24 octubre 2022

Otras reseñas sobre 'Revolución'

«Revolución», de Arturo Pérez-Reverte

laslecturasdeguillermo.wordpress - 24/10/2022

«‘Revolución’ no es una novela histórica. Utilizo la historia, como tantas otras veces, como pretexto, como marco narrativo. Es una novela de aventuras, novela de aprendizaje de cómo un joven, durante diez años de revolución, termina descubriendo cosas de la vida, de la violencia, de la muerte, del amor, de la lealtad, de la amistad y un montón de cosas gracias a esa aventura a través de los años violentos de la revolución mejicana en sus comienzos.»

La nueva novela del prolífico escritor nacido en Cartagena Arturo Pérez Reverte, 'Revolución', fue presentada el lunes 3 de octubre en un desayuno de prensa celebrado en el Westin Palace de Madrid y ha sido publicada por la Editorial Alfaguara.

El autor se siente muy unido a Méjico, país que conoce muy bien y que ha visitado en varias ocasiones atreviéndose a pasear por barrios oscuros y fascinantes en los que la policía no es bienvenida, como el de Tepito, pero esa es otra historia, porque entonces era más joven y podía correr, nos cuenta divertido. Con esta novela vuelve a Méjico este cazador de historias, como se denomina, una obra de cocción lenta, que estaba ahí desde que, en casa de su bisabuelo, ingeniero de minas, se leían las cartas de un compañero de escuela que estaba viviendo la revolución mejicana; curioso por profesión y naturaleza, en los viajes posteriores que realizó a este país, se dedicó a recopilar información sin pensar aún en escribir este relato. Por eso, esta novela es el resultado de toda una vida.

La amplia documentación que utilizó para escribir esta novela es una de las señas de identidad del autor; ha leído muchos libros, visto un sinfín de documentales, películas antiguas y más modernas, escuchado canciones… convenientemente pasado todo por el filtro de la narrativa para convertirlo en literatura, porque no se puede utilizar en crudo. Pero lo más importante es que ha echado mano de su biografía como reportero de guerra, lector infatigable y de sus muchos años de oficio como periodista y escritor. Afirma que no es una novela autobiográfica, como se ha dicho, porque nada de lo que le pasa al joven Garret le pasó a él, pero su mirada sí es la de Arturo, de lo que vivió en las guerras que cubrió —Chipre, Líbano, Eritrea, Sáhara, Malvinas, El Salvador, Nicaragua, la crisis de Libia, Sudán, Mozambique, Angola, la revolución de Rumanía, Croacia, Bosnia…—. Al autor lo que le interesa es desentrañar lo que ocurre en el corazón del ser humano y las complejas relaciones que establece, la violencia en la que se ve inmerso. ¿Qué mecanismos se disparan en su cabeza para que una persona buena, con una familia, una profesión y una vida aparentemente normal por la mañana tenga un comportamiento correcto, y por la tarde se convierta en un ser brutal, alguien que mata, tortura y viola sin piedad? ¿Tiene que ver con el grupo de referencia? La presión del grupo diluye responsabilidades, porque lo que nunca haríamos estando solos, dentro de un grupo de colegas está permitido, nos sentimos arropados, amparados y hacemos lo que se espera de nosotros…

La vida de cualquier hombre es un proceso de aprendizaje en el cual uno va descubriendo, con los años, con las etapas, cosas nuevas, nuevos enfoques de la vida y de las cosas.

Arturo Pérez-Reverte no pretende reconstruir la historia, sino que la utiliza para entender mejor el presente, mostrándonos un hombre que tiene conflictos de ahora y que está en un continuo proceso de aprendizaje; la revolución mejicana no es el tema principal de la novela, aunque sí actúa como telón de fondo y es la clave y el entorno en el que transcurre la acción.

El papel de la mujer es fundamental en esa búsqueda iniciática del protagonista. El autor afirma que, sin la mujer, sin la presencia de la mujer, sin la violencia incluso, sin los silencios, sin la mirada de la mujer, el hombre nunca dará los pasos completos. En este caso, ese papel está representado por tres totalmente distintas, pero fundamentales en el camino que emprende Garret: “la soldadera analfabeta, grasienta, hecha a una vida áspera y rural y revolucionaria y campesina; la niña fresita, la niña bien de buena familia que muestra otra faceta de la mujer en la vida y la sociedad, y la periodista norteamericana que acompaña en algunos tramos al protagonista”. Habla de la MUJER con mayúsculas.

Pérez-Reverte ha cuidado todos los detalles en esta novela; merece especial atención el tratamiento de un lenguaje que él conoce muy bien, pero el moderno. Ahí empezó otro proceso de documentación, porque en los años 11, 12 o 13 no se hablaba como ahora y él quería que el lector, oyera hablar en mexicano a la hora de leer la novela… extrayendo expresiones, frases, refranes, ese ingenio maravilloso de los mexicanos para hacer refranes, para hacer albures y juegos de palabras y fue haciendo un glosario, una larga relación de términos para ir utilizándolos en los momentos adecuados. De la lectura de la obra, antes de su publicación, para evitar cometer anacronismos, se encargó un escritor mejicano al que sus editores enviaron 'Revolución'.

Arturo Pérez-Reverte sabe que, a pesar de lo vivido, el proceso de aprendizaje tiene que estar siempre presente en la vida de una persona. Invito a los lectores a disfrutar de Revolución y emprender con Garret, ese conociendo fundamental que ayuda a crecer. ¡Ah!, y nunca dejen de mirar… porque lo que perciben les puede servir más adelante.

PERSONAJES:

-Martín Garret Ortiz tiene veinticuatro años y es un ingeniero de minas, español, nacido en Linares; trabaja en Méjico. Desde su hotel en Ciudad Juárez escuchó un disparo. La curiosidad le hace salir a las calles para averiguar qué pasa. Significó el inicio de una búsqueda.

-Yunuen Laredo procede de una familia acaudalada de México; sus ojos tienen el color del cuarzo y su silueta es esbelta; es coqueta por naturaleza y perspicaz. Acabará sabiendo que, en la vida, existen motivos más poderos que el amor.

-Diana Palmer es una periodista enjuta de ropas desteñidas que nunca finge lo que no es. La respetan sus colegas por su personalidad extraordinaria, y, a la vez, es admirada por los guerrilleros con los que se mueve. Desafía sin pestañear los convencionalismos profesionales; es decidida y encara las dificultades que se la presentan. Será la mirada brillante de Martín para entender los acontecimientos.

-Maclovia Ángeles es una soldadera con las mejillas atenazadas por el sol y el ánimo desbrozado por los combates. Viaja con su hombre, ayudándole en todo lo que necesita y actuando contra el enemigo cuando es necesario. Recia y lista; valerosa y con carácter. Tiene la cultura que da la vida.

-Pancho Villa fue un de los líderes de la revolución mejicana, valeroso y decidido; poderoso de hombros, cuello ancho y cabeza grande; iris color café de mirada intensa; magnánimo con los suyos y cruel con el enemigo. De risa atronadora que intimida. Siempre cauto y vigilante.

-Francisco Madero era de rostro bondadoso, pequeño y de apariencia frágil. Un espíritu escindido entre los ideales del intelecto y las armas que lleva al cinturón. Quiere que la justicia deje de ser una utopía en Méjico. Es un idealista.

-Genovevo Garza tiene los ojos negros y duros, y una cicatriz que le atraviesa desde la sien hasta la mandíbula. Es tierno y peligroso, astuto y sibilino. Representa al soldado de mirada clara, obediente y esforzado que no conoce cobardías ni historias imposibles. Posee el espíritu sencillo del pueblo llano.

-Jacinto Córdova, un oficial pulcro herido por los celos; guapo y disciplinado, con trazas de militar severo y con un peculiar sentido de la cortesía y el honor; y Tom Logan, el yanqui enamorado de Méjico como tantos otros… El resto, los encontrarán disfrutando de la novela.

https://laslecturasdeguillermo.wordpress.com/2022/10/24/revolucion-de-arturo-perez-reverte/

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La Revolución, sin anestesia, según Pérez-Reverte

Israel Sánchez - reforma.com - 27/10/2022

México, opina el escritor y periodista español Arturo Pérez-Reverte, ha vendido de una forma inexacta su Revolución. "Esa cosa romántica del tiro al aire, las canciones, el folklore y la alegría, una revolución alegre, no es verdad", expresó este miércoles el también miembro de la Real Academia Española, durante la presentación de su más reciente novela: 'Revolución' (Alfaguara). Como ejemplo refirió el caso de una figura como es la soldadera, vista a través de dos cintas: 'Enamorada', de Emilio "El Indio" Fernández y protagonizada por María Félix, como esa imagen positiva, romántica y bella, contra 'La soldadera', protagonizada por Silvia Pinal; "esa sí que es de verdad", sostuvo el autor. "Esa mujer que es una bestia de carga, que carga con los hijos, con las otras peleando por la comida, maltratada por el hombre borracho. Esa es la verdadera soldadera", resaltó Pérez-Reverte desde el Polyforum Siqueiros, acompañado por su colega mexicano Elmer Mendoza. "Entonces, en esta novela yo quería, digamos, rescatar un poco la Revolución real, y perdónenme la osadía para hacerlo, siendo que soy un gachupín, no un mexicano. Rescatar esa revolución real, y dejar un poco de lado esa otra revolución romántica, bonita, casi que parece más un musical que una verdadera revolución".

A la primera oportunidad, Mendoza haría la pregunta obligada, la de cómo un autor de Cartagena, España ("un pinche gachupín", arreglaría Pérez-Reverte) decide escribir algo así. A lo que el autor de la colección 'Las aventuras del capitán Alatriste' o 'La Reina del Sur' refirió que la Revolución Mexicana era el mejor contexto para la historia que deseaba contar sobre un joven que a través de la observación ecuánime de la violencia alcanza la madurez. Además de tres razones: uno de sus bisabuelos era ingeniero de minas, y su mejor amigo que vino a México a trabajar en las minas del norte le enviaba cartas; su padre le cantaba corridos de la Revolución, y el impacto que le causa la fotografía de los zapatistas desayunando en Sanborns. "La novela iba a titularse 'Desayuno en Sanborns', ése era el título original; pero me hicieron comprender los editores que fuera de México Sanborns no era conocido", compartió Pérez-Reverte. "Además, hubieras tenido que pagarle una lana a Carlos Slim", agregó Mendoza, quien elogió la precisión y la pulcritud del lenguaje y las expresiones usadas en la obra, como "van a sobrar sombreros", "cada gallo picotea su máiz" o "quien tiene cola de zacate no debe jugar con lumbre". "Una que me costó muchísimo descifrar, pero que me encanta: 'es más valiente que el primero que se comió un zapote prieto'", añadió el español, explicando que no podía hacer hablar igual a un abogado como Francisco I. Madero que a un bandolero medio analfabeto como Pancho Villa. Por lo que acudió a tantas obras de la literatura mexicana sobre la época como le fue posible: Los de abajo, de Mariano Azuela; Cartucho, de Nellie Campobello, o Se llevaron el cañón para Bachimba, de Rafael F. Muñoz, por mencionar algunas; "y de ahí fui sacando, con paciencia de orfebre, palabras, expresiones, refranes que después adapté", detalló. "Intenté que el lenguaje de los de abajo fuese de verdad", insistió. "Yo quería que al leer el lector la novela le sonara al oído. Fue un trabajo duro, complicado".

A propósito de la forma de hablar en México, Pérez-Reverte confesó que su interés en ello comenzó cuando recorría con Mendoza "los sitios más inconfesables" en Culiacán, preparando La Reina del Sur, apuntando y preguntando cosas como: "¿Qué significa 'wachar'? ¿Qué significa 'teibol'? Nadie crea lenguaje nuevo en el español como los mexicanos. Quizás sea la proximidad con Estados Unidos, no sé", comentó el autor. "Y, además, hay una cosa singular: cuanto menos cultura tiene el mexicano, más osado y más creativo es el lenguaje. Es verdad", remarcó ante las risas del público. "Es verdad, ustedes saben que tengo razón. Un analfabeto mexicano puede crear palabras justamente por su ignorancia, por la osadía que da la ignorancia, de una belleza, de una rotundidad, de una potencia extraordinaria". Aquí el español reveló que una de las cosas que le gusta hacer en México, quizás ahora con menos frecuencia por no poder correr como antes, es visitar cantinas en Tepito o en las calles detrás del Tenampa, poner a Vicente Fernández o Los Tigres del Norte en la rocola e invitar un tequila a quien le parezca más peligroso. "Y era fascinante oírlos hablar. Después salía y me ponía a apuntar lo que había oído, porque era extraordinario. Mi admiración por el habla mexicana es sincera", reiteró. "Esta novela es un resultado, en ese sentido, de mi interés y mi admiración por cómo hablan los mexicanos. E insisto: cuanto más incultos, mejor. Un mexicano culto, meh, es normalillo; pero un mexicano inculto es fascinante".

Ante las palabras de Mendoza, quien calificó 'Revolución' como una novela muy bien escrita, donde los arcos de tensión son perfectos y las atmósferas emocionales están colocadas donde deben, Pérez-Reverte sostuvo que el orgullo de los escritores profesionales es contar historias, "y contarlas bien, de una forma eficaz para que el lector se meta y viva cosas que no viviría si no las leyera". Evocando sus días de corresponsal en conflictos internacionales, equiparó la novela con tender una emboscada: "Planificas la emboscada para que el lector vaya al lugar donde quieres llevarlo, y si lo haces bien, si tienes la suerte o el oficio de conseguirlo, la novela funciona".

Finalmente, Pérez-Reverte contó sentir una profunda melancolía después de estar tan metido en la Revolución Mexicana al grado de sentirse un revolucionario más, atestiguando tanto coraje, valor, generosidad y esperanza, pero también tanta crueldad, tanta sangre, tanto ahorcado y tanto fusilado, "para tan poco". Sobre todo cuando, de camino de su hotel a un restaurante para una cena de 5 mil o 10 mil pesos, ve a una mujer sentada en la calle con un niño agarrado de la falda, "vendiendo para ganarse 5 pesos y poder comer. Es un insulto, es un insulto a la gente que creyó que con eso (la Revolución) cambiaba el mundo y cambiaba México. Me queda una tristeza enorme", refrendó, recordando que justamente como periodista le ha tocado ver muchas revoluciones. "Yo crucé la plaza de Managua con los sandinistas, y entré en el búnker de Somoza; los vi combatir en muchos sitios, los vi morir. Todo eso para que ahora Daniel Ortega tenga una finca que se llama Nicaragua", recriminó. "O para que Fidel Castro tuviera una finca que se llama Cuba. Me he sentido angustiado de verdad, me he sentido muy amargo. ¿Para qué?".

Pero de inmediato el autor ofreció una respuesta, producto de las reflexiones que hacer este libro le han dejado: "Para demostrar que cuando se acorrala a un ser humano, y tiene un machete, al final lo utiliza. Y si no, lo busca, o lo crea, lo inventa. Para demostrar, aunque sea un fracaso cada revolución que ha habido (muy pocas, quizás sólo la francesa, han tenido un resultado realmente ejemplar), que el de arriba debe tener cuidado con el de abajo. 'Cuidado, mira de reojo, duerme con un ojo abierto'. O sea, no es ya tan importante la victoria como la lucha. "Hacen falta revoluciones, aunque fracasen", estimó Pérez-Reverte. "Uno puede hablar con dureza o con honradez de aquello que ama, y yo a México lo amo mucho. Con esta novela, digamos, a lo mejor saldo mi deuda moral. Yo lo veo así".

https://www.reforma.com/aplicacioneslibre/articulo/default.aspx?id=2493646

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Polvo serán

Jorge Bustos - elmundo.es - 29/10/2022

Se figura Arturo Pérez-Reverte que ha escrito sobre la violencia del hombre por el hombre, cuando en realidad ha publicado una declaración de amor a las palabras. En su lúgubre memoria de reportero acumula las trizas de la historia y teclea furiosamente para aclararse la retina. Pero no puede. No sabe que ese polvo no proviene de un puente dinamitado, o de una ciudad sitiada, sino de un idioma de mármol y de adobe que se pega a las yemas de sus dedos como esa ceniza ingrávida que protege al parecer las alas de las mariposas.

Bajo su convincente disfraz de autor de éxito hay en Reverte un artesano de la noble germanía. La arcilla olorosa del español salvaje se entrega en sus manos a una alfarería trasatlántica, remotamente imperial, rabiosamente viva. Celebra que su destino sea la lengua castellana, afincada en nuestro México con tanta cédula como en la mera Valladolid. Y esa fratría de mil acentos y ninguna necesidad de traducción, esa casa grande que no valoramos porque aún no nació el algoritmo que nos la ocupe sobrevivirá a los ágrafos violentos con mando en ministerio y a los codiciosos resentidos que se camuflan de indígenas.

La novela de Reverte no versa sobre otra revolución que la del habla tenaz, matérica y caliente que un océano no sofocará. El siglo que aún comienza convoca a los hispanohablantes a la única causa que no divide por renta, raza, voto, género o color: la causa del vagido con que nacemos y el gemido con que morimos. La causa de la lengua en que blasfemamos, amenazamos, odiamos y milagrosamente somos perdonados. Armados con ella barrenaremos el hormigón de las frases hechas, cavaremos galerías ventiladas bajo los lugares comunes, dispondremos minas compuestas de verbos y pronombres en el engranaje opresivo de una expresión cada vez más automática, servida en iconos que estabulan la razón y pretenden cifrar el sentimiento. Y luego, retirados a una distancia prudencial, habremos de aguardar con placer el estallido del significado cuando se reúne amorosamente con su significante. A esa paciente lujuria la llamamos escribir.

Se figura Reverte que ha escrito sobre revolucionarios mexicanos que alinean sus frases en cananas, desenfundan cañones metafóricos y disparan una línea de diálogo. Pero al terminar el libro, exhaustos y polvorientos, comprendemos el íntimo sentido de la única revolución que no fracasa: la de las palabras. Polvo serán, mas polvo enamorado.

https://www.elmundo.es/opinion/columnistas/2022/10/29/635bb70fe4d4d80c4a8b458c.html

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La 'Revolución' de Arturo Pérez-Reverte, una novela hollywoodiense para todos los públicos

Juan Marqués - elmundo.es - 31/10/2022

Quien, por razones sobre las que sería divertido especular, dé por supuesto que con estas palabras comienza una reseña hostil contra 'Revolución', la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951), va a llevarse una pequeña sorpresa. Y, desde luego, quien desee leer esa reseña va a tener que buscar en otro sitio, porque lo cierto es que por aquí nos ha entretenido bastante. Eso sí: "entretener" no significa "gustar mucho", ni siquiera "interesar", sino sólo eso, "distraer", "proporcionar un rato agradable, amable o despreocupado", "encantar" en el sentido de "hechizar durante un tiempo", no en el de "entusiasmar"... Y eso de la diversión es algo que las novelas de Pérez-Reverte ofrecen con famosa maestría.

Hacía, eso sí, 20 años que yo no lo comprobaba. Leí todas las novelas del autor hasta 'Cabo Trafalgar', y lo hice con agrado y buen apetito, y desde entonces no he leído ninguna, hasta ahora. Quiero decir que recuerdo bien el primer tramo de la obra de Pérez-Reverte, y no conozco en absoluto el reciente. O, por decirlo de otro modo, leí todas las novelas de Alatriste y no he leído ninguna de Falcó. No por ningún motivo especial, sino porque, simplemente, se apagó el interés, sin meditarlo ni decidirlo me fui a otros sitios a partir de cierta edad, de modo natural, pero cuando se ha dado la ocasión siempre he defendido al autor como un estupendo especialista en el tipo de narrativa que él cultiva, un gran creador de tramas (más que de personajes, siempre un poco arquetípicos, robóticos, simplones), que además resuelve bien. Pérez-Reverte es un escritor que no tiene negros, que posee un mundo particular, que es un hombre culto, y que ha leído el Quijote... Y eso, tan en principio exigible, de ser simplemente un autor es algo que en el deprimente contexto actual de la literatura popular ya es mucho.

Leyendo 'Revolución', sea como sea, hay motivos para pensar que Pérez-Reverte ha relajado y rebajado algo el listón de autoexigencia que aplicaba a sus novelas del siglo pasado. Comparada con 'El club Dumas' o 'La piel del tambor', que recuerdo como obras maestras de la intriga, 'Revolución' palidece un tanto, lastrada en buena parte por cierta previsibilidad hollywoodiense, algo que digo no sólo por la facilidad con la que el lector puede ir adelantándose a casi todo lo que va a pasar, y cuándo, y por parte de quién... sino porque hay fragmentos que realmente parecen secuencias cinematográficas, casi se pueden ver las bambalinas y los decorados, están escritos como si fuese la descripción de algo no imaginado sobre la realidad sino proyectado en pantalla. Resulta difícil explicarlo, pero es algo muy nítido.

Pero estos son los principales reproches que se pueden hacer a una novela que, por lo demás, entrega a manos llenas lo que prometía. Sobre el rigor histórico no tengo nada que apuntar porque nada sé, pero es obvio que el autor se documenta a conciencia, aunque sea para después retirar el andamio de la investigación y dejarnos la narración desnuda, sin digresiones eruditas ni, para entendernos, notas al pie. De hecho, para ciertos lectores, como yo mismo, eso es un problema, o al menos una lástima: se nota (y se agradece) que el autor se lo ha pasado muy bien en el proceso de escritura, pero esa alegría intelectual no acaba de llegar al texto, como mucho lo sobrevuela, se queda en la trastienda de la redacción. Pero ya se entiende que el público de estas novelas reclama muchos más tiros que datos, más escaramuzas que archivos, más tensión en la trama que audacia en la aportación historiográfica, más chicha en los escarceos sexuales que originalidad ante los profesores de teoría literaria.

Lo que sí es de justicia aplaudir es el esfuerzo con el lenguaje, que en este caso no tenía que acertar sólo con el lugar sino con el tiempo, un doble desafío. No sólo había que replicar distintos registros del habla mexicana, culta o vulgar, sino remontarlos a los días de Pancho Villa y, aún más, adaptarlos a las situaciones de tensión, o al español que pudieran saber los periodistas estadounidenses, o al contexto fronterizo. 'Revolución' es, pues, una novela impecable, muy ajustada a su lector ideal, que la disfrutará, y acogedora con el lector algo más exigente, al que entretiene. Más que un regreso a las lecturas juveniles, supone un grato descanso.

"Para esta novela me vi todas las películas mexicanas, antiguas y modernas, y me leí todo lo que hay, sobre todo por el lenguaje. Las novelas buenas de verdad son las contemporáneas de la revolución", sostiene el escritor. "Saqueé, de una manera gozosa, apuntando expresiones como 'van a sobrar sombreros', '¿viene usted de mujerear?'... Son expresiones espectacularmente mexicanas y no hay español más potente que el mexicano".

https://www.elmundo.es/la-lectura/2022/10/31/635ff5c221efa0bd718b4591.html

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'Revolución: una novela', de Arturo Pérez-Reverte

reginairae.blogspot - 06/02/2023

La última novela de Pérez Reverte está ambientada en la revolución mexicana (1910-1917 o 1920, según autores), época conocida internacionalmente por la gran cantidad de películas y novelas que la reflejan, con lo cual no resultan extraños algunos de sus protagonistas (Zapata, Pancho Villa, Madero, etc). Habría que preguntar a un mexicano pero así, en principio, parece bien reflejado el lenguaje típico del país, con sus giros y expresiones, así como la idiosincrasia y otros rasgos culturales (algunos un poco arquetípicos como lo de los "hombres machos"). Eso hace que resulte creíble la descripción de las tropas de Villa y de la sociedad mexicana en general, o al menos, similar a la imagen que tenemos del México de inicios del siglo XX por el cine (estadounidense, preferentemente). La ambientación es el punto fuerte de esta novela. Se ve que el autor ha investigado con diligencia. O visto muchas pelis sobre la época.

La prosa, dicho esto, es muy sencilla, adaptada a una lectura rápida que es de agradecer, ya que el libro es largo, o parece largo para lo que cuenta. Para mí, el principal inconveniente es que no hay una trama muy definida. La historia me ha parecido floja, sin sorpresas, sin giros, con un final un tanto "deus ex machina" (de todas formas, cualquier lector avezado sabe que no va a ocurrir eso de lo que el autor trata de convencernos que va a ocurrir). Más que trama, vemos una sucesión de escenas o estampas con el hilo común de estar ambientadas en la revolución, con un personaje que, la mayor parte del tiempo, se deja arrastrar por los acontecimientos. Todo es tan, tan frío que hasta las subtramas que podrían ser de romance se quedan en no-romance. Y por culpa del protagonista.

Esa es otra, los personajes, que (salvo un par de excepciones) carecen de relieve. En realidad el problema principal está en los inventados, el protagonista, por ejemplo, cuya personalidad no está definida, de forma que no logramos empatizar con él. Apenas tiene reflexiones originales, solo tres o cuatro clichés sobre la guerra, la hombría, fatalismo, etc, que recuerdan sospechosa y peligrosamente a otros personajes del autor. Me resulta muy gracioso que los líderes de la revolución, e incluso personas del gobierno y de la alta sociedad, tengan en tantísima estima a un extranjero que ha protagonizado un lance de guerra casi por casualidad. Muy sorprendente su repentina influencia en las altas esferas, solo explicable porque... es el protagonista. Hay varios personajes cuya función dramática o rol narrativo es desconocido (el mercenario gringo, etc). Las mujeres objeto de interés por parte del protagonista, muy idealizadas, sobre todo la mexicana de la alta sociedad.

La novela no agobia ni molesta, pero tampoco te genera ninguna emoción, al menos a mí. Todo parece contado muy "desde fuera" de las personas, y para mi gusto, hay un exceso, como viene siendo habitual en el autor, de escenas bélicas, llenas de tiros y explosiones que, la verdad, si es ahora, hubiera saltado o leído más deprisa.

En resumen, una novela que puede gustar a los fans del autor e interesados en obras bélicas o históricas, pero que a mí me ha parecido algo fría e inconexa, sin trama clara, con varias cosas previsibles (como que cierto personaje iba a morir en el lance de guerra final o que cierto otro no iba a morir en situación algo delicada). 

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