revistagq.com - 19/10/2022

Todavía estaba en la cama cuando mi primer vistazo a Twitter me reveló que anoche se había perezreverteado pero bien. Arturo Pérez-Reverte, académico de la lengua y número uno de la lista de libros más vendidos de este país con su última novela, era también el número uno en los "trending topics" por una entrevista que le habían hecho ayer en 'El hormiguero'. En concreto, se había hecho viral un fragmento titulado “El análisis de Pérez-Reverte sobre el sistema educativo”. Leyendo las reacciones me di cuenta de que estaba ante un análisis rompedor y revolucionario. Los comentarios pedían que este vídeo fuera obligatorio en todas las facultades de Magisterio de España. Que hicieran a Arturo ministro de Educación.

Así que me hice el café y me lo puse. Lo primero que me sorprendió es que entré a tope en su discurso. Completamente de acuerdo. “Un niño, una niña, tienen que aprender a ser ellos. Con sus errores y con sus aciertos”. Absolutamente certero en su arranque, cien por cien es así. No a todos los niños se les da bien no interrumpir en clase, cantar o jugar al fútbol. La educación diferenciada, centrada en las necesidades de cada individuo, supone un arranque irreprochable. ¿Me habré vuelto yo revertiano? ¿Empezaré a referirme a él como “Don Arturo”? La alegría me duró hasta el segundo 0:44 del vídeo, cuando suelta un: “Tú no puedes tratar de la misma manera al niño brillante, que puede ser el que el día del mañana esté tirando de la locomotora del carro de la vida (sic), que al que se niega a estudiar o al que no tiene el talento suficiente. Todos deben tener las mismas oportunidades, eso es la igualdad. Pero, una vez dentro del sistema, al brillante prémialo, apóyalo, anímalo. Y al que no es brillante, ayúdalo. Pero no intentes rebajar al brillante a la altura del mediocre, porque entonces te los cargas a todos”. Termina con un bizarro: "Y cualquiera que tenga padres sabe de lo que estás hablando”. Me gustaría saber a qué se refiere exactamente cuando habla de un niño brillante. Pero, sobre todo, lo que me gustaría saber es: ¿quiénes tienen ese problema? ¿Dónde están esos supuestos estudiantes brillantes que sufren porque sus profesores los tratan como a sus compañeros más tróspidos? ¿Dónde es esto un problema, y a quién afecta?

En otro momento de su intervención, Reverte habla de cómo este sistema deja a algunos jóvenes desprotegidos frente a otros hipotéticos jóvenes que vendrán de otros sitios a matarnos, y pone como ejemplo el hecho de que, en Amazon, las linternas se enchufan y no van a pilas, por lo cual no estamos igual de preparados para la vida que los invasores. Ya sabes, esos supuestos asesinos que quieren liquidarnos. Yo creo que todos los niños deberían ser atendidos según sus necesidades. A lo mejor ese niño tan poco brillante puede ser atendido por uno de brillo fuertecito para que, con la tutoría entre iguales, el supergenio aprenda a trabajar en equipo, o el gozo que supone ayudar a los demás. También creo que debemos educar a nuestros hijos para que no vivan amargados o taciturnos. Que no se vuelvan unas personas cínicas y preparadas para un hipotético conflicto perpetuo, buscando en todas partes enemigos invisibles que amenacen nuestro modo de vida y justifiquen una existencia basada en echar bilis. Como, por ejemplo, los invasores, los que utilizan el lenguaje inclusivo o los que ponen a James Bond de paquete en una moto.

Yo creo que los jóvenes de hoy en día sí son como las linternas de Amazon. Porque se enchufan para recargarse, pero también valen para pilas. Y también pienso que Pérez-Reverte pertenece a una generación que, como cree que las linternas también se enchufan, entonces debe ser que ya no son para pilas. Por ello, deduce que nos vamos a la mierda. En realidad, es posible que no esté bien informado de cómo es en realidad el sistema educativo de España.

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Chavales, no vamos tan mal

Pablo Martín Ibáñez - pastoralsj.org - 19/10/2022

Arturo Pérez- Reverte se ha hecho viral –una vez más– tras su entrevista en el "late night" 'El hormiguero'. Su tesis es que hay toda una generación que ha vivido entre algodones. Españoles que ya no sabrían sobrevivir a las guerras ni a las catástrofes porque nos hemos acostumbrado a resolverlo todo «enchufando un aparato». Que sucumbiremos ante los peligros del mundo, porque somos blanditos y de baja intensidad.

Algo de razón tiene, claro. Ante una generalización de tal calibre uno solo puede decir que hay un puntito de verdad. Lo que también hay es un poquito de trazo grueso. La generación a la que se refiere el escritor, claro, es la mía –y posteriores–. Sin embargo, Pérez-Reverte olvida mencionar dos ideas: la primera es que esa generación criada entre algodones es hija de una generación que decidió tratar a los jóvenes como adolescentes hasta prácticamente los 30 años, a los que se les ha arrebatado –con muy buena intención– el derecho a equivocarse mucho y por sus propios medios. También olvida añadir que, precisamente, la generación de la que provienen Pérez-Reverte, mis padres, quizá alguno de ustedes… vivió los años de mayor abundancia no ya del siglo XX, sino de la Historia de la Humanidad. Hoy, las perspectivas de los jóvenes en los estados del Primer Mundo son mucho más oscuras que las de los jóvenes en los 70, los 80 o los 90. Quizá por eso hay asuntos por los que muchos renuncian (o renunciamos) a involucrarnos: como el interés político, el interés social, el ejército, etc. Esto es solo un diagnóstico.

Ahora bien, yo también he visto a muchos de mi generación corriendo la carrera, pasándolo mal, bien o regular, pero haciendo de sus vidas entrega. Hay cientos, miles de jóvenes que, con el horizonte oscurecido por la falta de oportunidades, la perpetua crisis económica y la guerra en ciernes –si nada lo remedia– siguen dando respuestas a los retos de hoy. No sé si más heroicas o menos, pero que están ahí. Una generación preocupada de su entorno, de la salud mental y de los suyos, de no poner el trabajo por encima de la vida, de no juzgar a los amigos. Y todo eso también nos prepara para guerras –literales o literarias–. Ojalá los jóvenes de hoy ni de mañana tengamos que vivir una guerra, ni una posguerra, ni una dictadura, ni una transición. Pero hoy el mundo no es más amable que ayer, ni menos.

Echo de menos más mensajes del tipo «no vais tan mal», y algo menos de crítica descarnada. Quizá haya que dejar de un lado las brechas generacionales que, hasta ahora, solo han llevado a polarizar la sociedad un poco más. Pero si no lo dice Pérez-Reverte (con toda la admiración que le tengo), lo digo yo: chavales, no vamos tan mal. Se puede ir mejor y, estoy seguro, ya estamos trabajando en ello. Pero no vamos tan mal.

https://pastoralsj.org/index.php?option=com_flexicontent&view=item&cid=10&id=3542&Itemid=119

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Igualdad, equidad, igualitarismo y Pérez-Reverte

Diego Francesch - magisnet.com - 20/10/2022

Una de las cosas que más escuece a los responsables políticos –sean del signo que sean, aquí no hay distinciones– es que les recuerden sus errores. En un célebre artículo publicado el pasado verano por Arturo Pérez-Reverte en 'XL Semanal', el académico ponía el dedo en la llaga acerca de los males de nuestra clase política en relación con la enseñanza, crítica que reiteró el pasado martes en 'El hormiguero'. El citado artículo se titula "Ahora somos un país de genios", y en él el escritor desliza afirmaciones como la siguiente: “Resulta que ahora, según ellos –ese ellos incluye a muchas ellas– y gracias a su esfuerzo acumulativo de décadas psicopedagógicas, nos hemos convertido en un país de maravillosos genios”. Pérez-Reverte alude a que “los alumnos que dejan el Bachillerato lo hacen ya con una nota media de 8 en toda España. Nadie suspende, el notable es fácil de alcanzar y el sobresaliente se ha hecho tan común que apenas llama la atención. Y añade: “Para prolongar tan fascinante milagro en Bachillerato, la Selectividad ya no selecciona una puñetera mierda“.

Más adelante, el articulista pone el dedo en la llaga de lo que está pasando con nuestro sistema educativo: “Cosa lógica si consideramos que la idea repetida de nuestra chusma gobernante era y sigue siendo que nadie se quede atrás. Que todos los chicos, dicen, tengan las mismas oportunidades. ¿Quién puede oponerse a eso? Pero en vez de estimular al alumno que lo merece para que se mida con los mejores, dándole todas las oportunidades, lo que incentivan esos imbéciles es la indiferencia y el mínimo esfuerzo, penalizando a los que de verdad estudian y luchan por conseguir la excelencia; reventando a los mejores y premiando a los vagos y los mediocres”. Y, en fin, aunque en su artículo se sigue despachando contra los responsables de esta situación, me limito a comentar que este hecho se produce por una larga y extendida confusión entre igualdad, equidad e igualitarismo, que nuestros políticos no parecen tener clara.

Hay igualdad de oportunidades –y esto es obviamente deseable– cuando “todos tienen las mismas probabilidades de acceder al sistema educativo, mantenerse en él, aprender lo mismo y obtener los mismos beneficios de lo aprendido”, como recuerda Enrique Sánchez Ludeña en este clarificador artículo. “Paradójicamente, para aproximarse a la igualdad de oportunidades deben introducirse desigualdades en el sistema educativo; esto es, hay personas y colectivos que deben recibir un trato distinto”, añade este autor. “Se piensa que, así, los alumnos reciben un trato equitativo; pero no es cierto, porque muchas de estas medidas no son equitativas sino igualatorias“, recuerda Sánchez Ludeña. Efectivamente, según la Unesco, la equidad implica “educar de acuerdo a las diferencias y necesidades individuales”. Y esto no siempre se cumple, pues se atiende más a las necesidades de los más atrasados y menos a las de los más adelantados, lo cual nos conduce al igualitarismo, que perjudica más a estos últimos y, en último término, a todos. Cuando desde siempre sabemos que subir el nivel de todos los alumnos, ayuda también a los más rezagados y no al revés, que es lo que sucede ahora, que a fuerza de rebajar el nivel general, se tiende a perjudicar a ambos grupos. Si quieres elevar el nivel general de la educación, debes atender a las necesidades de todos, de los más atrasados y de los que destacan y, para ello, la mejor receta es subir el listón de exigencia, no bajarlo.

https://www.magisnet.com/2022/10/igualdad-equidad-e-igualitarismo/

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Revertismo

Javier Fornell - lavozdigital.es - 20/10/2022

Escuchaba el martes a Pérez Reverte en una entrevista que daba en Antena 3 y en la que hablaba, supuestamente, de su última novela. Y digo supuestamente ya que terminó hablando del personaje en el que se ha convertido y de sus vivencias personales...

https://www.lavozdigital.es/opinion/javier-fornell-revertismo-20221020223640-ntv.html

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Un premio por suspenso
María Fernández - huelvainformacion.es - 21/10/2022

Las palabras de Pérez-Reverte sobre la educación esta semana en 'El hormiguero' han dado mucho que hablar. Pese a las críticas de algunos, no puedo dejar de aplaudir una reflexión que, para mí, no puede ser más acertada. "Tú no puedes tratar igual al niño brillante que al que no tiene el talento suficiente. Un chiquillo, una niña, un niño, tienen que poder ser ellos. Con sus errores, con sus aciertos", decía el autor de 'Alatriste'. Y con esto, no se refería a la desigualdad de oportunidades, eso es otra cosa. Respecto a su opinión sobre "no tratar igual al niño brillante que al que no tiene talento suficiente", matizó que el primero "el día de mañana puede ser quien esté tirando de la locomotora y del carro de la vida, quien haga mejor el mundo para los otros" frente "al que se niega a estudiar o al que no tiene talento suficiente". Pensé rápidamente en lo mal alumna que fui durante una época de mi vida y en lo tajantes que fueron mis padres conmigo por aquel entonces. La idea de repetir o suspender algo me aterraba porque eso suponía el esfuerzo doble que tendría que hacer después para enmendar el error (con horas extra para la recuperación y, por supuesto, con la riña pertinente). Pero luego, veía la recompensa y eso ganaba cualquier batalla.

"Si uno es mal estudiante, pues que suspenda. Yo repetí tres cursos en bachillerato, y una vez con todo suspenso y otra me echaron del colegio, y no fue ninguna tragedia. Me busqué la vida, encontré mi camino y me normalicé. Pero, todos no somos iguales. Hay niños inteligentes y niños que no lo son; niños trabajadores y niños que no lo son", decía el escritor en Antena 3. Amén, Reverte. No se puede ver igual ni tratar de la misma manera a alguien que se deja la piel por hacer de este mundo un lugar mejor, que a alguien a quien todo le parece un chiste. Que no se toma las cosas con seriedad, que no pelea, que no lucha y a quien encima se le da una palmadita en el hombro. 

Como todo, esta es mi opinión. Sé que muchos pensarán lo opuesto, pero lejos de la nueva normativa y de los cambios educativos, queda una máxima que se ve en la sociedad, que está viva y que se palpa en cada esquina, en cada puesto de trabajo y en cada uno de los sectores. Las nuevas generaciones están apáticas. Falta trabajo, sí, pero aún faltan más ganas de "arremangarse" y ponerse a trabajar. La filosofía del esfuerzo se ha perdido y, honestamente, no es justo para los que sí seguimos peleando por nuestros sueños a base de sacrificio, perseverancia y paciencia. Porque aunque algunos quieran hacer ver lo contrario, la pura realidad es que el éxito ni es fácil ni barato. Y todo empieza en el colegio.


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Llanteras de escritor viejo
Antonio Maestre - lasexta.com - 21/10/2022
 
El desprecio histórico hacia la juventud por parte de aquellos que la perdieron es un tópico histórico, social y hasta literario. Pero en algunas plumas inyectadas de senectud ya es una costumbre con cierto olor a esmegma reseco. Arturo Pérez-Reverte es el ejemplo paradigmático del hombre cis, blanco, conservador y privilegiado que desde una atalaya de comodidad, certidumbre y estabilidad se atreve a dictar y designar cuál es el zeitgeist vital de una generación entera que lleva más de una década soportando una sensación cotidiana de vivir en el filo de un abismo existencial.

"Estamos criando generaciones de jóvenes, ahora, en este momento que no están preparados para el iceberg del Titanic. Los hemos criado, soy tan culpable como tú y como todos nosotros, hiperprotegidos pensando que el mundo se soluciona conectando un teléfono a un enchufe", dictó Perez-Reverte con su flema despreciativa habitual de hombre acostumbrado a que sus militantes se le dirijan con el don delante. Lo cierto es que la generación de jóvenes actual es mucho menos llorona y quejosa que aquellos que se creen superiores y más fuertes por tener un altavoz cotidiano con el que desprecian una realidad de la que se desentienden mirando desde su garitón de vigía condescendiente.

Arturo Pérez-Reverte es un señor mayor que vive indignado porque se use lenguaje inclusivo o porque no se digan tacos en una conversación, que cree que el feminismo es un ataque a su hombría y que aquellos que no han visto a civiles destripados en una guerra no están preparados para la vida adulta. Es habitual en este androcentrismo de polla vieja hablar con grandilocuencia y palabras gruesas de todo aquello que no comprenden e ignorar lo demoledor que es para la conformación del espíritu en el capitalismo posfordista una vida desarrollada entre dos crisis y una pandemia. El escritor de los Tercios Viejunos llora amargamente por una juventud que vive alejada de la realidad porque no hace acopio de pilas en casa por si viene el apagón. La arrogancia pontificando sobre una generación que desconoce por interés propio. La soberbia le impide acercarse a conocer cómo es la vida para quienes tienen que vivir en esta sociedad utilizados como mano de obra temporal sin posibilidad de arraigarse. Nuestros jóvenes no han visto una guerra de cerca, pero llevan años viviendo una batalla contra su salud mental y vital.

Hacia los jóvenes solo se dirigen con empatía y apariencia de preocupación para enfrentarles a la generación de los pensionistas y marcarles cuál es el motivo de su precariedad: la pensión de sus abuelos. El desprecio con el que se trata todas y cada una de sus inquietudes se vuelve tutelaje para instrumentalizar su precariedad en detrimento de aquellos que son igual de precarios pero sin posibilidad para poder ganarse el pan con sus manos porque la salud y la edad ya no se lo permiten. Una generación sin techo que ve un futuro sin pensión y sin un lugar donde pudrirse. A los jóvenes de hoy les espera una vejez sin una vivienda en propiedad donde resistir la miseria forjada durante años de incertidumbre y todavía tienen que aguantar lecciones de señores con una vida de privilegios. La epidemia que nos depara el futuro es la de unos ancianos zombis trabajando hasta los 80 porque no tendrán una casa para resistir con una pensión mísera mientras perdieron su juventud aguantando las invectivas en "prime time" de millonarios que jugaron a la guerra.


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Por una educación revertiana
El Hematocrítico - flooxernow.com - 21/10/2022

Vengo del traumatólogo tras haberme roto las manos aplaudiendo la última aparición de don Arturo o, como le llamáis los "wokes" blandurrios, Arturo Pérez-Reverte. El académico afirmaba allí que la educación está convirtiendo a nuestros niños en unos blandurrios. Que no les estamos preparando para un mundo frío y hostil en el que hay otras personas criadas de maneras duras y hostiles que pueden venir aquí y liarse pardísima. Porque estamos sobreprotegiéndoles y mimándoles, con nuestros aprobados colectivos y nuestros Disney Pluses. Sobrecogido, he redactado unas cuantas propuestas por una mejora de nuestro sistema educativo para obtener niños mejores.

- Clases de Educación Física en pista americana con barro y alambradas. Los últimos tendrán que repetir. Plantearse si munición de fogueo es o no suficiente.

- Clases de matemáticas como las de Antonia, la protagonista de 'Reina Roja'. Electrodos al que falle una multiplicación y latigazos al que se equivoque en una división.

- Clases de lengua sin pronombres. Sólo los "woke" usan pronombres. Se elimina el género femenino también, porque puede llevar a confusión, el masculino vale para todo. Ese es el de verdad.

- Historia de España 15 horas a la semana, con subcategorías. Historia militar, historia naval, historia básica, historia de la historia...

- Clases de cavar zanjas.

- Ciencias naturales consistirá en identificar fuentes de proteínas para sobrevivir en caso de conflicto y lecciones de primeros auxilios con hierbas y elementos naturales del entorno.

- Literatura de la buena. De los clásicos griegos, pasamos a Cervantes, a Galdós y ya a Jack London, Julio Verne, Salgari y de ahí acabamos en Reverte, la cúspide de todo.

- Inglés.

- Navegación básica, ajedrez, orientación bajo las estrellas, artes marciales, lucha con florete, tiro al blanco, forja de cuchillos, justa, fumar en pipa, novela histórica, gintonics, equitación, paseos con perro al aire libre y talla de figuras de madera.


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Viejos gritones
Joaquín Jesús Sánchez - infolibre.es - 21/10/2022

Estamos de enhorabuena: el club del braguero ha venido a salvarnos. ¡Viva! Como son listísimos, han parido una idea novedosa: la juventud está echada a perder. No se había dicho antes, ¿eh? Oh, el embriagador tufillo de la originalidad.

Verán. Hace unas noches, un astuto economista, de apellido Bernardos (¡como el perrete!), le dijo a una chavala que cómo se le ocurre querer vivir cerca de su trabajo y de su familia. «¡Y en un piso con ventanas, para más inri!». Por los pasillos de La Sexta se corea una hermosa cantinela: no hay que confundir libertad con libertinaje (me lo ha contado Villarejo). Como la pelota estaba botando, el sagaz Pérez-Reverte ha salido a rematar. «Estamos criando generaciones de jóvenes que no están preparadas para cuando venga el iceberg del Titanic». Pero, don Arturo, ¿sabe a quién le pilló por sorpresa ese pedrusco congelado? ¡A los mismísimos pasajeros del Titanic! «Piensan que el mundo se soluciona haciendo así», decía, fingiendo que tocaba un móvil y entornando los ojos, como quien vislumbra una verdad profundísima, «o enchufando un teléfono a la pared». Pablo Motos cabeceaba aquiescente, barruntando que entre el académico y Tamara ha arrejuntado en su programilla a la nueva escuela de Atenas.

Me encantaría pasar una tarde con estas lumbreras para que me expliquen detenidamente ante qué males hay que estar prevenidos. ¿Tendré que aprender a hacer fuego con pedernal? ¿A construir con adobe? ¿Cavar trincheras? ¿Practicar cirugía cardiovascular con las manos desnudas? Porque viendo cómo funciona el mundo, lo mismo les pasamos la mano por la carita a estos fósiles sabiendo encender la vitrocerámica o manejando Office nivel usuario.

Manda narices. La generación que se zampó el periodo más próspero de la historia de la humanidad dándole leccioncitas a la que no ha visto más que crisis, precariedad y miseria: el fulano que se sacó la diplomatura en los setenta y se ganó una plaza de funcionario por escribir bien su nombre dándole la brasa del esfuerzo y el mérito a un mozo con dos carreras, cuatro másteres, tres idiomas y un doctorado que trabaja por un sueldo que no llega a la mitad de su pensión.

«Los jóvenes están a la sopa boba», brama tu casero mientras actualiza sus anuncios en Idealista para capear la inflación. «Ya no hay cultura», se queja un lector de Alatriste que teme que le okupen su apartamentito de La Manga. La mismísma Ana Rosa, recién recuperada de un cáncer, protestó en su regreso televisivo por las partidas extraordinarias para «sanidad, ciencia y becas». Luego se dispuso a entrevistar a Abascal, que le contaría algo sobre trabajar en la empresa privada y no mamar de los chiringuitos públicos.

Si los logros de una generación han de juzgarse por el mundo que deja a la siguiente, me temo que los hijos del baby boom deberían ser juzgados en La Haya. Podrían tener el decoro de ponerse de perfil, meterse la lengua por la retaguardia, disfrutar de las rentas sin dar la brasa a nadie. Porque quizás un día nos cansamos de aguantar más gilipolleces y empezamos a exigir lo que se nos debe: gozar de las mismas facilidades que disfrutaron ellos. Incluso, estaríamos dispuestos a renunciar a la casa de veraneo y al segundo automóvil. Pero cuidadito, porque lo mismo sale a relucir ese valor y aquella gallardía de la que habla constantemente Reverte y nos empeñamos en devolverles (apenas) la mitad de la violencia con la que nos agasajan. Sería precioso, la verdad. Lo mismo, algún escritorzuelo juntaclichés se enteraba, a la vejez, de qué carajos es eso de la guerra.


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Nos hemos equivocado
Pedro Lechuga Mallo - lanuevacronica.com - 22/10/2022

Ni lo pasado siempre tiene por qué haber sido mejor, ni el futuro tiene que ser obligatoriamente mejor que el pasado. Tomo este axioma como punto de partida para mi reflexión sabadera en relación a las declaraciones de Arturo Pérez-Reverte, esta semana en ‘El hormiguero’, sobre la juventud actual y el revuelo que éstas han causado. Su visión pesimista sobre los mimbres de los jóvenes de hoy en día no creo que diste mucho de la realidad.

Pero ojo, y aquí está la clave que pasa desapercibida para algunos, nadie culpa a las nuevas generaciones, ellos al fin y al cabo son los perjudicados en todo esto. Los culpables somos sus padres y la sociedad en su conjunto. Las pruebas no dejan lugar a dudas y es imposible escapar del veredicto de culpabilidad. Nos hemos equivocado al hiperprotegerles hasta extremos inusitados y no les hemos dejado caer para que aprendan a levantarse. Luego nos alarma su debilidad ante cualquier imprevisto y su tendencia a la frustración continúa cuando no salen las cosas como ellos quieren. Es evidente que lo hemos hecho con nuestras mejores intenciones, pero esto no es garantía de nada y el resultado ha sido nefasto.

Lo hecho, hecho está, pero lo que más me preocupa es que todavía haya gente que en vez de afrontar esta situación, sigue cayendo en el mismo error y en vez de cogerles de la pechera y menearles un poco para que despierten, se decanta por seguir protegiéndoles. En definitiva, seguimos cometiendo el mismo fallo que nos ha llevado a la situación actual. Evidentemente que hay jóvenes que son brillantes y que en ellos recaerá la responsabilidad de cambiar y mejorar el mundo. La cuestión es el porcentaje de estos sobre la mayoría. Ahí está el problema, porque a mayor mediocridad más responsabilidad y carga de trabajo para los que superan la media.

Insisto, ellos no son los culpables, son las víctimas de nuestra incompetencia y del buenismo que impera en nuestra sociedad actual. Hace décadas nos educaban en que teníamos derechos, pero también obligaciones. Ahora, muchos de los jóvenes tienen tatuado a fuego sus derechos, pero lo de las obligaciones ya es otra cosa. La hipocresía de la que estamos contagiados hace que haya un discurso público, pero luego cuando hablas en privado con profesionales del sector educativo y empresarial, es cuando te cuentan su perplejidad y desilusión con gran parte de la juventud.

Tenemos dos opciones. Seguir protegiéndoles o asumir nuestro error, pedirles disculpas, dejarles que la vida les dé unos cuantos sopapos de realidad y exigirles que cumplan con sus obligaciones.


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Pérez-Reverte y el absurdo generacional
Noelia Ramírez - elpais.com - 22/10/2022

El debate cansa, pero siempre vuelve. Y asusta, porque da la impresión de que no existe mayor autocomplacencia en la adultez que el desdén gratuito a los que vienen por debajo. No importa el tiempo que pase, de la estéril guerra generacional nunca se está a salvo.

El último en apuntarse ha sido Arturo Pérez-Reverte (70 años), encantado de llamar flojos a los chavales desde 'El hormiguero': “Estamos criando generaciones de jóvenes que no están preparados para cuando llegue el iceberg del Titanic. Los hemos criado sobreprotegidos, pensando que todo se soluciona enchufando un teléfono y le hemos quitado los mecanismos defensivos”, dijo, causando el revuelo que se espera en Twitter frente a una frase tan predecible como cansina y que se ganó un subtuit del diputado de Más País, Íñigo Errejón: “Dicen que la juventud es débil. Plantarle cara a varias crisis navegando en la precariedad y sin poder emanciparse. Para ser joven hoy se necesita mucho valor”, escribió, sin necesidad de arroba en la mención.

Puede que ahora le toque regañar al escritor que presume de añorar a las mujeres como las de antes, pero también le precedió en este absurdo el periodista Antonio Navalón, que nos llamó “dueños de la nada” a quienes nacimos en los ochenta, acusándonos de incívicos e irresponsables, sumándose al suculento monetizador del odio generacional de los últimos diez años. Uno puesto de esteroides en titulares que han señalado a los mileniales como “asesinos” de la democracia, de las vacaciones o la Unión Europea y que nos han culpado de aniquilar industrias como la del vino, los diamantes, la de ir al cine, la de los centros comerciales o la del golf. Pues vaya. Así que hemos sido capaces de cargárnoslo todo sin despeinarnos, pero menuda ironía frente a la misión imposible de alquilar de un piso decente o heredar las mismas condiciones de sus predecesores a los afortunados que firman esa entelequia llamada contrato fijo.

Como siempre hay gente más lista que ya lo explicó antes, cada vez que alguien aparece farfullando sobre el apocalipsis joven me encantaría contestar silenciosamente con un link a una columna brillante que escribió Montserrat Roig en el Tele/eXprés en 1972. En "Insistencia sobre el tópico generacional", cansada de la dicotomía entre tradición y modernidad literaria, Roig ya nos advertía de que “no existen jóvenes y viejos. Simplemente, hay gente que escribe bien y gente que escribe mal”, que “la lucha entre generaciones también puede ser un álibi cómodo que desvíe al lector ante enfrentamientos más graves” y que “la proclamación de generaciones irreconciliables va muy bien para los arribistas, los resentidos o fracasados”. Pero como no está digitalizada y esto es un debate de eterno retorno, como ese meme del hombre caminando de espaldas sacado del Grand Theft Auto, aquí estamos de nuevo, condenadas a responder a un reproche rayado de tanto usarlo.

En esto del pique generacional —una batalla relativamente reciente porque a la “cultura joven” no se la consideró como un ente y como suculento mercado a explotar hasta la posguerra—, por suerte, las voces disidentes empiezan a despuntar. Ahí está el filósofo Eudald Espluga, que desde su ensayo 'No seas tú mismo' nos advierte de que “la mirada generacional desmoviliza” porque pasa por alto otros factores más reseñables como el género y la clase. O Bobby Duffy, el sociólogo autor de 'The Generation Myth', que afirma que las generaciones son solo uno de los tres factores frente a los cambios sociales, porque también pesan los eventos históricos y cómo cambiamos al envejecer.

Alguien debería recordar a los señores que generalizan sobre los jóvenes que es casi igual de tramposo que agarrarse a la astrología para encerrarlos como un caso típico de Acuario. Seguro que les horroriza pensarlo. Eso de los horóscopos también es cosa de flojos.


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Arturo Pérez-Reverte

Víctor Manuel Amela - lavanguardia.com - 23/10/2022

El académico y novelista Arturo Pérez-Reverte habla en 'El hormiguero' (Antena 3) y la lía, diga lo que diga. Las redes están atentas para replicarle y generar hilos de diatribas del gusto de sus dos millones y medio de seguidores en Twitter. Arturo Pérez-Reverte es vehemente y opina sin ambigüedad, rara cualidad en días en que vamos todos con pies de plomo para no meter la pata y no levantar bandadas de cuervos digitales. Armado de su contundencia, el novelista se convierte en el mejor escaparate de sus novelas: vende su libro y a cambio atrae audiencia. Así hizo Pérez-Reverte este jueves en el plató de Pablo Motos: promocionaba su nueva novela, 'Revolución' (aventuras de un ingeniero de minas español en la revolución mexicana de Emiliano Zapata y Pancho Villa), y se despachó a gusto acerca del sistema educativo español, de la tecnología, de la muerte, de la vida y de las mujeres. Le atendieron 2.763.000 telespectadores, así que su discurso resultó ser lo más visto en televisión en España este pasado jueves. 

He aprendido de Pérez-Reverte: se trata de tener ideas propias y exponerlas como si en ello te fuese la vida. “No tengo ideología, tengo biblioteca”, me aseguró en una entrevista (y es además su lema en Twitter). Estamos ante un académico de la Real Academia Española de la Lengua que escribe en Twitter y habla en la televisión, otra singularidad apreciable. La polémica reverteriana ha sido en este caso a cuento de haber opinado sobre un aspecto del sistema educativo español, a saber: permitir que los alumnos suspendidos pasen de curso igual que si hubiesen aprobado “se lo carga todo”, pues desincentiva a los estudiantes brillantes, talentosos y trabajadores para pasar a premiar a los estudiantes mediocres. Hubo aplausos en la grada. Y tiene razón, creo.

https://www.lavanguardia.com/television/20221023/8578269/arturo-perez-reverte.html

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Reverte y el mal

Ángel Antonio Herrera - abc.es - 23/10/2022

Las entrevistas a Pérez Reverte suelen durar una semana bien cumplida. Lo que el escritor cuenta provoca réplicas enseguida, aquí y allá, con lo que resulta un generador de contenidos, que dicen las atareadas, o sea, un incendiario, un gozoso incendiario necesario. 

https://www.abc.es/opinion/angel-antonio-herrera-reverte-20221023191724-nt.html

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Pérez Reverte, el trovador de los privilegiados

Carmen Esteban - fuenlabradanoticias.com - 23/10/2022

Seguramente ni siquiera haga falta que explique el contexto porque ya conozcas lo que sucedió hace unos días en 'El hormiguero'. Arturo Pérez Reverte acudió como invitado al "late night" y sus declaraciones sobre los jóvenes no pasaron inadvertidas.

“Los jóvenes no están preparados para el iceberg del Titanic”— afirmó el escritor, como si la solución para Jack y Rose fuera haber asistido a un curso de supervivencia a naufragios. Es sorprendente la tranquilidad y ficticia legitimidad moral que muestra el escritor al hablar sobre la juventud como un conglomerado indiferenciado. Todos los jóvenes son unos meapilas, vino a decir. Con la complicidad del presentador Pablo Motos, continuó difundiendo ataques contra una generación que se siente olvidada e incomprendida: “Los jóvenes están instalados en un mundo irreal, no tienen mecanismos defensivos”.

Este episodio bochornoso por parte de quienes ocupan el espacio mediático no es el primero y seguramente no sea el último, por desgracia. La juventud no se siente escuchada y lo más terrible es que poco a poco, aún ganando presencia en la toma de decisiones, ve cómo estas teorías casi maquiavélicas sobre más de 7 millones de personas en nuestro país siguen calando en nuestra sociedad. Resulta indecente que la generación que ha soportado variadas crisis económicas y que carga con el peso de mostrar que un nuevo modelo de sociedad más humano y digno es posible sea definida como inútil. 

Estas afirmaciones son producto de la asunción social de la idea de "generación de cristal", un concepto simplón y superficial que califica a los jóvenes como bebés criados entre algodones. ¿Es vivir entre algodones ser la primera generación que vivirá peor que sus padres? Desmoralizar y excluir de la toma de decisiones a una parte de la colectividad asegura que los privilegios seguirán en manos de los mismos o, al menos, no se repartirán entre uno más. Las más jóvenes estamos sosteniendo todo un sistema que da de comer a los grandes que nos ningunean y, ante la duda de una posible rebelión de los pequeños, difunden a diestro y siniestro que nuestra lucha es injustificada y fruto de una rabieta. 

Reverte no lo recordará, o parece no hacerlo, pero muy posiblemente recibiera estos ataques de sus mayores y con certeza no comulgaba con ellos. No obstante, el tiempo hace aflorar en muchos un conformismo y conservadurismo y, a día de hoy, nuestros mayores parecen haber perdido la memoria. Quienes nos tachan de vagos por exigir un salario digno y una vivienda asequible se lanzaron a las calles para conseguir una jornada laboral de 8 horas o poder expresarse con libertad. Las reivindicaciones son contemporáneas al contexto social. En 1980 las demandas sociales eran diferentes a las actuales. 

Valoramos lo que lograron quienes llegaron a perder la vida por la democracia, mas los icebergs han cambiado. Nuestros icebergs son la incapacidad emancipatoria y la salud mental, aunque esta última levante ampollas entre los más escépticos. Ya no es necesaria la violencia para luchar por nuestros derechos, la forma no es la misma.  No pedimos siquiera que quienes opinan como Reverte se unan a la lucha de la juventud, que ojalá, solo rogamos no opinen sin conocimiento y con una superioridad moral pestilente.

https://www.fuenlabradanoticias.com/opinion/carmen-esteban/perez-reverte-trovador-privilegiados/20221023115953159736.html

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El método 'Pérez-Reverte' para las aulas de premiar al brillante: ¿un éxito o un error?

Regina Marín Latonda - vozpopuli.com - 24/10/2022

Los vídeos virales son el pan nuestro de cada día. Hace solo unos días se movía por todas las redes uno del polémico escritor español Arturo Pérez-Reverte en el que hablaba sobre la educación hoy en día. El resumen de su discurso, a favor de la meritocracia y en contra de un sistema educativo que instala a los alumnos en "un mundo irreal", se puede resumir en que, bajo su punto de vista, hay que tratar a cada uno como se merece y que "el buenismo" ha hecho mediocres a todos".

"Si uno es mal estudiante, pues que suspenda. Yo repetí tres cursos en bachillerato. {...} Me busqué la vida, encontré mi camino y me normalicé. Pero, todos no somos iguales. {...} No puedes tratar igual al niño brillante {...} que al que se niega a estudiar o al que no tiene el talento suficiente. Todos deben tener las mismas oportunidades, pues eso es la igualdad. Pero, una vez dentro del sistema, al brillante prémialo, apóyalo, ayúdalo, empújalo, estimúlalo. Y al que no es brillante ayúdalo, pero no intentes rebajar al brillante a la altura del mediocre, porque entonces te los estás cargando a todos", dijo en esta viral intervención en el programa 'El hormiguero'.

Como era de esperar, las reacciones no han tardado en llegar. Unos aplauden sus palabras. Otros critican que es una injusticia para aquel que le cuesta, porque irá "ahogado" siempre y con la sensación de que nunca llegará a ser ese valorado estudiante brillante que saca todo 10. ¿Dónde queda el esfuerzo? ¿Vale lo mismo un niño que se esfuerza y solo consigue sacar un 5 que el que no hace nada pero por unas capacidades concretas saca un "sobre"? Profesores, psicopedagogos y psicólogos infantiles tienen mucho que decir, y Vozpópuli ha contactado con algunos de ellos para saber si desde el punto de vista de la enseñanza este "método Pérez-Reverte" de incentivar y premiar al que destaca y no hacer que toda la clase espere al torpe es realmente justo, eficaz y acertado.

"Es matizable. Hay algunas cosas con las que estoy de acuerdo y otras con las que no", explica Santiago García, secretario general de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE). "Comparto la idea de que hay que intentar no pactar con la mediocridad, de no cortar las alas a nadie por exigir que se adapte a los demás y de que existe una tendencia a homogeneizar, normalmente a la baja", agrega. "Pero no estoy de acuerdo con el mensaje que manda de que el talento depende de las notas".

Por su parte, Sonsoles Romero de Cuenca, maestra y psicopedagoga especializada en Educación del Carácter y Educación emocional, coincide con la tesis del escritor de que no se puede tratar a todos por igual y desarrolla los tres problemas principales que está sufriendo la educación actual, muy interrelacionados entre sí: la cultura del buenismo ha llevado a que los alumnos no tengan tolerancia al fracaso; no se fomenta el autoconocimiento; y que vivimos en una sociedad en la que solo se valora el resultado. "Esta radiografía de la educación lleva precisamente al problema que destaca Reverte: rebajamos al brillante a la altura del mediocre y nuestros jóvenes se están criando híper protegidos y pensando que el mundo se soluciona enchufando un teléfono. Como dice el periodista, "es un error porque les hemos quitado los mecanismos defensivos"", destaca la profesional. Bajo el punto de vista de los expertos, es importante enseñar a los alumnos desde el autoconocimiento, haciéndoles ver que cada uno tiene unas capacidades, unos puntos fuertes y unos débiles y que no todo el mundo puede hacer lo que quiera. "No todo el mundo puede llegar a los mismos sitios ni destaca en las mismas cosas. Y saber cómo eres es clave. El conocimiento de uno mismo que se está fomentando en los niños es el de mirarse en el espejo y ver un tigre cuando en realidad eres un gato. Esto no puede ser más catastrófico. Lo que hay que hacer es enseñarles a sacar todas sus virtudes siendo lo que son y con sus propias capacidades, que son distintas pero igual de válidas que las de cualquier otro", señala Romero.

Sin embargo, hay un punto en el que discrepan los expertos: no es justo tachar como mediocre al que se esfuerza pero no consigue aprobar ni es justo tildar de brillante a quien no hace nada y saca un 10 porque tiene esa capadidad. Es en este punto en el que entra en juego la valoración del esfuerzo y de otras muchas capacidades. Para evitar que los niños caigan en obsesiones, es importante enseñarles a relativizar las notas y fomentar el esfuerzo antes que cualquier otra, recordando, una vez más que cada uno tiene sus capacidades y hay que sacar lo mejor de uno mismo.

Este sistema de tratar a cada uno como tiene que ser tratado, en función de sus cualidades y sin rebajar el nivel alto de los "brillantes", es fácil en la teoría y en el trato personal profesor-alumno. Sin embargo, hacer esto en las aulas, donde tienes a 30 niños totalmente distintos a tu cargo (y lo peor de todo, padres que sobreprotegen a sus hijos y piden para ellos cosas que se corresponden a su realidad) es una tarea muy complicada y puede llevar precisamente a esta comodidad de adecuar el nivel de la clase al de aquellos que más les cuesta, o "peor aún", al de aquellos "mediocres" que no hacen nada. Para evitar este problema, la psicopedagoga Sonsoles da dos claves: fomentar el autoconocimiento desde bien pequeños, haciéndoles ver que sacar buenas notas no significa que no valgan (simplemente, no valen para sacar buenas notas. Pero a lo mejor son los mejores escuchando a los demás o siendo líderes) y empezar a demostrar al alumno desde los primeros cursos de colegio que las calificaciones académicas son una manera más de valorar. Hay otras muchas maneras de calificar a una persona, mucho más importantes: el esfuerzo, el trabajo en equipo, la capacidad de entregarse a los demás...

En este sentido, el representante de CECE señala que hay que dejar de valorar tanto el resultado y centrarse más en los procesos y tratar de cambiar el sistema de evaluación, para que todos, tanto los brillantes intelectualmente como aquellos que más les cuesta, puedan llegar lo más posible.

https://www.vozpopuli.com/espana/perez-reverte-aulas-exito-error.html

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Arturo Pérez-Reverte y sus declaraciones en 'El hormiguero': un análisis jurídico

Diego Fierro Rodríguez - economistjurist.es - 24/10/2022

Hace unos días, Arturo Pérez-Reverte acudió al programa 'El hormiguero' para ser entrevistado por Pablo Motos. En una de las variadas declaraciones realizadas por el conocido escritor, se recoge una manifestación bastante llamativa: “Todos deben tener las mismas oportunidades, por supuesto, eso es la igualdad, pero, una vez dentro del sistema, al brillante prémialo, apóyalo, ayúdalo, empújalo, estimúlalo. Y al que no es brillante ayúdalo, pero no intentes rebajar al brillante a la altura del mediocre, porque entonces te los estás cargando a todos”. Este discurso ha tenido algo de repercusión, aunque no tanta como se habría merecido, si bien hay que reconocer que no es la primera vez que el escrito se refiere a este tema en tal sentido.

La afirmación de Arturo Pérez-Reverte lleva a pensar en el artículo 9.2 de la Constitución, que se utiliza habitualmente para justificar las llamadas acciones positivas, actuaciones de promoción llevadas a cabo por los poderes públicos a los efectos de promocionar a determinados sujetos que se encuentran en circunstancias singulares que suponen barreras para determinados ciudadanos. El artículo 9.2 de la Constitución establece que corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.

Existen resoluciones que se refieren de manera explícita a las acciones positivas que se recogen por la cláusula de igualdad material. La Sentencia del Tribunal Constitucional 39/1986, de 31 de marzo, ya afirmó que “el art. 9.2 de la Constitución Española es un precepto que compromete la acción de poderes públicos, a fin de que pueda alcanzarse la igualdad sustancial entre los individuos, con independencia de su situación social”. Posteriormente, la Sentencia del Tribunal Constitucional 19/1988, de 16 de febrero, remarcó que “la adopción de normas especiales que tiendan a corregir los efectos dispares que, en orden al disfrute de bienes garantizados por la Constitución, se sigan de la aplicación de disposiciones generales en una sociedad cuyas desigualdades radicales han sido negativamente valoradas por la propia Norma Fundamental”. Finalmente, la Sentencia del Tribunal Constitucional 216/1991, de 14 de noviembre, señaló que “no podrá reputarse de discriminatoria y constitucionalmente prohibida -antes al contrario- la acción de favorecimiento, siquiera temporal, que aquellos poderes emprenden en beneficio de determinados colectivos, históricamente preteridos y marginados, a fin de que, mediante un trato especial más favorable, vean suavizada o compensada su situación de desigualdad sustancial”.

En el Tomo I de Comentario a la Constitución Española, obra dirigida por Pablo Pérez Tremps y Alejandro Saiz Arnaiz y coordinada por Carmen Montesinos Padilla, se llega a explicar por Encarna Carmona Cuenca que se considera que aplicar la mera igualdad formal, regulada en el artículo 14 de la Constitución, con los mismos efectos normativos a sujetos que se encuentran en una situación real diferente, en particular, a personas que ocupan una posición social desfavorecida, solo sirve para mantener la desigualdad real, de manera que los poderes públicos tienen que elaborar normas que favorecen a ciertos colectivos que se encuentran en una situación social vulnerable, esencialmente para conseguir la igualdad real.

La igualdad de oportunidades es un ideal político que se opone a la jerarquía de castas pero no a la jerarquía en sí misma. El supuesto de hechos es que una sociedad contiene una jerarquía de posiciones más o menos deseables, superiores e inferiores, aunque también pueden existir varias jerarquías diferenciadas. En una sociedad de castas, la asignación de individuos a posiciones en la jerarquía social está determinada por el nacimiento en el marco de una serie de parámetros. El niño adquiere el estatus social de sus padres y la movilidad social puede ser posible, pero el proceso por el cual uno es admitido en un nivel diferente de la jerarquía está abierto solo para algunos individuos dependiendo del estatus al que se adscribe cada sujeto inicialmente. En contraste, cuando prevalece la igualdad de oportunidades, la asignación de individuos a lugares en la jerarquía social está determinada por alguna forma de proceso competitivo, y todos los miembros de la sociedad son elegibles para competir en igualdad de condiciones.

Todo lo que concierne a la coexistencia y concurrencia de individuos se puede enfocar desde varias teorías políticas y filosóficas, si bien debe reconocerse que las más interesantes son el liberalismo y el comunitarismo. El liberalismo promueve la interacción de los individuos en la sociedad sin intervención de los poderes públicos, aunque hay diferentes variantes como el utilitarismo o como la tesis de John Rawls que, en su Teoría de la justicia manifiesta que la distribución equitativa de los recursos debería ser el estado deseable de naturaleza en lugar de seguir filosofías utilitaristas, sosteniendo que cada individuo tiene el mismo derecho a las libertades básicas, y que debería tener el derecho a las oportunidades y las mismas posibilidades que otros individuos de capacidad similar. El comunitarismo es una filosofía social y política que enfatiza la ciudadanía, las virtudes cívicas y el bien común conjugados hacia el esfuerzo comunal, oponiéndose al liberalismo tradicional, que prioriza los derechos y libertades individuales sobre el bien común, acogiéndose algunas facetas de por Michael J. Sandel, que cree que debemos poner un mayor énfasis en lo colectivo, aunque rechaza aquellas partes del comunitarismo que sugiere que las personas deben ajustarse ciegamente a la jerarquía o la tradición.

Mientras que para John Rawls, “la justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo es de los sistemas de pensamiento”, Michael J. Sandel insiste en el carácter irrealista del sujeto práctico considerado, pues, para que la justicia sea la primera virtud, es necesario tener en cuenta la importancia de los lazos de pertenencia y el sujeto en el que piensa el liberalismo aparece como desvinculado por arrebatarle todo lo que lo caracteriza.

Michael J. Sandel, en su articulo 'La república procedimental y el yo desvinculado', llega a realizar una dura crítica contra el liberalismo: “Primero, los derechos individuales no pueden sacrificarse en aras del bien general, y segundo, los principios de justicia que especifican estos derechos no pueden basarse en ninguna visión particular de la buena vida. Lo que justifica los derechos no es que maximicen el bienestar general o promuevan el bien, sino que comprenden un marco justo dentro del cual los individuos y los grupos pueden elegir sus propios valores y fines, en consonancia con una libertad similar para los demás”. Por ende, con los tintes comunitaristas incluidos, podría apreciarse un elemento kantiano en sus planteamientos básicos con baja intensidad, aunque el mismo queda difuminado al profundizar en las tesis de uno y otro.

Es cierto que Michael J. Sandel, en 'La tiranía del mérito', llega a afirmar lo siguiente: «La tiranía del mérito nace de algo más que la sola retórica del ascenso. Está formada por todo un cúmulo de actitudes y circunstancias que, sumadas, hacen de la meritocracia un cóctel tóxico. En primer lugar, en condiciones de desigualdad galopante y movilidad estancada, reiterar el mensaje de que somos individualmente responsables de nuestro destino y merecemos lo que tenemos erosiona la solidaridad y desmoraliza a las personas a las que la globalización deja atrás. En segundo lugar, insistir en que un título universitario es la principal vía de acceso a un puesto de trabajo respetable y a una vida digna engendra un prejuicio credencialista que socava la dignidad del trabajo y degrada a quienes no han estudiado en la universidad. Y, en tercer lugar, poner el énfasis en que el mejor modo de resolver los problemas sociales y políticos es recurriendo a expertos caracterizados por su elevada formación y por la neutralidad de sus valores es una idea tecnocrática que corrompe la democracia y despoja de poder a los ciudadanos corrientes”. Razón no le falta, pero tampoco es sencillo determinar la mejor vía de solución, complicándose más la situación cuando se verifica que la valoración de las circunstancias y la aplicación de las medidas corresponde a unas instituciones en las que, si bien se hallan los representantes de los ciudadanos, pueden dejarse llevar por el deseo de atender a unos intereses que pueden alejarse de las necesidades generales más de la cuenta.

Se ha empezado a confundir, en muchos casos, la igualdad de oportunidades con la igualdad de resultados. Ello implica que, más allá de permitir que todas las personas tengan la posibilidad real de acceder a un camino, como supone la igualdad de oportunidades, se obligue a todos a llegar al mismo destino al mismo tiempo, disuadiendo a todo aquel que pretenda llegar a un destino mejor antes que el resto, lo que impide la promoción de un esfuerzo que se ha de premiar.

Resulta indispensable tener en consideración que el Estado, desde la Segunda Guerra Mundial, ha terminado creando una imagen de actividad prestacional expansiva que, con el progresivo crecimiento de las población y desarrollo de las condiciones de vida básicas, ha provocado que las expectativas de la población sobre el Estado social sean muy superiores a las pueden ser colmadas adecuadamente por los poderes públicos, sometidos por la marcada existencia de élites extractivas que, más allá de la teoría de César Molinas, van a existir en una posición fija e inamovible, siendo alterables, únicamente, las personas que las ocupan mediante subrogación por razón de las circunstancias de espacio y tiempo.

En cualquier caso, los criterios cuantitativos en relación con los ciudadanos pesan más que los cualitativos en España; expuesto de otro modo, parece más tentador para los dirigentes públicos españoles desincentivar la meritocracia con el objetivo de lograr que más sujetos dependan de las instituciones políticas a fin de tenerles contentos porque eso conlleva una mayor facilidad a la hora de atraer más votos, teniendo menos trascendencia el interés que puedan tener los menos en esforzarse por la sencilla razón de que satisfacerles no implica atraer tantos votos. Este punto, asimismo, revela la importancia de la familia, de la que tiene que surgir la iniciativa para abogar por el mérito, resultando llamativas las palabras que Aldous Huxley en Un mundo feliz, gran novela en la que se llega a describir de manera muy precisa lo que puede llegar a ocurrir, en una distopía que no se aleja tanto de la realidad, tras una contundente expansión del Estado que llega prácticamente hasta la planificación de los aspectos íntimos y sociales de la vida de los ciudadanos: “Nuestro Ford —o nuestro Freud, como, por alguna razón inescrutable, decidió llamarse él mismo cuando hablaba de temas psicológicos—. Nuestro Freud fue el primero en revelar los terribles peligros de la vida familiar. El mundo estaba lleno de padres, y, por consiguiente, estaba lleno de miseria; lleno de madres, y, por consiguiente, de todas las formas de perversión, desde el sadismo hasta la castidad; lleno de hermanos, hermanas, tíos, tías, y, por ende, lleno de locura y de suicidios”. Expuestos estos términos, puede afirmarse sin reticencia que los peligros vendrán de depender totalmente del Estado, pues, cuando ello ocurra, si no es por la familia, la individualidad quedará absolutamente diluida.

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Reverte se los come con ajitos tiernos

Graciano Palomo - okdiario.com - 29/10/2022

Serán pocos los que recordarán que al día siguiente de que Iglesias, Díaz, Montero y Garzón colaran el golazo de sus vidas a Sánchez -y de paso salvarle el trasero a tan apuesto estadista-, el entonces señor vicepresidente subió a la tribuna del Congreso, con el mismo garbo que antaño lo hiciera Ibárruri, para decir, sin venir mucho a cuento: «¡Hay que leer más a Pérez Galdós y menos a Pérez-Reverte!». Aquello se quedó grabado. ¿Qué tienen estos señores contra el escritor con más libros vendidos del último medio siglo en España? ¿Con el más reproducido en películas, el más escuchado y seguido en televisión? Puede ser envidia cochina, sectarismo o simplemente que alguien quiere su segundo de gloria arremetiendo abruptamente contra el autor de 'La tabla de Flandes'. Quizá todo a la vez.

Me divierte mucho escuchar a Pérez-Reverte. Aún más los escozores que produce. Comprendo que pese a su léxico abundante, radical en su castellaneidad, puede dar lugar a equívocos en los conceptos. Es difícil, sin embargo, no tomar el rábano por la pieza en aquellas cosas que pregona míster Reverte. A su edad y en sus circunstancias, yo diría que disfruta en la provocación a los infantes, destartala a los ágrafos y pone en ridículo a los que no han leído un libro (especialmente de Historia) que sueltan coces y rebuznos. ¡Una delicia, oiga! En ocasiones, me he preguntado cómo aquellos compañeros del oficio periodístico que coincidimos en ocasiones con él en viajes informativos no supimos ver el enorme talento literario que teníamos entre nosotros. Era, eso sí, un personaje un tanto particular y llegó a escribir una novelita sobre periodistas titulada 'Territorio comanche' que hacía especial menciones a aquella TVE de los años felipistas con sus líos de faldas y otras cosas parecidas. ¡Imagínense lo que podría escribir ahora! No te vayas, Arturo. Quedas tú y poco más.

https://okdiario.com/opinion/reverte-come-ajitos-tiernos-9899129

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La linterna de don Arturo
John Sullivan - vivabarbate.es - 29/10/2022

Estamos acostumbrados, de un tiempo a esta parte, a la figura del «cuñado»: dícese de aquel que acostumbra a hablar de cosas que todo el mundo sabe o que, directamente, no son ciertas como si hubiera descubierto el elixir de la inmortalidad. Acostumbramos a verlo en Nochebuena, en la cena familiar, cuando no con el codo en la barra del bar sentando cátedra de la sandez. A veces, también los vemos en la esfera pública: Bertín Osborne o Albert Rivera han sido dos buenos ejemplos. Sin embargo, no esperaba yo encontrarme con un literato como Arturo Pérez Reverte ejerciendo el cuñadismo como lo hizo en el programa de Pablo Motos.

Decía el autor de 'El Capitán Alatriste' que los jóvenes de ahora «no están preparados para cuando venga el iceberg del Titanic». Fue poco menos que afirmar que la juventud es muy blandengue. Hasta ahí, no deja de ser una opinión con la que discrepar y, de hecho, con la que discrepo. Sin embargo, el acto de cuñadismo comenzó al emplear el ejemplo de la linterna que ya conocerán ustedes. El autor de 'El asedio' decía que ahora todo se compra en Amazon, donde hay linternas enchufables y no de baterías o pilas. Que nos hemos acostumbrado a enchufar las cosas y que, cuando haya un apagón, no tendremos pilas cargadas para la linterna ni enchufe donde cargarla. Se ve que don Arturo no ha mirado mucho en Amazon para encontrar esas linternas y que obvia la necesidad de cargar la batería antes de que venga el apagón (no cuando ya se ha producido).

Yo, que ya supero la cuarentena, no me doy por aludido cuando habla de las nuevas generaciones. Sin embargo, me quedo alucinado cuando veo que, de un caletre capaz de escribir 'La tabla de Flandes' o 'El maestro de esgrima', pueden salir semejantes eructos. La empatía del escritor también parece haber menguado con los años: hemos vivido dos grandes crisis económicas, una pandemia mundial, dos guerras ilegales como Irak y Ucrania... Don Arturo, nosotros ya andamos talludos, yo mismo me crié viéndole a usted en los Balcanes, pero estos chavales han cargado con una cruz que tampoco era suya. ¿Acaso ellos quebraron Lehmann Brothers? ¿Acaso trajeron ellos el COVID-19? ¿Precarizaron ellos el empleo o aplicaron ineficaces políticas de austeridad? ¿Concedieron ellos hipotecas que vulneraban las normativas del Banco de España? Creo que blanditos, precisamente, no son. Quizá, simplemente, están hartos. Aludiendo a una obra suya, Don Arturo, ese día al escucharle viví «un día de cólera».

Hablaba usted de una hipotética derrota ante «esos para los que la violencia es algo diario, cotidiano». Sin embargo, aquí la violencia se ejerce sin machetes. Cuando un trabajador sabe que su empresa tiene seis sanciones tras varias inspecciones de trabajo y no pasa nada, incluso optan a la concesión de un servicio público, ¿no es eso violencia contra el trabajador? Cuando un ciudadano solicita una copia de un documento público, pero sólo le dejan consultarlo y se tardan meses (y un tirón de orejas de la Comisión de Transparencia), ¿no es eso violencia contra el ciudadano? Cuando nos quejamos de que la gente no luche por sus derechos, pero cuando lo hacen nos molesta, ¿no es violencia contra la inteligencia misma? Don Arturo, debo decirle que esto se vive día a día en nuestro país. Quizá, necesita usted volver a la calle, a donde se libran estas guerras sin bombas. Supongo que estos conflictos, a usted que fue corresponsal de guerra, le parecerán cosa baladí. Sin embargo, quizá le haga falta tomar el pulso a la realidad. Ni todo lo que se vende es de Amazon, ni a la gente le faltan pilas para la linterna. Pero a usted, el otro día en ese programa, sí le faltaron algunas luces.


Corte en la corte
Rafa Cabeleira - elprogreso.es - 07/11/2022

Arturo Pérez Reverte es uno de los grandes novelistas de este país, amén de un reportero de guerra con galones suficientes para sustentar sus reflexiones más recientes sobre profundas cicatrices. Nos puede caer mejor o peor, respetarlo más o menos, valorarlo o no en cualquiera de sus facetas, pero es alguien a quien merece la pena escuchar, especialmente cuando se atreve con algunas reflexiones que no nos apetece escuchar. La última con cierto recorrido mediático tuvo lugar en un conocido programa de televisión en el que colabora Tamarita Falcó —gloria a Tamarita— lo que no deja de tener su gracia porque versa sobre las cualidades de la juventud actual y su nula capacidad —sostiene Reverte—para enfrentar los rigores de los malos tiempos. 

Un pequeño detalle se le olvida al escritor, o acaso lo obvia porque no interesa a su discurso: los jóvenes de hoy van por la segunda crisis económica de gran calado, has pasado por el trauma global del covid-19 y sus perspectivas económicas no tienen nada que ver con la cultura del esfuerzo que tan buenos resultados pudo ofrecer a sus padres: hagan lo que hagan, salvo contadas excepciones, malvivirán con sueldos mustios, compartirán pisos por habitaciones como alternativa más plausible a la emancipación de los padres y criarán tamagochis o cobayas en lugar de hijos. Así es el mundo que les ha tocado vivir mientras Pérez-Reverte se recluye en su castillo de libros y sale a comer con amigos por las calles del viejo Madrid: hace muy bien, se lo ha ganado. 

Isabel Díaz Ayuso, que no deja un charco sin pisar ni una puerta del mérito ajeno a la que llamar, recogió el guante de Reverte y salió a la palestra para denunciar eso mismo: que los jóvenes adolecen de cultura del esfuerzo y que el socialismo no hace más que mantener vagos y fabricar mantenidos. Nada le parece excesivo a una mujer que vive en un piso donado por sus padres, se convirtió en candidata del Partido Popular a la Comunidad por empeño de un amigo —un Pablo Casado al que pasó a cuchillo meses después— y no le tembló el pulso a la hora de conceder contratos a la empresa en que trabajaba su hermano durante los peores días de la pandemia: de meritocracia y cultura del esfuerzo debe saber un huevo, la buena de Isabel, no en vano se hizo un nombre dentro de su propio partido ocupándose de las redes sociales de Pecas, el perro de la entonces presidenta, Esperanza Aguirre. Si es que… 

Dicho esto, sus méritos actuales son notables, que nadie se lleve a equívoco: encarna como pocos ese perfil de estrella del rock metida en política, una ídolo de masas a la que no se puede dejar sola en una plaza de Madrid porque el público la adora y se morderían los unos a los otros por hacerse una foto con ella. A Díaz Ayuso se le consiente todo, además. No hay barbaridad que ella no pueda decir o acometer sin que una legión de believers se partan la cara por salvar la suya: algo aprendió de las películas de Torrente, supongo. Tan inmaculada se nos presenta su imagen que, con centenares de ancianos muriendo a diario en residencias gestionadas por su gente, un conocido periódico de la capital la fotografió como si fuese una virgen, tan santa y lacrimosa que daban ganas de levantarle un altar. No lo necesitaba, por supuesto: para entonces ya se había trasladado a pasar el confinamiento en una suite de lujo prestada por un buen amigo suyo: más meritocracia. 

Desde allí soltó algunas de las grandes perlas de su mandato, convencida de haber salvado a la hostelería mientras otros, palabras textuales: "Arruinan a miles de empresarios y familias que solo quieren trabajar. Ahí, a mí, no me van a encontrar". Aquello, en Galicia, debió de oler a cuerno quemado, pero no estaba Núñez Feijóo, en aquel momento, con ganas de mambo: amonestación en boca de algún conselleiro y mínimo recordatorio de aquí se nos estaba muriendo menos gente —en comparación— que a nadie, no digamos a ella, instalada gratis en su mundo de fantasía y supuesta libertad. Más allá de esto, nadie le llevó la contraria entonces y nadie parece querer llevársela ahora. 

Pero volvamos al principio, a ese Pérez Reverte denunciando que los chavales de hoy no valen un carajo y que más nos vale correr si se desata la guerra global, pues aquí no hay tropa con la que contar. O sí, pues como le dijo un sargento a cierto amigo mío durante la mili: "No se aflija, Ramírez: el que no vale para matar, vale para morir". ¡Cómo me gustaría estar a su lado durante el apocalipsis nuclear! Me imagino ese teléfono echando humo, lleno de mensajes de Pablo Motos, su confesor televisivo, o de la propia Isabel Díaz Ayuso pidiéndole consejos para filtrar el Perrier. Sería entonces cuando Don Arturo, más duro que un pulpo, convendría conmigo en que el problema no son tanto los jóvenes de ahora, que son como los de siempre, si no esa nueva generación de trepillas que medran en la Corte porque nadie parece dispuesto a darles, eso, un corte: ni siquiera él, que mea Napalm y fuma en pipa.




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