03 octubre 2022

Varios medios: Presentación de 'Revolución' en el hotel Palace de Madrid

Arturo Pérez-Reverte vuelve a México con ‘Revolución’, «un relato más allá de ideologías»

Ana Matías - clubinfluencers.com - 03/10/2022

“Esta es la historia de un hombre, tres mujeres, una revolución y un tesoro. La revolución fue la de México en tiempos de Emiliano Zapata y Francisco Villa. El tesoro fueron quince mil monedas de oro de a veinte pesos de las denominadas maximilianos, robadas en un banco de Ciudad Juárez el 8 de mayo de 1911. El hombre se llamaba Martín Garret Ortiz y era un joven ingeniero de minas español. Todo empezó para él ese mismo día, cuando desde su hotel oyó un primer disparo lejano. Salió a la calle para ver qué ocurría y a partir de ese momento su vida cambió para siempre…”. Bajo esta premisa comienza la última novela de Pérez-Reverte, que saldrá a la luz el próximo 4 de octubre con ecos de Joseph Conrad, tras el éxito de sus dos últimas obras: 'El italiano' (2021) y 'Línea de fuego' (2020).

Se trata de un relato que va “más allá de ideologías” según nos cuenta el autor en el desayuno que ofreció para la prensa reunida en The Westin Palace de Madrid. Una historia de iniciación y madurez de su protagonista, el joven Martín Garret, “a través del caos, la lucidez y la violencia: el asombroso descubrimiento de las reglas ocultas que determinan el amor, la lealtad, la muerte y la vida”, que un día le llevaron a él a también a primera línea de fuego. Para construir el personaje, sin embargo, aparte del obvio bagaje, tomó como inspiración las vivencias de un amigo familiar: “Toda la vida escuché en mi casa la historia de aquel amigo de mi bisabuelo, ingeniero de minas, que trabajó en México en plena Revolución. Ese recuerdo remoto me ha aproximado a mi propia relación con la aventura y me ha llevado a escribir esta historia”, afirma.

En cierto modo, anuncia, “es mi propia biografía de juventud, mi 'Flecha de oro'”. Y la figura elegida para convertirla en este depositario no es otra que la de un personaje antagónico, un científico puro, alejado de las letras, que, sin embargo, como él, también se deja llevar por la atracción del conflicto, la seducción de las situaciones extremas que el propio autor ya dejó años atrás, pero que le han marcado a lo largo de toda su trayectoria, para entender la lógica del individuo: “Mi novela no es ideológica deliberadamente”, afirma, y continúa: “sino cómo se comporta el ser humano. La guerra es geometría, unas reglas con las que te puedes acercar a todo”.

Para terminar de construir la narrativa, Pérez-Reverte viajó por el país mexicano, fuente de inspiración, y se empapó del lenguaje propio del lugar, que tendrá que ser traducido a los más de 40 idiomas a los que se traducen sus obras para, como dice él, “no ponérselo fácil a los traductores”. Así lograría, asimismo, inspiración para el resto de personajes de la obra, en la que el sexo femenino cobra un papel determinante y demuestra la valentía de las mujeres que también formaron parte los conflictos que sacudieron la república mexicana durante el primer tercio del siglo XX. Por un lado, “Yunuen Laredo, una niña bonita de una familia acaudalada; la segunda, Diana Palmer, una periodista norteamericana inteligente, intrépida, resuelta y con agallas, y la tercera, Maclovia Ángeles, una de esas guerrilleras, valerosas, afectuosas y duras a la vez, que no se arredran ante nada y que acompañan en su marcha a los ejércitos de los líderes revolucionarios. Las tres desempeñan un papel crucial en la formación sentimental de Martín Garret y las tres le mostrarán realidades distintas del amor y los sentimientos”, sentencia.

Por último, 'Revolución' es una crónica de la lucha que entablaron unos hombres por sus ideales y todas las caras del prima del fracaso que supone una guerra, un recorrido por las motivaciones que llevan a un pueblo a tomar las armas a pesar de la desigualdad de medios, con esa “dulce y violenta” dicotomía del carácter mexicano para, como admite uno de los personajes de la obra, “acabar con los patrones, con los que mandan… Con los que tuvieron la suerte de educarse en vez de ser puros desgraciados como nosotros”.

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«Las revoluciones las ganan quienes se las apropian»

Miguel Lorenci - Vocento - 03/10/2022

Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) sabe que revolución rima con decepción. A pesar de eso, cree que las revoluciones «son necesarias» y que «no hay que dejar de hacerlas». El escritor lo explicó en la multitudinaria rueda de prensa en la que presentó su última novela, titulada precisamente 'Revolución' (Alfaguara). Recrea episodios de la rebelión mexicana de Pancho Villa y Emiliano Zapata a través de los ojos de un ingeniero español que se suma a la insurgencia, y de tres mujeres. Su autor reconoce que, sin ser autobiográfica, «es la novela en la que el protagonista tiene más de mí mismo».

«No es una novela histórica. Es de aventuras y aprendizaje, sobre alguien que pasó diez años en la revolución. Nada de lo que narra me pasó a mí, pero la mirada al mundo del protagonista es la mía. Lo que aprendí con la guerra, el botín de mi aventura, se lo he prestado a él», dice el escritor y académico. Se refiere así al joven e idealista ingeniero español Martín Garret Ortiz, que llegó a México para trabajar en una mina sin sospechar qué le deparaba destino. Originario de Linares, era un conocido del bisabuelo del escritor y su historia de atracador ocasional y con los rebeldes, repetida en casa del escritor, le rondaba desde siempre.

«Escribo novelas sobre el pasado para entender mejor el presente. Utilizo la historia como clave para entender la actualidad. Sin ella estamos huérfanos», señala. «Creo, además, que una novela actual sería vulgar, como el tiempo actual, vulgar narrativamente hablando. Soy del siglo XX. Ahí es donde me siento más cómodo y por eso llevo a esa época mis novelas», asegura. Si se repasan las revoluciones del siglo XX, desde la bolchevique a las de Cuba, Rumanía o Nicaragua, el balance es más que decepcionante. «Las revoluciones las pierden quienes las hacen y las ganan quienes se las apropian», reconoce Pérez-Reverte. «Surgen y se hacen con violencia, pero quienes se la juegan y se dejan el alma quedan apartados cuando todo termina y aparece el que estaba detrás para decir que se hace cargo», lamenta. «Todas las revoluciones terminan con un Daniel Ortega en su finca, y eso es muy triste, pero aún así hay que hacerlas. Lograr, al menos, que al malo sangre por la nariz», reclama.

'Revolución' es así «una crónica de la lucha que entablaron los hombres por sus ideales y las promesas que nunca pudieron cumplir», «una reflexión sobre el poder transformador de las experiencias» y sobre «como la revolución acaba devorando a sus hijos». Martín Garret personifica «la seducción por el riesgo y los abismos que lo rodean», pero su ilusión revolucionaria acabó, como todas, en decepción. Un siglo largo después de que Villa y Zapata se alzaran en armas contra el poder «en México perviven la injusticia, la violencia y desigualdad e impera el narcotráfico». El contrapeso del héroe desencantado son tres grandes personajes femeninos: Maclovia Ángeles, una soldadera y arrojada guerrillera; Yunuen Laredo, una joven de familia adinera «una fresita, como dicen allá», y Diana Palmer, una curtida periodista estadounidense que recorre el país con los insurgentes.

«Escribir novelas te hace creer que lo has aprendido todo y no es así. Con 71 años sigo aprendiendo. Cada novela es un pretexto para crecer y aprender. Un novelista es un cazador que va por la vida con su escopeta y su zurrón cazando historias y palabras. Ese instinto de caza es formidable. El novelista que deja de aprender, de cazar, está muerto, y por ahí hay muchos que no saben que lo están, asegura el veterano narrador. Reitera que en esta, como en todas sus novelas, sus héroes «no tienen ideología». «No quiero hacer una novela con las ideologías, tan fáciles de identificar desde fuera: nazi, comuinista... Pero cuando te acercas al ser humano y te interesas más por él, la ideología deja de ser relevante y ves las contradicciones», dice el escritor, para quien la guerra es «geometría, un azar con reglas».

Como le ocurrió al joven reportero de guerra Pérez-Reverte, Martín Garret quiere entender el mundo, las pautas que lo rigen y por qué las personas, para bien o para mal, proceden de determinada manera. «La educación intelectual del novelista es literaria; la del protagonista es científica. Pero les une la misma sed de entendimiento», señala. «Quiero mostrar las contradicciones que asoman en el ser humano en las revoluciones, cuando por la mañana ves al héroe y por la noche al villano. Esas contradicciones son la vida y componen una visión del mundo diferente a la que se suele dar», aseguró el creador de la saga 'Alatriste'.

Se ha empapado también de la lengua y de unos modismo mexicanos que pondrán a aprueba a sus ya atribulados traductores, como el chino que le escriben pidiendo ayuda para trasladar al mandarín «por mis santos cojones». «Lo que hice en México, donde conviven la violencia, la ternura y la lealtad, es atrapar esa rica lengua con la que te roban la cartera tratándote de usted», explica risueño.

Para abordar esta novela, que llega este martes a las librerías y en la próxima semana a toda Latinoamérica y Estados Unidos, Pérez-Reverte asegura haber leído «todos los libros» y visto «todas las películas» sobre la una revolución mexicana «que el cine ha falseado mucho». «La película de Antonio Banderas como Pancho Villa no era buena y tampoco lo era el Zapata de Paul Newman», sostiene. Su «muy acusado sentido del desastre» le mantiene «alerta» dice, y evita que se sorprenda ante hechos como la invasión de Ucrania. «Vivo en una saludable incertidumbre y no me relajo. Para mí era evidente que íbamos hacia esto. Me acerco más que otros, veo lo que lo que ellos no ven y lo detecto antes. Pero tampoco puedes estar todos los días avisando de que viene un meteorito». «Los profetas molestan. No hay que callar, pero tampoco abrumar con los malos augurios», concluye.

Con más de 30 novelas traducidas a 40 idiomas en su cargado zurrón el antiguo portero de guerra, hoy académico de la lengua, titular del sillón T en la RAE, y escritor de éxito global, Pérez-Reverte cuenta con más de veinte millones de lectores en todo el mundo y ha visto sus ficciones llevadas al cine y la televisión.

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«Las revoluciones las pierden quienes las hacen»

María Paredes - theobjective.com - 03/10/2022

Arturo Pérez-Reverte llega entre flashes a uno de los salones del hotel Palace. Su sombrero de fieltro, estilo indiana, reposa junto a él cuando se sienta a la mesa para presentar 'Revolución' (Alfaguara, 2022), su trigésima segunda novela. Esta, su última aventura, ha tenido embarcado a este marino durante el último año y medio, y la singladura le ha llevado en esta ocasión a México; en concreto, a la revolución protagonizada por Emiliano Zapata y Francisco Villa. Ha sido, de hecho, el regreso a su país amado después de 'La Reina del Sur' (Alfaguara, 2002). Algo te ata firmemente a un lugar al que has sobrevivido y, aunque el autor ha sobrevivido a varios, en México tuvo que hacerlo a golpe de tequila. Algo se torció en una cantina y solo el destilado apaciguó los ánimos y le permitió llegar a los 71 años que está a punto de cumplir.

Reverte no es autobiográfico, y 'Revolución' no escapa a esa norma. Sin embargo, algo de su mirada temprana, cuando se enfrentó a los primeros conflictos, se ha posado en Martín Garret, el ingeniero de minas que protagoniza esta historia. «La ventaja de ser mayor y de tener una biografía movida es que uno puede utilizar elementos de ella para, pasados por el filtro de lo narrativo, convertirlos en literatura», dice Reverte, aclarando que nada de lo que pasó en la novela le sucedió a él, sino que él le ha cedido «el botín de ese recorrido iniciático» a su Martín para darle «espesor». 

Y así es: su personaje, a diferencia del autor (cuya profesión le determinaba), se ve envuelto en una revolución de forma sorpresiva. Es un joven ingeniero de minas español que una mañana, desde su hotel, escucha un tiro en la distancia y sale a la calle para ver qué sucede. Y lo que sucede es que una revolución le arrasa y le aporta todo aquel conocimiento que Reverte adquirió de la guerra: «Las contradicciones de la guerra te dan una visión del mundo totalmente diferente a la que vive la sociedad habitual biempensante. Yo me enganché a la guerra, pero no por la guerra, sino por los seres humanos que la hacen. La gente que se mueve por ella es fascinante». A Martín, unido en combate al ejército de Pancho Villa, le sucede lo mismo.

Aunque el telón de fondo de su última obra, como acostumbra el autor, es histórico, Reverte deja claro que ese marco es tan solo «un pretexto» y que estamos ante «una novela de aventuras». Pero sí reconoce que el pasado es el lugar donde se encuentra cómodo, él que se declara abiertamente como un ser «del siglo XX». Y lo razona así: «La historia para mí no es una recreación. Yo no escribo novelas con la historia de fondo para reconstruir ese mundo histórico, sino para entender mejor el presente».

La mecha necesaria para escribir Revolución en tal contexto fue prendiendo lentamente, a lo largo de una vida: su bisabuelo fue ingeniero de minas, y un compañero suyo fue a México en la época de la revolución zapatista, desde donde le enviaba misivas. Esto hizo que al escritor siempre le interesara aquel pasado y que, en sus viajes como reportero al Nuevo Mundo, fuera acumulando material sobre ello. Un día, sin esperarlo, todo ello desembocó en la certeza de que debía escribir esta historia.

Viajar al pasado y a otra geografía implica un trabajo de documentación exhaustivo, también en lo que al lenguaje concierne. Y el reto principal aquí, subraya Reverte, era recrear «las voces de un campesino analfabeto del año 1911», para lo que «tenía que hacer esa diferencia de tonos» y aspirar a que el lector «los oyera más que leyera». Para eso se empapó de la literatura mexicana contemporánea, «leyendo Vámonos con Pancho Villa, las de Nellie Campobello, Los de abajo», etc. Y vio mucho, mucho cine también.

Aunque ahora enfrenta esta, hecha de tinta y papel, en su archiconocida faceta como reportero de guerra Reverte cubrió varias revoluciones. Entre otras, las de El Salvador, Rumanía y Nicaragua. Aquellas batallas aterrizan en los lujosos salones del Palace durante la presentación a través de las reflexiones que al autor le suscitan: «Los he visto luchar, sufrir y morir, y ver el precio que pagan. La sensación que queda es muy triste. Hay excepciones, pero por lo general las revoluciones las pierde quien las hace. Ocurre en casi todos los lugares». Por eso, Reverte explica que a Revolución la «recorre un poso de melancolía al ver tanta sangre derramada para lo que es México ahora: un lugar en que la injusticia, la humillación, el caciquismo y la tristeza siguen». Y añade, con un gesto entre el cinismo y las ascuas de un dolor incómodo: «Haber visto todas esas cosas hace que uno no se haga muchas ilusiones sobre las grandes palabras revolucionarias».

El del novelista, dice para concluir, es un trabajo. Y el suyo es un empeño sin jubilación ni descanso. Aunque para presentar 'Revolución' recala en el puerto de una ciudad sin mar, el marino lleva ya meses surcando las aguas de una nueva historia: «Yo no tengo agonía creativa, yo necesito trabajar». Además, su oficio, dice, le aleja la parca: «Para un novelista, del tipo que soy yo, una novela es una manera de no envejecer de una forma miserable, triste o sórdida, sino de una forma espléndida. El novelista que deja de aprender está muerto». 

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"A veces toca levantarse y pelear, al menos para que al otro le sangre la nariz"

20minutos.es - 03/10/2022

El escritor Arturo Pérez-Reverte publica nueva novela, 'Revolución' (Alfaguara), asegurando que las "grandes palabras revolucionarias" nunca le han generado "ilusiones" y que es "escéptico" ante los movimientos revolucionarios, "aunque eso no quiere decir que no haya que hacerlos". "Las revoluciones surgen casi todas con violencia y, una vez hechas, cuando termina todo, aparece el que estaba detrás para decir que ya se hace cargo y quita a quien se la juega: pierden quienes las hacen y ganan quienes se apropian de ellas. Tengo esa melancolía de que las revoluciones terminan siempre en un Daniel Ortega en su finca. Y eso es muy triste", ha señalado el autor en la rueda de prensa de presentación del libro.

En cualquier caso, el autor ha reconocido que "a veces toca levantarse y pelear, al menos para que al otro le sangre la nariz". En 'Revolución', Pérez-Reverte viaja al México de primeros de siglo donde un joven llamado Martín Garret Ortiz es testigo de los avances de la revolución en el país instigada por Emiliano Zapata y Francisco Villa. "Mi intención es la de mostrar las contradicciones que asoman en el ser humano durante estas revoluciones, donde por la mañana uno puede ser un héroe y a la tarde un villano. Esas contradicciones son la vida y componen una visión del mundo diferente a la que se suele dar", ha advertido el creador de la saga 'Alatriste'. Es por ello que el autor se considera "un escritor honrado", que no intenta "congraciarse con el mundo de ahora sino contar cómo ve el mundo". "A veces te dicen "mójese", y yo digo que eso depende, porque en un tiempo de consignas fáciles y tuits, es la novela la que puede dar una visión diferente de lo habitual", ha afirmado.

En 'Revolución', Pérez-Reverte apuesta por una suerte de "héroe cansado", más observador que participante de los movimientos revolucionarios y que tiene "elementos autobiográficos". "El modo de mirar sí puede ser el mío y además hay un aprendizaje", ha resaltado, para luego aclarar que se trata de otra novela "falsamente histórica". "Uso a la Historia como telón de fondo para entender el presente. Una novela actual me parece vulgar, porque el tiempo es vulgar narrativamente hablando: yo soy del siglo XX y ahí es donde me siento más cómodo, por eso mis novelas me las llevo para allá", ha afirmado el escritor.

A punto de cumplir los 71 años y con más de 30 novelas a sus espaldas, el autor reconoce que tiene "el sentido del desastre muy acusado", lo que le lleva a estar "alerta" y no sorprenderse por desarrollos de acontecimientos como la invasión de Ucrania. "Vivo en una saludable incertidumbre y no me relajo, para mí era evidente que íbamos hacia esto. De todas formas, tampoco puedes estar todos los días avisando de que viene un meteorito", ha señalado.

Además de la publicación en España, Revolución verá la luz en distintos países de América Latina en esta semana y llegará a Estados Unidos en edición española el próximo 8 de noviembre. La anterior novela de Pérez-Reverte, 'El italiano', ya ha alcanzado los 300.000 ejemplares y este mes de octubre se estrenará la cinta 'La piel del tambor', basada en la novela homónima del escritor. 

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"Las revoluciones acaban siempre con un Daniel Ortega en su finca"

Efe - 03/10/2022

"Las revoluciones terminan siempre con un Daniel Ortega en su finca, lo que no significa que no haya que hacerlas", aseguró este lunes el escritor español Arturo Pérez-Reverte, que dedica su última novela, 'Revolución', a la vivida en México en tiempos de Emiliano Zapata y Pancho Villa.

Tardó un año y medio en escribirla, pero es "el resultado de toda una vida", explicó el autor en la rueda de prensa de presentación de la obra en Madrid, que sale ahora a la venta en España y Latinoamérica, y lo hará en Estados Unidos en español el próximo 8 de noviembre. Con este libro vuelve a México, donde ambientó también 'La Reina del Sur' (2002), un país que le parece "extraordinario" como escritor, según dijo el autor y miembro de la Real Academia Española, que recupera en esta obra los acontecimientos que sacudieron la república mexicana en el primer tercio del siglo XX.

En su labor como reportero de guerra durante más de 21 años vivió muchas revoluciones, "y por lo general las pierden quienes las hacen", indicó. En su opinión, todas las revoluciones son violentas porque una pacífica es muy raro que salga adelante. "Pero una vez hechas, por lo general, quien sale a la calle, quien da la cara, quien pelea, vierte la sangre (...). Cuando termina todo, entonces llega el otro, el que estaba detrás, o el que no estaba, y dice: "Apártate, que ya me encargo yo de gestionar esto. Y casi todas terminan en esto… Tengo esa melancolía de que las revoluciones terminan siempre con un Daniel Ortega en su finca. Y eso es muy triste", recalcó el escritor.

Su novela está protagonizada por Martín Garret, un joven ingeniero de minas español que se incorpora de manera casual al ejército de Pancho Villa e inicia un camino de madurez, un personaje al que Pérez-Reverte ha dado su "mirada" ante el mundo. En este caso, la novela "recorre un poso de melancolía al ver tanta sangre y sufrimiento para que veamos lo que es México ahora: la injusticia sigue, el caciquismo sigue, la humillación, la tristeza sigue... El haber visto esas cosas hace que uno no se haga muchas ilusiones sobre las grandes palabras revolucionarias", según el autor. En esta novela, "el protagonista no es un revolucionario, él no cree en la revolución", concluye.

No es una novela histórica, asegura, ya que sus libros, incluso los del Capitán Alatriste, ambientados en el Siglo de Oro español, son siempre "falsamente" históricos, pues aprovecha la historia como una recreación y un pretexto para entender mejor el presente. "Una novela actual me parece vulgar, porque el tiempo es vulgar", dice el escritor en referencia a la actualidad.

En su última historia tienen un papel destacado tres mujeres, una joven de familia acaudalada, una periodista norteamericana y una guerrillera, explica Pérez-Reverte, quien cree que "la presencia de una mujer en la vida de un hombre le hace progresar muchísimo". "Sin la presencia de la mujer, sin la mirada de la mujer, el hombre nunca da los pasos completos", sostiene. Se considera un escritor "honrado" porque no trata de congraciarse con el mundo que ve ahora, sino contar el que ha visto en sus cerca de 71 años, y reconoce que tiene muy acusado "el sentido del desastre".

Pérez-Reverte, con más de 20 millones de lectores en todo el mundo, está en la mitad de otra novela porque no tiene "agonía creativa". "Un novelista como yo es un cazador" que va por la vida recogiendo historias y "echándolas en el zurrón", explicó Pérez-Reverte, para quien los escritores que dejan "de mirar" están muertos.

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"Soy un escritor honrado, no busco congraciarme con el mundo de ahora"

Luis Alemany - elmundo.es - 03/10/2022

Una vez al año. Arturo Pérez-Reverte presenta una novela de aventuras que el público consume como tal, con entusiasmo y alegría (su editorial, Alfaguara, le atribuye 20 millones de lectores en el mundo), pero que entra en el debate público como una piedra en el zapato de la moral pública. 'Revolución', el nuevo reverte, habla de los temas clásicos del novelista: del aprendizaje vital a través de la brutalidad, de las contradicciones del ser humano y de las trampas del idealismo político. De personajes que "por la mañana son héroes y por la tarde se comportan como villanos abyectos", según una figura que obsesiona a Reverte desde sus años de reportero de guerra. Nada que no pueda entender cualquiera pero que, por alguna razón extraña, Pérez-Reverte tiene que explicar, casi justificar, año tras año.

¿Qué es 'Revolución'? Pérez-Reverte lo explicó esta mañana en la presentación de la novela en Madrid: "Revolución es una historia de aventuras y aprendizaje en la que su protagonista aprende a mirar a la violencia, la muerte y el amor a través de un recorrido iniciático por la guerra". La guerra, esta vez, es la revolución mexicana de 1910, "un momento excepcional en el que los pobres obligaron a los poderosos a escucharlos... pero que terminó como casi todas las revoluciones, terminó en que los poderosos se apropiaron de la revolución. Y por eso, México, un siglo después, sigue expuesto a la violencia, a la corrupción y a la tristeza", explica el autor.

En ese paisaje cae Martín Garrett, un ingeniero de minas español, veinteañero y más o menos inocente, destinado a México y casualmente ligado a la corte de Pancho Villa. "Martín no es un revolucionario, no cree que haya que hacer un baño de sangre para construir un mundo mejor. Es una persona que mira y que aprende a vivir a través de la revolución". Un personaje parecido a Garrett, testigo de la revolución, estaba en la memoria personal de Pérez-Reverte, había sido compañero de carrera de su bisabuelo y una figura legendaria en muchos relatos familiares. Ahora, el escritor le ha creado una trama de encuentros históricos, enamoramientos y aventuras a la antigua para llevarlo desde la inocencia hasta el poso de la vida adulta, hasta la construcción de una mirada compleja, descreída y, en parte, dolorosa.

"Hay tres mujeres que lo impulsan en ese viaje. Una mujer que representa al mundo rural, áspera y revolucionaria; una niña bien que le abre muchas puertas sociales; y una periodista estadounidense que le permite entender lo que ve. En la vida de los varones eso ocurre: a vida es un camino de aprendizaje en el que las mujeres nos hacen dar saltos adelante", cuenta Pérez-Reverte.

El novelista habla, a menudo, en términos así. Habla de experiencias universales que responden a los misterios nucleares del alma humana: el valor y la cobardía, la crueldad y la ternura, el deseo sexual y la necesidad de decir adiós, a veces. Es eso lo que le importa y no las guerras culturales de 2022. "El mundo actual me parece vulgar. Siempre hay un "hacker" y un dron en las novelas. Lo siento, pero yo soy de otro mundo, en el que había que sobornar a una telefonista para que te diera conexión. Soy del siglo XX". ¿Es ese descreimiento, esa distancia, un rasgo de conservadurismo? "El mundo te dice: "Mójese. Escriba consignas fáciles. Resuma 3.000 años de historia con un tuit de 140 caracteres". No lo voy a hacer y estoy orgulloso. Soy un escritor honrado, no busco congraciarme con el mundo de ahora".

Esa es la otra paradoja de Pérez-Reverte: sus historias son vitalistas y vibrantes pero su fondo es sombrío: "Cuando veo a una pareja de veinteañeros besarse en un banco deseo verdaderamente que sigan juntos para siempre, que se sigan besando 50 años y mueran juntos y enamorados. Desgraciadamente, sé que no es así, y me duele saberlo", explica el autor. "Tengo el sentido del desastre incorporado. Es una faena, ser Casandra todo el tiempo no es una buena opción". ¿Por qué la vitalidad, entonces? "Ser novelista es una suerte. Un novelista es un cazador, sale con su escopeta y su zurrón. Sales a la cale, ves a una chica guapa o un chico guapo, una luz, una música y la cazas. Algún día ya la usarás. Es una manera de no envejecer de una manera no del todo sórdida".

Falta hablar de México, el país que Pérez-Reverte ya retrató en 'La Reina del Sur' y que, en sus contradicciones, representa perfectamente la imagen paradójica de la vida que tiene el autor de Revolución: "México es la violencia y la cortesía extrema". Pérez-Reverte se precia especialmente, de haber reconstruido el habla de México en 1910 y en los diferentes estratos sociales de aquel mundo. De López Obrador no dijo nada en especial.

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«La experiencia hace que no sea optimista con las revoluciones»

Jaime G Mora - abc.es - 03/10/2022

La cita es en el hotel Westin Palace, casi nada, uno de esos sitios en los que ocurren cosas, al menos esas que salen en las noticias. «Cuando el hall del Palace está lleno, congestionado y al rojo, significa que la política carbura a todo gas y que pasan cosas importantes», escribió Pla. Madrid anda así estos días. Unos pocos metros más allá, frente al Congreso de los Diputados, unos reporteros graban a una veintena de manifestantes que cargan contra la exministra de Fomento Ana Pastor por su papel en el accidente del Alvia. Y en el hall del hotel, ese que Ruano cruzaba para perfilarse su bigote alfonsino antes de sus entrevistas, hay agitación, sobre todo en una sala acomodada con mesas con desayuno para más de medio centenar de invitados, una decena de cámaras de televisión y hasta un "photocall". Se presenta la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte, claro; difícilmente otro escritor español podría conseguir un despliegue así.

Treinta dos novelas lo contemplan desde que a finales de los ochenta comenzara a apartarse del reporterismo de guerra para «rehacer el mundo» con su imaginación, veinte millones de lectores y traducciones a cuarenta idiomas. Varias de sus obras han sido adaptadas al cine; la última, 'La piel del tambor', por Sergio Dow, se estrenará en unas semanas. El cineasta, uno de los invitados más madrugadores, contempla desde su asiento la llegada del novelista; chaqueta de piel de ante, una mano en el bolsillo, en la otra un sombrero y medio minuto posando ante los fotógrafos. Tras 'El italiano', que vendió más de 300.000 ejemplares, es el turno de 'Revolución', con la que el novelista vuelve a México, concretamente a la revolución de principios de siglo, la que protagonizaron Pancho Villa y Emiliano Zapata contra el porfiriato.

«La revolución mexicana es un hecho importantísimo -reflexiona Pérez-Reverte cuando ya todos están sentados y con los oídos abiertos-. Por primera vez el pueblo se levantó y se sentó a la mesa de los poderosos. Es un hecho tan insólito, tan extraordinario... Luego vino la Revolución Rusa y la Primera Guerra Mundial y se diluyó». Pero esta no es una novela histórica, es una «novela de aventuras». Para el autor de la saga 'Alatriste', la historia no es más que un «pretexto», un «marco narrativo» para abordar los temas que a él le interesan: el amor, las lealtades, los odios, las pasiones... todas esas contradicciones «que asoman en el ser humano durante estas revoluciones, donde por la mañana uno puede ser un héroe y a la tarde un villano».

En definitiva, eso que vivió cuando le tocó cubrir revoluciones en El Salvador, Rumanía o Nicaragua. Y, sin ser una obra autobiográfica, sí que presta al protagonista del libro, Martín Garret, sus experiencias vividas. Martín es un joven ingeniero de minas españoles que, recién entrado en la veintena, se une a a revolución. No por una cuestión de ideología, sino porque «la gente que se mueve en ella es fascinante», explica. «En un tiempo como este en el que todo son lugares comunes y consignas fáciles, esta novela da una visión diferente de la habitual. Estoy orgulloso de eso. Soy un escritor honrado, no intento congraciarme con el mundo que vivo ahora, sino contar cómo veo el mundo». Porque aunque recurra a la historia, su afán es entender el presente: «Una novela actual me parece vulgar, porque el tiempo es vulgar narrativamente hablando: yo soy del siglo XX, es donde me siento más cómodo. Por eso mis novelas me las llevo para allá».

Esa experiencia, la que le ha dado «una juventud agitada» y tener «muy acusado» el sentido del desastre, también por su condición de marino, es la que le permitió anticipar una guerra como la que se libra en Ucrania: «Hay cosas que me gustaría no adivinar, que me gustaría ignorar». Esa melancolía, inevitablemente, recorre su nueva novela: «Las revoluciones surgen casi todas con violencia y, una vez hechas, aparece el que estaba detrás para decir que ya se hace cargo y quita a quien se la juega: pierden quienes las hacen y ganan quienes se apropian de ellas. Tengo esa melancolía de que las revoluciones terminan siempre en un Daniel Ortega en su finca. La experiencia de haber visto tantas cosas hace que no sea optimista con las revoluciones. Lo que no quiere decir que no haya que hacerlas».

Arturo Pérez-Reverte habla decidido, con precisión, y responde a todas las preguntas que le plantean, también de periodistas de medios mexicanos o argentinos. ¿Teme que esta revisión de la revolución mexicana provoque algún tipo de polémica después de que López Obrador reclamara a España una petición de perdón? «Si mañana el presidente mexicano critica mi novela, eso ayudará y fenomenal, pero no es el objetivo. No hay una vinculación de esta novela con la polémica con México». ¿Cómo ha hecho para reproducir el lenguaje de principios de siglo? «Me empapé de novelas de la época y de ahí fui extrayendo frases, refranes... Hice un glosario, con una larga relación de términos. Mis editores mexicanos lo revisaron y vieron muy pocos deslices». ¿Cómo hace, casi llegado a los 71 años, para seguir levantándose cada mañana a escribir? «Aprendo con cada novela que escribo. Es una forma de no envejecer de manera miserable. Ese instinto de cazador, ese hormigueo... Ser novelista es una suerte extraordinaria. Puedo convertiros a todos en literatura y hacer con vuestras vidas lo que quiera. Es un poder intelectual delicioso».

Una hora después, vuelven los flashes. Los fotógrafos lo retratan ahora firmando libros y saludando a alguno de los asistentes, que se resisten a irse. Hoy 'Revolución' llega a las librerías españolas; dentro de unos días llegará a Suramérica y, el 8 de noviembre, aterrizará en Estados Unidos. No es verdad que los autores españoles no vendan fuera, asegura: «En España hay una tendencia a escribir sobre temas poco exportables. Pero autores cómo Juan Gómez-Jurado, Javier Marías o yo sí tenemos más recorrido fuera. Creo que es una cuestión de materia».

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«Las revoluciones las pierden quienes las hacen»

Javier Ors - larazon.es - 03/10/2022

Una novela tarda en escribirse un año y medio, pero madura a lo largo de una vida entera. Esta historia nació en la imaginación de Arturo Pérez-Reverte muy temprano, cuando aún era niño y escuchaba en casa los relatos que contaban sobre aquella revolución que discurrió al otro lado del Atlántico, en tierras de México, con hombres de espesos bigotones, carrilleras cruzadas sobre el pecho y ojos enrojecidos por el humo de la pólvora. Fue una época de discursos y de ilusiones, cuando los pueblos todavía creían en las antiguas utopías que aspiraban a alcanzar el sueño de la justicia social, la añorada esperanza del destierro de la miseria y las pobrezas arraigadas. De aquellas cartas, recortes de diarios, recuerdos y fotografías desvaídas que atisbaba en las revistas, le quedó al novelista el sedimento de una historia que las vivencias primero y la reflexión, después, fraguó en un libro de grandes balconajes literarios, provisto con las honduras adecuadas para sumergirse en el terreno de la aventura, pero también de los grandes valores, donde los lugares comunes que guardamos sobre el bien y el mal se desvanecen y las líneas habituales que los separa se vuelven grises y confusas.

En 'Revolución' (Alfaguara), una narración vertiginosa, con remansos, pero de pocos respiros, Arturo Pérez-Reverte ha modelado un personaje muy separado de sus inquietudes intelectuales, pero paradójicamente apegado a ciertas aristas personales, que ha sido, por decirlo de alguna manera, calafateado con una parte de sus andamiajes biográficos, algo que lo vuelven muy vivo y cercano.

Este Martin Garret, ingeniero de minas y un joven aún de muchas mocedades, que protagoniza el libro ha heredado las experiencias que el autor reunió durante su época de reportero. Una destilación que está en el eje de esta aventura y que trata de responder a las preguntas como ¿qué engancha de una guerra? o ¿qué se aprende de ellas? «No es una obra autobiográfica. Hay elementos, eso sí. La ventaja de ser mayor es que uno puede usar pasajes de la propia vida y pasarlos por los filtros de la literatura. Nada de lo que pasa ahí me ha sucedido, pero sí es mío la manera en que Martín Garret mira el mundo. Aquellos años me dejaron enormes aprendizajes. Descubrí cosas que me sirvieron mucho, que me fueron útiles como persona y luego como novelista. Este botín iniciático se lo he dado a este personaje para darle espesor».

Después de 'La Reina del Sur', Pérez-Reverte regresa a México, a uno de los sucesos capitales que marcaron su devenir histórico y que el cine y los libros han teñido de romanticismos, aunque él presente la revolución mexicana con toda su dureza y crueldad. «Como periodista he cubierto muchas revoluciones, la de Rumanía, la nicaragüense... Las revoluciones las pierden quienes las hacen y las ganan los que se apropian de ellas». El escritor, sombrero azul, chaqueta de ante, se toma un respiro antes de proseguir: «Esta novela está recorrida por esa melancolía. Tanto valor, tanta violencia, tantas ilusiones, para después ver el México de ahora, con el caciquismo, la injusticia y la humillación que aún continúan. Es triste el haber visto esos procesos, la ilusión que despiertan las palabras revolucionarias».

Pérez-Reverte hace un alto antes de matizar que su protagonista, que se codea con Pancho Villa, que conoce el nombre de Emiliano Zapata, que vive con valientes guerrilleros y mujeres-soldado de rudas formas, pero de corazones honestos, no cree en la revolución «ni en la causa del pueblo. No le importa si el mundo será después mejor o si se deben demoler las viejas estructuras. Martin Garret es un joven desprovisto de ideología en su comportamiento, que descubre con asombro que los revolucionarios hacen cosas y que eso que hacen le ayuda a aprender más sobre la vida. Para él es una buena escuela de aprendizaje. Se queda ahí por eso. Solo es un hombre que mira. No cree en la causa, sino en los seres humanos».

El escritor aleja malentendidos y reconoce de manera abierta: «Soy escéptico con las revoluciones, aunque hay que hacerlas. Y con violencia, porque las revoluciones pacíficas, aunque las hay, no logran nada. Lo que sucede es que una vez hechas, quien ha dado la cara, quien se la ha jugado por ellas y se ha roto el alma, es apartado y el que ha estado detrás todo el rato viene para decir, quítate tú, que esto lo voy a terminar yo. He presenciado revoluciones, como la de Nicaragua, donde ahora está Daniel Ortega sentado en su finca, que yo conozco... Es triste».

Arturo Pérez-Reverte, echándose hacia atrás, apoyándose en el respaldo de la silla, comenta luego: «Eso no quiere decir que no haya que hacerlas. Hay que hacerlas en muchas ocasiones. A veces hay que pelear, aunque sea sin esperanza, tan solo para hacer que al otro le sangre la nariz un poco».

En el eje de «Revolución» queda lo que atrae a Martin Garret, que «es lo que me deslumbró a mí en las primeras guerras», como revela el novelista. «Quedé fascinado por el horror y la cantidad de cosas insólitas que vi en los conflictos. Enseguida me di cuenta de que aprendería más en ellos que en diez años en Madrid. Lo que le asombra a Martin Garret es lo mismo que a mí: el ser humano, la causa por lo que el hombre se mata en el Líbano, en Ucrania. Lo que él mira es lo que yo miraba: cómo se comporta el ser humano y ver de repente cómo alguien educado y culto puede convertirse en un francotirador y matar niños; cómo el héroe de por la mañana puede comportarse igual que un villano por la tarde. Esto lo vi en Eritrea, con aquellos guerreros que por la mañana pelearon como leones, igual que los grandes héroes, y, por la tarde, saquearon, violaron y mataron a los prisioneros. Son esas contradicciones las que atraen a un joven de veinte años, las que moldean en él una visión particular del mundo y también las que rompen los esquemas que nos venden en las sociedades biempensantes. Me enganché a los conflictos bélicos por cómo son los seres humanos en la guerra, la gente que muere en ellas, por las lealtades que se generan, por el horror, por el amigo que manda fusilar... estas complejidades tan vivas y tan humanas». Y añade: «Por eso, cuando me insisten por ahí que me involucre, mójese con el colorado, con el verde, contesto siempre que esto no es así, que eso depende. Es un tiempo de consignas fáciles, de tuits. En este momento, donde resumimos ideologías en 180 caracteres, esto es muy difícil de entender. Yo solo pretendo contar una historia y dar una visión diferente de lo habitual. No intento congraciarme con el mundo en el que vivo, sino mostrarlo como lo veo ahora».

Hay en 'Revolución' un retrato complejo de hombres y mujeres. De gente peligrosa, que, como explica Arturo Pérez-Reverte, son capaces de matarle a uno llamándole de usted y con las máximas galanterías y educaciones. Martín Garret los conocerá en el campo de batalla, donde las leyes de la guerra a veces se imponen a las lealtades de la amistad. Pero también en las civilizadas ciudades, donde el amor abre entre caballeros litigios personales que nada tienen que ver con la simpatía o la aversión. Arturo Pérez-Reverte, que siempre ha reconocido en México un país fascinante por su historia y su manejo de la lengua, ofrece el cuadro de esta revolución en crudo, sin tapujos, con un retrato de Pancho Villa muy vivo y real, «del que estoy orgulloso», en la que asoma la figura legendaria de Emiliano Zapata y en la cual reserva un papel especial para esas guerrilleras que marchan al lado de sus compañeros, con los hijos envueltos en refajos, vengan las cosas a favor o en contra, y a las que no desanima la dureza del camino ni las fatigas de los combates. «Jamás me han gustado las novelas ideológicas, no me apetece hacerlas. Las ideologías pueden engañar y manipular. Lo que yo quiero hacer es narrar cómo se comportan las personas en estas circunstancias y cómo sobreviven. Cuando acudí por primera vez a una guerra, reconocí geometrías, ángulos, rectas. Entendí que el azar y el caos tienen unas reglas propias y que a través de ellas puedes acercarte al mal, a la violencia, a la catástrofe y a la vida... Me fascinó». Las contiendas, como explica Arturo Pérez-Reverte, al igual que la navegación, desarrollaron en él una predisposición natural para detectar riesgos. «Tengo un acusado sentido del desastre. En las guerras y en el mar estás atento, no te relajas. Esta experiencia te hace ver cosas que otros no ven. No es que sea profético, y tampoco es inteligencia, sino cierta perspicacia para detectar cosas que otros no poseen». Quizá por eso aventuró hace varios años cómo Europa se acercaba a ciertas tesituras que hoy parecen haberse confirmado. «Hay cosas que me gustaría no saber o intuir. Ser Casandra no es una buena cosa. Hay asuntos que me gustaría ignorar, no intuir y tampoco imaginar».

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"Me importa más la violación de una mujer que la ideología"

David Barreira - elespanol.com - 03/10/2022

Heroísmo, valentía, la seducción ante los abismos del peligro, el coraje, la camaradería, la impronta de situaciones extremas en la idiosincrasia del ser humano… Son los elementos intrínsecos de la literatura épica de Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951), y todos ellos están presentes en su nueva novela, la número treinta y dos, 'Revolución' (Alfaguara), con la que se adentra en las entrañas del México de principios del siglo XX y en la sublevación comandada por Pancho Villa.

Pero su protagonista en esta ocasión es un tanto diferente a Lorenzo Falcó y a Sidi, a los soldados republicanos y franquistas del baño de sangre de 'Línea de fuego' o al Teseo Lombardo de 'El italiano'. Martín Garret Ortiz, un joven ingeniero de minas español que acaba siguiendo, picado por la curiosidad, al ejército revolucionario, no está enfangado en el fragor de los combates, es un observador. "Es un chico joven donde no hay una ideología en su comportamiento, un individuo que mira, que aprende sobre el mundo y los seres humanos, y ser testigo de todo eso lo va a ir cambiando", resume el escritor.

"Esta es una novela de aventuras, de aprendizaje, un viaje iniciático. Martín Garret no cree en la causa, cree en los seres humanos", añade Pérez-Reverte durante la presentación de 'Revolución' este lunes en el Hotel Palace de Madrid. Es exactamente el reflejo de la creencia del escritor y excorresponsal de guerra. ¿Pero no es inseparable la valentía personal, el heroísmo de los individuos, de la causa por la que se lucha? "Prefiero moverme con héroes donde no es la ideología lo que prima, aunque la tengan", responde el autor. "Cuando lo ves desde fuera, las ideologías son fáciles de identificar: esto es nazi, esto comunista. Cuando te acercas al ser humano, lo que priman son las contradicciones. A mí no me apetece hacer una novela ideológica, quiero contar cómo se comporta el ser humano. Cuando estuve por primera vez en una guerra vi que aquello era geometría, que el azar y el caos tenían reglas. Y me di cuenta que a través de ellas podías acercarte a las fuerzas que mueven el universo. Mi zambullida fue primero como testigo y a veces como novelista en los mecanismos humanos que enlazan con esos códigos cósmicos que mueven el mundo, la vida, la muerte. Para mí es más importante un hombre que viola a una mujer que la ideología, que además puede engañar y manipular. Pero cuando estás frente al ser humano no hay engaño ninguno".

En el protagonista de 'Revolución' hay muchos elementos autobiográficos de Pérez-Reverte y de cómo cubrir de joven conflictos bélicos en lugares tan distantes como los Balcanes o Nicaragua moldeó su imagen del mundo. "La novela la recorre un poso de melancolía al ver que tras tanta sangre derramada, en el México actual sigue la injusticia, el caciquismo, la violencia… Haber sido testigo de esas cosas provoca que uno no se haga muchas ilusiones sobre las aspiraciones revolucionarias", zanja el autor, aunque añade: "Las revoluciones hay que hacerlas con violencia, las pacíficas es raro que consigan algo. Hay momentos en que hay que levantarse y pelear, aunque sea sin esperanza".

El académico también vuelve a incidir en que sus novelas no son históricas, de recreación: "No escribo para reconstruir sino para entender el presente. Que sea un héroe cansado o esté en proceso de aprendizaje, son personas que tienen conflictos plenamente actuales. Sin la historia, el hombre moderno es huérfano, por eso siempre tengo el afán de que la historia sea el tejido de la novela. Una novela actual me parece muy vulgar, el tiempo es vulgar narrativamente hablando. Yo soy del siglo XX y estoy más cómodo así que utilizando teléfonos móviles".

'Revolución' es el regreso de Pérez-Reverte a México tras la exitosa 'La Reina del Sur'. Y es una novela que ha ido creciendo en su cabeza desde que era pequeño, desde que escuchó en su casa la historia de un amigo de su bisabuelo, también ingeniero de minas, que se había ido a trabajar al país latinoamericano y narró en frecuentes cartas los acontecimientos imprevistos y sorprendentes de la Revolución mexicana. Explica el escritor que durante toda su vida ha ido acumulando materiales y documentación, que ahora ha combinado con un proceso de documentación sobre la lengua hablada en esas primeras décadas del siglo. "Quería que el lector oyese hablar mexicano", promete.

En la ficción también tienen un preso importante los personajes femeninos. Hay tres principales: una "niña bonita" de una familia acaudalada, una intrépida periodista estadounidense con ecos de Nellie Bly y una valerosa guerrillera que acompaña a los líderes revolucionarios como Pancho Villa y Emiliano Zapata, de quienes, por cierto, opina el autor, la gran pantalla ha dado "una imagen romántica, folclórica; el cine es siempre una falsificación, no es una fuente fiable". Todas ellas influirán en la evolución del protagonista. "La presencia de mujeres en la vida de un hombre la hace avanzar, progresar mucho en ese viaje iniciático", opina Pérez-Reverte. "Sin ellas el aprendizaje sería incompleto. Sin los silencios y la mirada de la mujer, el hombre nunca da los pasos completos".

Preguntado por qué ha aprendido él al armar 'Revolución', el escritor hay lanzado una sugerente reflexión: "Cuando uno llega a 71 años, piensa que puede haber visto todo y aprendido todo, pero no es verdad. Cada novela con la que trabajo me ayuda a aprender. Un novelista como yo es un cazador, y mantener la gimnasia del aprendizaje te mantiene vivo. Una novela es una forma no envejecer de forma miserable, triste o sórdida. El novelista que deja de aprender está muerto y hay muchos novelistas muertos que no lo saben".

Es volcánico Pérez-Reverte en sus respuestas y exposiciones, pero deja claro que lo que a él realmente le fascina, y sobre ello está construida buena la mayor parte de su narrativa, es el comportamiento del ser humano. "Es lo que me deslumbró en las primeras guerras y revoluciones que cubrí. La causa por la que se mata y donde sea es lo de menos. Yo me enganché a la guerra por los seres humanos y Martín Garret se engancha a la revolución por la gente. En un mundo donde todo son consignas fáciles y se resumen 3.000 años en un tuit, esta novela da una visión diferente de lo que es lo habitual. Estoy orgulloso de ello; soy un escritor honrado, no intento congraciarme con el mundo en el que vivo ahora, sino decir cómo lo he visto".

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«¿Cuál es mi ideología? Depende del pie que me pisen»

María Serrano - eldebate.com - 03/10/2022

Es 'Revolución' su trigésimo segunda novela, pero confiesa Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) que con cada una que escribe aprende algo nuevo, especialmente sobre la condición humana, su gran objeto de estudio. A través del espíritu de Martín Garret, un joven ingeniero de minas que se encuentra envuelto en la revolución de Emiliano Zapata y Pancho Villa de principios del siglo XX, el escritor murciano personifica a ese «hombre que mira» con el que tanto se identifica.

'Revolución' es el regreso de Pérez-Reverte a México tras la aclamada 'La Reina del Sur' (2002): es el retorno, por tanto, a un país que conoce bien, a cuya cultura se siente muy ligado y donde mantiene y alimenta amistades que tienen decenios. «Si viviera en México escribiría una novela al mes», confiesa en la presentación de la novela alabando su riqueza, que le aporta muchos de los ingredientes necesarios para construir una buena novela.

«Pero aunque sea mexicana, esta no es sólo una novela mexicana: el protagonista realiza un camino de madurez a través de un viaje iniciático gracias al que podemos adentrarnos en las complejidades del corazón humano», continúa el escritor, a quien le interesan los arcos narrativos de sus personajes. También de los femeninos, como demuestra en esta nueva novela en la que son tres las mujeres protagonistas: una soldadera analfabeta y rural, una niña fresita de buena familia y una periodista norteamericana con ecos de Nellie Bly que acompaña al protagonista. «Una mujer es necesaria por su educación vital y sentimental; aunque los hombres van haciendo su propio camino de aprendizaje, la presencia de las mujeres en la vida de un hombre le hacen progresar, avanzar en grandes saltos. Sin la mujer, el aprendizaje sería incompleto».

Entre todos los personajes que ha creado, Pérez-Reverte ha escogido a Martín Garret para convertirlo en depositario de una parte de su memoria personal. Lo delinea como alguien adecuado para recapacitar sobre la adicción que alienta el peligro: el propio escritor, que fue reportero de guerra durante veinte años, tardó otros veinte en desengancharse de ella, y con ese bagaje de encuentros y desencuentros, de fatalidades y hallazgos, ha moldeado a su protagonista, que se siente seducido constantemente por las situaciones extremas y por la adrenalina que generan.

«He tardado un año y medio en escribir esta novela, pero lleva mucho tiempo conmigo: cuando era pequeño, leía las cartas que un amigo ingeniero de minas en México le mandaba a mi abuelo», ha explicado el académico de la RAE, que después empleaba sus viajes al país americano en documentarse y acumular más información. «Mis novelas son falsamente históricas: escribo con trasfondo histórico para entender el ahora», ha aclarado sobre su forma de recurrir siempre al pasado.

Los héroes de Pérez-Reverte, incluso Alatriste, presentan dilemas plenamente actuales, pero «sin la historia el hombre moderno está perdido, es huérfano», razón por la que escoge tiempos pasados, aunque también explica divertido que él es «un hombre del siglo XX» y que todo lo que rodea a la tecnología le parece que cae «en la vulgaridad».

Explica el escritor que durante toda su vida ha ido acumulando materiales y documentación, que ahora ha combinado con un proceso de documentación sobre la lengua hablada en esas primeras décadas del siglo. «Quería que el lector oyese hablar mexicano», promete, «pero nada vale en bruto para una novela, no funciona: es otro mundo, otro registro, hay que novelizarlo. Por eso nunca hay una vinculación directa entre el personaje de la novela y la realidad; hay un trabajo largo y minucioso para que se convierta en literatura».

En su labor como reportero de guerra durante más de 21 años vivió muchas revoluciones «y por lo general las pierden quienes las hacen y las ganan quienes se apropian de ellas», ha indicado, antes de mencionar algunas como las de El Salvador, Rumanía o Nicaragua: «He visto a la gente sufrir, luchar y morir; es algo muy triste». Y explica que todas las revoluciones son violentas porque una pacífica es muy raro que salga adelante. «Pero una vez hechas, por lo general, y así lo he visto, quien sale a la calle, quien da la cara, quien pelea, vierte la sangre, se la juega y se destroza la vida por cambiar el mundo…, cuando termina todo, entonces llega el otro, el que estaba detrás o el que no estaba y dice, apártate que ya me encargo yo de gestionar esto».

Muy crítico con los procesos revolucionarios, aunque defiende que «no porque acaben mal hay que dejar de hacer las revoluciones; al menos, que el malo se lleve un puño», ha escogido el ejemplo nicaragüense para ilustrar su juicio: «Tengo esa melancolía de que las revoluciones terminan siempre con un Daniel Ortega en su finca. Y eso es muy triste», ha recalcado el escritor, que afirma que México ha derramado sangre para acabar en lo mismo: «La injusticia sigue, el caciquismo sigue, la humillación y la tristeza siguen... El haber visto esas cosas hace que uno no se haga muchas ilusiones sobre las grandes palabras revolucionarias. Lo que pasa es que en esta novela, el protagonista no es un revolucionario, él no cree en la revolución».

«Esta es una novela de aventuras, de aprendizaje, un viaje iniciático. Martín Garret no cree en la causa, cree en los seres humanos», añade Pérez-Reverte durante la presentación de la novela este lunes en el Hotel Palace de Madrid, que es una expresión de su propia creencia. El excorresponsal de guerra es capaz de separar los ideales de la lucha de la propia lucha: «Prefiero moverme con héroes donde no es la ideología lo que prima, aunque la tengan. Cuando lo ves desde fuera, las ideologías son fáciles de identificar: esto es nazi, esto comunista, esto es fascista, esto es ecologista. Cuando te acercas al ser humano, lo que priman son las contradicciones. A mí no me apetece hacer una novela ideológica, quiero contar cómo se comporta el ser humano".

«Cuando estuve por primera vez en una guerra vi que aquello era geometría, que el azar y el caos tenían reglas. Y me di cuenta de que a través de ello podía acercarme a las fuerzas que mueven el universo. Mi zambullida fue primero como testigo y a veces como novelista en los mecanismos humanos que enlazan con esos hilos que mueven el universo, la vida, la muerte, el dolor, el sufrimiento», profundiza el también articulista, que asevera: »Me interesa más el ser humano que la ideología".

«Para mí es más importante un hombre que viola a una mujer que la ideología, que además puede engañar y manipular. Pero cuando estás frente al ser humano no hay engaño ninguno». Para ilustrar lo que dice, Pérez-Reverte relata cómo en 1977 se encontraba en Eritrea y tomaron la ciudad de manos de los etíopes: «Los que por la mañana fueron unos héroes, por la tarde se dedicaron a saquear, violar y matar a los prisioneros. ¿Tengo que dejar de admirarlos? ¿Debo olvidar lo que hicieron por la mañana, o lo que hicieron por la tarde?», relataba, antes de explicar que su «enganche» a la guerra no se debía a la guerra en sí, sino a ver todas esas contradicciones en acción en el obrar humano.

Por eso explica Reverte que cuando le preguntan por su ideología, por si es «azul, rojo o morado» y le piden que «se moje», siempre contesta: «¡Depende del pie que me pisen! Hoy resumimos ideologías en un tuit de 180 caracteres, pero la realidad es más compleja. En ese sentido me considero un escritor honrado: en esta novela sólo he querido contar una historia, y estoy orgulloso de ello».

Además de relatar diversas anécdotas suyas en el país mexicano, como cuando se salvó de la muerte invitando a todos a tequila en Tepito, y de ahondar en los libros y películas en los que ha buceado para dibujar adecuadamente a los personajes, recalcando que «el cine ha dado una imagen romántica, folclórica de la revolución; el cine es siempre una falsificación, no es una fuente fiable», Pérez-Reverte se ha volcado con lo personal. ¿Qué ha aprendido él escribiendo este libro? «Cuando uno llega a 71 años que cumplo yo el mes que viene, piensa que puede haber visto todo y aprendido todo, pero no es verdad. Cada novela con la que trabajo me ayuda a aprender. Un novelista como yo es un cazador, y mantener la gimnasia del aprendizaje te mantiene vivo. Una novela es una forma no envejecer de forma miserable, triste o sórdida. El novelista que deja de aprender está muerto y hay muchos novelistas muertos que no lo saben».

También ha tenido tiempo el murciano para entrar, aunque de puntillas, en la polémica actual sobre el revisionismo histórico, «una polémica absurda», según él. «Ahora, si hay polémica, estupendo. Si el Presidente de México me dedica una rueda de prensa con una foto mía gigante detrás, como ya hizo, es una oportunidad de promoción estupenda», ha ironizado, antes de recalcar que le da igual y que, de hecho, ya está trabajando en su siguiente novela. «Yo no tengo agonía creativa: lo mío es un trabajo, todos los días me siento a trabajar por la mañana, y cuando termino, continúo leyendo, que es parte también de mi trabajo».

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"Como testigo de revoluciones, tengo la melancolía de ver que terminan siempre en un Daniel Ortega en su finca"

Marina Artusa - clarin.com - 03/10/2022

“Las revoluciones hay que hacerlas con violencia. Las revoluciones pacíficas es muy raro que lleguen a algo”, dice Arturo Pérez-Reverte luego de quitarse el sombrero y de haber posado frente a la gigantografía de la última novela con la que viene a tentarnos: 'Revolución'. Desde un hotel pituco de Madrid, el veterano corresponsal de guerra que suele además sentarse en el sillón que ocupa la letra T en la Real Academia Española habla de revoluciones. Pasadas y presentes.

“Las revoluciones, por lo general, las pierden quienes las hacen y las ganan quienes incluso se apropian de ellas”, dice. “Y puedo hablar de primera mano. Como periodista, he cubierto varias. La de El Salvador, la nicaragüense... Como testigo de muchas de ellas, tengo esa melancolía de ver que las revoluciones terminan siempre en un Daniel Ortega en su finca”, ironiza en alusión al antiguo comandante revolucionario sandinista y actual presidente opresor de Nicaragua. “Y eso es muy triste. Lo que no quiere decir que no haya que hacerlas”, agrega. “Las revoluciones hay que hacerlas con violencia", consideró Pérez-Reverte.

Pero a no ilusionarse demasiado: el protagonista de su último libro –que ya se consigue en las librerías argentinas– no es un revolucionario y, aunque transcurre en las primeras décadas del siglo pasado en México, tampoco es una novela histórica. “Esta es la historia de un hombre, una revolución y un tesoro”, comienza Pérez-Reverte su novela número 32, que transcurre en los días agitados en los que Pancho Villa y Emiliano Zapata le dieron voz a la revolución mexicana. “Utilizo la historia, como tantas otras veces, como pretexto, como marco narrativo –confiesa el escritor–. Utilizo la historia como envoltorio, como telón de fondo, como clave para entender el presente. Siempre he dicho que, sin la historia, el hombre moderno está perdido, es huérfano. Porque le faltan todas las referencias.” 

'Revolución' es un viaje iniciático que a Pérez-Reverte le gusta definir como una novela de aventuras, de aprendizaje. Se trata del modo en el que “un joven, durante diez años de revolución, descubre cosas de la vida, de la violencia, de la amistad, a través del recorrido por los años violentos de la revolución mexicana”, lo resume. Ese joven se llama Martín Garret Ortiz y es un ingeniero de minas andaluz, como lo fue el bisabuelo de Pérez-Reverte. El 8 de mayo de 1911, según el escritor predestinó para él, Martín Garret estaba en Ciudad Juarez y escuchó un disparo, una explosión lejana que le cambiaría la vida. Pérez-Reverte admite haberle prestado a Martín su modo de ver el mundo: “La ventaja de tener una biografía movida es que uno puede utilizar elementos de esa biografía para pasarlos por el filtro de lo narrativo y convertirlos en literatura –asegura–. Nada de lo que hay ahí me pasó a mí, pero la mirada del protagonista es la mía”.

El escritor, que en un mes cumplirá 71, confiesa que los años de violencia que presenció como cronista desde campos de batalla “fueron un aprendizaje muy intenso, donde descubrí cosas que me fueron muy útiles después como persona, como novelista, como periodista. El botín de ese recorrido iniciático se lo he prestado a Martín Garret para darle espesor”, insiste. “Es un chico joven sin ideología que de pronto ve una revolución. Mira y aprende sobre el mundo”, cuenta el autor sobre su personaje. “Todo esto se resume en que, cuando yo estuve por primera vez en una guerra, vi que todo aquello era geometría –describe–. Que había unas rectas, unas curvas, unos ángulos. Buenos y malos. Unas reglas. El azar, el caos tenían reglas”. Y aclara: “Mi zambullida como testigo y luego como novelista es en los mecanismos humanos que enlazan con esos códigos cósmicos que mueven la vida y la muerte. Me interesa más el ser humano que la ideología”.

En esta mañana de otoño camuflada de primavera, Pérez-Reverte devela cómo nació Revolución: “He tardado un año y medio en escribirla, pero el tipo de novelas que hago yo se escriben a lo largo de toda la vida –dice–. Son novelas que van contigo, te acompañan, van creciendo. Unas mueren, otras se desarrollan y crecen. Esta empezó de forma muy temprana”. Cuenta el escritor que, desde chiquito, en su casa escuchó hablar de México, de Pancho Villa, de Zapata. “Mi bisabuelo era un ingeniero de minas y un compañero suyo de la escuela de minas fue a México y vivió los años de la revolución mexicana. Le mandaba cartas. Y le contaba. Eso hizo que con los años me interesara”, recuerda. “La revolución mexicana fue un gran acontecimiento. Pero después vinieron la revolución rusa y la Primera Guerra Mundial y se diluyó –opina–. Pero la revolución mexicana es un hecho importantísimo. Por primera vez el pueblo se levanta y se sienta a la mesa de los poderosos y estos negocian con el pueblo. Es un hecho insólito, extraordinario”.

No es la primera vez que Pérez-Reverte elige México como escenografía de sus ficciones. Lo hizo en 2002, con 'La Reina del Sur', el relato crudo y novelado de la vida de Teresa Mendoza, la mexicana que se convirtió en una hábil referente del narcotráfico. 'Revolución' tampoco es la excusa para que el escritor opine sobre el reclamo de disculpas que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador pidió en 2019 al rey Felipe VI de España y al papa Francisco por los abusos cometidos durante la conquista. “Que se disculpe él, que tiene apellidos españoles y vive allí –fue por entonces la respuesta de Pérez-Reverte–. Si este individuo se cree de verdad lo que dice, es un imbécil. Si no se lo cree, es un sinvergüenza”.


–Teniendo en cuenta los reclamos de México hacia España, ¿pensó en que estaba pisando terreno sensible al volver a poner un pie, aunque sea a través de una ficción, en territorio mexicano?

–El terreno ya lo pisé con 'La Reina del Sur'. Ese libro generó polémica y aún sigue. Pero éste no es un libro deliberado que surja por los reclamos mexicanos. Cuando eres un escritor profesional, llevas un montón de historias en la cabeza que te acompañan. Algunas mueren contigo y otras se escriben un día. Un día oyes una canción, ves una foto, una película y parte. Si la polémica es oportuna, si eso ayuda a que se lea el libro, estupendo. No tengo nada que objetar. Si mañana el presidente de México critica mi novela y me dedica una rueda de prensa, como me dedicó alguna vez con mi foto para hablar de mí, estupendo. Eso ayuda. Pero no es el objetivo. Yo cuento historias. No hay vinculación de esta novela con la polémica España-México. Por otra parte, es absurda. Pero de eso hablaré en México, cuando viaje a presentar la novela. Me lo van a preguntar seguro.

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"¿Tengo pinta de escribir novela feminista?"

José Soto - lasexta.com - 03/10/2022

Arturo Pérez-Reverte vuelve a México dos décadas después de 'La Reina del Sur' para narrarnos la revolución de principios del siglo XX con una novela que no pretende ser histórica, sino tomar la historia como punto de partida para la aventura. Quien le lee ya sabe a lo que va. No necesita, dice Arturo Pérez-Reverte, convencer a nadie con "argumentos demagógicos de moda para que funcionen" sus novelas. Por eso, si las mujeres de su nueva novela, ambientada en la revolución mexicana, entran en el canon más o menos feminista, es algo que no le preocupa. "¿Tengo pinta de escribir ese tipo de novelas?", pregunta antes de reírse.

Es la tranquilidad que da ser uno de los escritores españoles más vendidos. 20 millones de lectores en todo el mundo y traducido a más de 40 idiomas, aunque alguna vez haya sido difícil la tarea.

En la rueda de presentación de 'Revolución' (Alfaguara, 2022) cuenta cómo su traductor al chino se quedó bloqueado cuando le tocó traducir expresiones de 'Línea de fuego' como "por mis cojones" o "vete a mamarla a Parla".

En la semana que conoceremos el Nobel de literatura, no le conseguimos sacar a quién se lo daría él. "No me metas en esos jardines", suplica risueño, pero sí nos da su opinión sobre la ausencia en la lista de premiados del recientemente fallecido Javier Marías: "Es una vergüenza para el Nobel que Javier Marías no sea premio Nobel". Más optimista se muestra ante el futuro de la literatura: no es que se sea menos, es que hay más formatos que interesan a los jóvenes, como los videojuegos, que él escribiría, confiesa, si fuera un escritor joven.

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"Las revoluciones las pierden quienes las hacen"

Grego Casanova - vozpopuli.com - 04/10/2022

Chamaquitos ajusticiados, hombres a los que desuellan las plantas de los pies y les hacen caminar por el desierto, un tesoro de monedas de oro, voladuras de puentes, cargas de caballería, tiroteos, saqueos... La figura de Pancho Villa, y varios romances de un protagonista con importantes toques autobiográficos del autor. Arturo Pérez-Reverte se cruza las cananas al pecho, se deja mostacho, y llega a las librerías al galope con ‘Revolución’ (Alfaguara), su última novela centrada en la sangrienta revolución mexicana. 

Al comienzo de la novela, un personaje advierte sobre el devenir de la revolución: “Van a sobrar sombreros”. Un joven ingeniero español se encuentra en la cantina y en el momento inapropiado, o quizás, en el más oportuno. Martín Garret se ve obligado a enrolarse a unos sucios y violentos guerrilleros. Varias audaces acciones le dan un estatus dentro del grupo, hasta ganarse la simpatía del propio Pancho Villa. El veinteañero español acaba en medio de la Historia con mayúsculas, y descubre que en un día de guerra, sus ojos han visto más mundo que en miles de páginas leídas. Los ojos pueden ser los de Martín Garret, o los del propio Pérez-Reverte en las guerras de los setenta que cubrió como corresponsal.  “El modo en el que el protagonista termina mirando el mundo sí que es el mío. Es el botín de esa aventura”, señaló Pérez-Reverte durante la presentación de su libro, este lunes en Madrid.

Después de varias novelas centradas en España y Europa, ('El italiano', 'Línea de fuego', 'Sidi' o la serie 'Falcó'), Pérez-Reverte regresa a México, país bien conocido por el autor, y localización de 'La Reina del Sur', una de sus novelas más aclamadas. Durante la presentación, el autor quiso poner en relieve la trascendencia de la Revolución mexicana. “Después con la Primera Guerra mundial y la Revolución Rusa se olvidó en cierto modo, pero durante la revolución mexicana por primera vez el pueblo se levanta y se sienta en la mesa de los poderosos, fue un hecho tan insólito…”.

Dentro de la labor de documentación histórica que caracteriza sus obras, destaca la riqueza lingüística de los personajes. “Quería hacer que el lector oyese el mexicano”, señaló el escritor. Con “Quihubole”, “épale”, “chingatumadre”, “újole”, “tiznar igual que a un perro”, “me vale madres”... sin duda lo consigue. El lector escucha al mexicano, y distingue al campesino analfabeto convertido en pistolero del político burgués que desayuna en hoteles del Zócalo.

El periodo de madurez de Garret también es acompañado por tres mujeres. Una preciosa "niña fresita" de ojos azules, una aguerrida soldadera y una periodista americana, basada en la reportera Nellie Bly, considerada una de las primeras reporteras de guerra que cubrió la Primera Guerra Mundial. En el meollo de la revolución, el escritor tenía dos grandes figuras a las que poder usar como hilo conductor de su novela, el guerrillero del norte, Pancho Villa, o el sureño, Emiliano Zapata. Pérez-Reverte tiró del primero porque representaba a un “México más vigoroso, frente al sombrío y melancólico Zapata”. “Escogí la carcajada de Pancho Villa frente a los silencios de Zapata”, afirmó este lunes. 

El lector de Pérez-Reverte encontrará todos los ingredientes que le han convertido en un superventas mundial, incluidos la recreación de momentos históricos como la Convención de Aguascalientes, a la que asistieron Villa y Zapata: "Cinco años atrás, los ocho generales que hoy entraban en la capital conquistada eran todavía un campesino, otro campesino, un bandido, un maquinista de tren, un tratante de caballos, un cuatrero, un maestro rural y un estudiante. Considerando todo eso, sonrió Martín: una mueca sarcástica. Los señores políticos, supuso, llegarían más tarde para hacerse cargo de todo. Sin duda andaban preparando, en el comité oficial de recepción del Palacio Nacional, sus discursos, sus demagogias y sus ambiciones", describe en el libro. En Aguascalientes fueron retratados Villa y Zapata en la silla presidencial. Tiempo después, ambos fueron asesinados en sendas emboscadas. “Las revoluciones por lo general las pierden quienes la hacen y las ganan las que se apropian de ellas”, señaló el escritor.

Martín Garret decide seguir la causa revolucionaria y se hace hombre en México, se deja el mostacho ranchero, se cruza las carrilleras en su pecho y hace volar puentes y cajas fuertes para los intereses de Villa. Pero a él la revolución le da igual, no hay una ideología en él, se engancha a ella como un lugar en el que aprender:

-¿Y qué harás cuando lo hayas visto todo?

-Supongo que me iré. Volveré allí de donde procedo.

-Quizá no sea fácil adaptarse, después de vivir esto. A mí me resultó imposible.

-Lo averiguaré cuando esté lejos.

-¿Sabiendo?

-Exacto, ésa es la palabra. Sabiendo cosas que antes no sabía.

Reverte también estuvo 20 años a la "droga de la guerra": “Lo que deslumbra al protagonista es lo que me fascinó a mí, el ser humano, cómo se comporta el ser humano. El 4 de abril de 1977 en la batalla de Tessenei, por la mañana los eritreos lucharon como leones, eran unos valientes, les admiré… pero por la noche saquearon y violaron a los vencidos”. No es este el único eco biográfico en 'Revolución': también resuena la preocupación por no golpearse la cabeza en el momento en el que estuvo a punto de ser fusilado en Nicaragua y la tristeza que sintió al presentir una muerte tan absurda. Afortunadamente, el joven reportero salió con vida y aunque pasaron muchos años hasta que se desenganchó del vicio de las revoluciones, volvió sabiendo cosas que antes no sabía, y las contó en novelas.

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La Revolución, según Arturo Pérez Reverte: "Ser novelista te da un poder intelectual delicioso"

Rosa Ballarín - expansion.com - 06/10/2022

"Las revoluciones las pierden quienes las hacen", dijo el escritor Arturo Pérez-Reverte cuando ofició el bautizo de gala de su última novela, 'Revolución' (Alfaguara) hace unos pocos días. El abarrotado acto tuvo lugar en un hotel de Madrid, con más público y prensa que la que se reúne durante la presentación de los Presupuestos Generales del Estado, por poner un ejemplo rápido. Porque el discurso del autor murciano (Cartagena, 1951) es inasequible al paso y peso de sus más de 30 libros y sus 20 millones de lectores. Todo lo que sugiere y plantea Pérez-Reverte, verse sobre la revuelta mexicana de principios del XX -argumento de su último título- o sobre el conflicto de Nicaragua, o sobre la guerra de Ucrania, genera un debate en el que él se maneja como pez en el agua, como soldado en la batalla, como marinero en su velero.

Quien fuera reportero de guerra durante más de 20 años nunca ha dejado las trincheras de manera definitiva, no al menos en su sentido más dialéctico. Su lenguaje, sutil en lo literario, es afilado cuando habla del ahora, dulce si se refiere a su extrañado amigo Javier Marías y apasionado si echa la vista atrás para novelar sobre la historia y sus personajes. Como en este título, que recupera los dramáticos acontecimientos que sacudieron México en el primer tercio del siglo pasado, en una novela de iniciación y de aprendizaje. Su protagonista, un joven ingeniero de minas, madurará en medio del caos y de la violencia, en cuyo trasfondo hay figuras como Pancho Villa y Emiliano Zapata, ideólogos de unos hechos que él dibuja a su gusto. Con el protagonista, Martín Garret, tres mujeres de distinta condición participan además de este viaje que abunda en las leyes del amor, la lealtad, la vida, la amistad y la muerte.

Recogemos algunas de las mejores frases de una puesta en escena al estilo Pérez-Reverte: con florituras y zascas, sí, pero a la altura de su pensamiento crítico, libre y compulsivamente creativo.

La historia: "No es una novela histórica, ni tampoco de aventuras. Es una novela de aprendizaje. Hay en ella elementos de la verdad, pero la mirada es la mía. Mi novela es falsamente histórica. Pero el hombre estaría perdido sin la historia. Siempre hay que tenerla de fondo".

Tiempo de escritura: "He tardado un año y medio, aunque novelas así en realidad las escribes durante toda la vida. Durante años he ido acumulando material, viendo películas y leyendo libros sobre esto".

Lo femenino: "Sin la presencia silenciosa y la mirada de la mujer, el hombre no avanzaría. Yo reúno a tres diferentes, la soldadera, ruda toda ella; la mujer de la alta sociedad, y la periodista norteamericana".

Comunicación: "Mientras trabajé de reportero tuve que sobornar a algunos para que me dejaran hablar por teléfono allá donde estaba. Eso me gusta más que tener un teléfono móvil".

Realidad: "El que crea que el relato más crudo funciona, se equivoca. Hay que novelizar la realidad. Para el vocabulario que uso en esta me empapé de toda la literatura mexicana, extraje palabras que ya no se usan pero que se usaban antes allí".

Revoluciones: "Como periodista he cubierto varias. A veces, revolución equivale a decepción. Las pierden quienes las hacen. A ellas les siguen la injusticia, la humillación, el crimen, el caciquismo... Yo viví la de Daniel Ortega en Nicaragua, país que se ha convertido ahora en su finca".

Ideología: "En mi novela no hay ideología. El protagonista no es un revolucionario ni cree en ella. Se queda en México para aprender. Cree en los seres humanos que hacen la revolución. Eso es lo que deslumbra a Martín Garret y lo que me deslumbra a mí. Prefiero moverme con héroes sin ideología. Es más importante saber por qué un hombre viola a una mujer o por qué una mujer mata a otra que la ideología".

Conflictos bélicos: "En Eritrea, por ejemplo, descubrí que los héroes de por la mañana por la tarde se habían vuelto violadores. Yo me enganché a la guerra por la gente que se mueve en ella, por sus contradicciones y sus lealtades vivas y reales. La guerra es geometría: tiene sus ángulos, sus reglas...".

Sobre sí mismo: "Cuando hablo o actúo yo no intento congraciarme con el mundo, sino intentar saber cómo es el mundo. Esta novela carece de carga autobiográfica, aunque parta de elementos que han sido verdad".

Narración: "Un escritor debe sentirse a gusto con lo que escribe. Cuando creo un personaje intento imaginar cómo me llevaría yo con él. Las novelas van contigo. Yo ya estoy con otra historia. Todos los días escribo de 9 de la mañana a media tarde. No tengo agonía creativa. Ser novelista es una suerte extraordinaria. Puedo convertir a todos en literatura. Te da un poder intelectual delicioso".

Miedos: "Tengo muy acusado el sentido del desastre. Como marino siempre ando mirando el mástil, el cielo, el estado del mar... No soy profético. La experiencia te da una visión del mundo. Y a veces no quisiera verlo ni saber. Hay cosas que me gustaría no ver".

Aprendizaje: "Uno puede creer erróneamente que lo ha aprendido todo, pero no es verdad. Una novela supone aprender. Yo tengo la curiosidad del cazador. Levantarte cada día y preguntarte a ver qué aprendo hoy te mantiene vivo".

Oficio: "Una novela es una manera de no envejecer de manera sórdida. Hay muchos escritores que están muertos y no lo saben. Mientras veas el mundo como un novelista, no te haces viejo del todo".

México: "Es un país extraordinario y fascinante. Lleno de contradicciones. Pueden pasar de la violencia a la cortesía y decirte "deme la cartera o se muere, no lo mato, no, se muere". Si el presidente del país (López Obrador) -ironiza- me quiere dedicar una rueda de prensa cuando viaje allí, me parecerá estupendo".

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Audio, vídeo y otros enlaces:

Arturo Pérez-Reverte: "¿Tengo pinta de escribir novela feminista?" | AHORA QUE LEO (lasexta.com)

https://www.rtve.es/play/videos/telediario/arturo-perez-reverte-ambienta-revolucion-mexico-zapats-pancho-villa/6705718/

https://www.rtve.es/play/audios/el-ojo-critico/revolucion-perez-reverte/6705733/

https://www.telemadrid.es/programas/120-minutos/Perez-Reverte-publica-Revolucion-Es-posible-que-vivamos-agitacion-social-en-los-tiempos-que-vienen-pero-la-revolucion-es-otra-cosa-2-2493070687--20221003032724.html

https://www.lavanguardia.com/cultura/20221003/8552801/perez-reverte-revolucion-mexico-novela-pancho-villa-zapata.html

https://www.youtube.com/watch?v=SQfGP4e2X6M

https://www.youtube.com/watch?v=VQMsHd1_KNE

https://www.cope.es/programas/herrera-en-cope/noticias/perez-reverte-herrera-cope-escribir-una-novela-siempre-aprender-20221005_2326519

https://www.rtve.es/play/audios/no-es-un-dia-cualquiera/arturo-perez-reverte-revolucion-entrevista/6709817/

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