César Coca - elcorreo.com - 08/10/2022
México ha sido siempre un lugar muy querido para Arturo Pérez-Reverte. 'La Reina del Sur' ya estaba ambientado en aquel país, adonde viaja con frecuencia y, como él mismo ha explicado, en su infancia oyó contar muchas historias de la revolución a cuenta de las cartas que habían recibido en casa remitidas por un amigo de la familia. Esa figura, la de aquel amigo de su abuelo que era ingeniero de Minas y trabajaba en una explotación en los primeros años del siglo XX, le ha servido al escritor de Cartagena para crear el personaje de Martín Garret. Este es un joven ingeniero español que trabaja en Ciudad Juárez y se ve envuelto en la insurgencia de manera un tanto casual. A partir de ahí, ese «hombre que mira», como se define a sí mismo, participará en diferentes operaciones hasta convertirse en uno de los más próximos a Pancho Villa.
Eso le permite al autor describir un proceso revolucionario que pronto abandona el idealismo y se enzarza en una espiral de violencia como pocas veces se ha visto en Occidente. Según las estimaciones más fiables, el 10% de los mexicanos murieron en aquellos años en el frente o por las represalias de unos y otros. Pocas veces se ha visto una carnicería semejante.
Con ese material, Pérez-Reverte monta una muy entretenida novela que es casi de formación, en el estilo del género tan habitual en la literatura germánica. Garret descubre en México lo que son el valor, la lealtad, el amor, la traición, el honor, la decepción, la violencia sin sentido, la venganza y la corrupción. Solo hay algunos destellos de humanidad por los que merece la pena seguir viviendo. Aunque sea al precio de haber aprendido una dura lección.
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